Ignacio Ruiz, poeta y ensayista chiapaneco
En su reciente visita a Chiapas, el poeta y ensayista chiapaneco, Ignacio Ruiz Pérez, otorgó a Desmesuradas una tarde de amena charla.
Sin prisa y sin censura, Ignacio nos platicó cómo descubre a la literatura como profesión, de su oficio como poeta y ensayista, además de la vasta experiencia que tiene como catedrático en la Universidad de Texas, donde trabaja principalmente con estudiantes migrantes.
Sin darle tregua al silencio, Nacho, como le dicen sus amigos en Chiapas, nos cuenta de la literatura en su niñez: “Mi primer contacto directo con la literatura infantil fue a través de mi hermana, que me leía cuentos y que de alguna manera filtraba esos cuentos infantiles, esas historias de hadas. Hay una colección que a mí en lo personal me marcó muchísimo, se llama Mi libro encantado. ¡Es bellísima! Ahí está prácticamente todo el compendio de la literatura infantil universal. Ese fue mi primer acercamiento a la literatura.”

Leticia Bárcenas González y Gabriela Guadalupe Barrios García
¿Cómo fue tu primer acercamiento a la literatura, ya de manera formal?
Descubro que la literatura puede ser una profesión, un acto de fe, se puede decir, cuando ingreso a la preparatoria. Me doy cuenta que la literatura es lo mío, que me gustaba y además veía gente que la practicaba, que vivía de ella, enseñándola, y que era una posible profesión. Hay un profesor de la prepa que me marcó profundamente: Gustavo Ruiz Pascacio; creo que marcó a mucha gente de mi generación, para bien. A través de él entré en contacto directo con la literatura, la gran literatura, porque claro, antes, en la secundaria y en la primaria, se acerca uno a los libros de manera derivativa, a través de recomendaciones o de amigos con los que compartes algunas cosas, o porque ves literatura en algunas materias.
Pero mi acercamiento ya profesional con la literatura fue con Gustavo (Ruiz Pascacio), en la prepa. El último año de la preparatoria fue un periodo de decisiones, porque estaba un poco desorientado, no sabía si estudiar comunicación o literatura y también estaba la antropología, que era algo que me llamaba mucho la atención.
De alguna manera es algo de lo que no me he deslindado, porque la aproximación a la literatura es un poco interdisciplinaria. Cuando uno va descubriendo horizontes o va creando un corpus teórico, crítico, para acercarse a la literatura, uno tiene que acudir a distintas disciplinas para poder leerla de una manera más rica.
¿Cómo descubriste que escribir poemas era lo tuyo?
En la prepa (risas). Había un taller de creación literaria que se abrió en el tercer año, en el 93 (1993), por el mes de octubre o noviembre. Había un programa de la Secretaría de Educación y Cultura de Chiapas, que consistía en llevar literatura a diversas instituciones de nivel básico; entonces llegó un poeta llamado Ubel Vázquez, a la Preparatoria No. 2 (de Tuxtla Gutiérrez), donde yo estudiaba, y abrió un taller de creación literaria.
El primer texto que presenté fue justamente un poema, en mi vida me había imaginado que iba a terminar escribiendo poesía porque en realidad soy un narrador frustrado (risas). Lo que hubiera querido escribir es narrativa. Pero cuando me pongo a ver mi obra en perspectiva, me doy cuenta de que lo que hago es bastante narrativo, tiene muchísimo de prosa o tiene muchas de las inflexiones de la prosa, es algo de lo que no me he podido deslindar por distintas razones.
LA POESÍA ES UN ACTO DE FE, ES UNA PROFESIÓN
¿Para ti qué significa ser poeta?
Significa muchas cosas. Significa estar en contacto directo con la lengua. Desde pequeño me han gustado mucho los idiomas, los distintos sentidos que se pueden producir a través de eso, que Octavio Paz llamaba cópula de sonidos, que es muy bonito. Octavio Paz define la poesía como una especie de erótica verbal. De la misma manera que el erotismo sexual, físico, es en realidad una cópula de cuerpos, un acoplamiento de cuerpos, así la poesía es un acoplamiento verbal, una cópula verbal, una erótica verbal, lo cual me parece bellísimo y creo que define muy bien el sentido de la poesía.
La poesía es un poco tener el privilegio de acercarme al lenguaje y a través de él poder organizar las cosas de una manera muy distinta; explorar efectos de sentido, formas y estar un poco también en contacto con mi identidad porque estoy fuera de mi país y estoy escribiendo en mi lengua. Eso para mí es como recuperar un poco ese lado perdido o que dejo estacionado en muchas ocasiones para dedicarme a otras cosas. Sí que tiene mucho sentido, para mí la poesía es un acto de fe, es una profesión.
¿Cómo nace un poema?
De la manera más inusitada que te puedas imaginar. No existe una regla o una fórmula para crear un poema. Nace de la manera más inesperada, puedes ir caminando y de pronto te viene una imagen o una frase, que después se convierte en el pie que da lugar a toda una estructura verbal, por una parte. Por otra parte, también está el oficio, la poesía como un oficio. Desconfío un poco de la inspiración, creo más en el trabajo. Pienso de hay que sentarte una hora, dos horas, a escribir todos los días; en mi caso, intento hacerlo por lo menos dos horas en la semana, sentarme a escribir, es una práctica casi profesional.
También es cierto que hay momentos en que te llega la revelación, más que inspiración, de una frase. Hay un poema que escribí, que se llama precisamente Revelaciones, donde realizo una reflexión sobre la divinidad, sobre Dios y sobre esa alegría de encontrar las cosas en el mundo, de explorar distintas emociones y sensaciones, sentir el viento, por ejemplo. Y todo surge a raíz de una simple frase, dije: ¡esto es lo que quiero utilizar para crear un poema! Y resulta que el poema en realidad se me extendió y es un poema de cuatro o cinco secciones, pero de una sola frase: “Dios ha venido a verme”, surgió todo. Confluyen las dos cosas, tanto la revelación como el trabajo. Tienes la frase, la picas, la construyes, vas articulando alrededor de esa frase y luego viene un trabajo de pulimento.
¿A qué hora escribes?
Antes era nocturno. Sigo siendo nocturno, en el fondo no he olvidado lo que me gusta estar de noche, hasta la una o dos de la mañana trabajando, que es cuando me siento mejor, siento que hay más condiciones: hay silencio, puedo estar solo frente a la computadora. Antes escribía en el papel, cuando conseguí una computadora comencé a escribir directamente en la computadora.
En los últimos años, desde que nació mi hija, he cambiado mis hábitos de escritura y los he cambiado de la noche a la mañana; dedico por lo menos un par de horas, cuando la burocracia o la administración me dejan (risas); intento dedicar las mañanas a la escritura, me dedico a escribir un par de horas o simplemente voy puliendo lo que he hecho en otros días. Actualmente, tengo un libro que precisamente estoy puliendo y tengo ya un año casi refinando, no tengo prisa, en realidad es que no hay prisa. Las noches las utilizo para leer. He invertido un poco mis horarios, mis hábitos.

¿Cuál es la constante en tu trabajo poético?
Si hablamos de temas, pienso que el mar es uno de mis temas privilegiados. Viví cerca del mar muchísimo tiempo. Estaba en Xalapa, pero de Xalapa a Veracruz es una hora y media, dos horas, de camino. En realidad lo que hacía era viajar todos los fines de semana para ver a mi hermana, entonces iba al mar y estaba en contacto con el salitre, con toda la cultura que rodea el mar en Veracruz, que es un ambiente muy caribeño, con esa confluencia de distintas culturas, es una población muy abierta al Caribe y eso me parecía asombroso. En Xalapa estuve desde el 94 (1994) hasta el 2000, estuve seis años.
En el 2000 me voy a vivir a Santa Bárbara, California, que es mar también. Salí de un ámbito marítimo pero en la costa del Golfo a irme a otro ámbito marítimo en California pero en la costa del Pacífico. Fue como ver las dos caras. Además la costa norte no es la costa sur, no es el mar de un país tropical sino el mar de un país septentrional, más al norte. Eso me permite los contrastes.
Mi poesía está profundamente marcada por esa experiencia marina. Navegaciones es toda una recuperación de los colores, de los olores, del ambiente marino, de toda la cultura que rodea al mar, el vocabulario. Esta idea de la exploración, que está muy arraigada a los puertos o a la cultura de los puertos en general, está ahí presente.
Más recientemente los ángeles; soy un agnóstico pero un agnóstico creyente porque en el fondo mi poesía está conectando constantemente con referencias religiosas, por alguna razón, no sé, creo que es algo que tendré que revisar mejor (risas).
Desde muy joven te has hecho acreedor a diversos premios a nivel estatal, nacional e internacional, ¿qué ha significado para ti en esos momentos de tu vida ganar un premio?
Esos reconocimientos no son más que la culminación de todo un proceso creativo, vamos a ponerlo de esa manera, es derivativo porque uno no escribe para ganar un premio, si hay alguien que lo haga, quien trabaja para ganarse un premio me da la impresión de que es una actitud como mercenaria de la cultura, de la literatura.
Uno no escribe para ganar un premio, pienso que eso es un derivado de la escritura y en el caso de la poesía, que es un género poco publicado o en el que las vías o los canales para publicar hay muchos pero al mismo tiempo son muy limitados, porque es un género que no vende, que no reditúa, esa es la gran paradoja de la poesía a diferencia de lo que ocurre con la narrativa, sobre todo con la novela.
En mi caso, los premios han sido la salida de los libros que he escrito, una salida natural, ha sido la manera para publicarlos, es un poco como la coronación, la culminación de todo el proceso creativo.
Uno escribe de una manera natural, a partir de un tema que surge, estructura una serie de textos, después viene el proceso de revisión, ese proceso de revisión, en mi caso, es muy prolongado porque escribo lento, soy muy lento para escribir, esa es la verdad; luego enviar los libros a alguna editorial o a través de un premio para una posible publicación.
Para Ignacio Ruiz, ¿qué papel juega la poesía en estos tiempos?
Pienso que la poesía no deja de tener, en un sentido muy amplio, esa tarea de reconectarnos con nuestro lado más humano. Y si alguna función tiene la poesía es la de revitalizar el lenguaje, conectar con el lenguaje, recrear el lenguaje y a través del lenguaje nosotros, que somos seres de palabras, somos seres verbales, decirnos.
Es decir, la función de la poesía o el sentido de la poesía es mostrarnos nuestra condición humana en todas sus manifestaciones y con ello me refiero, en el sentido más amplio, no solamente a cuestiones metafísicas, existenciales sino también a cuestiones políticas, civiles, sociales.
Pienso que esa es la función principal del lenguaje y de la poesía. Entonces ¿qué sentido tiene la poesía? La poesía tiene el sentido de revelar el lenguaje, tiene la función de, no quiero utilizar esa palabra pero vamos a decir, de servir al lenguaje, no se sirve del lenguaje, la poesía se vale del lenguaje y el lenguaje se vale de la poesía en una especie de mutuo intercambio y beneficio.
EL ENSAYISTA TAMBIÉN TIENE UNA FUNCIÓN IMPORTANTE: SERVIR A LAS IDEAS
¿Cuál consideras que es la misión del ensayista?
Reflexionar sobre distintas facetas o áreas de la vida personal o simplemente la vida pública. Pienso que el ensayista también tiene una función importante: servir a las ideas; así como el poeta sirve al lenguaje, el ensayista sirve a las ideas y también se vale del lenguaje para ello.
¿El ensayo literario también genera debate?
¡Por supuesto! La función del ensayo es abrir el debate. La esencia del ensayo es la polémica y a partir de la polémica la generación de nuevas ideas; se abre el debate y se discuten cosas, se discuten distintas facetas de la vida pública o de la vida personal. Es un género que se vale de distintas disciplinas, pienso que eso es una de las grandes riquezas del ensayo.
Un buen ensayo debe dejarse leer, debe ser agradable su lectura.
¿Un ensayo puede ser al mismo tiempo un gran poema?
Por supuesto, hay ensayos poéticos. La gran introducción de Octavio Paz del Arco y la Lira es uno de los ensayos en prosa poética más hermosos que ha dado nuestra lengua. Hablar de la poesía como una revelación poética, eso es impresionante; esa manera en la que él va describiendo la poesía como salvación, pan de todos, como luz, sol, etcétera; hace una serie de metáforas para definir un fenómeno que es en sí mismo difícil de definir. Cuando me preguntan qué es la poesía digo puede ser todo y Octavio Paz lo sintetiza verdaderamente en un par de páginas que son un modelo de cómo escribir prosa poética sin dejar de ser un ensayo.
¿Qué relación tiene la ética con el ensayo?
Tu ética como profesional, como escritor, ¿influye en la difusión de la ideas o de lo que estás escribiendo? ¡Claro!, y hablo de mi disciplina. Todo especialista en estudios literarios, todo filólogo, parte de una serie de premisas dentro del área de formación, en mi caso los estudios literarios; a partir de ese tipo de premisas uno se enfrenta al fenómeno literario. Supongo que un ensayista político también parte de una propia ética o carece de ella también, porque pienso que esto depende mucho de la perspectiva de cada persona y del respeto que le da a su área o a su trabajo.
Depende mucho de la ideología de la persona, entendiendo como ideología ese sistema de ideas que va articulando una visión del mundo en un área particular, puede ser la política, puede ser la historia. Por supuesto que hay ensayos que pueden ser muy tendenciosos, por eso decía que dentro de mi área sí hay una ética. Número uno: no plagiar, por ejemplo. Estamos hablando de citar dentro de un texto, la primera regla que tiene un ensayista en estudios literarios, y me atrevo a decir en cualquier otra disciplina, es no plagiar y a partir de ahí se va derivando una serie de códigos que están implícitos dentro de la práctica literaria, docente o del investigador.
En general, ¿cómo ves la ensayística latinoamericana?, ¿tiene futuro?
Me muevo más dentro del área de la academia, eso no me permite ver qué es lo que hay fuera (risas). Creo que un ensayo debe estar bien escrito, para que se considere como tal debe dejarse leer. Hay grandes escritores, grandes ensayistas actualmente que están escribiendo muy bien en América Latina y en nuestro país en particular. Me gusta mucho lo que hace Emiliano Monge, por ejemplo, es un tipo que escribe muy bien su ensayística; en el ámbito académico me gusta mucho el trabajo de un colega de Estados Unidos que es mexicano también, me parece un tipo brillante Ignacio, Sánchez Prado; aquí en nuestro estado (Chiapas) está Gustavo Ruiz Pascacio, que es de los escritores, como ensayista, que me parece es de las personas que ha sido más congruente con su trabajo.
TRABAJO CON ESTUDIANTES QUE EN SU MAYORÍA SON MIGRANTES
¿Qué hace un poeta y ensayista mexicano en Estados Unidos?
Voy a Estados Unidos en primer lugar a estudiar, no tenía la intención de quedarme; mi objetivo era estudiar y regresar pero por distintas razones me quedé en Estados Unidos. Entonces ¿qué es lo que hago allá? Trabajar, dedicarme a la enseñanza.
Trabajo con estudiantes que son en su mayoría migrantes y eso me encanta porque es no solamente conectar con mi herencia inmediata o con mi identidad inmediata, que es México, que es Latinoamérica y lo hago a través de lo que más me gusta, la lengua española y la cultura mexicana, sino además porque creo que he encontrado en la enseñanza, y en particular, en el ámbito en el que lo hago, una suerte de satisfacción profesional, personal y para decirlo con estas palabras que ustedes mencionaban antes, ética.
Le he encontrado un sentido a lo que hago, no se trata de enseñar literatura por enseñarla solamente a estudiantes de licenciatura, migrantes, que sería lo más sencillo: llegar, abrir el libro, explicar, cerrarlo e irme a mi casa tranquilamente y dedicarme a mi investigación o a mi creación, ¡no! Se trata de trabajar directamente con ellos, de involucrarme en distintos proyectos porque además, mis estudiantes, es gente que está conectando directamente con la lengua; con una lengua que muchas veces se ha perdido, una identidad que se ha resquebrajado también, entonces para ellos es una revelación una clase de literatura mexicana, para ellos es como volver a conectar un poco con su pasado, con su herencia, con sus padres, con su lengua, y creo que ahí he encontrado el sentido de mi práctica docente y me gusta mucho lo que hago, la verdad.
Estar afiliado al Centro de Estudios Mexicoamericanos también como que le ha dado otra dimensión a mi práctica docente, estar más involucrado en cuestiones comunitarias, ¡me gusta!, es algo que ha resignificado mi labor como estudioso de la literatura.
¿Cuál es la situación de los latinos en la Universidad donde trabajas?
Alrededor de 25 por ciento es población latina, de un total de más de 50 mil estudiantes matriculados en la Universidad de Texas, Campus Arlington, la segunda universidad más grande del sistema de la Universidad de Texas. Hace algunos años recibió una distinción que solamente algunas universidades tienen, que es la de ser una “Institución de Servicio Hispano” (HSI por sus siglas en inglés), o sea es una institución dedicada al servicio de la comunidad hispana, de los latinos. Lo cual significa que la Universidad tiene acceso a recursos de la federación para atender precisamente a ese sector poblacional, que es un sector vulnerable y más ahora con esta cuestión migratoria en la que se está golpeando a esa parte poblacional. Trabajar en una universidad de ese calibre, para mí representa una responsabilidad muy grande.
Como mexicano en el extranjero, ¿cómo ves a nuestro país?
Estar en el extranjero te permite desdoblarte porque en primer lugar parece que nunca me fui, estoy aquí todas las vacaciones, estoy aquí cada vez que hay un congreso, cada que me invitan a dar una charla; es un poco artificial también porque estoy y no estoy. Mi vida también está allá por distintas razones profesionales y familiares.
Entonces, ¿cómo veo México?, ¿cómo veo nuestro país? Lo veo un poco con la mirada del local, del mexicano que nunca se fue porque sigue viniendo, sigo involucrado con la dinámica del país en todos los sentidos, el cultural, el político, el educativo y hasta el económico por distintas razones; por otra parte me siento un poco como extranjero también y eso es a lo que me refería cuando digo que es un poco artificial mi experiencia; claro, eso me permite tener también los ojos del extranjero, por eso decía, me desdoblo literalmente, me permite ver las cosas con distintos ojos, asumiendo que nunca me he ido.
Además me dedico a México; en el fondo nunca me he ido y trabajo con gente de origen mexicano, muchísima gente de origen mexicano y me la paso hablando español todos los días, es una especie de islote muy grande, por eso les decía que es un poco artificial tanto de este lado como del otro. Estando allá me siento muy conectado, además con las redes sociales, Internet, eso lo facilita mucho. El concepto de frontera es en realidad un concepto ya bastante estanco porque la frontera nunca es fija.
SI TE ORGANIZAS PUEDES INTENTAR DEDICARLE TIEMPO A TODO

Desmesuradas se pregunta, ¿cómo encuentra el equilibrio en el tiempo el poeta, el investigador y el catedrático?
Eso es lo más complicado (risas). Efectivamente es una labor de equilibrismo porque, por una parte, está la fase administrativa en la Universidad, desde hace algunos años ingresé al servicio burocrático, además de ser profesor y pues he tenido que equilibrar esa balanza entre el servicio, la enseñanza, la creación, pero también la familia porque uno es todo eso.
Al ingresar a hacer más servicio, siempre digo el año pasado fue horrible pero el que viene parece que viene peor por trabajo. Entonces parece ser que cada año o cada vez que va pasando el tiempo me resulta más complicado dedicarme a otras cosas.
En el fondo, les voy a confesar algo, haciendo servicio, enseñando incluso, no pierdo la conexión con la creación, que también me interesa mucho; uno diría es una de las cosas que más me interesan por sobre todas las cosas, ¡no! En realidad la creación está profundamente conectada con mi enseñanza, enseño lo que creo, en el doble sentido de la palabra, tanto lo que hago como lo que profeso y lo mismo ocurre en el servicio; en realidad estoy trabajando para estudiantes de origen mexicano, de origen latino, ¿qué es lo que hago? Pues enseñar eso mismo y ¿qué es lo que estoy enseñando? Pues español.
Entonces son cosas como interconectadas. No pienso que sean cosas divorciadas necesariamente o que una cosa me impida hacer otra; que sí es verdad que mi trabajo creativo se ha resentido pero ahora hay recursos para encontrar tiempo; pienso que si te organizas y haces un buen esquema, puedes intentar dedicarle tiempo a todo; así han salido muchas cosas, muchos proyectos.
¿Existe algún conflicto de intereses entre ellos a la hora de crear, que uno absorba más el tiempo al otro?
Un poquito aparente porque me quejo mucho pero lo hago y lo disfruto. No sé qué va a pasar cuando me vaya de la administración, es un puesto muy pequeño el que tengo pero me gusta.
Cuando eliges tus lecturas, ¿separas lo didáctico o formativo del placer?
Si hablamos del ámbito profesional, de la práctica académica, de mi trabajo ensayístico o de mi investigación hay cosas que disfruto mucho, indudablemente. Disfruto muchísimo el proceso de la investigación, el proceso de lectura, sumergirme en un archivo o sumergirme en una biblioteca o ir a visitar gente y entrevistarla para poder hacer el trabajo que estoy escribiendo en ese momento, todo eso lo disfruto muchísimo, todo el proceso me encanta.
Soy una persona completamente convencida de mi vocación, desde que era muy pequeño lo tuve bien clarito y vivo de esto. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Hago lo que me gusta, entonces lo disfruto. Es verdad que hay cosas y sobre todo en la academia donde precisamente te exigen que los trabajos tengan rigor crítico, rigor formal, teórico.
¿Te lees?, es decir, ¿lees tus trabajos una vez publicados?
Me da mucha pena porque digo ¡Dios en qué estaba yo pensando cuando hice esto! (Risas). A veces me da por hacer calas pero no, mejor dejo de torturarme con esto. Soy una persona que desafortunadamente me releo mucho, releo muchísimo lo que estoy escribiendo en el momento, soy bastante obsesivo con eso y bastante inseguro. Ahora, lo que he escrito mucho antes y ya ha salido de mis manos puedo releerlo pero no tiendo a modificarlo, a menos que lo vaya a republicar, cuando republico releo muchísimo y para mí releer significa reescribir en estricto sentido, de otra manera no.
LAS TECNOLOGÍAS HAN VENIDO A FACILITARNOS MUCHÍSIMO LA EXISTENCIA
¿Cómo han influido las nuevas tecnologías en tu oficio?
Como investigador pienso que las nuevas tecnologías son maravillosas. Tener un ensayo, un libro, un repositorio en línea que puedes consultar y descargar o simplemente ir a una base de datos y pedir un libro que está en tal universidad que está lejísimo, con el maravilloso préstamo interbibliotecario norteamericano, eso es invaluable y creo que las tecnologías han venido a facilitarnos muchísimo la existencia. Encontrar por ejemplo, una serie de libros o de documentos digitalizados y accesibles me parece maravilloso, por supuesto soy fan número uno de las tecnologías, no soy apocalíptico en ese sentido, para nada.
Como creador también creo que son positivas. Soy un poquito escéptico de las redes sociales, desconfío mucho de ellas aunque me gustan porque son muy útiles. No tengo twitter; mi facebook lo reviso poco y posteo poco.
¿Cómo ha impactado eso en mi creación? Sí que ha impactado, precisamente el libro que estoy puliendo ahora gira un poco sobre eso, no sobre las nuevas tecnologías en cierta forma pero sí hay un coqueteo con esas nuevas perspectivas que abre la tecnología y que abre también la fotografía que igual es una de las manifestaciones de la tecnología y las artes. Pienso que son cosas que han venido a cambiar nuestros paradigmas, nuestra manera de concebir la literatura, la cultura y la vida en general.
A propósito de la tecnología, se dice que ahora los públicos son efímeros, que leen lo mínimo porque se vive a contratiempo. ¿Crees que a pesar de ello, el trabajo del ensayista seguirá existiendo?
Sí. Es un poco iluso pensar que las nuevas tecnologías van a venir a destruir nuestra relación con los libros. Los libros están ahí, nosotros tenemos que adaptarnos a las tecnologías; si antes tenías un libro en físico ahora lo tienes en versión digital, es básicamente lo mismo, lo único es que hay gente que prefiere un libro físico, tocarlo, la textura del libro, el olor, el placer de ir a una librería o de ir a una biblioteca, sacarlo, hojearlo, enamorarte de las palabras, de la portada, de todo lo que implica la construcción de ese artefacto maravilloso que es un libro, pienso que es algo invaluable. Yo soy de los viejitos, a mí sí me gusta tener los libros en físico todavía, a pesar de que leo muchísimas cosas en línea.
¿Y los poetas, seguirán existiendo?
Mientras exista la humanidad seguirá existiendo la poesía. La poesía es una de las manifestaciones más connaturales al ser humano. Volvemos a Octavio Paz, cuando él hablaba de poesía decía que podía haber poesía en la fotografía, podía haber poesía en una estatua, podía haber poesía por supuesto en un poema, es decir, la poesía como tal es algo que es natural a nosotros, a nuestra dimensión humana.
El también poeta y ensayista, Eduardo Lizalde (1929), quien el 14 de julio pasado cumplió 90 años, dijo en una entrevista que le hicieron recientemente, que “toda la literatura universal es de decepcionados y escépticos”, ¿qué opinas?
Eduardo Lizalde me encanta, es uno de los poetas mexicanos, posiblemente el más importante de los poetas mexicanos vivos. Uno de mis libros de ensayo, es precisamente sobre Lizalde. Es un poeta al que admiro muchísimo, es uno de nuestros grandes. Y creo que tiene razón, aunque habría que ver en qué sentido lo decía, cuál es el contexto de la frase pero sí es verdad y creo que con Fernando Pessoa y quizá por ahí iba Eduardo Lizalde, que la base o el fermento de la literatura en general es la duda, es la ambigüedad, es la falta de seguridad, es decir la inseguridad; no por nada uno de los libros más espectaculares que he leído de Fernando Pessoa precisamente se llama así, Libro del desasosiego. Es un libro que surge a partir precisamente de esa condición que es del desasosiego, la de la duda.
No sé si es eso lo que ha querido decir (Eduardo) Lizalde pero desde luego, si vemos la historia de la literatura universal, nos daremos cuenta de que efectivamente está llena de escritores con desasosiego o desasosegados, llenos de dudas más que de afirmaciones.
EL LIBRO DE LA CENIZA Y ANTOLOGÍA DEL ENSAYO MODERNO EN CHIAPAS

¿Cuál es tu último libro?
De poesía, mi último libro se llama El libro de la ceniza y es del 2016, es un libro que se publicó en España, precisamente como parte de un reconocimiento que me dieron allá, el (XIV Premio Internacional de Poesía) León Felipe. Y es un libro un poco anacrónico porque hace una recreación del ambiente, de la tradición literaria, en cierta manera del contexto de los usos amorosos también, cortesanos, de la literatura, de la cultura medieval, que es una de las improntas que tengo; una de mis primeras grandes lecturas de la adolescencia, luego en la universidad fueron precisamente de la literatura medieval, entonces es un homenaje, una serie de homenajes a esa etapa de mi formación.
Es un libro profundamente marcado por esos códigos pero al mismo tiempo es un libro muy violento porque es un libro que habla sobre la metáfora del fuego en su doble dimensión, por una parte la amorosa, la erótica, la sexual, hay muchos poemas amorosos y eróticos en ese libro; por otra parte, también hay una sección en la que el libro explora los códigos de la violencia, de la guerra y por eso el libro se llama así, El libro de la ceniza.
Mi último libro de ensayos es la Antología del ensayo moderno en Chiapas, es un libro que acaba de salir en diciembre del 2018, tiene unos meses en circulación y es un libro que reúne una serie de textos que se podrían considerar fundacionales dentro del género en nuestro estado, en el que el lugar común dice que hay muchos poetas, hay algunos narradores pero que no hay ensayistas. ¿Qué significa esto? Que no hay una circulación de la ideas y parte del objetivo de este libro es demostrar exactamente lo contrario, es demostrar que en el estado (de Chiapas) los escritores, los intelectuales, los investigadores, los académicos han reflexionado de una manera constante en los últimos 200 años, desde fines del 1700 prácticamente hasta la fecha y lo han hecho de una manera apasionada, polémica en muchas ocasiones, es un libro que empieza con Fray Matías de Córdoba con un texto, que hoy diríamos bastante polémico por todo lo que intenta demostrar en ese ensayo y termina con una ensayista chiapaneca que es Viridiana Chanona, muy buena también, que habla sobre un tema completamente opuesto que es Octavio Paz.
El ensayo de Matías de Córdoba es sobre los usos y costumbres de los indígenas, es un ensayo un poco avanzado para la época en el sentido de lo que él está argumentando sobre que hay un beneficio en que los indígenas vistan y calcen a la española y el ensayo de Viridiana Chanona es sobre Piedra de Sol, el amor, el erotismo o la visión de la mujer en Piedra de Sol.
Son como dos conceptos diametralmente opuestos pero bueno qué nos demuestra esto, nos demuestra que los ensayistas o la gente interesada en crear debate de ideas, intercambio de ideas lo ha hecho a partir de distintas disciplinas, a partir de distintos temas, que en realidad no hay un solo tema nodal pero algo sí he encontrado como constante, que es una tradición digamos, una especie de repertorio de temas en la que se pueden ubicar los distintos ensayistas.
¿Algún proyecto en puerta?
Me acaba de salir una propuesta para hacer una antología de la poesía de José Carlos Becerra con un ensayito introductorio, esto iría para la Secretaría de Cultura de Tabasco y en teoría tendría que estar listo para septiembre, a eso me voy a dedicar. También pienso que ese es el pretexto para comenzar a reunir algunos ensayos que tengo sobre José Carlos Becerra que además fue el escritor sobre el que realicé la tesis. Es un poeta que me ha dado muchísimas satisfacciones, además lo admiro muchísimo, ha sido básico en mi formación.
¿Qué es lo que más extrañas de Tuxtla Gutiérrez?
La gente, la familia por supuesto. La gente acá es súper cálida.
¿Cuántos años llevas fuera de Chiapas?
¡Toda mi vida! Me fui en 1994, justo después del levantamiento zapatista. Me voy a estudiar a Veracruz en el 94 y no he regresado a radicar, entonces ya tengo muchísimo tiempo.
¿Piensas regresar?
Me encantaría, por supuesto, cuando pienso en un lugar de retiro pienso en Chiapas.

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PERFIL
Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Fecha de nacimiento: 24 de agosto de 1976.
Edad: 43 años.
Número de hermanos: Uno.
Estado civil: Casado.
Número de hijos: Dos.
Pasatiempos: Leer, escribir, viajar.
Música: Rock. Me gusta mucho el rock mexicano y un tiempo escuché mucho lo que llaman el indie, rock independiente, el indie rock.
Película: Casablanca.
Libro de cabecera: «El otoño recorre las islas» de José Carlos Becerra.
Escritor: José Carlos Becerra, Juan Rulfo.
Poeta: José Carlos Becerra.
Ensayista: Octavio Paz.
Comida predilecta: Me encanta la bolita de chipilín.
Paisaje favorito: Selva, montaña.
Ritual: Como soy una persona súper maniática, acomodar todo en su lugar, eso creo que es mi ritual favorito, poner todos mis libros en posición, soy súper maniático, no me conocen (risas).
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EN CORTO
Poesía: Palabra
Mar: Amor
Palabras: Verbo
Investigar: Diversión
Caminar: Exploración
Contemplación: Asombro
Archivo: Memoria
Cátedra: Enseñanza
Libertad: Creación
Hermenéutica: Análisis
Viaje: Placer
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Cada uno tiene sus grandes dones: Venancio Damas, quiropráctico
Yajalón que significa en tseltal Tierra verde, es un municipio de Chiapas asentado en las montañas del Norte de la región Selva; como la mayoría de los lugares en nuestro estado, tiene una riqueza natural y cultural, donde hombres y mujeres día a día construyen su historia de vida, a través de su trabajo, de su oficio.

“La grandeza de las actividades se mide por la responsabilidad
y la pasión que cada uno pone en lo que le toca hacer”
Carlos Montemayor
Por: Gabriela Guadalupe Barrios García
Desmesuradas ha conversado con el señor Venancio, originario de Yajalón, quien es una de esas personas que a lo largo de su vida se ha dedicado con esmero a la agricultura, la peluquería y los más significativo para él: la quiroprática y que con orgullo dice: “Siempre he tenido trabajos mixtos, originalmente me inicié como cafeticultor o agricultor, le ayudaba a mi papá a levantar la cosecha de café, comencé a trabajar con él desde muy chico, de 10 años. Nos criamos con todo lo relacionado al monte, al ranchito, también sembramos maíz. Hasta la fecha sigo con ese plan de trabajo. Tengo un terrenito”.
Con voz pausada y serena nos cuenta que también fue juez municipal “juez de paz” le llamábamos en aquel tiempo y tuve el propósito de servirle a Yajalón como autoridad, que es muy importante porque a veces cometemos delitos sin saber qué es un delito y hasta dónde puede uno llegar, afortunadamente me documenté con lo que es la ley. Nunca apliqué la ley rigurosamente, ya que antes de eso fui militante de la religión católica, formaba grupos de catecismo con niños, jóvenes y adultos, hablábamos de formación de la sociedad, cómo ir por la vida, con base a los principios que para mí son básicos”.
Su charla nos lleva a recorrer ese camino de aprendizaje desde su juventud: “Tenía deseos de aprender un oficio, aparte de lo que ya sabía entonces, empecé a buscarle y me metí de albañil, fui peón, tengo nociones de albañilería, me metí un poquito en fontanería, no me gustaron; después entré a trabajar en la relojería, me quedé sólo en principios porque desafortunadamente desde entonces ya me molestaba la vista, por lo que seguí buscando y me encaminé hacia lo más rápido por lo que entré a la peluquería, en eso trabajé como 12 años; actualmente tengo mi trampita (risas) sigo cortándole el cabello a algunas personas que me buscan.
Esos trabajos los sigo ejerciendo, afortunadamente, mi papá José Damas Trujillo y mi abuelito Norberto Damas Gutiérrez tuvieron el gran regalo de Dios de tener ese conocimiento de curar los huesos. Actualmente, me dedico más a las curadas de huesos, porque me buscan para para eso en mi domicilio.
¿Desde cuándo inició en ese oficio?
Me inicié en ese trabajo de huesos más o menos como a los 12 años, en ese tiempo no puedo presumir que todo sabía, sino que mi papá componía huesos, pero dejó de atender a un muchacho, no estaba en condiciones de poder atenderlo pero el muchacho llegaba y llegaba a buscarlo; entonces mi mamá me dijo: Atiéndelo. Respondí; ¿qué voy a hacer? ¿cómo? Me decidí a hacerlo, veía cómo hacía su trabajo mi papá, empecé a foguearle las partes afectadas, foguear le llamamos a hervir agua con hierba que se llama chakil o árnica porque en cada golpe se presentan moretones o derrames internos porque los vasitos se rompen y produce ese derrame. Entonces al estar tocándole esas partes del cuerpo que estaban afectadas, como que se me despejó el don que Dios ya me había dado, empecé a tallar al muchacho, a componerle. No faltó quien me mirara atendiendo y por ahí se accidentó otra persona, ya no llamaban a mi papá, me llamaban a mí. Para mí es un regalo de Dios esto de saber curar los huesos porque uno no lo estudia, lo tenemos por un Don especial que Dios nos da. No me tienen que presentar radiografías, no lo requiero, a veces les pido para que cotejemos porque hay pacientes que tienen duda de lo que uno les dice que si está fracturado y tiene una luxación.
¿Cómo es el proceso?
Nosotros tenemos sensibilidad en las manos. Hay personas que llegan a la casa y preguntan ¿qué tengo? Mientras no los toque no sé decirles. Pueden tener luxación, fractura, esguince. Se descubre qué tiene esa persona al tocarla con la sensibilidad, como el pianista que al tocar las teclas ya sabe qué sonido le lleva. Al tocar a la persona uno se concentra, en ese momento no nos deben hablar ni tocar donde estamos sentados porque nos perturban, nos ponemos en blanco mientras estamos auscultando, pasando los dedos en la parte afectada porque en ese caso los accidentes no todos son iguales, la fractura se divide en tres. Hay fracturas expuestas, las que rompen la piel, las hay internas que quedan por dentro de la piel, sólo se ven las puntas de huesos que al tocar se detectan dónde están quebrados y también la fisura, donde el hueso está “ventiado”, en esas situaciones son tratamientos diferentes.
Entonces, ¿aprendió de su papá?
No. Es un don que no podemos aprender ni enseñar porque son dones naturales que tenemos.
¿Y qué dijo su papá o ya se lo esperaba?
A él le dio gusto cuando vio que estaba apoyando a la gente porque es un servicio muy especial, da gusto dar salud a las personas. Por ejemplo, hay padres de familia que tienen una ruptura de hueso ¿qué hace? En lo económico, si se desplaza con un médico puede ser cirugía o sólo colocar el yeso, entonces son servicios que muchas veces no lo puede pagar. En esa situación, no le veo primero la bolsa: ¿cuánto me va a pagar? No. Mi deseo es salvarlo, mi deseo es que esté bien, que sane. Porque nos conocemos en la zona y sé que esa persona lo necesita, así que le compongo su fractura, luxación o zafadura.
¿Cuál es la lesión que con más frecuencia trata usted? ¿Con qué dolencias llegan más sus pacientes?
Llegan con luxaciones, con doblón de tobillo y las fisuras. La luxación también tiene dos etapas. En la luxación el hueso sale de su lugar natural; cuando hay zafadura brinca el hueso uno sobre el otro, entonces para mí no es tan fácil porque ahí se hace esfuerzo. En la fractura no se hace esfuerzo es solamente moviendo los músculos con la sensibilidad de los dedos va uno detectando y acomodando los huesos. Ya que están acomodados los huesos utilizo el cartón, originalmente usaba la tablita pero recientemente utilizo el cartón. Le hago molduras como esté; si es el pie le busco la forma, las molduras y le adapto y sobre el cartón utilizo el vendaje, ya la venda es como la requiera, hay de varias medidas.
Hay temporadas que hay muchos accidentados de fractura, zafaduras, como también la descompostura de pelvis, en la espina dorsal, hay personas que se resbalan en la calle y se dislocan lo que es la pelvis pero como sé que tenemos en el centro la espina dorsal que se prensa, ahí se reubican los nervios centrales que pasan en la cadera por lo que la persona empieza a sufrir dolor de piernas, entonces siempre va acompañada de la luxación.

Actualmente ¿Usa alguna hierba o material que le ayude al tratamiento?
Dejé de usar la hierba, inicialmente lo empecé a usar pero -como le platiqué- trabajo mixto y se requiere que uno de momento vaya a lavarse y a veces agarraba agua fría entonces noté que eso me estaba afectando. Lo receto que lo hagan, siempre les recomiendo la misma hierba, también hay una hierba que le llamamos hierba de campana, las hojitas se le colocan para que desinflame, eso sí les he colocado, pero el árnica ya no les aplico.
Entonces también recomienda hierbas en sus tratamientos. ¿Eso cómo lo aprendió?
Eso si ya se puede aprender de otros, como lo que utilizaba mi papá eso lo sigo utilizando porque en nuestra zona se dan hierbas para todo, entonces se va aprendiendo lo que es bueno para cada caso. Pero más recomiendo el uso de la hoja de campana así como también la hoja de repollo porque los poros extraen las sustancias malas en el cuerpo.
¿Tiene algún ritual antes de hacer una curación?
Antes de iniciar, sin que el paciente se dé cuenta me encomiendo a Dios, con una señal de una cruz, porque entiendo que hay personas de diversas religiones, eso nunca les pregunto. Actúo de esa manera porque sé que en el nombre de Dios y de la Virgen Santísima hago esos trabajos, que ellos me bendigan, que bendigan mis manos para que esa persona yo le pueda dar salud, haciendo eso ya toco mis manos en la parte afectada de la persona y empiezo a trabajarle. Como ya lo dije en ese momento quedo en silencio que no me toquen para que yo pueda hacer mi trabajo con éxito.
¿Cómo es un día de trabajo para usted?
Me levanto a las 5:30 o 6 de la mañana, ya nos quedamos mi esposa y yo; tengo una nieta que se va a la escuela y mi hija al trabajo, entonces barro la casa, sé trapear, tenemos unos animalitos, me gusta darles su alimento; tenemos un solar adicional y me gusta limpiarlo, podar los árboles, que estén bonitos, hablo con ellos porque sé que son seres de vida y para mí es una terapia, me olvido de mis cansancios, de todo. Incluso si mi esposa requiere más en que puedo apoyar, respeto su criterio, sé lavar platos y claro, respeto cuando me dice que no toque sus trastes, entonces ya le dejo su trabajo (risas).
Me siento un rato a ver el noticiero y si en eso llega un paciente lo atiendo porque eso no se puede programar, son eventuales; en el día a veces pueden ser de dos a cuatro personas. Lo que sí es que soy estricto, programo mis pacientes; las primeras veces no porque son accidentes y los atiendo a la hora que lleguen, de ahí en adelante ya los programo. Le doy prioridad a la gente que viaja, no sólo atiendo a la gente de Yajalón sino que llegan de las comunidades, de poblados vecinos como Chilón, Tumbalá, de Sabanilla, por eso evito quitarles tiempo a ellos porque tienen que regresar.
En promedio, ¿cuánto tiempo le lleva atender una persona?
Depende qué tenga, pero normalmente dos horas me llevo para atender bien a la persona, nada de prisa. Hay pacientes que me lleva hasta tres horas atenderlos, para mí es muy cansado. Una curada equivale a un día de trabajo porque queda uno cansado.
¿Cómo ofrece sus servicios? ¿Cómo sabe la gente? ¿Por recomendación? ¿Se anuncia usted?
Por recomendación. Nunca me ha gustado anunciarme. Me han dicho que coloque un letrero, pero me niego. La gente ya sabe, me llegan a buscar y se comunican. En las comunidades ya les doy mi nombre, cuando hay teléfono en su lugar (donde habitan) les doy un papelito donde está mi nombre, mi dirección y mi número de teléfono. Esas personas que ya vinieron una vez se encargan de mandar a sus compañeros, entonces ya los mandan acá o si pueden llamarme por teléfono me hablan antes a qué hora van a llegar y ya los espero.
¿Cómo lo conocen en Yajalón y en las comunidades?
Hay personas que dicen sobandero, otras huesero, pero no les critico, les respeto como me traten. Correctamente es quiropráctico, pero no les contradigo como me traten, no me ofenden, la mayoría me dice sobandero pero no lo soy. Quiropráctico es la palabra correcta. Sobandero es el que se encarga de atender lo que es talladas; hay enfermedades naturales como los empachos, entonces ese su trabajo. Yo no curo de empacho, no sé quitarles el empacho (risas). A lo mejor en el momento en que lo estoy tallando algo les ayuda (risas). Por ejemplo, si hay una persona que está luxado no me voy solamente donde está afectado, le busco qué partes tiene mal su cuerpo, ya sé qué partes se dañó con la caída entonces les empiezo a tallar el cuello, los hombros, los brazos; si la zafadura está en la pierna, en el codo o los hombros, la luxación a veces del brazo al irse a la cabeza del hueso pues lógico que los nervios jalan. Una cosa muy curiosa, si se luxan del brazo izquierdo se daña el brazo derecho, por el conocimiento muscular les tallo las dos partes, ahí creo que se aplica la palabra sobandero.
¿Ha estudiado por su cuenta o ha leído documentos que le ayuden a conocer más sobre el funcionamiento de los huesos?
Que lo requiera para eso no, pero me ha interesado para saber más de cómo está el sistema óseo, el sistema muscular, entonces me ayudan para saber cómo están enlazados los nervios, por lo que trato de esculcar a la persona, ahí voy buscando porque le estoy componiendo la pelvis, la parte del tórax porque los nervios son como hilos que se van del tobillo hasta la cabeza entonces al mover ciertas partes mejora la persona.
Con toda la experiencia que usted tiene, ¿qué piensa qué es lo que más ha aprendido?, ¿qué es lo que le ha enseñado el trato con la gente?
El trato de la gente es muy difícil, he procurado conocer algo de psicología, saber con quién está uno hablando, saber qué palabra decirle, cómo entenderle y saber contestar, los escucho y he aprendido interpretar sus miradas porque así se escucha también, con los ademanes; hay personas muy discretas que solo nos quedan mirando pero también así hablan, he tenido la capacidad de entenderles en sus miradas qué me quieren decir, he procurado atenderlos neutrales porque un adiós con gusto, con respeto agrada. Nunca me he creído por este don, todo lo que he aprendido es con el afán de servirles, de atenderlos bien; hay gente que valora lo que uno está haciendo y ya contribuyen a uno pero nunca les he dicho cuánto traes en la bolsa, nunca les he preguntado y seguir atendiendo a las personas con respeto, de acuerdo a su edad, hay que tener esos cuidados para no caer en los errores.
¿A sus pacientes a partir de qué edad los recibe?
He atendido a bebés que por nacimiento vienen deformaditos, entonces llegan los papás a la casa y han pedido que los cure; es más fácil componerles su tobillito que viene golpeadito por naturaleza, del empeine o sus deditos que vienen mal. Es una etapa en que sus huesitos están tiernos, están gelatinosos, entonces con facilidad se corrigen, con mucho cuidado los he tratado. También por descuido de sus papás que los han jalado de sus manitas y se les han zafado los gonces, los he curado en esa etapa de bebés. Así que he curado de todas las edades, hombres y mujeres.

¿De qué edad es la mayoría de sus pacientes?
La mayoría son jóvenes, por los deportes y también muchos accidentados.
¿Alguno de sus hijos o nietos trae este don?
Tengo dos hijos que sí tienen nociones de cómo curar, nada más que les da miedo cómo tratarlos, cómo jalarlos, cómo apretarlos. Yo, al contrario, si la persona grita más la aprieto y no pretendo hacerle un daño, es porque quiero sanarlos en minutos, quitar la causa de su dolor. Por ejemplo, la parte que duele más en los accidentados son las zafaduras. Hay dos cosas muy diferentes, la fractura, que no duele mucho, nada más incapacita; si se fractura un brazo, no lo puede mover y la curación no es rápida. La zafadura sí es muy dolorosa en cualquier parte del cuerpo porque el hueso se cruza y los nervios se contraen, entonces uno tiene que luchar con los nervios, superarle la fuerza; afortunadamente Dios me dio un poquito de fuerza, hasta ahorita los he podido curar. A veces la persona se desmaya por el dolor pero yo digo, mejor que se desmaye porque así es más suave curarlo, como anestesiado (risas).
¿Cuál es el caso más difícil que ha atendido?
Fracturas de fémur. Por el músculo, que no se alcanza a tocar con las manos, es un cuadro muy difícil; también de la cadera, del (hueso) ilíaco, las fracturas ahí, por la forma, que no se pueden sujetar, no se pueden vendar, son una parte muy difícil para mí.
¿Qué nos recomienda para cuidar nuestros huesos?
Ciertas terapias, como una: si la persona físicamente está débil no debe hacer saltos, brincos, es mejor aunque haga más tiempo, rodear como dice el dicho y no rodar. A parte, si la persona sufre dolores periódicos en los gonces, es bueno su estudio esquelético, porque a veces hay personas que ya traen problemas de osteoporosis, de artritis; son situaciones en que las personas no tienen edades para padecer esos males, entonces es aconsejable que cuiden sus alimentos, sus movimientos, sus posturas. También hay muchos que desde niños nos acostumbramos a inclinarnos tanto para escribir que nos afecta la espina dorsal y se forma lo que llamamos joroba, por eso, como padre de familia aconsejo a todos, que cuando vean a estos niños mal sentados no tengan pena de pasar y con una mano atrás y una en el pecho, los corrijan y siempre explicarles que se están formando mal. Los padres de familia deben vigilar a los hijos, hasta a uno de adulto, que sí está mal parado, uno mismo darse cuenta que está mal. Les aconsejo que se coloquen a la pared y se aprieten a la pared para que la espina dorsal se enderece. También aconsejo que sus colchones estén en buen estado porque a veces usamos unos muy averiados o con los resortes mal o si son de esponja se hacen bolas por dentro y no los cambiamos seguido, a veces por lo económico, pero también eso deforma nuestros cuerpos.
¿A usted quién lo soba?
Ahí está la pregunta (risas). Ese es el colmo para mí. ¿Quién me cura? Me he hecho algunos trabajos donde he podido hacerlo, ya que no soy una persona que ponga escalera para brincar, soy un poco descuidado (risas), me gusta subirme a arbolitos y no me cuido, entonces he tenido mis luxaciones, ya se me ha fisurado una parte del tobillo, también tuve un accidente, entonces se me fracturó una parte del omoplato; por lo que busqué otro compañero que me atendiera y se empezó a reír y me dijo: ahora vas a pagar. Le contesté: bueno, está bien, me dejo en sus manos, ya sabía qué cosa era pero esa persona no aceptó lo que le dije, que tenía fractura en tal parte, pero como me iba atender él, me dijo que estaba bien. Entonces me hice el tratamiento solo y afortunadamente me pude componer. Pero en otras partes, que se me dañara una parte más difícil de alcanzar ya tengo que recurrir a otro.
Alguna anécdota que desee compartirnos:
Primero que nada felicitarlas porque por medio de su trabajo le enseñan a una sociedad y esta plática que tuvimos es básica para la vida práctica, para todo, cuando tengan dolorcitos musculares no se den a tallar con cualquier gente, procuren que tenga un poquito de prestigio, que tenga algo de conocimiento, no quiero decirle que no vayan con el médico, ya que también tiene sus conocimientos pero hay especialistas. He tenido pláticas con algunos médicos que he curado, entonces me platican que como médicos también tienen que ver a su médico, cómo van a permitir ellos que los va a ver una persona que no tiene estudio.
Entonces son anécdotas bonitas para la sociedad y difundirlos por la salud es muy bonito, es hermoso, casi no se ha escuchado que una persona se interese por el otro, casi no hay; por eso mismo las felicito que así como me están haciendo esta entrevista a mí se lo están haciendo a otros, cada uno tiene sus grandes dones, desempeñando un trabajo con hermosura, con lealtad, con dones del servir, de trabajar honestamente, es una maravilla.

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PERFIL
Nombre completo: José Venancio Damas Maldonado
Edad: 75 años
Lugar de nacimiento: Yajalón, Chiapas
Fecha de nacimiento: 30 de diciembre de 1942
Número de hermanos: 7
Número de hijos: 6
Estado civil: Casado por las dos leyes
Pasatiempos: Me gusta pintar, escribir, hacer versos y acrósticos de los nombres, me gusta dibujar, me he interesado en no olvidar las matemáticas, me pongo a repasar mis tablas para estar actualizado, practicar la letra y lo que nos enseñaron en primaria, hacer ruedita, ruedita y he visto que es un control del sistema nervioso porque cuando uno está nervioso, eso ayuda mucho, es un pasatiempo muy hermoso estar pintando, rayando y rayando eso disipa la mente, favorece muchísimo.
Música: La marimba, como también algunas canciones, adolezco de un defecto, que me gusta cantar aunque sea por los labios, no se me graba toda la letra pero me gustan los tonos de música, y el baile es mi aliciente, bailo solo con la escoba (risas)
Comida favorita: En la casa me gusta la verdura, los frijolitos que queden sabrosos, el picante natural, nunca me ha gustado enchilarme, me gusta darle sabor a la comida. Bebidas el pozolito, en nuestra zona gustamos del pozol, me gusta el blanco simple, allá le decimos matz en dialecto. Al el frijol se le dice bul en dialecto chol, en tseltal chenec.
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EN CORTO
Hueso: Elemento del sostén del cuerpo
Zafadura: En términos sociales una desubicación personal
Cuerpo: Estructura de sostén de algo
Amanecer: Esplendor, un regalo de la naturaleza
Don: De querer darle un respeto a un ser
Manos: Elementos de ejercer un algo
Quiropráctico: Una ciencia oculta para mí natural que tengo
Sanar: Elemento de salud
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*Entrevista publicada en El Diario de Chiapas. 31 de julio y 01 de agosto 2019. En dos partes.
Los picapiedras, peluquería

Estoy en la puerta de la peluquería Los Picapiedras. Toco la puerta y nadie responde. La tristeza me invade. Después de más de 40 años la peluquería ha cerrado sus puertas. Doña Elvia cambió de ciudad. Se fue a vivir muy lejos.
Regreso mis pasos que me llevan a los recuerdos de mi niñez y de las veces que acompañé a mis sobrinos a quitarse la melena. Su amena charla y su atención esmerada se han marchado.
Heme aquí recordando esos momentos, hace nueve años, en que doña Elvia me abrió no sólo las puertas de su peluquería sino que también las puertas de su corazón para regalarme una de las entrevistas más entrañables que guardo en la memoria.
Gracias doña Elvia por todos los gratos momentos. La extrañaremos.
Iluminar la vida, iluminar la muerte
Los altares u ofrendas, son parte fundamental de la celebración del Día de Muertos, fecha en que nuestros seres queridos, ya difuntos, regresan a visitarnos y compartir algunos placeres mundanos. Desde la víspera, en la mayoría de los hogares mexicanos, se preparan los altares engalanados con flor de cempasúchil, calaveritas de dulce, frutos, pan, guisos, copal y veladoras, una por cada alma.

Las velas y veladoras representan el fuego, el calor, la luz. “Se tiene la creencia de que la luz de una vela ilumina el camino del alma hacia el cielo. Por eso existe la tradición de poner velas, para iluminar el camino”, nos dice Arturo Solís Megchún, heredero de una rica tradición en la elaboración y venta de velas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Leticia Bárcenas González / Gabriela G. Barrios García
El significado de las velas en los altares “es resultado de una mezcla de culturas. El fuego en sí, ha sido motivo, desde el inicio de la civilización, de adoración y de temor. Recordemos que era destructivo, así como protección ante depredadores y ante la oscuridad. En las culturas prehispánicas el fuego era un dios. Hay un dios del fuego azteca (Huehuetéotl), un dios del fuego maya (Kauil) pero también hay un dios del fuego griego (Hefesto). El fuego siempre ha tenido un lugar importante en las civilizaciones y el reto de las primeras culturas fue su control, el cual se logró a través de antorchas y de lámparas.
“Cuando se le da ya un uso cotidiano al fuego, en Europa se utilizaba aceite de ballena y cuando inicia la Revolución Industrial se utiliza el petróleo o sus derivados como el keroseno o la gasolina. Y aparecen las velas de parafina. En México, con la mezcla de las culturas prehispánicas y la española, se originan los altares, la divinidad de las imágenes y la integración de los ritos prehispánicos que utilizaban el fuego. Actualmente, hay una gran diversidad de altares, en el sureste somos más mayas y en el centro del país más aztecas, son distintas las frutas que se utilizan, las comidas que se ponen pero el factor común son las velas, la luz”, explica con emoción.

¿En qué época venden más velas?
En esta época es cuando tenemos la mayor demanda de nuestros productos, iniciamos con la celebración de San Judas Tadeo, luego Todos Santos, después el día de la Virgen de Guadalupe. Es cuando vendemos más producto tradicional. Con las veladoras de ornato, cambian las fechas: diciembre, el 14 de febrero, la víspera del 10 de mayo.
¿Cuál es la vela que más vende en esta época de muertos?
Definitivamente el vaso limonero y el vaso cruz; son los productos más solicitados. Aparte de lo accesible, son los más prácticos. Como nuestro material es 100 por ciento parafina, al terminar la vida útil de la vela, lo que hacemos es limpiar el vaso y usarlo. Se llama limonero justamente porque es para tomar limonada (risas). Se aprovecha el cristal, es de lo más tradicional. Y el vasito cruz, si quiere uno portarse mal, es el clásico vaso mezcalero. También muchas personas lo aprovechan (risas).

Inmersas en una mezcla de olores que evocan notas de vainilla, sándalo, chocolate y canela, Desmesuradas conversa con Arturo Solís hijo, sobre los orígenes del negocio que fundaron en 1981 sus padres, Rosa María Megchún Alonso y Arturo Solís Díaz, quienes aprendieron la técnica de empresas foráneas que vendían la materia prima y se convirtieron en sus proveedores.
¿Cómo iniciaron en este negocio?
Este negocio tiene dos etapas: en el año 1981, mi papá, junto con mi mamá, inician un pequeño taller familiar para la elaboración únicamente de velas y veladoras tradicionales, como llamamos a las velas conocidas como limoneros, que es un vaso de cristal con la parafina. Con el pasar de los años se consolidan como fabricantes, como productores.
En el año 2001, se decidió iniciar con este proyecto, que era prácticamente abrir un punto de venta de los productos que se elaboraban en el taller familiar. Aquí donde estamos es gracias a mi abuela, ella nos dijo pues póngalo acá, este espacio es parte de su casa. El 13 de abril iniciamos operaciones.
La misma clientela empezó a solicitar, además de las velas y veladoras tradicionales, las velas de ornato, como las velas flotantes, las velas con esencias, con determinados aromas y colores. Aquí llega un cliente y dice: oye, quiero una vela que tenga más o menos esta forma, este tamaño, que sea color verde con aroma a canela, se le elabora; ya sea para eventos sociales o simplemente para decorar la oficina o el hogar. Hemos ido innovando, metiendo nuevos productos, tenemos nuevos proyectos que estamos encaminando para que Para velas ofrezca a nuestros clientes, siempre una nueva propuesta para iluminar sus espacios.

¿Ha aprendido el oficio?, ¿le han enseñado desde niño?
Sí. El proceso de elaboración de toda vela y toda veladora es muy básico, es derretir la parafina, verter la esencia y el colorante, colocar el pabilo y dejar solidificar. Ya en los nuevos tipos de velas o según el tipo de vela que se va a elaborar, sí se necesita que la parafina, que es el producto básico con que se elaboran, tenga ciertas características: de dureza o elasticidad, etcétera; ya es ahí lo que el cliente o lo que nosotros, conforme el producto, estamos requiriendo como materiales.
¿Qué tipos de parafinas hay?
La más conocida es la parafina china, que es el producto básico, su característica es que es blanca pero hasta cierto punto translucida. Manejamos parafina americana, de un color blanco lechoso, como de plástico, que da otra terminación a los colores que la parafina china no permite, aunque hay aditivos como la estearina, que a la parafina blanca la hace más blanca todavía. Tenemos endurecedor que se aplica en los cirios y las velas en forma de cubos, ya que son de pura parafina y con las temperaturas que tenemos en Tuxtla Gutiérrez y otros lugares de Chiapas, se deformarían, se aplastarían o derretirían, por lo que hay que poner aditivos para que resistan temperaturas de 30, 35 grados o más.
También está la cera soja, que tiene la característica de ser ecológica. Las anteriores derivan del petróleo, y la cera soja proviene de materia prima vegetal que al hacer combustión, no es tan contaminante. Y la cera de abeja, que sólo la vendemos bajo pedido porque es muy cara, ya que es la cera con que las abejas hacen sus panales. El kilo ronda los 300 o 400 pesos. No es tan fácil que alguien diga dame un kilo, dos kilos.

¿Y normalmente, cuánto les lleva hacer las velas?
Manejamos un rango de cinco a seis días, que implican la selección de los materiales, la producción, el embalaje y la entrega. Si un cliente viene y nos dice nos urge, si estamos en posibilidades y el cliente lo puede cubrir, se le hace. Pero si viene en la mañana y quiere su producto para la tarde, nos significa detener todo, si el cliente dice no importa lo que cueste, llegamos a un acuerdo. Algunos vienen y lo quieren de un día para otro, a veces, definitivamente, no podemos. Afortunadamente, siempre hay trabajo.
¿Tienen algún distintivo para reconocer sus productos?
¡Después de la calidad, nuestro nombre! Procuramos siempre manejar productos de alta calidad para que al momento de quemarse no tengamos quejas. Queremos clientes satisfechos, las velas que van a comprar en este establecimiento van a arder, van a iluminar, los van a dejar con una buena experiencia. Nuestro distintivo es nuestro nombre: Para Velas. Aquí encuentran todo lo que se necesita en la elaboración y producción de velas y veladoras.
¿Cuál es su vela favorita?
¡Los cirios decorados! Porque es un producto que fue idea de mi señora madre, ella es quien lo ideó y lo echó a andar, lo formó. Es un producto exclusivo; tal vez no se le ha dado tanta difusión porque es un producto muy delicado. Nos lo han pedido pero al ponerlo en una caja y enviarlo, sabemos que no va a llegar en buenas condiciones, aunque lo hemos tratado de hacer. Tal vez, cuando ven Para Velas, no piensan en cirios decorados pero nosotros que conocemos todo lo que conlleva realizar ese cirio, lo consideramos un producto especial, es el producto que nos identifica.

¿Cuánto tiempo les lleva realizarlos?
Como son de un proceso prácticamente artesanal, no es tanto el tiempo pero sí es mucho el esfuerzo porque hay que adquirir habilidad; un par tal vez, se elabora en el día. Se hace una preparación especial de la parafina para que puedan hacerse esas flores. Es un producto que no van a encontrar en otro lado.
Sí lo distribuimos, lo pueden adquirir en algunos establecimientos, por ejemplo en los mercados públicos de aquí, de Tuxtla Gutiérrez, pero nosotros somos los fabricantes; como dice un eslogan, hay quienes nos imitan pero no hay nadie que nos iguale, ¿por qué?, por el detalle y por el tipo de trabajo. Encontrarán tal vez imitaciones, con unas flores digamos, diferentes.
Tenemos una variedad de estas velas, ahorita prácticamente se terminaron las de San Judas Tadeo, que tiene los colores verde y amarillo con vivos brillantes. Ya viene la temporada de nuestra señora, la Virgen de Guadalupe y se hacen con colores alusivos a la temporada; hay en dos tamaños: grande y boutique. Nosotros estamos muy orgullosos de que este producto sea exclusivo de Para Velas, de que sea un producto que nos identifique.

¿Quiénes son sus principales clientes?
Tenemos tres clientes principales y para cada uno hay un producto especial.
Para el cliente tradicional, que viene por velas o una veladora para su altar, tenemos los cirios decorados y la cristalería blanca con parafina, 100 por ciento parafina.
Para los clientes que nos compran productos de ornato, por ejemplo, velas con aromas para la relajación, o simple ambientación, manejamos diversos aromas, chocolate es el más nuevo. También contamos con los cirios boutique, delicadamente decorados.
Y para los clientes que acuden por negocio propio o que por terapia ocupacional elaboran sus propias velas, contamos con los materiales necesarios: parafinas, aditivos, esencias, pabilos, anilinas, etcétera.

¿Cuáles son los colores que más les piden?
Los colores son prácticamente los colores básicos: amarillo, azul, café, morado, naranja, negro, rojo y verde, de estos colores se obtienen los tonos. Hay muchas personas que dicen, yo quiero un rosa, el rosa tal cual no lo vendemos pero el rosa se obtiene de mezclar el blanco y el rojo o simplemente el agregar pequeñas cantidades de rojo; hay una técnica que en la parafina derretida se va agregando colorante y se van tomando muestras para que se solidifique y ahí puedan ver la tonalidad que va tomando la parafina. Y algo que no encuentran en todo Tuxtla Gutiérrez, más que con nosotros, son los colores flourescentes, éstos son para velas totalmente de ornato, son colores muy bonitos, muy llamativos, flourescentes totalmente, tenemos amarillo, azul, magenta, naranja, verde y violeta.
En esencias, tenemos desde azucena, pachuli, nardo; muchos son olores para relajación, precisamente «relax» es una esencia que nos piden mucho en los spas, donde se dan masajes; donde hacen aromaterapias, donde se practica yoga, piden mucha canela y vainilla. También tenemos algunos aromas exóticos que aunque no aparecen en la lista se ofrecen, sobre todo para aquellas velas que les llaman místicas, como aroma a ajo.

¿Cómo distribuyen sus velas?
Las vendemos en la tienda, en Tuxtla Gutiérrez y tenemos envíos al interior del estado o al interior de la República Mexicana. Hemos tenido solicitudes de envío al extranjero pero se necesitan determinados trámites y aún no los hemos realizado. Enviamos tanto materiales como las velas o veladoras ya elaboradas.
¿Quiénes les compran más?
Generalmente son mujeres; son más las mujeres a quienes les gustan las manualidades, los detalles. Por ejemplo, tenemos una clienta de Guanajuato, donde hay muchísimas fábricas de velas y veladoras; sin embargo, a nosotros nos compra los materiales. Nos dice, me encanta hacer mis veladoras con olor a vainilla y le pone rajitas de vainilla y las decora, nos ha enviado fotos, y no las vende, son para ella, para regalar a su familia. Son clientes que les gusta elaborarlas, que es una actividad ocupacional hacer velas para decorar su hogar.
También tenemos clientes por negocio, que se dedican a la elaboración de velas para eventos especiales y compran sus productos con nosotros.

¿Les han pedido un diseño de vela específico, que no sea de los que realizan normalmente?
La vela más grande que hemos hecho tenía un diámetro de cerca de 60 centímetros por una altura de 1.20 metros. Se le hicieron diez pabilos, eso era una fogata prácticamente (risas). Pesaba como 75 kilos. Fue una vela muy cara. Desconocemos para qué la querían con esas dimensiones, simplemente una persona nos dijo, la quiero así y no importa cuánto cueste, o sea, la pueden o no la pueden hacer. ¡Y la hicimos! Ese es el pedido más excéntrico que hemos tenido de velas hasta hoy. Por respeto al cliente no le tomamos fotos, porque él nos pidió que no lo hiciéramos.
Nos han pedido otras, de diferentes formas pero esa es el hit. Nos llevó como dos semanas hacerla.
¿Algún comentario?
Pues que rescatemos nuestras tradiciones. Ahora que es la época de Muertos –y haciendo un comercial de la película de Disney, tan afamada, Coco, que puso en alto a nivel internacional las tradiciones mexicanas-, que procuremos continuar con esa costumbre del Día de Muertos, como decían en esa película, nuestros familiares en verdad fallecen cuando los olvidamos.
Hacer velas también es una terapia ocupacional, muy interesante, muy bonita; todo lo que es manualidad estimula, estimula a la mente, estimula a la persona y no hay nada mejor que crear con las manos.
Y como ha sido nuestro eslogan de toda la vida, nosotros con las velas lo que buscamos es iluminar los espacios, que iluminen los espacios de su vida, no nada más de su hogar o de su oficina sino de su vida, con nuestras velas y materiales.

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PERFIL
Nombre completo: Arturo Solís Megchún
Edad: 36 años
Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Fecha de nacimiento: 16 de junio.
Número de hermanos: Ninguno
Número de hijos: Uno
Estado civil: Casado
Pasatiempos: Estar con la familia. Ahorita, desde que nació el bebé, todos mis pasatiempos pasaron a estar con él.
Música: ¡Soy un clásico! De la música moderna no estoy en contra, para nada, pero uno de mis grandes, que admiro musicalmente, es al príncipe de la canción, don José José. De la música que no es latinoamericana me gusta mucho toda la música de los 60´s, 70´s en el género rock llámese desde Beatles, Kiss, (Elvis) Presley, Led Zepellin, toda esa música; tradicional también por Javier Solís, José Alfredo, Vicente (Fernández), todo eso. La música moderna no me desagrada pero soy un alma vieja (risas).
Comida favorita: Me gusta, como a todos, la comida chiapaneca, que es una gastronomía tan amplia pero independientemente de eso, soy amante de las pastas, la comida italiana es mi fascinación. Los postres, me matan con los postres pero también con un rico cochito; con una rica chanfaina también muero (risas).
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EN CORTO
Pabilo: Fuego
Vela: Luz
Luz: Velas
Cera: Calidad
Temperatura: Caliente
Para Velas: Calidad
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Luis Daniel Pulido
Luis Daniel Pulido escribe en papel, en cuaderno, desde siempre; ha utilizado la escritura como una forma de sobrevivir situaciones complejas en su vida, ese contraste es lo que lo hace escribir algo divertido en una situación muy difícil.
Hoy jueves 7 de junio, este escritor apasionado de las mujeres, el rock, el futbol y la literatura, presentará su nuevo libro Baxter Memories (Vida y obra de Víctor Von Doom), en el Museo de la Ciudad, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a las siete de la noche.
Por lo que Desmesuradas aprovecha este importante acontecimiento para compartir una extensa entrevista con el autor, en donde nos revela los más oscuros secretos de su vida y obra.
«Publicar un libro me emociona porque es como si yo hiciera un disco»
Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
¿Desde cuándo escribes?
Desde niño, porque fui fanático de los comics de Marvel Comics. Coleccionaba todas las series de los años 60, Spiderman, The Avengers, Daredevil, Deadpool, etcétera. Y yo escribía supuestamente guiones de comics. Hacía la historia. Siempre me identifiqué con el Hombre Araña porque tenía diálogos muy divertidos. Si ustedes leen Spiderman original, es un adolescente, quizá también por eso, iba a la prepa, estaba enamorado de una muchacha, era huérfano y uno se va identificando con él, y situaciones bien densas, sus peleas contra el Duende Verde, Rhino, Electro, los súper villanos. Él siempre tenía diálogos muy chistosos, era muy irónico, muy chispa; claro que se debía a los guiones de Stan Lee. Eso me llamó la atención.
¿El Hombre Araña es tu súper héroe favorito?
Mi alter ego. Sí, Spiderman. Ahora se han reinventado los súper héroes. Y por ejemplo la película de Batman, de Christopher Nolan, me parece genial, alguien por ahí dijo que tiene mucho de (Samuel) Beckett. Me gusta mucho esa parte: El caballero de la noche.

Y de los comics a la poesía, ¿por qué?
Pues fue por accidente, quizá porque siempre quise tener mi banda de rock. De hecho tenía una banda imaginaria: Los Avaters, y yo escribía las letras en esa banda; en esa época escuchaba Led Zeppelin, The Doors, Black Sabath, bueno, Black Sabath no precisamente, Ozzy Osbourne era un poeta y algunas de estas cuestiones me gustaban, por ejemplo Paranoico, esa canción que las feministas convirtieron en una canción prohibida o la de Alice Cooper: Sólo las mujeres sangran. Esas letras a mí me gustaban, o la Canción del inmigrante de Led Zeppelin, que dicen es la más usada en secuencias de pelea, o la de La granja de ZZ Top. Entonces, eso me gustó, la poesía como adrenalina, no la poesía académica o de escuela. Yo escribo poemas sobre comics, sobre futbol americano, sobre futbol, lo que yo he jugado, no abordo temas bucólicos de la provincia, porque eso me ha marcado: la televisión por cable, el futbol americano, las corridas de toros, que casi no hablo de eso porque me linchan, me gustan pero ahora todo eso es muy difícil tocar, es políticamente incorrecto, me da miedo hablar de eso. Me gustan los toros, es una pasión que me heredó mi padre.
Mi papá me tuvo a los 70 años y vivió en el DF toda esa cuestión moderna de Miguel Alemán, de la fundación de las editoriales como el FCE, ERA, SEP 70, Siglo XXI y por supuesto las grandes conversaciones con Joaquin Mortiz, Ali Chumacero, (Jaime) García Terrés, todo lo que se vivió en esa transición del supuesto México moderno.
¿Cómo nace un poema?
Soy mucho de adrenalina, muy explosivo y muchas de las cosas las compartía, quizás ya como poeta, si se puede decir, ya como vocación, como ejercicio, como compromiso lo hice ya de muy grande, quizá a los 28 o 30 años. A los 22 tuve un fanzine pero ustedes saben que de muy joven quieres cambiar el mundo.
¿Cómo se llamaba tu fanzine?
Vínculos, luego Cinético marginal, que terminó siendo un pegoste (risa).Una hoja de papel pegada en los puentes. Ahora nadie lo leería porque ya hay Facebook, Twitter, no se fijarían en un poema pegado en un puente. Me he dado cuenta porque yo salía en la madrugada a pegarlos y recuerdo que la gente me escribía, pero no éramos tantos. Ahora la gente pasa, por ejemplo el puente que va a Sanborns y no tiene tiempo; yo he observado el cambio de la actitud de la gente, y eso no involucra a la gente mayor sino a la gente joven que no se da tiempo de detenerse a reflexionar algo, a disfrutar algo. Claro que eso también desemboca en otro tipo de lenguaje, otro tipo de dinámica.
Ah, el poema. Mucho tiempo fuimos vecinos con Nadia Villafuerte y ella me decía, lee esto, luego gané unas becas y ya estuve en un taller con Alejandro Aura, con Elsa Cross, con Carlos Montemayor, con Enrique Lumbreras, mucha gente y ahí me di cuenta también de que lo que escribía, por dinámica, por estructura no era lo que esperaban, por ejemplo Elsa Cross me corrió de su clase (risas) ¡y qué bueno!, porque era en San Miguel Etla (Oaxaca, México) y para mí la poesía estaba afuera porque es un lugar muy bonito, hay unos espejos de agua, un teatro, está en la montaña. Y esa vez llovía y dije que bueno, para qué quiero estar encerrado si aquí estoy mejor. Pero tiene que ver con Nadia Villafuerte y Héctor Cortés Mandujano, también, porque fueron los que me dijeron aquí. Ponían ejemplos muy sui generis, decían es como un perrito desbocado (risas) pero ahí va a aprender. Finalmente, más que aprender para mí escribir es un goce, así como salir a correr, seguir jugando futbol.

¿Quién o quiénes son tus autores favoritos?
Ricardo Castillo, de Guadalajara, con El pobrecito señor X, porque se permite esto; la poesía mexicana y la chiapaneca es demasiado seria, esto de que están hablando con las musas, ese supuesto amor a la tierra, parece que estuvieran en trance. Pienso que Ricardo Castillo, Eduardo Lizalde, ¡Octavio Paz! Cuando leí a Octavio Paz dije es formidable, pero cuando hablas de Octavio Paz te quieren linchar, que porque la ultraderecha, bla, bla, bla y sí, pero él tiene realmente grandes poemas. José Eugenio Sánchez, él ganó un concurso de poesía con un libro que se llama Physical graffiti, que tiene que ver con un disco de Led Zeppelin, al leer los poemas veo que habla de futbol, habla de Eusébio (da Silva Ferreira), un goleador portugués legendario, vino a México 70. Habla de Led Zeppelin y de rock, dije no pues sí se permite. Jordi Soler, lo menciono aunque él es más conocido como locutor rockero, fue novio de Rita Guerrero. Cuando leo un libro que se llama La novia del soldado japonés, me pareció maravilloso y dije: escribió un libro y se ligó a Rita Guerrero, no pues yo puedo publicar un libro (risas), también por eso, ¿no? Y alguien que no es precisamente un poeta, aunque tiene un libro publicado, se conoce más como músico, es José Cruz, de Real de Catorce. José Emilio Pacheco, de los que me han marcado. Y en Chiapas hay un poeta que me gusta mucho, Gustavo Ruiz Pascacio, y un muchacho que se apellida Chaleco, de los jóvenes jóvenes, muy jóvenes, sólo sé que es amigo de Yolanda Gómez Fuentes, creo que es biólogo, estudió en Baja California. Leí unos poemas y me gustaron, por esta cuestión de la frontera y quizá es chiapaneco pero no parece chiapaneco.
¿Y tus músicos favoritos?
¿De toda la vida? Sigo escuchando a Led Zeppelin, Deep Purple, o sea el rock clásico. Frank Zappa es un músico difícil, hay momentos para escucharlo y generalmente lo hago con audífonos, es como el art rock, pero también me gusta Kiss, por mi edad disfruté el gran rock y muchos dicen: ¡no, cómo escuchas Kiss! Disfruto a Frank Zappa pero también a Kiss. Disfruto Twisted Sister, cosas más acá, Mötley Crüe, yo siempre fui de Mötley Crüe, Metallica. Pero uno va creciendo y es como con los libros, los llamados clásicos, escucho a Led Zeppelin IV y me sigue siendo fenomenal.
¿Qué es el sarcasmo para Luis Daniel?
Una cosa muy fea. Espero que no se me identifique como sarcástico (risas). ¡No!, a mí me gusta el humor, el humor tipo G.K. Chesterton, Groucho Marx, Evelyn Waugh, Buster Keaton, para mí ese es el humor, a mí no me gusta por ejemplo, ahora que está de moda, tristemente, lo de la Rial Academia de la Lengua Frailescana, se me hace fatal; eso es ser sarcástico, vulgar, ese tipo de humor espero nunca hacerlo. Oscar Wilde -que escribió novela y teatro, en donde hay humor- decía que la vida es algo demasiado importante como para tomárselo en serio, eso es el humor; el sarcasmo, pienso que tiene que ver un poco más con la “mala leche” diría yo, no sé cómo llamarlo, mala onda.

¿Te consideras un poeta irónico?
No creo. Bueno, soy irónico cuando hablo de política, o de ciertas sociedades culturales o intelectuales. Soy irónico como (Jorge) Ibargüengoitia, que siempre dicen que era humorista, y él decía que no. Les pareció chistoso y todo el mundo quedó muerto de la risa, eso ya no es problema de Ibargüengoitia.
Una anécdota, hace poco acababa de leer un libro que siempre leo cuando estoy triste: Memorias de un amante sarnoso, de Groucho Marx, y escribo una reseña sobre una obra de teatro de Damaris (Disner), que realmente no era una reseña, era un texto humorístico, por llamarlo de alguna manera, pero todo el mundo lo tomó en serio, ella de hecho lo tomó como reseña para su semblanza, y son cuestiones que no tienen nada que ver con su obra de teatro, fue un texto para que pasáramos un buen momento y nos riéramos con estos elementos que vienen desde Chesterton, pero muchos piensan que el humor es Eugenio Derbez. Entonces pienso que soy irónico cuando se habla de quizá algo que se toma muy en serio, antologías, grupos literarios, ahí sí soy irónico, se presta, hasta eso, es como hasta humor involuntario.
¿En qué lugar escribes?
Hubo un momento, quizá donde más escribí. Yo viví mucho tiempo en un hospital, por mi mamá, y escribir fue una especie de supervivencia, inventé personajes y escribí poemas, ahí sale Chincho. O el Gran Jefe Apache, que le escribía a una muchacha, o escuchaba una canción de Jenny Beaujean, que ni me conoce Jenny Beaujean, pero sí me escribió (risas). Escribí mucho tiempo en un hospital pero como una manera de sobrevivir una situación muy difícil y ese es el contraste, escribir algo divertido en una situación muy difícil.
¿Escribes en papel, computadora o máquina de escribir?
En papel. Yo en cuaderno, y si es Scribe, mejor (risas). Escribo en cuadernos desde siempre, ya después lo paso a la computadora; la computadora me va haciendo flojo, hace 20 años me decían que tenía una letra bonita y ahora ya la tengo horrible. (Risas) Apenas tiene dos años que tengo una computadora propia, y ya ves que te va guardando tu correo y entras en automático; si entro a otra computadora y tengo que hacer un trabajo en un ciber, me quedo como un inútil, y qué hueva de escribir ahí, pero sigo haciéndolo en cuaderno.

¿A qué hora escribes, preferentemente?
Ahorita, casi ya no, pero siempre escribía en las madrugadas. Me levanto temprano, de 4 a 5 de la mañana, ahora corro. Hay un maestro, Humberto Pérez Matus, él es corrector, traductor, sabe muchas cosas, un gran lector, y sabe mucho de rock, y por Facebook, sé que él está despierto, porque toma fotos también, eso es bonito, bueno, imágenes, porque luego los fotógrafos dicen: No, eso no es fotografía. A mí me vale madres, es una imagen que estamos compartiendo y es bien bonito hacer la bitácora, y ahí está: Humberto Pérez Matus publicó hace doce minutos y yo ya subí mis rolas, compartí mi canción favorita –ahorita estoy clavado un poco en el rock en español, los Ravells, Barón Rojo, Barricada, Gatillazo- y los subo y like de Humberto Pérez Matus, like (risas), son como complicidades, ahí está el otro madrugador, ahora mis amigos me cotorrean que eso es síndrome de que ya estoy viejito (risas), ahí te llevo tu cocol (risas), cosas así dicen.
¿Qué redes sociales usas para difundir tu poesía?
Sigo teniendo mi blog Popotito 22, aunque ya escribo poco. Y tenía otro que hacíamos con Héctor (Cortés Mandujano) que se llamaba La liga de la justicia demoliendo hoteles, pero me censuraron, me quitaron la cuenta y también mi cuenta de Facebook, y nunca las pude recuperar, que por desnudos (risas) y nunca hubo un desnudo. ¡Ah! Tengo mi Facebook, el alterno, pero también ahí ya no publico mucho porque, bueno sí publico cosas, pero más de música, libros que he leído en el día, ahorita hay un libro que se llama El maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov, y volvemos a lo del humor, tienen que leerlo, es una maravilla de libro.
¿Desde qué año tienes Popotito 22?
Desde el 2008.
Decías que hace dos años apenas que tienes tu computadora, ¿tu blog era tu archivo?
Sí, lo que pasa es que mi mamá estuvo enferma mucho tiempo, y yo nunca he tenido una casa, mis libros se perdieron, mis comics se perdieron, mis discos, perdí todo, entonces uno se va acostumbrando, por eso me gusta la poesía o la literatura porque nada más necesito de un papel y una pluma, mis lecturas, mis experiencias e imaginación; no he desarrollado la fotografía o el fotometraje porque se requiere equipo, aquí, lo único que hago es sacar un cuaderno y tener una pluma, así me abro camino y escribo, hago lo que yo quiera. De hecho se perdieron muchos cuadernos, eran mis archivos, y se fueron perdiendo, se quedaron, los tiraron. Después que falleció mi mamá, entraron a la casa y se llevaron todo, libros, cuadernos, hojas, todo. Era un desorden ahí. Entonces, mi único archivo era el blog, ahora tengo una computadora, para mí es nuevo Netflix, Spotify, me quedé maravillado de escuchar ahí los discos con un click. YouTube también, porque pongo una canción, Tangerine de Led Zeppelin, vinilo, y sale con el sonido del vinilo, pero eso es nuevo para mí. La tecnología, tiene sus pros.

¿Por qué se llama Popotito 22?
Es una nave espacial del programa Odisea Burbujas, que viajaba en el tiempo, era un vinilo, con una tacita al revés, unas patitas y un popotito, de hecho está su canción en YouTube. Conocí a una de las guionistas, Pilar Obón, en el DF, en ese tiempo era jefa de redacción de una revista para mujeres adolescentes, la revista Tú. Y me dijo algo que me dejó impactado cuando le pregunté: ¿por qué escribes eso si puedes hacer una obra de teatro?, hiciste el guión y creaste muchos personajes de Odisea Burbujas, que era el negocio. Y ella me dijo: Porque a las mujeres mexicanas les gusta que les mientan. Me acuerdo de esa frase, algo así como, tú crees mis mentiras, yo creo las tuyas, era una revista rosa. Le pregunté, ¿por qué no escribes un libro? Contestó, no, porque me voy a morir de hambre, esto es un mercado. Esta es una de esas anécdotas que tengo guardadas, como que Liz Gallardo, una actriz, me escribió (risas) y yo dije, ¡ay!, me están cotorreando pero no, sí me escribió. Jenny Beaujean también, por cierto.
Tienes bastantes fans.
Chulpan Khamatova, ella no me escribió, yo me la inventé. (Risas). Traducía pues los videos, es que como habla ruso, y yo decía: ah, así saludo. Y me traducía. Me dolió cuando me quitaron mi Facebook porque ahí tenía una imitación de Octavio Paz increíble, me gustaba mucho, realmente sensacional, tipo Ponchivisión. Y le doblé la voz a Octavio Paz y hablaba sobre un poema mío. Sensacional.
¿Has tenido algún problema por tus escritos, aparte de la censura de tu blog?
No, el problema para mí es encontrar una editorial, publicar un libro. Pienso que la sociedad chiapaneca es como una gran familia, tienes que tener los vínculos familiares, si tus abuelos son de acá, tener una historia. Para mí los libros de Coneculta son una basura, pero bueno son los amigos del amigo del amigo, el sobrino del sobrino del sobrino. A mí publicar un libro me emociona porque es como si yo hiciera un disco, o sea, yo no hago índices, hago tracklist y es como salir de gira, pero es muy difícil acá, quizá también por los temas que toco. Pero tengo el blog y con eso.
Pero has publicado libros.
Sí, pero yo, tirajes de 50, 70, autopublicados.
¿Cuántos libros has publicado?
El que me editó Public Pervert, que se llama “El apetito de los ciegos”; “Intencionalmente náufrago”, editado por Carámbura; los que me autoedité que se llaman “Prohibido degollar patos” y “Bruce Wayne y la Generación X (un concierto de rock para Chulpan Khamatova)”, que está más largo el título que el libro (risas). ¡Ah! Y el señor Edgardo Nieves, de Puerto Rico, me editó “Nunca sonrías a Optimus Prime”; “Pollito Card” editado por la Unicach. Y ahorael libro que se llama “Baxter Memories: vida y obra de Victor Von Doom”.
Pero también me gusta esa condición. Mi única familia era mi mamá, entonces, si antes me sentía solo, ahora me siento más solo y no tiene que ver con que yo pueda ir a ver amigos, sino que tiene que ver con cuestiones de convivencia, de educación. Mi padre me tuvo a los 70 años, hay como una brecha generacional. Las cosas que a mí me enseñaron no tengo con quien platicarlas.
¿Qué es el amor para ti?
¡Es todo! Me voy a ver muy bíblico, muy Corintios, pero sí es todo. El amor involucra todo, vida, pasión, transición, paciencia, desencuentros. Ahora no se puede ser tan unilateral, pienso que el respeto es muy importante. Mi papá era muy educado, siempre enseñándome parámetros para hablar, yo tenía vecinos que hablaban en chiapaneco, y me decía: No hables así. Pero no lo decía en mala onda, para él eran incorrectas estas palabras, ey vos, miraló. Yo no hablo así, no por mamón, sino porque de niño eso me inculcó mi papá, entonces, esas cuestiones en vez de que me ayudaran me dejaron muy solo, porque nunca las olvidé y es mi forma de ser. Y en la escuela el rechazo y eso tiene que ver con el amor, con las diferencias, porque nunca vamos a ser iguales, y eso es lo bonito, el temperamento entre un hombre y una mujer, pero sí es bien importante la educación y el respeto hacia el otro. Y si es hacia la mujer, mayor, porque es nuestro complemento, uno va solo por la vida y siempre está ese vacío, te hace falta tu pareja, te falta con quien hablar.
Las veces que he vivido en pareja realmente han sido bonitas. Pero hay cosas que uno hace. Si una mujer está “clavada” es disciplinada, está preocupada por esto o aquello, y uno ya desde el jueves o el viernes se empieza a sustraer, hablo de un hombre viril (risas), un poeta… puñalón (más risas). No, hablo de que ya está uno pensando en quién va a jugar cuando hay NFA, viendo los juegos y hablándole al amigo; yo soy fanático y mis amigos también, del deporte.
En San Cristóbal (de Las Casas, Chiapas) viví con una persona y era increíble, con su hijo me llevaba muy bien, pero sí, hablo de esos detallitos maravillosos que tienen que ver con el amor, con la vida, o sea, el amor es la suma de detalles que parecieran insignificantes pero que hacen bonita la vida. Un día dije: mm ya barrió pero voy a comerme una mandarina y no se va a dar ni cuenta –fui muy cuidadoso, según yo-, y de repente sale, voltea, ve el piso: Mandarina, ¡quién comió mandarina! Y dije, cómo es posible. Era una madrecita, y me regañaron por esa pinche mandarina, o sea, ¡la vio! (Risas).
Tengo muchas anécdotas, como cuando me habla por teléfono en el año 2000 y sale con que: Es que, no sé porque ando contigo. Me dije, ya valí madres, y me aclara, no eres guapo pero estás curiosito. (Risas) Las dos novias con las que mejor me he llevado ha sido una de Tijuana y la otra, de Guadalajara. Ella, cuando nos despedimos, lo último que me dijo fue sensacional: ¿Qué pasó mis ojos de Furby? (Risas) Un día platicábamos: Uy, se murió el rockero Jimmy Bain; ella, ¿quién chingados es? El bajista de Rainbow, le aclaro. Me pregunta, ¿cuantos años tenía? 70 años, respondo. Dice, ya estaba ruco. Y yo, ¿qué te pasa?, ¡es una leyenda! Y ella, ¡ay, no mames!, leyenda el chupacabras (risas). O cuando mi ojo estaba rojo: Ella, ¿qué te pasó? Es que tengo una infección en los ojos, y ya hablando de la tecnología, dice, a ver, mándame una foto por whatsapp. Se la envío y me dice, oye tienes los ojos verdes. Le digo, ¡ay, no mames!, ¿cómo los ojos verdes? Contesta, entonces es pus (risas).
Esas cuestiones que me han acompañado, entonces, cuando no están, ya no sé ni para dónde irme, quizá por eso corro. Esa es una forma también desesperada y escribir también me ayuda o leer.

¿O sea que corres tras del amor?
¡No!, como Forrest Gump (risas). Tengo un problema con mis nervios ópticos y ya estaba, como dicen mis amigos, como viejecito, el caso es que me llevaron al doctor y bla bla bla, tuve un tratamiento muy agresivo con cortisona pero el doctor no me dijo los efectos secundarios y me encontré dos horas corriendo. Me dijeron, ¡ey, ya!, te va a dar un infarto. Al otro día, desde las cuatro de la mañana, a correr y a jugar futbol y hablaba y hablaba. Cuando regresé a mi cita con el doctor: ¿Cómo estás? Bien y sudaba. Es por el medicamento, me explica. Y tengo la boca reseca, le dije. ¡Ah, se me olvido decirte que vas a tener una pinche energía!, me dice ¿Por qué no me dijo?, no puedo dormir. Ya vele bajando, de una pastilla vas a tomar media, ya después vienes y nada más un cuartito. Y ya que se estabilice lo dejas.
Pero no me dijo antes. Todo el día estaba corriendo, llegaba, vivo con unos cristianos y hasta me metía a opinar, no podía dejar de hablar, no podía dejar de correr. (Risas).
Ahora háblanos del futbol, ¿qué es el futbol para Luis Daniel?
El futbol, como todos los deportes, es maravilloso. Creo que el profesionalismo o comercialización le vino a dar en la torre a todos los deportes. Pienso que el futbol americano es formativo y puede ayudar a los jóvenes, a los niños, te vuelve disciplinado, te vuelve educado, te vuelve solidario, igual el futbol soccer. Lo que pasa es que ahora con los sueldos que se pagan, con la excesiva comercialización, realmente se han deshumanizado como muchas cosas; la misma literatura. Fui a la feria del libro en Guadalajara y pienso que es lo menos literario que he visto; sí es bonito, es enorme, pero es tan grande que se pierde, no captas nada.
El futbol como deporte es bonito, te hace competitivo, te hace valiente, te hace audaz, si no hubiera sido por el futbol ya me hubiera doblado; con el futbol enfrenté fracturas, enfermedades, tristezas. Como deporte es maravilloso, sigue siendo un deporte muy bonito, aparte de que el futbol, cualquiera lo puede jugar, claro que viene la técnica individual, cosas que tú vas trabajando, pero para divertirte, aunque no sepas jugar muy bien, pones dos piedritas y la armas, dos y dos o yo solito, juego contra la pared. Es un pretexto para reunirte con tus amigos.
¿Y el rock?
¡El rock es todo! Para mí una de las grandes pasiones siempre van a ser las mujeres, el rock, el futbol y después la literatura. Para mí hay prioridades.

Hablando de mujeres, ¿cómo eliges a las mujeres para dedicarles tus poemas?
No, ellas me eligen a mí (risas). Es también esa cuestión de querer vivir, que te emocione algo, aunque es un cliché, yo no veo tan descabellada la idea de un goleador que dice que cuando mete un gol es como un orgasmo, porque el amor es eso, es la emoción, no solamente tratar de ligarse una mujer si no es todo lo que conlleva, una conversación, compartir una comida, una canción que te marca. Por ejemplo, yo me acuerdo de mis novias de la prepa por las canciones, y ya las veo y esos momentos son como ¡uy! Y te sientes así como Hulk: humanos miserables (risas). Te sientes así por esos momentos que después permanecen porque aparentemente uno termina y dicen que todo lo que termina no termina bien, eso es un cliché. Yo tengo muchos problemas, bueno, antes tenía más problemas; sin embargo, hoy me encuentro a mis ex parejas y todo muy bien, creo que eso también me da pauta para seguir disfrutando la vida y no sentirme tan mal.
Pero y las mujeres de tus fotos, las fotos que publicas.
Es una historia muy larga, Héctor (Cortés Mandujano) me manda su columna, y yo ponía un texto, porque estaba en competencia con (José) López Arévalo, pero no en competencia mala onda, sino de que mi columna está más chingona que la tuya y ahí empiezan de que no, que era una posición machista o algo así, igual yo, dije, si está en bikini o va en pelotas (risas), pero fue una cuestión así, y al momento de estar publicando fotos, los mismos amigos te mandan archivos. A mí me contactaron con un latino, se llama Carlos Núñez, pero como ya no está la Ñ ahora se llama Carlos Nunez y tiene unas fotos muy chingonas; una alemana, Lili Panic, me mando fotos de ella. Ya en Facebook, mis mismos conocidos me mandan los links. El doctor Fanatic, él tuvo una banda de rock, se llama La Sociedad de las Sirvientas Puercas, que ahí estuvo José Manuel Aguilera de La Barranca, Saúl Hernández de Caifanes, él es artista plástico, artista visual pero también hace canciones muy locochonas, yo pienso que es alguien realmente no valorado. Tiene una propuesta interesante, es un cabrón muy arrebatado, él también comparte fotos.
Entonces, las fotos que publicas no son de internet, son imágenes que tienes en tu archivo personal.
Son de fotógrafos, Carlos Nunez, Marco Onofri, Roberto Girardo de los que me acuerdo, y otros. Tuve una novia que estudió en el ITESO, que es una universidad jesuita de Guadalajara, una universidad muy bonita y con mucha lana, de ahí es Kunamoto y también es egresado Gis, yo conocí amigas de esa exnovia, ellas mismas se tomaban fotos y me las empezaron a mandar, entonces se hizo como una sociedad, pero ya no publico muchas porque me quitaron el Facebook.

¿Luis Daniel es voyeurista?
Sí, pero voyeurista, no de que ande espiando a mis vecinas, solitas salen cuando tiembla (risas). Yo no ando espiando a la gente, más como están las cosas, y nunca lo he hecho, realmente, y espero nunca hacerlo, si alguien me va a denunciar por algo, es por irresponsable, o no sé, por infantil, pero por ejemplo que mandan un video, sí, sí lo veo. Y tengo mi escala de calificación, hay unos que son novatos (risas), pero ¿eso es voyeurista, no?, ver porno.
Trabajé un tiempo en Cancún, y eso me marcó, así como disfruto ahora escuchar cantar a los pajaritos, el olor a tierra mojada cuando amanece, realmente yo agradezco, y bendigo a Dios. Igual en Cancún, que es otro escenario, yo decía –No, Dios se pasa de lanza, (risas) hay mujeres muy guapas. Bromeo diciendo que no soy gay por eso, sí están bien chidas. Y era muy joven cuando fui a Cancún, entonces me quede así, ¡impresionado! Aparte, el mar es bonito (más risas).
Luis, ¿cuáles son tus temas recurrentes para escribir?
El libro que me publicó Héctor, lo leo y me mareo, me da vértigo, es un libro doloroso. Héctor me dijo vamos a publicar pero ni un poema juguetón –él los llamó juguetones-, y tienen que ver con el dolor, con el vacío, y principalmente de una época donde yo luché mucho por mi adicción a la cocaína, entonces, es un tema recurrente, en ese momento. No es una apología de la droga, al contrario, es el dolor, es el infierno, entonces creo que sí, es un tema que está ahí. Yo nunca me creí Bukowski ni esa cuestión, ni decía ‘este es el camino’. Al contrario, si había la oportunidad de decirle a alguien que no la probara, que te engancha y es un camino muy doloroso, lo hago.
Pollito card es un libro de unas cartas que escribe un niño, y les voy a ser honesto, esos textos yo los escribí en un colchón sucio, en un cuarto sucio, sudando, donde yo quería ya dejar de consumir. Y me cree –porque no soy como este niño- toda esta visión infantil, era como sacarme de las drogas, entonces escribí textos que realmente son muy lindos, muy transparentes, pero yo era un monstruo. Construí a ese niño que después me dio la mano y me sacó, realmente es un tema que está ahí, lo de las drogas, pero como dolor, como sufrimiento.
El amor, las mujeres, el rock, yo siempre escribo pensando en rock, yo no quiero escribir un poema como Efraín Bartolomé, ni como Jaime Sabines, quiero escribir un poema como Megadeth, como Black Sabbath, que un poema suene como eso. Como los Ramones, sin tanto estilo, que sea descarnado, frontal. Julio Trujillo, un ensayista, poeta de (la revista) Letras Libres, hace mucho tiempo lo dijo, tenemos que meterle algo de hip-hop, yo lo voy a cambiar por rock. Tenemos que meterle algo de rock a nuestros poemas, porque si no, vamos a matar de aburrimiento hasta nuestras madres. Yo pensé que era el único que llegaba a las pinches presentaciones y estaba de ya me quiero ir, me aburro, igual no soy un buen lector de poesía ¡y no me interesa serlo! A mí lo que me interesa es la vida, y el rock y las muchachas en bikini (risas).
¿Te consideras poeta, escritor o bloguero?
No, me considero un buen rockero, rockanrolero.

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SILUETA
Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Nombre completo: Luis Daniel Pulido Aguilar.
Fecha de nacimiento: 15 de diciembre de 1970.
Edad: 47 años
Número de hermanos: Uno, Marco Pulido.
Estado civil: ¡Eh! Viudo (risas). No, soltero.
Número de hijos: No sé, no me han avisado.
Pasatiempos: Leer, hacer ejercicio y mirar futbol.
Libro de cabecera: Memorias de un amante sarnoso, de Groucho Marx; Extrañando a Kissinger, de Etgar Keret; Diecisiete tomates y otras historias de Cachemira, de Jaspreet Singh. Como diría un amigo, te gustan libros que nadie conoce, pero son libros de travesuras, esos libros me encantan. Nuestro lado oscuro: Una historia de los perversos, de Élisabeth Roudinesco.
Y en música: Tengo tantas, no las tengo así, a la mano, pero de cabecera: de rock and roll. Me gustan Los Suaves, una banda de rock de España, me gusta mucho, y anglosajón me quedo con Iron Maiden, me gusta esa banda, quizá porque los discos me marcaron, y yo sigo escuchando a Iron Maiden, sobre todo los primeros discos.
Tu comida predilecta: ¡Ay, tengo tantas! Me gusta mucho la carne asada, con cerveza (risas).
Ritual: Tengo uno porque jugué futbol, y era como una cábala. Yo dejaba que mi mamá me doblara mi sudadera, si no, no jugaba. No me sentía cómodo, y así viajaba. Ahora que no está mi mamá, procuro hacer los mismos dobleces, aunque ya no juego, ya no estoy en un equipo pero ese es mi ritual.
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EN CORTO
Arte: Dolor
Imaginación: Todo
Versos: No me gustan
Blog: Archivo
Leer: Pasión
Mujer: Vida
Barco: Navegar
Disco: Rock and roll
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El que no conoce «El Juchi» no es tuxtleco

En las calles de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, aún se escucha la voz de don Sósimo García, mejor conocido como El Juchi, anunciando sus tradicionales nieves de limón, guanábana y vainilla, elaboradas por él mismo de manera artesanal; su anuncio inconfundible hace que tanto adultos como niños salgan a las calles a saborear un rico helado.
Por: Gabriela G. Barrios García
Hablar con don Sósimo es viajar en el tiempo, cuando todos se conocían y las calles eran empedradas, cuando la avenida era de un sólo carril y se viajaba en el conocido “veintero”; a sus 81 años este incansable señor sigue recorriendo las calles con paso lento pero firme con su inseparable triciclo, como una forma de no perder la costumbre porque para él trabajar es un vicio y el estar activo es lo que lo mantiene bien física y anímicamente.
EL INICIO

¿Desde cuándo se inició usted en el oficio de vender nieve?
En 1954 empezamos a trabajar.
¿Qué edad tenía?
Unos 22 años. Llevo vendiendo poquito más de 60 años, elaborando todos los helados aquí (señala su casa).
¿Cómo inició usted?
Porque mi papá me enseñó. Él vendió mucho tiempo acá, en Tuxtla Gutiérrez. La cosa es que él vendió mucho en la Escuela “Camilo Pintado”. Aprendí con él.
¿Sólo usted aprendió o también sus hermanos?
Sólo yo aprendí porque ellos estaban estudiando, yo soy el más grande de todos. Pero como me daba cuenta de que mi papá estaba solo, le echaba la mano; de ahí empecé a hacer la nieve y a trabajar hasta la fecha.
¿De qué sabores vendía su papá?
De guanábana, limón, piña, vainilla, naranja, aunque ese sabor ahora no se hace porque está tan cara, todo se eleva. Ahorita una naranja sale hasta dos pesos. El limón, lo mismo, tres pesos vale un limón. Entonces él hacía esos sabores, más de guanábana y de limón.
¿El de limón qué tal se vendía?
Se vendía muy bien. La de limón, la de guanábana, la de vainilla, esas son las tradicionales. A nuestra edad eso pedimos, pero la juventud quiere de otros sabores: oreo, queso, café; ahora estamos haciendo esos sabores. Tenemos de coco, vainilla, guanábana, limón, melón, todos esos sabores hacemos porque la gente lo pide. Ahí vamos poco a poco.
¿Antes en qué vendía la nieve?
En carretilla.
¿Cómo eran los botes de nieve?
Como son ahora.
¿Cuándo sustituyó la carretilla por el triciclo?
Ya tiene como unos 35 años. Con el triciclo se me hacía más fácil, hasta la fecha, cuando nos agarra el tiempo le metemos un poquito, pero ahí vamos.
INICIA LA LEYENDA

¿De dónde es?
Soy de Simojovel, Chiapas.
¿A qué edad vino a vivir a Tuxtla Gutiérrez?
Tenía como unos 17 años.
¿Por qué le dicen Juchi?
Por la plebe en “La Prevo” (Escuela Secundaria Técnica Número 2). Hace unos 40 años si no más, había dos o tres muchachos que ellos eran los juchis, eran de Tapana esos muchachos, de ahí me empezaron a decir juchi también. Ellos estudiaban en La Prevo y siempre venían a tomar nieve conmigo y me decían: ¿Cómo estás Juchi?, y todos los oían y me empezaron a decir “Juchi” y ahí quedó el sobrenombre, ahora digo: el que no conoce al Juchi no es tuxtleco (risas). Como ahora ha entrado mucha gente (a La Prevo), los hijos ni saben pero la mamá sí lo sabe y los niños son vivos, se les queda y dicen “vamos donde El Juchi, queremos nieve” porque lo oyen de la mamá o el papá, los que estudiaron La Prevo y en la Prepa ( Preparatoria Núm. 1 Del Estado), llevo poquito más de 40 años vendiendo ahí. Cada año salían los muchachos y se iban a Puebla, a Veracruz, a México, a donde les quedara mejor para ir a estudiar en aquel tiempo, ahorita ya hay carreras aquí y ya se quedan.
¿Nunca pensó dedicarse a otra cosa?
No porque ¿qué voy a hacer? Mejor me voy a dedicar a ayudar, hay muchas cosas por hacer; si dejamos de hacer nos vamos a enfermar, estamos acostumbrados a estar activos, ya no es porque tengamos mucha necesidad, ya es un vicio trabajar, se acostumbra uno a trabajar. Estamos acostumbrados a una hora a levantarnos, aunque no tengamos nada que hacer, vemos qué hacer, barrer el patio, en la casa siempre hay cosas que hacer, pero no nos vamos a dedicar a hacer otra cosa, ya con esto (hacer nieves), hasta donde diga Dios.
EL PROCESO

¿Cuánto tiempo se lleva el proceso de la nieve?
A nosotros nos lleva como una hora y cuarto. El que no sabe se lleva dos horas y media.
¿Lo sigue haciendo con el mismo proceso de hace años?
Sí, el hielo que no nos falle. En ese tiempo madrugábamos porque nos íbamos a La Prevo cuando estaba aquí, en la Biblioteca (parque 5 de Mayo), no donde está ahora. Tendrá unos 20 o 25 años de eso, que se apartó. De ahí nos fuimos a vender en la escuela Belisario (CEBECH Dr. Belisario Domínguez Palencia), en la Prepa Uno y hasta la fecha estamos vendiendo en La Prepa, con lo poco que caiga pues ya. En los negocios no están los tiempos como estábamos, ha bajado mucho pero como soy conocido, a los que les he vendido ya son ingenieros, doctores y todos sus hijos me dicen “Juchi, espérate que queremos nieve”. Me paro y estoy vendiendo con ellos casi la mayor parte, somos ya parte de aquí, de Tuxtla, de mucho tiempo. Hay mucho (nevero) ahorita y no sé de dónde vendrá, como la situación está un poco mal, pero la gente que nos conoce nos compra todo el tiempo.
¿A usted le gusta comer nieve?
Sí, a mí me agrada más la de limón y guanábana.
¿Todo el año vende nieve?
Sí, todo el año, aunque haga frío, aunque sea poquito estamos vendiendo. No porque haya frío vamos a dejar de vender, siempre abrimos. Ya ve que el clima a veces amanece lloviznando, chispeando pero como las 9 o 10 ya se levantó y viene el calor. A la una o dos de la tarde ya hay un calor duro. Eso es porque el tiempo está muy cambiado.
Hacemos las tradicionales nieves de limón, melón, fresa y todo lo que es fruta de temporada, porque cada fruta tiene su temporada; ahora estamos haciendo de mango también, piña, coco, zapote colorado, cuando es su tiempo.
¿Hay personas que le hacen encargos especiales, por ejemplo para fiestas?
Siempre. En esos tiempos había muchos pedidos en las escuelas, en las secretarías, fiestas, se movía mucho, ahorita ha bajado todo, la mayoría ya no hacen fiestas, por lo mismo, como hay tantas cosas, pero no está como estaba antes. Veo los salones que hay están vacíos. Ya no es como antes. Hay una fiesta dos o tres veces al mes si al caso, sino uno, sino nada.
¿Alguna anécdota especial que recuerde con algunos de los muchachos que le compraban nieve?
Cuando estábamos jóvenes siempre jugábamos volados con los muchachos y las muchachas en aquel tiempo y ahí estuvieron tomando su nieve siempre, me ganaban o yo les ganaba, en fin, eso es de aquellos tiempos. Ahorita no porque los muchachos ya están muy bajos de recursos.
EL RECORRIDO

¿Cuál era su recorrido antes?, cuénteme un día de trabajo hace tiempo.
Mi recorrido cuando empecé era por el Hospital (Regional), por el rumbo de San Francisco y bajaba por la Plaza del Mariachi, por el barrio de San Roque, por el ICACH y ahí terminaba, ya me venía para acá (su casa); ya después empecé a agarrar La Prevo, entonces nomás ahí acababa y ya no iba más allá.
¿Y sus clientes no le reclamaban?
Pues sí pero buscaba donde estaba el movimiento porque ahí hay que andar mucho, pero sí vendí mucho tiempo por ahí, muy tranquilo Tuxtla.
Ahora, ¿cuál es su recorrido?
Mi recorrido ahora es aquí en la Prepa Uno, por el Seminario, por Las Palmas, por El Retiro. A veces vengo a terminar por la Belisario
¿Qué días trabaja?
Ahora ya he descansado un poco más porque ya no es igual el tiempo cuando está uno joven, ya le va uno bajando un poco el ritmo, por lo mismo. El día miércoles descanso, el sábado, unos dos o tres días a la semana. Los domingos sí no porque me voy, el domingo veo que hay un poco de movimiento pero siempre vendemos los domingos y entre semana nos quedamos a descansar.
¿A qué hora empieza?
Empezamos como a las seis, seis y media de la mañana y terminamos como las nueve de la mañana y salimos ya como las diez y media, vengo como las cuatro, cuatro y media a la casa, ese es el recorrido que hacemos ahorita. Cuando no hay clases es que me voy por el 5 de Mayo, por la Cuxtepeques, por El Panteón doy vuelta.
¿Antes cuál era su horario?
Empezaba a las cuatro de la mañana y terminaba a las dos de la tarde. Parece nada pero trabajar nos mantiene un poco el ejercicio, ya no mucho, como antes no porque ya también nuestra edad. Uno que el calor, dos nuestra edad ya no podemos andar rápido, ¿para qué?; de llegar, tenemos que llegar. Pero ahí vamos poquito a poco, mientras Dios nos de vida y ganas de seguir ahí vamos.
EL ANUNCIO

¿Cómo anuncia su nieve?
Cuando voy vendiendo voy diciendo: ¡Nieve! Soy el único que grito, no hay otro, se dan cuenta que ahora hay de musiquita, no sé de donde vienen.
¿Y usa corneta?
No, a veces. Para qué si ahí vengo y me conocen todos.
Cuando empecé gritaba: ¡Nieve! ¡Guanábana! ¡Limón! ¡Vainilla! No usamos nada de música o alguna cosa, así nada más y cuando voy gritando me escucha la gente. Ahí va don Juchi, grábalo. Yo soy el único hasta la (escuela) Juan Benavides, todo por allí, por Las Pichanchas doy vuelta pero cuando no hay clases y cuando hay clases ya no me da tiempo llegar y ya me vengo para acá (su casa).
LA HERENCIA

¿Sus hijos también saben hacer nieve?
También saben cómo elaborar los helados.
¿Le ayuda alguien?
Viene un muchacho a ayudarme.
¿De sus hijos?
Ya no, porque todos trabajan y como son casados no se les puede obligar. Un nieto a veces me viene a ayudar pero muy lejos, cuando tiene tiempo.
¿Le ayudaba su esposa?
Ella me ayudó mucho tiempo cuando estábamos jóvenes, entre los dos hacíamos la nieve. Porque yo iba a La Prevo a vender temprano, a las siete de la mañana estaba ya ahí.
¿A qué hora se levantaban en ese tiempo?
Nos levantábamos como las cuatro de la mañana, elaborábamos los helados.
¿Este ha sido el único sustento de toda su familia?
Sí. Ellos lo agarraron y eso va a quedar. Mis hijos tienen locales “Nieves El Juchi, desde 1954”, son como sucursales y aquí (en su casa) y yo que salgo también para no perder la costumbre. Porque ellos lo movieron, se llevó un año registrar el nombre. Es un negocito que es reconocido, como te vuelvo a repetir el que no conoce El Juchi no es tuxtleco, porque así es.
Todos me hablan por ahí por la (escuela) Matías de Córdova o atrás del (hotel) Safari, me dicen ¿es tuyo? No, es de mis hijos. He visto otro por la 24 de junio, es también de una de mis hijas, por La Pimienta, por la 10 oriente y aquí. Se van a trabajar y en la tarde vienen a quedar, están jóvenes. Gracias a Dios se vende, aunque se ve un poquito tranquilo la ciudad y los negocios han bajado, pero aunque sea poquito ahí está uno vendiendo.
TUXTLA DE ANTES
Nosotros aquí en Tuxtla, cuando muy venimos aquí era empedrado todas las calles, aquí estaba la aviación por la (escuela) Eliseo y había un hotel que le decían San Francisco, había un arco, era un carril nada más. En ese tiempo nosotros vendíamos la nieve a 10 y a 20 centavos. Muy bonito. Habían muchos talleres, pasaba uno tranquilo, todos se conocían, el Panchón Contreras aquí al lado del Crea, “el Juve” que le decían, la Normal, la Prepa estaba a un lado. Ahorita pasa uno, allá muy lejos se encuentra uno algún conocido, me dicen don Sósimo, don Juchi, adiós. Se está acabando hasta los terrenos ya no hay donde vivir.
¿Siempre vivió en este rumbo?
Vivía en la 10ª Oriente rumbo al panteón porque ahí vivía mi papá.
¿Cuánto tiempo tiene viviendo aquí en su casa?
Creo que cerca de 60 años. Este barrio era el Cantarranas. Ahora ya no, después le decían el Barrio Hidalgo. Ahora se acabó el Barrio Hidalgo, ahora Zona Centro, aquí era la orillada, ya ve cómo se fue extendiendo, por eso dicen Zona Centro porque quedamos en el Centro.
¿Usted se vino a vivir aquí cuando se casó?
Sí, aquí me vine a vivir y aquí nos casamos.
Usted que ha recorrido tanto las calles de Tuxtla, ¿cree que ha cambiado el clima?
Bastante. Nos estamos dando cuenta de que el tiempo, ya estamos en marzo vienen unos fríos, está lloviznando, eso lo dejamos el mes de julio, agosto, que empiezan las aguas. El tiempo de enero, febrero, marzo es tiempo de calor; abril, cambió el tiempo. Aquí no lloviznó pero alrededor de todo Chiapas está lloviznando.
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PERFIL
Nombre: Sósimo García Mérida
Edad: 81 años
Lugar de nacimiento: Simojovel, Chiapas.
Fecha: 20 de enero de 1936
Número de hermanos: Éramos 4 y una mujer.
Número de hijos: 6 niñas y 1 varón.
Estado civil: Casado.
Pasatiempos: Ir al mercado a traer algo, barrer, hacer el aseo y ya. Pensando que al otro día queremos trabajar un poquito, ¡qué bueno!
Comida favorita: Verduras. Hierbamora, la chapaya, cacaté, tomate chico, chile, el pollo criado de patio. Y acá ya no se encuentra esa comida de pollo de patio, ya no hay.
Ritual: Levantándome me persigno ya después voy a barrer mi patio, sacar lo que vamos a hacer mientras que venga el hielo y el muchacho que me ayuda. Eso es todos los días, cuando no trabaja uno hay que ver que esté aseado todo el patio, limpiar tantas cosas. En el patio hacemos las nieves.
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Mariauxilio Ballinas, fotógrafa
Convertida en una storyteller, Mariauxilio Ballinas, ha dedicado 25 años de su vida a crear historias a través de la lente y la luz, lo que la ha convertido en un referente de la fotografía en Chiapas, de donde es originaria.

«La mejor forma de transitar la vida es a través del viaje»
Gabriela G. Barrios Garcia / Leticia Bárcenas González
Con estudios de psicología, fotografía, literatura y cine, acaba de cursar la Maestría en Estudios Culturales de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), que le ha permitido “trabajar toda la cuestión teórica de la imagen, de la teoría visual y de sus implicaciones en la cultura, sobre todo en mi caso, que sigo trabajando la fotografía analógica, que como dice Joan Fontcuberta: es memoria y verdad.”
Y con esta Maestría, se reencuentra “con la academia y la cuestión teórico-metodológica de cómo organizar una investigación”, lo que le ayuda a su proyecto de rescate, a través de la fotografía, de un pueblo que ya no existe más que en la memoria colectiva, que es dónde está su origen, y a la par, se permite compartirnos “una partecita” de la serie de largo aliento «La otredad es un viaje»: “una exposición pequeña pero bien organizada acerca de las fotos que he hecho a lo largo de mis viajes, los últimos 20 años”, nos dice la fotógrafa.
Las puertas de la casa de Mariauxilio Ballinas siempre están abiertas a los amigos y la gente que gusta de su charla y hospitalidad; en esta ocasión, Desmesuradas entró a su hogar para platicar sobre su regreso al ámbito de las exposiciones, después de muchos años de ausencia, con su trabajo “La otredad es un viaje”, exposición instalada en la sala de descanso de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach).

¿Por qué esperar tanto para exponer nuevamente?
Creo que las condiciones en las que una se encuentra como creadora en determinado momento, te van poniendo en forma lo que tienes qué hacer. Cada creador tiene ciertos procesos y en mi caso, siempre lo he dicho, tengo procesos lentos de creación. He fotografiado mucho pero he tenido pocas ganas de exhibir lo que he hecho porque he estado trabajando en otros proyectos, no sólo porque haya cuestiones políticas o económicas que me molesten, que por supuesto las hay en toda situación social de vida de un creador. Pasaron varios años y se dieron las cosas para que esta vez yo expusiera, en un momento en que estaba con esa disposición de mostrar mi trabajo. No he dejado de crear, ya sea de una forma u otra; en los dos últimos años me metí en la investigación pero la fotografía sigue estando ahí, presente aun cuando no la exponga.
Cuéntales un poco a los lectores de Desmesuradas sobre tu proyecto de la Maestría en Estudios Culturales:
Finalmente, cuando investigas algo partes de ti, de tus obsesiones. Indudablemente, ahora que hay todo un auge dentro de la investigación de darle voz a los silenciados, a los subalternos, de hacer microhistorias, de contar desde la autobiografía, de la reflexión del trabajo personal, pues tenía que ser algo así mi trabajo. Tenía que partir de una reflexión acerca del origen y el hecho de que yo me proponga rescatar la fotografía de mi pueblo, que es un pueblo que ya no existe, La Concordia vieja, que quedó bajo el agua, pues es parte de narrar la historia de ellos pero a través de mis ojos y narrar mi historia a partir de los relatos de ellos, también.
Entré a hacer esta maestría no porque me interesara tener un grado más, entré porque ya tenía de alguna manera, un trabajo que había comenzado a hacer en esa línea, que es trabajar con las fotos antiguas de un determinado lugar; ya lo había hecho con otro pueblo pero llegó el momento en que tenía que hacerlo con el mío. Hay cosas que ya tenía, otras se fueron dando a medida que fui avanzando con la investigación, este narrarse a través de la fotografía y relatos de los que lo vivieron y de cómo yo lo veo también, de dónde soy, de dónde parto, es este ir y venir con la vida, finalmente es este diálogo con la otredad.
Y hablando de la otredad, ¿cómo surgió la idea de esta exposición individual?
Fue una propuesta de parte de un amigo, de Jorge Marengo Camacho, que está interesado desde su área de trabajo, en cuestiones de intercambio internacional de los alumnos en la Unicach; surgió la propuesta del hecho de que ya tengo un trabajo de hace muchos años sobre viajes, no es algo que me saqué de la manga y me inventé, sino que ya tiene años que tengo una serie que se llama “La otredad es un viaje”. En esta ocasión decidí mostrar una partecita de ella.

¿Cómo abordas la otredad, a partir del concepto de Jean-Paul Sartre o más apegada a la visión de Octavio Paz?
Tengo, de acuerdo a mis lecturas, una gran influencia de toda esa filosofía existencialista, soy lectora de Paz de toda la vida, independientemente que se ha convertido en un postureo estar en contra de él; pero qué bueno que preguntan cómo llego a ese tema, he sido lectora de poesía y de filosofía muchos años. Ahora, ya con la cuestión académica entro a esta manera más formal de hacer ciencia, de aplicar la metodología para organizar un proyecto, para trabajar una investigación y, por supuesto, todas mis influencias, mi bagaje cultural, también están ahí, en lo que hago.
¿Y qué sentimiento aflora en Mariauxilio en la otredad: empatía, tolerancia o simple simpatía?
Creo que es parte del proceso de vida. La otredad es cómo te ves en el otro, pero también este asunto filosófico de yo soy a través de lo que me narro y a través de lo que les cuento a otros; esta cuestión que se da a partir de un replanteamiento de lo que es el narrarse, de explicarse, el ser, el devenir, el estar en la vida y en la muerte. Quizá no lo había enunciado pero creo que mi relación con este tema siempre ha sido una constante en mi trabajo. No como tolerancia porque el término tolerancia implica: lo acepto aunque no esté de acuerdo, sino más bien es como fluir y creo que ahí tiene que ver mi condición, y eso está intrínsecamente relacionado con el porqué dejé de exponer muchos años, que fue entrar al mundo de la meditación. Hay una relación ahí de mi práctica de la yoga, de la meditación o del budismo, que tiene que ver con esta cuestión de estar, de darse, de mostrarse qué tanto hay que estar y de dar, pero sí hay una búsqueda constante de tratar de entender al otro y de contarse y narrarse a partir de lo que uno es.
¿En general cómo describirías tu trabajo?
He hecho fotografía desde, podría decirse, varias especialidades. No quisiera nombrarme como una fotógrafa todoterreno porque sería muy presuntuoso pero creo que, como en todo, quienes hemos vivido de la fotografía, porque además eso es otra cosa, realmente vivir de esto, realmente ser independiente y vivir de tu trabajo, pues hay como dos partes en el oficio. Una la cuestión comercial, lo que he hecho de retrato, lo que he hecho con la arquitectura, lo que he hecho en lo editorial muchísimos años, la cuestión de iconografía también, y por otro lado, mi trabajo de autor, total y absolutamente personal, que son las fotos de los temas constantes en mi obra, que siempre van a ser estas cuestiones que tienen que ver con la naturaleza muerta, con el retrato y mis ires y venires, en donde capturo lo que considero que puede ser interesante, creo que si habría que llamarla de una manera pues es una fotografía narrativa, es una fotografía intimista, que se da a partir de una serie de relatos que yo misma me cuento y que intento transmitírselos a los otros, no sé si lo haga con éxito y las demás personas vean lo que yo estoy diciéndoles, no sé si lo logro pero al menos creo que después de muchos años de hacerlo, es una manera de nombrarlo, es una manera de enunciarlo; ¿qué haces?, pues cuento historias, en inglés hay una palabra que a mí me gusta mucho: storyteller, que es como narrador de historias y creo que en ese sentido lo hago a partir de mi trabajo.
¿Cómo han influido las nuevas tecnologías en tu trabajo como fotógrafa?
Comencé a hacer fotografía digital hace 12 años y como todos, comencé a usar no sólo la cuestión de la tecnología, sino todo lo que implica, el uso del Photoshop, la máquina, la laptop, todo, pero siempre he tenido una especie de distanciamiento con ciertas cosas en las que no estoy de acuerdo; es decir, para mí no es la fotografía digital muy trabajada en Photoshop, no es lo primordial en mi trabajo. Tengo otra manera de abordar, otra manera de trabajarla. Sí lo hago pero no dejo de hacer ni pensar mi fotografía analógica.
¿Y qué tanta apertura tienes en cuanto a la difusión de tu trabajo en las redes sociales?
Muy poca, realmente durante estos años he tenido muy poca presencia en las redes sociales, y aún así no me escapo del uso que se hace de las imágenes que he compartido. En un principio, precisamente por no saber cómo funcionaba, compartí algunas imágenes pero no deja uno de tener encuentros desagradables, que las utilicen sin tu debido crédito. Pero creo que eso forma parte de esta situación de las redes sociales. Siempre va a ser, es parte de los medios, aunque a uno le moleste, está implícita esta cuestión de que siempre va a haber un uso y abuso de las imágenes.
Aparte de la fotografía, ¿haces otras cosas?
¡Pues claro que hago otras cosas! (Risas) Porque aparte de fotógrafa soy terapeuta, soy sicóloga y hago sicología holística, trabajo con terapia del cuerpo, doy aromaterapia, masaje, yoga, meditación, es decir, eso se conjunta en el trabajo terapéutico. Ahí tengo estas dos partes de lo que podría ser Mariauxilio. Mis dos formaciones, por un lado mi formación como sicóloga y por el otro lado, mi formación en el trabajo de la fotografía y el arte, que es algo que he hecho toda la vida.
Mariauxilio, ¿qué son para ti los viajes, qué es viajar?
¡Es la experiencia más gozosa! Creo que si habría que definir lo que es una experiencia de vida, que ha sido enormemente gratificante para mí, es el viaje, es decir, porque finalmente la vida es un viaje, la otredad es un viaje, conocer al otro es un viaje, el viaje físico, el viaje mental, todo lo que implica cada vez que inicias esos tránsitos, esas trayectorias. Soy desapegada, con los años me he vuelto más desapegada de las cuestiones materiales y creo que la mejor forma de transitar la vida, en lo personal, es a través del viaje.

¿Qué proyectos a futuro tienes preparados?
Terminar la tesis, presentar el examen, que es algo que ya me está atormentando, honestamente, y una vez terminado eso pues ya que volví al circuito de las exposiciones, seguirme en esa línea, recuperar de alguna manera mi pulsión como fotógrafa, mi ánimo, mi energía en seguir trabajando y sacar cosas. Ahora sí quisiera trabajar en un libro, más que exposiciones, que igual se pueden dar en el camino y son bienvenidas todas, pero sí trabajar en algo que pueda conjuntar todo esto y tengo material suficiente con todas las experiencias de vida que he pasado los últimos meses, con relación a la muerte de mi madre, hay material que me puede dar para hacer otras cosas, para hacer una presentación quizás que vaya más allá de la fotografía, tal vez documentar algo, narrarlo, ya sea en un libro o en un documental, hay muchas cosas por hacer.
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PERFIL
Nombre completo: María Auxilio Ballinas Coutiño
Lugar de nacimiento: La Concordia, Chiapas
Fecha de cumpleaños: 5 de diciembre
Edad: 51 años
Estado civil: Libre
Número de hijos: Perrunos y gatunos. 4 perritas y dos gatitos.
Pasatiempos: Muchos, que tienen que ver con prácticas relacionadas al arte, cine, cocinar, viajar, Música: Tengo un gusto ecléctico. Me gusta más lo alternativo pero mi predilección siempre se ha encaminado al blues.
Fotógrafo de cabecera: ¡Uy! Mi fotógrafo de cabecera, pues me gustan varios. No puedo decirte que sólo hay uno, me encanta el trabajo de Duane Michals, me encanta el trabajo de Sophie Calle, me gusta mucho Harry Callahan, me gusta más ese tipo de fotógrafos, no soy de fotorreporteros, soy más de foto de arte, esa es la gente que me gusta mucho, Philip-Lorca diCorcia, Diane Arbus. Igual hay grandes cineastas fotógrafos, Wim Wenders es uno de ellos. Siempre hay esta cuestión de qué es lo que nos gusta, con quien nos relacionamos, qué es lo que más vemos y creo que eso lo tengo muy claro, ese es el tipo de fotografía que me gusta, esta fotografía narrativa, la de Michals, la de Sophie Calle, la de Callahan.
Poetas: ¡Uy, mis poetas igual! Tengo poetas de cabecera de toda la vida, mexicanos y franceses y de muchos lados; tengo la sana costumbre de que cuando me voy de viaje siempre leo algo del país a donde voy, no hay como que leas a Fernando Pessoa y que camines por Lisboa. Dentro de mis poetas mexicanos por supuesto siempre van a estar los muy conocidos y los totalmente clandestinos, y no quiero decir nombres porque sería una larga lista, pero tengo libros de cabecera. “El ala de tigre”, es uno de mis libros de cabecera, de Bonifaz Nuño, uno de mis poetas favoritos, tengo varios. Además, uno los toma como por temporada. Hubo un tiempo en que todo era “El otoño recorre las islas” (de José Carlos Becerra) y estás así como imbuida en eso. Pasan muchas cosas en tu vida como para que te agarres de un poeta determinado, hay tanto que leer y conocer y sobre todo si uno ya empieza a balbucear o tratar de entender en otro idioma, eso es maravilloso.
Ritual: Me encanta desapegarme de las cosas, siento una sensación maravillosa de paz cuando limpio y tiro cosas a la basura (risas) o regalo o me desprendo. De los rituales, ese de la limpieza es muy significativo, soy todo lo contrario de lo que sería alguien con síndrome de Diógenes, que es el acumulador (más risas). Quizá lo único que sea una constante en mi vida y ahora que hice esta exposición “La otredad es un viaje” son las cajitas de memoria. Durante muchos años guardé unas primorosas cajitas, y no soy mucho de guardar, aparte de las fotos, creo que lo único que guardo son libros y sobre todo guardo libros dedicados, he regalado una enorme cantidad de libros que los leo y los comparto, está dentro de mi práctica de vida siempre dar mucho, regalar mucho, siempre que viene alguien a mi casa le regalo cosas, siempre está esta práctica de dar. Entonces, esto de las cajitas de La otredad es un viaje, es muy significativo porque finalmente son cajitas de memoria, papelitos que fui guardando, pasaportes y fotos en cajitas. Las fotos siempre las he mostrado a lo largo de estos años de diferente manera y creo que esto fue lo más bonito de esta exposición, estas cajitas de memoria, está un boleto de avión, un billete, un pasaporte, una guía de metro, un mapa, una visa. Son cositas que guardé pensando precisamente en hacer esto, tengo muchas series a lo largo de mi vida, si hago una lista de series podría ser que tengo 20 o 25 series de cosas que se van repitiendo con los años. Hay unas que no crecen, que ya se quedaron ahí, ya no dan para más, ya están cerradas pero hay series que están siempre abiertas, “La otredad es un viaje”, puede ser una serie que puede abarcar mis 25 años de hacer fotografía porque siempre va a haber material para esa serie porque son de mis viajes, los retratos, todo lo que voy tomando. Si me pongo a organizar mi archivo podría hacer una serie de todas las bicicletas que he tomado por todos lados, podría hacer una serie de tacitas de café, podría hacer series de retratos de niños, de viejos, y eso va haciendo una especie de orden también, a pesar de todo, es la forma que uno le va dando, es como Jan Hendrix con su “Diario de fatigas”.
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EN CORTO
Luz: Sombra
Imagen: Memoria
Cámara: Instrumento
Formas: Líneas
Oscuridad: Luz
Color: Ausencia de color
Vida: Muerte
Experiencia: Travesía
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Más de Mariauxilio Ballinas
Compartimos con ustedes, queridos lectores, lectoras, una entrevista publicada en el diario Expreso Chiapas, en septiembre de 2003, para que conozcan un poco más a esta fotógrafa chiapaneca.
“El amor es a la poesía como el desnudo a la fotografía”
Leticia Bárcenas González
Originaria de la Concordia y sicóloga de profesión, Mariauxilio Ballinas ha tomado la fotografía como su modo de vida y es a través de la lente que ella concibe su universo, ese espacio en el que también hay lugar para los recuerdos, la música y la cocina.
–¿Qué te representa el término fotografía?
–Es un arte intermedio, un oficio en el que se trabaja con luz. Con él puedes captar la realidad, tu realidad, la que nos construimos diariamente y puedes también hacer un proceso de engaño óptico que te puede dar una visión del infinito o una parte de tus sueños, es decir, puedes también transformar esa realidad; no sólo es un registro, puedes también crear a partir de ciertas imágenes, construirlas.
–Entonces compartes la idea del fotógrafo mexicano Montiel Klint, quien dice que la fotografía siempre miente y que es un instrumento de poder.
–Claro que es un instrumento de poder, por supuesto, pero miente en cuanto a que muchas veces la gente en la fotografía descubre cosas que no ve diariamente porque no tiene la percepción de verlas pero que ahí están; hay gente que no percibe lo que muchas veces un ojo más entrenado puede ver.
–¿Tus conocimientos de sicología te han ayudado a retratar mejor a la gente?
–Me ha ayudado en cuanto a que tengo más conciencia de lo que es la percepción de la forma, de la figura. Quizá porque tengo más entrenada la pupila puedo diferenciar y percibir ciertas cosas y puedo entender ese proceso de introyección del conocimiento que puedes aplicar en el momento de hacer una imagen, es decir, primero te apropias del conocimiento, lo haces tuyo, y de repente haces una imagen, la haces usando todo ese bagaje; sí me ha ayudado muchísimo.
–¿Qué te atrae de la fotografía arquitectónica, no se contrapone a la emoción que puedes expresar en un retrato?
–Lo que pasa es que la fotografía arquitectónica es de alguna manera un proceso de registro y que me pagan por hacerlo; es mi trabajo por encargo, pero no por eso deja de gustarme, me encantan los espacios. He aprendido fotografía y arquitectura a la vez y sobre todo, conociendo la obra arquitectónica tengo cierto control de lo que es el espacio y su manejo, entonces no creo que tenga algún problema que ver con lo del retrato.
–¿Es cierto que no existe un fotógrafo que escape al desnudo?
–Puede ser que sí haya. Puede ser que exista gente que no haya tratado de hacer el desnudo. Se puede decir que el tema del amor es a la poesía como el tema del desnudo a la fotografía. Hay fotógrafos que tal vez nunca lo toquen pero cuando uno comienza, de alguna manera, es recurrente que se llegue a ese tema; sin embargo, es un asunto tan difícil que pronto te das cuenta que no lo puedes hacer cuando no sabes nada de fotografía porque requieres un gran control de la técnica para que salga algo que verdaderamente parezca agradable a los ojos, estético. Porque fácilmente se cae en lo burdo, en lo grotesco, en lo pornográfico, es un tema para muchos tabú, como puede ser otro, pero sí es un tema recurrente, la mayoría de la gente pasa por el proceso de hacer todos los temas fotográficos, que no son muchos, son cinco básicos.
–¿Cuáles son esos temas?
–Pues, se puede decir que los grandes temas de la foto son el retrato, la arquitectura, el paisaje, la naturaleza muerta y el desnudo. Y de esos temas se derivan infinidad de visiones. En la fotografía, igual que en otros temas, no hay nada nuevo bajo el sol y el cómo tú trates el tema es lo que va a hacer la diferencia.
–Tú ya has hecho fotografía de desnudo, ¿crees que las mujeres y los hombres aún le tenemos miedo al cuerpo masculino?
–¡No le tenemos miedo! Como fotógrafa he hecho de las dos cosas y me he sentido muy bien. Confieso que he hecho muy poco desnudo pero creo que no ha habido ningún problema entre retratar una mujer o retratar un hombre, o hacerme un autorretrato de ciertas partes de mi cuerpo, como lo puedo hacer de otra persona. También tiene que ver la relación que tengas con la persona a la que estás retratando; un desnudo difícilmente va a llegar por encargo, difícilmente una persona te va a decir me voy a desnudar sin que la conozcas; tiene que ser alguien conocido, tiene que ser alguien con quien de alguna manera tienes una buena relación, de lo contrario, puede darse dentro de la imagen del desnudo cierta violencia; eso se puede percibir en la imagen.
–Paulina Lavista, tu maestra, ha dicho que ha tenido que tomar fotos de desnudo a mujeres tan horribles que le había costado sobreponerse a ese horror que tenía frente a ella para hacer algo bello. ¿Has estado en el mismo caso?
–(Risas) No precisamente he hecho desnudo de mujeres horribles pero sí he hecho retrato a personas que me han costado un poco de trabajo; no hace mucho tuve una experiencia muy desagradable con una persona de la que, definitivamente, no salieron las fotos como ella esperaba, y es que el proceso del envejecimiento es difícil de aceptar en mucha gente, entonces, por más engaño óptico que hagas, por más trucos que puedas utilizar en todo, la fotografía, sobre todo el retrato, capta una parte de tu alma, representa una parte de ti, percibes lo que hay en esa gente por más maquillaje que haya por encima, se ve, entonces, a la gente que no está conforme con su imagen. Muy pocas ocasiones se presenta eso, pero, a veces, no deja de desconcertar cómo la gente se niega al proceso de envejecimiento.
En el caso de que te horrorice o no te horrorice una imagen, bueno, eso va a depender de qué sentido de la estética tengas porque también hay una estética del horror ¿no? También hay una estética no precisamente de lo bonito. Tuve una experiencia muy agradable con una amiga, que es bastante pasada de peso y que se veía tan linda aún con sus kilos de más, pero hay que buscarle de alguna manera esa parte que puedas retratar, que reproduzca parte de su personalidad y no creo que haya gente que se vea tan terrible que no quiera verse.
–¿Has realizado algún trabajo con animales?
–Sí. Cuando coordiné la iconografía del Diccionario Enciclopédico de Chiapas, me tocó hacer fotografía de muchos animales.
–¿Y de mascotas?
–He fotografiado durante años a mis mascotas, pero sí, tuve una experiencia algo desagradable fotografiando perros, no por los perros en sí, los perros son maravillosos, los que no son maravillosos son su dueños, a veces, porque la gente no está acostumbrada a pagar por una buena foto de mascotas. Sí he fotografiado mascotas y también ganado, que es un tema difícil, que no conocía. Me tocó hacer fotografía de ganado en dos ferias ganaderas, y me encontré que hay especialistas en el tema. Los mejores son los brasileños. Para mi fue una experiencia que me enseñó muchísimo porque pude diferenciar seis tipos de cebú.
–¿Te han llevado mascotas exóticas? ¿Alguna te ha dado miedo?
–No, así que digas que alguien me haya traído un lirón o una cacatúa, no, no, no. Tuxtla todavía es una ciudad pequeña y no tiene esas demandas tan extravagantes; va a llegar el momento en el que la gente las tenga pero todavía no. En mi publicidad puse, alguna vez, retrato incluyendo mascotas. Le puse ese anexo de incluyendo mascotas pero la gente todavía no está acostumbrada, como en otras partes; en Estados Unidos, por ejemplo, la gente retrata su mascota y tiene la foto en el escritorio; aquí todavía no se ha llegado a esa cuestión.
–¿Qué estás trabajando actualmente?
–Fotografía de arquitectura que es lo que tengo de encargo -se puede decir que es lo que hago más seguido-. Recientemente realicé un estudio para un grupo de música clásica y he hecho algo de retrato para algunas personas, también estoy dando los talleres y estoy tratando de darme tiempo para hacer cosas más personales.
Tengo varios proyectos en la cabeza, que no he podido aterrizar, de lo que quiero hacer para una exposición. Ya estoy trabajando en algunas ideas de lo que quiero montar para una gran exposición, tal vez a finales de este año o a principios del otro, algo totalmente diferente de lo que he hecho hasta este momento; he realizado una fotografía, se puede decir más técnica dentro de lo que puede ser hasta convencional; ahora estoy trabajando otros temas que no había hecho como mucho color, aspecto que había dejado de trabajar; estoy haciendo color con proceso cruzado, estoy trabajando con mucha diapositiva, medio formato y creo que pueden salir cosas interesantes de ello para una exposición. Una exposición que ya no tenga la visión de lo que había hecho hasta hoy de fotografía sobre un soporte que es un cuadro, si no otro tipo de cuestiones, se puede decir algo más conceptual o alternativo, como dicen.
–¿Qué tan cierto es eso de que a los fotógrafos les pesa el tener que estar sujetos a la realidad? ¿Es la cámara una fuga o una terapia?
–(Risas) La fotografía sí, dependiendo de la especialidad a la que te dediques, por ejemplo yo no hago fotografía de prensa y eso me salva de muchas cosas, me salva de tener que recurrir a ciertos temas, me salva de fotografiar tal vez lo que es el lugar común, lo doloroso, como fotografiar la miseria, la pobreza y todo ese tipo de cosas. Tengo más opciones para hacer cosas creativas. La fotografía en determinado momento se convierte en el leif motiv de tu vida y puede ser tu terapia, tu forma de vida, tu pasión, tu forma de ver las cosas, es decir, tu vida vista desde la fotografía.
–¿Cuál es tu imagen de la antigua Concordia?
–Pues es algo muy raro porque yo sé que nací ahí pero no me acuerdo, entonces, la imagen que tengo de ese pueblo son esos trozos de sepia que he ido recobrando en mi memoria a través de las fotos que he logrado rescatar. Es difícil saber que naciste en un lugar que ya no existe. Saber que tu ombligo se quedó por ahí, flotando, en el caso de mi pueblo que desapareció bajo el agua, es más difícil porque sabes que tu raíz está ahogada, que se quedó ahí y que la única manera de recuperarla es a través de la imagen, que eso es para mí doblemente satisfactorio porque me dedico a la foto y puedo rescatar fotos y así reconstruirme una idea de lo que fue mi pueblo.
–¿Sueñas en blanco y negro o a todo color?
–(Risas) Aunque no me lo creas, a veces sueño en blanco y negro. Sueño como de película, a veces siento que tengo movimiento de cámara incluido. Es raro, a veces sueño hasta cosas que voy a fotografiar, eso es muy padre. Se me quedó un sueño: venía caminando –no conozco Brasil, algún día lo conoceré- en una calle y veía una pared amarilla, amarilla, amarilla y veía una cortina roja y decía “estoy en Brasil y voy a fotografiar esa escena”. (Más risas).
–¿Te consideras una mujer voyerista?
–Si, definitivamente. Me encanta ver y eso provoca muchos problemas, sobre todo en la gente, porque si quedas viendo una mujer, ella empieza a verte sospechosamente; si quedas viendo un hombre, cree que le estás coqueteando. Ves todo a tu alrededor y te vuelves muy observador de muchas cosas, puedes ver la belleza en muchas cosas, en donde menos te lo imaginas, bueno, eso a veces te convierte hasta en un perverso, en el sentido de lo que puede ser un perverso “agradable”. De que puedes tener siempre muchas imágenes en tu cabeza y que, de alguna manera, esa es la forma en que te apropias de las cosas.
–¿A quién te gustaría retratar?
–¡Ay! Me gustaría retratar al hombre que considero el más guapo sobre la faz de la tierra. Me fascina un actor americano, ¡es un cliché lo que te voy a decir! Me fascina George Clooney, se me hace así como la belleza personificada y me encantaría tener la oportunidad, aunque sea de fotografiarlo, en un lugar donde no esté actuando, tal vez en un café y que no se diera cuenta. Y no para vender la foto como paparazzo, sino por el puro placer de tener una imagen de alguien que me fascina.
–¿Qué parte del cuerpo le fotografiarías a Pablo Salazar?
–¡¿A Pablo Salazar?! Ya una vez le hice un perfil y creo que no salió muy bueno porque es bastante “llenito”. Tal vez le haría un close up de los ojos. Porque con eso que el lugar común dice que son las ventanas del alma, pues para saber qué hay ahí.
–¿Y a Martha Sahagún?
–¡Ay! Martha Sahagún. Con ella retrataría lo que la pierde, su boca.
–¿Cuál es el mejor ángulo de Mariauxilio Ballinas?
–Pues, creo que girando la cabeza para atrás, que se me vea lo menos posible la cara. (Risas).
–¿Quién te gustaría que te retratara?
–¿Así como sueño guajiro? Pues me encantaría que me retratara Richard Avedon o Annie Leitvobitz.
–Dices que te gusta realizar la fotografía “directa”, ¿en el amor también eres directa o te gusta rodear el charco?
–(Risas) ¿En el amor? ¡Híjole! El amor sólo lo conozco por las películas. Creo que soy tan directa que eso me ha provocado muchos problemas.
–¿A quiénes has auxiliado?
–He auxiliado a dos que tres poetas perversos, dos que tres fotógrafos mala onda, a muchos amigos gorrones, a muchas personas que ni conozco y trato, en la medida de lo posible, de ayudar a mis amigos.
–¿Nunca pensaste firmar con otro nombre?
–No, no me imagino poniéndome un seudónimo. Me dio tantos problemas tener un nombre tan fuera de lo común que ponerme otro hubiera significado una crisis existencial más en mi vida. (Risas)
–¿Te han robado alguna obra en una exposición?
–No, tal vez porque he tenido pocas. (Risas). No, no me han robado fotos pero elementos de la fotoinstalación sí. En la fotoinstalación Variaciones sobre Adán, que está en el Centro Cultural Jaime Sabines, se “desaparecen” las manzanas.
–Ya te habrán preguntado cuál es la mejor fotografía que has hecho, ¿cuál es la peor?
–¡La peor! Tengo una guardada que es el homenaje al error técnico común. La tengo guardada porque me encanta. Hice una foto de la sobrina de una amiga, con su lindo vestidito rosado de quinceañera y la puse a posar en un atardecer muy muy dorado para su piel, porque ella es muy morena, y además, ¡sale toda mi sombra sobre su vestido! Fue un terrible error técnico pero la guardo porque después de todo, también tiene su encanto guardar los cadáveres.
–A estas alturas de tu carrera, ¿te ha pasado lo que a cualquier fotógrafo principiante: que se te vele el rollo o que no coloques bien el rollo y no corra?
–Por supuesto, eso no deja de pasar. Te pueden pasar las cosas más obvias en la fotografía ya que tiene que ver con tantas variantes, por ejemplo, puedes tener la certeza que va a salir la imagen y puedes echarla a perder en el proceso de revelado. Es decir, hasta que no veas la imagen no hay fotografía a salvo.
–¿Qué poetas te conmueven?
–Me fascina la poesía de Constantino Kavafis. Me fascina José Carlos Becerra, me encanta su libro El otoño recorre las islas, es uno de mis favoritos.
–¿Y qué música escuchas?
–En español me gusta Joaquín Sabina, es uno de mis cantantes favoritos; lo escucho bastante pero también me gusta el blues, jazz y también música clásica.
–Cuando haces retrato, ¿escuchas música?
–Sí. Cuando hago fotos en el estudio siempre es con música. La última sesión fue con Dead can Dance que es un grupo alemán y la música es tan cachonda que terminé quitándoles la camiseta a los músicos que estaba fotografiando. Sí, siempre que puedo escucho música. Pink Floyd me encanta. Se puede combinar muy bien el trabajo de la fotografía y la música.
–A parte de la fotografía, la música y la poesía, ¿qué te brinda placer?
–Cocinar, me encanta. Me salen muy bien las pastas, las berenjenas, el pavo. Tengo varias recetas secretas. Me gusta cocinar y me gusta invitar a la gente a que pruebe mi comida. Es alguna de las cosas que hago con mucho gusto; de vez en cuando invito a algún amigo, alguna amiga y cocino para ellos por el puro placer de ver que les guste la comida y para tomarse un vinito y platicar.
–¿Y qué tal los postres?
–Soy malísima para los postres. Esos, definitivamente, los compro porque me salen fatal.
–¿Cuál es tu comida predilecta?
–Me voy a ver muy snob pero me encanta el salmón. Es algo que me gusta muchísimo. En verduras me gustan los sabores fuertes como las berenjenas, los espárragos, las aceitunas negras, las alcaparras; el aceite de oliva, me gusta mucho la cocina mediterránea.
–¿A quién invitarías a cenar contigo en una velada “especial”?
–¡Ya te dije quién es mi amor! Invitaría a cenar a George Clooney, el hombre más guapo del planeta, pero ese es un sueño guajiro, tal vez invitaría a una persona más accesible. ¿A quién invitaría? ¡Híjole! No sé, tendría que revisar mi agenda.
Jorge Pantoja, promotor cultural II
Continuamos la charla con Jorge Pantoja, autor de varios documentales y de un libro donde habla de la contracultura en la Ciudad de México, especialmente del movimiento Rupestre; conocido también por ser el fundador del Tianguis del Chopo, quien se autodenomina comunicador pero que es reconocido no sólo por esa faceta sino también como un experimentado gestor cultural.
“La unión hace la fuerza y hay que buscar maneras creativas, originales, frescas, para vender el producto”
SEGUNDA DE DOS PARTES
Leticia Bárcenas González / Gabriela G. Barrios García

-¿Y de gestor sí se vive?
Regular también. A los productores les pagan muy mal. A mí haber brincado al Chopo me ayudó; al ser promotor y ser el que manejaba la comunicación del Museo, me nombran subdirector y es así es como pude ganar más. Porque de productor de barriadas y que hagas eventos de la comunidad, a veces ni te pagan.
-¿Qué opinas que ahora existan carreras como Gestión de las Artes?
¡Me parece muy bien! Yo he dado charlas en México, en la UACM (Universidad Autónoma de la Ciudad de México), allí dan la materia de Gestión, pero aún siento que no contemplan todo. En mi experiencia, el promotor debe ver todo en conjunto. Debe ver desde que estén las sillas, la lona y el audio, hasta que la gente llegue, a parte deben saber de cultura, que sepan quién atrae gente. Siento que todavía le falta meterle más a ese tipo de programas.
– A Desmesuradas, nos interesa saber ¿cómo ves tú, cómo miembro de la comunidad cultural, el panorama profesional en ese sector?
Muy bien en algunas cosas y muy mal en otras. Hay una gran crisis de empleo para la comunidad cultural, hay poco trabajo para los artistas. No hay un programa de empleo, así como tal, para la cuestión cultural. Aparte, siento que no habría recursos para tener todo porque ahora resulta que hay muchísima gente que se dedica a la cultura, muchos grupos, muchos colectivos, esto por una parte y por la otra, ante eso tienen que buscan sus propias formas de sobrevivencia; se abren espacios, buscan sus propias formas autogestivas de financiarse. Está la crisis y la gente va sorteando las cosas.
-¿Crees que hace falta que surja otro movimiento como Rupestre para rescatar artistas marginales, por ejemplo del Hip Hop, ante tanto reguetonero y música banda?
Me preguntaban los grupos locales ¿qué hacer? Hacer lo que hizo Rockdrigo (Rodrigo Eduardo González Guzmán). Armar un movimiento para que se note, que haga ruido, que busque espacios y exponiendo, claro que sí. Siento que la unión hace la fuerza y lo que hizo Rockdrigo de formar a los Rupestres fue una manera de vender algo ingenioso, algo novedoso; iban como cantautores por su cuenta y era más difícil, pero como Rupestres el INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) les abrió un espacio, la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) les abrió un espacio, el antiguo SUTIN (Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear) les dio un teatro para que hicieran ahí un ciclo. Siento que la unión hace la fuerza y que hay que buscar maneras creativas, originales, frescas, para vender el producto.
-¿Cómo ha influido el uso de las nuevas tecnologías en tu labor como promotor cultural o estas nuevas tecnologías como podrían coadyuvar a esas acciones para la promoción de los grupos?
¡Muchísimo! Yo trabajaba en el gobierno perredista en la Ciudad de México y me desilusionó mucho porque pensé que la cultura iba a ser lo principal y resulta que fue lo contrario. Empezaron a cancelar tocadas de rock; los espacios de teatros y casas de cultura que antes eran libres para la gente, ahora los rentan. En fin, eso me obligó a hacerme independiente y creé una asociación civil, lo primero que hacemos fue una página web en la que se bajaron 3 mil 500 ejemplares de Rupestre digital y nos dimos cuenta que las descargas eran en España, en Inglaterra, en China, en Islas Caimán, en Canadá, fueron muchas aquí en México. También tengo una página en Facebook, actualmente tengo en Youtube una cosa que se llama Pantobras (de Pantoja y Obras), Pantoja tv donde está Rupestre y llevamos ya 13 mil vistas. Hemos aprendido a usar las redes sociales; sin embargo, se está dando una cosa media traicionera porque uno anuncia un evento en estos medios y la gente dice que sí va a ir y no llega, entonces, hay que esforzarse para que no sólo sean redes sociales sino que sigamos usando todos los medios.
-¿Cuál fue el propósito de venir a Chiapas?
Vengo a presentar el documental “Rupestre”, el documental “En la periferia” y el libro “Rupestre” también, y por supuesto a una charla con músicos. Me invitó Carmen Lambertinez, una chavita, que su papá es maestro de redacción en el Colegio de Bachilleres, y un día le dio el libro “La contracultura en México”, de José Agustín, ahí supo de mí. Ella era una preparatoriana y a partir de ahí me empezó a seguir la pista. Hace un año me entrevistó por teléfono para su programa de radio y ahora me invitó. Convenció a sus jefes de la Unicah y me invitó al festival universitario “Los de Abajo Fest”.
– ¿Crearías otro Tianguis del Chopo?
¡Sí, cómo no! Actualmente es un reflejo de la crisis, ahora venden ropa, venden tenis, ya son bien pocos los puestos que hay de música y el intercambio, que era la esencia del tianguis, lo echaron hacia el final, le ponen un mecate para que no pasen de ahí. Aparte de que ya ni anuncian que se intercambia.

-¿Crees que se puede recuperar su esencia?
Están como en crisis. Hay una mesa directiva y se pelean mucho. Aparte, les cayó la delincuencia de la zona, estaban vendiendo drogas, ya hay muchos problemas. Es muy difícil.
-¿Qué proyectos estás por emprender?
Con la Asociación Civil he realizado “Rupestre”, “En la periferia” y actualmente estoy trabajando con grupos de rock que tocan para niños, también como documental. Además, tengo la idea de hacer un libro, en el que se cuente con reportaje o crónica lo que se vive en las zonas que han dejado huella, que han dejado generaciones marcadas, entonces pensé en Tepito con todo lo que hay de cultura ahí o Neza. Y me voy a ver muy mal pero pienso incluir un capítulo en el que alguien me entreviste a mí para que diga lo que he hecho. También quiero hacer un homenaje grande a José Cruz (Camargo Zurita), el fundador de Real de 14. Otro proyecto que estamos preparando se llama “Música y vidas al límite”, la idea es llevar un dúo, amigos nuestros que son rupestres y que tocan guitarra y un clavecín, o sea música muy fina, música muy sublime, llevarla a zonas muy agrestes, por ejemplo a una zona petrolera o que toquen con reclusos, la idea es llevar algo muy sublime a gente que viva situaciones muy duras.
-¿Algún proyecto para Chiapas?
Hay un chavo que me abordó en el festival, tiene mucho material sobre grupos de rock y estamos planeando incluirlo en un proyecto. En noviembre se resuelve si le entramos o no le entramos. Y del libro por zonas estaba pensando en Neza, y ahora pensé aquí en Chiapas.
-Un mensaje para la banda:
Estamos viviendo una situación donde los gobiernos son muy débiles y por otra parte están muy interesados en los jóvenes. Pónganse duros, creen espacios, busquen formas que generen recursos, que les permitan cobrar para las tocadas; no se dejen, los lugares públicos tienen que hacerlos suyos porque pertenecen a todos, son dineros de todos. Mi mensaje es organizarse y ya que son creativos y son movidos con su música, demuestren a nivel terrenal qué es vivir de esto, la cosa no es sólo adentro sino vivir de esto.
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PERFIL
Nombre completo: Jorge Pantoja, desde que era reportero acuñé mi nombre para ser reportero. De hecho a mi mamá le dije: Mamá me voy a quitar su apellido porque quiero figurar como reportero. Me dijo: Haz lo que quieras (risas)
Lugar de Nacimiento: Distrito Federal
Cumpleaños: 8 de agosto
Edad: 61 años
Número de hermanos: Seis
Estado civil: (risas) Soltero
Número de hijos: Dos.
Pasatiempos: Tengo muchísimos. Ahorita estoy componiendo canciones. Y veo mucho cine, muchos documentales y escucho muchísima música.
Música preferida: Soy melómano. Escucho de todo. Tienen que ver mi muro de Facebook, en vídeos, llevo 13 canciones compuestas. Tengo una de cha cha cha, tengo un danzón, tengo un son cubano, lo último que compuse fue una bosa nova.
Escritor: Híjole, está difícil.
Músico: ¡Músicos son muchos! De músicos mexicanos me gustan mucho los grupos de mi época como Peace and Love, El Ritual, Chac Mool y extranjeros ¡uff!, es sin parar la lista: Bruce Springsteen, David Bowie; de los nuevos como Gotye, Leon Russel… es interminable la lista de músicos.
Comida favorita: Ahora comida orgánica.
Ritual: Sí, muchos. (Risas) ¡Tantos que hasta me dio dermatitis en las manos! (Más risas). Lavarme las manos constantemente. Mis rituales son varios, son muy relacionados con el trabajo, me preocupa dejar pendientes de trabajo.
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EN CORTO
Rock: Vitalidad
Cultura: Espíritu
Ciudad: Muchedumbre
Promoción: Conocimientos
Anarquía: Fuerza
Chopo: Entrañable
Rupestre: Amigos
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Jorge Pantoja, promotor cultural
En México, como en otros países, desde hace muchos años ha existido una cultura “underground” que poco a poco se ha abierto espacios para subsistir, en ello mucho tienen que ver los promotores culturales y su ardua labor.
“El promotor debe ver todo en conjunto, desde que estén las sillas, la lona y el audio, hasta que la gente llegue”
PRIMERA DE DOS PARTES
Leticia Bárcenas González / Gabriela G. Barrios García
Jorge Pantoja es autor de varios documentales y de un libro donde habla de la contracultura en la Ciudad de México y sus alrededores, ha realizado entrevistas a grandes exponentes de la música, y él mismo hace música: “hago música por hobby, siento que es un reencuentro con mi papá porque él era músico y quería que yo fuera músico; no lo fui porque nunca pude despegar el pie de la mano, tenía una batería, y eso se logra con técnica”.
Sin embargo, su pasión es la comunicación, carrera por la que entró a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque muy pronto se desilusionó de ella: “me cambié de carrera porque la vi muy ´barco´, las chavas querían entrar a Televisa, querían salir en ´24 horas´, se la pasaban peinándose en el salón. Aparte yo iba tras los maestros famosos, como (Miguel Ángel) Granados Chapa y él no llegaba. Yo llegaba a las siete de la mañana a Ciudad Universitaria (CU), aunque vivía bien lejos, con la idea de ver a Granados Chapa y llegaba un tipo que sabía menos que yo, un chavillo que decía: el maestro no va a venir, pero vamos a revisar tal cosa. Entonces tomé la decisión de mudarme de carrera y me pasé a Sociología, aunque con la idea de ser reportero”.
Y es precisamente la comunicación, la que lo llevó a conocer gente que, consciente o inconscientemente, le permitió ser parte de un movimiento cultural genuino, polémico y que sigue vigente y que él ha ayudado a que lo conozcan otras generaciones, incluso fuera del país.
El video “Rupestre”, del cual es productor, ganó el premio Mejor Documental Musical en el Festival Internacional de Cine de Chipre y “tiene como ocho nominaciones o mención especial en festivales que te escogen y no es concurso. Con el documental ´En la periferia´ llevamos dos festivales, se exhibió en la Cineteca Nacional y se exhibió en Uruguay y ahorita estuvimos en el Festival de Quimeras del Estado de México y estamos concursando en Chipre, a ver cómo nos va, en mes y medio se resuelve”, dice con emoción Jorge Pantoja.
A pesar de este importante trabajo de difusión sobre el movimiento Rupestre, el eslabón perdido en la historia del rock nacional, como ha dicho el director Alberto Zúñiga, a Jorge Pantoja se le conoce más por su idea de crear un tianguis cultural basado en el trueque como forma de pago, llamado El Tianguis del Chopo, en el que los jóvenes de esa época y de la actual, aunque en menor medida, podían encontrar discos no sólo de los integrantes de Rupestre sino diversos productos relacionados con la contracultura en México.
El 4 de octubre cumplió 36 años de fundado el Tianguis del Chopo y coincidió con la realización del festival universitario “Los de Abajo Fest” en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en el que Jorge Pantoja fue invitado de honor. De esta visita y su trabajo conversó con Desmesuradas:

-Jorge, ¿en qué papel te sientes más cómodo: legislador, editor, productor de documentales, promotor cultural?
En todas mis facetas. El (concierto del) Chopo fue una cosa que inventé hace 36 años y hasta la fecha sigue vigente. Me asocian como promotor de grupos de rock y que hago documentales. Todas las facetas las he gozado y muchas las he padecido; sin embargo, si me preguntas, yo no tendría, así como una favorita. De alguna manera le he puesto coco a mis cosas, no sólo programo proyectos así como así, le pienso y digo: ¿cómo le hago para que la gente venga, para que se emocione, para que participe? ¡Es que soy un comunicador! En mi primer trabajo profesional fui reportero y no lo he soltado, sigo redactando, sigo escribiendo, sigo buscando formas para que la gente se entere de lo que hago.
-¿Qué te motivó para iniciarte como promotor cultural?
Fue accidental. Era reportero para la UNAM, cubría al rector, cubría científicas, cubría humanísticas, cubría de todo. Iba a entrevistar a doctores de física cuántica, iba a actos bien oficiales, me obligaban a usar corbata. Sin embargo, cuando me tocaba hacer lo de cultura le ponía como más cariñito, le ponía más feeling, (risas). Hacía entrevistas. Me tocó estar en la UNAM cuando llegaba (Alfredo) Zitarrosa, entrevisté a Chava Flores, entrevisté a Guadalupe Trigo.
En la oficina donde estaba cultura, me adoptaron. Cuando renuncian a un cuate del área, éste me dijo: Me preocupa que suspendan el ciclo de rock que yo coordino, ¿tú me lo puedes cuidar? Y como nunca sé decir que no, dije sí. (Risas). Yo era reportero de tiempo completo. Y me quedo con ese sitio de rock ahí, en CU. Entonces al ciclo de rock le aplico lo mío. Yo era comunicador, hacía boletines de prensa, los metía en la exhibición de la UNAM –que pagaba mucha publicidad y tenía mucha presencia en los medios– y mi boletín aparecía en todos los periódicos, a ese ciclo lo hice muy famoso.
Y un día, el coordinador de teatro de CU, que era el papá de Gael García, me manda a entrevistar a Ángeles Mastretta, en ese tiempo directora del Museo del Chopo. Ella me dice: Oye, perdona, ¿quién hace el sitio de rock que sale por todos lados? Y cuando le dije que yo, respondió: ¿Tú? Tú eres el reportero, tú eres el fotógrafo. Hazlo aquí, para El Chopo. Y ahí cambió mi vida.
-Cuenta a los lectores de Desmesuradas, ¿cómo surgió la idea del Tianguis del Chopo?
El tianguis fue una de las muchas cosas que inventé porque coincidí con Ángeles (Mastretta), quien me dijo: Nada más dos cosas, una, inventa lo que quieras y la otra, no hay ni un peso. Entonces lo que hice fue inventar cosas autogestivas, que se financiaran por su propia taquilla. Inventé el ciclo de rock, que fue muy famoso durante cinco años, el tiempo que estuve allí. Inventé una exposición de portadas de discos, que era una galería y que nunca se había hecho, había portadas que tenían mucha calidad en el diseño. Inventé un recital de rock y la cuarta cosa que inventé, que fue el 4 de octubre de 1980, fue El Tianguis del Chopo.
Aunque se escuche muy petulante, la idea central del tianguis, y que lo mantiene vivo hasta la fecha, es que era un tianguis de intercambio, esa idea fue la que lo hizo singular; lo programé para cuatro fines de semana y duró dos años dentro del Museo. Vivíamos en los (años) 80 del siglo pasado, y estábamos pasando una devaluación del peso, como ahorita. Estábamos en un país donde no había dinero y la UNAM anuncia un evento bajo sus techos, en el edificio del Chopo, entrada libre, los chavos podían llevar sus discos y llevarse otros, pues lo vieron como algo muy sui géneris.
-¿Quién es la persona que más influyó en tu formación?
Mi papá porque me enseñó a escribir a máquina. Él trabajaba en dos grandes sinfónicas, pero como sabía escribir a máquina, porque su mamá lo metió a aprender mecanografía, cuando entra a la sinfónica lo ponían a que hiciera la parte administrativa, que eran las bajas, las muertes, etcétera. Entonces, en casa siempre había una máquina de escribir mecánica, creo que desde los dos años yo ya escribía algunas palabras.
Y cuando entro a la facultad, entro a estudiar Comunicación, para mí hacer una nota informativa era como muy fácil. En el CCH (Colegio de Ciencias y Humanidades), un maestro me dijo cuando vio mis trabajos muy bien redactados y con buena presentación: Tú vas a hacer periodismo, ¿verdad? Según yo, iba a ser escritor, me hubiera muerto de hambre (risas). Sí, fue mi papá quien más influyó.