Creo que el fragmento es la forma que mejor refleja esta realidad en movimiento que vivimos y que somos. Más que una semilla, el fragmento es una partícula errante que sólo se define frente a otras partículas: no es nada sino es una relación. Un libro, un texto, es un tejido de relaciones. Octavio Paz.
El tecleo de una computadora, se mezcla con la voz masculina que habla de cotizaciones, la música de trova es acompañada con la voz de una mujer que conversa sobre el último requerimiento de administración, el ruido peculiar de la única máquina de escribir eléctrica, el sonido continuo del aire acondicionado, el chistar de unas hojas al caer, el golpe seco de un sello, pasos rápidos alejándose, murmullos en diversas direcciones, el chillido de una silla metálica arrastrándose, el ring de uno, de dos, de tres teléfonos, tacones de mujer acercándose. Este es tan solo un fragmento de sonidos cotidianos de una oficina, los cuales pasan desapercibidos por los que habitan en él, es un paisaje sonoro.
Murray Schaefer denominó paisaje sonoro (Soundpace) al entorno acústico “con este término me refiero al campo sonoro total, cualquiera que sea el lugar donde nos encontremos. Es una palabra derivada de landscape (paisaje); sin embargo, y a diferencia de aquella, no está estrictamente limitada a los lugares exteriores. El entorno que me rodea mientras escribo es un soundscape, un paisaje sonoro”.
Este músico y paisajista sonoro menciona además que la variedad de sonidos se originan de diferentes fuentes: natural, antropogénico, urbano o rural, y componen el ambiente acústico de cada área en particular.
Por ejemplo, en los paisajes sonoros rurales la combinación y configuración espacial de habitats naturales y seminaturales afectan la intensidad, dominio, encubrimiento y propagación de éstos, como el canto de un gallo al amanecer o el estruendo de cohetes de una fiesta popular. En cambio, los paisajes sonoros urbanos son producidos por actividades antropogénicas, como el sonido de maquinaria o de automóviles.
Los sonidos evocan recuerdos, imágenes; provocan sentimientos gratos o desagradables. Emociones que estremecen, nos hacen sentir bien o que nos dejan tensos y hasta de mal humor.
El oído va a los lugares que la vista no alcanza como el grillo en la noche, los sapos, lo que sucede en la calle cuando estamos en casa y hasta la cotidianidad de nuestro vecino. Podemos cerrar los ojos pero es muy difícil dejar de oír.
Murray Schafer menciona que así como el ojo recorre los objetos y los interroga de diversas maneras, la oreja escucha al mismo tiempo de maneras distintas. Identifica cuatro modos o intenciones de escucha: oír, escuchar, entender y comprender.
En cada expresión, inherente a un cierto grupo de individuos, ya sea transmitida de generación en generación o recreado en función de su entorno, los sonidos tienen una función de identidad social específica, con un significado propio.
El Paisaje Sonoro es el resultado de esa interacción de los sonidos de la naturaleza con aquellos producidos por el hombre, que es recreado es por ello considerado un patrimonio cultural intangible.
¿Qué pasó con los sonidos cotidianos en la vida de nuestros padres? ¿qué pasará con esos sonidos que ahora son parte de nuestra cotidianidad? ¿serán los mismos que nuestros hijos conocerán?
A pesar de ser efímeros y no renovables los sonidos forman parte inevitable de nuestras vidas. Es por ello, que desde enero de 2006, el sitio www.archivosonoro.org se ha dedicado al registro y publicación de sonidos, para que perduren en la memoria colectiva.
El correr de un río, el graznido aves en el parque, los vagones del metro, la voz de vendedores, cajas musicales, música en el cine, la radio, himnos nacionales, recetas de cocina, campanas, lecturas y voces de personajes son de los muchos sonidos que forman parte de su acervo.
La cual es una iniciativa privada sin ningún ánimo de lucro, los documentos que se disponen al público a través del sitio web y del sistema de Podcast www.archivosonoro.org/podcast.php son completamente gratuitos y compartidos bajo las licencias libres de Creative Commons: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/deed.es
Dicho sitio se ha dedicado a promover la participación para la conservación y difusión del patrimonio sonoro mediante la creación conjunta de un archivo sonoro para coadyuvar a las acciones de personas e instituciones preocupadas en el rescate y conservación del patrimonio intangible de la historia de la humanidad.
Se compromete a difundir la importancia de adquirir una nueva manera de escuchar para aprender a distinguir los silencios, los sonidos cotidianos y los sonidos que muchas veces pasan desapercibidos. Generar no sólo el interés por distinguir los sonidos del entorno propio sino también conocer las diferencias que hay entre los paisajes sonoros de un lugar con otro.
Es importante adquirir una nueva manera de escuchar nuestro contexto, en el que generamos espacios vivos y cambiantes. Apreciar y entender nuestra identidad a través del sonido es un ejercicio necesario y saludable.
Movidos por el interés y la disposición no sólo para aprender a escuchar el entorno y a disfrutar de él, sino para seleccionar y archivar, www.archivosonoro.org cuenta con diversas categorías que se han denominado canales: Ambiente natural, Ambiente rural, Ambiente urbano, Anuncios, Cajas musicales, Cine, Comerciales, Esperimentación sonora, Himnos nacionales, Iglesias, Lecturas temáticas, Música, Objetos sonoros, Personajes, Radio, Recetas y Sonidos históricos.
Este archivo sonoro será un punto de referencia, comunicación e intercambio entre habitantes de Chiapas, con otros del país y del mundo, interesados en conocer la distinción que existe en los lugares en que habitan, debido a sus diferencias; de esta manera se brinda la oportunidad de que generaciones siguientes conozcan parte de su historia.
Con el intercambio de sonidos a través de donaciones conocer el paisaje sonoro de otros lugares y este sitio se convierta en un espacio de aprendizaje, gozo e intercambio. Se cuenta además con el apoyo de las redes sociales como el twiter y facebok.
Si tienes algún registro sonoro te invitamos a compartirlo con los visitantes de www.archivosonoro.org escribe a donaciones@archivosonoro.org Tu contribución ayudará a otras personas en sus investigaciones o creaciones artísticas, ya que al compartir tu registro podrá inspirar a otros a conocer más del suceso auditivo.
Fuentes consultadas: R. Murray Schafer, Hacia una educación sonora, 1992. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Radio Educación. ISBN 970-35-1020-5 (Truax, 1999: Schafer, 1977) Citado por Papadimitriou, K. «Trazando las modificaciones del mapa de un paisaje sonoro rural. Estudio de caso de Antinioti, Corfu, Grecia». Foro mundial de ecología acústica. México, 2009. p. 17.
Texto publicado por Gabriela G. Barrios García en la Gaceta de la Universidad Intercultutal de Chiapas. Número 24. Año 5. Abril 2011.
Al salir del trabajo tenía que tomar el conejobus, así que me dirigí hacia el boulevard, al dar vuelta vi un listón amarillo y una cabeza de tiburón… sí, ¡de tiburón! Y sale de la banqueta, arriba se puede leer que es una banqueta que muerde. Sentí miedo al imaginar mi pie dentro de ese enorme hueco que ya otras veces he sorteado al pasar por ahí. ¿Y si la próxima vez no tengo tanta suerte? ¿Y si el tiburón muerde mi pie? ¿Y si le gusta mi sabor? Aunque no sé, quizá el tiburón no quiere morder a alguien, ni siquiera asustarlo, quizá sólo quiere escapar del olor nauseabundo que emana de la cavidad banquetera, ese olor que trajo a mi mente el libro El Perfume.
Otros pasos más, veo una pequeña rampa y una patineta que me hacen pensar en los deportes extremos, esos que aceleran la producción de adrenalina en el cuerpo, los que según Wikipedia ya por el peligro y la dificultad para realizarlos es que se les consideran extremos, y que además requieren cierta dosis de exigencia física y sobre todo, mental, claro… para brincar con éxito un hoyo se requiere calcular la velocidad, altura, distancia, etcétera.
El olor me obliga a voltear el rostro a la derecha, descubro entonces un cono blanco, semejante a una telaraña, está… obviamente, sobre otro hoyo de la banqueta, del cual brota algo de hierba. Es para que quienes osan pasar por esta parte de la ciudad dejen algún comentario sobre la instalación o sobre la banqueta o lo que quieran decir, me explica un chico sonriente y de pelo largo.
La instalación la realizaron estudiantes universitarios, convencidos que el arte es un medio de expresión para crear conciencia mediante una experiencia visceral o conceptual, y en este caso con el propósito de expresar no sólo su preocupación o inconformidad como peatones sino también como una llamada de atención a las autoridades, asociaciones o ciudadanos para que se realicen acciones que remedien el riesgo que viven los peatones al transitar por esta vía: Boulevard Belisario Domínguez, esquina con calle J. Eduardo Selvas de la colonia Magisterial, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Las otras fotos, esas en las que se ven botellas desechables de refresco y bolsas de basura no forman parte de la instalación artística sino del “paisaje urbano” y están también sobre la misma banqueta.
Banqueta mordelonaDeporte extremoLa telaraña-trampa¿Qué es eso?¿Cuál cultura?
En esta ocasión se rendirá homenaje al profesor chiapaneco Francisco Castellanos Zavala, alias «El Pacho».
Congreso Nacional de Danza Folclórica / Foto: Cortesía
Maestros de danza folclórica procedentes de diferentes entidades de la República se concentrarán en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, del 20 al 27 de julio de 2013 para realizar el XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana, que está dedicado como un homenaje al profesor chiapaneco Francisco Castellanos Zavala, más conocido en su faceta de comediante con el nombre de “El Pacho”.
La Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. (ANGDFMAC), desde su fundación tiene como objetivo conocer y promover las tradiciones y costumbres de nuestro país por medio de la realización de convenciones nacionales, en esta ocasión la Delegación Chiapas es la sede y la delegada, maestra María Esther Zúñiga López nos platica sobre la organización de este evento y por qué se le dedica al profesor Castellanos Zavala.
“El profesor Francisco Castellanos fue una persona muy tenaz, muy luchadora; se caracterizaba por hacer las cosas con mucha pasión, con mucha entrega; además de ser cómico, él hacía teatro y sobre todo fue bailarín de danza folclórica, se inició con el maestro José de Jesús Matus Marina en el Conjunto Folklórico Magisterial de Chiapas, más adelante le surge la idea de formar su propio grupo, el Grupo Folclórico Zoque, posteriormente decidió trabajar sólo con su personaje “El Pacho”.
Precisamente por esta entrega, Castellanos Zavala recibió la invitación del maestro Luis Antonio Reyna Bustamante, presidente de la ANGDFMAC, para que asistiera al II Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana; sin embargo, fue hasta el III Congreso que asistió, invitando a su vez a la maestra Esther Zúñiga, quien recuerda: “Tomé cursos de verano con él en el ISSSTECH, después de eso me invitó a bailar con el Grupo Folclórico Zoque, además supo que aparte de que estaba bailando con su Grupo, también trabajaba en el Ex Convento de Santo Domingo, en Chiapa de Corzo, como maestra de danza. Él siempre tuvo muy buen concepto de mí y me dijo que me había considerado para ir al Congreso porque observaba que era muy disciplinada y veía mi trabajo.”
En el 2001, el licenciado Castellanos y la maestra Zúñiga se arriesgaron a organizar el Congreso Nacional, siendo sede Chiapas por primera vez. Después de este evento, Francisco Castellanos fue nombrado Delegado por Chiapas, aunque por diversas razones su presencia en los congresos fue disminuyendo, quedando como única representante del estado la maestra Zúñiga López: “no había más gente de Chiapas hasta que él mandó a otro maestro y cuando él sintió que ya no podía continuar asistiendo a los Congresos, el maestro Reyna Bustamante le dijo que yo estaba propuesta como delegada, el profesor Francisco me dijo que me lo merecía por mi trabajo y constancia, a raíz de eso yo tomé la Delegación”, cuenta la maestra Esther.
Después de dejar la Delegación, Francisco Castellanos fue nombrado Maestro Consultor que es un honor que se les otorga a los maestros que tienen una trayectoria en investigación o como maestros de danza en sus estados, él realizó una investigación sobre el Carnaval Zoque Coiteco y esa fue una de sus grandes aportaciones a la Asociación, aunque es poco conocido por esta faceta.
“A él le apasionaba mucho la danza folclórica, es algo que disfrutaba hacer y compartir; el hecho de que haya una Delegación de la ANGDFMAC en Chiapas se le debe a él, porque él fue el fundador; cuando supo que íbamos a volver a ser sede, se emocionó mucho porque aparte de ser nuestro Maestro Consultor iba a ser nuestro Maestro Informante del Carnaval Zoque Coiteco, por los antecedentes que tiene de su investigación y también por su repertorio de la Depresión Central”, cuenta con emoción la delegada Zúñiga López y explica que por esta trayectoria como maestro de danza y como Delegado, se decidió que este Congreso se dedicara a su memoria.
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]El profesor Francisco Castellanos Zavala falleció en diciembre del 2012 en un accidente automovilístico, al regresar de una presentación con su Grupo Folclórico Zoque.[/rescue_box]
Profesor Francisco Castellanos /Foto: Cortesía
Actualmente la Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. cuenta con 12 delegaciones activas, es decir que cuentan con un Delegado, hay estados que asisten a los congresos pero que no tienen una Delegación, porque uno de los requisitos para ser designado como tal es la disciplina, la dedicación, el trabajo (presentaciones e investigación), las aportaciones y en algunos casos cuando se opta por organizar un congreso o bien por su trayectoria como maestro en su estado. De Chiapas existen siete profesores congresistas pero eso no significa que vayan a ser parte de la Delegación.
El XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana
México es un país muy rico en cultura folclórica, cada estado tiene algo diferente por su folclore, por todo lo que puede ofrecer por eso cada Congreso es diferente.
Una de las aportaciones que se verán en este XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana, que tendrá como sede el estado de Chiapas, será dar a conocer la evolución del traje de Chiapaneca.
“Considero que este Congreso es una excelente oportunidad explicar, según investigaciones, cuál es el origen real del traje de chiapaneca, es algo indispensable no sólo para los congresistas sino para nosotros mismos, los chiapanecos, que andamos con muchas confusiones al respecto”, señala la Delegada y cuenta que en los congresos a los que ha asistido, cuando la ven con el traje de chiapaneca sus compañeros le dicen que es muy hermoso, que quieren uno igual y le piden tomarse fotos con ellos pero es complicado explicarles su origen.
“En el Congreso del 2001 nuestras aportaciones fueron dar a conocer el origen de la danza de los parachicos –en ese tiempo el doctor Nereo Nigenda Fernández acababa de publicar su libro sobre el origen de esta danza-, y revelar que el creador de la música de la pieza “Las Chiapanecas” es el doctor Bulmaro López Fernández y no Juan Arozamena Sánchez, a quien se le ha dado el crédito por mucho tiempo aun cuando el sólo hizo la coreografía”, cuenta la maestra Esther Zúñiga y explica que la pieza en realidad nos se llama Las Chiapanecas sino La Chiapaneca porque Bulmaro López la escribió para su novia y se lo llevó en serenata como regalo por su cumpleaños, incluso en Chiapa de Corzo contra esquina a la presidencia está la casa con una placa donde dice que ahí nació y vivió el doctor Bulmaro López, creador de la música La Chiapaneca. Ahora toca el turno al vestido de chiapaneca que se ha convertido en el traje representativo del estado.
Quienes de nosotros no recuerda las clases de danza folclórica en la escuela, una de las actividades más disfrutadas por unos: “recuerdo que me emocionaba ir a mis clases de danza, sobre todo el día de la presentación me daba nervios pero sentía bonito cuando me aplaudían, sobre todo mis papás”; o fue el sufrimiento de otros: “para mí era un martirio, después encontré la forma, es decir, tenía el cuerpo ahí pero la mente en otro lado, llegaba a mi casa y siempre les decía a mis papás que ya no quería tener clases de danza”. Hay cientos de testimonios y anécdotas que podemos escuchar referente a esta actividad que se ha vuelto inherente en la educación básica.
Es imprescindible también ver en los escenarios de un pueblo, ciudad y hasta en los internacionales a bailarines representando a través de la danza folclórica una cultura en particular, dicha disciplina se ha convertido en una manifestación artística para representar parte de la identidad nacional y que en algunos países es considerada patrimonio inmaterial. La pregunta obligada es ¿cómo surge esta disciplina?
La danza folclórica mexicana nace cuando las culturas prehispánicas realizaban rituales y danzas a sus dioses o de tipo militar o cuando había una batalla o una guerra; las cuales se fueron modificando desde la conquista hasta la intervención francesa con Porfirio Díaz.
En la educación, la danza tiene reconocimiento en los primeros gobiernos posteriores a la Revolución Mexicana, en 1915 en el gobierno de Venustiano Carranza se funda la Dirección General de Bellas Artes, esta institución tenía como objetivo fomentar la función educativa del arte y la danza es incorporada en ese entonces a la educación escolarizada como materia de danzas y bailes regionales mexicanos.
Más adelante con José Vasconcelos, en 1821, se crea la Secretaría de Educación Pública y es entonces cuando la organiza en tres departamentos: escuelas, bibliotecas y archivos y bellas artes. Para este pensador la educación era una trilogía maestro, artista y libro. En este periodo surgieron las misiones culturales, las cuales estaban a cargo de misioneros que debían saber las lenguas indígenas, que eran laicos y debían dominar las artes, artesanías y creencias indígenas.
Es entonces cuando las danzas y los bailes indígenas en las escuelas sirvieron como material básico y se difundieron entre maestros y alumnos. Estas misiones culturales constituyen el primer acercamiento a las expresiones dancísticas que más adelante, con Amalia Hernández en 1952, se volvieron en espectáculos.
Desde entonces la danza mexicana, como manifestación artística popular se vincula a la tradición y enriquecimiento de la cultura nacional ya que muestra la forma de vida que tenían nuestros antepasados, es contar la historia de cada región, de sus creencias, de la manera de vestir, de las formas de celebrar, de enamorar, de festejar la buena cosecha o algún santo.
México cuenta con una gran cantidad de grupos folclóricos que se dedican a transmitir a las nuevas generaciones la pasión, el gusto y la responsabilidad por esta disciplina artística popular; desde julio de 2003, la Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. (A.N.G.D.F.M.A.C.) instituyó el 15 de abril, como el Día Nacional de la Danza.
Esther Zúñiga con maestras de danza de Quintana Roo/Cortesía: Esther Zúñiga
Para ahondar sobre este tema he conversado con la maestra de danza folclórica Esther Zúñiga, quien desde niña sintió gran afinidad por esta disciplina y que ha dedicado gran parte de su vida no sólo a bailar sino a enseñar a un sinnúmero de niños, adolescentes y personas de la tercera edad “cuando éramos invitados a los eventos para el Día Internacional de la Danza, abundaban los grupos contemporáneos, de ballet clásico, de jazz, de otro tipo de disciplinas artísticas, entonces viene la pregunta por qué no proponer un día en el que únicamente se valorice y se ponga en alto el folclor mexicano que es muy rico”.
El Día Nacional de la Danza es una celebración que no sólo lo festejan quienes están dentro de la Asociación sino también invitan a grupos que no pertenecen a ella para que se vaya promocionando este evento y más adelante lo festejen de manera independiente, y así tener un día en el que se valoricen aquellas costumbres y tradiciones que existen en México.
“Anteriormente, la danza folclórica no era considerada como una actividad profesional sino como un pasatiempo. Actualmente hay muchos grupos de danza, gente que se apasiona por esto. Por ejemplo, en Chiapas tenemos la oportunidad de profesionalizarnos en esta materia en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), con la licenciatura en Gestión Cultural y en la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) con la licenciatura en danza».
«El problema en el que nos enfrentamos es que hay grupos y maestros de danza empíricos y muchos dicen: `mi profesor lo bailaba así y así lo bailo yo y si se me olvidó cómo iba yo le pongo de mi cosecha´. Esa es la gran carencia ahora en la danza, por eso tenemos que prepararnos más y documentarnos”.
En nuestro estado, las pioneras en crear coreografías fueron la profesora Beatriz Maza y la maestra Martha Arévalo Alaminos, el folclor de Chiapas mestizo es creado de las vivencias “en el baile folclórico mestizo El Pirí vemos el enamoramiento de las parejas zoques, ese coqueteo de que la chica se resiste pero después ve que llega otra y le puede quitar el enamorado, entra al quite, a la peleada; dicen que las mujeres chiapanecas somos canijas y que nos peleamos cuando se trata de defender algo que consideramos nuestro; eso las maestras Beatriz y Martha lo llevaron al escenario, crearon muchos bailes”, comenta Esther Zúñiga.
La danza en las escuelas
Clases de danza folcórica/Cortesía: Esther Zúñiga
En las escuelas de nivel básico existen actividades extras, aparte de las materias obligatorias, se les llaman extraescolares o paraescolares, las cuales tienen como objetivo desarrollar las habilidades artísticas, culturales y deportivas. En los cuales se ofrece, dependiendo la institución, danza folclórica, baile moderno, banda de guerra, escoltas, basquetbol, fútbol, voleibol, brigadas ecológicas, pintura y dibujo, ajedrez, hawaiano, de los cuales los alumnos deben de elegir una opción; no es obligatorio pero sí hay que pasar una acreditación o no acreditación.
Al respecto Esther Zúñiga nos habla de su experiencia como docente, quien es maestra de paraescolar en dos planteles del Colegio de Bachilleres de Chiapas, en donde atiende alrededor de 60 a 70 alumnos por ciclo escolar, de los cuales hace un selectivo de 18 jóvenes para prepararlos y representen a su plantel a nivel estatal y regional en los concursos que organiza la institución.
“De acuerdo a los lineamientos de la Dirección General de Bachillerato (DGB) las paraescolares son básicamente para que los chavos puedan interactuar, de acuerdo a esto se busca un mejor desarrollo en su comunicación con los maestros, con sus compañeros, que les de seguridad, confianza y estén trabajando con su cuerpo porque tiene que ver el intelecto con el cuerpo para estar bien; es una parte importante para motivarlos y tener un mejor nivel académico. Eso es lo que busco en mis alumnos siempre les pido mínimo ocho de promedio, ninguna materia reprobada”.
“Les enseño a buscar siempre el éxito, a buscar ser los mejores, sé que no somos perfectos pero siempre hay que buscar ser el mejor, destacarte no para que los demás te alaben sino para que te sientas satisfecho de lo que estás haciendo. Entiendo que eso es lo que quiere la DGB, crear el espíritu del éxito, de la lucha, de la perseverancia por ser mejores”.
“Pienso que por eso no progresamos como país porque nos conformamos con lo que tenemos, estamos en nuestra zona de confort y no buscamos más y es lo que les digo: `si quieren nada más estar en la paraescolar no luchen no quieran ser selectivos; si quieren destacar tienen que ponerle esfuerzo y eso implica sacrificios´. Es lo que todos debemos hacer para desarrollarnos y en mi caso con los selectivos que he tenido ha funcionado”.
Selectivo del paraescolar/Cortesía: Esther Zúñiga
¿Qué buscas al enseñar la danza folclórica?
Disfrutar y compartir mi pasión, sentirme en sintonía con la gente y también contar un poco de la historia de mi país. Mis alumnos de primer semestre obligatoriamente debe conocer el origen de la danza folclórica, hacen trabajo de investigación y realizan una exposición, busco también que los demás entiendan que todo tiene relación; no podemos tener una educación de islas, el conocimiento es integrado.
¿Cuál ha sido la mayor dificultad que has enfrentado en toda tu carrera como docente de danza folclórica?
Va desde la incomprensión de los papás hasta la cuestión del presupuesto porque aún cuando las paraescolares es la cara que representa a la escuela no tenemos mucho apoyo económico, y a veces, no es el caso ahora, me he enfrentado al nulo apoyo de los directivos, entonces nosotros tenemos que poner de la bolsa, los chavos se ponen a vender dulces, hacen rifas, incluso hay maestros que nos dan cantidades fuertes de dinero para que salgamos adelante. En otros casos la apatía de los muchachos, ahora me está pasando en uno de los planteles, es muy complicado para mí trabajar así.
¿Tiene que ser un esfuerzo conjunto?
Exacto, va desde el director, bailarines, padres de familia y maestros, muchas veces los maestros académicos piensan que los que nos dedicamos a las paraescolares ni siquiera tenemos una carrera, que somos unos ignorantes, que estamos haciendo perder el tiempo, me ha tocado maestros que amenazan a mis alumnos, que les dicen que si yo los voy a mantener más adelante para que estén ahí conmigo trabajando tanto tiempo. A veces pierden clases porque tienen que prepararse para el selectivo porque como está conformado por los dos turnos, se complica porque no tenemos un horario como química, física o matemáticas. Llego de 12 a 5 de la tarde, como tengo juntos a ambos turnos ahí va el extra, como ensayar el sábado o en vacaciones para juntarlos.
¿Qué tiempo te lleva montar una coreografía?
Todo depende del grupo con el que esté trabajando. Hay grupos con los que lo hago en dos o tres días; cuando son grupos conformados desde hace un año, en una tarde; pero cuando estoy empezando me lleva una semana. El año pasado tuve la experiencia de que un baile no me quedaba y tardé dos meses en una coreografía. Los chavos no entendían mi forma de trabajar, eran un tantito ingobernables porque querían hacer lo que querían, estábamos en el estire y afloje. Teníamos que hacer cinco coreografías y las terminamos no en el tiempo programado pero finalmente el objetivo se cumplió.
¿Cómo eliges los bailables?
Si es para un concurso tiene que ser de Chiapas, ya con coreografía escolar trabajo diferentes estados para la evaluación final que es con los papás, sin vestuario y con los diferentes estilos y características de cada entidad.
¿Cómo haces la selección? Antes los elegía por habilidad, a ver quien era el más listo, el que agarraba más rápido los pasos, pero he tenido algunas situaciones que me han enseñado que no me debo dejar de llevar por eso; he tenido alumnos muy tenaces que me han enseñado, aunque todos les hacen cara fea porque no bailan bien o porque les exijo mucho y no avanzan, pero al final de cuentas cuando ellos llegan al objetivo planteado, todo mundo dice ¿cómo bailó? ¿cómo lo hizo? ¿cómo lo logró?
Clases paraescolares/Cortesía: Esther Zúñiga
Entonces ahora mi selección no es tanto por habilidad, tengo un proceso de análisis, empiezo a ver su carácter, su manera de interactuar con otros chavos porque trabajamos mucho tiempo como equipo, prácticamente nos convertimos en una familia, busco que la relación sea amistosa, de cordialidad, tolerancia y aceptación hacia los defectos y cualidades de los demás.
Para mí es muy importante la disciplina, he tenido muchas veces conflicto con los chicos por eso porque soy muy estricta, para mí 10 es 10, toleraré 10 o 15 minutos de retraso. Con los selectivos trabajo en vacaciones, les advierto que no hay vacaciones, no hay días libres, hay que venir y si veo que no asisten no los selecciono por muy bien que puedan bailar o muy desarrollada que tengan la habilidad. Me ha funcionado mezclar esos dos tipos de alumnos.
¿Algunos de tus alumnos ha continuado de manera profesional la danza folclórica?
Sí, dos ex alumnos están en Campeche estudiando en la Universidad Autónoma de Campeche en la Licenciatura de Educación Artística, han destacado en el Gran Ballet Folclórico de Campeche del Gobierno del Estado, incluso a uno de ellos ya le han ofrecido pagarle por bailar. Tengo otra alumna que está en la Unach estudiando la Licenciatura en danza y en esta generación que va a salir en julio, como 4 de mis estudiantes van a la Licenciatura en Danza también en la Unach.
¿Alguien que aprende danza folclórica podría enseñar? No creo, ser maestro requiere de vocación, de mucho amor para enseñar, no es únicamente pensar que eres el cerebro que tiene todo el conocimiento, el todo poderoso. Como maestros tenemos que entender que debemos prepararnos día con día para mejorar, saber llegar a los alumnos, a veces hay quienes son muy buenos estudiantes con excelentes notas, pero no son buenos maestros, se explican para ellos mismos o no motivan.
La labor de enseñar es primero que nada motivar y después crear empatía, no sentirte superior. Mis alumnos me enseñan muchas cosas, acepto una buena idea de algún alumno, no puedes llegar como castradora de ideas, decirles no porque qué van a decir los demás si mi alumno está diciendo cómo podemos movernos si yo soy la maestra y funciona porque los chavos se sienten apreciados, sienten que estamos valorando sus ideas.
La danza como pasión
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]“A mi me gusta el folclor y mi vida será honrarlo” Anónimo[/rescue_box]
Concurso de danza/Cortesía: Esther Zúñiga
¿Cómo describirías tu pasión por la danza?
Es mi vida. Hace poco un maestro muy querido de Tamaulipas; lo considero un hombre muy sabio, el maestro Juan Antonio Wong, quien conoce mucho y es tan humilde para compartir sus conocimientos, me compartió una frase: “A mí me gusta el folclor y mi vida será honrarlo”. Es una frase perfecta.Me gusta lo que hago, sé que me falta mucho por conocer y aprender, hay cosas que me hubieran gustado aprenderlas antes y las aprendí después, tal vez no la he honrado como debería.
En la medida de lo posible trato de vivir mi pasión, de sentirme satisfecha cuando veo que mis alumnos sonríen espontáneamente bailando, eso me enloquece, de repente veo que están bailando para mí, que están marcando bien una coreografía, entonces se me erizan todas las partes del cuerpo y lloro de alegría o exploto de felicidad y no hay quien me quite la sonrisa; soy tan transparente con mis gesticulaciones que ellos mismos las conocen, ellos saben cuando algo me gustó y más se alocan; me lo ha dicho mi hermana: “no entiendo cómo transmites esas pasión, cómo haces que ellos vibren, que ellos gocen el escenario, que sientan que es una necesidad tener que estar en el escenario”.
Tal vez yo no nací para ser bailarina, lo entendí con el tiempo, yo nací para dedicarme a dirigir porque me encanta verlos, disfruto mucho bailar, lo vivo con toda intensidad, me encanta, me gusta, pero lo que realmente más disfruto es ver a mis alumnos; incluso cuando hago la cara de que no me gustó, todos le bajan y se sientan, y me preguntan ¿qué nos falló? y ya empezamos a platicar.
¿Qué es lo más difícil de ejecutar la danza folclórica?
Todo tiene una dificultad, depende de la tenacidad que nosotros tengamos; puedo decir que la ejecución en un paso, en una coreografía, en el estilo, la proyección, la postura del cuerpo, todo en conjunto tiene una dificultad, es una cuestión de práctica para desarrollar la habilidad.
Danza Folclórica/Cortesía: Esther Zúñiga
¿Cuál es la comunión que existe entre los ejecutantes y el público?
Es la transmisión de emociones, me ha tocado ver cuando algo le gusta al público de mis alumnos y veo el montón de cámaras o la reacción del público cuando están ejecutando cierto baile, se ve una conexión muy fuerte, transmitimos mucho en el escenario. He tenido la gran ventaja y la bendición de tener alumnos muy talentosos.
Jabalí lo he montado en diferentes partes, en uno de mis planteles lo monté hace algunos años, le expliqué al chico y le enseñé la ejecución pero él le dio su toque, puso lo que él sintió, yo estaba impresionada porque hizo sonreír al jurado en un concurso que a veces es tan difícil de complacerlos, estaban contentos, muy satisfechos con el jabalí, ese es un ejemplo de una buena comunicación que hay entre el espectador y el bailarín.
El mayor reto de un bailarín aparte de bailar es tener comunicación, motivar al público. Lograr que el público se emocione, que el público sienta lo que tú realmente estás queriendo transmitir, que haya ese clic entre público y bailarín, ya creo que es lo mejor que te puede pasar.
¿Cuánto tiempo más piensas continuar con esta labor?
Hasta que mis alumnos me motiven, el día que no tenga selectivos o alumnos que se sientan satisfechos, que se sientan plenos con lo que están haciendo no tendré nada que hacer en Colegio de Bachilleres, tendré que buscar otras alternativas.
María Esther Zúñiga López es licenciada en Ciencias de la Comunicación con maestría en Ciencias de la Educación, lleva casi 20 años enseñando danza folclórica, actividad que ha realizado a la par de otras actividades como la de gestora cultural, maestra de español a extranjeros y empresaria independiente. Desde los 15 años comenzó a dar clases de danza en preescolar y primaria montando bailables para las celebraciones como el 10 de mayo, clausuras, etc. A los 18 años fue maestra de danza en el Centro Cultural Ex-Convento de Santo Domingo en Chiapa de Corzo. Años después fundó la Academia de Danza Folclórica Nabahashandó donde atendía a niños y adolescentes. Desde el año 2000 pertenece a la Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. (A.N.G.D.F.M.A.C.) donde es delegada estatal. Ahora es maestra de danza en dos planteles del Colegio de Bachilleres de Chiapas.[/rescue_box]
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]DÍA NACIONAL DE LA DANZA FOLCLÓRICA
Con motivo de la celebración del Día Nacional de la Danza, la Delegación Chiapas ha organizado un desfile con trajes regionales que portarán los integrantes de los grupos de danza “Soy Chiapas” de Tuxtla Gutiérrez, “Nandacachumbí” de la escuela telesecundaria 243, “Nandiumé” de la Escuela Preparatoria Florinda Lazos De León, “Ahasandó” del Centro Cultural Exconvento de Santo Domingo, y “Nicté” del Plantel 33 Poliforum de Cobach. Dicho acto se llevará a cabo el 13 de abril de 2013, iniciará a las cinco de la tarde en el parque de la juventud “Victórico R. Grajales, para culminar en el parque central de Chiapa de Corzo con una presentación de bailes folclóricos de los estados de Guerrero, Querétaro, Tabasco y Chiapas.[/rescue_box]
Originario de Puebla, Moisés León Silva, llegó al estado de Chiapas como militar; se enamoró de Eva Gutiérrez Méndez, quien hoy es su esposa, y decidió formar una familia. Sin embargo, su trabajo en el Ejército no le permitía convivir mucho con su pareja e hijos, así que decidió desertar y regresar a su lugar de origen. Después de algunos años su compañera enfermó y el médico recomendó un cambio de clima: regresaron a Tuxtla Gutiérrez; era el año 1987.
Los años han pasado pero don Moisés no pierde su vocación de servicio, por ello Desmesuradas los invita a conocerlo a través de esta entrevista realizada en el 2006 pero que no pierde vigencia, al igual que su trabajo y su mirada:
De las armas al arte del trapo
Leticia Bárcenas González
Aquí, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la situación legal del señor Moisés con la institución castrense no le permitía solicitar un empleo donde tuviera que presentar documentos como la cartilla o comprobante de no antecedentes penales, por lo que se vio obligado a realizar trabajos temporales y poco remunerados.
En 1990, sin trabajo, con esposa y tres hijos que alimentar, se arriesgó a aceptar la invitación de su amigo “Sebas”, un joven que trabajaba como bolero en la Secretaría de Educación, Cultura y Salud (hoy solamente Secretaría de Educación) aun cuando él sabía nada del oficio. “Me costó mucho. Después de estar quince años en el Ejército, donde se nos enseña a creernos superiores. Se requería de mucha humildad.”
Don Moisés, trabajando / Foto: Vladimir González R.
—¿Qué más se requiere para ser un buen bolero?
—Un bolero no se puede hacer de la noche a la mañana, va uno reuniendo experiencia, incluso de los mismos clientes que nos van indicando cómo se les haga el trabajo y así, con un conjunto de experiencias logra ser uno un bolero de calidad.
Por supuesto, también hay ciertas virtudes que va uno cultivando como el ser humilde, ser discreto, sobre todo cuando estamos boleando y se tratan asuntos muy confidenciales en donde debemos tener mucho cuidado para no divulgar esa información. Una persona me comentó que una vez en el Estado de México había problemas entre unos funcionarios, se peleaban porque se filtraba información y se acusaban unos a otros, hasta que uno se dio cuenta que era el bolero quien los escuchaba y luego contaba todo. Así que me dijo: ten cuidado, no te vayas a envolver en esa situación y después vayas a meterte en problemas judiciales.
—¿Quién fue su primer cliente?
—Se llama Apolinar, no recuerdo los apellidos pero estaba en el Departamento de Supervisión de Preparatorias. Como no sabía bolear, con él tardé aproximadamente media hora (risas).
—¿Cómo se acercó a él y le ofreció sus servicios?
—La persona que me entregó el trabajo me dijo: primero obsérvame, y cuando me tocó el turno me acerqué y le dije: “‘Profe’, ¿quiere que le limpie sus zapatos?” El me dijo “sí, bueno”. Y ya empecé a bolearle los zapatos, él me observó con un poquito de duda porque no me había visto por acá y sobre todo, porque este trabajo es de niños y yo ya tenía mi edad.
—¿Cuántos años tenía?
—Como unos treinta y dos.
—¿A cuántos secretarios les ha echado un “trapazo”?
—Ah, son varios. El primero fue el ingeniero Abelardo Santillán Bárcenas, de ahí siguió el profesor Gilberto Cruz Albores, la profesora Sonia Rincón Chanona, el licenciado Santiago Becerra, el profesor Pedro René Bodegas Valera y ahora al profesor Alfredo Palacios Espinosa.
—¿Cree que alguna vez desaparezca este oficio?
—¡No creo! Este oficio es universal, me doy cuenta en algunos medios de comunicación, como la televisión, que de repente captan algunas personas boleando zapatos y sobre todo me he dado cuenta que es un trabajo muy modesto y ¿quién no necesita la boleada? Todos.
—¿La gente paga el valor de su trabajo?
Boleando zapatos de dama / Foto: Vladimir González R.
—Ahí está el detalle, fíjese, algunos sí lo reconocen, otros no. Hay un profesor que sí se daba cuenta de la calidad de trabajo que le daba y me pagaba bien, diez o doce pesos, le estoy hablando de hace unos ocho años. ¡Era bastante! Hoy mis clientes me esperan porque cobro un precio modesto, cinco pesos, cuando en realidad se cobran siete pesos y ya con la tinta doce pesos. De esa manera los tengo contentos y se dan cuenta que las boleadas, además, son de calidad.
—¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha dado la boleada?
—Muchas, primeramente la de tener la amistad de personas muy bien preparadas; la satisfacción también de poder ayudar a mi familia, de enseñarles que cualquier trabajo aunque sea humilde es honesto. Y sobre todo ver cómo muchas personas se dan cuenta de que uno tiene el deseo de trabajar.
—Cómo bolero ¿cuál es su mayor aspiración?
—Pues, no. Ya conseguí ser una persona que sabe hacer su trabajo. Alguien me preguntaba que por qué no me compraba una silla para conseguir un lugar en el Parque Central, pero no creo que sea necesario. Solamente cuando ya alguien nos organice en todos los edificios de gobierno y tengamos que poner una silla, entonces mi aspiración será poner un negocio para beneficio personal.
—¿Qué es lo que más le gusta de su oficio?
—¡Aaah, todo! Desde que empiezo a hacer la espuma con el jabón de calabaza hasta que rechina el zapato (risas).
—¿Qué le dicen los zapatos de las personas?
—Mucho. Cuando veo una persona que tiene muy cuidados sus zapatos veo que así tiene sus asuntos. Una persona, al asearle sus zapatos, me dijo: mire, don Moisés, tres cosas me gustan de las personas: que el cabello esté bien alineado, que esté bien vestido y que sus zapatos estén bien lustrados. Es algo que identifica a la persona, porque cuando atiende eso, se puede decir que así estarán sus asuntos de organizados.
¿Será por eso que don Moisés no sabe si le gustaría bolearle las botas a Vicente Fox? “Quién sabe cuánto paga; él se hizo famoso porque le boleaban las botas en su oficina, cuando estaba en campaña.” Sin embargo, señala que sí le agradaría lustrarle los zapatos a algún gobernador.
El bolero oficial de la Secretaría de Educación, como le gusta presentarse, dice que ha tenido el privilegio de ver que algunos de sus clientes se convierten en funcionarios de gobierno. “Entonces digo, cómo es posible que después de que bolié a estas personas ya están en un alto puesto.” De buen humor y siempre discreto, sonríe al preguntarle si hay algún político al que no le pasaría el trapo: “No. No tengo ningún prejuicio en contra de nadie, son personas con sentimientos y con necesidades.”
—¿A qué futbolista le gustaría lustrarle los zapatos?
—No soy afecto al futbol, pero si me dieran una oportunidad, iría a bolearle los zapatos a ese grupo que antes era “Mocedades” y ahora se llama “Consorcio”, y poder preguntarles algo de su profesión artística.
—¿Y a qué personaje público no?
—A las personas que no les bolearía es a las que no valoraran mi trabajo, sobre todo a la hora de pedir el servicio. Ahí sí, les pongo un pretexto y no lo hago, porque siento que ven a uno como una persona que no tiene importancia, como humillando.
—¿Es más fácil bolear los zapatos de mujer o los de hombre?
—Huy, es más difícil el de mujer porque hay que tener cuidado, sobre todo mostrarles respeto, darles confianza porque uno está en su trabajo.
—¿Le produce algo especial lustrar zapatos de mujer?
—Nooo. (Risas). En un principio como que dije bueno, a ver, a ver qué pasa. Pero no. Recuerdo a una licenciada que me decía: “don Moy, boléeme mis zapatos”. Empezaba a bolearlos, pero yo me daba cuenta que ella lo tomaba como una terapia, a veces se quedaba así… como media dormida (risas). Le decía: Lic. ya terminé de limpiar sus zapatos y me preguntaba, “¿no me los puede bolear otra vez?”.
—¿Y no les echa ojo a su “chamorrín”?
— (Risas). Me insistían por ahí algunas personas: “qué, ¿qué pasó por allí?”. No, les digo, es parte de mi trabajo. Ellas se empezaron a dar cuenta que trabajo sin morbo y por eso me dan el trabajo. (Más risas).
—¿Qué siente cuando ve brillosos los zapatos?
—Cuando yo lo hago me siento realizado porque digo que contribuí en algo, al cuidado de la presentación de esa persona que cuida su imagen.
—¿Es cierto que los militares le prenden fuego a sus zapatos para que brillen más?
—Así es. Los muchachos del Colegio Militar, después del tratamiento con la crema, la grasa y nuevamente otra capa de grasa, flamean los zapatos, entonces queda un brillo como si fueran de charol, quedan muy bien, sobre todo cuando hay paradas militares, o sea, los desfiles ante funcionarios.
—¿Cuál es el color más bonito para lustrar unos zapatos?
—Ah, el color más bonito es el negro. Le diré que algunos colores con la presencia del sol se van decolorando, como el café. Entonces, el negro es el más bonito, incluso el más elegante.
Moisés León con un cliente / Foto: Vladimir González R.
—¿Cuáles han sido los zapatos más difíciles que le ha tocado bolear?
—Son los del famoso material llamado ante, allí solamente se tiene que lavar con jabón de calabaza; pero cuando se me han presentado algunos zapatos de ese material en color azul, les digo a las personas que mejor compren unos nuevos.
—¿Le ha llegado a molestar el olor de un zapato?
—No, no. En una ocasión sí tuve como experiencia que una persona (de la Secretaría de Educación) me pidió que le cambiara el color a sus zapatos, que eran amarillos; no, no olían mal, lo que pasa es que se subió mucho el pantalón y como le eché fuego (risas), empezó a arder su pantalón, empezó a patalear y lo que hice fue rápidamente apagarlo.
—¿Le cobró el pantalón?
—No, no me lo cobraron, al contrario, me pagaron la boleada, pero yo me sentía mal porque no hice bien mi trabajo.
—También repara zapatos, ¿no le preocupa meter la mano en un zapato que no es el suyo?
—No, porque es muy difícil creer que alguien tenga problemas con alguna enfermedad de los pies, porque veo que son puras personas profesionistas y cuidan su persona en el aspecto físico; no, no veo ese peligro.
—¿Qué época del año es la mejor para su trabajo?
—Más o menos como desde marzo en adelante, porque ya cuando llega noviembre y diciembre, todos estrenan. (Risas) Entonces dicen no, están nuevos, más adelante. Son dos meses que baja un poquito el trabajo.
—Para iniciar su trabajo ¿tiene alguna superstición, cábala o ritual?
—No, porque ya todos me conocen, nada qué ver. En una ocasión a un profesor, subsecretario de Educación, jugando le dije: Lic. póngame el pie derecho porque si no, no me va a ir bien. Ah, sí, sí, me dijo. (Risas) Pero ya lo comprobé, el pie derecho o el pie izquierdo, es lo mismo. No hay ninguna situación de que me vaya bien o mal, sobre todo cuando alguien me dice: “¿Sabes qué?, no tengo dinero para pagarte. ¿Es la primera boleada?”. Les digo, no hay problema, de todos modos tiene mi trabajo. No, no tengo ninguna superstición.
—Algunos afirman que viven de la patada, ¿usted vive de la boleada?
—Sí, sí vivo de la boleada. Sí me da para eso.
—¿Por qué cree que su oficio tiene nombre de género musical?
—Ahora sí me hizo una pregunta muy difícil, porque por allí los clientes me dicen: “ai viene el bolero de Raquel”, otros me dicen “el bolero de Ravel” pero, la mera verdad, no sé qué relación tenga la boleada con la música, no sé si al rechinar los zapatos se desprendan algunas notas (risas).
—¿Cuál bolero es su favorito?
—Ummm, hay muchos. Me gusta mucho la música romántica, sobre todo, de los tríos. Los “Tres Ases”, “Los Caballeros”. Por cierto, quiero decirle que en la radio luego luego busco las estaciones en las que hay boleros, pero no de los que bolean sino de los que se cantan (risas).
En la actualidad la situación legal del señor Moisés con el Ejército está regularizada, no obstante, no piensa cambiar de trabajo aun cuando siempre está buscando la forma de superarse, tomando incluso cursos de computación. Está, además, como muchos, muy agradecido con este estado y su gente, que le ha brindado la posibilidad de ser feliz.
-Número de hermanos: huuy, fuimos muchos, fuimos 12 (él es el primogénito).
-Estado civil: Casado
-Número de hijos: 3
-Pasatiempos: Leer sobre superación personal, asuntos morales, consolidación de la familia, en general sobre aspectos espirituales.
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Moisés León Silva / Foto: Vladimir González R.
BOLERO DE ELITE
«Cuando inició el año 1994, yo insistía en bolearle los zapatos al Secretario de Educación, y como tenía confianza con su secretaria le preguntaba: Disculpe, ¿le puedo bolear los zapatos al secretario? Ella me decía: no porque está con el gobernador. Pero pasó un día, dos, tres, toda la semana. A la siguiente semana, cuando me presenté otra vez para bolearle lo zapatos al secretario, pasé. Él, atemorizado, me preguntó: ‘¿qué, cómo están aquí las cosas?’. Me sorprendió porque me habían dicho que estaba en una reunión con el gobernador y resulta que no era así. Él, por su propia cuenta, me dijo que había quedado atrapado en Ocosingo cuando empezó el movimiento de los zapatistas. Es una anécdota en la que me di cuenta que siempre guardan lo confidencial y no dan a conocer dónde se encuentran los funcionarios.”
“Cada vez me hago más importante (risas). En una ocasión hasta me prestaron el carro oficial, con todo y chofer, pero no crea que para ir a ver al gobernador, sino para comprar una ‘refacción’ para los zapatos del entonces Secretario.”
“Hubo un tiempo en el que me llamaban por medio del sistema de audio ambiental si el secretario necesitaba mi servicio; entonces, el chofer de un funcionario de Administración me reclamó diciéndome que me estaba convirtiendo en un bolero de elite… ¡y me la creí! (Risas). Así que pensé, como estoy entre licenciados, ingenieros, contadores y profesores, también tengo que titularme, por eso, en la primera oportunidad que tuve, mientras le boleaba sus zapatos al licenciado Araujo, director de Educación Superior en ese entonces, le solicité mi título como “Ingeniero en mantenimiento de medios de locomoción”, o sea, de bolero. (Risas). Estaba de acuerdo, pero antes tenía que pasar una prueba: bolear sus zapatos de color azul marino, color vino, color verde, color miel y unos muy especiales, de piel de venado; por supuesto, estos últimos no me permitieron obtener mi titulo. (Risas).”
“Si en alguna ocasión usted llegara a la Secretaría de Educación, por algún asunto, es poco probable que le limpie sus zapatos, pues seguramente estaré en alguna oficina atendiendo a alguien.”
*Entrevista publicada en diario El Heraldo de Chiapas. Marzo 22 de 2006
El fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces extinguidas. Amado Nervo
Texto y Fotos: Gabriela G. Barrios García
Los sonidos que emanan de instrumentos heredados por nuestros ancestros, son un legado intangible que sigue presente en nuestros días; nuevas voces, nuevos rostros conservan su esencia, resultado de la necesidad de preservar los rastros de su origen.
Están también esos hombres y mujeres, conscientes de la importancia de la música como legado cultural, quienes desde su formación académica inician una lucha incansable por la conservación y promoción del patrimonio musical de nuestra entidad.
Innumerables han sido los trabajos que han buscado un diálogo renovado entre las distintas culturas, donde se fortalezca el respeto a la diversidad cultural, en ese tenor se coloca el disco compacto Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco.
Presentación Lienzos de viento / Foto: Gabriela Barrios
En él convergen instrumentos autóctonos y occidentales, que basados en los sones y zapateados de las culturas zoque y mam se conjuntan con la música medieval, barroca, de compositores contemporáneos mexicanos incluso con destellos de música africana y japonesa.
Es una gran sesión de sonidos en donde se aprecian interesantes improvisaciones que generan atmósferas sonoras propositivas, sugerentes en cuanto a instrumentos y sonidos diversos y distintos, de concepciones diferentes de lo que es la música académica y la música orquestal con la música tradicional.
El disco cuenta con la participación de tres maestros virtuosos de los aerófonos: Luis Hernández, pitero zoque; Ubaldino Villatoro, chirimitero mam y el mejor flautista del mundo, Horacio Franco, quienes a invitación de los etnomusicólogos Aurora Oliva y Fernando Híjar, se reunieron para esta comunión musical que no sólo busca el fortalecimiento del patrimonio musical sino que es un gozo para nuestros oídos.
Novillo Despuntado (pieza mam), Istampita Isabella (pieza medieval S. XIV, Italia), Mañanita (son mam), El armadillo (zapateado zoque), Pieza africana, Canción del Toro (pieza japonesa) y Diálogo tres aerófonos, son algunos de los títulos de las 16 piezas que podemos apreciar en este disco compacto.
CD Lienzos de viento/ Imagen: Cortesía de Puertarbor
Lienzos de viento además de ofrecernos esa gama de sonidos de flautas,chirimías, marimba, violín y tambores, nos invita a conocer visualmente tanto a los músicos como a los productores, con imágenes interesantes realizadas durante las grabaciones a cargo de la destacada fotógrafa chiapaneca Mariauxilio Ballinas; imágenes acompañadas de una breve semblanza de cada músico.
“El patrimonio musical, se crea y recrea constantemente. La presente grabación lo enriquece y revitaliza, y nos brinda un diálogo y, por consiguiente, un fructífero acercamiento entre culturas, condición indispensable para la comprensión del otro”, cita del texto que se encuentra en el interior del CD y que está en español, zoque, mam e inglés, siguiendo con esa búsqueda del diálogo entre culturas.
Aurora Oliva y Fernando Híjar, encargados de las producciones discográficas de la microempresa cultural Puertarbor S.A. de C.V., se han abocado en la difusión y la recuperación del patrimonio sonoro, ya que consideran que la música tradicional es una de las manifestaciones más importantes del Patrimonio sonoro de México.
“La música tradicional forma parte de la columna vertebral de lo que es la identidad sobre todo de los pueblos indígenas y en este sentido, queríamos presentarla en otro formato, con una visión diferente, un diálogo entre los instrumentos de viento, el diálogo entre culturas y el diálogo humano”.
El año pasado el disco compacto Lienzos de viento fue reconocido por los premios anuales INAH 2012, en la categoría Raúl Guerrero, como mejor producto de la difusión del patrimonio musical.
Horacio Franco y músicos tradicionales/Foto: Gabriela Barrios
Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco fue presentado en diversos lugares de Chiapas, donde los presentes tuvieron la oportunidad de escuchar en vivo la ejecución de estos virtuosos músicos, experiencia única e irrepetible y para los que no estuvieron presentes pueden visitar la siguiente dirección electrónica: http://www.archivosonoro.org/?id=473
Doña Elvia Arzola, dueña de Los Picapiedras/ Foto:Gabriela Barrios
“Hasta ahorita no he cortado oreja, en 36 años”
Mi mamá ha decidido cortarme el cabello. Tengo seis años de edad y ella ya no puede más con esa batalla infructuosa de ponerme moños y hacerme coletas; es tan lacio que no resiste ningún objeto sobre él. Llegamos a Los Picapiedras; el lugar es pequeño, con un tocador, una silla infantil y otra más grande de peluquería; la música de Cri Cri se mezcla con los murmullos de señores y señoras que llevan a sus hijos para un corte de cabello. Después de una larga espera, por fin es mi turno. Sigo las instrucciones de la señora de Picapiedras, que alterna su conversación con los padres con indicaciones para mí: voltéate, agáchate, mira de frente; escucho el sonido de las tijeras y siento el movimiento de sus manos que trabajan magistralmente para que mi cabello indomable adquiera forma.
Elvia Arzola con niño pequeño/Foto:Gabriela G. Barrios
Han pasado 30 años y estoy de nuevo esperando turno en Los Picapiedras; me cubre la nostalgia, los recuerdos llegan. Ahora no soy yo quien se sentará frente al espejo sino mis sobrinos. La ubicación del local es otra y me percato que los muebles también cambiaron, sólo permanecen el cuadro del payasito, colgado arriba del espejo del pequeño tocador; y el entusiasmo de la señora de Picapiedras, quien sigue ahí como antes, con su sonrisa, una conversadora incansable y con esas palabras decididas y cariñosas para lograr que un niño se deje cortar el cabello.
La observo y quiero saber más de ella, de su oficio, de su vida en ese lugar que pareciera congelado por el tiempo. Me decido a preguntar, primero su nombre: Elvia. Antes solo la nombraba como la “señora de Picapiedras”.
El inicio
¿Cómo surgió su gusto por la peluquería?
Ni yo misma lo sé. La verdad se me ocurrió y empecé. Le fui tomando cariño poco a poco. Me empezó a gustar más y más, hasta la fecha.
¿Estudió para esto?
La verdad no. Todo fue la práctica. Cuando era chamacona, no hace mucho tiempo (risas), sí estudié peinado, en Guadalajara, pero la verdad siento que también eso ya lo traía.
¿Hace cuántos años se dedica a la peluquería?
Como cerca de 36 años, ¿son poquitos verdad? (Risas).
Elvia Arzola en su actual peluquería/Foto:Gabriela G. Barrios
¿Dónde empezó usted, en su casa?
No, en la Avenida Central entre la Octava y Novena Oriente. No recuerdo el número. Estaba al lado de la peluquería Don Alonso. Estuve ahí como unos 15 años.
¿Por qué el nombre Los Picapiedras?
Con mi esposo, en aquel entonces, empezamos a buscar el nombre, buscamos nombres infantiles. Un día me llevó para contratar al rotulista y me preguntó: ¿qué nombre se le va a poner? Yo iba bajando del carro y vi unas revistas tiradas, ahí, cerca del carro, eran de Los Picapiedras, me volvió a preguntar, ¿cómo se va a llamar entonces? Los Picapiedras, respondí. Me dice: oye me parece muy bien. Ahí surgió la idea de Los Picapiedras.
¿Por qué una peluquería y no una estética?
Porque no había aquí peluquería especial para niños. Y como venía de México y peinando; aquí quién se peina, nada más se peinan en fiestas propiamente, así que me llamó más la atención la peluquería para niños. ¡Sabía que de ahí me iba pa’rriba!, porque ya ve que nadie le tiene paciencia a los niños. Ahora me han llegado señores, señoritas, señoras que me han comentado que de niños les cortaron la oreja, ¡yo hasta ahorita no he cortado una oreja, en 36 años!
Entonces, ¿también le corta el cabello a adultos?
Sí, a los que les cortaba el cabello cuando eran chiquitos y sus hijos o los nietos. Ya son tres generaciones que voy cortando.
La experiencia
Doña Elvia cuenta emocionada: “Hace años les decía a los niños mientras les cortaba el pelo, ”agáchate viejo, agáchate viejo”; un día un niño, que venía nada más con su calzón, una playera y sus chanclitas, entra y me dice: «¡Ya llegué, vieja!». Le dijo su mamá “Oye, no seas grosero”, y él contesta: “¿Por qué? Si ella me dice viejo, pues yo también le digo vieja”. De cariño les decía: viejo, muñeca, muñequita, precioso, muchas cosas y nombres de cariño.
¿Se encariña con su clientela?
Si, bastante, y les tengo mucha paciencia. Ahí está mi secreto. Pero no lo quiero decir porque si no me lo roban. (Risas).
Cuénteme…
Doña Elvia trabajando/Foto:Gabriela G. Barrios
Cuando no se dejaban peluquear, les decía: la cucaracha, el ratón y el niño volteaba hacia abajo y ahí en friega a cortarle el pelo rápido y eso es lo que me emociona. Hay otros niños que están llore y llore, les dice la mamá que no lloren, yo les digo: ¿Cómo que no?, déjelo que llore pero que se oiga de aquí hasta Chiapa de Corzo. En verdad, a mí los niños que lloran más y los que dan más lata me quitan el estrés. Hasta los mismos doctores que son mis clientes desde que eran niños, me dicen: “¿cómo es posible que le quiten el estrés? Si es insoportable”. Pero es que no le saben hallar el modo. A otros le dice la mamá que no se muevan, les digo: Muévete gordo, muévete. Llevándole la contraria al niño y a la mamá, entonces al ver eso el niño dice: “¿Por qué me voy a mover?, no me muevo y ahí está el chiste”.
Su trabajo
¿Si no se dedicara a esto ¿qué le hubiera gustado ser?
Doctora, licenciada, esas dos cosas me fascinan. Ayudaría mucho a la gente, a los niños, a los viejitos.
¿Hay niños que ya siendo padres o madres de familia regresan con sus hijos?
Sí, casi la mayoría y sobre todo las abuelitas me traen a sus nietos. A veces les hago el mismo corte que le hago al papá.
¿Qué sensaciones le da ese hecho?
Imagínate. Me siento en la gloria. Siento que me quieren.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Todo. Ser puntual, que a veces no puedo, pero cuando se me hace tarde hasta siento ganas de llorar porque pienso que ya me está esperando alguien. Amo mi trabajo, después de Dios y de mis hijas, amo mi trabajo. Lo adoro.
Peluquería Los Picapiedras/Foto:Gabriela G. Barrios
¿Cuál ha sido su mayor reto en el caso del corte a los niños?
Siempre es un reto cada niño. Hay veces que me dicen las mamás: “le traigo un niño que ahora si no va usted a poder con él”; le digo al niño: “tu mamá me decía que ibas a llorar, que ibas a vomitar y todo eso a qué horas, nada”. Hay veces que un niño está con la finta de que quiere vomitar y le pongo la mano abajo de la boca y le digo: “órale, órale, vomita, vomita, sácalo para ver a qué huele porque los otros huelen unos feos, otros bonitos pero yo creo que el tuyo huele feo porque estás llorando mucho”, y ya no vomita.
El secreto
¿Cuál es el secreto de tratar con los niños?
El secreto es que me traen dinero, ese es el secreto, porque si a usted le dan dinero tiene que trabajar bien para que aquella persona regrese. Todo está en el poder del dinero. Si lo trato mal ya no va a regresar entonces lo trato mejor para que regrese. Si no trato bien a mi clientela júrelo que no viene.
Tengo clientes que ahorita están estudiando en Canadá o viven en Francia o en el Norte (México). Tengo mucha gente que se fue al extranjero y cuando regresan me vienen a ver y siento que me desmayo de felicidad. Alrededor de Chiapas tengo mucha clientela. Abro los domingos porque sé que van a venir de fuera. Varios doctores me han dicho que ya no abra el domingo y sin embargo, ellos han venido el domingo a cortarse el pelo. Les pregunto: ¿No que me dice que no venga el domingo? Y me contestan: “Pero como es necia y terca, vengo”. Si falto un día a mi trabajo me siento desesperada.
¿Esos 36 años de trabajo han sido ininterrumpidamente?
Los niños, ahora adultos, regresan/Foto:Gabriela G. Barrios
He cambiado como cuatro veces de domicilio. Me fui sobre la Octava, al dar vuelta enfrente de Banca Serfín, ahí vivía y tenía mi peluquería; luego regresé a la Avenida Central porque estaba desocupado el local. Tuve un problema muy serio y me fui a México por dos años. Cuando regresé me dio gusto porque la gente me recibió con los brazos súper abiertos. Mi clientela dice que sufrió mucho porque yo no estaba, pensé que me estaban cuenteando pero con el tiempo vi que sí era verdad. Para que me vaya de Chiapas, ya ni muerta, aquí en el Cristo de Copoya me van a poner para que me vaya a ver toda mi clientela después.
La otra vez vino una señora y me dice: “oiga señora me recomendaron aquí pero veo que no es para niños”. Volteo a ver a mi cliente, que es un señor, y le contesto a la señora que a toda mi clientela grande le digo bebé y que cuando un cliente nuevo que me está esperando y queda viendo a mis clientes adultos, les digo que él es mi bebé porque desde chiquito le quito el pelo. Le da risa a la señora y dice: “entonces me corta también a mí el pelo”, se hace mi clienta.
¿Es fácil ganarse la vida con su profesión?
Pienso que Diosito me está dando el trabajo pero gratis, porque yo no siento que estoy trabajando, no me canso, de repente sí, es lógico, pero ya cuando son las seis de la tarde, digo ya se está haciendo de noche, ya quiero llegar, acostarme a las ocho de la noche para que al día siguiente esté en mi trabajo.
¿A qué famoso le gustaría cortarle el cabello?
A toda mi clientela porque todos son famosos para mí.
¿Qué hace en sus ratos libres?
Veo reportajes o me pongo a tejer bufandas que vendo.
¿Quién le corta el cabello?
Yo me lo corto. Todo mundo me pregunta que quién me lo corta y muchas clientas llegan cuando me lo estoy cortando.
Doña Elvia y sus instrumentos de trabajo/Foto:Gabriela G. Barrios
Edad: Para los que me quieran traer regalito (risas) el 6 de enero, es que mi mamá se portó bien.
Número de hermanos: Somos 13 conmigo. 7 hombres y 6 mujeres. Yo soy la tercera pero la primera mujer.
Estado civil: Solterita.
Número de hijos: Tres hijas.
Pasatiempos: Ir al cine con mis hijas, ir a plaza, ir a comer allá.
Música: Instrumental porque esa me relajaba cuando en México trabajaba peinando, pero aquí no, aquí me ponen la caricaturas, bien chillonas y bien fuerte y lo tengo que aguantar. Ya estoy acostumbrada después de 36 años. (Risas).
Película: Me gustan de espanto para relajarme, que tengan drama o las cómicas.
Comida predilecta: El mole.
Rituales: Pedirle a Dios para que me dé un día más.
“Es el país de las historias profanas contadas a contraluz en un rincón gótico. Es la bocanada de humo más próxima a la hoguera donde serenan sus almas los errantes y los infaustos. Es el alivio a la seducción de los claroscuros en un instante retinal…” No, no es México ni algún otro país latinoamericano, la poesía de Gustavo Ruiz Pascacio habla de un país interior de memorias y desvelos.
Revisando el archivo de Desmesuradas, disfrutamos nuevamente la charla con el poeta Gustavo Ruiz Pascacio, autor de los libros «Escenarios y destinos» (Coneculta-Gobierno del Estado de Chiapas 2008) y “La plástica en Chiapas: el tránsito del color y la explosión de la forma” (UNICACH 2010), entre otros, por lo que invitamos a quienes no lo conocen, se acerquen a él y a su trabajo, y a quienes lo conocen, encuentren en esta entrevista realizada en 2003 a un ser de carne, hueso y gran sensibilidad.
El amor, la filosofía y la poesía: ‘son inútiles, pero indispensables’
Leticia Bárcenas González
Gustavo Ruiz Pascacio, con su obra/ Foto:Cortesía
Nacido hace 40 años en el Barrio de San Roque, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Gustavo Ruiz Pascacio, Premio Nacional de Ensayo Luis Cardoza y Aragón 2003 para crítica de artes plásticas, fue galardonado en Monterrey, Nuevo León por su trabajo La plástica en Chiapas: el tránsito del color y la explosión de la forma. El jurado del premio, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Ates, estuvo conformado por Paulina Lavista, María Minero y Xavier Moyssén.
Aún bajo los reflectores de este galardón, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, edita y presenta su poemario El amplio broquel de la melancolía, del que el poeta y ensayista dice: “Es un parteaguas en mi trabajo poético. Pasa por cuatro escenarios tangibles de la figura central del poeta que son la casa, la calle, la tumba y, finalmente, el escudo de la melancolía. El escudo de la vida desde el lado sufriente y desde el lado gozoso, ese es el escudo de la melancolía para mí.”
Esta charla, con Expreso Chiapas, se da en su casa, un lugar lleno de luz en el que aún hay huellas de sus fantasmas “los de la carne”, por supuesto, y que, a decir de Gustavo, le acompañan en sus momentos oscuros. Me invita un refrescante y delicioso vaso con agua de papaya, preparada por él, ya que también sabe cocinar y, asegura, lo que mejor le sale son los caldos… de cultivo.
Como buen ariano, dice ser celoso y posesivo aunque reconoce que es menos posesivo de lo que la astrología dice, ya que “lo he sido pero no ha traído buenas cuentas, así que estoy en otro proceso.” En cuanto a las otras características de su signo zodiacal (Inteligentes, ordenados y entregados al trabajo) aclara “Trato de ser ordenado y disciplinado hasta donde puedo. Hasta para mis manías soy disciplinado, las manías son manías y hay que disciplinarse”, afirma entre risas. Al preguntarle cuáles son esas manías, sonríe y hace un gesto como de contarlas, “La principal es el asombro por lo otro y por el otro, y es ese asombro lo que me lleva a explorar las multitudes o la intimidad, de mi mismo que encuentra al otro, y la intimidad del otro amado o del otro desamado, o desarmado”. Reímos.
Sin embargo, al hablar de su trabajo como creador, Gustavo Ruiz Pascacio, se vuelve serio; lo imagino en su salón de clases, en la Unach, como profesor:
–¿La poesía tiene una finalidad? ¿Cuál es?
–Alguien dijo una vez que en esta vida había tres cosas inútiles: el amor, la filosofía y la poesía; inútiles pero indispensables. La finalidad central de la poesía, para los lectores, es de alguna manera detonar todas las posibilidades emotivas que el ser humano tiene inherentemente, y que de una u otra manera, la vida cotidiana de este mundo posmoderno, sobre todo, nos ha dificultado encontrar. En ese sentido la poesía sí tiene una finalidad en términos estrictos de pensar en propósitos utilitarios, corro un riesgo al decir este término. Ahora, si tú me preguntaras para mí qué es la poesía, te diría que es revelación. Revela no sólo el interior humano sino lo que está más allá de nuestra realidad, que no alcanzamos a palpar pero que eso no implica, y no significa, que no esté ahí. Uno de esos elementos centrales que no palpamos es el interior de nuestra sensibilidad y la capacidad humana que tenemos de asombrarnos, de maravillarnos, de sufrir y de gozar.
–¿Y es cierto que en poesía lo más importante es la forma y no la anécdota?
–Es una conjunción, el poeta, por sobre todas las cosas, aun cuando estemos en un periodo donde las teorías de interpretación históricas están en un colapso y en donde, incluso, hay teóricos que niegan a la historia como disciplina, como ciencia, en donde hay una negación también del sentido de lo humano, considero que independientemente de todo ello, la poesía debe volver al canto, eso implica volver a una conjunción de lo que tú llamas anécdota, y yo llamaría contenido, y evidentemente, la forma. ¿Por qué? Porque en la poesía todo es diálogo. En la poesía se produce un detonante que es el ritmo y la sincronía. Todo el proceso cósmico, todo el proceso universal es eso, ritmo y sincronía, y si no lo encontramos en el poema, entonces, no encontramos el poema.
–Cuándo has terminado un poema y lo lees ¿te sorprendes?
–Me sorprendo desde el momento en que tengo la posibilidad de construir y de encontrar el poema, porque, pienso, el poema no sólo se escribe en términos llanos, el poema se encuentra, el poema se construye. El poema es un ente, un ser más, que está y no está porque finalmente está hecho de lenguaje. El lenguaje es lo que somos pero lo que somos es sólo lo que podemos reducir a conceptos y a formas.
–¿Cómo eliges el título de un poema?
–Por lo regular elijo títulos de poemarios. Generalmente no escribo poemas aislados, escribo más bien, o pretendo escribir, siempre un poema de largo aliento: lo que ocurre es que lo voy dividiendo en partes, o el poema se va manifestando y se va dando en partes. Entonces, lo que escribo son poemarios en términos de un largo aliento. Y el título se revela, llega y al llegar lo que uno decide es si accede a la posibilidad de desarrollar todo lo que ese título implica o si lo deshecha; en ese sentido, cuando el título me llega y me asalta, trato de llevarlo al plano de mi racionalidad y entonces empiezo a trabajar los posibles escenarios en los cuales pueda cantar ese título y ese poema. De ahí, defino si va a tener tres o cuatro partes, qué tanto de extensión puede tener, cuáles son los temas que va a tocar, con qué aliento lo va a hacer, desde que voz tonal lo va a desarrollar, en fin, tiene que llevar un proceso previo a la escritura. Ya el acto de la escritura es diferente. Pero el proceso previo a la escritura, pienso, debe pasar por ello, porque no sólo pasa por el tamiz de la inspiración en términos casi dionisiacos, sino que también, y sobre todo, tiene que pasar por el tamiz de la reflexión.
–Entonces, ¿los títulos surgen primero y después el poema?
–En mi caso, los títulos del poemario surgen primero y ya después se va atando y se va construyendo el poema en sus diferentes facetas.
–¿Te preocupa que los lectores de tu poesía la comprendan de una manera distinta a como tú la pensaste?
–No, Al contrario, me anima mucho que así sea, porque la poesía, como toda manifestación artística, tiene una multiplicidad de sentidos y aunque nosotros, los escritores, y los poetas en particular, quizá tenemos un público hipotético, cuando estamos escribiendo de alguna manera dialogamos con nuestros fantasmas, dialogamos con un desconocido que es nuestro lector, y aunque existe un lector hipotético, existe también un lector inesperado y ese lector inesperado puede estar en consonancia con nuestros estados anímicos que resolvieron la emotividad del poema, pero también pueden no estarlo y eso finalmente me lleva a la sorpresa.
–En algún lugar leí que un poeta decía que la poesía es la aventura de la libertad ¿Qué opinas?
–Sí, así es, en el sentido de que nos hace más capaces de poder integrarnos y a la vez de poder disgregarnos. La poesía tiene un doble andamiaje, un doble motor, por así decirlo: integra todo aquello que el ser humano encuentra emotivamente pero a su vez lo disgrega porque lo transmuta, lo convierte en algo más allá del poema, en ese sentido, pienso que esa capacidad de integrar y disgregar, es decir, de asociar y volver a disasociar, sólo lo puede dar el espíritu de la libertad.
–¿Escribir te angustia?
–Depende de lo que escriba. Hay temas, situaciones, anécdotas, circunstancias que angustian, pero hay circunstancias también que relajan, te vuelven de pronto más luminoso. Todo depende, hay momentos oscuros, hay otros lumínicos, en uno y otro puede estar presente la angustia, el dolor, pero también la festiva posibilidad de amar.
–¿Eres una persona pasional?
–¡Sí, por supuesto que lo soy! ¡Uno tiene que vivir con pasión! Con pasión tiene uno que angustiarse, con pasión tienes que animar los sentimientos más sublimes que puedas encontrarte en el camino, eso sólo lo da la pasión. Hay un verso que me fascina mucho, está en ese gran libro llamado Biblia, que se llama El Cantar de los cantares: “Tan fuerte como la muerte es el amor y la pasión, tenaz como el infierno”.
–¿Qué despierta tu pasión?
–En términos generales la literatura. Decidí tener un proyecto de vida que es la literatura, y estrictamente, digamos, en términos de género, obviamente el efecto más importante en este camino es la poesía, pero también escribo ensayo. Me apasiona mucho la investigación literaria.
¡Me apasiona la vida! La vida tiene que ser apasionante en todo momento y en todas sus circunstancias; me apasiona desde una caminata en la madrugada hasta un partido de futbol, soy un apasionado del futbol. El futbol no es una actividad para mentes pequeñas como alguien alguna vez lo definió. Creo que el futbol es la capacidad masiva, universal, que nos devuelve al origen tribal de lo que somos, en ese contexto es fundamental; cuando uno entra a un estadio de futbol, cuando uno ve a la masa, cuando uno, de pronto, intenta entrar al interior de esa masa y descubrir sus motivos, sus encuentros, sus desencuentros, sus agonías, sus necesidades, sus efectos, es mágico, es extraordinariamente mágico. Y de pronto ver a esos veintidos tipos que están ahí horadando entre una y otra forma, esos aspectos tribales te hace encontrar que ese es el origen de lo que somos finalmente. ¡Eso es pasional! ¡Eso es simple y sencillamente apasionante!
Gustavo Ruiz Pascacio en su casa/ Foto: Cortesía
Gustavo dice que en su tiempo libre practica futbol y el frontenis de cancha chica, le emociona hablar del tema, pero irremediablemente regresa a su pasión primera, la escritura. “Le voy a las Chivas del Guadalajara. No sé si por un efecto nacionalista o nacionalero. ¡No! Es más por una especie de tradición familiar. Te lo platico. En el Tuxtla de finales de los 70, la única posibilidad de comunicación con el exterior era el cine, la radio y las charlas que podías tener con los familiares mayores, tus tíos o tus abuelos. Recuerdo que mi padre se sentaba conmigo y escuchábamos los partidos de futbol que transmitía la XEW, entonces, para mí, esa posibilidad de encontrarme con la radio y con esa masa que no veía pero que estaba ahí, con el alarido que estaba de pronto ahí, de la emoción que era transmitida solo por una voz; para mí fue importantísimo para detonar ciertos aspectos de mi imaginación, ya lo demás lo detona el libro y lo detona la experiencia de lectura, pero esas circunstancias, esa anécdotas, esas posibilidades de encuentro con aquello que es lo maravilloso de lo que está ahí, pero que sabes que hay una invención, que además no está ahí. Eso para mí fue extraordinario.
–¿Qué leías de niño?
–Empecé leyendo cómics, como todos. Leía Kaliman, y me da mucho gusto que un amigo cercano, Arturo Guichard,que es doctor en filología clásica, catedrático en la Universidad de Salamanca, en España, tenga en su biblioteca la colección de Kaliman. Para mi es interesantísimo porque da una posibilidad de lectura del comic más allá de lo que usualmente pensamos. Yo empecé leyendo Kaliman y Memín Pinguín. En una ocasión, cuando tenía ocho o nueve años, mi padre llegó con una gran caja de libros y nos llamó, a mi hermana y a mí, y nos dijo que acababa de adquirir esa colección, que él no nos iba a dejar dinero, que la única posibilidad de herencia era la educación y que si alguien quería acercase a los libros, allí estaban. Entonces, a los nueve años estaba leyendo La Divina Comedia, Orlando Furioso (de Ariosto), Jerusalén libertada (de Tasso), obviamente, no entendía algo, pero que bueno que no entendí porque ahí es donde me di cuenta que la literatura no es lo que piensas, la literatura lo que te deja es la comprensión de la sensibilidad humana. Finalmente, a mi me dio esta posibilidad de comprender una sensibilidad humana y me dio un detonante para la imaginación, extraordinario. Con eso me di cuenta que uno sí puede dialogar con los libros, que uno sí puede dialogar con los autores, que uno sí puede debatir con los autores, que uno sí puede encontrar su propio libro en cada obra.
–¿Cuándo o a qué edad empezase a escribir poesía?
–Bueno, primero escribía canciones. En la prepa escribía canciones y leía, leía bastante. Quería estudiar literatura pero se me atravesó en el camino una sicóloga, en la prepa, y me dijo que para qué iba a estudiar literatura, me iba a morir de hambre, que yo lo que debería estudiar era derecho, entonces, le hice caso; me fui a estudiar derecho y fue verdaderamente atroz, terrible, deleznable, pero me tuve que aguantar porque no tenía otra posibilidad en ese momento, entonces, terminé la carrera, vine a la casa y le dije a mi papá: aquí está (el título), me voy a estudiar literatura. Bueno, me fui a trabajar un año y ya después de haber trabajado ese año, decidí estudiar literatura. Entonces, empecé a escribir, de manera más formal, por así decirlo, integrándome a talleres, aproximadamente en 1985. Desde esa fecha he estado ya de lleno en el trabajo literario y prácticamente desde 1987 a la fecha, vivo y como de la literatura. No me preguntes cómo vivo y cómo como, ¿verdad?, pero vivo y como de la literatura.
–Dice el poeta argentino Jorge Santiago Perednik que en poesía, la pasión es una de las reglas del juego, ¿cuáles serían las otras?
–Las otras son, pienso: una, el asombro, otra, la certeza de que lo que estamos cantando y escribiendo es algo que está ahí y que no está ahí, es lo inasible. Otra posibilidad más es la conjunción con lo que somos. La conjunción con lo que somos es una regla, la conjunción con lo que somos es el lenguaje, la conjunción con lo que somos nos lleva a, lo que te decía inicialmente, el ritmo y la sincronía. El ritmo y la sincronía creo que serían las últimas y las primeras reglas, a la vez, de la poesía. ¿Por qué las últimas y las primeras? Las primeras porque todo deviene de un ritmo y de una sincronía, en la vida y en el cosmos, y segundo, las últimas, porque dependiendo de esa capacidad de ritmo y de sincronía vas a tener le resultado final que es el poema. El resultado final que es el poema, es también parte de un proceso sincrónico que sigue más allá de ese poema, entonces, resumiría en esas: el asombro, la certeza de lo inasible, la conjunción del lenguaje y el ritmo y la sincronía de un todo.
–¿Cuál es tu opinión sobre la poesía que se realiza actualmente en México?
–Creo que a raíz de la desaparición física de Octavio Paz, hay un reacomodo en la poesía mexicana. Un reacomodo en cuanto a las variantes, a las posibilidades temáticas, a la forma de concebir la poesía, como género y como modo de vida. Desde ese punto de vista, hay una generación encabezada por gente como José Emilio Pacheco, como Eduardo Lizalde, que, de alguna u otra manera, son ya las voces consolidadas en la poesía mexicana, y de ahí tendríamos una generación inmediata, de entre una década posterior o de quince años posteriores en nacimiento a ello, que estaría encabezada, tal vez, por Antonio Del Toro, por Fabio Moranto, por David Huerta, fundamentalmente, esto a nivel nacional.
–¿Y en Chiapas?
–En Chiapas hay un problema central que es creernos esa conseja popular que dice que quien levante una piedra encuentra un poeta. En Chiapas no somos los vástagos de la piedra, no. Los vástagos de la piedra es una invención jocosa y “faciloide”, no. En Chiapas la poesía requiere una revisión fundamental y, pienso, ya hay algunos poetas que sí están ejerciendo esa revisión fundamental a la poesía como acto de lenguaje; esos poetas los podemos contar con los dedos de una mano.
El poeta disfrutando el paisaje/ Foto:Cortesía
–¿Quiénes son?
–A nivel nacional, evidentemente, Efraín Bartolomé, que es un parteaguas porque es el retorno al sentido ministerial de la poesía, y eso, en Chiapas al menos, no se había ejercido antes de él. Y ya desde nuestro estado hacia el exterior, pensaría en las voces de Roberto Rico, de Luis Arturo Guichard, de Carlos Gutiérrez, y de un poeta nacido aquí, en Chiapas, poco conocido en el estado porque su trabajo lo ha realizado más al exterior pero que es un joven muy talentoso, Ignacio Ruiz Pérez, y completaría este grupo con el trabajo de Marco Fons. Creo que son los poetas que han decidido creer en una poética, es decir, creer en la posibilidad de una consonancia del lenguaje a través de la palabra, con sus diferentes posibilidades, con sus variantes, cada uno dentro de sus escenarios, cada uno dentro de sus temáticas, pero fundamentalmente estaríamos hablando de ellos.
–¿Se ha superado la sombra del poeta Jaime Sabines?
–Creo que estas voces que he mencionado apuestan a ello, desafortunadamente sigue existiendo un modo sabiniano de escribir. El problema no es parecerse a Sabines, ese no es un problema, porque la poesía de Sabines tiene momentos puntuales muy importantes y fundamentales de la poesía hispanoamericana. El problema es asumir a Sabines como el eje rector de las voces de la poesía en Chiapas, ese sí es un problema. Y no nos hemos querido dar cuenta, quienes estamos inmiscuidos dentro del ejercicio de la poesía, que una cosa es que la poesía de Sabines sea adoptada por la colectividad y por los lectores múltiples que tiene, y otra es que la poesía de Sabines decida y genere los elementos rectores del lenguaje poético en Chiapas, hacia eso sí se debe ejercer, desde mi punto de vista, una actitud critica.
–¿Crees que la poesía actual perdurará en el tiempo?
–No lo sé, tendría que regresar dentro de cien años y tal vez, por efecto de alguna doctrina esotérica lo podría realizar pero en términos de la tangebilidad no lo creo.
Al fotógrafo y a mí nos sorprende su respuesta, Gustavo se da cuenta y ríe, nos ofrece más agua y retoma la respuesta: “No lo sé. Si la poesía actual tiene una vocación de lenguaje que va más allá de la temporalidad, del tiempo histórico que nos toca vivir, creo que sí, porque como decía Borges: si dentro de 300 años en alguna biblioteca de viejo, alguien encuentra un libro mío, lo abre, se emociona y empieza a dialogar conmigo, entonces quiere decir que soy inmortal. Ese es el sentido de inmortalidad precisamente, eso, no hay nada más, y eso es lo que hace tangible y válido que podamos seguir leyendo hoy en día a Dante, que podamos seguir leyendo El Cantar de los cantares, eso es lo que lo hace válido, es su intemporalidad.
–¿En poesía es posible la reproducción de un texto en otro idioma, es decir, existe la traducción o es una mera reescritura? ¿Es válido leer traducciones?
–Es un problema acercarse a las traducciones de literatura porque lo más recomendable es que esa traducción sea una versión a una segunda lengua. Si nos acercamos con los ojos de ser unos lectores que estamos leyendo una versión a una segunda lengua de una obra escrita no en nuestra lengua materna, así sí es recomendable, pero si nos acercamos pensando que es una traducción literal entonces estamos equivocados, porque cada lengua tiene su forma de ver el mundo, cada lengua tiene su forma de expresar, incluso, figurativamente el mundo.
La imaginación es universal y eso ya es una garantía pero las posibilidades semánticas y sintácticas de cada lengua son completamente diferentes entre unas y otras, aún en lenguas que tengan un mismo tronco lingüístico como las lenguas romance, la traducción que se pueda hacer del italiano de la Divina comedia al español, no debe ser una traducción literal, que no nos lleva nada, no implica nada, no implica un proceso de aprehensión de la intencionalidad de esa lengua; no hablo de la intencionalidad del autor, sino de la intencionalidad comunicativa de la lengua que es una cuestión diferente.
Leer traducciones sí es importante, porque debemos estar en contacto con todas las manifestaciones artísticas, y en el caso de literatura, con mucha mayor razón, pero con el tiempo los lectores se van volviendo más agudos y más críticos, esto va siendo parte de la astucia y maña, así como creo que hay una astucia y maña periodística, y hay astucia y maña fotográfica, creo que hay una astucia y maña de lectura, entonces ya logras identificar a estas editoras “patito”, que tienen malas traducciones, de las que tienen traducciones confiables por la tradición que tienen como empresa, por el prestigio que tienen sus traductores, en fin, todo esto es importante.
Ruiz Pascacio, también hace referencia a las editoriales que se preocupan porque el autor, si está vivo y si conoce la lengua a la que
Gustavo Ruiz Pascacio, leyendo su obra/ Foto:Cortesía
va a ser traducido, coteje, se comunique con los traductores, les dé su punto de vista. O que cuando están traduciendo textos, incluso antiguos, buscan especialistas filológicamente en ellos, ya que “No es el mismo inglés en el que escribió (William) Shakespeare que el inglés con que escribe (Arthur) Conan Doyle, por ejemplo, es decir hay serie de variantes socioculturales, históricas, lingüísticas, en fin. Y eso mismo lo vemos en nuestra lengua, es decir, concretamente, en la tradición chiapaneca, no es el mismo lenguaje que encontramos en Efraín Bartolomé que el que vamos a encontrar en Jaime Sabines. Los dos pueden abordar el contexto amoroso, los dos pueden abordar el problema de la cotidianidad, pero desde dónde va a ser abordado, con qué elementos lingüísticos, bajo qué recursos figurativos, con qué bagaje imaginativo. Sus espacios geográficos, sus espacios poéticos y sus espacios lingüísticos son diferentes, si esto ocurre en una literatura que podemos regionalizar en la literatura chiapaneca, escrita en lengua castellana, ahora imagínate si esto lo extendemos a todo el mundo.”
Gustavo habla emocionado, irradia vitalidad, asegura que en su vida hay amor “Siempre debe haberlo.” Y que en ese sentido,
también trata de llevar a la práctica lo del ritmo y la sincronía, “trato de serlo y de hacerlo.” Reímos, la charla ha llegado a su fin, antes de despedirnos toma su guitarra y nos canta una hermosa canción.
Gustavo Ruiz Pascacio nos recuerda que “La palabra no es retorno a la vida sino retorno a los que somos.”
*Entrevista publicada en dos partes en el diario Expreso Chiapas, 14 y 15 de noviembre 2003.
Hace unos días, se dio a conocer que la mexicana Sofía Sedas, estudiante del Colegio Británico (The Edron Academy), obtuvo el primer lugar en 2012 en la prueba de matemáticas que se aplica a nivel mundial en las instituciones que forman parte del Bachillerato Internacional de la Universidad de Cambridge, esto demuestra que si a una persona se le dan las herramientas adecuadas para aprender o desarrollar una competencia, no importa ni su género ni su nacionalidad, ello me hizo recordar a un profesor de educación básica que en el año 2007 inventó un compás plano para facilitar el trabajo docente y desarrollar las habilidades matemáticas de los alumnos.
Los invitamos a conocerlo…
“La intención no es cambiar ni el método de dar una clase de geometría, ni el concepto”
Leticia Bárcenas González / Vladimir González Robledo
Desde hace poco más de diez años, el profesor Ricardo Hernández Ortiz ha vivido con un sueño: que los niños y jóvenes de Chiapas utilicen el compás plano que él ha inventado.
Profr. Ricardo Hernández Ortiz con su invento / Foto: Cortesía
Maestro de la Telesecundaria 022 de Tapachula, Chiapas desde hace 16 años, Ricardo Hernández Ortiz se dio cuenta de la necesidad de idear un compás que facilitara el trabajo docente, hiciera las veces de un juego geométrico y desarrollara las habilidades matemáticas de los alumnos.
Explica:
“El compás es una herramienta que parte de un concepto del funcionamiento del cuerpo humano, en donde a partir de un centro hacemos una rotación. En la práctica, todos los maestros tenemos dificultades en el uso del compás porque hay que hacer movimientos y a veces se resbala, o a veces no se ajusta. El compás de arco no mide nada, o sea, no podemos definir un radio o un diámetro con el compás, y esa razón hace que requiramos la regla, la escuadra o el transportador para cualquier otro trazo más complicado. A veces en la escuela no tenemos el juego geométrico completo y el maestro tiene que agenciarse los recursos necesarios para poder sustituirlos. Hace muchos años, a través de la práctica y de revisar diario con una cinta o con la agujeta de un zapato, con la tiza para hacer los trazos, vi que era conveniente hacer algo que pudiera llevar todos los días.”
Así surgió lo que él ha llamado compás plano.
— ¿Cuál sería la diferencia entre el compás tradicional y el compás plano?
—Las diferencias de ley, las principales, las que señalo como reivindicaciones son: primero, que es un compás que trabaja de manera horizontal, sobre la superficie; segundo, que tiene un eje de rotación; que tiene un localizador de longitudes (incluso nosotros podríamos trabajar con éste mismo trazando las líneas del polígono, pero a mí se me hace cómodo quitarlo y trabajar solamente con el juego de escuadras); tiene un nivel de agua que relaciona los trazos horizontales con exactitud, sin que el maestro le calcule mucho, se pone y localiza su horizontal exacta; tiene una brújula que relaciona a la geometría con la geografía, normalmente los maestros en secundaria llevamos al campo a los alumnos a medir, a hacer un plano de la escuela, a medir la ubicación de tal salón, de la cancha de futbol, etcétera. Bueno, esta es la forma para que el alumno sepa cuál es la orientación; el alumno normalmente tiene que pararse y poner su mano derecha al naciente del Sol y localizar el norte natural, con esto podemos ayudar y reforzar, y asegurar que sus impresiones sean exactas. Lo otro, es que este instrumento incluye la seguridad de trabajar con trazos exactos. Esto a mí me preocupa mucho porque la intención no es, por ningún motivo, cambiar ni el método de dar una clase de geometría, ni el concepto, sino complementar, o sea, que se vuelva una herramienta más.
Ricardo Hernández Ortiz, originario de Hidalgo, y quien llegó a Chiapas “buscando donde trabajar”, considera que su compás plano tiene varias ventajas, por lo que se puede emplear no solamente en las escuelas de nivel básico, sino también en el ámbito profesional. Ha dado a conocer el modelo con arquitectos, quienes le han afirmado que “técnicamente no hay ninguna posibilidad de que falle, no existe porque todo está sobre medida”.
Desde que ideó este compás ha buscado la manera de darlo a conocer a las autoridades educativas, incluso comercializarlo. Sin embargo, como dice, muchas veces ha tenido que detenerlo para repensarlo, para modificarlo, para mejorarlo, o porque tiene que invertir recursos para comprar el material con que fabrica los modelos.
No pierde la esperanza de poder producirlo en serie, por lo que se ha puesto en contacto con distintas empresas que pueden hacerlo.
“La ley me permite comercializarlo, pero no tengo los recursos para producirlo, entonces tengo que ofrecerlo a las empresas que se dedican a esto y que tienen la infraestructura y el dinero para producirlo. Tengo mucha confianza (en que eso suceda). Llevo meses platicando con ellos; tienen toda la información, todos los diseños en planos que les he enviado, conservamos la comunicación.”
—Entonces está pensando en un compás para uso profesional y otro escolar.
—Sí, de hecho a la empresa Ábaco, que es con quien he platicado sobre este compás, se lo voy mandar tal vez con algunas correcciones, aunque ellos van a hacer un prototipo. A partir de la idea, y tomando en cuenta las reivindicaciones, una empresa puede cambiar este tipo, hacerlo de otra forma, puede cambiar el sistema aunque tenga las mismas funciones, puede, incluso, modificar el riel que sólo es una forma de sujetarlo, pueden colocarlo de otra forma, o le meten algún canal, no sé, los ingenieros de la empresa decidirán.
“Ellos lo pueden hacer como quieran, a partir de las reivindicaciones de ley. Esto (el modelo que llevó para la entrevista) seguramente se va a modificar porque es muy rústico, todo está hecho con herramientas muy sencillas. Pero a partir de este modelo ellos decidirán cómo lo van a hacer.”
Compás plano para profesores / Foto: Cortesía
— ¿El compás para los niños también tiene tantos aditamentos?
—No, el compás de los niños es una herramienta… Todos los compases que se hagan tendrán que tener estas características, o sea, este es un borrador, un modelo que voy a mandar a Adelante, S.A. con la intención de que la empresa valore y, de acuerdo con su política comercial, los fabriquen. He adelantado ya muchos meses en pláticas con ellos y solamente faltaba hacer el modelo y que ellos decidan, tengo muchísima confianza de que sí se va a hacer.
— ¿El compás para los niños es del mismo tamaño que el modelo?
—No, seguramente tendrá que ser más pequeño que éste, incluso tendrá que ser delgado, de acrílico.
También con el compás plano
— ¿En su época de estudiante tenía ya cierta proclividad a inventar, a crear?
—Me acuerdo que cuando era niño me gustaba mucho ver personajes de la historia universal y sí, tenía mucha ilusión de hacer algo. Recuerdo que en una ocasión pensaba que era conveniente que conectáramos un radio de baterías directamente a la corriente eléctrica, provoqué un corto circuito porque era yo un chamaquito, conecté las dos terminales de la pila y lo metí al contacto directamente. Pienso que todos los niños tienen una etapa muy importante de deseo de crear, sin embargo, pienso que toda la creatividad de las personas es resultado también de las condiciones o del ambiente en el que se desarrollan.
—Usted habla mucho de radios pero, ¿qué le gusta más, el radio que mide o La radio de todos?
—No, bueno, la radio es un instrumento tecnológico necesario; con mis alumnos, cuando me toca ese tema, hago un ejercicio de radio. Esta es una forma de lenguaje, pero el lenguaje de la voz es una forma también necesaria e imprescindible. Nosotros somos comunicadores, particularmente a mí me gusta mucho la lengua hablada, siempre que he podido he sido maestro de ceremonias en mi escuela y alguna vez he tenido la oportunidad de utilizar el micrófono. Es algo muy bonito, pienso que lo más importante de la radio, y lo que más agrada, por lo menos a mí, es que en donde usted esté, si va solo en la carretera, va acompañado por la radio y va acompañado con los comentarios, con las críticas, con los comerciales, con la música, pero siempre va acompañado. Si hay un tramo donde en el carro, en su radio no entra la señal, usted lo deja y va escuchando puro ruido, porque va escuchando la radio, es increíble, yo creo que esto lo hacemos casi todos.
— ¿Usa el compás nada más en las matemáticas o también en otros lugares?
—Lo que pasa es que yo vivo ya con ese concepto.
—O sea, es un matemático de tiempo completo.
—No, no, no, no. ¡Ser maestro de telesecundaria es ser maestro de tantas materias! Damos 32 materias durante el ciclo completo: primero, segundo y tercero de secundaria. Entonces, el maestro de telesecundaria tiene que acercarse y adueñarse de todas las ramas de la educación básica; no soy matemático, soy un maestro que tiene una gran cantidad de carencias en las matemáticas, creo que igual que todos, pero siempre he tenido el espíritu de aprender.
—Dice que con el compás plano se miden los catetos, ¿y los senos, con qué se miden?
Compás plano / Foto: Cortesía
—También con el compás plano. (Risas).
— ¿Y usted cuándo pierde la brújula?
—La pierdo con frecuencia, procuro no ser muy metódico. La brújula a veces nos indica caminos inesperados y siempre es bueno descubrirlos.
— ¿Qué invento doméstico le sigue maravillando?
—La televisión es un invento increíble. A mí me llama muchísimo la atención, sobre todo desde de niño. Cuando supe que el inventor de la televisión a colores era un mexicano, yo tenía una profunda admiración por quienes hacen cosas que uno dice cómo le hicieron, o sea, cómo se le hace no sólo para transmitir una señal, una imagen, sino para transmitirla a color. A mí me llama mucho la atención, también. Digo, González Camarena es, yo pienso, de los inventores mexicanos que más ha influido en mi formación como maestro. Todos los días les digo a mis alumnos y a mis hijos que apunten su mirada o sus emociones hacia un objetivo, y que si ese objetivo puede generar algo, una idea, pues hay que empujarla. Pero aparte de González Camarena en México, a mí me llama mucho la atención el teléfono celular. Se me hace increíble cómo a través del espacio ya no tenemos la justificación del cable por donde pasaba el sonido, ahora es a través de las ondas eléctricas y hertzianas que rodean al planeta, es algo increíble.
— ¿Usted con quién se queda, con Tomás Alva Edison o Leonardo da Vinci?
—Con los dos, pero Alva Edison, no sé. Hace muchos años un amigo me decía que Tomás Alva Edison es un científico aparentemente norteamericano, pero que su mamá era latinoamericana, y eso me acerca mucho a Alva Edison, aunque Da Vinci es otra cosa.
—Ha mencionado las reivindicaciones del instrumento, ¿cuáles son las suyas?
—Bueno, yo pienso que la primera, para mí —toda mi vida y en mi salón lo he tenido siempre— es la lealtad. La lealtad con lo que uno hace, con lo que uno piensa, con los objetivos que uno tiene. Por ejemplo, si uno tiene un enemigo se debe incluso decir “te aviso que en una hora te ataco”. O sea, pienso que la lealtad debe ser una norma de convivencia armónica humana, incluso para estar así como iguales con los diferentes o con los adversarios. Para mí la lealtad es algo muy importante y yo digo incluso la lealtad con el adversario. Esto se acostumbra en la guerra en los altos niveles, el enemigo avisa y pide la espada antes de tomar la plaza. Pienso que es un símbolo de la convivencia humana.
“Otra, que uno tiene que ser modesto en lo natural, incluso pienso que la modestia no es solamente decir no puedo, no sé, no quiero, no me animo, o creo que no voy a poder, sino modesto quiere decir también reconocer lo propio, o sea, no tener falsa modestia. Es un error. Una persona debe decir sí puedo hacer esto o no puedo hacerlo porque no estoy calificado para hacerlo. Si usted sabe que es inteligente debe decir que es inteligente, si sabe que desea conocer o aprender algo a partir de lo que tiene ahorita, a partir de la capacidad de aprendizaje que tiene ahorita, tiene que decirlo, y si usted sabe que le faltan algunas herramientas de la lógica para poder aprender tiene que buscarlas, o sea, tiene que ser genuino consigo mismo, aceptarse como es pero para avanzar, para ser más.
“Otra reivindicación que a mí me parece es la rectora en mi concepto de vida es que uno debe estar orgulloso de ser mexicano. El nacionalismo de nosotros los mexicanos es por naturaleza, somos muy orgullosos de ser mexicanos de toda la vida, de todas las generaciones antepasadas. Me siento orgulloso de ser mexicano, admiro a mi país, quiero a mi país, quiero a la historia de mi país, quiero con toda mi fuerza hacer cosas por mi país. Este es un punto rector, yo soy mexicano consumado, amo profundamente a mi país.”
El Profr.Hernández Ortiz usando el compás plano / Foto: Cortesía
Autorretrato
[box style=»rounded»]“Junto con mi país, Chiapas es otra parte de mi alma”[/rescue_box]
Soy de una familia hidalguense. Por situaciones de la naturaleza y del trabajo de mi papá me registraron en el DF, pero soy hidalguense, tengo una formación en la huasteca hidalguense.
Estoy casado, tengo tres hijos.
Tengo muchos hermanos. Las familias de hace 40 años —yo tengo 47— eran numerosas. Somos 10 hermanos. Soy el primer lugar de mi familia, soy el mayor de mis hermanos.
A mí me gusta mucho leer, pero también me gusta mucho observar. Tenemos una capacidad para escuchar simultáneamente dos mil sonidos y a veces hago ejercicios de aislar uno; me gusta aislar sonidos, escucharlos. No me la paso escuchando así pero cada que tengo una oportunidad lo hago, me gusta mucho. Me gusta muchísimo ver el cielo de noche, es muy interesante. Cuando era chamaco, igual que todos, veía las nubes y me gustaba darles forma. Me gusta mucho observar a la gente; a mis alumnos los observo detenidamente todo el tiempo. Soy un observador, me gusta mucho observar.
Me gusta mucho la gente.
Para mí un personaje muy importante fue Francisco Gabilondo Soler. Lo escuchaba cuando era niño, todos los niños lo escuchábamos. A mí me gustaba Gabilondo Soler, aunque tenía un carácter muy feo, pero era una persona que tenía una forma muy especial de comunicarse con los niños. Además, era muchas cosas que comúnmente no sabemos: astrónomo, científico. Era muy extremoso: de los niños a la ciencia era una cosa muy exagerada.
Antes de que yo entrara a trabajar en telesecundaria, trabajé en primaria federal en la selva Lacandona, cuando vine a Chiapas, pero antes de los seis meses renuncié y me fui a Durango, pero estando en Durango me mortificaba mucho no tomar pozol, es una cosa increíble. Me gusta muchísimo el pozol de cacao y las empanaditas.
Aunque mucha gente sabe que no tomo, me gusta el tequila. No soy un bebedor, pero el 15 de septiembre o en la Navidad, me gusta mucho el tequila, una bebida muy de nosotros.
Soy alérgico al polvo. A mí me puede dar gripa en dos minutos, aunque ahora soy más resistente. Al igual que los árboles, conforme van creciendo —aunque llega el momento en que se caen— cuando son muy maduros son muy resistentes.
Dormido no sueño mucho, sueño en las madrugadas, ya muy temprano. Sueño generalmente el mar. Soy de una sola tierra, aunque he estado y he estudiado en diferentes partes del país. Si yo me fuera de Chiapas estoy seguro que a los 20 días me regresaría porque Chiapas se convirtió en mi tierra. Junto con mi país es otra parte de mi alma. Chiapas es un estado que quiero muchísimo. Sueño mucho el mar. Yo no conocía el mar. Cuando vine a Chiapas tardé muchos años en ir porque no me gustaba el mar, porque mi tierra no es un lugar de mar, ni siquiera de ríos. Pero cuando fui a Tonalá la primera vez, me impresionó. Voy todos los días que quiero, ver Puerto Madero es lo que genera eso. La mayoría de las veces sueño el mar.
Entrevista publicada en La Señal, revista de la Secretaría de Educación del estado de Chiapas. Número 3. Año 1, septiembre de 2007.