Rosario Castellanos y Alberto Korda

Un día como hoy, 25 de mayo, nace en la Ciudad de México, Rosario Castellanos, descendiente de una familia chiapaneca, quien llegará a ser considerada una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX.

Ese mismo día pero 76 años después, muere en París, el recocido fotógrafo cubano Alberto Díaz, a quien se le conoce con el nombre artístico de Alberto Korda, autor de la célebre foto del Che Guevara y de muchas otras de la Revolución Cubana, aunque su trabajo anterior y posterior a la Revolución se enfocó en el retrato femenino y la moda, su pasión…

Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.

Esto que uní alrededor de un ansia,
de un dolor, de un recuerdo,
desertará buscando el agua, la hoja,
la espora original y aun lo inerte y la piedra.

Este nudo que fui (de cóleras,
traiciones, esperanzas,
vislumbres repentinos, abandonos,
hambres, gritos de miedo y desamparo
y alegría fulgiendo en las tinieblas
y palabras y amor y amor y amores)
lo cortarán los años.

Nadie verá la destrucción. Ninguno
recogerá la página inconclusa.
Entre el puñado de actos
dispersos, aventados al azar, no habrá uno
al que pongan aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
amigo, antepasado,
no hay soledad, no hay muerte
aunque yo olvide y aunque yo me acabe.

Hombre, donde tú estás, donde tú vives
permaneceremos todos.

 

Poema: Presencia / Rosario Castellanos (Mayo 25 de 1925, Ciudad de México, México – Agosto 7 de 1974, Tel Aviv, Israel)

Foto: Alberto Korda (Septiembre 14 de 1928, La Habana, Cuba – Mayo 25 de 2001, París, Francia)

Atisbo

Por Mali Reyes

No nos destruyamos antes de volver—me dijo. Pero yo necesitaba saber con cuántos se acostó mientras estuvimos separados.

No es que yo hubiera permanecido célibe, es más, si le confesara todo lo que había hecho para olvidarla jamás volvería conmigo, pero necesitaba saber.

La duda es el tufo expansivo y cáustico de la pimienta, de las fábricas de jabón que enardecen el olfato hasta asfixiar.

Quizá estaba enterada de lo que yo había hecho y quería evitar que le recordara el dolor. Me vio a los ojos y dijo insistente:  ¡Por favor, no volvamos a caer!

Pero la agarré con fuerza de la muñeca y la hale hacía mí.

¡Dímelo!— grité.

 

La sangre se expande rápidamente cuando está caliente, pensaba que era más espesa y lenta.

Lo último que dijo: Siempre, solamente fuiste tú.

 

Separadores, una pausa en la lectura

Hoy 23 de abril que se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, más que hablar de los libros que son parte importante en nuestras vidas, queremos hablar de un objeto que es inherente al libro, ya sea éste impreso o digital: el separador.

El separador puede ser cualquier objeto pero siempre va a tener la función de indicar dónde queda la lectura para poder retomarla. Los hay de diversos materiales, distintos diseños, muy cultos, cursis o underground. No hay un dato preciso de su origen y el lugar donde apareció el primero ni de su inventor o inventora. Lo que sí es que no hay lector que no haya usado alguna vez uno de ellos.

Nuestra experiencia personal nos llevó a reflexionar sobre cómo llegaron a nosotras, si los conservamos o los desechamos, incluso de cuáles han sido los objetos que hemos usado para ese fin. Por ejemplo, usaba los boletos del camión suburbano como separadores y en una ocasión, tuve el dilema de quedármelo para marcar mi lectura o intercambiarlo por un beso del chico que me gustaba, ya que al sumar el número de serie del boleto me daba el clásico 21. ¿Qué creen que hice?

El 21 y otros boletos / Foto: Leticia Bárcenas

Otro ejemplo, podría ser aquella ocasión que compré un libro y al tener que interrumpir la lectura para trasladarme a otro lugar, lo primero que encontré a mano fue mi credencial de elector. Y por razones que no recuerdo, el libro quedó olvidado por algún tiempo en mi mochila. Cuando tenía que usar la credencial de elector la di por extraviada y tuve que volver a hacer el trámite para renovarla, aunque tiempo después, al continuar la lectura, la encontré.

Quisimos conocer más del tema a través de otros lectores, por lo que decidimos hacerles las siguientes preguntas: (1) En este momento ¿qué usas como separador para tu libro? (2) Menciona los objetos has usado como separador de libro. (3) ¿Tienes un separador favorito, cómo es? (4) ¿Cómo señalas algo que consideras interesante en una lectura?

Separadores diversos / Foto: Leticia Bárcenas

Saúl / 31 años / Ingeniero

Un separador que me regaló mi esposa.

Un listón, una hoja doblada, un tazo, una estampa (sticker sin usar), una hoja de papel cortada con dibujos  míos.

Mi favorito es el que me regalaron, como de 15 x 4 cm con un listón verde y un dibujo tipo arte japonés.

Tengo señalados algunos capítulos o frases con flores secas (casi no lo suelo hacer).

 

Teresa / 34 años / Enfermera

Publicidad de un medicamento.

Separadores tal cual, pedazos de hoja de papel.

No tengo.

Subrayo con lápiz.

 

Cristina / 39 años / Docente

Ahora justo, prácticamente nada.

He usado separadores convencionales de papel con imágenes y frases, amarrados a un hilo. Eso en el caso de libros de lectura como pasatiempo, o si el libro trae la tira de listón, lo utilizo y ahorro tener que poner algo más. Cuando leo libros de texto científico he utilizado los separadores pequeños de post-it, de tipo tira. He doblado la esquina de la hoja, o dejado trozos de papel como señaladores.

¿Separador favorito? Ninguno en especial. Me gustan las tiras de listón que ya vienen incorporadas en el libro.

Cuando hay algo importante en una lectura lo señalo con marcadores fosforescentes.

Separadores infantiles / Foto: Leticia Bárcenas

Zambra / 37 años / Promotor cultural-músico-escritor

Uso pedazos de papel que me sobran al hacer libretas artesanales.

Como separadores he usado de todo: clips, envolturas de dulces, cigarros, lápices.

Tengo un separador de Mafalda que nunca sale de mi casa.

Para señalar uso lápices o marcatextos.

 

Estefanía / 27 años / Estudiante

Un recibo de compras.

Utilizo hojas de árboles, notas de compras, separadores, doblo las esquinas de las hojas.

No tengo un separador favorito.

Utilizo lo que tengo a la mano.

Marco con un lápiz, no me gusta manchar las páginas, o en el celular anoto lo que me parece interesante.

 

Jorge / 28 años / Servidor público

Un segmento de hoja cortada de una hoja tamaño oficio.

Objetos: pedazo de madera, separadores de mensajes cristianos, una pajita de incienso y trozos de papel, así una ocasión un billete de 20 pesos.

No tengo separador favorito.

No lo marco. Lo memorizo.

Separador y tarjetas telefónicas / Foto: Leticia Bárcenas

Karina / 37 años/ Administrativa

En este momento uso un separador personalizado con una linda mariposa.

He utilizado varias cosas como separadores… Desde una hoja improvisada, un abatelenguas, listones, un separador tradicional, de los que consigues en las papelerías, hasta los personalizados que me gusta hacer cuando tengo tiempo de ponerme creativa.

Ahora mi favorito es el separador de la mariposa. Es como los tradicionales: rectangular, tono lila y en la parte superior sobresale mi hermosa mariposita.

Todo lo que me parece interesante lo subrayo con marcatexto.

También suelo doblar la parte inferior de las hojas subrayadas.

 

Carla / 37 años / Fotógrafa

Como separador uso de todo, desde un pedacito de hoja donde escribo alguna frase que me guste del libro, el ticket del banco, un separador como tal, ya sea comprado, hecho por mí o regalado.

Mi separador favorito es uno que me regalaron enmicado y que en el interior tiene pétalos de flores.

Para señalar algo interesante uso pequeñas pestañitas tipo post it. En realidad es porque no me gusta escribir en el libro, porque si lo vuelvo a leer y encuentro anotaciones, siento que lo leo con una tendencia a lo que ya marqué y a veces cuando vuelvo a leer un libro, lo entiendo y disfruto desde otra perspectiva.

 

Óscar / 42 años / Funcionario federal

Separador institucional imantado.

Trocitos de papel, separadores comerciales o de obsequio (librerías Gandhi y El Sótano principalmente).

Ninguno en especial.

Subrayo pero sobre todo hago anotaciones de todo tipo sobre las orillas de las páginas (risas).

Separadores tradicionales / Foto: Leticia Bárcenas

Judith / 46 años / Profesora

Un separador que trae un versículo de la biblia que me ofrecieron en un crucero de la 5a Nte. (en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas).

Lápiz, lapiceros, doblar la orilla de la hoja.

No tengo un separador favorito.

Subrayo el texto con lápiz, no marcador ni tinta.

 

Miguel Ángel / 43 años / Técnico en sistemas computacionales y Profesor de Informática

Siempre utilizo un separador hecho por mí, le doy un toque personal haciendo un dibujo e incluyendo una cita textual.

Dichos separadores son desde una servilleta de papel, incluso una fotografía.

Mis favoritos son los que yo hago con una hoja y un dibujo.

Cada uno de mis libros tiene su propio separador.

Para resaltar algo importante utilizo un lápiz.

 

Alma Lilia / 37 años / Empleada de gobierno

Uso una tarjeta de presentación.

No tengo separador favorito.

Para marcar doblo la esquina de la hoja.

Separadores románticos / Foto: Leticia Bárcenas

Mauricio / 57 años / Escritor

No tengo separadores. O más bien, no uso. Me gusta subrayar. Y doblo la esquina de una hoja, pero sólo si debo hablar sobre esa página en una clase o conferencia. Por lo regular, como me gusta subrayar, mi separador es una pluma. La dejo entre las páginas donde me quedé.

 

Alonso / 41 / Empleado de gobierno

Separador de cartón.

Separadores de papel, cuero, metal, de manualidades o de fábrica.

Tenía un multiseparador.

Si el libro es mío con un marcatextos, si no con el multiseparador, en libros físicos. En ocasiones leo en PDFs.

 

Guillermo / 56 años / Mensajero internacional

Uso diversas cosas como separadores.

Ahora uso la técnica del papel triangulado. Corto pequeños papeles en triángulos y los pongo entre las hojas en la parte superior del libro, viéndolo de frente en la parte de arriba. Uso varios porque suelo «marcar» textos que me gustan y así localizarlos más fácilmente.

He usado clips, separadores tradicionales y de los que regalan.

No tengo un separador favorito en este momento.

Por cierto, también he usado papel de baño como separador (risas).

 

Enrique / 33 años / Docente

Separador, tarjeta de prepago de videojuegos, pendiente personal.

No me gusta señalar libros a no ser que sean electrónicos, en todo caso en una libreta personal apunto las frases que me parecieron sobresalientes.

 

Foto: Francisco Gordillo

Francisco / 58 años / Comunicólogo  

Doblo la hoja o algún papel que tenga a la mano.

Separadores, tarjetas, papeles, plumas.

No tengo un separador favorito.

Depende de lo que tenga a la mano. Subrayo con lápiz o con marcador. A veces apunto en una hoja aparte la página y el renglón.

 

Guadalupe / 34 años / Reportera

En este momento una tarjeta de banco.

Pedazos de hoja, listones, tarjetas de presentación.

Mi separador favorito es de hoja pintada con café.

Para marcar subrayo.

 

Olivia Yesenia / 34 años / Oficinista   

De separador uso uno que compré en un centro comercial, porque mis dos favoritos se extraviaron.

He usado como separador postales, listones y tarjetitas que me regalan.

Mis favoritos eran dos que traje de museos: La Maja desnuda del Museo del Prado y un collage de Egipto.

Ahora mi favorito es este porque es en 3D y me gusta lo relacionado al Universo:

Foto: Oli Veslaco

Guadalupe / 37 años / Empleada de gobierno

En este momento mi separador es una fotografía.

He utilizado hojas secas de algún árbol, cartas de amor, dibujos hechos por mis hijos, pétalos de alguna flor, tarjetas y clips.

Mi separador favorito es uno de la librería Gandhi. Fue un obsequio y lo tengo desde hace 19 años.

Mi forma de señalar algo interesante es encerrándolo con un lapicero de color azul.

 

Eli / 34 años / Médico especialista

Un abatelenguas.

Separador de libro con imán, con figuritas de museo, separadores de recuerdo de Palenque, Chiapas y tarjeta de teléfono.

No, realmente no tengo separador favorito.

Si es un libro de medicina señalo con un marcatexto de varios colores para distinguir comentarios o frases importantes y si es muy muy importante al final del texto lo coloreo con un color especial y le pongo VIP.

Separadores varios / Foto: Leticia Bárcenas

Cecilia Alejandra / 16 años / Estudiante

Un pedazo de cartón decorado.

Fichas, hojas, pulseras.

Mi favorito es u no decorado con muchos colores.

Con un marcatexto o lo escribo en una hoja.

 

Luis Javier / 43 años / Divulgador

En este momento uso lo que está a la mano como separador de los libros que estoy leyendo: un tícket de Soriana, un pedazo de cartón y hasta un separador tal cual.

He usado clips, pedazos de hilo, un lápiz, pedazos de madera y separadores.

No tengo un separador favorito, pero tengo decenas de separadores que me han regalado mi esposa y mis hijos y separadores de cartón que, cada que hay una Feria del Libro o alguna actividad similar, guardo. El problema es que siempre olvido dónde los pongo.

No me gusta subrayar mis libros ni señalar con nada, pero desde que tengo una Kindle aprovecho, ahí sí, para subrayar todo lo que me parece interesante con la herramienta incluida en ella.

 

Servando / 50 años / Responsable de comunicación y actividades académicas

Como separador uso una imagen grabada en un rectángulo de cartón.

He usado como separador tarjetas, plumas o lápices y objetos diseñados para tal propósito.

Mi separador favorito es rectangular y con una imagen artística plasmada en la superficie.

Generalmente resalto o señalo lo que me parece interesante con un marcatextos.

 

Osiris / 38 años / Catedrático   

Como separador uso pulseras, boletos, admisiones o etiquetas de ropa.

Mis favoritos son dos: uno que hice con diseño y foto mía, y otro con una etiqueta y una tira con aroma de un perfume (que me dieron en Liverpool).

Fotos: Osiris Aquino

Daniela Yusett / 25 años / Comunicóloga

Tengo un separador de papel.

He utilizado lápices, lapiceros o post it.

No tengo uno favorito.

En ocasiones con lápiz o lo transcribo para que se me quede grabado en la memoria.

 

Mariauxilio / 52 años / Terapeuta y Fotógrafa

Una fotografía, servilletas, tíquets, limas de uñas, estampas, postales, fotos, separador de madera, metal, etcétera.

Mi favorito es un separador de metal con una placa de gato.

Subrayo, hago una anotación o imprimo un beso con carmín rojo.

 

Iván / 45 años / Ingeniero

El que estoy leyendo ahorita trae costilla integrada.

He usado: doblar la esquina de la última hoja leída, un listón de cabello del ser amado… y mi intuición para localizar dónde me quede (se ve más «mugrosito» donde ya pasaste).

No tengo separador favorito. Incluso una segunda y tercer leída te sabe diferente.

Y marco algo interesante en mi mente… creo que el brinco del hipotálamo hacia dónde debe quedar es más fiable que cualquier marca.

Separadores de madera / Foto: Leticia Bárcenas

Juan Daniel / 41 años / Ingeniero Electricista y Docente en el área Físico Matemáticas

Tengo 3 diferentes: Un separador con una imagen religiosa, regalo de mi abuelita; un separador de cuero grabado con mi nombre, regalo de un viaje a Palenque, Chiapas; y una hoja de papel tamaño carta partido a la mitad.

Hoja de papel, credencial de elector, listón de colores.

Mi separador favorito es el separador regalo de mi abue, que tiene una imagen de la virgen de Guadalupe.

Me cuesta señalar mis libros, lo considero un sacrilegio pero cuando lo hago, uso lápiz para subrayar y señalar con flechas y preguntas cosas que llaman mi atención, y cuando puedo compro pegatinas de tiras pero luego se caen y no me agrada eso.

 

Kelly Diana / 22 años / Estudiante de universidad

Separadores de colores.

He usado lapiceros.

Mi separador favorito es uno con diseño de cactus.

Subrayando y poniendo como separador listones color rojo.

Separadores de librerías / Foto: Leticia Bárcenas

Karla Zahid / 20 años / Estudiante

Un separador que me regaló una amiga.

Un pedazo de papel o doblar la esquina de la hoja.

Mi favorito es uno que compré en un viaje, tiene un delfín.

Subrayándolo o poniéndole post-it.

 

Karina / 35 años / Maestra de primaria

Uso un lapicero de separador (risas), es mi favorito porque a la vez voy subrayando o encerrando lo que más me gusta.

 

Liliana Beatriz / 36 años / Docente

En este momento uso un separador que me regalaron al comprar el libro.

He usado hojas de árbol, fichas del banco, pedacitos de papel, fotos, postales, rosas o flores disecadas, listones, credenciales, tarjetas de presentación. Tal vez una foto, pero en realidad uso lo que esté a mano en ese momento.

También he comprado unos muy cucos que venden en las librerías pero no tengo ninguno favorito.

Cuando niña rayaba los libros. Les dibujaba flechas y escribía: «Aquí me quedé.» No lo recordaba hasta que un día encontré un libro en casa de mis papás con mis letras chuecas. Tendría, quizá, seis o siete años.

Luego vi que mi papá señalaba con una rayita que hacía hincándole la uña a la hoja, casi imperceptible. Y dejé de rayar los libros. Ahora simplemente recuerdo dónde dejé la lectura con el separador.

Si se trata de algo importante, subrayo.

 

Foto: Gisela Flores

Gisela / 42 años / Docente     

Actualmente estoy usando este:

Lo que he usado como separadores son tarjetas (telefónicas, de presentación, del banco), lápices, credenciales, listones, separadores de casi todos los materiales: papel, cartón, cartulina, piel, cuero y metálicos.

Foto: Gisela Flores

Este es mi separador favorito: 

Señalo lo interesante de mi lectura normalmente con marcatextos y las notas las hago a lápiz.

 

Luisa / 50 años / Comunicóloga

En este momento estoy usando una etiqueta de una blusa que me compré.

He usado como separadores hojas, post-its, calendarios, un listón, la misma pasta del libro cuando se dobla y algún separador de los que a veces regalan en las librerías.

No tengo ningún separador favorito.

Y señalo algo que me interesa con algún marcador o a veces doblando la hoja.

 

Ronaldo Baltazar / 20 años / Estudiante de Ingeniería en Energía

Un separador típico de Chiapas.

Únicamente separadores.

Mi favorito es un separador transparente con flores secas adentro.

 

Gabriela / 41 años / LCC

Un separador de un textil.

Doblar la hoja en una esquina, separador magnético, una pulsera, un separador de una librería, un separador con una artesanía, una flor, pero por lo general separadores que me regalan.

Mi favorito es una rana que tiene un pensamiento y es magnético.

Lo marco con un lápiz.

 

Separador Gatito / Foto: Gabriela G. Barrios García

Julián / 50 años / Escritor

Una tarjeta personal de alguien a quien debo llamar.

No tengo separador de libros favorito.

Doblo la esquina de la hoja de papel.

 

Valeria / 39 años / Periodista

Un dibujo que me hizo mi hija en una hoja de papel doblada.

Cositas especiales, incluso las hojas de árboles que me gustan las guardo dentro de un libro y las uso como separadores.

Mi separador favorito es una estrella en papel reciclado hecha por mi hija.

Lo señalo subrayándolo.

 

María Fernanda / 20 años / Estudiante

Uso un separador que compré en Chiapa de Corzo, Chiapas.

He usado la pasta del mismo libro, una envoltura de dulces y alguna hoja.

 

Julieta / 25 años / Ingeniera Biomédica

En este momento uso como separador una servilleta.

He utilizado desde lapices, separadores, prendedores, pedacitos de hojas.

Uno de mis favoritos es el de prendedor, que es como un clip pero con forma de un elefante.

Casi no señalo algo en un libro, prefiero escribirlo aparte pero cuando lo hago subrayo con lápiz.

Separadores varios / Foto: Gabriela G. Barrios García

Osiris / 36 años / Artista plástico

En este momento uso como separador un recibo de Elektra (risas).

No tengo un separador favorito. La verdad, uso lo que tenga a la mano: recibos, papeles, servilletas, hasta trazos de envolturas.

Cuando señalo algo que considero importante en una lectura suelo hacerlo con una pequeña marca de lápiz al principio y al final del párrafo o el enunciado.

 

Jesús / 47 años / Corrector de estilo y Escritor

En este momento utilizo como separador una etiqueta de una camisa marca Polo, con la leyenda que a la letra dice: New Forest. POLO CLUB. La etiqueta es un cartón con el logotipo de un caballo con un jinete que juega polo, verde, con fondo negro. Abajo tiene dos papelitos y en cada uno una cifra: el blanco, con el precio normal, y el naranja, con la rebaja de la temporada. Para que esto obtenga estética y funcionalidad, le puse mica auto adherible de ambos lados y con ello queda también protegido contra cualquier tipo de líquido o sustancia que pueda ensuciar. Al final, le hago una perforación en la parte superior para ponerle una trenza del color que vaya acorde con la portada del libro en cuestión, que en este caso es El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

Los objetos (o materiales) que he usado como separadores van desde un boleto del metro o del camión hasta el cuero grabado. Los separadores que uso para mis lecturas yo los elaboro. Son contados los que he comprado, porque no me parece que cubren mis necesidades estéticas ni semánticas en esta relación separador-libro, además que son de precio elevado cuyo material y trabajo no valen tanto. Por lo general, uso recortes de revistas, periódicos, etiquetas de productos de todo tipo (ropa, comida –rápida o lenta–, productos eléctricos y electrónicos, de jabones, pasta de dientes, toallas femeninas, tintes, logotipos de servilletas de restaurantes), sean de la canasta básica o de lujo. Sobre todo, boletos de camión urbano de las ciudades que visito o de pueblos, de los foráneos, de boletos de teatro, cantinas o tiendas departamentales de centros comerciales.

Mi separador favorito es el que uso en este momento. Porque yo los hago con recortes de lo que arriba ya mencioné, así que los elaboro de manera que coincida el tema y estética del libro con el del separador, y que la trenza final, con el que se toma el separador, tenga afinidad con todo lo demás: tema, estética y contenido del libro.

Cuando algo me interesa, uso marcatextos amarillo, porque con el tiempo se borra. A veces aplico lápiz y hago una señal al calce frente al párrafo o frase que me llamó la atención. He usado papeles auto adheribles (post tips) en donde apunto el tema, párrafo, línea o página que me ha gustado. Debo confesar que en mis principios como lector subrayé con pluma bic algunos libros, cosas que de las cuales no me arrepiento del todo, pero ya no haría.

El que no conoce «El Juchi» no es tuxtleco

Don Sósimo / Foto: Leticia Bárcenas González

En las calles de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, aún se escucha la voz de don Sósimo García, mejor conocido como El Juchi, anunciando sus tradicionales nieves de limón, guanábana y vainilla, elaboradas por él mismo de manera artesanal; su anuncio inconfundible hace que tanto adultos como niños salgan a las calles a saborear un rico helado.

Por: Gabriela G. Barrios García

Hablar con don Sósimo es viajar en el tiempo, cuando todos se conocían y las calles eran empedradas, cuando la avenida era de un sólo carril y se viajaba en el conocido “veintero”; a sus 81 años este incansable señor sigue recorriendo las calles con paso lento pero firme con su inseparable triciclo, como una forma de no perder la costumbre porque para él trabajar es un vicio y el estar activo es lo que lo mantiene bien física y anímicamente.

EL INICIO

El Juchi / Cortesía de la Familia

¿Desde cuándo se inició usted en el oficio de vender nieve?
En 1954 empezamos a trabajar.

¿Qué edad tenía?
Unos 22 años. Llevo vendiendo poquito más de 60 años, elaborando todos los helados aquí (señala su casa).

¿Cómo inició usted?
Porque mi papá me enseñó. Él vendió mucho tiempo acá, en Tuxtla Gutiérrez. La cosa es que él vendió mucho en la Escuela “Camilo Pintado”. Aprendí con él.

¿Sólo usted aprendió o también sus hermanos?
Sólo yo aprendí porque ellos estaban estudiando, yo soy el más grande de todos. Pero como me daba cuenta de que mi papá estaba solo, le echaba la mano; de ahí empecé a hacer la nieve y a trabajar hasta la fecha.

¿De qué sabores vendía su papá?
De guanábana, limón, piña, vainilla, naranja, aunque ese sabor ahora no se hace porque está tan cara, todo se eleva. Ahorita una naranja sale hasta dos pesos. El limón, lo mismo, tres pesos vale un limón. Entonces él hacía esos sabores, más de guanábana y de limón.

¿El de limón qué tal se vendía?
Se vendía muy bien. La de limón, la de guanábana, la de vainilla, esas son las tradicionales. A nuestra edad eso pedimos, pero la juventud quiere de otros sabores: oreo, queso, café; ahora estamos haciendo esos sabores. Tenemos de coco, vainilla, guanábana, limón, melón, todos esos sabores hacemos porque la gente lo pide. Ahí vamos poco a poco.

¿Antes en qué vendía la nieve?
En carretilla.

¿Cómo eran los botes de nieve?
Como son ahora.

¿Cuándo sustituyó la carretilla por el triciclo?
Ya tiene como unos 35 años. Con el triciclo se me hacía más fácil, hasta la fecha, cuando nos agarra el tiempo le metemos un poquito, pero ahí vamos.

INICIA LA LEYENDA

El Juchi con estudiantes/Cortesía de la Familia

¿De dónde es?
Soy de Simojovel, Chiapas.

¿A qué edad vino a vivir a Tuxtla Gutiérrez?
Tenía como unos 17 años.

¿Por qué le dicen Juchi?
Por la plebe en “La Prevo” (Escuela Secundaria Técnica Número 2). Hace unos 40 años si no más, había dos o tres muchachos que ellos eran los juchis, eran de Tapana esos muchachos, de ahí me empezaron a decir juchi también. Ellos estudiaban en La Prevo y siempre venían a tomar nieve conmigo y me decían: ¿Cómo estás Juchi?, y todos los oían y me empezaron a decir “Juchi” y ahí quedó el sobrenombre, ahora digo: el que no conoce al Juchi no es tuxtleco (risas). Como ahora ha entrado mucha gente (a La Prevo), los hijos ni saben pero la mamá sí lo sabe y los niños son vivos, se les queda y dicen “vamos donde El Juchi, queremos nieve” porque lo oyen de la mamá o el papá, los que estudiaron La Prevo y en la Prepa ( Preparatoria Núm. 1 Del Estado), llevo poquito más de 40 años vendiendo ahí. Cada año salían los muchachos y se iban a Puebla, a Veracruz, a México, a donde les quedara mejor para ir a estudiar en aquel tiempo, ahorita ya hay carreras aquí y ya se quedan.

¿Nunca pensó dedicarse a otra cosa?
No porque ¿qué voy a hacer? Mejor me voy a dedicar a ayudar, hay muchas cosas por hacer; si dejamos de hacer nos vamos a enfermar, estamos acostumbrados a estar activos, ya no es porque tengamos mucha necesidad, ya es un vicio trabajar, se acostumbra uno a trabajar. Estamos acostumbrados a una hora a levantarnos, aunque no tengamos nada que hacer, vemos qué hacer, barrer el patio, en la casa siempre hay cosas que hacer, pero no nos vamos a dedicar a hacer otra cosa, ya con esto (hacer nieves), hasta donde diga Dios.

EL PROCESO

Don Sósimo / Foto: Leticia Bárenas González

¿Cuánto tiempo se lleva el proceso de la nieve?
A nosotros nos lleva como una hora y cuarto. El que no sabe se lleva dos horas y media.

¿Lo sigue haciendo con el mismo proceso de hace años?
Sí, el hielo que no nos falle. En ese tiempo madrugábamos porque nos íbamos a La Prevo cuando estaba aquí, en la Biblioteca (parque 5 de Mayo), no donde está ahora. Tendrá unos 20 o 25 años de eso, que se apartó. De ahí nos fuimos a vender en la escuela Belisario (CEBECH Dr. Belisario Domínguez Palencia), en la Prepa Uno y hasta la fecha estamos vendiendo en La Prepa, con lo poco que caiga pues ya. En los negocios no están los tiempos como estábamos, ha bajado mucho pero como soy conocido, a los que les he vendido ya son ingenieros, doctores y todos sus hijos me dicen “Juchi, espérate que queremos nieve”. Me paro y estoy vendiendo con ellos casi la mayor parte, somos ya parte de aquí, de Tuxtla, de mucho tiempo. Hay mucho (nevero) ahorita y no sé de dónde vendrá, como la situación está un poco mal, pero la gente que nos conoce nos compra todo el tiempo.

¿A usted le gusta comer nieve?
Sí, a mí me agrada más la de limón y guanábana.

¿Todo el año vende nieve?
Sí, todo el año, aunque haga frío, aunque sea poquito estamos vendiendo. No porque haya frío vamos a dejar de vender, siempre abrimos. Ya ve que el clima a veces amanece lloviznando, chispeando pero como las 9 o 10 ya se levantó y viene el calor. A la una o dos de la tarde ya hay un calor duro. Eso es porque el tiempo está muy cambiado.
Hacemos las tradicionales nieves de limón, melón, fresa y todo lo que es fruta de temporada, porque cada fruta tiene su temporada; ahora estamos haciendo de mango también, piña, coco, zapote colorado, cuando es su tiempo.

¿Hay personas que le hacen encargos especiales, por ejemplo para fiestas?
Siempre. En esos tiempos había muchos pedidos en las escuelas, en las secretarías, fiestas, se movía mucho, ahorita ha bajado todo, la mayoría ya no hacen fiestas, por lo mismo, como hay tantas cosas, pero no está como estaba antes. Veo los salones que hay están vacíos. Ya no es como antes. Hay una fiesta dos o tres veces al mes si al caso, sino uno, sino nada.

¿Alguna anécdota especial que recuerde con algunos de los muchachos que le compraban nieve?
Cuando estábamos jóvenes siempre jugábamos volados con los muchachos y las muchachas en aquel tiempo y ahí estuvieron tomando su nieve siempre, me ganaban o yo les ganaba, en fin, eso es de aquellos tiempos. Ahorita no porque los muchachos ya están muy bajos de recursos.

EL RECORRIDO

Don Sósimo «El Juchi»/Cortesía de la Familia

¿Cuál era su recorrido antes?, cuénteme un día de trabajo hace tiempo.
Mi recorrido cuando empecé era por el Hospital (Regional), por el rumbo de San Francisco y bajaba por la Plaza del Mariachi, por el barrio de San Roque, por el ICACH y ahí terminaba, ya me venía para acá (su casa); ya después empecé a agarrar La Prevo, entonces nomás ahí acababa y ya no iba más allá.

¿Y sus clientes no le reclamaban?
Pues sí pero buscaba donde estaba el movimiento porque ahí hay que andar mucho, pero sí vendí mucho tiempo por ahí, muy tranquilo Tuxtla.

Ahora, ¿cuál es su recorrido?
Mi recorrido ahora es aquí en la Prepa Uno, por el Seminario, por Las Palmas, por El Retiro. A veces vengo a terminar por la Belisario

¿Qué días trabaja?
Ahora ya he descansado un poco más porque ya no es igual el tiempo cuando está uno joven, ya le va uno bajando un poco el ritmo, por lo mismo. El día miércoles descanso, el sábado, unos dos o tres días a la semana. Los domingos sí no porque me voy, el domingo veo que hay un poco de movimiento pero siempre vendemos los domingos y entre semana nos quedamos a descansar.

¿A qué hora empieza?
Empezamos como a las seis, seis y media de la mañana y terminamos como las nueve de la mañana y salimos ya como las diez y media, vengo como las cuatro, cuatro y media a la casa, ese es el recorrido que hacemos ahorita. Cuando no hay clases es que me voy por el 5 de Mayo, por la Cuxtepeques, por El Panteón doy vuelta.

¿Antes cuál era su horario?
Empezaba a las cuatro de la mañana y terminaba a las dos de la tarde. Parece nada pero trabajar nos mantiene un poco el ejercicio, ya no mucho, como antes no porque ya también nuestra edad. Uno que el calor, dos nuestra edad ya no podemos andar rápido, ¿para qué?; de llegar, tenemos que llegar. Pero ahí vamos poquito a poco, mientras Dios nos de vida y ganas de seguir ahí vamos.

EL ANUNCIO

El Juchi/Cortesía de la Familia

¿Cómo anuncia su nieve?
Cuando voy vendiendo voy diciendo: ¡Nieve! Soy el único que grito, no hay otro, se dan cuenta que ahora hay de musiquita, no sé de donde vienen.

¿Y usa corneta?
No, a veces. Para qué si ahí vengo y me conocen todos.
Cuando empecé gritaba: ¡Nieve! ¡Guanábana! ¡Limón! ¡Vainilla! No usamos nada de música o alguna cosa, así nada más y cuando voy gritando me escucha la gente. Ahí va don Juchi, grábalo. Yo soy el único hasta la (escuela) Juan Benavides, todo por allí, por Las Pichanchas doy vuelta pero cuando no hay clases y cuando hay clases ya no me da tiempo llegar y ya me vengo para acá (su casa).

LA HERENCIA

Don Sósimo/Foto: Leticia Bárcenas González

¿Sus hijos también saben hacer nieve?
También saben cómo elaborar los helados.

¿Le ayuda alguien?
Viene un muchacho a ayudarme.

¿De sus hijos?
Ya no, porque todos trabajan y como son casados no se les puede obligar. Un nieto a veces me viene a ayudar pero muy lejos, cuando tiene tiempo.

¿Le ayudaba su esposa?
Ella me ayudó mucho tiempo cuando estábamos jóvenes, entre los dos hacíamos la nieve. Porque yo iba a La Prevo a vender temprano, a las siete de la mañana estaba ya ahí.

¿A qué hora se levantaban en ese tiempo?
Nos levantábamos como las cuatro de la mañana, elaborábamos los helados.

¿Este ha sido el único sustento de toda su familia?
Sí. Ellos lo agarraron y eso va a quedar. Mis hijos tienen locales “Nieves El Juchi, desde 1954”, son como sucursales y aquí (en su casa) y yo que salgo también para no perder la costumbre. Porque ellos lo movieron, se llevó un año registrar el nombre. Es un negocito que es reconocido, como te vuelvo a repetir el que no conoce El Juchi no es tuxtleco, porque así es.

Todos me hablan por ahí por la (escuela) Matías de Córdova o atrás del (hotel) Safari, me dicen ¿es tuyo? No, es de mis hijos. He visto otro por la 24 de junio, es también de una de mis hijas, por La Pimienta, por la 10 oriente y aquí. Se van a trabajar y en la tarde vienen a quedar, están jóvenes. Gracias a Dios se vende, aunque se ve un poquito tranquilo la ciudad y los negocios han bajado, pero aunque sea poquito ahí está uno vendiendo.

TUXTLA DE ANTES

Nosotros aquí en Tuxtla, cuando muy venimos aquí era empedrado todas las calles, aquí estaba la aviación por la (escuela) Eliseo y había un hotel que le decían San Francisco, había un arco, era un carril nada más. En ese tiempo nosotros vendíamos la nieve a 10 y a 20 centavos. Muy bonito. Habían muchos talleres, pasaba uno tranquilo, todos se conocían, el Panchón Contreras aquí al lado del Crea, “el Juve” que le decían, la Normal, la Prepa estaba a un lado. Ahorita pasa uno, allá muy lejos se encuentra uno algún conocido, me dicen don Sósimo, don Juchi, adiós. Se está acabando hasta los terrenos ya no hay donde vivir.

¿Siempre vivió en este rumbo?
Vivía en la 10ª Oriente rumbo al panteón porque ahí vivía mi papá.

¿Cuánto tiempo tiene viviendo aquí en su casa?
Creo que cerca de 60 años. Este barrio era el Cantarranas. Ahora ya no, después le decían el Barrio Hidalgo. Ahora se acabó el Barrio Hidalgo, ahora Zona Centro, aquí era la orillada, ya ve cómo se fue extendiendo, por eso dicen Zona Centro porque quedamos en el Centro.

¿Usted se vino a vivir aquí cuando se casó?
Sí, aquí me vine a vivir y aquí nos casamos.

Usted que ha recorrido tanto las calles de Tuxtla, ¿cree que ha cambiado el clima?
Bastante. Nos estamos dando cuenta de que el tiempo, ya estamos en marzo vienen unos fríos, está lloviznando, eso lo dejamos el mes de julio, agosto, que empiezan las aguas. El tiempo de enero, febrero, marzo es tiempo de calor; abril, cambió el tiempo. Aquí no lloviznó pero alrededor de todo Chiapas está lloviznando.

[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]

PERFIL

Nombre: Sósimo García Mérida
Edad: 81 años
Lugar de nacimiento: Simojovel, Chiapas.
Fecha: 20 de enero de 1936
Número de hermanos: Éramos 4 y una mujer.
Número de hijos: 6 niñas y 1 varón.
Estado civil: Casado.
Pasatiempos: Ir al mercado a traer algo, barrer, hacer el aseo y ya. Pensando que al otro día queremos trabajar un poquito, ¡qué bueno!
Comida favorita: Verduras. Hierbamora, la chapaya, cacaté, tomate chico, chile, el pollo criado de patio. Y acá ya no se encuentra esa comida de pollo de patio, ya no hay.
Ritual: Levantándome me persigno ya después voy a barrer mi patio, sacar lo que vamos a hacer mientras que venga el hielo y el muchacho que me ayuda. Eso es todos los días, cuando no trabaja uno hay que ver que esté aseado todo el patio, limpiar tantas cosas. En el patio hacemos las nieves.

[/rescue_box]

Conversación

 

El tumulto del corazón

sigue haciendo preguntas.

Y luego se detiene y empieza a responder

en el mismo tono de voz.

Nadie notaría la diferencia.

 

Nada inocentes, estas conversaciones empiezan,

convocan después a los sentidos

 hacia sólo la mitad de un sentido.

Y después, no hay alternativa;

y después, no hay sentido;

 

hasta que un nombre

y todas sus connotaciones

son lo mismo.

Foto: Henri Cartier-Bresson

 

I – Conversación / Elizabeth Bishop (8 de febrero de 1911, Worcester, Massachusetts, Estados Unidos – 6 de octubre de 1979, Boston, Massachusetts, Estados Unidos)

Versión de Ulalume González de León

Fuente: Material de Lectura No. 64. Serie Poesía Moderna. Universidad Nacional Autónoma de México /Dirección de Literatura. México. 1979.

La prueba de Juan Bañuelos

Para honrar la memoria de un escritor, sin importar el género en que escriba, lo mejor es leer su trabajo y recordar la emoción que esas letras producen en el espíritu de quien lee. Desmesuradas comparte este poema del poeta chiapaneco Juan Bañuelos.

 

Me rodeo,

Me cerco.

Me consigno.

Quiero pasar la puerta

y choco contra un vidrio.

Ya me cansé de escuchar siempre:

¡Bah, escribe versos!

Ya me cansé —¡qué bien!— de este fastidio.

Voy a agarrar a Juan de la camisa

y a ponerlo de pie

en medio de la calle;

A ver si aprende, ¡a ver si tiene grito!

Que no me vengan a contar más cuentos,

que no salgan con que me escondo mudo.

¡De una vez!

Vamos a ver si vena a vena el sufrimiento

duele,

o voy a ver si araño mi corazón en vivo.

 

Foto: Joaquín Cato / Revista Proceso

 

La Prueba / Juan Bañuelos (6 de octubre de 1932, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. – 29 de marzo del 2017, Ciudad de México, México.)

Fuente: Material de Lectura No. 125. Serie Poesía Moderna. Universidad Nacional Autónoma de México /Dirección de Literatura. México. 2012.

Un día

Foto: Erich Hartmann

Este cielo nublado
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.

Un día / Alaíde Foppa (Diciembre 3 de 1914, Barcelona, España – Diciembre 19 de 1980, Guatemala, Guatemala)

Descargar audio

Voz: Malintzin Reyes Figueroa. Nocturno no. 1 en Fa Menor Op. 55 Frederick Chopin.  Interpreta Brailowski.

 

Algo pendiente

Foto: Leticia Bárcenas González

 

Algo pendiente queda entre nosotros:

una mañana que inventar

para seguir la línea,

esperar una voz entre la multitud;

cartas sin regreso,

intervalos, suspiros y las aves

finalmente sin alas para huir.

 

¿Qué harás esta tarde para no venir?

¿Crees en la palabra distraída,

amor y rostro en una misma encrucijada?

Me haces falta

por aquello de un beso

donde se detiene el transeúnte a mirar;

tú no me buscas ya,

eso nunca esperé

para dejar de verte.

 

No encuentro la noche en que

acariciamos lunas, pero no vengas,

quédate,

al cabo de las horas

todo es lo que nunca quisimos

vacío y nada

y basta.

 

Algo pendiente / Verónica Zamora (Colima, México. Mayo 6 de 1965)

Fuente: Ávidas mareas. Breve muestra de la novísima poesía mexicana. Pról. y selec. Alejandro Sandoval. INBA/UAZ. México. 1988.

Ni una más

El Día Internacional de la Mujer se instituyó en la ONU en 1975 como una forma de no olvidar a las 146 mujeres que perecieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, en Nueva York, Estados Unidos. Las trabajadoras textiles murieron debido a las quemaduras, los derrumbes, la inhalación de humo y la desesperación de no ver escapatoria. Los dueños de la fábrica habían sellado las salidas “para evitar robos”.

Trágica coincidencia. Justo el día de la conmemoración, el 8 de marzo de 2017, mueren calcinadas más de 30 niñas en el albergue llamado Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en San José Pinula, Guatemala, en donde las autoridades las mantuvieron bajo llave “para evitar una tragedia”, argumentan, después de que varios jóvenes se fugaron del Hogar, en el que, denuncian, hay hacinamiento y son violentados.

Cuando falla la familia, el Estado debe velar por sus niñas, niños y adolescentes, se dice. En este caso ¿a quién se le deben pedir cuentas, exigir justicia? ¿Qué podemos hacer, además de vociferar en las redes sociales?

“…voces descarnadas que vienen desde el desierto social, cuya impunidad nos aniquila; desde el otro desierto llamado soledad, en donde el viento frío de la deshumanización es presencia a la hora de pasar la lista de las muertas-asesinadas.” (Patricia Medina)

Quizá escribir ayuda a calmar el dolor, a mitigar la indignación… por eso hoy, hemos decidido compartir con ustedes, como una forma de solidaridad con las mujeres madres, abuelas, hermanas de esas niñas muertas en Guatemala, este poema:

La palma de la mano abarca la herida

madrugada de hace treinta años

cuando el verso hoy escrito

se oyó grito

y la rapiña sobre una niñez

inundada de futuro

se vino encima

no una vez

no una sola vez

no fue una sola vez

Donde la mano puso su tacto

donde el silencio puso su sello

donde el olvido se convirtió en memoria

donde la violencia abrió una llaga

donde una madre dio indiferencia

y el olvido no alcanzó para guardar el secreto

en una caja de los sin recuerdos

en una caja de la historia de las mujeres

en una caja cerrada

no una vez

no una sola vez

no fue una sola vez

Hoy todavía causa sobresaltos

la noche que oscurece la niñez

pesadillas con torturas y tarántulas

esconden la sonrisa de una mujer

de sonrisa arrancada a destiempo

con la inocencia clausurada

por el suceso que nadie quiso creer

que sucedió

sobre las marcas y el dolor

un cuerpo de niña violentado

no una vez

no una sola vez

no fue una sola vez

La historia repite el capítulo

en donde nadie oye

porque nadie cree que pueda suceder

y entonces cómo entender

que sigan riendo aquellos que

ultrajaron la inocencia

aquellos que siguen moviéndose

como peces en el agua

entre el chasquido del silencio de

una madre

la permisividad que da el no ser

dicho

y la oscura noche que yergue la

geografía de una mujer

con memoria que no olvida

con miedo a vivir

con miedo a morir

con ojos que no debieron mirar

con puntos cardinales

distorsionados

y la ventana que abre su palabra

en la palma de la mano que abarca

la herida

no una vez

no una sola vez

no fue una sola vez

Lo único que queda es la palabra.

Foto: Leticia Bárcenas González

Poema: Geografía / Cynthia Pech (Ciudad de México, 1968)

Fuente: La mujer rota. Poesía de autoras y autores hispanohablantes. Coord. Gloria Velasco. Literalia Editores. Colección XX, no. 3. México. 2008.

11

Foto: Leticia Bárcenas González

 

Si nada sobra, nada falta: hay comida,

tienes un lecho, ropa limpia,

cuadernos de dibujo, libros, juguetes.

Por un azar incomprensible te tocó la suerte de nacer

del otro lado de la muralla, en los márgenes.

Pero de cualquier modo no te moja la lluvia,

no sufres hambre,

cuando te enfermas hay un médico,

eres querido

y te esperaron en el mundo.

Son muchos

los privilegios que te cercan y das

por descontados.

Sería imposible

pensar que otros no los tienen.

Y un día

te sale al paso la miseria.

La observas

y no puedes creer que existan niños

sin pan sin ropa sin cuadernos sin padre.

Te vuelves y preguntas por qué hay pobres.

Descubres

que está mal hecho el mundo.

 

Jardín de niños / 11 / José Emilio Pacheco (Junio 30 de 1939. Ciudad de México, México.  –  Enero 26 de 2014. Ciudad de México, México.)

Poemario: Fin de siglo y otros poemas. Ed. FCE. 1984. Colección Lecturas Mexicanas.