Atisbo

Por Mali Reyes

No nos destruyamos antes de volver—me dijo. Pero yo necesitaba saber con cuántos se acostó mientras estuvimos separados.

No es que yo hubiera permanecido célibe, es más, si le confesara todo lo que había hecho para olvidarla jamás volvería conmigo, pero necesitaba saber.

La duda es el tufo expansivo y cáustico de la pimienta, de las fábricas de jabón que enardecen el olfato hasta asfixiar.

Quizá estaba enterada de lo que yo había hecho y quería evitar que le recordara el dolor. Me vio a los ojos y dijo insistente:  ¡Por favor, no volvamos a caer!

Pero la agarré con fuerza de la muñeca y la hale hacía mí.

¡Dímelo!— grité.

 

La sangre se expande rápidamente cuando está caliente, pensaba que era más espesa y lenta.

Lo último que dijo: Siempre, solamente fuiste tú.

 

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