Busca editorial puertorriqueña nuevo horizonte para creadores.
Entrevista por Gabriela G. Barrios García y Leticia Bárcenas González
Herminia Alemañy y Edgardo Nieves, editores de Espejitos de Papel Editores
Hace más de un mes, la escritora, investigadora y profesora Herminia Alemañy-Valdez y el poeta y narrador Edgardo Nieves-Mieles, visitaron por octava ocasión nuestro estado de Chiapas, ahora en su faceta de editores para presentar la colección de diez plaquettes, de la colección La 5ta. Esquina del Viento de Espejitos de Papel Editores, con ocho poemarios y dos relatarios.
Cinco autores son de Chiapas: Fabián García Gómez con la obra “Motivos secundarios”; César Trujillo con “Laberintos (poemas donde la belleza se arruina hermosamente)”; Rodolfo Girón con «Versiones minimalistas acerca del poema o el estúpido martirio del escribiente»; Fernando Trejo con «Las alas de mis ensoñaciones que son pájaros» y Ameth Rivera con «Rosas i Spinettas».
Además del costarricense Víctor León Leitón con la obra “El color de la velocidad» y por supuesto, los puertorriqueños Herminia Alemañy-Valdez con su poemario «Lentejuelas, canutillos y chaquiras»; José Liboy Erba y Edgardo Nieves-Mieles con «Las aventuras del pez gato» y «El maligno fulgor de la desdicha»y el poemario «Con las peores intenciones de Edgardo Nieves-Mieles.
En diversos foros de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula de Córdova y Ordóñez, San Cristóbal de Las Casas y la Ciudad de México, los entusiastas escritores y editores presentaron estos títulos como primicia: “este es un regalo que quisimos hacer a Chiapas; esta es la puesta en circulación de los cuadernos, no han sido presentados en Puerto Rico, aunque todo mundo está a la expectativa”.
Desmesuradas tuvo la oportunidad de charlar brevemente con ellos; compartimos el contenido de la plática:
¿Por qué jóvenes chiapanecos? EDGARDO: Tomamos este proyecto con la intención de no solamente dar la oportunidad a que los jóvenes poetas de nuestro país se conocieran fuera, pensamos en que también hubiese la posibilidad que los mexicanos, costarricenses, cubanos y de otras naciones de nuestros países hermanos tuviesen la oportunidad de publicar en «Espejitos de papel Editores” y en la “Editorial Indómita”. Como llevamos viajando todos los años, habíamos tenido la oportunidad de conocerlos y percibir que no sólo eran los autores de un buen poema. Nos amistamos y nos arriesgamos con cinco chiapanecos. Fue cuestión de un mes antes de salir para acá, robándole el tiempo al trabajo de ella y al mío de la casa para poder armar los libros. El requisito era que fueran buenos libros, representativos de las voces de cada uno de ellos.
¿Cuántas visitas llevan a Chiapas? HERMINIA: En mi caso, he venido a Chiapas desde 1999. El 2002 lo viví aquí, estaba enseñando. Y a veces venía tres o cuatro veces cuando estaban los proyectos de intercambio entre la Universidad Autónoma de Chiapas y la Universidad de Puerto Rico. Desde el 2007 mínimo una vez al año estamos regresando.
EDGARDO: Yo caí del cielo a su vida…
¿Herminia, confiesa, cayó o te buscó? HERMINIA: Él dice que no, pero me buscó. Un día que estaba aburrido (risas).
¿Cuánto tiempo llevan juntos?
Ocho años.
¿Cuántas veces han venido juntos a Chiapas?
HERMINIA: En el 2005 es la primera vez que vinimos juntos a Chiapas.
¿Cómo han visto el cambio del estado, en cuanto a las voces literarias? EDGARDO: No tenemos elementos suficientes para contestar la pregunta como la debiéramos contestar, lo que sí puedo decir, de que nos arriesgáramos de publicarles…porque soy muy exigente, «yo no le paso la mano ni a la madre que me parió» y para que me arriesgue a proponerle a un escritor que sea parte del proyecto es que tengo la certeza.
HERMINIA: Hemos ido observando, no sé si por las oportunidades, pero sí han tenido más acceso a participar en lecturas, quizá no tanto en publicaciones, por eso nos hemos acercado más a ellos.
EDGARDO: También nos hemos dado cuenta que en muchos lugares, si no han publicado un libro no los invitan a participar en festivales o congresos. Aunque hay gente que ha publicado 10 o 15 libros y siguen siendo tan malos como al principio y otros que son buenos no han publicado nada. De tal manera que ellos tienen la puerta abierta y mejor aún cuando te publican fuera de tu país tiene un peso adicional favorable. Yo no he logrado que en México me publiquen porque aquí es muy cerrado el ambiente.
Herminia Alemañy-Valdez
¿En literatura, cuál podría ser la similitud de Chiapas con Puerto Rico? HERMINIA: Hay un ambiente muy similar con el de Puerto Rico, compartimos el mismo clima, vegetación; suelo decir que me encanta Chiapas porque para mí es lo mejor de dos mundos, tiene lo de Puerto Rico que me gusta, el calor, el trato de la gente, la vegetación y tiene la costumbre de México, por eso es como tener las dos cosas en uno solo. Entonces en la literatura hay una similitud a veces en imágenes, en estilo, en formas, aunque cada uno de ellos es diferente.
EDGARDO: Aunque de distinta manera están haciendo cosas muy similares, lo hemos podido corroborar. Allá ha sucedido que en los últimos 10 años ha habido un boom de editoriales independientes, o sea que ya los escritores jóvenes no tienen que estar pendientes, como me pasó a mí. Yo digo que recogí una canasta de tantos «noes» y tantas tiradas de puerta en el hocico porque sencillamente yo era un perfecto desconocido para las editoriales canónicas. Nadie fue visionario hasta que dos de nuestros contemporáneos fundaron dos editoriales que ahora son reconocidas como Isla Negra y Terranova. Entonces después de eso ha habido 10, 15 pequeñas editoriales independientes, los escritores jóvenes están publicando con las nuevas editoriales. Aquí no he visto muchas editoriales independientes pero sí sé que hay muchos jóvenes trabajando.
¿Cuáles son los proyectos a futuro de Espejitos de papel? EDGARDO: Quisiéramos tener el dinero para publicar novelas, textos de mayor volumen. Queremos hacer un homenaje, en el caso de la Editorial Indómita, a una poeta que ganó el certamen “Jaime Sabines”, Olga Nolla, que tiene 12 años de muerta y el libro con que ganó no llegó a Puerto Rico, «Únicamente míos» es desconocido. Queremos también recoger unas revistas muy importantes que no se les ha valorado justamente, que se llama “Zona de carga y descarga” y otra que se llama “Ventana”. Quisiera hacer una reedición en un formato con fotos a colores de esas revistas. Hay un novelista que creo está olvidado que se llama Carmelo Rodríguez Torres, a quien quisiéramos reeditar su obra.
HERMINIA: Y con las plaquettes hemos estado hablando de publicar también a unos peruanos.
EDGARDO: Tenemos el nombre de otros escritores que hemos conocido al calor de los congresos y de los encuentros de poetas, y entonces pensamos publicar para ir allá y hacer lo mismo que hemos hecho aquí, dar a conocer su obra.
Edgardo Nieves-Mieles
¿Cuál ha sido la respuesta del auditorio local? EDGARDO: Estoy muy satisfecho, me siento muy a gusto porque hemos encontrado sintonía y se han acercado muchos jóvenes y gente que quieren enviar su manuscrito. Todos los sitios se han llenado, no han comprado tanto pero uno entiende que ese renglón de la cultura es uno de los más raquíticos.
¿Estos títulos ya se presentaron en Puerto Rico? EDGARDO: No, este es un regalo que quisimos hacer a Chiapas. Y esta es la puesta en circulación de los cuadernos, no han sido presentados en Puerto Rico, todo mundo está a la expectativa.
HERMINIA: Se le ha enviado a los críticos, incluso uno reseñó brevemente como tres de los cuadernos.
¿Aparte de la literatura qué otra cosa puede alimentar el espíritu? EDGARDO: La buena música, el café, la pintura y si hay algo mejor que la literatura o las artes es encontrarte con dos o tres personas que compartan el gusto por ese arte y poder conversar horas con esa persona, eso alimenta el espíritu.
HERMINIA: Las artes plásticas.
¿Cómo describirían el nuevo milenio? EDGARDO: Conflictivo, pero soy un optimista de lujo, no pierdo las esperanzas de que nos podamos enderezar, de que podamos salvar la naturaleza para que podamos vivir mejor porque estamos dañando mucho al medio ambiente.
HERMINIA: A veces yo le digo a él que siento como una angustia, una agonía porque en el caso de nosotros, muy particular de Puerto Rico, porque si nuestros padres fueron tan estrictos con nosotros yo veo que pudieran ser por ejemplo, nuestros nietos, entonces somos nosotros los que fallamos en no ser estrictos con nuestros hijos. Fueron tan estrictos con nosotros, nuestra generación no lo ha sido con sus hijos.
¿Qué sonidos evocan a Puerto Rico cuando estás en Chiapas y viceversa? HERMINIA: Mejor dicho imágenes. La vegetación, un flamboyán. Allá tenemos un flamboyán que me dicen que hay en Tapachula que es amarillo y yo cada vez que veo uno, digo: voy a buscar semilla para llevarle a Marush para que siembren allá y haya flamboyanes amarillos también. Lo veo y hago esa conexión.
EDGARDO: A mí me parece que estoy en Puerto Rico cada vez que siento que por el cielo pasa una bandada de cotorras con su bullanguero escándalo. Por otro lado, lo agradable que es el trato con la gente, en el campo en Puerto Rico la gente es así. Entonces tú ves aquí que la gente es tan cálida. Fuimos a Tonalá, ese don de gente tan bonito que se está perdiendo en las grandes ciudades. Aquí entras a un sitio y no falta un buenos días y allá en Puerto Rico te subes al ascensor con una persona y van mirando para el techo, no saluda y si saludas dos o tres veces hasta que te contestan; y aquí si pasas de lado y pides permiso, te contestan propio, me llama la atención esa contestación: «propio».
Jorge Velázquez Sakaguchi, ganador de la Medalla de Plata en la Cuarta Bienal de Arquitectura en Chiapas por el diseño y construcción del gimnasio ubicado en el lado norte poniente de nuestra ciudad, define a la arquitectura como pasión. Este joven arquitecto que dirige su propio despacho habla en exclusiva para Desmesuradas sobre el proceso creativo de su obra y de la importancia de los materiales y elementos que identifican su trabajo.
«Es importante para nosotros como arquitectos, estar en cualquier foro donde podamos mostrar nuestro trabajo, que la sociedad de alguna manera nos vaya abriendo más puertas, que nos vaya reconociendo para que podamos tener una ciudad mucho más agradable, mucho más confortable, espacios más dignos a nivel urbano y a nivel familiar».
¿Qué implica ser ganador de una bienal de arquitectura?
Ser ganador en cualquier competencia, en cualquier concurso nos ayuda a saber que estamos haciendo bien las cosas, si estamos siendo propositivos, y de alguna manera, afianzamos los conceptos que tenemos sobre nuestro trabajo; es una participación con el objetivo de tener un premio, aunque el mejor premio es cuando el cliente está contento y a gusto con el espacio que se le propuso. Es una gran satisfacción que nuestro trabajo sea reconocido por otros colegas, por otros profesionistas, por otros especialistas.
¿Qué es lo más importante de participar en una bienal?
Básicamente dos cosas: la primera es tener la cultura de la participación y de concurso, la segunda es poder publiciar nuestro trabajo, ya que es un foro donde podemos mostrar nuestros conceptos ante todos los que estamos inmersos en el diseño y en la construcción.
¿Es la primera vez que concursa?
No, nos ha tocado participar en tres bienales anteriores. Hemos participado con dos proyectos en cada una de ellas y en esta cuarta nos otorgaron la medalla de plata.
¿En la Bienal Nacional ha concursado?
En la Bienal Nacional es la segunda vez que estamos participando con este proyecto. En la Séptima Bienal participamos con dos proyectos que fueron nuestro despacho y una casa, ahora en la Octava Bienal, participamos con el gimnasio.
¿Cómo nace la idea de este proyecto?
Nosotros tenemos el primer contacto con el cliente y él cuenta con un terreno en el centro de Tuxtla con tres naves sin techumbre, eran tres bodegas, y partimos de ahí; de alguna manera en el proyecto esto se va a notar, dividido en tres espacios. Cuando decidimos empezar el ejercicio del anteproyecto el cliente nos dice que van a hacer tres locales comerciales, ya platicando con sus hijos decide poner un gimnasio, que es finalmente para nosotros lo mejor que nos puede plantear un cliente, tener un nombre y un apellido para lo cual vamos a proyectar, porque locales comerciales es de alguna manera algo sin personalidad porque no hay un cliente ni un uso específico; cuando sabemos a quiénes le vamos a hacer el proyecto, para qué va a servir, se vuelve más fácil proponer algo. Entonces él decide hacer el gimnasio pero no quiere que se ocupe todo el espacio, le dije vamos a seguir ocupando las tres naves, la nave principal como un gimnasio y dejar las otras dos pendientes. La idea es que le de servicio al gimnasio, un local pequeño que está planteado para ropa deportiva y otro local un poquito más grande para que sea una cafetería.
¿Cuáles son los aspectos que trabajó en este diseño, la distribución correcta de espacio o la ambientación?
Cuando nos invitan a hacer un proyecto y sabemos cuál es el uso específico, tenemos una labor de investigación, no somos sabelotodo, no podemos saber el uso específico de todos los edificios, investigamos qué necesidades tiene, el cliente desde principio ya debe tener el objetivo y nosotros complementamos esa parte, aprendemos de ellos porque son los clientes quienes dan la pauta: quiero que haya pesas, que haya cardiovasculares, que haya pilates, que haya aerobics, que haya gimnasia, danza, squash, baño, vapores; entonces se hace toda una relación de espacios a diseñar en conjunto con el cliente. Cuando nosotros tenemos el objetivo bien planteado y el programa o partida arquitectónica es cuando podemos empezar a diseñar.
¿Usted considera que un gimnasio bien planteado ayuda a la permanencia de los usuarios?
Sí, claro. Antes de empezar con el diseño del gimnasio hubo también una investigación de mercado, tanto del cliente en lo económico y de nosotros respecto a cuantos gimnasios existen en Tuxtla, qué tipo de espacios tienen y si son confortables para el usuario; después de todos los gimnasios que visitamos, decidimos plantear cómo queríamos que fuera el nuestro en cuanto a ambiente, ventilación, iluminación, confort.
¿Aparte de la cafetería ¿hay algún espacio de convivencia dentro del gimnasio?
Sí, tenemos dos vestíbulos que funcionan como centros de reunión o centros de distribución, el primero para los que están llegando al gimnasio o los que se van; el segundo, el vestíbulo de servicios, los que están entrando al baño, los que ya están ejercitando, los que van a entrar al vapor, los que están jugando squash; se vuelve un espacio de convivencia. Finalmente, hay un pasillo a lo largo del gimnasio que divide lo que es el área de peso con el área de cardiovascular en donde hay una interacción entre todos los usuarios. El gimnasio da pie a la convivencia porque las máquinas, las escaladoras, las caminadoras, las elípticas, todas ven hacia un mismo punto, entonces los usuarios pueden estar platicando entre ellos sin que se estén interrumpiendo en su ejercitación.
¿Qué colores y materiales considera los idóneos para un gimnasio?
Nosotros planteamos en este edificio blancos, verdes y ocres. El blanco porque nos brinda la sensación de amplitud, limpieza y tranquilidad; también hay una superficie de color verde porque es llamativo. De alguna manera, lo que tratamos de hacer en la mayoría de nuestras obras es que los materiales nos den el color en cada uno de los espacios, tenemos muros aplanados con pintura de color blanco y muros de concreto con su propio color, tenemos pisos rojos de adoquín que nos dan el color. Los vidrios de todo el gimnasio nos proporcionan el color verde, la madera tiene su color natural. Creemos mucho en la sinceridad de los materiales, que expresen su color tal como son en la naturaleza.
¿En la arquitectura existe la ética?
Totalmente de la mano con nuestro trabajo. Tenemos que ser éticos con nosotros mismos y por supuesto con nuestro cliente; tratamos que él siempre sea el que lleva la mano y desde el principio, planteamos muy bien las cosas: cuáles van a ser nuestros alcances y sus costos. Él tiene que ir viendo trabajos terminados a corto plazo. Trabajamos de esta manera, primero con un anteproyecto, una vez que él analiza su anteproyecto y le gusta, entonces podemos pasar al proyecto ejecutivo que es la elaboración de planos, ingenierías, estructuras eléctricas, instalaciones hidrosanitarias. Sigue la etapa de trámites, permisos, gestorías y de ahí la construcción, pero que él siempre sepa cuál va a ser el fin para que no haya sorpresas. En este caso, en el gimnasio, hubo una relación de lo más profesional y amigable, independientemente del resultado que tuvimos como proyecto o como espacio, eso fue lo que nos trajo muchas gratas cosas en esta obra.
¿Cuáles considera que son los hitos arquitectónicos en Tuxtla?
Nuestra ciudad igual corre logitudinalmente y yo creo que están básicamente planteados sobre ese eje central, de oriente a poniente sería la Diana Cazadora, el Parque Central, el Parque de la Marimba y la Fuente Mactumatzá, que ya no existe pero que está en nuestros recuerdos, y La Carreta, esos para mí serían los hitos urbanos dentro de la ciudad; si nos extendemos hacia las cordilleras, hacia los dos cerros que nos cobijan; del lado norte creo que no hay algo, del lado sur La Antorcha y nada más. El zoológico porque es uno de los espacios atractivos turísticos de nuestra ciudad.
¿Y se vive bien de ser arquitecto?
En la parte sentimental, creo que sí, es un trabajo muy agradable, que da muchas satisfacciones personales; es un trabajo en donde se ve reflejada la imaginación durante todo el proceso hasta tener una obra terminada. De manera económica también, siempre y cuando hablemos de esa ética en la cual nosotros mismos valoremos nuestro trabajo y le podamos poner precio. Chiapas depende totalmente o en un gran porcentaje de inversión pública, la inversión privada es mínima, pero es donde tenemos que irnos metiendo y de alguna manera ayudar al cliente a autofinanciar sus propios proyectos. Lo que se hace con gusto, lo que se hace con pasión, siempre va a tener un buen resultado.
¿Qué elementos identifican su trabajo?
Como valores materiales pensamos mucho en la sinceridad de éstos; si es un concreto entonces que se vea como tal; si es una estructura de fierro, una estructura metálica que se vea como tal; si es un muro de tabique aparente, que se vea como tal, entonces de alguna manera esos son nuestros valores materiales, eso es lo que nosotros reflejamos. En el gimnasio vemos una estructura metálica totalmente aparente y no (debemos) verla fea sino mas bien sacarle jugo a ese esqueleto y también va a ayudar a la parte económica; el cliente no tiene que gastar en falsos plafones o recubrimientos. En cuanto a valores espaciales trabajamos mucho con el uso de la luz, es de nuestros principios y conceptos arquitectónicos; si tenemos luz en cualquiera de nuestros espacios, lo demás está ganado; que nos dé confort, que sea un espacio sensorial, una circulación, un espacio donde leer, un espacio donde comer, un espacio donde cocinar, que realmente se lleven las actividades tal cual están diseñadas y sentirnos a gusto, a lo mejor sin saber porque lo estamos. Hablando de clima, de la temperatura, que sea un espacio donde me gusta estar, no tengo calor, no tengo frío; un espacio en donde no tengo que prender la luz mas que en las tardes noches que necesitamos la luz artificial, pero también esta luz artificial esté diseñada para poder darnos confort.
Arquitecto: Norman Foster porque es un arquitecto que siempre está a la vanguardia, tiene experiencia, un despacho muy bien cimentado, tiene mucho trabajo, tiene presencia en muchos de los países más desarrollados, es vanguardista, es propositivo, evoluciona, tiene una carrera en donde se ven sus principios y está vigente, creo que todas esas características, todas esas cualidades son las que hacen que pueda decir, Norman Foster.[/rescue_box]
Leticia Bárcenas González/ Gabriela G. Barrios García.
A partir de las últimas décadas del siglo pasado, el concepto de familia nuclear clásica ha ido cambiando. Cada vez es más común tener conocidos divorciados, separados, personas que viven juntas sin casarse, sean de diferente sexo o del mismo e individuos que deciden vivir solos, así como de familias reconstituidas, homoparentales, extendidas y quizá otras que aún no han sido etiquetadas.
La visibilidad social de los viejos y nuevos modelos familiares nos permite conocer, no sólo que se presentan en todas las clases sociales sino los cambios en los roles de quienes los integran, por ejemplo el de los padres, que de ser meros proveedores y representantes de la autoridad en el hogar han pasado a ser parte activa de la crianza y educación de los hijos.
Padre de familia
De poseer una autoridad heredada han pasado a ganarse la autoridad y a convencer en lugar de mandar, a cambio tienen la posibilidad de vivir la paternidad como una experiencia voluntaria, aunque ello implique que este nuevo modelo de padre tendrá que volverse polivalente, es decir, deberá cuidar su papel de hombre ante su pareja al mismo tiempo que colabora en las tareas de higiene, alimentación, afectivas, educativas y recreativas de los hijos, sin descuidar la parte de proveedor que aún conserva.
Compaginar paternidad, trabajo, pareja y la búsqueda de la “felicidad”, sin duda no es fácil, menos en un mundo en el que la prioridad sigue siendo la economía; sin embargo, hora también encontramos padres solteros jugando el doble rol, muchas veces porque se han divorciado o por la muerte de su pareja. ¿Qué opinan estos nuevos padres?, ¿cómo viven su paternidad?
Felipe G. 22 años. Casado. Chofer. Tiene una niña que va a cumplir 4 años, Diana Jaquelín.
La relación con mi hija es buena, muy linda. No tenía esperado ser papá, la tuve a los 17 años. Cuando me dijeron que iba a ser papá mi cabeza dio vueltas, porque no lo tenía esperado, todavía mi mamá me dijo: “ahí está tu regalo de cumpleaños” (risas) pero ahorita que tengo a mi hijita me la paso a todo dar con ella. Por el momento no pienso tener más hijos. Así la vida que llevo ahorita, supongo que en unos años estaremos bien, mucho mejor.
Cristian U. 23 años. Casado. Bodeguero. Tiene tres niñas: Katerin (6 años), Vania (4 años) y Ximena (1 año).
Platico con ellas cuando estoy en casa, en mi tiempo libre vemos películas juntos y jugamos. Ser padre para mí representa muchas cosas, como ser más responsable, dedicarle más de tiempo a mis niñas. Ya no pienso tener más hijos. En unos años me veo con ellas más viejito, como abuelito (risas).
Julio César P. 27 años. Casado. Técnico Superior Universitario. Tiene una niña de tres años.
Ser papá es una responsabilidad muy grande, al tener a mi hija en brazos y verla crecer fui asimilando eso, creo que es algo padre también, algo muy bueno en mi vida, no sé encontrar las palabras adecuadas para describir ese sentimiento. Desde que nació fue algo muy bonito. Los padres somos los que educamos a nuestros hijos y también traemos una educación que nos inculcaron nuestros padres, yo sí juego con mi hija, como ya va a entrar al kínder le enseño los números. Ahora, con la tecnología del celular, descargué unos juegos para enseñarle los colores y ya los sabe; le doy de comer a veces, vemos la tele juntos, jugamos, reímos. Hago el papel de papá en lo que cabe. También a veces le llamo la atención, eso también es importante. Trato de ser lo mejor posible, espero ser un modelo para ella; he cambiado muchos aspectos de mi vida de soltero y espero que mi hijita me mire como un ejemplo a seguir, que diga: quiero ser como tú, por eso trato de dejar atrás cosas que no estén bien, como tomar o fumar, para que en un futuro no me diga si tú fumas por qué no yo, por qué tomas, por qué eres agresivo. A veces traemos costumbres de nuestros padres que no nos trataron bien, no quiero que vea eso en mí sino que lucho, que me esfuerzo y que así sea ella, que cumpla sus metas. La he visualizado a los 15 o 16 años, estudiando; me gustaría que estudiara una ingeniería pero siempre la voy a apoyar en lo que ella decida estudiar. Si se equivoca, no importa, lo importante es que pueda guiarla por el mejor camino. Sueño poder estar en su graduación; los estudios es la mejor herencia que los padres podemos dar. Me gustaría tener un varoncito también pero si no se puede me gustaría el parcito de niñas (risas).
Gerardo V. 30 años. Casado. Vendedor. Tiene una niña de dos años, Cristin Naomi.
A partir de que ella vino ha sido una gran satisfacción porque aparte que la veo como mi hija la veo como una compañera más y la relación ha sido buena, una amiga. Ser papá me ha servido para entrar un poco más en madurez y responsabilidad y aparte de eso es una gran satisfacción el que alguien llame papá a una persona. Papá, no solamente porque lo engendre sino porque lo siente. Si Dios lo permite tendría una media docena más de hijos. Dentro de unos años me veo rodeado de cariño, de mucho entendimiento y más que nada en una gran armonía familiar.
Abrazo de padre
Carlos C. 30 años. Casado. Estudiante de Ingeniería Agroindustrial. Tiene una hija de dos meses de edad, Ángeles Estefanía.
Con mi novia, ahora esposa, nos llevamos bien, nos queremos y hablamos de nuestro deseo de ser padres, habíamos planeado que esto sucediera cuando termináramos la carrera pero se adelantaron los planes (risas), yo estoy feliz. Procuro estar el mayor tiempo posible con Ángeles, aunque es muy pequeña juego con ella, a veces me toca cambiarle el pañal o darle de comer y ayudar a bañarla, pero lo que más hago es abrazarla y jugar con ella. A veces pienso que cuando yo termine la carrera tendré un mejor estatus social para que cuando mi hija esté más grande pueda darle las cosas que necesite. Quiero hacer actividades deportivas con ella cuando crezca y como me gusta mucho el ajedrez quiero inculcarle ese gusto. Para ser honesto debo decir que cuando supe que sería papá me daba miedo pero también sentía una emoción que no sé describir, ahora me preocupa el futuro para ella, sé que es muy chiquita pero me pongo a pensar en sus estudios y me hago ilusiones sobre en qué escuela va a estudiar, incluso que carreras podría cursar. Me gustaría que estudiara una ingeniería, como sus papás, pero en la ciudad de México. Como mi familia es numerosa quiero tener más hijos, mi esposa dice que no le gustaría.
Bersaín B. 31 años. Casado. Diseñador gráfico y comerciante. Tiene un niño de un año y 9 meses, Santiago.
Cuando termino de trabajar juego con él, salgo a pasear, lo cuido porque es un niño muy inquieto, le encanta estar atrás de todo y hay que ir detrás de él por cualquier cosa. Me gusta hablar con él, que él aprenda a hablar o a decir palabras o buscar el significado de las cosas. Para mí ser papá es maravilloso, un regalo que nunca había imaginado en mi vida, es algo muy bonito. La dicha de ser padre te cambia todo en tu vida, los conceptos o la ideas que tenías de joven te van cambiando paulatinamente, es muy bonito el ser papá, más que nada el compartir tus conocimientos o tu experiencia a alguien que va creciendo y que él va aprender poco a poco. Si Dios me da vida trataré de irle enseñando muchas cosas con el paso del tiempo. Quizá tendría otro hijo, pero así como es él, ya lo pienso, con mi esposa ya lo pensamos mucho porque con uno es difícil y si sale como él (de inquieto) vamos a carrerear más; quizá sí me gustaría tener otro para que no crezca tan solo o tal vez que él vaya enseñándole a su hermanito o hermanita. Dentro de unos años, ¡que ellos me carguen! (risas). Ojalá que los pueda tener mucho tiempo –ya sé que el día de mañana se tienen que ir, buscar su propio destino-, y tener una unión y una convivencia estable con mis hijos y ojalá que eso perdure, que aunque estemos lejos nunca perdamos la comunicación.
Víctor Hugo. 33 años. Casado. Ingeniero (con maestría). Tiene dos hijas, Lucía (11 años) y Renata (1 año).
Lucía vive en Veracruz con su mamá y Renata vive conmigo y con mi esposa, su mamá. Me separé de la mamá de mi hija mayor cuando ella tenía como tres años, me fui a vivir a diversos lugares: Puebla (Puebla), Cuernavaca (Morelos), Tapachula (Chiapas) y ahora acá, en Tuxtla Gutiérrez (Chiapas), entonces era y es complicado ir a verla, sobre todo porque teníamos y seguimos teniendo problemas con su mamá, eso complicó que nos relacionáramos a través de su mamá y ella era pequeña, hace ya como año y medio que he podido hablar con ella y escuchar de su propia voz qué es lo que le gusta, qué es lo que hace y qué no. Antes de eso sabía muy poco de su vida personal, sus gustos o lo que le pasaba porque su mamá no me platicaba. Tenía 21 años cuando nació mi primera hija y con la otra 31 pero me he sentido igual con ambos nacimientos, lo que ha cambiado con Renata es que me volví más consciente, sobre todo del medio ambiente porque te pones a pensar que hay un deterioro de las cosas ecológicas, entonces me volví más consciente con eso de cuidar el agua, de no contaminar tanto, eso es lo que ha sido el cambio con respecto al nacimiento de mi primera hija. Con Renata he estado muy involucrado en su cuidado, tengo como propósito bañarla por lo menos cinco de los siete días, a veces no se puede porque está nublado y su mamá la baña a medio día o está enferma y no la bañamos; con mi otra hija también me involucré mucho; creo que esto es cosa de dos, por eso, en la medida de lo que se puede sí trato de involucrarme. Tengo la intención de educarlas en la idea de que experimenten todo lo posible, ahí chocamos un poquito con mi esposa porque ella es muy protectora. Yo soy de la idea de que deben probar, experimentar, evidentemente algún día o más de una vez se va a machucar, a caer, a raspar, a cortar pero mientras no sea grave, mientras podamos nosotros estar supervisándola creo que es bueno. A veces estoy haciendo alguna cosa en la casa, Renata se acerca y toma las pinzas u otros objetos, si es algo que tiene mucho filo o mucha punta se lo quito, de lo contrario la dejo que toque y se familiarice, por ejemplo con el taladro. Ahora que nació Renata, mi esposa y yo estuvimos leyendo mucho y dentro de toda la gama de opciones que nos ofrece la ciencia moderna, hay una teoría que se llama Del Continuum, que propone estar con los hijos la mayor parte del tiempo, todo lo que se pueda tenerlos contigo y a fuerza de que ellos van viendo cómo hace un adulto las cosas, ellos las van haciendo, obviamente por imitación, se van familiarizando y como que van madurando más rápido. Entonces, yo sí creo que hay que dejarlos que corran, que experimenten, que prueben, obviamente bajo una supervisión, tampoco es dejarlos solos. Dentro de cinco o 10 años a mí me gustaría que mis hijas tuvieran todas esas experiencias para que tengan la capacidad de tomar decisiones acertadas.
Fernando B. 34 años. Casado. Diseñador gráfico. Tiene un niño de un año y tres meses, Leonardo.
La relación con mi hijo, trato que sea lo más cercana posible, como es un bebé lo cambio (creo que es lo único “no mágico”… cagan como gente grande -risas-) le doy de comer, a veces lo baño, juego con él, le canto, trato de leerle algo, pero sobre todo me gusta verlo jugar (imagino que yo era igual de averiguado que él a esa edad). Para mí ser papá significa algo mágico, es aprender todos los días algo nuevo, los niños son grandiosos, me siento tan pequeño cuando lo veo dormir, comer, jugar, explorar; me recuerda que nunca debo dejar de asombrarme del mundo. Por mí tuviera dos hijos más, pero esa preguntase la debían hacer a mi esposa (risas), pienso que los hijos son la extensión de uno mismo. Pues siempre estoy tratando de ser un buen maestro con él y a la vez un buen alumno, nadie nace sabiendo ser buen padre, así que me veo tratando de ser lo mejor que pueda como padre, chance algún día sea un buen amigo para él.
Daniel G. 35 años. Soltero. Productor cultural. Tiene un hijo de 14 años, Alejandro.
Con mi hijo tenemos reglas y libertad sobre esas reglas. Tenemos reglas de convivencia con nosotros y hacia los demás. No lo trato como un niño chiquito, de hecho creo que muchas veces lo trato como adulto y eso a veces me mete en broncas porque quiero que reaccione como adulto o piense como adulto y obviamente no es así. Se podría decir que la relación con mi hijo me hace pensar mucho, quiero que viva lo que le toca vivir a su edad, a mí me toca recordarme a esa edad y aprender a vivir con él. Para mí ser padre significa realidad. Es como un estado natural y también una oportunidad. Cuando nació mi hijo no lo creía, de hecho cuando me lo mostró el doctor tenía minutos de nacido y yo no podía registrar que ese niño, ese bebé, era mi hijo, lo hice hasta que pasó mucho tiempo. Creo que para sentir tienes que tener una experiencia de vida, con el nacimiento del bebé está iniciando esa experiencia entonces lo que sientes es como preocupación, te preocupan muchas cosas como por ejemplo que se caiga, que se golpee o que desaparezca. Ahora que vivimos los dos en el mismo hogar creo que es una oportunidad. Después de tantas broncas que pasas en la vida siempre quieres corregir cosas pero se escucha muy trillado ese rollo de “es tu oportunidad de ser con tu hijo, de hacer con tu hijo lo que no hicieron contigo”, no lo veo desde ese punto, lo veo como una oportunidad en el sentido de que la única máquina del tiempo es el presente y no hay para atrás, entonces me hace pensar mucho, es un constante pensar, me hace estar activo y es un reflejo también de lo que a mí me falta o lo que a mí me sobra muchas veces. Hay una parte divertida de todo esto, cuando tu hijo empieza a crecer y empieza a tener muestras de su propio pensamiento y te lo comparte y hace sus propias reflexiones, eso a mí me divierte bastante porque a veces pienso cómo resolver un problema y a él se le hace muy fácil cómo se puede resolver y te lo dice. Entonces es como todos los seres humanos, entre más pequeños están más libres de prejuicios y de broncas existenciales y cuando empiezan a crecer ahí es donde está la oportunidad de no pegarles eso, es padre el pensamiento de los niños, es más libre y te ayudan a que se te pegue. Ahorita no pienso tener más hijos. En unos años me veo con mi hijo compartiendo trabajo, riéndonos mucho, llevándonos bien.
Don Ernesto y su hijo Martín / Foto: Cortesía de Martín Barrios
Martín B. 37 años. Casado. Fotógrafo. Tres hijos, José Ernesto (17), Jesús Orlando (14) y Martín Omar (8).
Tengo una buena relación con mis hijos a través del diálogo, de estar al tanto de ellos. Todos los días les pregunto cómo les fue, qué hubo de nuevo, qué les pareció ese día, qué trabas tuvieron. Con Ernesto y Orlando es de manera física, con Martín es vía telefónica, ya que no vive conmigo. Voy a la escuela cuando ellos me lo piden, a las juntas o reuniones y estoy al pendiente de sus calificaciones, cuando alguno baja de calificaciones le pregunto que cuál es el problema, si están enamorados o qué les pasa por su cabeza. El ser papá está difícil, creo que él es la parte angular en tu vida, es quien te da el carácter, no quiere decir que la madre no lo haga pero es la parte recia que uno lleva del padre porque nos lo han enseñado. Está difícil porque muchas veces pensamos que estamos actuando bien, pero puede que no sea así y tú como padre eres el ejemplo de ellos. No pienso tener más hijos, con los que tengo basta y sobra, comen mucho (risas) y debes tener el tiempo para cada uno de ellos. En unos años con ellos me veo en una relación cordial, tratando siempre de ser el buen ejemplo para ellos y tratando también de darles las herramientas necesarias para que el día de mañana sean unos hombres de bien, trabajadores, nobles, atentos, educados; siempre enseñándoles que luchen por lo que ellos quieran y que sean seres humanos de buenos principios.
Wilson B. 44 años. Casado. Ventas. Tiene tres hijos, Tania Elizabeth (20 años), Bryan Wilson (12 años) y Ángel Emanuel (6 años).
No tengo mucha comunicación con ellos más que a la hora que llego a la casa, casi no los veo en el día pero en la noche ahí estoy y platico con ellos. Lo que más pregunto es de la escuela, ahora que están en exámenes platico con ellos de eso. Mi Tania que se cuide, como ya va en la universidad y tiene novio, es lo único que le pido a ella que se cuide, eso es lo que platico con ella que no me vaya a defraudar, que no vaya a dejar sus estudios tirados o que acabando sus estudios se va a casar, de nada sirve que estudie si se va a quedar ahí con sus estudios guardados, ojalá y siga su trabajo, después del estudio que consiga un trabajo de lo que se va a recibir. Con el más chico, cuando hay oportunidad, juego, porque es un laberinto ese hombre. Y el otro, ahora que va a ser el examen para la secundaria, le estoy ayudando, estamos ahí, mi esposa y yo, presionándolo porque si no se les dice nada ahí se quedan echados, hablarle que le eche ganas. Ser papá es lo mejor que puede llegar a hacer un hombre, tener su familia, alguien quien te espere, alguien por quien preocuparte o que se preocupen por ti, eso es para mí ser padre. No pienso tener más hijos, aparte de que ya está cerrada la fábrica, ya no va a ver nada. Si Dios me presta vida, me imagino a la más grande ya con hijos, si es que se casa acabando de estudiar, si es que va a seguir su trabajo después de su estudio, qué bueno. ¿Y cómo me veo con ellos en unos años? Pues no sé cómo me miraría como abuelo (risas).
Alberto. 51 años. Comerciante. Tiene tres hijas Valeria (25 años), Mónica (22) y Ana (de un año)
Mis dos hijas son el resultado de mi primer matrimonio y reconozco que con ellas pasé muy poco tiempo, siempre le di prioridad al trabajo porque quería tener dinero para darle las comodidades que yo no tuve, después el divorcio complicó más las cosas, su mamá se quedó con la custodia. He buscado la forma de componer eso, ahora que están grandes convivimos pero el tiempo que no estuve con ellas no es posible recuperarlo, me perdí muchas cosas y aunque son cariñosas y amables conmigo, sé que no me perdonan no haber estado en algunos cumpleaños, en los festivales de la escuela, en fin, ahora, con Ana veo las cosas de otra forma y trato de ser un mejor padre, claro que a los 50 no tienes la misma energía que a los veinte pero la cargo mucho, la baño, voy a las citas del pediatra, me levanto por las noches si llora. A veces en la calle o en el parque me preguntan si es mi nieta, no me importa, sólo le pido a Dios que me dé la oportunidad de verla crecer.
*Publicado en el diario El Heraldo de Chiapas, el 17 de junio 2012.
Luis Alberto Villatoro Salazar nació el 15 de mayo de 1975, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Lleva ese nombre en honor de su abuelo, quien también era pintor y escultor.
Corazón / Luis Villatoro
Cartulina blanca, opalina, acuarelas, crayones de colores, vinci y plastilina, fueron los primeros materiales que Luis Villatoro utilizó para expresar su creatividad, a esa edad los animales, los barquitos, las casas y los soles eran su atraccióon. “Ahí empezaba a hacer sus manchitas. Tengo los dibujos de mi Luis cuando era chiquito. Tengo un jaguar y un paisaje.”, comenta don Romeo Villatoro, su padre, artesano y artista plástico, también.
De niño viajaba mucho a la Costa, sus orígenes paternos, ahí conoció ríos, cayucos, iguanas, lagartos y peces. “Siempre quise enseñarles a mis hijos dónde nací y cómo fue mi vida; tengo una foto donde mis hijos están arriba de un cayuco con algunos peces que agarraron. A lo mejor eso pudo haber sido una retrospectiva de su vida de niño.”
En el antiguo barrio Cantarranas, de Tuxtla Gutiérrez, cuando llovía, Luis hacía barquitos de papel que soltaba y observaba mientras éstos se deshacian en la corriente, “me imagino que también de grande, como pintor y diseñador, sintió la fragilidad del barquito de papel, creo que por eso lo usa porque es un pensamiento de lo frágil que es uno.”
Él y su hermana Teresa, ayudaban a su papá en la elaboración de artesanías como cabezas de Palenque y diversas figuras de las etnias de Chiapas, aunque le gustaba más dibujar y pintar. Sin embargo, siempre estuvo vinculado en las exposiciones de don Romeo Villatoro.
Ya un poco mayor entró al taller de Tahira, en el Rincón del Arte, ahí hizo su primera escultura pero se salió porque no le gustó ser paisajista, quería salir de lo cotidiano. Después, el maestro Luis Alaminos le enseñó otra técnica más interactiva con la que Luis realizó cuadros abstractos, figurativos y surrealistas.
Él estudió primero contaduría, después arquitectura y no le gustó, decía “no, no, yo no nací para esta cosa, yo quiero algo que me llene.” Entonces estudió diseño gráfico, lo aprovechó y vivió como él quiso.
Cuando se recibe como diseñador gráfico llega a Coneculta a hacer su servicio social, es ahí donde le empezaron a pedir ilustraciones y entró en el campo de lo digital, hizo bocetos y los tranformó en pinturas digitales, se dio cuenta, entonces, de que podía hacer otras cosas.
Luis fue un ser nocturno, le gustaba pintar de noche, lo inspiraba la noche, la luna, “hasta atento estaba cuando cantaba un búho. A todos los elementos de la vida siempre les puso atención.”
Cuando nació su hijo, sus cuadros reflejaron su alegría, su entusiasmo, pintó la fortaleza, el rey, elefantes con coronas.
Quienes lo conocieron opinan que fue un gran hombre como artista, como persona y como hijo.
SU OBRA
Gabriel Pinto Pintor y Arquitecto.
La obra de Luis Villatoro es como un laboratorio de imágenes porque siempre experimentaba con los colores, con las texturas, era su manera de ser, siempre andaba buscando. Cuando hacía una forma, un barco, un ojo, la figura humana, algún corazón, era una búsqueda.
Corazón asoleado / Luis Villatoro
Pintaba con un estilo figurativo y también abstracto, usaba muchos rojos, amarillos y azules muy fuertes.
En su obra se ve un poco la línea del diseño, de hecho él estudió diseño gráfico, entonces entra dentro de una corriente de lo figurativo, no hay mucho volumen en su obra.
El barco lo utilizaba como un símbolo de que el hombre es muy frágil, que el ser humano es muy frágil y el agua es una manera de recuerdo, como enterrar sus recuerdos en el agua, también utilizaba un corazón, un ojo, la figura humana, algún elefante, una ballena, un pez, comunes en su obra.
Fue un pintor que se entregó de lleno a su arte, siempre con las ganas de seguir haciendo más cosas, experimentando y en una búsqueda personal. Fue buen amigo, buen padre y buen hijo. Tengo un buen recuerdo de Luis Villatoro.
Julio Alberto Pimentel Tort Director encargado de Arte de la Unicach y gestor cultural independiente.
No tengo un acercamiento muy puntual a la obra de Luis Villatoro. La generación de Luis representa una diversidad en los planteamientos estéticos y propuestas conceptuales, en el manejo mismo de las técnicas.
Me parece que Luis retoma elementos de estilo de la generación que le precede, hablo básicamente de Manuel Velázquez, Ramiro Jiménez y Moisés Frank. Era un creador en formación, que retomaba algunos elementos conceptuales, incluso temáticos de la obra de estos creadores; en la simplificación de las formas, en la inclusión de planteamientos de alegorías, hay ciertos elementos de la obra de Manuel Velásquez.
Mujeres / Luis Villatoro
Luis pertenecería a una generación no a una corriente, porque en el caso de Chiapas no podemos hablar de corrientes en cuanto a definición de estilos o escuelas. En general, la mayor parte del arte visual chiapaneco, si alguna cuestión lo identifica dentro de esta variedad, es justamente su tendencia a la creación de alegorías, es decir, la reconstrucción de una realidad a partir de símbolos.
Encontraría difícil enmarcar la obra de Luis en un estilo porque me parece que no lo había logrado, evidentemente su obra es reconocible a partir de sus apariencias pero, por lo menos para mí, las apariencias no definen un estilo. Cuando hablo de las alegorías en la obra de Luis, básicamente sus símbolos más recurrentes son el barquito de papel y la corona.
Mucho del trabajo de su trabajo estuvo construido ex profeso hacia la ilustración y, si bien es cierto, es una actividad importante en los creadores visuales, no es una creación estrictamente hablando porque está en función de la transmisión de un mensaje a partir de un determinado propósito que no elige el autor sino la función del objeto a transmitir, hablo de las ilustraciones para carteles y libros. Entonces él caería dentro de estas tendencias recurrentes del arte del siglo xx en Chiapas, de la creación al servicio de la ilustración, al servicio de otras artes o de otras ciencias.
Gustavo Ruiz Pascacio Poeta y ensayista.
Luis Villatoro se caracterizó por un discurso estético que combinaba elementos relacionados con lo acuático, amniótico y la búsqueda del origen y sentido de la libertad.
Yo le llamaría primigenia por su relación directa con elementos que tienen que ver con el sentido del origen en términos biológicos y de la memoria ancestral, el sentido de la búsqueda interior frente a las condiciones que el mundo exterior le proponía a él como artista, una convivencia cotidiana obligada por una serie de circunstancias en las que el ser humano se encuentra de alguna manera atado en términos de valores y de elementos que la sociedad utilitaria, consumista y posmoderna ha determinado en las últimas décadas, en torno a este prototipo del ser humano.
Tenemos a sus elementos iconográficos a los que podemos acudir, una simbología acuática, la presencia del pez, del vaso en términos de lo que contiene, que puede ser un líquido apacible o en vías de turbulencia.
El mar en la mano / Luis Villatoro
Trabajó durante un tiempo el aspecto de la sangre menstrual que, para mí, fue uno de sus logros más importantes en su paso por la plástica. Me causa extrañeza el hecho de que no abrevara más todavía en esa condición de lo menstrual porque ahí es donde alcanzó la congruencia entre ese discurso acuático y primigenio que sostenía en el caso de su iconografía de los peces y del agua, en el sentido femenino como pulsación del mundo, el sentido de la Mater tellus que de alguna manera también es la madre agua.
De alguna forma es una corriente neofigurativista, en la que había obsesión por una especie de búsqueda donde los elementos formales son escasos y eso tiene que ver desde luego con un sentido de la ausencia, de las necesidades interiores, de la soledad humana.
Publicado en El Heraldo de Chiapas el 15 de mayo de 2007.
"El destino de un niño está en manos de sus padres" Shinichi Suzuki / Foto: Gabriela Barrios
En el mes de abril, los medios, entre la propaganda política, abre espacios a la publicidad, pero ¿qué ofrece? Juguetes, golosinas e imagenes de niños sonrientes, bien alimentados y abrigados por el amor de una familia funcional. Sin embargo, las calles nos demuestran otra realidad: niños vendiendo golosinas, limpiando parabrisas, pidiendo monedas.
Existen actividades que realizan los niños en el hogar, en un negocio familiar o tareas fuera del horario escolar o durante las vacaciones. Las cuales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “son provechosas para el desarrollo de los pequeños y el bienestar de la familia; les proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayuda a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta”.
"La peor de las mentiras es creer que todo seguirá igual si no hacemos nada" Freya Stark / Foto: Gabriela Barrios
En cambio, se considera trabajo infantil a todas aquellas actividades que privan a los niños disfrutar de su infancia, los obliga a abandonar sus estudios o les exige estudiar y trabajar al mismo tiempo. Lo que puede ser perjudicial para su desarrollo físico, sicológico y moral.
“Como causa y consecuencia de la pobreza, el trabajo infantil perpetúa el empobrecimiento al comprometer gravemente la educación de los niños… Las niñas que trabajan y estudian soportan una carga triple: los quehaceres domésticos, las tareas escolares y el trabajo fuera del hogar, remunerado o no, que inevitablemente repercute de manera adversa en su rendimiento académico.” (UNICEF)
Si los niños son el fundamento de una época, ante este panorama ¿cómo podremos describir la que estamos viviendo?
Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
Fotografía: Raúl Ortega / CORTESÍA
Se ha dicho que la fotografía es registro, pensamiento, interpretación de la realidad, por lo tanto es subjetiva, a través de ella se cuentan historias y proporciona información de gente, lugares y situaciones del diario vivir.
Autorretrato / Raúl Ortega
A lo largo de la historia han existido controversias y reflexiones en la forma de hacer fotografía y la creación de imágenes de aquellos que deciden buscar y ofrecer una visión muy particular de ver el mundo al registrar, proponer y opinar con la fotografía, no sólo como un pasatiempo o un registro personal sino de manera profesional.
¿La fotografía es sólo el arte y la técnica para obtener imágenes duraderas debidas a la acción de la luz? ¿La fotografía es sentimiento? ¿Quién está detrás de cada imagen? ¿Qué es un fotógrafo? ¿Quién es Raúl Ortega?
Raúl Ortega es un reconocido fotógrafo que vive en Chiapas desde hace más de una década y cuyo trabajo ha sido reconocido a nivel nacional e internacional, primero como reportero gráfico y actualmente como fotógrafo independiente, con proyectos a largo plazo de temática social.
Su encuentro con…
Para Raúl Ortega, ser fotógrafo es sorprenderse y descubrir muchas cosas y vidas y la fotografía es retratar en el tiempo y espacio que le tocó vivir, es principalmente dar su opinión: “Es como decir yo pasé por aquí y vi esto. Si partimos de que la fotografía es un medio de comunicación o de expresión, es como mostrar un mundo, aunque sea el mismo mundo que retratemos, de distintas maneras. De eso que te sorprenda o que te gusta o que vas armando visualmente o imaginando y de pronto no lo encuentras. Es muy complicado, no es una ecuación matemática”.
Desde muy pequeño, estudió dibujo y pintura con maestros del barrio donde vivía. Eligió la carrera de diseño. Todo ello se fusionó en su primer trabajo en el periódico Unomásuno, que era un medio de izquierda, el de avanzada, comandado por Manuel Becerra Acosta quien junto a Julio Scherer García, había roto con el Excélsior y se habían peleado con el gobierno “una serie de cosas muy interesantes y apasionantes”, como él lo afirma.
Trabajó en el área administrativa, “no me llamó la atención el diseño dentro del periódico porque era sólo formar el periódico, eso no era muy atractivo para mí. Entonces comencé a voltear a otras áreas y una de ellas fue la fotografía. Me empezó a gustar y tuve la oportunidad, gracias al sindicato de aquel momento y a la empresa, de tomar clases en una escuela que se llamaba Casa de las Imágenes y ahí es donde aprendo un poco y me quedo con el gusto de haber conocido la fotografía”.
¿Cuál fue tu primera fotografía?
Estudiando en Casa de las Imágenes con el profesor Carlos Morales y con una reportera gráfica famosa que trabajaba en el Unomásuno, Marta Zarak, quien fue la primera mujer fotógrafa enviada a una guerra por parte de un medio mexicano. Esa escuela era un proyecto de arte cultural en el cual estaba inmerso Antonio Turok, destacado fotógrafo en aquel momento, que había estado en Centroamérica. Estudiando ahí me dejan mis primeras imágenes y recuerdo que tomo muchas fotografías pero una de las que yo decido hacer, es decir, la tomo, revelo el rollo y la imprimo, es una foto de una iglesia al atardecer, que está por el metro Salto del Agua. No creo que sea muy buena pero fue mi primera foto (risas).
¿En qué año y con qué cámara la tomaste?
El año no me acuerdo, esto debe haber sido a los 23 o 24 años, o sea, ya mucho tiempo (risas), tengo 48 años. Y ¿con qué cámara la tomé? Dicen que con la mejor cámara del mundo, una prestada. En ese momento no tenía cámara, me la prestaron y si mal no recuerdo, fue de un reportero del periódico que se llamaba José Luis Rocha, quien me prestó una cámara vieja que él no usaba, una Canon, no me acuerdo del modelo pero eso sí, pesaba más que una computadora de ahora (risas).
¿Cómo eliges lo que vas a fotografiar y lo que no?
Es muy difícil, muy complicado responder algo así porque no lo eliges, muchas veces hasta te elige el hecho, la circunstancia, es como una pequeña suerte. Siempre buscas o intentas, en mi caso hay dos factores. Dentro del periodismo siempre buscas la noticia, estar en ciertos momentos, los más importantes, donde haya más acción o donde se dé un momento relevante a raíz de la política o algo así pero ya haciendo fotografía no tan periodística, por principio es el tema y de ahí empiezas a hacer un recorrido, entre más sabes del tema mejor podrás retratarlo, se te irán menos cosas, lo podrás documentar mejor. Una imagen me ha llevado a otra, una persona a otra, un hecho a otro y de pronto te sorprende la misma realidad. Por fortuna yo quisiera seguir sorprendiéndome por mucho tiempo con la imagen y con lo que es el mundo.
Selva Lacandona; Chiapas, México / Raúl Ortega
En qué género te sientes más cómodo: fotoperiodismo, retrato, paisajismo…
Mi formación, orgullosamente, fue el periodismo, muchos años lo hice con muchas ganas, con pasión y creo que lo hice así porque hubo gente que lo sabía y me lo enseñó. No me refiero nada más a fotógrafos, sino reporteros, amigos. Participar en dos periódicos de los más importantes en su momento, como el Unomásuno con Manuel Becerra Acosta y La Jornada, en la primera etapa con Carlos Payán y ahora con Carmen Lira y después, cuando salgo de La Jornada, en la revista Proceso, que para mí es también de los medios más importante en México, es un orgullo. Estar alrededor de muchísima gente que tiene ganas de hacer cosas, que ve distinto al mundo, creo que eso te ayuda. Ya hace tiempo que no hago esta foto diaria, me he tendido más hacia la foto documental y menos la noticia pero creo que lo único que ha cambiado son los tiempos que tengo para ir retratando lo que quiero o el tema que tengo o lo que puedo retratar.
¿Cuáles son los temas fundamentales en la fotografía de Raúl Ortega?
Creo que es uno, fundamentalmente, la gente. Para mí lo más importante en la fotografía son las personas y creo que en distintas facetas, la gente y la tolerancia; podría decirse que es una complicidad con ellos, con lo que retrato. Tengo muchos temas sociales y principalmente me identifico con las luchas sociales que se han dado y he podido cubrir.
Dices que hacer fotografía es una manera de vivir, de ver el mundo y a la vez de ser cómplice. ¿En México se puede vivir de ser fotógrafo?
Es muy difícil y cada vez peor. Te puedo decir para empezar, que este año tengo dos meses sin trabajar, desgraciadamente cada vez se puede menos y más cuando no te alquilas a un medio, a un sistema y esto no lo digo siquiera en un mal plan, es decir, si no trabajas en alguna institución o una empresa, es más complicado porque estás en la espera y a la caza de poder hacer, por un lado la fotografía que tú quieres y que te gusta pero por otro lado, ganar dinero para vivir. De alguna manera lo he podido llevar bien porque mis fotografías han estado expuestas en galerías y en museos, eso en algún momento me ha permitido vender imagen y vivir de la obra; en otro momento, el ser periodista te permite vender tus imágenes a razón de los intereses de los medios o de la noticia pero hay otra parte, cuando se cierra el mercado en un año de crisis o electoral, como por lo general pasa en México y tampoco perteneces a ningún lado pues te quedas sin trabajo y bueno, en un estado como Chiapas, en el que por desgracia todos dependemos del gobierno porque no hay iniciativa privada, porque se mueven pocas cosas, se complica más y es de pronto hasta desesperante. Increíblemente yo había podido vivir toda mi vida de ser fotógrafo y hoy, con un poco más de experiencia, tal vez sabiendo un poco más, cada vez puedo menos vivir como fotógrafo. Seguramente en algún momento de mi vida, ¡ojalá!, pueda hacer fotografía y algo más. Quizá me quede haciendo algo más en vez de fotografía.
¿Y qué sería ese algo más?
Es también una decisión medio complicada porque ya no sé hacer nada. Llega un momento en el que si ya tienes 25 años haciendo fotografía y crees que es lo que sabes hacer y de pronto te dicen que eso no se vende, pues te ponen en un aprieto.
¿Y no has pensado en algún momento poner un estudio?
Yo siempre he renegado de esa fotografía, no porque esté mal sino porque no me gusta hacerla; ahora, quizá acabe un poco así. No quisiera.
Quizá dar cursos.
Preferiría quizá pero qué tanto será realmente rentable. Y la otra, finalmente dejas de ser fotógrafo. Yo digo, ojalá sea algo relacionado con lo que hago y me gusta. La verdad es que se torna cada vez más complicado o igual y pones una cafetería con alguien y podrás vivir de eso y bueno quizá puedas hacer algún proyecto personal por ahí, muy de vez en cuando, pero ese tiempo que necesitas para trabajar en foto, ya no lo tendrás, será para trabajar en la cafetería o la pastelería o vendiendo tacos y ya no podrás hacer lo que te gusta. Esa es parte de la realidad.
¿Qué buscas con tu fotografía, reconstruir, rescatar o escribir la historia?
Para empezar sobrevivir (risas). Es un poco como retratar en el tiempo y espacio que te tocó vivir pero principalmente es dar tu opinión. Es como decir: yo pasé por aquí y vi esto. Si partimos de que la fotografía es un medio de comunicación o de expresión, lo que yo veo tal vez ustedes no lo vean o viceversa, es como mostrar un mundo, aunque sea al mismo mundo que retratemos, de distintas maneras. Por ejemplo, yo he sido poco religioso en mi vida y mis temas son muy religiosos, como las fiestas (indígenas) y ahora lo que estoy haciendo de la religión yoruba (en Cuba). Me llaman la atención esos temas pero los tomo hacia la tolerancia, pueden ser indígenas o afrocubanos y con todo respeto tratando de hacer lo mejor. Pero alguien que esté relativamente en contra de ello, hará otro trabajo y dirá esto es lo peor y se basará en esa ideología para hacerlo. Más bien sería una cuestión de mostrar esa parte de mundo que normalmente criticamos pero que ni siquiera conocemos, ni decir ni son mejor ni peor, son otros, son ellos, muy respetables como seguramente lo serán otros.
En tu carrera como fotógrafo, ¿qué imagen te ha conmovido?
Varias. Hay una que creo nos marca a todos, es la de la niña en Vietnam (Kim Phuc fotografiada por Nic Ut), para mí es una de las fotos que siempre recuerdo y que marca el fin de una época, que no fue la mía, pero que marca un tiempo. Hay unas fotos tremebundas de impactantes por la violencia, la guerra. Creo que también es un poco una cuestión de la edad, tiendes a ser un poco más beligerante, más duro. También la situación cambia respecto a lo que has tomado en mucho tiempo de tu vida y recuerdo más otras fotos que son menos impactantes socialmente pero más hacia la parte sentimental. No hablo del corazón, este de las telenovelas o de las publicaciones de la prensa rosa, hablo más del sentimiento. Del corazón de a de verás, de ese sentimiento humano importante que necesitamos todos para sobrevivir en la sociedad que estamos viviendo, que podría ser “El Beso” de Robert Doisneau que podrían ser también hasta un poco las fotografías de Sebastiao Salgado. Yo creo que son muchas.
Su concepto de…
Algunas veces serio, Raúl Ortega reflexiona sobre el hacer de los fotógrafos, otras, con la sonrisa en los labios y una evidente pasión por la fotografía, dice que dentro de ésta, también hay modas como en la ropa, el arte, la pintura, etcétera, por lo que muchas veces se premian las fotos que no necesariamente son las mejores, lo que no es cuestionable es que toda foto es registro, por mala que sea, que se le considere arte dependerá de los valores estéticos, la intención, el tiempo e incluso la vejez que tenga la misma imagen, por ejemplo, una fotografía de la Revolución Mexicana pudo no ser valorada en su momento como los es hoy.
Ciudad de la Habana, Cuba / Raúl Ortega
¿Qué hay detrás de cada fotografía?
¡Un poco de vida! Creo que detrás hay un poco de ti mismo y de experiencia y ojalá haya, por lo menos dentro de lo que quiero hacer, mostrar, haya un poco de lo que pienso y veo.
¿La fotografía crea fetiches, por ejemplo de las cosas y de los tiempos idos?
Sí, la fotografía tiene que ser nostálgica por antonomasia; porque finalmente estás viendo algo que ya no existe, algo que se fue. Y que también puede ser polémica porque la historia de cómo fue y la manera de ver el mundo de cada uno de nosotros es distinta y al ver esa historia, ese punto de un tiempo que ya no existe… podría haber un debate interminable.
¿Qué es la belleza para el fotógrafo Raúl Ortega?
La belleza es principalmente un sentimiento, que no pasa necesariamente por lo físico. Sería un sentimiento que te pueda llenar el pecho y que puedas transformar en algo, en lo que tú quieras, si haces fotografía, ojalá fuera en fotografía, porque creería que sí puedes ver la belleza en un movimiento social, en un hospital siquiátrico o en una fiesta de indígenas.
¿El cine ha influido en tu trabajo?
Sí, creo que en el mío y en el de todos. Estamos saturados absolutamente de medios y de imágenes por todos lados. Creo que finalmente influye querámoslo o no, para bien o para mal, a eso habría que darle una lectura y hacer un análisis.
¿El fotógrafo es un voyerista innato?
¡Sí!, gracias a Dios.
El fotógrafo Paul Graham dice que los fotógrafos, como los poetas, deben renovar su lenguaje visual, ¿tú lo has hecho?
Esas cosas como que de pronto no me gusta contestar mucho porque es difícil decir: sí, yo me renuevo cada dos años. Tendríamos que hacer un análisis de mi trabajo y ver cómo empecé, cómo fui evolucionando o involucionando realmente. Creo que sí vas cambiando; estoy seguro que no puedo fotografiar lo mismo que fotografiaba a los 25 años porque soy otra persona, a través de las experiencias que he tenido, buenas y malas, veo el mundo de otra manera a como lo veía hace días, meses o años. Creo que se fotografía distinto, eso es renovarse, que sea mejor o peor, también eso habría que valorarlo, pero sí diría que no se retrata igual a través de los años.
La fotógrafa Minnett Vari dice que las estrategias artísticas se vuelven volátiles cuando se usan como instrumento contra el olvido de la historia. ¿Tú crees que pase eso con la fotografía?, ¿se vuelve volátil?
Depende. Si pensamos que hoy las empresas que más hacen cámaras son las empresas de teléfonos celulares, podemos creer que son lo más volátil del mundo, nadie las guarda, se les echa a perder el teléfono y se pierden todas las fotos y ese fragmento de historia. Bajo esa lógica creo que sí, se vuelven volátiles pero habrá quienes tendrán mayor calidad de trabajo e intención de guardar esa fotografía, que tendrá un mayor valor, y a su vez, quien fotografíe hechos históricos, cuestiones sociales, políticas o culturales importantes, pues diría que tendrán más oportunidad de ser parte de la Historia.
¿Por qué es importante la mirada en los retratos de Raúl Ortega?
Hay hasta un cliché de decir que la mirada son los ojos del alma, yo no sé si lo sea así, lo que sí es cierto es que nos reflejan cosas; la mirada sí nos da una perspectiva de qué está pasando. Hay una foto de Marilyn Monroe, esta mujer bella, guapa, altiva, sonriente, sensual, que a mí me fascina como icono, pero que en una foto que le toma Richard Avedon, le ves la mirada y está ida del mundo en ese momento y cuando él le dice empecemos la sesión (fotográfica), hay una actuación de cómo quiere salir en la foto; creo que todos somos así pero si alguien te llega captar o tú llegas a captar a alguien en ciertos momentos denotas parte de su personalidad, que es también de alguna manera lo importante de un retrato.
Y en el proceso creativo de la fotografía ¿qué es lo más importante?
Creo que todo. Son pasos, son momentos, son lugares, son sensaciones, son sentimientos. Podría decir que en ese proceso muchas veces ni siquiera retratas, lo que pasa es que lo vives y la vivencia te hace retratar en otro momento con otra visión de las cosas. No necesariamente el proceso es fotografiar y fotografiar, es un proceso de aprendizaje, es un proceso de vivencia, es un proceso de compartir momentos y el mundo con mucha gente, unas personas con las que te toca vivir y otras con las que quieres compartir. Eso es lo que te va haciendo único en esta vida.
La representación de las escenas del pasado, ¿sirven de algo?
Sí pero creo que depende de la lectura que le demos. Diría que sí nos ayudaría hasta a no volvernos a tropezar con la misma piedra, hasta tener una conciencia de hacia dónde vamos, de no repetir errores, tener una conciencia distinta a la que tenemos, eso en el mejor de los casos. No siempre es real, creo que cada quien ve las mismas fotos con ojos distintos al igual que las obras literarias, las grandes obras cinematográficas o las grandes obras escultóricas y a todos ese proceso nos ayuda, ¿qué tanto?, creo que es personal ese proceso de crecimiento o no, de conciencia o no.
¿Aparte de la fotografía qué te produce placer?
¡Uy, muchas cosas! Creo mucho en la amistad, creo por fortuna, en la pareja, en el amor. Siempre se oye un poco raro cuando dices el amor pero hablo del amor más humano, el verdadero, éste que tiene problemas pero que al final sabes que también se puede componer o de que tienen errores los otros o tienes errores tú y al final es la voluntad y la capacidad de brincar cosas y de convivir, de equivocarse, de perdonar y de estar, lo que prevalece. Obviamente disfruto ser padre, me gusta convivir con mis hijas, realizar y compartir cosas con ellas, me gusta estar con mis amigos, me gusta mucho el cine, ir a exposiciones. Ahora que vivo lejos de mis familiares, me gusta visitarlos, estar con ellos, me causa algo muy grato. Y bueno, los placeres carnales también (risas), bueno de todo tipo, un buen vino, una buena noche, una buena velada, una buena película, un buen libro, una buena plática, un buen día de flojera absoluta o un buen día de estar muy cansado, agotado pero muy satisfecho de haber hecho una buena foto. Hay muchos placeres. Me causa todavía mucho placer el proceso de viajar para iniciar o seguir un proyecto, hay como mucha adrenalina, cuidar que no se te olvide nada. Ojalá no haya un fotógrafo al que sólo le produzca placer la fotografía.
¿La fotografía de prensa sólo retrata el lado doloroso de la vida?
¡No! Creo que la fotografía de la prensa puede mostrarlo todo, y entonces, partiendo de eso, supongo que algunas personas, no sólo en la fotografía sino también hay fotos de prensa o documentales que muestran la felicidad. Ahora, la prensa tiene una función como tal de tratar de denunciar, de decir, de mostrar a la sociedad, al poder, a la crítica y demostrar de una manera dura la realidad o la realidad que tú quieres ver.
Su trabajo en…
Según Raúl Ortega todos los proyectos son como hijos, aunque algunos estén feos; no importa si salieron así por falta de capacidad, por la situación, si no se tuvo suerte o no se pudo resolver bien, son tuyos y no hay vuelta atrás. “El libro De Fiesta para mí fue muy importante en su momento pero después ya no podía hablar de él, me cayó tan mal; todo mundo me preguntaba sobre él y ya no quería ni verlo. Lo que hiciste pues ya lo hiciste. Creo que así es todo en términos generales, pero los proyectos son eso, son por un tiempo, los acabas y los abandonas, los olvidas, como que los guardas; los proyectos nunca van a desaparecer aunque quieras pues ni siquiera esos de ¡qué horror! Ahí los vas a cargar, siempre va a haber alguien que te lo recuerde”.
Madre Dominicana, Bello Costero, República Dominicana
¿A quién te gustaría retratar y a quién no?
Por gusto retrataría a algunos y por oficio podría retratar a quien sea. No hay a quién no, digamos yo lo puedo retratar, me puede caer mal el tipo, no puedo coincidir con él tal vez con lo que piensa, con lo que cree y muchas veces lo que hace, hablando de políticos digamos, pero si tengo que retratarlo lo retrato. Pero tratando de dar mi punto de vista. Puede ser difícil pero lo intentaría.
¿Te has hecho autorretratos?
Sí. No desnudo, ¡¿eh?! (risas). Sí tengo autorretratos pero son muy pocos. Soy muy malo y me da flojera.
¿Para quién posarías?
Para nadie, realmente posar, no, no me gustaría. Se oye feo que un fotógrafo diga eso ¿no? Pero a la mayoría de los fotógrafos no nos gusta estar delante de la cámara, hay algunos que sí y son buenos para eso, les gusta y se manejan muy bien, adelante de los micrófonos y de las cámaras, hay de todo, en lo personal no me gusta.
¿Cómo ha afectado la evolución de la fotografía de lo análogo hasta lo digital en tu creación?
Creo que no afecta, modifica únicamente y si partimos de que la cámara es un instrumento únicamente para hacer algo, gracias a Dios, lo importante sigue siendo lo que está atrás de esa cámara, o sea la idea, la técnica, el sentimiento, todo lo que tienes para poder hacer fotografía. Antes era una cámara con un rollo, una película y ahora es una tarjeta electrónica, yo sigo retratando igual. Técnicamente cuando sacas la foto es un proceso distinto y la nostalgia nos hace acordarnos de lo anterior. La tecnología nos está dando la misma calidad. Creo que quienes decimos que las fotos que se preparaban con los rollos y después los químicos y el laboratorio, el cuarto oscuro y ponerlos a secar, todo ese proceso que era bien largo, pero padre a la vez y que me tocó vivirlo, es parte de la nostalgia. Que no está mal ser nostálgico de vez en cuando. Luego aburrimos un poco pero (risas) no creo que sea mejor. Por fortuna sigue siendo más importante quién toma la fotografía que con qué se toma.
¿Cómo es ese proceso de llegar como un desconocido y explicar lo que buscas en el lugar donde visitas?
Si vas con alguien del lugar y te avala es porque no te creen a ti, le creen a con quien vas, que digan “mira este es fotógrafo y viene a”, eso te valida. Si tú llegas solo y dices “soy fotógrafo y voy a”, te pueden creer o no. Muchas veces trabajas con la confianza y la confianza se gana, nadie te la regala, aun cuando te presenten, eso se trabaja con la personalidad de cada quien. Me pasó en las zonas indígenas, llegar y decir “estoy trabajando y hago un proyecto de estas características”, en algunos lugares te dicen que no les interesa y hay otros en donde te dicen que sí. Increíblemente estamos en una era de imágenes por todos lados y por la inseguridad que se vive y los miedos que hay, cada vez es más difícil tomar fotografía.
¿Qué es más cómodo para ti, fotografiar en casa o en una ciudad donde eres un extranjero?
Si vas a España o a Francia a fotografiar por principio te ven mal en las calles, no les gusta que andes retratando; me reclamaron airadamente y me llevaron a un policía por tomar unas fotografías en el Ayuntamiento de París, porque estaba fotografiando y había gente, entonces más allá de que seas extranjero o del lugar, les molesta la cámara. Allá hacen valer esa parte de que yo soy dueño de mi imagen y no me puedes tomar una foto si no me tienes un papel firmado. Entonces, si eres extranjero y aparte te pasa esto, dices: ¡No, pues que horror! En España viví casi un año y no pude retratar, no hice casi nada, tengo muy poquitas fotos de España. Y por ejemplo, en (República) Dominicana o en Cuba no fue así, es que ese es el problema: no depende de ti, es donde te acogen mejor. Y finalmente, como siempre, la gente que menos tiene te abre más las puertas. A Cuba llegas y te invitan al baile y te dicen “ey, chico, pásale”. En Dominicana también, de alguna manera la gente te abre las puertas y te sientes más a gusto. Entonces, tienes como muchas posibilidades para hacer fotografía.
“La experiencia como fotógrafo en Chiapas me cambió radicalmente”. ¿A qué te refieres?, ¿cómo se dio o qué desencadenó ese cambio?
Muchas cosas. Por principio, la parte social, descubrir que aún estando en medios y aun teniendo una posición política de las cosas y ser relativamente participativo, surge un movimiento armado en tu país, dices no puede ser, dónde estábamos, cuando aparentemente íbamos a firmar un tratado de libre comercio, cuando estábamos “entrando” al primer mundo, aun los que no le creíamos al gobierno, medio le creíamos y eso te hace cuestionarte otra vez todo. La verdad es que no tienes más que un sentimiento de culpa y de compromiso con quienes se levantaron y te hicieron ver la vida como es. Esa es una parte y la otra es que en ese proceso, de cuando vine y vi el levantamiento zapatista y me tocó cubrir lo de Ocosingo, los muertos, y nos dispararon a los fotógrafos. Dentro de ese mundo complicado en el rollo profesional, también se da una relación de donde hoy, tengo una esposa y dos hijas ¡Que no es poca cosa! Finalmente, modifica mucho no nada más lo que hago como fotógrafo sino modifica mi vida. A María la conozco aquí en Chiapas, tenemos una relación, finalmente nos casamos y tenemos dos hijas. Eso, no modifica nada más tu manera de ver la foto, modifica el mundo y tu vida. Es más vengo a vivir a Chiapas después de que renuncio a La Jornada porque María es de aquí, tal vez si María hubiera sido de Yucatán, me voy a Yucatán. Son cosas que van pasando y finalmente nos quedamos. Nos fuimos a España a vivir un rato, regresamos, vivimos en San Cristóbal y después en Tuxtla. Creo que el zapatismo ha sido el último gran evento periodístico de México y me tocó fotografiarlo; me siento afortunado.
Retratos de familia…
La familia es el pilar fundamental de la vida, ha dicho Raúl Ortega, aunque la visión de ésta en la actualidad difiera de la que se ha planteado socialmente a través de muchos años. “Tengo un hijo de 26 años, ya soy abuelo, él tiene un hijo de un año. Yo no me casé para tener a Argenis pero forma parte de mi vida, siempre lo he visto, siempre hemos compartido y obviamente es parte de mi familia y de mi vida. También tengo dos hijas y una esposa que forman parte fundamental de lo que hago cotidianamente, de mis aciertos y mis equivocaciones, de poder hacer y crear, ante mí y ante los demás. Por principio nos tocó vivir aquí y ahora, pero además, hemos decidido de alguna manera vivir la vida juntos, afortunadamente”.
Editado por el Coneculta-Chiapas y CONACULTA.
“Retratos de Familia, miradas a las familias españolas del siglo XXI” (España 2007). “Retratos de Familia, la familia chiapaneca en el siglo XXI”. ¿Por qué ahora México, cómo surge el proyecto?
A España me invita un grupo de fotógrafos, especialmente Juan Manuel Díaz Burgos, a formar parte de ese proyecto, donde también participan otros grandes fotógrafos: (Juan Manuel) Castro Prieto y Vicente López Tofiño, el “Tofi”, a quien no conocía. Los cuatro hicimos ese proyecto hace cuatro años más o menos y acabó siendo un libro y un proyecto exitoso para todo mundo. Tenía la idea de poder hacerlo en Chiapas, creía que aquí se podría hacer un buen libro con la misma temática pero nos enfrentábamos a muchas circunstancias complicadas, entonces se tardó algo de tiempo; la idea estaba y finalmente lo pudimos hacer como proyecto colectivo, aun con situaciones complicadas.
¿Qué pretendes lograr con este trabajo?
Es un proyecto mío que afortunadamente me tocó coordinar. La coordinación de un proyecto así no es decirles qué tienen qué hacer; es, digamos, únicamente ser un poco el mensajero para llevar y traer fotos y llevárselas al editor. Creo que realmente cada fotógrafo sabe hacer su trabajo, aparte hay algo muy especial en este proyecto, todos con quienes trabajé son mis amigos, gente muy cercana de mucho tiempo y otros de menos, pero que por principio pudimos hacer un proyecto porque teníamos ganas. Eso fue muy importante.
Los fotógrafos participantes son de distintas generaciones, ¿cómo pudiste conciliar las diferentes visiones?
Somos unos viejos y unos nuevos. La calidad es la calidad, la cual nos puede llevar a que te guste más una u otra cosa, hasta como autores, o por su experiencia o no. Creo que en términos generales hay una calidad estándar, eso te da la ventaja y la posibilidad de que todo lleve el mismo camino.
¿Por qué la familia en un momento en que se cuestiona la falta de valores en la sociedad mexicana?
Creo que la familia no necesariamente tiene que ser papá, mamá, hijito, tal vez sea como la hemos planteado socialmente para poder subsistir en una sociedad tan complicada y tan compleja como la nuestra y más actualmente. Los valores creo que hoy son desechables, casi todos, por desgracia; yo vengo de una familia de las llamadas disfuncionales, son las que te tocan. Si ven en el libro, hay mujeres solas, hay un hombre solo, hay gente que no tiene necesariamente esta vinculación familiar: madre, padre, hijitos. Hay familias de todo tipo y por lo tanto el respeto a todas ellas. No fue un proyecto pensado en retratar todo el tipo de familia que hay, era sólo la familia chiapaneca, o sea era salir a la calle y decir qué nos encontramos, más o menos lo que Chiapas representa como familia y hay una diversidad económica, política y social. La diferencia que hay con el proyecto de España es que allá se retrataron todos los tipos de familia: hay una pareja de homosexuales que viven juntos y son reconocidos como familia en España, una familia de lesbianas, la reconstruida, los que viven juntos, los que están casados, los que no; seguro debe haber todo eso en Chiapas pero no era el tema ni la dinámica para hacerlo, porque era otro, era distinto.
¿Crees que a partir de esta muestra por la geografía de Chiapas, se pueda hablar de una identidad de la familia chiapaneca?
No. Digo que es mostrar nada más, es una parte de lo que vivimos, ningún proyecto te puede hablar al cien por ciento de nada; únicamente intentamos hacer fotografías de ese tema, con esa visión y ese camino para mostrarnos un poco a nosotros mismos lo que somos. Seguramente nos faltaron muchísimas familias, circunstancias y cosas para retratar; qué mejor que alguien tuviera otra idea más completa y la siguiera y saliera otro libro de este tipo.
¿La casa qué papel juega en la imagen de la familia?
La casa da una seguridad, como tener un poco de dinero, como estar bien con tu pareja, como que tus hijos no estén enfermos, como que tu madre esté relativamente vieja pero sana, el que tengas trabajo. La casa es importante pero no fundamental, te da seguridad aunque sea un espacio pequeño, una casota con dos carros a la puerta con una gran sala y un patio a todos nos gustaría pero no te dará la solidaridad ni el cariño de la familia, ni el amor con tu pareja ni nada. Sí es importante pero nada más, como todas las cosas materiales.
¿Los retratos son espejos?
Sí, porque finalmente retratas un poco lo que tú eres, en tus fotos tiene que quedar algo de lo que tú eres también, entonces sí creería que es parte de nosotros.
¿En qué estás trabajando actualmente?
Estoy desempleado. Sigo trabajando en el proyecto de las bailarinas, quiero acabar este año el proyecto de la religión yoruba en Cuba, quiero ver si este mismo año cerramos el proyecto de Dominicana con Juan Manuel (Díaz Burgos) y con eso tengo bastante; tengo que editar y ver de qué manera voy a subsistir el resto del año.
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SILUETA
Lugar de nacimiento: Ciudad de México.
Edad: 48 años.
Número de hermanos: Éramos 8 y ahora quedamos 7.
Estado civil: Casado.
Número de hijos: 3 y un nieto.
Pasatiempos: No sé, varios.
Música: Principalmente en español.
Película: Casablanca.
Fotógrafo: Graciela Iturbide.
Comida predilecta: Mole verde.
Rituales: Todos.
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EN CORTO
Luz: Todos
Disparo: Arma
Imagen: Buena
Cuarto oscuro: Añoranza
Cámara: Vida
Intuición: Fundamental
Tiempo: De todos
Blanco: Más blanco
Negro: Más negro
Color: A veces
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*Entrevista publicada en dos partes en el diario El Heraldo de Chiapas, 21 y 22 de marzo 2012
Galería: Raúl Ortega
Niño Enfermo en el Hospital Regional de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Madre Dominicana, Bello Costero, República Dominicana
Con Merquiades, Tata de la Religión Palo Mayombre en la Ciudad de la Habana, Cuba
Editado por el Coneculta-Chiapas y CONACULTA.
Selva Lacandona; Chiapas, México / Raúl Ortega
Ciudad de la Habana, Cuba / Raúl Ortega
Ceremonia de la Religión Yoruba en la Ciudad de la Habana, Cuba / Serie «Orishas»
Ceremonia de la Religión Yoruba en la Ciudad de La Habana, Cuba / Serie «Orishas»
«Juego de Niños», Bello Costero, República Dominicana
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios García
Alma Gutiérrez, desde hace tres años se dedica al diseño y elaboración de bolsas artesanales. Foto: Gabriela G. Barrios
La expresión artística en sus más variadas manifestaciones está presente en la cotidianidad de nuestras calles, donde la interculturalidad está como valor positivo y se nos presenta no sólo como una forma de expresión sino como una realización profesional.
Hombres y mujeres, orgullosos de sus raíces convergen sus conocimientos con las manifestaciones que se encuentran en los lugares donde crecieron y soñaron, como Alma Gutiérrez, quien desde niña aprendió de su abuela el bordado y con el paso del tiempo no dejó de utilizar las manos para crear.
Antropóloga de profesión, esta joven emprendedora comienza un reto que parte de una idea: ¿Qué mujer no sueña con la bolsa ideal? Una que sea hermosa, práctica, portadora de una tradición cultural como el tejido y el brocado y que no haya otra igual en el mundo.
Alma Gutiérrez, quien desde hace tres años se dedica al diseño y elaboración de bolsas artesanales, retomando textiles tradicionales del estado de Chiapas para inspirarse, afirma que no está inventando el hilo negro, sólo unió el amor por sus raíces chiapanecas y su pasión por las bolsas: “Busco que se refleje el textil en la bolsa, investigo sobre él, sobre la cultura de quien lo hace. Cada posición de los colores tiene su significado.”
Cada bolsa lleva una etiqueta en la que se encuentra el modelo de la bolsa y el origen del textil, aunque dice con tristeza que poca gente presta atención a ese detalle pues se van más a que si se ve bonita o no. Nos cuenta que cada nombre que elije representa algo y que así seguirá haciéndolo aunque sea difícil pronunciarlos o entenderlos.
Nos muestra cada uno de los modelos que ha realizado y emocionada afirma: “No son costales, son bolsas artesanales, hechas a mano y hay que cuidarlas, quererlas”.
¿Desde cuándo te dedicas al diseño de bolsas?
– Comencé en diciembre del 2008 con la idea y las ganas de experimentar. Todo el año del 2009 me dediqué a comprar textiles, a investigar cómo se hacían las bolsas, empecé de cero, no tenía idea de nada hasta que comencé a trabajarlo. Dos meses estuve duro y duro hasta que al fin salió una que gustó mucho con mis amigas. Me decían “quiero una, quiero otra”. Una amiga me dijo haz un stock y lo presentas como un compendio de todo el trabajo que haces para que no seas la costurera que hace bolsas sino que haces un diseño.
¿Quién te enseñó a elaborar las bolsas, dónde aprendiste?
Empecé a cortar sin patrón ni nada porque no tenía ni idea de costura. Foto: Leticia Bárcenas
– Nadie. Ahí fue lo más difícil, de hecho conozco a una señora que hace bolsas y me gustaba su trabajo, fui y le dije si me podía enseñar pero me dijo que no. Entonces, ¿cómo hacerlas? Soy fanática de las bolsas, me gustan las formas, el diseño de cada bolsa. Tenía varias y elegí una, comencé a tomar medidas “drásticas” (risas). Medía y pensaba si aquí le dejo dos centímetros o cinco centímetros a cada lado y así empecé a cortar. Me decían hazlo con una tela que no sea textil y yo de necia dije no, de una vez con textiles porque quiero ver cómo queda.
Empecé a cortar sin patrón ni nada porque no tenía ni idea de costura. No estudié costura. Como pasatiempo bordaba, hacía punto de cruz u otras cosas como almohadas o cortinas, pero nada que fuera más elaborado. Corté, empecé a coser y cuando ya la iba a terminar veo que me queda al revés (risas), digo no es posible y me daba hasta la una de la mañana costurando. Desde las cinco o seis de la tarde hasta que me dormía o hasta que me cansaba dejaba la costura, al otro día a desbaratar y al otro empezaba otra vez a ver cómo podía empalmar lo que es la parte de afuera de la bolsa con el forro. Al final de dos meses de estar duro y dale con lo mismo por fin quedó.
¿Aparte de esta actividad te dedicas a otra cosa?
– Mi trabajo principal por ahora es en la Secretaría para el Desarrollo de la Frontera Sur, específicamente en la Subsecretaría de Enlace para la Cooperación Internacional, y ya en mi tiempo libre que es de seis de la tarde a 10 u 11 de la noche me dedico a esto todos los días, bueno, los fines de semana me despierto a las seis y media como si me fuera a trabajar, de hecho me levanto con más ganas (risas) porque ya estoy pensando qué es lo que voy a hacer, entonces me levanto, desayuno y me pongo a cortar o a bordar las partes que falten o a pegar las bolsas.
¿Cuánto tiempo te lleva la elaboración de una bolsa?
– Aproximadamente una semana en lo que se corta, son alrededor de 30 piezas para hacer toda la bolsa no solamente el textil. Hay que coser a mano los bordados, las aplicaciones. Aparte hay que hacerle la aplicación de chaquiras, el decorado. Adentro tiene un forro que le da forma a la bolsa y permite se quede parada; más las asas, otro forro que lleva por dentro con una entretela, las bolsitas internas con cierres, su propio forro y el bies.
¿Cuál es la razón por la que trabajas en esto?
– La primera porque soy chiapaneca, la segunda porque me encantan los textiles. Cada municipio tiene un toque que lo identifica y sus habitantes lo sienten parte de ellos, un chamula no se va a vestir igual que un zinacanteco. Es parte de la identidad de cada grupo o de cada etnia que utiliza esos textiles. También es importante el significado que tienen esos textiles, algunos son precolombinos, como los de Larrainzar, toda la parte de los altos, que todavía tienen la técnica tradicional ancestral del tejido y brocado en telar de cintura, hasta los que son tejidos en pedal o como el petatillo en Chiapa de Corzo o el punto de cruz en la zona más al Norte.
¿De qué región específicamente del estado has retomado tejidos?
Desde niña me ha gustado el diseño y creo que la antropología lo complementa, porque me ha dirigido a qué textos buscar, a qué cosas leer para conocer más sobre los textiles. Foto: Gabriela G. Barrios
– Comencé trabajando con textiles de Larrainzar y de Zinacantán; de ahí continúe con los de Yajalón, Chilón, Ocosingo, Aldama, Pantelhó y Chiapa de Corzo. Ahora quiero trabajar con Chenalhó.
¿Crees que tu profesión de antropóloga tiene que ver con este gusto por los textiles y las bolsas o te podrías haber dedicado a lo mismo si fueras bióloga, por ejemplo?
– Es muy buena pregunta. Desde niña me ha gustado el diseño y creo que la antropología lo complementa, porque me ha dirigido a qué textos buscar, a qué cosas leer para conocer más sobre los textiles, porque no es solamente una tela bonita o “ah, es hecho por artesanos o artesanas”. Por cierto, creo que la palabra está mal empleada porque son artistas, al decir artesanos se devalúa su trabajo, para mí es un artista quien elabora eso, la combinación de colores, la aplicación de hilos, hacen una pintura con hilos prácticamente.
Donde plasman su cosmovisión.
– Sí, por eso digo “tienes la cultura en tus manos” con una bolsa y arte, además. ¿Por qué una bolsa? Porque la puedes llevar a todos lados y utilizarla cuantas veces quieras. Hay bolsas que puedes utilizar del diario, puedes lucir el textil en cualquier momento con cualquier atuendo, en cualquier lugar a donde tú vayas, con ropa actual.
¿Tienes un dibujo previo de cómo va a quedar?
– Normalmente es casi como ensueños. Me pregunto cómo se vería este textil, cómo va a combinar, cómo podrá quedar en una bolsa. Imagino la bolsa, de hecho me inspiro en bolsas ya hechas, realmente no estoy inventando el hilo negro. Entonces tomo una bolsa que me gusta, veo si le quedaría ese textil y empiezo a dibujar, voy checando medidas y hago un patrón antes de cortar.
Si no estás inventando el hilo negro, ¿qué distingue tus bolsas de las otras ofrecidas en el mercado?
– ¡El diseño! Es una bolsa hecha por una mujer para una mujer, pensando en qué necesidades tienes en una bolsa. Es muy bonita pero también es práctica, tienes el llavero, tienes un espacio para tu celular y tienes otra bolsa con un ziper para que puedas guardar todos tus secretos ahí.
¿Cuáles son los modelos de bolsas que has realizado?
– Ch´ulel fue el primer modelo que hice y le puse así porque Ch´ulel significa Alma que es mi primer nombre, el siguiente modelo se llama Antsetik y significa mujeres que elaboran los textiles, hay otro que es Jch´ulme´tik que es mi luna, santa madre. Las carteras se llaman Pepen, que significa mariposa, porque al abrirlas parece que abren sus alas.
¿El proceso de manufactura lo haces sola o con alguien más?
La empresa se llama Jch'ul metik, significa “Mi luna” y también significa “Santa Madre”. Yo quería ponerle un nombre que identificara a la marca pero que tuviera un significado. Foto: Leticia Bárcenas
– Me está ayudando una chava a quien le estoy enseñando a hacer algunas cosas básicas y me ayuda mi hermana en el armado de algunas bolsas, en el tiempo que ella puede porque también trabaja, pero el terminado siempre lo hago yo, porque quiero que lleven el toque mío.
¿Qué le hiciste a tu primera bolsa?
– La vendí (risas). ¡Súper baratísima! De ahí me encargaron otra y otra, hasta que dije espérenme a que saque mi colección. Me llevó un año completamente para presentar la primera colección. Fueron 40 bolsas.
¿En dónde las presentaste?
– En casa de mi novio Iván, mi novio en ese tiempo. Invitamos amigos, fue algo muy familiar, muy de amigos. Les comenté del trabajo que se estaba haciendo, el tiempo de elaboración y ya tenía el nombre de la marca, aunque todavía no estaba registrada, afortunadamente ahorita ya lo es.
¿Cuál el significado del nombre de tu empresa?
– La empresa se llama Jch’ul metik, significa “Mi luna” y también significa “Santa Madre”. Yo quería ponerle un nombre que identificara a la marca pero que tuviera un significado, no Alma Gutiérrez sino un significado con relación a los textiles. Santa Madre también es quien les enseña a las mujeres el arte del tejido. Creo que tiene mucha relación, de hecho el icono de la marca que uso en la etiqueta, es una mujer con su aura de santa y enfrente tiene el telar donde está tejiendo y donde está brocando.
Es maya tsotsil y así nada más, sin la jota, ch’ul metik significa Santa Madre, de hecho también en la lengua tseltal lo identifican como Santa Madre, y la jota (Jch’ul metik) le da el sentido poético de mi, de mi propiedad, Mi Luna ya es algo mío.
¿Cómo proyectas tu empresa dentro de dos años?
– ¡Ayyyy! (Risas) La proyecto como una gran empresa, más fortalecida, con más personas trabajando conmigo porque sí me gustaría dar empleo a través de esto, me visualizo ya comercializando a nivel nacional e internacional, de hecho ahora ya se han vendido bolsas en otros estados y en dos países, Brasil y Estados Unidos. El proceso es un poco lento.
¿Qué recursos utilizas para comercializarlas?
– ¡El facebook! Me contactan a través del facebook o a través de mi página porque ahí tiene un enlace donde se van al correo, me dejan mensaje de que les mande el catálogo con los precios. También de voz a voz porque tengo amigas que han comprado bolsas y las llevan y su familia les dice “oye, ¿dónde la compraste?” y ellas dicen que conmigo y vienen o me hablan y las vienen a ver.
Lo padre también es que ninguna bolsa es igual, aunque tenga el mismo diseño, la misma forma. Como las hago una por una, tienen un toque que la otra no va a tener porque mientras estoy bordando o armando una, ya se me ocurrió otra cosa. Cada bolsa es original e irrepetible, ¡única! En cada una busco que se refleje el textil y además le doy un toque personal, le agrego un detalle.
¿Has encontrado opiniones adversas referentes a tus bolsas o a la combinación de textiles?
– No. Afortunadamente las bolsas han gustado mucho, todos los comentarios han sido muy padres, lo único es sobre el precio pero son pocas las personas que lo hacen, hay quienes no regatean absolutamente nada. Yo tampoco regateo. Voy a los municipios para comprar de primera mano los textiles, no compro con intermediarios porque cuando vienes a ver te compras un textil mucho más caro y quien se lleva la menor parte de las ganancias es la persona que elaboró ese textil. Comprando con los artesanos tengo la seguridad que ese dinero va a ir directamente a la artista que realizó el textil.
Tú que eres fanática de las bolsas y ahora que las haces, ¿cuántas tienes para tu uso personal?
– Tengo tres. Tengo la del diario, tengo una para salir y me funciona como otra vía de comercialización porque me preguntan dónde la compré, les digo que yo las hago y les doy mi tarjeta.
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PERFIL
Nombre: Alma de Jesús Gutiérrez Aguilar
Lugar de nacimiento: Yajalón, Chiapas
Edad: 30 años
Número de hermanos: Una
Estado civil: Soltera
Número de hijos: Cero, tengo una se llama Sabina, es mi perrita (risas)
Estudios: Antropología social
Pasatiempos: Diseño
Película: Shreck
Diseñador: Dios
Ritual: Al inicio del año del conejo una amiga me regaló un conejito con muchas semillitas, me dijo “para que tengas prosperidad”, lo tengo por allá (risas) pero sí funciona
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
Cicerón Aguilar y el grupo Nambue. Foto: Fernando Becerra
Nambue es un grupo de músicos chiapanecos que rescatan los sonidos de antaño para unirlos en un abrazo cómplice con la música de nuestro tiempo. Nos transmiten así, con una nueva voz, el paisaje sonoro en el que nos movemos sin percatarnos. La ceiba y el pino, la montaña y el mar, la selva y la ciudad nos envuelven. Nambue ha iniciado una gira en la que comparte escenario con los músicos tradicionales de los lugares que visita.
El recorrido inició en el municipio de Las Margaritas donde estrechó lazos musicales con los tojolabales; ayer compartió escenario con los tseltales de Oxchuc, el 16 de abril estará con los músicos de municipio de Yajalón, para cerrar con los lacandones de Naha, el corazón de la selva lacandona, el 24 de abril.
Nambue está formado por Andrés Aguilar en las percusiones, Alejandro Burguete en las flautas, Manuel Gómez en el sintetizador, Rodrigo Narcía en el bajo y su líder Cicerón Aguilar en el trabajo creativo, quien afirma que con su obra trata de hacer un homenaje al recuerdo de nosotros mismos, los que compartimos un antecedente lingüístico de nuestra cultura. “Es reencontrarnos con nuestro pasado para comprender nuestro presente y así ir concretando cosas del futuro”.
¿En toda tu música se encuentra la raíz indígena?
– Creo que sí. Desde hace aproximadamente 15 años me pregunté qué está ocurriendo, qué hay con el pasado en este país y encontré un baúl de música tradicional indígena; para mí era importante destaparlo. Empecé a investigar qué era la música tradicional, su entorno y qué me brindaba; cuando me di cuenta que estaba dentro de un mar de sonidos, me metí en esa profundidad y encontré que lo que yo buscaba en la música estaba ahí. Ese mar de sonidos me lleva a conocer la gente, ese mundo tan interesante que son los pueblos. Primero me dediqué a escucharla, apreciarla, entenderla, después fue la convivencia con los amigos músicos, ir a sus fiestas y entender ese mundo. Fue como encontrar los hilos conductores de mi vida que andaba buscando siempre. La música viene después.
¿Crees que el folclor determina la cultura de un pueblo?
– Tengo entendido que los conservadores al decir folclor nos llevan a interpretar una parte de los colores que tienen los pueblos, de su arte común, popular. Creo que el folklore va ligado con un concepto bien bonito que es el amor a tus orígenes, es donde están las palabras, la comida, sus fiestas, que brotan como borbotones de agua que te encuentras en los manantiales. El folclor es el sabor, como ese picante que le pones a la comida.
¿Cómo evalúas el trabajo musical de Chiapas con el del resto del país?
El silencio es la forma de expresar de los instrumentos sin golpearlos. Foto: Gabriela G. Barrios
– Valorarlo significa casarlo o interpretarlo con un número y México es tan pluricultural, es un mosaico de contextos distintos. En Chiapas son doce etnias, doce lenguas, bueno, once, una ya muerta, la lengua de los Chiapa. Pero ese mundo que nos rodea nos hace ser diferentes, desde la marimba, los sonidos de los tambores, el cómo hablamos, lo que nos rodea, todo está reflejado en la música. La música chiapaneca tiene un lugar muy especial no solamente en la marimba sino también en la diversidad de compositores que tiene, que le cantan al amor, a la vida, a su entorno social. Chiapas ya tiene un punto importante en el país, ya que músicos como Alberto Domínguez, los mismos hermanos Domínguez, sembraron esa gran fuerza que tenemos los chiapanecos para interpretar la música.
En tu disco Sincretismo usas la lengua chiapa, ¿por qué tu interés en retomarla si ya no existe?
– Soy originario de Chiapa de Corzo. Me encuentro con unos textos del siglo XVI de los chiapa en un diccionario de Mario Aguilar Penagos y se me hizo muy interesante llevar a la práctica estos cantos y rezos con música contemporánea, sin perder las texturas que tiene la música tradicional; lo que hago es tratar de hacer un homenaje y un recuerdo a nosotros mismos, a los de la región, que tuvimos un antecedente lingüístico donde está precisamente nuestra cultura. Es reencontrarnos con nuestro pasado para comprender nuestro presente y así ir concretando cosas del futuro.
¿Se puede vivir de la música?
– Sí se puede vivir siempre y cuando estés enrolado en eso de la música comercial. Para las personas necias y testarudas como yo, que lo que hacemos no tiene nada que ver con vender, si es un poco difícil. Es triste porque en otros países lo que yo hago y hacen otros amigos en este género, es bien recibido pero aquí es difícil.
¿A qué se dedicaría Cicerón Aguilar si no fuera músico?
– Me hubiera gustado ser antropólogo o arqueólogo aunque el otro mundo que me fascina es el diseño de casas, me hubiera gustado ser arquitecto pero escogí la música, donde construimos puentes y sobre todo edificamos cosas del sentimiento.
¿Tienes algún ritual a la hora de componer?
– Mi ritual es ver imágenes, ver fotos, imágenes de la tarde. Siempre está incluida en mi mundo la imagen.
¿Eres vouyerista?
– En el momento que estamos aceptando ver imágenes, es vouyerismo, ¡pero vouyerismo sexual, no! (Risas).
¿Compartes la idea de que la gente necesita música para vivir?
Desde que nacemos estamos bajo ese arrullo, incluso el hablarnos ya es un canto. Foto: Fernando Becerra
– Sí, el silencio es muy bonito. John Cage maneja el concepto de que el silencio en los seres humanos es importante porque en el silencio hay muchas cosas que nosotros entendemos, el silencio es donde nos encontramos a nosotros mismos; precisamente la teoría de la música es la combinación de sonido con el silencio, cosa que hoy a los músicos se les ha olvidado. El silencio es la forma de expresar de los instrumentos sin golpearlos.
¿Entonces cuál es la finalidad de la música?
– Transmitir nuestro lenguaje. Los seres humanos siempre estamos buscando sonidos. Cuando estamos solos, salimos y buscamos platicar con alguien, ese momento de comunicación es el sonido y nos gusta. Bach decía “si no hay música estamos muertos”. Hell decía «Adoro a mi madre porque siempre me cantaba.» Desde que nacemos estamos bajo ese arrullo, incluso el hablarnos ya es un canto. Por eso recomiendan que cuando las mujeres se embarazan escuchen música, la que sea. Algunos recomiendan música clásica, no, yo digo la que comparta la familia, sea Chico Che, Rigo Tovar, música ranchera, la que sea, porque es el mundo donde va a vivir. No vas a poner música clásica en una familia que escucha Rigo Tovar u otra música como la norteña. Ahí es donde el niño ya comienza a entender dónde va a nacer, ese mundo que lo va a rodear. Siempre tengo presente en la mente las radionovelas porque mi mamá las escuchaba y mi papá oía su programa favorito todos los días: Tres patines, ese mundo de carcajadas que era fascinante aunque yo no lo entendía porque era un niño, pero como veía que mi papá se reía yo también lo hacía. Es una necesidad.
¿Y tú te escuchas?, ¿escuchas tu música?
– (Risas) Buena pregunta. Para mí ha sido muy difícil escucharme. Cuando lo hago, me critico y digo lo hubiera hecho de otro modo. Por eso a veces prefiero no escucharlo, sin embargo, otras veces digo sí porque es reconocer lo que tu ser hace y que te conduce a otros mundos.
¿Disfrutas más arriba o abajo del escenario?
– Me fascinan las dos cosas. Me pongo muy nervioso al estar en el escenario pero lo hago muy contento porque es el camino de la expresión, no solamente puedes hacerlo en el estudio sino también tienes que vivirlo. Disfruto mucho arriba pero también abajo, oír la música, ver a otros tocar me encanta.
¿Qué música escucha Cicerón?
– Música diversa. Me gusta mucho el rock progresivo porque ahí se refleja todo lo que yo busco, me gusta la música tradicional porque siento que me encierra en un circuito y me mantiene tenso, me hace digerir lo que pienso. Cicerón escucha rock progresivo, música tradicional y jazz.
¿Cuál es el elemento distintivo en tu trabajo?
Nambue quiere decir originario del río. Foto: Fernando Becerra
– Juego con tres lenguajes. Me gusta reinterpretar dos mundos: la epistemología porque creo que si no tenemos ciencia no tenemos verdad y no tenemos creencia, la hermenéutica porque a partir de ahí construimos un lenguaje que no todos tenemos desarrollado, pero yo estoy aprendiendo. Cuando me di cuenta qué era entender esas dos cosas aún me faltaba un elemento más, que es la gracia divina de lo que veo.
Fuera de la música ¿qué te apasiona?
– Me apasiona el cine, la realización de documentales de video, la foto, correr con mi perro, leer.
¿Qué te da miedo?
– Me doy miedo. Cicerón a veces se tiene miedo por eso acudo más a los libros.
¿Cuáles son los fantasmas de Cicerón?
– Son muchos. Todos tenemos fantasmas que nos hablan, nos balbucean, nos dicen mentiras y verdades, nuestros propios monstruos que tenemos adentro, es ese yo que allá dentro está, entonces dices: estoy haciendo las cosas bien o las estoy haciendo mal.
¿Con quién compartes tus afanes musicales?
– Conmigo mismo, para que entienda qué es lo que estoy escuchando y pensando porque sino me vienen ideas distintas, no la aprecio en colectivo.
¿Y tus afanes amorosos?
– (Risas) Con mi familia, con mis hijos, mi perro, mis amigos, creo que lo comparto con todos ellos.
¿Cuáles son las obras mejor logradas de Cicerón y cuáles han sido un desastre?
– ¡Uyyy! Creo que todas han sido un desastre. Dentro de toda mi obra, creo que Nambue es fabulosa y Sincretismo también me gusta mucho, al igual que la pieza Recuerdos, siento que ahí encontré el alma de la vida, ese espacio amoroso conmigo mismo.
¿Tienes manías?
– Sí, tengo una manía muy “locochona”, comprar discos. Aunque ahora se puede bajar mucha música de internet, todavía me sigo comprando discos.
¿Héroe en la vida?
– Mahatma Gandhi.
¿En la música?
– Johann Sebastian Bach y Peter Gabriel, bueno también Pink Floyd pero me gusta más Peter Gabriel.
¿Caminas en solfeo o te vas por la improvisación?
La cultura mestiza no se toma en cuenta y es el valor histórico que tiene México. Los indígenas son fundamentales, son los horcones que están sosteniendo esta nación y mucho del planeta. Foto: Gabriela G. Barrios
– Cicerón camina en la improvisación, no me gusta mucho ya el solfeo, creo que ahí está el meollo de mi música, no atarse al papel. Digo: me lanzo al vacío, hay que hacerlo.
¿En el amor te comunicas con música y canto o con el silencio?
– Con las dos cosas, con canto y con silencio. A veces más vale callar que hablar. Guardar silencio.
¿Cuál es la diferencia entre Nambue y tu anterior trabajo?
– Nambue encuentra el entendido de las culturas de Chiapas y Sincretismo habla de una región basta de culturas, esas son las diferencias. Nambue quiere decir originario del río, de ahí parto, es la columna vertebral que pasa por todo Chiapas, es donde emerge prácticamente la cultura, de ahí parte la montaña, la selva, el mar, por eso siempre he dicho que dentro de ese Nambue están las voces del tiempo.
¿Cuál es tu búsqueda al fusionar elementos de antaño con los contemporáneos?
– Que para entender un presente necesitamos justificar nuestro pasado, entonces, a través de ese ejercicio creo que podemos hablar de rock chiapaneco o de lo que uno quiera, no encasillarlo, es música y creo que los elementos del pasado son fundamentales para que podamos entender mejor la historia.
¿Con la fusión de elementos indígenas y mestizos?
– La cultura mestiza no se toma en cuenta y es el valor histórico que tiene México. Los indígenas son fundamentales, son los horcones que están sosteniendo esta nación y mucho del planeta, pero también la presencia mestiza es importante, somos parte de ese ejercicio que se da hoy día para que este país crezca, el mestizo es fundamental y su voz debe ser escuchada.
¿Cómo te has ganado la confianza de los músicos tradicionales, siendo un mestizo?
– En la zona de Zinacantán llevo trabajando 12 años, pero cuando entré a ese mundo me costó muchísimo. ¿Cómo entrar? Tocando la puerta, decirles la neta, ir una, dos, tres, cuatro veces, las que sean necesarias. Ahora tengo compadres, tengo ahijados en los pueblos y eso me llena de gratitud e incluso presido la mesa directiva en las fiestas tradicionales de la lacandona, para mí ha sido un honor.
¿Has tenido algún incidente?
– Sí, hemos tenido incidentes como no permitirnos quedarnos en la fiesta o por llevar a algún amigo se le fue un flashaso, eso en la parte indígena más fuerte; en la presencia mestiza es más noble el trato, están más acostumbrados a todo eso.
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
Para escribir se necesita tener talento e imaginación pero también hambre de querer saberlo todo, leer, leer mucho.
En el marco del Tercer Festival Internacional de Letras «Jaime Sabines», conversamos con Herminia Alemañy, escritora, investigadora, editora y profesora de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla y Edgardo Nieves poeta, narrador y editor.
Herminia con sonrisa franca y espontánea afirma que a pesar de dedicarse a la investigación y a la docencia, disfruta crear y lo ha hecho a través de la poesía, dice además que no le quita el sueño que muchos piensen que ella escribe porque vive con un poeta: «antes de que Edgardo llegara ya había empezado con la creación, de hecho editaba una revista.».
Edgardo Nieves sonríe ante el comentario y dice que para escribir se necesita tener talento e imaginación pero también hambre de querer saberlo todo, leer, leer mucho. «La disciplina se adquiere y por supuesto, se necesita alguien que se encargue de los quehaceres, quitarse esas preocupaciones para tener tiempo para leer y escribir.»
Ambos comparten una casa, una cotidianidad y, sobre todo, su pasión por las letras.
– HERMINIA, ¿de dónde proviene tu apellido?
Herminia Alemañy, escritora, investigadora, editora y profesora de la Universidad de Puerto Rico. Foto: Gabriela G. Barrios
De Mayorga, España.
– ¿Cuál es tu interés de investigar la Revolución Mexicana? Tan ajena a tu entorno.
Mi madre es de Monterrey (Nuevo León, México), mi abuelo nació en 1914 en Saltillo, Coahuila (México) y me contó muchas veces cómo él veía pasar por el patio de atrás a la tropa, decía que muchas veces se detenían en la casa a echarse un taco, algunos dicen que a saquear comida; me estuvo contando esa historia por seis años y pensé: Un día le voy a decir que con calma me cuente para escribirlo, pero no lo hice. Se murió y me quedé con eso de que nunca lo escribí. Quería rescatar esa historia de él, de la Revolución y una noche, viendo el único canal mexicano que llega a Puerto Rico, tenían los comerciales del bicentenario y ahí empecé otra vez con la Revolución. Esos días hice contacto con la UNAM y me piden unos cursos que les podía ofrecer, al mismo tiempo envío al (Festival) Rosario Castellanos dos temas: La novela en la cultura chiapaneca y La novela de la Revolución, me dijeron esa. Entonces, como que todo se fue dando y acá estoy, tratando de pagar esa deuda con mi abuelo.
– ¿Y tu amor por la narrativa mexicana surge de ahí?
Cuando entré a la universidad, no entré por la carrera de Letras. En Puerto Rico los primeros dos años son muy generales, llevas inglés, humanidades, química y yo entré por médica, iba a estudiar Medicina. Me gustaba español y bastaba con que leyera una vez, pero sí tenía que estudiar para las clases de química. En mi tercer año viene una muchacha de Estados Unidos a hospedarse conmigo, llega a estudiar español, entonces empiezo a matricularme en el mismo curso para ayudarle en Historia de España, en Literatura Hispanoamericana y la acompaño en todo, llevaba los cursos de ella y los míos.
Un día me cambié a Letras y ella se cambió a Economía, terminé Letras, empecé la maestría cuando estaba ya definiendo mi tesis, iba a trabajar la obra de una puertorriqueña pero una profesora me dijo: tú, que tu madre es mexicana, busca para la semana que viene una novela que tenga el mito de la creación; mi madre solo estudió secretarial, así que le pregunto a otra profesora y me dice Balún Canan de Rosario Castellanos.
Me gustó y busqué Oficio de tinieblas, Ciudad Real, y todo lo que pudiera mandar a buscar en Estados Unidos, aunque me lo enviaran por fotocopia. En las reuniones con mi directora terminábamos hablando de Rosario Castellanos, entonces me dijo: «vamos a cambiar el tema» y dejamos a la puertorriqueña. Terminé la maestría y el gobierno mexicano me becó para el doctorado en la UNAM.
– ¿Qué satisfacciones te ha dado la investigación?
Las conclusiones y los descubrimientos a que uno llega; por ejemplo, en otra investigación en la que he estado en estos días es sobre Heberto Morales. Les decía a Jesús Morales Bermúdez y a don Heberto, que cada cierto tiempo escudriño en el buscador Heberto Morales para saber qué encuentro, y ahí me topé que salió la edición de Jovel en Estados Unidos, inmediatamente lo mandé buscar, ni don Heberto ni Jesús lo sabían. Esos descubrimientos ahora se facilitan muchísimo. En otras circunstancias, a veces se tardan mucho y entra el sentimiento de frustración, de impotencia, de que sé que hay eso pero que no se puede conseguir, eso me pasó con El Rito de Rosario Castellanos.
– EDGARDO, se ha dicho que tu poesía es autorreferencial. ¿Podemos conocerte por tus poemas?
Cuando salió la Internet, me pregunté qué iba a pasar con los libros, me gusta más leer en papel. Foto: Gabriela G. Barrios
Sí, ciertamente parte de mi poesía es autorreferencial. Pero la gente te encasilla, te das cuenta por los comentarios que la gente hace a uno, que si en mi poesía sólo asuntos eróticos y que si en mi narrativa más asuntos lúdicos y luego la intertextualidad.
Empecé escribiendo poesía, desarrollé un gusto muy exclusivo, quizá porque tenía mucha insatisfacción por las lecturas que hacía de poesía; a los 10 o 12 años estaba ya entrenándome como lector. Cuando salió la Internet, me pregunté qué iba a pasar con los libros, me gusta más leer en papel, eso de marcar, poner apuntes al lado, para mí eso es vital.
A los 10 o 12 me gustaba el cuento. Como soy muy exigente conmigo mismo y en mi país es muy difícil negociar con los editores, porque los editores ven los libros como un objeto comercial y yo, como artista, lo veo como un objeto estético, he quitado a varias editoriales el libro de las manos, por ese concepto que tienen muy comercial del libro. Eso me llevó a fundar con mi esposa un sello editorial para publicar mis cosas, incluso hago la portada yo mismo, como yo quiera o contrato un artista y así tengo más posesión de mi obra.
– Las muchas aguas no podrán apagar el amor. ¿Cómo se vive el amor en una isla?
(Risas) Igual que en todos lados, con momentos de mucha lucidez y mucha ternura pero también tiene ratos no tan buenos, como la rosa que tiene espinas. No entiendo que sea diferente una relación amorosa en una isla, porque para la gente podrá parecer muy paradisiaco pero quizá la condición de isla de nuestro país, con su condición de colonia, nos ha privado de tener un contacto mayor con nuestros hermanos de Centroamérica, estamos aislados de alguna manera y entonces es una navaja de dos filos.
– El amor es una enfermedad del hígado. ¿También hay amores A, B, C y D como la hepatitis? ¿Con cuál amas tú?
(Risas) Estábamos bromeando mi esposa y yo porque salió que tengo hepatitis «A». Un amigo me decía que cómo constataba lo que yo había propuesto de que el amor es una enfermedad del hígado, lo cual es una metáfora para decir que el hígado es un órgano vital sin el cual no puede uno vivir, no se puede vivir sin amor, además, las enfermedades del hígado son sumamente dolorosas igual que las enfermedades del desamor. Y lo tomé en serio (risas). El año pasado me metí a unos exámenes de rigor que nos hacemos todos los años y salí con un conteo en uno de los renglones muy alto, el médico se alarmó y me mandó hacer otros estudios y resultó ser hepatitis «A», entonces tengo que tener mucho cuidado con los subtítulos que le pongo a mis libros.
– A quemarropa. Textos crueles para reír, llorar y pensar esperando el verde del semáforo. ¿En el diario vivir respetas el semáforo o te pasas los altos?
Siempre me los paso (risas). El título de ese libro recoge un sinnúmero de poemas que había escrito a lo largo de mi vida. Me empezó a incomodar que cada vez que aludían a mi persona me ponían el sello de poeta erótico, entonces dije no, la obra de un poeta debe de ser polifacética. Yo venía escribiendo poesía erótica pero también poesía política, poesía social y ahí vas a encontrar otra cara de mi poesía. En la poesía erótica el elemento principal son las metáforas, la plasticidad y la frondosidad de las imágenes; en este libro hay poesía política, de humor, de ironía, social y entonces es como un golpe en el rostro, sin muchos adornos, una poesía desnuda.
– HERMINIA, ¿cuándo y por qué inicias tu faceta de editora?
Me he dedicado más a la investigación, a la academia, porque para hacerlo responsablemente se necesita tiempo, la academia me exige investigación, he tenido que decidir. Pero también disfruto escribir, la mayoría de la gente piensa que escribo porque me casé con un poeta, cosa que no me quita el sueño, sin embargo, antes de que Edgardo llegara ya había empezado con la creación, de hecho editaba una revista. Cuando lo conocí le dije que no escribía y cuando vio la revista me llamó (risas).
Siempre tuve la inquietud de hacer algo porque sé que las grandes editoriales no nos van abrir puertas y como una vez le dije a mi amigo Florentino Pérez, que me cuestionó: «Herminia, qué es eso de literatura feminista, de escritura feminista», entonces le contesté que yo a las mujeres las estudio y a los hombres los disfruto, de ahí entonces que cuando leo los poemas de una mujer voy más allá de lo que está diciendo pero cuando leo un poema de un hombre, siento que me lo está diciendo, lo disfruto y no es que sea feministas desde el punto de vista formal, porque se ha desvirtuado mucho el término feminista, pero si por feminismo se entiende luchar por una igualdad, pero igualdad, sí.
Creo que también dentro de un determinado momento va a tener que venir una liberación masculina porque están muy creídos que tienen el mundo por naturaleza y ahora una mayoría de los puestos están ocupados por mujeres. Ahora hay encuentros para ver la literatura femenina. Los hombres también se reúnen pero no dicen va a ser un encuentro de literatura masculina; antes se decía un encuentro literario y 99 por ciento eran hombres, hasta que se empezaron a hacer los encuentros de mujeres, por eso yo opté por hacer mi editorial para que él no se moleste de que publico muchas mujeres (risas).
– ¿Cómo se llama tu editorial?
Indómita.
– ¿Y la editorial de ambos?
Espejitos de papel Editores. La primera vez en Espejitos de papel sacamos una colección que se llama Indómita, pero dije no, yo necesito otra editorial para publicar por ejemplo lo que escribía con un lenguaje muy sencillo la mamá de una alumna, que tenía dos o tres carpetas, nosotros le hacemos el trabajo de edición.
– ¿Cuál es el primer título publicado bajo tu sello editorial?
Con Espejitos «A quemarropa». Ahora vamos a publicar Cartas de ausencias tristes, crónicas y otros escrito», del chiapaneco Florentino Pérez.
Con tu experiencia como investigadora, docente y sobre todo como editora, ¿consideras que es difícil descubrir un talento literario?
No es difícil descubrirlo, lo difícil es decirle al que no tiene el talento literario que no lo tiene, eso sí es difícil.
– ¿Herminia sólo enseña en la cátedra?
(Risas) ¿Será? ¿Qué enseño, qué?
– No sé. ¿Qué más enseñas?
Nada (risas). No, ya no. Antes sí pero ahora ya no puedo enseñar, ya no doy cátedras ni talleres (risas).
– ¿A qué escritora latinoamericana te hubiera gustado descubrir y publicar?
Mmm, me quiero quedar con Rosario Castellanos pero también con Gioconda Belli.
– ¿Qué es la poesía para Herminia, la mujer?
Un medio de plasmar algunas inquietudes; aunque tengo algo de poesía erótica me voy más a lo social. Es más denuncia social y de la condición de la mujer.
– ¿Qué hay de Rosario Castellanos en Herminia Alemañy, la escritora?
Obviamente influyó mucho esa inquietud que ella tenía por la condición indígena y eso me llevó a leer, lo que me condujo a Heraclio Zepeda, a Rubén Romero y adentrarme más al tema indígena.
– ¿Con qué rosario te persignas, con el mariano, el castellano o el ferrer?
Con el castellano y el ferrer (risas).
– EDGARDO, ¿has escrito algún poema a la Coca Cola?
¡No! Pero la menciono. Algunas personas ven mal que mencione marcas en mis poemas; Baudelaire dice que en un poema caben hasta las aguas del fregadero. No lo hago a propósito pero si un mérito tiene mi poesía es que, creo, hay un maridaje entre las cosas prosaicas y las cosas líricas y creo que hay un balance entre las dos cosas. Soy adicto a las aguas negras del imperio (risas), no he podido romper con el vicio pero lo quiero dejar porque hace mucho daño.
– Has dicho que la lucha libre te parece poesía en movimiento ¿y la lucha social?
La lucha social es parte del trabajo del poeta. Mientras la sal y el azúcar estén mal repartidos la labor del poeta es denunciar la injusticia y celebrar la alegría y el pan. En la poesía social hay que tener mucho más cuidado porque se puede caer en el panfletarismo.
– Recientemente dijiste: la mejor literatura se hace en un cuarto a solas, ¿qué más se hace bien en un cuarto a solas?
(Risas) ¡Tú debes saber!
– Declaras: «Publiqué un libro que se aleja del esquema que la gente tiene de Edgardo Nieves Mieles como poeta erótico», sin embargo, uno de tus próximos libros es 69. ¿Por qué reincidir?
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra (risas). El hecho de que haya decidido hacer un paréntesis no quiere decir que no vuelva a escribir poesía erótica.
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PERFIL
Nombre: Herminia Alemañy
Fecha de nacimiento: 16 de junio de 1961
Lugar de nacimiento: Chicago, EEUU
Número de hermanos: Dos
Estado civil: Casada
Número de hijos: Cero
Comida predilecta: Mi desayuno preferido es una tortilla de harina con mantequilla y café.
Pasatiempos: Coser, bordar, la repostería, las artesanías, hago un poco el barro.
Ritual: No es un ritual pero me gusta sentirme fresca, cómoda y poner mi incienso y copal.
EN CORTO
Libro: disfrute
Pasado: conocimiento
Mujer: fuerza
Letras: arma
Viaje: disfrute y conocimiento
Archivo: sorpresas
Amor: mal necesario
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PERFIL
Nombre: Edgardo Nieves
Fecha de nacimiento: 17 de octubre de 1957
Lugar de nacimiento: Arecibo, Puerto Rico
Número de hermanos: Cuatro, demasiado
Estado civil: Felizmente casado
Número de hijos: Dos
Comida predilecta: Gandinga, una buena gandinga con arroz amarillo y longaniza, unas rajas de aguacate y tostones de panapén.
Libro de cabecera: Por tiempo, pero mis escritores favoritos son Julio Cortázar como cuentista y Juan José Arreola, a quien creo no se le ha hecho justicia.
Pasatiempo: Leer, ver la lucha libre, el cine.
Música: Rock, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez.
Ritual: Bañarme. Lavarme bien la cabeza, pararme frente a una ventana y ver los pájaros volar antes de sentarme a escribir.
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
La poesía es la capacidad de saber más a través de los sentidos y es lo que le ha ayudado a entender mejor quién es y a dónde va. Foto: Gabriela G. Barrios
Dolores Castro Valera, quien cumplió 86 años el pasado 12 de abril, es una de las más destacadas poetas mexicanas de su generación, perteneció al grupo de “Los Ocho” junto con su entrañable amiga Rosario Castellanos, con quien viajó por primera vez a Chiapas en 1948.
Para Lolita, como la llaman sus lectores y amigos, la poesía es la capacidad de saber más a través de los sentidos y es lo que le ha ayudado a entender mejor quién es y a dónde va; es por ello que nunca ha dejado de escribir, aunque sí de publicar porque, argumenta, «publicar en México es casi imposible”.
Se ha vuelto visitante frecuente de nuestro estado no sólo para hablar de sus amigos en homenajes y días de fiesta, sino para compartirnos su pensar y la emotividad de su obra.
– ¿Qué es la poesía para Dolores Castro?
Es iluminación en el camino de la vida, es capacidad de saber más a través de los sentidos educados para la sensibilidad, es entender mejor quién soy y a dónde voy, es capacidad también de gozo al leerla o al escribirla.
– ¿De qué se nutre su poesía?
De todo lo que estoy viviendo; es levantar la tapa de un baúl donde guardo preguntas diferentes: ¿quién soy?, ¿en dónde estoy?, ¿a qué vine?, ¿a dónde voy?, ¿qué estoy haciendo ahora?
– ¿Qué es la religión poética?
Religión y poesía están íntimamente relacionadas, porque en la poesía lo que se hace es ir de lo conocido a lo desconocido, pero a lo desconocido que tiene que ver con la sensibilidad, con la intuición. Creo que en la religión uno tiene los evangelios, pero también tienes necesidad de resolver algunas dudas que surgen, un gran Santo decía “creo señor, ayuda mi incredulidad”, y es que hay algunos aspectos que uno descubre en la poesía como algo nuevo y también en religión; no se puede ser “piadocita” sino verdaderamente religiosa y ¿qué es religión? Viene del latín reli-gare, es decir, de volver al origen y encontrar a Dios.
– ¿Qué cambio ha encontrado en su poesía desde que empezó a escribir a la fecha?
Creo que sí hay algunos cambios. Empecé a escribir como más emotiva, sentimentalmente, pero siempre he juzgado que el puro sentimiento no da la poesía y que se tiene también que recurrir a la inteligencia, sobre todo para tener verdaderos problemas vitales que van desde lo sentimental hasta algo más intuitivo de toda la realidad circundante.
– ¿Qué ha significado la poesía de Miguel Hernández en Dolores Castro?
Significó muchísimo. Desde que conocí la poesía de Miguel Hernández no sólo en sus primeros poemas, que son sonetos, sino en todos los poemas posteriores, hay como la esencia de lo que es un espíritu humano que sufre, cuando dice: “tanto penar para morirse uno”, creo que nadie puede decir eso mejor. ¡Es una maravilla ese poeta! Además nació pobre, estaba cuidando rebaños, luego empieza a escribir y tiene un gran éxito porque es de veras poeta; todo lo que sufre y ¿por qué sufre? pues porque quiere una independencia para todos los españoles, la república y no la dictadura que después fue. Muere en la cárcel, tiene un hijo que apenas y puede conocer y una mujer que se está muriendo de hambre. Entonces, el llegar a los límites es favorecedor, no para el pobre poeta, si no para la poesía.
– ¿Dolores Castro sólo escribe de amor?
De amor sí, de amor de pareja cuando murió mi marido; la forma de conocer a un poeta es a través del amor y es a través de éste que se puede convertir en lo que está contemplando y puede decirlo de la manera que es.
– ¿Cómo aparecen los indígenas en su poesía?
Siempre estuve muy interesada en el mundo indígena quizá porque tengo un color serio y porque este color provoca la discriminación; yo estaba en un colegio francés en que las monjas siempre me mandaban a lavarme las manos, aunque me las acabara de lavar, pero naturalmente ¡nunca se destiñeron! Tuve interés por lo indígena y estudié mucho, conocí efímeramente al padre (Ángel María) Garibay, quien fue el descubridor de la mayor parte de la cultura indígena porque puso en español sus textos, aunque había ya desde antes el libro de los informantes de (Fray Bernardino) de Sahagún, de todas maneras faltaba bastante y el padre Garibay lo reveló en varios tomos, después seguí leyendo a Miguel León Portilla y luego escribí una parte del poemario Soles, sobre cultura indígena.
– ¿Usted ha incursionado en otros géneros o sólo en poesía?
Escribí una novela que publicó la editorial Ficción de la Universidad Veracruzana, se titula “La ciudad y el viento”. Cuando la novela fue editada, le hicieron una crítica muy severa porque era poética y decían que no se podía mezclar lo poético con lo narrativo y ahora ¡es un subgénero en la narrativa! Eso me lo dijo un investigador norteamericano que vino cuando yo cumplí los 80 años en la Universidad.
– ¿Entonces es la pionera?
Sí (risas).
– ¿En algún momento de su vida ha dejado de escribir?
Sí, cuando tengo un trabajo muy fastidioso (risas), la poesía es un poco celosa (risas) pero generalmente no he dejado de escribir, he dejado de publicar porque publicar en México es casi imposible, tiene como más de dos años una obra de poesía completa el Fondo de Cultura y con las esperanzas de que ya se publica y ya se publica, y no la han publicado, siempre he escrito pero no siempre publicado.
– ¿Usted cree que hay una literatura femenina y una masculina?
Si creo, cuando me preguntan o cuando me dicen “la literatura no tiene sexo”, les digo: “es cierto pero las escritoras sí”; ¿por qué? porque eso también es necesario saber; tenemos una tradición de cultura femenina, no una cultura libresca pero sí una cultura que nos enseña lo que es ser mujer y que ya se está perdiendo, por fortuna en pocos casos y por desgracia en otros.
– ¿Qué aconsejaría a las jóvenes escritoras?
Que no se dejen vencer por una literatura que no diga nada, que sea sólo de palabras compuestas; la literatura tiene que decir algo, algo de lo más secreto de cada quien, de lo que más valor tiene para una persona y además que al escribir siempre intenten encontrar una voz propia. Naturalmente que una tiene influencias, sin influencias no se puede ser, pero se van dejando atrás y encontrando su propia forma de expresarse, su voz, su atmósfera, su propio tono que no consiste en decir palabras sin ton ni son y que suenen, consiste en decir lo que una trae muy dentro y que juzga digno de decirse y además que encuentras la manera de decirlo, esto es muy importante y sólo se da leyendo y escribiendo, porque leer es una forma de diálogo y escribir no es un monólogo, es también un diálogo con el mundo y con la vida.
– ¿Sigue siendo de la izquierda o ahora se va por la derecha?
¡Jamás por la derecha! Conozco un poco la historia de México, la derecha ¿qué ha logrado en México? ¡No, no! Yo soy izquierdosa.
– ¿Cuándo fue la primera vez que vino a Chiapas?
En 1948 vine con Rosario (Castellanos), nos venimos en unos destartalados camiones y llegamos felices al hotel Bonampak, que empezaba.
– ¿Qué le significa venir a Chiapas ahora?
Significa encontrarme con Rosario (Castellanos), con Jaime (Sabines), con lo que es la feracidad en el campo, en esas montañas verdes que se ven en Tuxtla Gutiérrez y siempre que vengo es como revitalizarme, eso es lo que significa; además, no sólo es la amistad de Rosario, aquí también he hecho otras grandes amistades que cuando regreso las vuelvo a encontrar.
– ¿Cómo vivió Lolita la pérdida de su amiga Rosario Castellanos?
Fue una situación terrible porque la había visto hacía poco tiempo y de pronto me dicen que Rosario murió; la gente que llegó a decirlo, eran personas que trabajaban con la esposa de (Luis) Echeverría, como que insistían mucho en que había sido un suicidio y eso fue mentira, Rosario no se suicidó, eso lo dice Samuel Gordón quien asistió en los últimos días a Rosario, bueno no asistió sino que fue su amigo y discípulo. Rosario murió dejando a Gabriel de 13 años, fui cuando la sepultaron en el Monumento de los Hombres Ilustres; y ahí estaba Gabriel, pálido, delgado, con el pelo largo, recordándome tanto a Rosario cuando la conocí. Sí lo sentí muchísimo, sentí que había perdido a la amiga de toda mi vida.
– ¿Qué ha sido para usted la experiencia académica?
Fue muy importante para mí, yo quería conocer. En mi casa había libros pero más de ciencia que de literatura y siempre me gustó leer, ahí recibía una orientación de cuáles eran los mejores aunque uno tiene su propia orientación. A veces iba de vacaciones y mis primas leían libros de la novela rosa, yo también llegué a leerlos y me carcajeaba de las cosas tan cursis. El estudiar una carrera siempre es formativo porque la gente que no tiene orientación qué encuentra, por ejemplo, en las librerías: “best sellers”, una gente que no tiene orientación ¿en qué cae?, en cosas sentimentales y absolutamente mentirosas porque la poesía, la literatura nos da una verdad, la verdad humana, la verdad del género humano, no es la verdad de los filósofos, es la verdad de los poetas, de cómo somos, qué anhelamos, qué nos duele, etcétera.
– ¿Puede contarnos alguna anécdota de su trabajo en la radio?
Mi trabajo en la radio primero fue absolutamente sin saber nada de radio, (risas) cuando estuve al principio en Radio Universidad, pero yo lo que hacía era entrevistas, a Ernesto Cardenal, a Néstor Mejía Sánchez, a gente que sabía sobre literatura hispanoamericana. Cuando entré a la Facultad (de Filosofía y Letras de la UNAM) había un grupo de diversas latitudes hispanoamericanas y a todos ellos los entrevisté, luego le dejé mi programa a Emilio Carballido porque me fui a estudiar a Madrid (España).
– ¿Qué sonido tiene la vida?
No es uno solo, son muchos y hermosos y hacen como una especie de coro que lo eleva a uno.
– ¿Qué sueña Dolores Castro?
¿Qué sueño? Pues, ya estoy muy cerca de la frontera, sueño cómo será lo que haya después de esa frontera, pero una vez considerando lo que todavía no abandono, sueño de veras con una vida humana que no consiste en ir atrás del dinero, de las empresas, de un trabajo que no es un trabajo para poder vivir sino un vivir para el trabajo, eso es ideal para que uno ya no piense en nada más. Sueño con un mundo más humano, sí, con un mundo que permita a las mujeres ser libres y a la vez ser conscientes, un mundo en que no se acaben los niños, un mundo en que los viejos tengan un lugar, porque un asilo no es el lugar para los viejos.
– ¿Cuál es la diferencia entre los girasoles y los mirasoles?
(Suspiro) Los girasoles son esas flores enormes que voltean hacia el sol y los mirasoles son unas florecitas humildes, que también se orientan hacia el sol y que son de color morado o blanco y que me recuerdan mi infancia.
– ¿Qué es viajar para Dolores Castro?
No es solamente encontrar nuevos horizontes, si no encontrar el horizonte de México, sus múltiples variedades y la gente de México a la que cada vez admiro más y conozco mejor, gente que nace y que no tiene ninguna oportunidad ni puede aprender a leer porque no puede ir a la escuela y que por ella misma aprende a leer, escribir y llega un momento en que puede hasta dirigir a otros, tengo mucha admiración por los mexicanos y las mexicanas, como diría Fox (risas).
– ¿Dolores Castro es un ser libre?
Hasta donde esto es posible en esta vida, sí.
Usted nació y vivió en Aguascalientes, luego en Zacatecas, ahora en el D.F. ¿De dónde es Lolita?
Soy de México. Pero lo que más recuerdo es mi infancia en Zacatecas, porque nací en Aguascalientes y a los 40 días mi mamá me llevó a Zacatecas, ahí viví siete años con una familia muy numerosa, que no era sólo de mi papá, mi mamá y dos hermanas mayores sino de primos y primas y parientes hermosísimos.
– ¿Sabe por qué la bautizaron con el nombre de Dolores?
Mi mamá quería que yo me llamara María, como ella, pero una hermana de mi mamá fue la que me registró y dijo: “mejor María de los Dolores” y entonces ese nombre me sirvió mucho para experimentarlo.
– ¿Qué es la contemplación?
La contemplación es, a diferencia de una visión rápida, el ver para tratar de entender lo que uno ve, y no sólo de entender si no de impresionarse porque cuando uno es capaz de asombrarse de lo que ve, la contemplación también es asombro.
– En este momento de su vida, ¿qué ama?
Pues bueno, amo a mis hijos aunque sea muy tradicional, amo mi casa, amo mi país, amo a la gente y creo que esa tarea de amar es la más importante cada día para mí.
*Publicado en el Diario El Heraldo de Chiapas el lunes 08 de junio de 2009.
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Perfil
Lugar de Nacimiento: Aguascalientes.
Edad: 86 años, los cumplí el 12 de abril.
Estado civil: Viuda.
Número de Hijos: Siete.
Número de hermanos: Hermanas, cuatro.
Estudios: Licenciatura en Derecho y Maestría en Lengua y Literatura Española.
Pasatiempos: Me gusta leer, el cine, caminar, viajar.
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EN CORTO
Palabra: Liberación.
Vida: Encantamiento.
Muerte: Punto final.
Silencio: Sabiduría.
Amistad: Lazo.
Árbol: Cobijo.
Libro: Sabiduría.
Nostalgia: Elemento bastante para un poeta.
Agua: Fluidez como todos los ríos que llegan al mar, que es el morir.
Viento: Lo que más amo en la vida, por su fugacidad, por su fuerza, por como suena incluso.