A propósito del mes del niño

"El destino de un niño está en manos de sus padres" Shinichi Suzuki / Foto: Gabriela Barrios

 

En el mes de abril, los medios, entre la propaganda política, abre espacios a la publicidad, pero ¿qué ofrece? Juguetes, golosinas e imagenes de niños sonrientes, bien alimentados y abrigados por el amor de una familia funcional. Sin embargo, las calles nos demuestran otra realidad: niños vendiendo golosinas, limpiando parabrisas, pidiendo monedas.

Existen actividades que realizan los niños en el hogar, en un negocio familiar o tareas fuera del horario escolar o durante las vacaciones. Las cuales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “son provechosas para el desarrollo de los pequeños y el bienestar de la familia; les proporcionan calificaciones y experiencia, y les ayuda a prepararse para ser miembros productivos de la sociedad en la edad adulta”.

"La peor de las mentiras es creer que todo seguirá igual si no hacemos nada" Freya Stark / Foto: Gabriela Barrios

En cambio, se considera trabajo infantil a todas aquellas actividades que privan a los niños disfrutar de su infancia, los obliga a abandonar sus estudios o les exige estudiar y trabajar al mismo tiempo. Lo que puede ser perjudicial para su desarrollo físico, sicológico y moral.

Como causa y consecuencia de la pobreza, el trabajo infantil perpetúa el empobrecimiento al comprometer gravemente la educación de los niños… Las niñas que trabajan y estudian soportan una carga triple: los quehaceres domésticos, las tareas escolares y el trabajo fuera del hogar, remunerado o no, que inevitablemente repercute de manera adversa en su rendimiento académico.” (UNICEF)

Si los niños son el fundamento de una época, ante este panorama ¿cómo podremos describir la que estamos viviendo?

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