El que no conoce «El Juchi» no es tuxtleco

Don Sósimo / Foto: Leticia Bárcenas González

En las calles de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, aún se escucha la voz de don Sósimo García, mejor conocido como El Juchi, anunciando sus tradicionales nieves de limón, guanábana y vainilla, elaboradas por él mismo de manera artesanal; su anuncio inconfundible hace que tanto adultos como niños salgan a las calles a saborear un rico helado.

Por: Gabriela G. Barrios García

Hablar con don Sósimo es viajar en el tiempo, cuando todos se conocían y las calles eran empedradas, cuando la avenida era de un sólo carril y se viajaba en el conocido “veintero”; a sus 81 años este incansable señor sigue recorriendo las calles con paso lento pero firme con su inseparable triciclo, como una forma de no perder la costumbre porque para él trabajar es un vicio y el estar activo es lo que lo mantiene bien física y anímicamente.

EL INICIO

El Juchi / Cortesía de la Familia

¿Desde cuándo se inició usted en el oficio de vender nieve?
En 1954 empezamos a trabajar.

¿Qué edad tenía?
Unos 22 años. Llevo vendiendo poquito más de 60 años, elaborando todos los helados aquí (señala su casa).

¿Cómo inició usted?
Porque mi papá me enseñó. Él vendió mucho tiempo acá, en Tuxtla Gutiérrez. La cosa es que él vendió mucho en la Escuela “Camilo Pintado”. Aprendí con él.

¿Sólo usted aprendió o también sus hermanos?
Sólo yo aprendí porque ellos estaban estudiando, yo soy el más grande de todos. Pero como me daba cuenta de que mi papá estaba solo, le echaba la mano; de ahí empecé a hacer la nieve y a trabajar hasta la fecha.

¿De qué sabores vendía su papá?
De guanábana, limón, piña, vainilla, naranja, aunque ese sabor ahora no se hace porque está tan cara, todo se eleva. Ahorita una naranja sale hasta dos pesos. El limón, lo mismo, tres pesos vale un limón. Entonces él hacía esos sabores, más de guanábana y de limón.

¿El de limón qué tal se vendía?
Se vendía muy bien. La de limón, la de guanábana, la de vainilla, esas son las tradicionales. A nuestra edad eso pedimos, pero la juventud quiere de otros sabores: oreo, queso, café; ahora estamos haciendo esos sabores. Tenemos de coco, vainilla, guanábana, limón, melón, todos esos sabores hacemos porque la gente lo pide. Ahí vamos poco a poco.

¿Antes en qué vendía la nieve?
En carretilla.

¿Cómo eran los botes de nieve?
Como son ahora.

¿Cuándo sustituyó la carretilla por el triciclo?
Ya tiene como unos 35 años. Con el triciclo se me hacía más fácil, hasta la fecha, cuando nos agarra el tiempo le metemos un poquito, pero ahí vamos.

INICIA LA LEYENDA

El Juchi con estudiantes/Cortesía de la Familia

¿De dónde es?
Soy de Simojovel, Chiapas.

¿A qué edad vino a vivir a Tuxtla Gutiérrez?
Tenía como unos 17 años.

¿Por qué le dicen Juchi?
Por la plebe en “La Prevo” (Escuela Secundaria Técnica Número 2). Hace unos 40 años si no más, había dos o tres muchachos que ellos eran los juchis, eran de Tapana esos muchachos, de ahí me empezaron a decir juchi también. Ellos estudiaban en La Prevo y siempre venían a tomar nieve conmigo y me decían: ¿Cómo estás Juchi?, y todos los oían y me empezaron a decir “Juchi” y ahí quedó el sobrenombre, ahora digo: el que no conoce al Juchi no es tuxtleco (risas). Como ahora ha entrado mucha gente (a La Prevo), los hijos ni saben pero la mamá sí lo sabe y los niños son vivos, se les queda y dicen “vamos donde El Juchi, queremos nieve” porque lo oyen de la mamá o el papá, los que estudiaron La Prevo y en la Prepa ( Preparatoria Núm. 1 Del Estado), llevo poquito más de 40 años vendiendo ahí. Cada año salían los muchachos y se iban a Puebla, a Veracruz, a México, a donde les quedara mejor para ir a estudiar en aquel tiempo, ahorita ya hay carreras aquí y ya se quedan.

¿Nunca pensó dedicarse a otra cosa?
No porque ¿qué voy a hacer? Mejor me voy a dedicar a ayudar, hay muchas cosas por hacer; si dejamos de hacer nos vamos a enfermar, estamos acostumbrados a estar activos, ya no es porque tengamos mucha necesidad, ya es un vicio trabajar, se acostumbra uno a trabajar. Estamos acostumbrados a una hora a levantarnos, aunque no tengamos nada que hacer, vemos qué hacer, barrer el patio, en la casa siempre hay cosas que hacer, pero no nos vamos a dedicar a hacer otra cosa, ya con esto (hacer nieves), hasta donde diga Dios.

EL PROCESO

Don Sósimo / Foto: Leticia Bárenas González

¿Cuánto tiempo se lleva el proceso de la nieve?
A nosotros nos lleva como una hora y cuarto. El que no sabe se lleva dos horas y media.

¿Lo sigue haciendo con el mismo proceso de hace años?
Sí, el hielo que no nos falle. En ese tiempo madrugábamos porque nos íbamos a La Prevo cuando estaba aquí, en la Biblioteca (parque 5 de Mayo), no donde está ahora. Tendrá unos 20 o 25 años de eso, que se apartó. De ahí nos fuimos a vender en la escuela Belisario (CEBECH Dr. Belisario Domínguez Palencia), en la Prepa Uno y hasta la fecha estamos vendiendo en La Prepa, con lo poco que caiga pues ya. En los negocios no están los tiempos como estábamos, ha bajado mucho pero como soy conocido, a los que les he vendido ya son ingenieros, doctores y todos sus hijos me dicen “Juchi, espérate que queremos nieve”. Me paro y estoy vendiendo con ellos casi la mayor parte, somos ya parte de aquí, de Tuxtla, de mucho tiempo. Hay mucho (nevero) ahorita y no sé de dónde vendrá, como la situación está un poco mal, pero la gente que nos conoce nos compra todo el tiempo.

¿A usted le gusta comer nieve?
Sí, a mí me agrada más la de limón y guanábana.

¿Todo el año vende nieve?
Sí, todo el año, aunque haga frío, aunque sea poquito estamos vendiendo. No porque haya frío vamos a dejar de vender, siempre abrimos. Ya ve que el clima a veces amanece lloviznando, chispeando pero como las 9 o 10 ya se levantó y viene el calor. A la una o dos de la tarde ya hay un calor duro. Eso es porque el tiempo está muy cambiado.
Hacemos las tradicionales nieves de limón, melón, fresa y todo lo que es fruta de temporada, porque cada fruta tiene su temporada; ahora estamos haciendo de mango también, piña, coco, zapote colorado, cuando es su tiempo.

¿Hay personas que le hacen encargos especiales, por ejemplo para fiestas?
Siempre. En esos tiempos había muchos pedidos en las escuelas, en las secretarías, fiestas, se movía mucho, ahorita ha bajado todo, la mayoría ya no hacen fiestas, por lo mismo, como hay tantas cosas, pero no está como estaba antes. Veo los salones que hay están vacíos. Ya no es como antes. Hay una fiesta dos o tres veces al mes si al caso, sino uno, sino nada.

¿Alguna anécdota especial que recuerde con algunos de los muchachos que le compraban nieve?
Cuando estábamos jóvenes siempre jugábamos volados con los muchachos y las muchachas en aquel tiempo y ahí estuvieron tomando su nieve siempre, me ganaban o yo les ganaba, en fin, eso es de aquellos tiempos. Ahorita no porque los muchachos ya están muy bajos de recursos.

EL RECORRIDO

Don Sósimo «El Juchi»/Cortesía de la Familia

¿Cuál era su recorrido antes?, cuénteme un día de trabajo hace tiempo.
Mi recorrido cuando empecé era por el Hospital (Regional), por el rumbo de San Francisco y bajaba por la Plaza del Mariachi, por el barrio de San Roque, por el ICACH y ahí terminaba, ya me venía para acá (su casa); ya después empecé a agarrar La Prevo, entonces nomás ahí acababa y ya no iba más allá.

¿Y sus clientes no le reclamaban?
Pues sí pero buscaba donde estaba el movimiento porque ahí hay que andar mucho, pero sí vendí mucho tiempo por ahí, muy tranquilo Tuxtla.

Ahora, ¿cuál es su recorrido?
Mi recorrido ahora es aquí en la Prepa Uno, por el Seminario, por Las Palmas, por El Retiro. A veces vengo a terminar por la Belisario

¿Qué días trabaja?
Ahora ya he descansado un poco más porque ya no es igual el tiempo cuando está uno joven, ya le va uno bajando un poco el ritmo, por lo mismo. El día miércoles descanso, el sábado, unos dos o tres días a la semana. Los domingos sí no porque me voy, el domingo veo que hay un poco de movimiento pero siempre vendemos los domingos y entre semana nos quedamos a descansar.

¿A qué hora empieza?
Empezamos como a las seis, seis y media de la mañana y terminamos como las nueve de la mañana y salimos ya como las diez y media, vengo como las cuatro, cuatro y media a la casa, ese es el recorrido que hacemos ahorita. Cuando no hay clases es que me voy por el 5 de Mayo, por la Cuxtepeques, por El Panteón doy vuelta.

¿Antes cuál era su horario?
Empezaba a las cuatro de la mañana y terminaba a las dos de la tarde. Parece nada pero trabajar nos mantiene un poco el ejercicio, ya no mucho, como antes no porque ya también nuestra edad. Uno que el calor, dos nuestra edad ya no podemos andar rápido, ¿para qué?; de llegar, tenemos que llegar. Pero ahí vamos poquito a poco, mientras Dios nos de vida y ganas de seguir ahí vamos.

EL ANUNCIO

El Juchi/Cortesía de la Familia

¿Cómo anuncia su nieve?
Cuando voy vendiendo voy diciendo: ¡Nieve! Soy el único que grito, no hay otro, se dan cuenta que ahora hay de musiquita, no sé de donde vienen.

¿Y usa corneta?
No, a veces. Para qué si ahí vengo y me conocen todos.
Cuando empecé gritaba: ¡Nieve! ¡Guanábana! ¡Limón! ¡Vainilla! No usamos nada de música o alguna cosa, así nada más y cuando voy gritando me escucha la gente. Ahí va don Juchi, grábalo. Yo soy el único hasta la (escuela) Juan Benavides, todo por allí, por Las Pichanchas doy vuelta pero cuando no hay clases y cuando hay clases ya no me da tiempo llegar y ya me vengo para acá (su casa).

LA HERENCIA

Don Sósimo/Foto: Leticia Bárcenas González

¿Sus hijos también saben hacer nieve?
También saben cómo elaborar los helados.

¿Le ayuda alguien?
Viene un muchacho a ayudarme.

¿De sus hijos?
Ya no, porque todos trabajan y como son casados no se les puede obligar. Un nieto a veces me viene a ayudar pero muy lejos, cuando tiene tiempo.

¿Le ayudaba su esposa?
Ella me ayudó mucho tiempo cuando estábamos jóvenes, entre los dos hacíamos la nieve. Porque yo iba a La Prevo a vender temprano, a las siete de la mañana estaba ya ahí.

¿A qué hora se levantaban en ese tiempo?
Nos levantábamos como las cuatro de la mañana, elaborábamos los helados.

¿Este ha sido el único sustento de toda su familia?
Sí. Ellos lo agarraron y eso va a quedar. Mis hijos tienen locales “Nieves El Juchi, desde 1954”, son como sucursales y aquí (en su casa) y yo que salgo también para no perder la costumbre. Porque ellos lo movieron, se llevó un año registrar el nombre. Es un negocito que es reconocido, como te vuelvo a repetir el que no conoce El Juchi no es tuxtleco, porque así es.

Todos me hablan por ahí por la (escuela) Matías de Córdova o atrás del (hotel) Safari, me dicen ¿es tuyo? No, es de mis hijos. He visto otro por la 24 de junio, es también de una de mis hijas, por La Pimienta, por la 10 oriente y aquí. Se van a trabajar y en la tarde vienen a quedar, están jóvenes. Gracias a Dios se vende, aunque se ve un poquito tranquilo la ciudad y los negocios han bajado, pero aunque sea poquito ahí está uno vendiendo.

TUXTLA DE ANTES

Nosotros aquí en Tuxtla, cuando muy venimos aquí era empedrado todas las calles, aquí estaba la aviación por la (escuela) Eliseo y había un hotel que le decían San Francisco, había un arco, era un carril nada más. En ese tiempo nosotros vendíamos la nieve a 10 y a 20 centavos. Muy bonito. Habían muchos talleres, pasaba uno tranquilo, todos se conocían, el Panchón Contreras aquí al lado del Crea, “el Juve” que le decían, la Normal, la Prepa estaba a un lado. Ahorita pasa uno, allá muy lejos se encuentra uno algún conocido, me dicen don Sósimo, don Juchi, adiós. Se está acabando hasta los terrenos ya no hay donde vivir.

¿Siempre vivió en este rumbo?
Vivía en la 10ª Oriente rumbo al panteón porque ahí vivía mi papá.

¿Cuánto tiempo tiene viviendo aquí en su casa?
Creo que cerca de 60 años. Este barrio era el Cantarranas. Ahora ya no, después le decían el Barrio Hidalgo. Ahora se acabó el Barrio Hidalgo, ahora Zona Centro, aquí era la orillada, ya ve cómo se fue extendiendo, por eso dicen Zona Centro porque quedamos en el Centro.

¿Usted se vino a vivir aquí cuando se casó?
Sí, aquí me vine a vivir y aquí nos casamos.

Usted que ha recorrido tanto las calles de Tuxtla, ¿cree que ha cambiado el clima?
Bastante. Nos estamos dando cuenta de que el tiempo, ya estamos en marzo vienen unos fríos, está lloviznando, eso lo dejamos el mes de julio, agosto, que empiezan las aguas. El tiempo de enero, febrero, marzo es tiempo de calor; abril, cambió el tiempo. Aquí no lloviznó pero alrededor de todo Chiapas está lloviznando.

[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]

PERFIL

Nombre: Sósimo García Mérida
Edad: 81 años
Lugar de nacimiento: Simojovel, Chiapas.
Fecha: 20 de enero de 1936
Número de hermanos: Éramos 4 y una mujer.
Número de hijos: 6 niñas y 1 varón.
Estado civil: Casado.
Pasatiempos: Ir al mercado a traer algo, barrer, hacer el aseo y ya. Pensando que al otro día queremos trabajar un poquito, ¡qué bueno!
Comida favorita: Verduras. Hierbamora, la chapaya, cacaté, tomate chico, chile, el pollo criado de patio. Y acá ya no se encuentra esa comida de pollo de patio, ya no hay.
Ritual: Levantándome me persigno ya después voy a barrer mi patio, sacar lo que vamos a hacer mientras que venga el hielo y el muchacho que me ayuda. Eso es todos los días, cuando no trabaja uno hay que ver que esté aseado todo el patio, limpiar tantas cosas. En el patio hacemos las nieves.

[/rescue_box]

Señor Cartero, ¿tiene algo para mí?

Cuando era niña aprendí a escribir cartas, recuerdo que se volvió algo cotidiano cuando mi mejor amiga de infancia Blanca Esthela se mudó a Tapachula; a partir de ese momento, mis visitas a la oficina de correos eran frecuentes.

Llegaba con mi sobre blanco, compraba el timbre y me iba a la mesa de apoyo a pegar con saliva los timbres en el sobre, era una emoción especial que sentía al depositarla en el buzón de Terrestre y soñaba que llegara la ocasión en que pudiera colocarla en el de servicio Aéreo.

Así también me encantaba mandar telegramas, era un reto escribir lo que yo quería expresar a mi amiga en unas cuantas palabras. Regularmente íba con mi mamá a las oficinas de correos los sábados muy temprano y de ahí caminabamos al mercado.

Cuando regresaba de la escuela preguntaba si había llegado el señor cartero y muchas veces salía corriendo a la calle cuando escuchaba el sonido de su silbato, sólo para saber si había llegado correspondencia para mí. Lo veía llegar caminando y cargando su mochila de piel, donde llevaba las cartas.

A lo largo de mi vida he escrito cartas a amigas y amigos de diferentes partes del país. Pasó el tiempo y dejé de intercambiar cartas con ellos, aunque no dejé de escribir misivas, con la diferencia de que las entregaba personalmente. Ahora escribo correos electrónicos. Dejé de frecuentar la oficina de correos, ya no escribo cartas postales.

Hoy me he detenido un momento, atendiendo a mi nostalgia, para rendir un homenaje a esas personas que son el puente entre el emisario y el receptor, portadores de buenas y a veces no muy gratas noticias, que forman parte de nuestra cotidianidad, la ciudad se escucharía distinta sin el silbato que nos anuncia su llegada.

Lo veo acercarse, viene con su bicicleta, extiende la mano para saludarme es Édgar Andrey Mazariegos Salazar, quien ha permitido hacerle unas preguntas para conocer más sobre el oficio que ha ejercido durante 13 años: Cartero.

Don Édgar recorre la zona poniente de la delegación Terán, es una de las diez personas que se dedican al reparto, son tres en bicicleta y siete en motocicleta. Laboran de lunes a sábado. Todos los días hay reparto y entregan un promedio de 300 a 400 sobres al día “siempre hay trabajo, hay etapas que se carga la correspondencia y otras etapas donde baja, aunque no tanto; pero cuando hay mucho trabajo le echamos los kilos y a veces repartimos hasta 600, 700 sobres”.

¿En qué lleva la correspondencia?
En una canastilla por lo práctico. Antes me imagino no habían tantas empresas para publicitarse, se llevaban más cartas, pero ahora como hay correspondencias de revistas, o sea más grandes, tiene que ser en canastilla para que entre todo lo que llegue.

Uno se quedó en el ideal de las bolsas de piel...
Es algo lindo, pero el correo tiene que ir evolucionando conforme a los tiempos, no debemos de quedarnos en el tiempo de atrás sino que hay que ir siempre conforme va el mundo.

¿Qué tipo de correspondencia entrega más?
Estados de cuenta de los bancos y recibos de teléfonos. En los meses de noviembre a diciembre hay mayor correspondencia porque las empresas mandan regalos, publicidad y a veces las personas que están en el extranjero mandan correspondencia a México.

¿De qué países ha repartido más correspondencia?
De China, Estados Unidos, España, Hong Kong, Filipinas. Es padre porque uno nunca en su vida va a estar allá, sin embargo, pasan por mis manos esos paquetes que vienen para México y la persona los recibe muy contenta, incluso a veces se la pasa preguntando: ¿oye no ha llegado mi paquete? Son como niños esperando un juguete. El correo es mundial y va a perdurar por mucho tiempo todavía.

¿Considera que Internet es una amenaza para los servicios postales?
Pienso que no porque mucha gente prefiere seguir recibiendo sus estados de cuenta o alguna carta o anuncios en papel, pienso que el correo va a seguir viviendo. Vive en otros países más desarrollados y acá en México vamos al día.

¿Sabe si aún hay personas que coleccionan timbres postales?
Sí, de hecho cuando salieron los timbres de Memín Pingüín, rápido se terminaban ya que los llegaban a buscar para coleccionarlos.

El cartero / Foto: Galatea Xalli
El cartero / Foto: Galatea Xalli

Los carteros continúan realizando su labor ya sea a pie, en bicicleta, motocicleta o automóvil, nuestro entrevistado nos comparte su experiencia al respecto: Depende del área, uno se tiene que adaptar, ya sea en una ruta con motocicleta o una con bicicleta. He pasado por tres rutas. Cuando ingresé a correos no sabía manejar motocicleta y aprendí. Estuve cuatro años en moto y llevo como ocho  años en bicicleta.

¿Fue difícil el cambio?
Fue difícil y a la vez bonito ese ejercicio que se va haciendo. La primera vez que me fui en bicicleta, mis pantorrillas las sentía bien duras. Ahora al contrario pedaleo, pedaleo y como si nada.

¿Cuántas horas pedalea al día?
Salgo a reparto a veces a las nueve, nueve y media, ya termino como a las dos, dos y media. Sería alrededor de seis horas y media.

Bastante tiempo…
Sí, es bastante tiempo pero conforme va uno pedaleando, viendo, saludando y dejando, no se siente el camino, se siente cuando está uno en la oficina, pero como es algo cotidiano, se va uno adaptando.

El Día del Cartero y del Empleado Postal fue establecido el 12 de noviembre de 1931 en México como un reconocimiento al trabajo de estas personas que son considerados también héroes anónimos. Se calcula que hay más de 10 mil carteros en el país. Le preguntamos a don Édgar  ¿por qué se dedica a esto?, ¿y qué era lo que más le gusta de su trabajo?, ¿y si no fuera  cartero a qué se hubiera dedicado?

“Me llamó la atención el correo para servir a las personas, es bonito relacionarse con los demás. Lo que más me gusta de mi trabajo es que cuando salgo al área de reparto, a la calle, me topo con los saludos de la gente y se me olvidan los problemas que tengo, me enfoco en mi trabajo y es algo padre porque a veces si salgo de mi casa medio cabizbajo ya en el área de reparto es divertido porque me encuentro a personas diferentes.

Sino me dedicara a esto sería maestro, eso me encantaba: dar clases, inclusive di clases en comunidades rurales a través de Conafe y en sí mi camino era el magisterio pero se atravesó esto del correo y es también un trabajo digno y bonito.

Cuando me levanto le doy gracias a Dios por el nuevo día de estar vivo y tengo que ir motivado al trabajo ya que es una parte del sustento que me da para que mi familia salga adelante y más a uno, que es la cabeza del hogar; sale uno a la calle con ganas y termina cansado, pero satisfecho de haber cumplido la jornada y muy contento”.

En la actualidad existe una amplia gama de medios de comunicación modernos, pero ninguno ha podido reemplazar el servicio postal totalmente, es por ello que la labor del cartero sigue siendo de suma importancia, quien con entusiasmo y astucia se las ingenia para que los paquetes lleguen a su destino:

¿Cómo se anuncia cuando llega a una casa? ¿Con el silbato o ya no se usa?
Sí se utiliza el silbato, se pita el silbato para que la persona vea que realmente es el cartero que está en la puerta, para que no vaya a pensar que es otra persona.

¿Cuántas veces llama el cartero a la puerta?
Se toca dos o tres veces pero en sí hacemos un poco de tiempo.

Dicen que el cartero se sabe más el nombre y el apellido del destinatario que la dirección, ¿es cierto?
Sí, porque hay direcciones que no traen números y uno se lo tiene que memorizar por el nombre de la persona y el apellido. Inclusive cuando voy repartiendo, saludo a las personas ya no tanto por su nombre sino por su apellido y ya la persona también me saluda amablemente.

¿Ha tenido problemas para entregar alguna carta?
A veces que están unos perros bien bravos, como que entra un poco de temor acercarse a la casa por el perro. Cuando voy a dejar una correspondencia y veo un perro que está ladrando, utilizo mi protección que es mi bicicleta y así me doy la vuelta o le bailo la bicicleta alrededor para que me proteja y le hago la finta de que le voy a arrojar una piedra y sale corriendo el perro.

Cada vez son menos las cartas personales que se envían por el servicio postal, ¿será que los carteros aparte de repartir cartas también escriben y reciben?

Usted ¿recibe cartas?
Sí recibo cartas (risas) aunque sea de estados de cuentas pero recibo cartas y no falta sobres que mis hijos me mandan, sí recibo.

¿Y las escribe?
¡Claro! Sí escribo cartas a un programa muy bonito que es para niños y a veces me he tornado a mi mente infantil para escribirle a mis hijos y ponerles dibujitos en los sobres.

¿Aparte del programa que menciona le escribe carta a sus amigos o familiares?
Sí, cuando estaba en Cintalapa y mi pareja vivía acá en Tuxtla, sí lo frecuentábamos, es bonito plasmar en papel los pensamientos, lo que uno piensa y la forma de dibujar, no importa si dibujas bonito o feo pero es tuyo, es original. A comparación de ahorita por el teléfono y todo eso, creo que todo es superficial.

¿A su esposa la enamoró por cartas?
Sí, parece que sí (risas).

Édgar Andrey Mazariegos Salazar, profesión Cartero / Foto: Galatea Xalli
Edgar Andrey Mazariegos Salazar, profesión Cartero / Foto: Galatea Xalli

Te invitamos a escuchar el recorrido sonoro del Cartero:

https://www.archivosonoro.org/archivos/cartero-y-la-bicicleta/

 

[rescue_box type=»info»]

Silueta

Lugar de nacimiento:  Cintalapa de Figueroa
Edad:  37 años
Número de hermanos:  Somos dos
Estado civil:  Casado
Número de hijos:  Dos niños
Pasatiempos: Jugar con mis hijos y escuchar música
Música:  De todo un poco. Más me gusta la música de los ochenta en inglés
Película:  Las de Cantinflas
Comida:  Los frijolitos con plátanos con crema y queso encima
Rituales:  Antes y después de dormirme darle gracias a Dios porque estoy aquí, porque me ha regalado una familia y lo más importante: tener este trabajo.

[/rescue_box]

[rescue_box type=»info»]

En Corto

Carta: Forma de comunicarnos con las personas
Código Postal: Poder diferenciar una colonia de otra
Destinatario: Amable
Bicicleta: Parte de mí y de mi salud
Silbato: Una parte de comunicación
Reparto: Algo lindo

[/rescue_box]