De cómo me volví vegetariana

Ana Lilia Villarreal Cázares*

Su contrato con esta hache institución termina hoy. La frase fue dicha proyectando la voz por toda la oficina y con buena dicción. Este podría haber sido galán de radionovela, pensé aún sin darme cuenta bien a bien, de lo que el subdirector de administración y finanzas había dicho. El presupuesto para los programas de cultura fue cancelado. Entonces sí, comprendí que me estaba despidiendo. Aquí está el cheque con su liquidación. Fue una bonita relación laboral. ¿Bonita relación de trabajo? Pero si era la primera vez que lo veía en los tres años que estuve encargada de los proyectos culturales que se transmitían por la radio institucional. Intenté que me diera una explicación porque yo consideraba que mi trabajo estaba bien hecho, había sido, hasta el día de ayer, una empleada puntual con las entregas, responsable con los contenidos, no me salía a fumar cada hora. La respuesta fue la misma: El contrato se terminó, no hay renovación ni presupuesto. Tomé el cheque y salí de la oficina del subdirector y de la hache institución. Miré la calle para un lado y para el otro. Decidí el camino que tomaría. Estaba sin trabajo, pero no derrotada.

Busco empleo / Foto: Patricia Moreno Ocampo
Busco empleo / Foto: Patricia Moreno Ocampo

Lo primero que hice fue limpiar mi casa. Con buen ánimo barrí, sacudí, trapeé, lavé vidrios, hasta las telarañas quedaron relucientes. Enseguida, hice un plan de gastos, si administraba bien la liquidación y mis ahorros, ambos raquíticos por cierto, podría estar bien un par de meses, incluso ir al cine una vez a la semana. Después, saqué el disfraz que se requiere para ir a las entrevistas de trabajo y lo mandé a la tintorería, lujo que entraba en el presupuesto de ese mes.

Lo siguiente fue hacer la lista de sitios a los cuales enviaría mi curriculum y manos a la obra: escribir y escribir y escribir y enviar y enviar y enviar correos electrónicos, llenar enormes solicitudes en las agencias de empleo que abundan en internet. No sentía ningún apuro y menos preocupación alguna, nunca había pasado quince días sin trabajo, bueno, quizás un mes, pero no más. Sólo era cuestión de hacer lo que se acostumbra en esos casos y esperar la oferta laboral que me llovería.

Pasaron tres semanas de llenar solicitudes, hacer llamadas, y nada. El segundo mes fue de entrevistas, mi experiencia laboral les parecía “interesantísima”, dijeron algunos; otros, que mi perfil era el ideal para el puesto. Todos terminaban con la frase: Solo hay que esperar a que el presupuesto se destrabe y la llamamos.

El tercer mes, por precaución administrativa cancelé las idas al cine, al teatro ni se diga. Mientras, insistía con las solicitudes y llamadas a quienes habían dejado abierta la posibilidad de emplearme.

Al cuarto mes, ¡por fin un trabajo! Corregir la redacción de guiones multimedia de los cursos en línea de una universidad. La paga era de risa; sin embargo, ya era algo, aunque no suficiente como para evitar un ajuste presupuestal más: los cortes de carne, el salmón y el pan artesanal salían de mi plan alimenticio.

Al quinto, surgió la posibilidad de una chamba más: dar un curso en una universidad en línea… otra, distinta a la de los guiones multimedia. La entrevista fue vía Internet, por supuesto. Cuando aclaré que nada más tenía el título de licenciatura, insuficiente para dar clases a gente de maestría, el reclutador, con toda calma contestó: Ay, por eso no se preocupe, es lo de menos. Lo que ahora nos urge es cubrir el cuatrimestre. El lado negro de mi conciencia me aconsejó aceptar: Di que sí, di que sí, si a ellos no les importa a ti menos, es una lana.

Mi refri en estos tiempos
Mi refri en estos tiempos

Y así, cada sábado, me conectaba a la computadora para hablarles durante tres horas a los estudiantes de una maestría patito, en una universidad que los engañaba. Al terminar cada sesión, los administradores, sin falta, me hacían la amable recomendación de que no era necesario ponerles música en los descansos, o bueno, que si así lo prefería optara por algo más clásico como Vivaldi o Mozart y no Tina Turner o Janis Joplin. Eso sí, la paga convenida fue puntualmente depositada en mi cuenta.

Al sexto mes el vino tinto, el último placer de mi vida de sibarita, desapareció de mi lista de la compra.

Ahora estoy pendiente de las frutas y verduras de temporada. De las recetas para ensaladas y croquetas de plátano con frijol, aprendí a sustituir el pollo con setas, a hacer puré de berenjena y tortitas de zanahoria rellenas de queso crema. Y agua, mucha agua. Nada más sano para las articulaciones y la frescura del cutis.

 

* Defequense, creció arrullada entre el rock and roll sesentero, el sonido de las Big band y la melosidad de Doris Day. Lectora empedernida de Lágrimas y Risas, cinéfila de corazón, viajera por vocación. 

 

Jorge Pantoja, promotor cultural II

Continuamos la charla con Jorge Pantoja, autor de varios documentales y de un libro donde habla de la contracultura en la Ciudad de México, especialmente del movimiento Rupestre; conocido también por ser el fundador del Tianguis del Chopo, quien se autodenomina comunicador pero que es reconocido no sólo por esa faceta sino también como un experimentado gestor cultural.

 

“La unión hace la fuerza y hay que buscar maneras creativas, originales, frescas, para vender el producto”

SEGUNDA DE DOS PARTES

Leticia Bárcenas González / Gabriela G. Barrios García

Crónicas de un fenómeno cultural: El Tianguis del Chopo
Crónicas de un fenómeno cultural: El Tianguis del Chopo

-¿Y de gestor sí se vive?

Regular también. A los productores les pagan muy mal. A mí haber brincado al Chopo me ayudó; al ser promotor y ser el que manejaba la comunicación del Museo, me nombran subdirector y es así es como pude ganar más. Porque de productor de barriadas y que hagas eventos de la comunidad, a veces ni te pagan.

-¿Qué opinas que ahora existan carreras como Gestión de las Artes?

¡Me parece muy bien! Yo he dado charlas en México, en la UACM (Universidad Autónoma de la Ciudad de México), allí dan la materia de Gestión, pero aún siento que no contemplan todo. En mi experiencia, el promotor debe ver todo en conjunto. Debe ver desde que estén las sillas, la lona y el audio, hasta que la gente llegue, a parte deben saber de cultura, que sepan quién atrae gente. Siento que todavía le falta meterle más a ese tipo de programas.

– A Desmesuradas, nos interesa saber ¿cómo ves tú, cómo miembro de la comunidad cultural, el panorama profesional en ese sector?

Muy bien en algunas cosas y muy mal en otras. Hay una gran crisis de empleo para la comunidad cultural, hay poco trabajo para los artistas. No hay un programa de empleo, así como tal, para la cuestión cultural. Aparte, siento que no habría recursos para tener todo porque ahora resulta que hay muchísima gente que se dedica a la cultura, muchos grupos, muchos colectivos, esto por una parte y por la otra, ante eso tienen que buscan sus propias formas de sobrevivencia; se abren espacios, buscan sus propias formas autogestivas de financiarse. Está la crisis y la gente va sorteando las cosas.

-¿Crees que hace falta que surja otro movimiento como Rupestre para rescatar artistas marginales, por ejemplo del Hip Hop, ante tanto reguetonero y música banda?

Me preguntaban los grupos locales ¿qué hacer? Hacer lo que hizo Rockdrigo (Rodrigo Eduardo González Guzmán). Armar un movimiento para que se note, que haga ruido, que busque espacios y exponiendo, claro que sí. Siento que la unión hace la fuerza y lo que hizo Rockdrigo de formar a los Rupestres fue una manera de vender algo ingenioso, algo novedoso; iban como cantautores por su cuenta y era más difícil, pero como Rupestres el INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) les abrió un espacio, la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) les abrió un espacio, el antiguo SUTIN (Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear) les dio un teatro para que hicieran ahí un ciclo. Siento que la unión hace la fuerza y que hay que buscar maneras creativas, originales, frescas, para vender el producto.

-¿Cómo ha influido el uso de las nuevas tecnologías en tu labor como promotor cultural o estas nuevas tecnologías como podrían coadyuvar a esas acciones para la promoción de los grupos?

¡Muchísimo! Yo trabajaba en el gobierno perredista en la Ciudad de México y me desilusionó mucho porque pensé que la cultura iba a ser lo principal y resulta que fue lo contrario. Empezaron a cancelar tocadas de rock; los espacios de teatros y casas de cultura que antes eran libres para la gente, ahora los rentan. En fin, eso me obligó a hacerme independiente y creé una asociación civil,  lo primero que hacemos fue una página web en la que se bajaron 3 mil 500 ejemplares de Rupestre digital y nos dimos cuenta que las descargas eran en España, en Inglaterra, en China, en Islas Caimán, en Canadá, fueron muchas aquí en México. También tengo una página en Facebook, actualmente tengo en Youtube una cosa que se llama Pantobras (de Pantoja y Obras), Pantoja tv donde está Rupestre y llevamos ya 13 mil vistas. Hemos aprendido a usar las redes sociales; sin embargo, se está dando una cosa media traicionera porque uno anuncia un evento en estos medios y la gente dice que sí va a ir  y no llega, entonces, hay que esforzarse para que no sólo sean redes sociales sino que sigamos usando todos los medios.

-¿Cuál fue el propósito de venir a Chiapas?

Vengo a presentar el documental “Rupestre”, el documental “En la periferia” y el libro “Rupestre” también, y por supuesto a una charla con músicos. Me invitó Carmen Lambertinez, una chavita, que su papá es maestro de redacción en el Colegio de Bachilleres, y un día le dio el libro “La contracultura en México”, de José Agustín, ahí supo de mí. Ella era una preparatoriana y a partir de ahí me empezó a seguir la pista. Hace un año me entrevistó por teléfono para su programa de radio y ahora me invitó. Convenció a sus jefes de la Unicah y me invitó al festival universitario “Los de Abajo Fest”.

– ¿Crearías otro Tianguis del Chopo?

¡Sí, cómo no! Actualmente es un reflejo de la crisis, ahora venden ropa, venden tenis, ya son bien pocos los puestos que hay de música y el intercambio, que era la esencia del tianguis, lo echaron hacia el final, le ponen un mecate para que no pasen de ahí. Aparte de que ya ni anuncian que se intercambia.

Del libro: Cuando el Chopo despertó, el Dinosaurio ya no estaba ahí
Del libro: Cuando el Chopo despertó, el Dinosaurio ya no estaba ahí

-¿Crees que se puede recuperar su esencia?

Están como en crisis. Hay una mesa directiva y se pelean mucho. Aparte, les cayó la delincuencia de la zona, estaban vendiendo drogas, ya hay muchos problemas. Es muy difícil.

-¿Qué proyectos estás por emprender?

Con la Asociación Civil he realizado “Rupestre”, “En la periferia” y actualmente estoy trabajando con grupos de rock que tocan para niños, también como documental. Además, tengo la idea de hacer un libro, en el que se cuente con reportaje o crónica lo que se vive en las zonas que han dejado huella, que han dejado generaciones marcadas, entonces pensé en Tepito con todo lo que hay de cultura ahí o Neza. Y me voy a ver muy mal pero pienso incluir un capítulo en el que alguien me entreviste a mí para que diga lo que he hecho. También quiero hacer un homenaje grande a José Cruz (Camargo Zurita), el fundador de Real de 14. Otro proyecto que estamos preparando se llama “Música y vidas al límite”, la idea es llevar un dúo, amigos nuestros que son rupestres y que tocan guitarra y un clavecín, o sea música muy fina, música muy sublime, llevarla a zonas muy agrestes, por ejemplo a una zona petrolera o que toquen con reclusos, la idea es llevar algo muy sublime a gente que viva situaciones muy duras.

-¿Algún proyecto para Chiapas?

Hay un chavo que me abordó en el festival, tiene mucho material sobre grupos de rock y estamos planeando incluirlo en un proyecto. En noviembre se resuelve si le entramos o no le entramos. Y del libro por zonas estaba pensando en Neza, y ahora pensé aquí en Chiapas.

-Un mensaje para la banda:

Estamos viviendo una situación donde los gobiernos son muy débiles y por otra parte están muy interesados en los jóvenes. Pónganse duros, creen espacios, busquen formas que generen recursos, que les permitan cobrar para las tocadas; no se dejen, los lugares públicos tienen que hacerlos suyos porque pertenecen a todos, son dineros de todos. Mi mensaje es organizarse y ya que son creativos y son movidos con su música, demuestren a nivel terrenal qué es vivir de esto, la cosa no es sólo adentro sino vivir de esto.

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PERFIL

Nombre completo: Jorge Pantoja, desde que era reportero acuñé mi nombre para ser reportero. De hecho a mi mamá le dije: Mamá me voy a quitar su apellido porque quiero figurar como reportero. Me dijo: Haz lo que quieras (risas)

Lugar de Nacimiento: Distrito Federal

Cumpleaños: 8 de agosto

Edad: 61 años

Número de hermanos: Seis

Estado civil: (risas) Soltero

Número de hijos: Dos.

Pasatiempos: Tengo muchísimos. Ahorita estoy componiendo canciones. Y veo mucho cine, muchos documentales y escucho muchísima música.

Música preferida: Soy melómano. Escucho de todo. Tienen que ver mi muro de Facebook, en vídeos, llevo 13 canciones compuestas. Tengo una de cha cha cha, tengo un danzón, tengo un son cubano, lo último que compuse fue una bosa nova.

Escritor: Híjole, está difícil.

Músico: ¡Músicos son muchos! De músicos mexicanos me gustan mucho los grupos de mi época como Peace and Love, El Ritual, Chac Mool y extranjeros ¡uff!, es sin parar la lista: Bruce Springsteen, David Bowie; de los nuevos como Gotye, Leon Russel… es interminable la lista de músicos.

Comida favorita: Ahora comida orgánica.

Ritual: Sí, muchos. (Risas) ¡Tantos que hasta me dio dermatitis en las manos! (Más risas). Lavarme las manos constantemente. Mis rituales son varios, son muy relacionados con el trabajo, me preocupa dejar pendientes de trabajo.

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EN CORTO

Rock: Vitalidad

Cultura: Espíritu

Ciudad: Muchedumbre

 

Promoción: Conocimientos

Anarquía: Fuerza

Chopo: Entrañable

Rupestre: Amigos

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Foto: Édgar Hernández Ramírez
Foto: Édgar Hernández Ramírez

“Me gustaría morir sólo por diez minutos”*

A Édgar, Laura, Ana Lilia, Marco Antonio, Guillermo, María Luisa y Servando

Hay muertes que te sorprenden porque le ocurre a gente conocida en determinado ámbito y por inesperadas, otras muertes duelen porque quien se va es alguien muy cercano y no importa la circunstancia, simplemente duele. Pero suceden otras en las que te afecta porque quien muere ha formado parte de tu vida aunque no la conozcas o la conoces de lejos o por otras personas o por su obra.

Ese es el caso de René Avilés Fabila, quien murió ayer domingo y a quien conocí porque era maestro en la universidad en la que estudié, aunque yo no tomé clases con él. Sin embargo, a través de un afecto muy cercano, conocí su obra literaria y también algo de su pensamiento político. Se puede estar o no de acuerdo con este último, pero no se puede negar su valor como escritor.

La novela “Tantadel” fue el primer acercamiento y la sufrí y disfrute página tras página. Quizá fue el hecho de que los protagonistas fueran jóvenes capitalinos, como yo en ese tiempo, lo que me atrapó, o simplemente la forma de narrar de Avilés Fabila, que me hizo entrar en la historia, recorrer las calles de la ciudad y sufrir con el narrador el miedo a los fantasmas de los amantes que tuvo o podría tener Tantadel.

Y después apareció Odette, la mujer protagonista de la novela “La canción de Odette”, con sus propios miedos: la vejez y la soledad. Por eso insiste en rodearse de gente joven y culta, a quienes les abre las puertas de su mansión cada noche, en las que no sólo se habla de arte, se consume alcohol y drogas, con lo que ella trata de evadir su realidad.

El tratamiento narrativo en ambos casos, me arrastró a ese mundo trágico, de desencuentros amorosos, de fracturas interiores, de miedos, pero en medio de ello conocí dos mujeres extraordinarias.

Y bueno, no voy a hacer crítica literaria o reseñas de todas sus obras, simplemente, escribo esto para recordar a un gran escritor y así, de alguna manera, abrazar a sus dolientes, a ese afecto que me hizo conocerlo y a otros tantos lectores que lamentan su repentina partida, esa que en un segundo, como dice el escritor Manuel Vicent, desvió el curso de una vida hacia un destino inesperado.

Gracias René Avilés Fabila, donde quiera que te encuentres, por tu irreverencia y humor al escribir y describir con un lenguaje coloquial, este mundo sórdido y a veces inhabitable, pero también amoroso.

Foto: Édgar Hernández Ramírez
Foto: Édgar Hernández Ramírez

Posdata: Tenemos que conocer el Museo del Escritor, que fundó en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

*Esta frase aparece en una declaración que hace sobre la presentación de su libro “Réquiem por un suicida”, citada en http://www.proceso.com.mx/458073/fallece-escritor-rene-aviles-fabila

Fin de siglo

Foto: Oleg Dou
Foto: Oleg Dou

«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
           ¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
           a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
           no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
            No quiero nada para mí:
            sólo anhelo
            lo posible imposible:
            un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano.
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
            no me dejan cerrar los ojos.

Fin de siglo / José Emilio Pacheco (30 de junio de 1939, Ciudad de México – 26 de enero de 2014, Ciudad de México)

 

Llamada

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

Te llamo sí te llamo no puedo más te llamo

te grito ven acude no me abandones búscame

déjame verte adivinarte

distenderme un instante bajo el sol de tus ojos

como si en el radiante mediodía me tumbara en la hierba

déjame ver una vez más tu irónica ternura

tus infantiles gestos asustados

tu mirada solitaria que acaricia el rostro de las cosas

tu mirada de niña de ojos lentos

tus labios que entre los míos se funden

como un delicado manjar suntuoso y discreto

tus labios comestibles fáciles tus labios de trufa celeste

tus labios húmedos penetrables como un sexo más luminoso

cómo puedo sufrir que te alejes que te lleves este enigma

que huyas como un ladrón armada de razones

y ocultando en tu seno mis preguntas robadas

que te escondas en los huecos en los turbios rincones del tiempo

que te envuelvas en la distancia como en un disfraz inmenso

te  llevas algo mío que nunca ha sido mío

me dejas amputado desarmado hemipléjico

vuelve no puedo renunciar a ser aquel otro

deja que todo nazca dame eso que trajiste mío

desanuda tus entrañas como si fueras a parir nuestro amor

y vuelve tráemelo muéstramelo

déjame entrar en ti como entrar en la noche

compartir tu tesoro taciturno

la suntuosa penumbra de tu alma tibia y quieta

ven no juegues más al juego idiota de la tortura

no me niegues cómplice altiva no blasfemes de mí

adónde vas vestida de miradas mías

adónde irás que no seas la nombrada por mí

regresa no te lleves mi semilla

mis dones los hundí en tu carne

no te podrás librar de esta corona vuelve.

Llamada / Tomás Segovia

(21 de mayo de 1927, Valencia, España – 7 de noviembre de 2011, Ciudad de México, México)

Fuente: Antología de la poesía amorosa española e hispanoamericana. Edición de Víctor de Lama. Ed. EDAF, 2007.

10 de Mayo

Foto: August Sander
Foto: August Sander

 

Y en este día glorioso, oh madre

está dicho que recibirás de tus hijos

los símbolos de amor eterno condensados en

una jarra de plástico imitando el tallado del cristal

un perfume

cien veces menos cálido que el olor a chile y cebolla de tus guisos

– Pero firmado por Coty –

unos guantes demasiado suaves para tus manos acostumbradas a la

sosa y las escobas

pañuelo de gasa que sólo te atreverías a usar

borizada

durante los primeros cinco minutos de la fiesta en tu nombre

un ramo de gladiolos que equivale al salario de dos días de tu esposo

un póster, un papel ilustración, a cinco colores, que dice “te quiero”.

 

Y sin embargo, en este día, oh madre,

los ojos de tus hijos brillarán de un modo especial

mientras te entregan, temblorosos y expectantes,

los regalitos envueltos en papel glasé y adornados con grandes moños

 

esa misma noche, madre, mientras tú abrazas y besas a tus hijos

conmovida por la tierna inutilidad de

la jarrita de plástico, los guantes, el pañuelo de gasa, los gladiolos

los dueños de la Comercial Mexicana se frotan las manos

e invitan a una copa de champaña

al contador

al gerente y al supervisor

por el éxito de ventas de cosas que

la verdad

creíamos que nunca nadie sería capaz de comprar.

 

XI. 10 de Mayo / Elena Jordana (Buenos Aires, Argentina. 1934)

Fuente: Poemas no mandados. Editorial Joaquín Mortiz. 1979.

Territorios de un cuerpo

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

V
Apaga las estrellas,
desconecta el sol.
quiero adentrarme a tientas
por los acantilados de tu piel,
reconstruir sobre tu boca
las letras, una a una,
con que dar nombre al fuego,
a la locura de saber que he visto
el cielo tan de cerca, o no, tan mío
que mi país se llama medianoche.
¿Quién eres? ¿Dónde estás? Qué importa,
si te elegí entre todas las estrellas.

Territorios de un cuerpo (fragmento) / Jenaro Talens (Cádiz, España. 1946)

Sólo hemos venido a soñar

Escrito por Leticia Bárcenas González

Altar 6 /Foto: Alcides Díaz S.
Altar 6 /Foto: Alcides Díaz S.

México es un país rico en mitos, tradiciones y rituales; lleno de magia, leyendas y creencias que nos muestran una visión de la vida flexible y rica, ya que tratamos de vivir justificando cada momento, explicando cada movimiento, la lluvia, el sol… la muerte.

En el México prehispánico la muerte no era el fin de la vida, sino el camino hacia otro mundo. Según esta visión, a cada fallecimiento le correspondía un determinado lugar:

Chichihuacuauhco
Lugar del árbol nodriza, al que llegaban los niños que morían en edad lactante. El árbol se encargaría de seguir alimentándolos mientras descendían de nuevo a la tierra.

Tlaloccan
Lugar del agua o de Tláloc. Aquí llegaban los tlaloques, personas que morían ahogadas o quemadas por un rayo. A estos seres se les relacionaba directamente con la regeneración de la vida.

llhuicatl Tonatiuh
Lugar del Sol, al que llegaban los guerreros que morían en combate. Ellos acompañarían a Tonatiuh (el Sol) en su recorrido nocturno y combatirían junto a él toda la noche para que pudiera salir victorioso al amanecer, momento en que lo escoltarían las mujeres que murieron al dar a luz.

Mictlan
Lugar de la quietud o el eterno descanso, donde se encuentran todos los que mueren en forma natural. Para llegar a él había que atravesar varios sitios llamados inframundos en los que se enfrentaban situaciones de peligro. Los antiguos mexicanos no tenían la concepción de cielo ni infierno.

Apanoayan: lugar donde está el río.

Tepemehmonamictia: inframundo en el que se encuentran dos cerros tan juntos que no permiten el paso de materia alguna; aquí se iniciaba la desintegración corpórea.

Itztepetl: aquí se encontraba un cerro «erizado» de pedernales.

Cehuecayan: lugar de la nieve.

Itzehecayan: inframundo sumamente frío, donde el viento corta como navaja.

Teocoylehualoyan: aquí se enfrentaban a un tigre que les podía comer el corazón.

Apanhuiayo: lugar de agua negra, habitado por una lagartija llamada xochitonal.

Chíconauhapan: inframundo en el que se debían cruzar nueve ríos.

Al igual que en la cultura egipcia, los aztecas sepultaban a los muertos con algunos objetos de cerámica como vasijas, máscaras y figuras que los representaban, además de su ropa y enseres de trabajo para que en la otra vida pudieran desempeñar el oficio que realizaban en la tierra.

Asimismo, acostumbraban adornar respetuosamente las tumbas de sus difuntos, y las celebraciones se llevaban a cabo en fechas diferentes a las de hoy.

Altar 8/Foto: Alcides Días S.
Altar 8/Foto: Alcides Días S.

A los niños se les recordaba en la novena veintena o micailhuitontli, época de flores también llamada tiaxochimaco (aproximadamente del 8 al 28 de agosto); a los adultos en la décima veintena o micailhuic, época en que caen los frutos, conocida como tlaxochimaco (aproximadamente del 7 al 26 de septiembre).

Tal vez de ahí, la tradición de los altares alegremente vestidos con la flor cempasúchil (cempo-veinte, xochitl-flor) y ricamente ataviados con frutos de la temporada, más aún, con los alimentos predilectos de sus difuntos.

En la época de la Colonia, junto con el cristianismo, se introdujo la idea dualista del bien y el mal representados con un cielo y un infierno, así, la muerte se simboliza con un esqueleto portando una guadaña y un reloj de arena.

No obstante, esta visión fue cambiando a tal grado, que a fines del siglo XIX el mexicano José Guadalupe Posada le dio un toque plenamente lleno de humorismo. Es en ese periodo que también se inicia la publicación de los versos llamados calaveras, cuya función era ridiculizar a los personajes públicos y a la burguesía; actualmente se regalan para resaltar no sólo defectos sino cualidades y actitudes de los amigos.

Aunque parezca que todo es irreverente, los mexicanos respetamos y tememos a la muerte, hecho que se manifiesta en el culto de día de muertos.

Con la llegada de los españoles en lugar de perderse la costumbre de adornar las tumbas, se enriqueció con nuevos elementos hasta convertirse poco a poco, en artísticos altares bellamente ataviados con flores, frutos, guisos mexicanos, velas y copal. Los primeros fueron elaborados por los mismos indígenas en los atrios de las iglesias.

Altar 1/Foto: Alcides Díaz S.
Altar 1/Foto: Alcides Díaz S.

Actualmente, en la mayoría de las comunidades mexicanas se acostumbra realizar altares en los que se coloca la ofrenda. Ésta consiste en velas, agua, flores, papel picado, guisos, sal, bebidas, fruta, pan y las clásicas calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto, las cuales llevan el nombre de los difuntos y de los vivos que se las comerán. Sin embargo, al hablar de estos altares no debemos olvidar el sincretismo que en ellos se ve representado, pudiendo interpretar de la siguiente manera los elementos que los constituyen:

Frutas, pan y guisos: representan la tierra y lo mejor de sus jugos. Simbolizan además, la alianza de vivos y muertos, más específicamente el pan, cuya levadura representa a Cristo.

Flores: embellecen y alegran el altar tanto como los cantos, ya que el día de muertos es un reencuentro con los seres queridos ausentes y no un día de dolor. En algunos lugares acostumbran hacer caminos con los pétalos de la flor cempasúchil para guiar a las almas hasta el altar.

La sal: ayuda a mantener el cuerpo para el viaje de ida y vuelta. Es también un elemento de purificación.

Agua, atole y chocolate: simbolizan el agua, fuente de vida y en la visión cristiana reflejo de la purificación. El agua pura es también símbolo del bautismo, medio por el que se inicia el camino a la vida cristiana. En cuanto a los alimentos y bebidas se tiene la idea de que el espíritu de los difuntos regresa para saborear sus platillos predilectos, absorbiéndoles la esencia.

Velas y veladoras: representan el fuego, el calor y actualmente la luz y la fe en Cristo; se cree que con ellas se alumbrará el camino que recorre el espíritu de los muertos desde el más allá, por ello es importante que cada alma tenga su propia vela. Siempre debe haber cuatro formando una cruz para orientar a las ánimas, ya que así representan los cuatro puntos cardinales.

Copal e inciensos: simbolizan las oraciones y alabanzas a Dios, pero también sirven para ahuyentar a los malos espíritus.

La campana: representa al viento. En algunas comunidades indígenas todavía se simboliza a la usanza náhuatl, con flautas y caracoles. En otras es más fuerte la influencia cristiana y se emplean esferas, que representan el ciclo cumplido, sin principio ni fin, siendo así, el camino que se recorre para llegar a Dios, dador de vida, esperanza y amor, según la visión católica.

De esta manera quedan representados los cuatro elementos de la naturaleza, incorporándoles un significado cristiano. No obstante, también existen otros componentes de nuestra ofrenda a los muertos:

Calaveritas de dulce que nos «pelan los dientes» para recordarnos lo efímero de la vida y nuestra próxima imagen; papel picado, representación de nuestro trabajo y creatividad; cruces hechas con caña que son como las “canillas” de los muertos que regresan a convivir con los vivos; imágenes de santos, fotografías, incluso algún juguetito que perteneció al niño difunto o el cigarrito y la botellita del abuelo, el esposo o el hermano.

Actualmente a los niños difuntos se les festeja el primero de noviembre y a los adultos el día dos. En algunas comunidades se acostumbra ir al camposanto y permanecer con sus difuntos mientras duran los festejos llevando comida e incluso música. En otras, el día dos llevan las flores al panteón y la comida que se puso en el altar se reparte entre los amigos y familiares.

Los niños acostumbran pedir de casa en casa parte de esta ofrenda llamándole «calaverita» o “calabacita” por lo general, acompañados de una calabaza o caja con una vela dentro y alegres dichos, como los chiapanecos:

Altar 2/ Foto: Alcides Díaz S.
Altar 2/ Foto: Alcides Díaz S.

 

 

 

 

 

«Ángeles somos
del cielo bajamos
pidiendo limosna
para que comamos»

“¿Qué dejó el almita, tía?
– ¡Qué viva la tía¡ (al recibir la ofrenda)
– ¡Qué muera la tía! (al recibir negativa)»

 

 

 

 

Por su parte, los adultos también piden su “calaverita” u “ofrenda”. En Mixquic, Distrito Federal, aproximadamente a las siete de la noche del día dos recorren las calles en pequeños grupos, tocando una campanita; al llegar a una casa piden permiso para entrar a rezar a las ánimas benditas, si la respuesta es afirmativa, entran y rezan frente al altar, al terminar sus oraciones dicen: “A las ánimas benditas le prendemos sus velitas, ¡campanero, mi tamal!”; al recibir la ofrenda tocan nuevamente la campanita.

En muchos barrios de Tláhuac, DF, desde la víspera del día primero de noviembre, las calles están iluminadas con veladoras, ya que cada familia coloca por lo menos una en su puerta, con el fin de que las ánimas no se extravíen y lleguen a tiempo para disfrutar sus alimentos.

Así, podemos seguir describiendo cómo se “festeja” la visita de los difuntos en cada rincón de México, pero este espacio es insuficiente. Los invitamos a no dejar morir esta bella tradición, pero sobre todo, a explicarles a las nuevas generaciones que ello forma parte de nuestras raíces como mexicanos y como decían los antiguos mexicanos:

Altar 3/Foto: Alcides Díaz S.
Altar 3/Foto: Alcides Díaz S.

 

 

«…sólo hemos venido a levantarnos como de un sueño,
sólo hemos venido a soñar,
no es verdad que venimos a vivir sobre la tierra.
Cada primavera en nuestro ser refresca,
y reverdece en nuestro corazón como una flor en nuestra carne,
algunas florecen y después se marchitan…”
«…¿acaso en verdad se vive sobre la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un momento aquí;
aunque sea de jade se hace astilla,
también el oro se rompe…»

Adiós a Hugo Gutiérrez Vega

Hugo Gutiérrez Vega/Foto:María Auxilio Ballinas
Hugo Gutiérrez Vega/Foto:Mariauxilio Ballinas
Hugo Gutiérrez Vega/Foto: Mariauxilio Ballinas

Dame tú lo que el viento no me ha dado.
Se revuelve la sangre en el anhelo
de un país que nunca se precisa.
Recorrer los caminos,
las ciudades de noche,
pasar la tarde sentado junto al río
y después caminar,
redescubrir las calles olvidadas,
pensar que se regresa y saber luego
que la calle ha cambiado.

Hoy me despierto y la desolación,
pequeña como flor,
yace en la almohada.
Todo se va perdiendo.
Agradezco las noches que me han dado,
me inclino en la mañana
y agradezco estos rayos de sol,
pero sé que en la puerta
algo se habrá perdido,
«el esplendor tan encendido antaño»
se ocultará en la sombra,
y aquel muro ya sólo será un muro.
Han perdido las noches su misterio,
su eléctrico silencio,
los rumores de algo que nos espera.
Si fueran mías de nuevo
ya no las dejaría,
pero no lo serán.

En el salón los rayos de la luna
ya no anuncian el triunfo sobre el hueco.
El ser que ya no fui no se lamenta,
no se destroza, no hay desgarramiento.
La retirada se hunde
en un silencio antes desconocido,
la mañana se abre y ya camino
sabiendo que no iré a ninguna parte.

¿En dónde están los pájaros marinos?
¿Dónde la playa,
el cuerpo perseguido a la orilla del mar?
Sólo unas voces en el aire extraño
aplastan mi deseo,
el fatigado rostro de la hoguera
para siempre apagada,
la antigua exaltación hoy hecha trizas,
y este gusto de cal entre las fauces.

¿Regresará la antigua maravilla?
El espejo lo niega,
los conjuros no rompen
la superficie muda,
en su agua mansa flota
una cara cansada.

Y tengo entre mis manos
las naranjas del dia;
¿podré gozar su jugo incandescente,
su fresca carne,
la gentil caricia
de sus gotas de lluvia
en la garganta?,
¿podré volver al prado
donde enciende sus fiestas el verano?

Amaneció en la almohada
una desolación tan pequeñita
como una flor de libro;
encendió la mañana
sus luces enemigas.
Tiemblo sin exaltarme.
Estoy seguro de que mis huesos,
flautas antes llenas
del aire de la vida,
resentirán el frío.
Tal vez el sueño o la humildad,
o tal vez el desprecio
o la compasión tibia,
reemplazarán el exaltado amor.

Entre mis manos
se están poniendo oscuras
las naranjas del día.

Dormir debemos una noche eterna   – IV  – / Hugo Gutiérrez Vega
Poemario: Cuando el placer termine. Ed. Joaquín Mortiz. 1977
Premio de Poesía Aguascalientes 1976