Balada por los muchachos de Ayotzinapa

“A lo mejor un poema no puede cambiar al mundo, pero sí puede crear un diálogo y eso es muy importante por todo lo que está pasando”, expresó el destacado poeta chiapaneco Óscar Oliva, en el homenaje que recibió por su trayectoria dentro del Segundo Encuentro con la Palabra Escrita, realizado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

A propósito de los acontecimientos nacionales, de este homenaje y del aniversario luctuoso del luchador social Lucio Cabañas, Desmesuradas comparte uno de sus poemas de reciente creación:

 

Balada por los muchachos de Ayotzinapa

 

No hay límites para el país del crimen.

No hay nombre para el país del crimen.

No hay país con nombres del crimen.

No hay crímenes para el país del crimen.

 

¿Díganme, en qué país lejano hallarlos?

 

A Décimo Junio Juvenal agrego a François Villon

para componer esta balada, y pido a otros cantores

 

añadan otro estribillo interrogativo: ¿dónde, en qué

país sin crímenes están los muchachos que apenas

se habían desnudado al amor?

 

Ayúdenme a correr junto a un río

que corre con demasiada fuerza.

 

¿En dónde están, en qué casa negra, encapsulados?

 

En la casa blanca no están, ahí ya no habita nadie.

Llegará el tiempo de otras sirenas, de otros sortilegios,

y la blancura como lirio será un resplandor amarillo

 

o un lirio negro al capricho de otra dueña, otra Circe

de engaño, entre leones y lobos del mismo bosque.

 

¿Dónde están, Madre Dolorosa?

 

¿Dónde están las 43 lágrimas de ayer por la tarde?

 

No vamos a averiguar en esta mañana dónde están,

ni en las siguientes mañanas y tardes dónde están,

ni en todo el año, que a este estribillo no nos lleve:

¡Mas dónde están los muchachos de Ayotzinapa!

 

No hay límites.

No hay nombres.

No hay país.

No hay crímenes.

 

Corren con demasiada fuerza.

 

Óscar Oliva

Tuxtla Gutiérrez, noviembre, 2014.

Maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la cual fue líder estudiantil.  En la década de 1970 actuó como  jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero.
Maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la cual fue líder estudiantil. En la década de 1970 actuó como jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escucha el poema en voz del poeta:

No somos más que un pañuelo…

No somos más que un pañuelo

agitado por el viento de los muelles.

Nuestro deseo es llegar

pero siempre nos vamos.

Somos una risa interrumpida por el invierno;

una mañana con sol súbitamente invadida

por los ejércitos de las nubes;

una tarde tranquila sorprendida por la lluvia;

una noche con la luna

cubierta de pronto por el temporal.

Pero… somos y eso no nos lo quita el viento.

 

No seremos, pero hemos sido.

Sirva esto para seguir andando

por el camino siempre interrumpido,

para saber que nuestros ojos

siempre podrán distinguir

las figuras que viven en la otra orilla del abismo.

Foto: Ulises Escudero
Foto: Ulises Escudero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hugo Gutiérrez Vega (20 de febrero 1934. Guadalajara, Jalisco)

Poeta, actor, diplomático, humanista y periodista- El lunes 1 de diciembre, en el marco de la quinta edición de la cátedra que lleva su nombre, la Universidad de Guadalajara le otorgará el Doctorado Honoris Causa.

En protesta

Mi protesta inflamada no es sino el grito de mi alma

Emiliano Zola

Quiero irme a mi pueblo, lejos, muy lejos.

Volver a mi casa donde mi ventana está pintada de

rojo

y el frío marcha por las noches como un soldado

cubierto de niebla.

Quiero ir a mi pueblo, a que me cure el viento de la

madrugada.

A que me vean mi padre y mi madre.

Quiero oír las campanas de bronce, los cerros azules

que suenan cuando llueve;

los altos vientos como ángeles airados,

el Grijalva que se desborda al vientre de la tierra.

 

Luego me viene un ansia, un malestar, un hombro

alucinante nace

de mi espalda, rompe mi clavícula y me detiene a la

mitad de la calle.

¿A qué esperar? Quiero una boca donde dejar mis

labios;

una palabra en voz alta, dicha en mexicano.

 

Estoy ahíto, deslumbro como un animal, disconforme.

Con rencor hacia los hombres miserables.

Porque miserable es lo que dicen, miserables sus

cabezas,

miserable lo que comen. Miserables sus trajes, sus

pañuelos, sus intestinos.

Ahora odio.

Ahora congoja, ahora zapato; ahora, rodilla, no

tiembles.

 

Me vienen ganas de pelear.

Viene una garganta al encuentro de mi voz,

me viene un niño descalzo de palabras y ademanes

que se alborota como un pequeño pájaro.

¿A cómo estamos? Me pregunto.

Acomodo el día.

¿A cómo la comida? ¿A cómo la risa? ¿A cómo la vida?

Acomodo mi cuerpo.

Para darle gusto a mi sangre estoy vivo, para darle

ganancia.

Estoy alerta contra los enemigos, estamos alerta.

Nos han pateado, nos han encarcelado.

Nos meten agujas debajo de la lengua.

Resistimos.

Como los árboles ante el empuje del viento.

¿Y Vosotros qué, y ustedes cuándo? ¿ahora ellos, mañana (no quiero ni pensarlo), tal vez tú y él?

¿cuándo vamos a luchar, cuándo vamos a luchar y

clamar y clamar?

Y bien ¿ahora qué?

¿ahora qué, nosotros?

¡Arriba!

Arriba no pasa nada.

Pasan nubes.

¡Arriba el mitin de los trenes!

¡Arriba la huelga en la mina de hambre!

¡Arriba el acento que trastorna las vocales!

Arriba, las nubes se amontonan como piedras.

 

¿Para qué refugiarse entre los tuyos? No vayas a

ninguna parte.

Decide tu casa, decide el movimiento

de las Estaciones.

No digas más, “si algo pasa que lo cargue el viento”.

No busques remedio a tu dolor, no busques quién te ampare.

No busques el color de la cal en las paredes.

Cuídate de la tos del espíritu, de la tuberculosis de

la indecisión,

de la calentura del lodo.

No busques una mano que te consuele, un abrigo que te

abrigue.

 

¿Dónde nos encontraremos? ¿Dónde avistaremos la calle?

Hay que alistarse,

salir de los hospitales en muletas,

brincar en la mesa de operaciones.

¡Alerta! ¡Alerta!

Parte el viento rumbo al sur. Parte el viento como

una espada.

 

Pero dirás: “primero son mis ojos que se sorprenden con

el descubrimiento de la luz;

primero es el hambre que golpea mi estómago”.

Pero dirás: “primero es curarse, tomar el remedio que

te salve”.

Pero dirás: “yo no quiero escupir sangre en la banqueta

que pisan los niños”.

Pero dirás:” amo el mar”.

Pero dirás: “amo”.

 

Entonces, hay que luchar.

Pelea, fatiga. Pelea, cama, contra mis huesos.

Pelea contra los indignos de llamarse Pedro

o Nicolás.

Pelea, piedra.

Pelea, obrero.

Pelea, aire, contra las aves.

No veles más tu cuerpo.

Asiste a tu muerte.

No veles la noche.

Pelea, luz; pelea, amigo.

 

Si viene el amarillo dale una luna para que aprenda.

Si viene el azul enséñale la línea del horizonte.

Si viene el rojo dale una bandera,

dale tu sangre, aliméntalo en tus venas.

 

Las paredes dicen: levantamos un cuarto.

El calendario señala el día tres de abril como un día

imperecedero.

La ciudad de México está bajo un cielo de humo.

El tórax no me duele; me duele nombrarme a grandes

voces.

Hay un precipicio entre mi boca y mi estómago.

El Diablo carcelero ha cerrado la puerta, ha abierto la

oscuridad,

ha roto la rebelión de los dignos.

Las cadenas dicen: nos enredamos en sus manos como

culebras.

Los altos funcionarios hacen concesiones a la muerte.

Pero las sillas dirán: no se sienten los culpables,

los matadores.

Las casas dirán: no entren.

La enfermedad que mata dirá: asesinos.

Yo diré: asesinos.

Acuso el hambre de matar al estómago, de herir a las

costillas,

de acabar el paso, de abrir los pómulos de la cara,

de enflaquecer la vida.

Yo acuso al agua que da de beber a los criminales.

Yo acuso al aire malo y enfermo.

Yo acuso al señor día, de vivir entre bandidos.

Al señor animal,

al señor banquero,

al señor piedra,

al señor político,

al señor dinero,

de presentarse y de inclinarse ante el señor Estado

que les da de beber y comer para mantener el crimen.

Yo acuso a los periódicos de toda falsedad,

yo acuso al ejército de estar contra el pueblo,

yo acuso a la juventud de ancianidad,

y a los muertos que no hicieron nada, los aborrezco.

No tengo nada contra nadie: nada más odio a los

conformes,

a los aduladores del oro.

Yo acuso a mis hermanos, a mis amigos.

Yo acuso a mis ojos de ceguera,

a mis piernas de no andar,

a mis uñas de tullir a mis dedos:

yo acuso a mis palabras incoherentes,

yo acuso a mi corazón de no gritar,

a mis manos de no empuñar una lanza que derrumbe

al día,

yo acuso a la enfermedad que me doblega

como un árbol lleno de llagas en la corteza,

yo acuso, en fin, a la noche,

de haber violado a una rosa que no era la culpable de

ningún crimen.

 

Por esto, por el fuego,

por la escritura de mi lápiz,

un día más, un mes tan sólo, un año me voy, otro me quedo.

Por mí,

por nadie,

por la vesícula del aire,

por el remolino de mi dolor,

yo estoy.

Yo estoy, sí, esperando la lluvia.

Yo espero sanar y estar bien por el invierno.

La primavera me ha hecho mucho daño.

Ahora mi palabra es ronca, y mi boca tiene tos,

y quiero irme , pero no quiero irme.

 

Estoy bien, amigos míos; estoy mejor.

Me alzo sobre el mar, y veo.

 

El viento es el cordón umbilical de las montañas.

Padezco el mal de amar a mi tierra,

de amar a mis huesos, de amar a mis hermanos.

Porque México, México, mi México.

 

1968

 

2014

 

 

 

En protesta / Óscar Oliva (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1937)

Fuente: Trabajo ilegal. Poesía 1960/1982. Editorial Katún. 1985.

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hoy, 25 de noviembre del 2014, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, leemos en el diario El Universal, que el cuerpo de una mujer fue hallado en los baños públicos de la estación Constitución de 1917, de la línea 8 del metro en la ciudad de México.

No hay más información. Surgen las interrogantes. ¿Quién es ella? ¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Cómo?

Silencio… silencio…

 

Foto: Beksinski Zdzisław
Foto: Beksinski Zdzisław

Huelga

Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.

Gioconda Belli

La expiación

Estoy aquí detenido, en medio, sin objeto.

Puede caer el mundo sobre mi cabeza

y con el mundo los hombres y los animales.

Mas yo busco las piedras, las más profundas piedras,

busco las iglesias y las piedras de las iglesias,

las piedras de los apóstoles y de los profetas,

las piedras de las piedras.

 

Porque sólo las piedras lloran

y tienen ojos

y están tristes en mitad del camino

como yo, que soy una piedra sin límites

cansado y sin océano.

Foto: Juan Rulfo
Foto: Juan Rulfo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La expiación (fragmento) / José Revueltas

Cómo mirar la Revolución Mexicana

Sobre la Revolución Mexicana se pueden escribir y decir muchas cosas, por ejemplo de su influencia en la literatura, en la música, en el cine, en la moda, en la gastronomía, etcétera.

Desmesuradas detiene su mirada en la fotografía.

Y si bien es cierto, en ese tema hay nombres que son más que reconocidos por su destacada obra: Víctor Casasola, Gerónimo Hernández, Hugo Brehme, Antonio Garduño, Abraham Lupercio, Manuel Ramos y Heliodoro J. Gutiérrez, nosotras queremos reconocer a una mujer que ha sido calificada como la primera mujer que retrató a la Revolución, por lo menos en el Sur de México.

Sara Castrejón Reza, nació en Teloloapan, Guerrero el 16 de agosto de 1888 y murió el 4 de noviembre de 1962 en el mismo pueblo que la vio nacer.

Sus primeras fotos de la Revolución están fechadas el 26 de abril de 1911, cuando las tropas maderistas encabezadas por Jesús H. Salgado tomaron Teloloapan, Guerrero.

Según estudios, Sara Castrejón tomó las primeras imágenes 14 días antes que la estadounidense Esther Eva Strauss, quien era reconocida como la primera fotógrafa de la Revolución Mexicana.

 

 

Y para conocer más de esta pionera, Desmesuradas recomienda:

Sara Castrejón. Fotógrafa de la Revolución. Samuel Villela Flores. México. INAH, 2010.

Dame mi soledad

Quiero que me hagas el olvido

como antes me hacías el amor

 

Vendrás.

No tengo ganas de arreglar el cuarto

donde descansaremos o haremos el amor

(según el ánimo, la luna llena

el tráfico con que te hayas enfrentado).

Debería hacerte de comer, lavar los trastes,

así como llevé tu traje a la tintorería.

Pero hoy no tengo ganas de hacer esas cosas,

de vivir el lugar común en que vegeto

junto con las vecinas de abajo y de arriba.

 

El viento de la tarde me recordó el mar,

después vino la lluvia y con ella los sueños.

 

Hoy quisiera acostarme sobre la arena húmeda;

navegar hasta que el cansancio nos deje a la deriva;

liberarme de las cuatro paredes de la rutina;

amanecer sin prisa, buscar leña

y hacer una fogata a la orilla de un río;

aprender los caminos de tus ojos

como si fueran los de un desconocido;

navegar o convertirme en espuma,

en alga, en estrella de mar, en erizo;

pero ya ves,

tu burocracia sólo me da la posibilidad del sueño

y aunque somos amantes, yo cada vez te siento

más esposo y menos compañero.

Foto: Gilles Caron
Foto: Gilles Caron

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dame mi soledad (fragmento) / Marisa Trejo Sirvent (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1956)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

Canto irrevocable

Quisiera tener un corazón lleno de trigo

y mi pobre corazón es muy pequeño.

 

Hay que hacer un gran río del mundo,

juntar nuestros pulsos hasta formar un gran cielo.

 

Un cielo del que llovamos redivivos,

nuevos, virtuosamente limpios y dispuestos.

 

Foto: François-Marie Banier
Foto: François-Marie Banier

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canto irrevocable (fragmento) / José Revueltas

Verde embeleso de la vida humana

Verde embeleso de la vida humana,
loca Esperanza, frenesí dorado,
sueños de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;

alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor imaginado;
el hoy de los dichosos esperado
y de los desdichados el mañana:

sigan tu sombra en busca de tu día
los que con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;

que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.

Foto: Alberto García Alix
Foto: Alberto García Alix

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Verde embeleso de la vida humana… / Sor Juana Inés de la Cruz

Señor Cartero, ¿tiene algo para mí?

Cuando era niña aprendí a escribir cartas, recuerdo que se volvió algo cotidiano cuando mi mejor amiga de infancia Blanca Esthela se mudó a Tapachula; a partir de ese momento, mis visitas a la oficina de correos eran frecuentes.

Llegaba con mi sobre blanco, compraba el timbre y me iba a la mesa de apoyo a pegar con saliva los timbres en el sobre, era una emoción especial que sentía al depositarla en el buzón de Terrestre y soñaba que llegara la ocasión en que pudiera colocarla en el de servicio Aéreo.

Así también me encantaba mandar telegramas, era un reto escribir lo que yo quería expresar a mi amiga en unas cuantas palabras. Regularmente íba con mi mamá a las oficinas de correos los sábados muy temprano y de ahí caminabamos al mercado.

Cuando regresaba de la escuela preguntaba si había llegado el señor cartero y muchas veces salía corriendo a la calle cuando escuchaba el sonido de su silbato, sólo para saber si había llegado correspondencia para mí. Lo veía llegar caminando y cargando su mochila de piel, donde llevaba las cartas.

A lo largo de mi vida he escrito cartas a amigas y amigos de diferentes partes del país. Pasó el tiempo y dejé de intercambiar cartas con ellos, aunque no dejé de escribir misivas, con la diferencia de que las entregaba personalmente. Ahora escribo correos electrónicos. Dejé de frecuentar la oficina de correos, ya no escribo cartas postales.

Hoy me he detenido un momento, atendiendo a mi nostalgia, para rendir un homenaje a esas personas que son el puente entre el emisario y el receptor, portadores de buenas y a veces no muy gratas noticias, que forman parte de nuestra cotidianidad, la ciudad se escucharía distinta sin el silbato que nos anuncia su llegada.

Lo veo acercarse, viene con su bicicleta, extiende la mano para saludarme es Édgar Andrey Mazariegos Salazar, quien ha permitido hacerle unas preguntas para conocer más sobre el oficio que ha ejercido durante 13 años: Cartero.

Don Édgar recorre la zona poniente de la delegación Terán, es una de las diez personas que se dedican al reparto, son tres en bicicleta y siete en motocicleta. Laboran de lunes a sábado. Todos los días hay reparto y entregan un promedio de 300 a 400 sobres al día “siempre hay trabajo, hay etapas que se carga la correspondencia y otras etapas donde baja, aunque no tanto; pero cuando hay mucho trabajo le echamos los kilos y a veces repartimos hasta 600, 700 sobres”.

¿En qué lleva la correspondencia?
En una canastilla por lo práctico. Antes me imagino no habían tantas empresas para publicitarse, se llevaban más cartas, pero ahora como hay correspondencias de revistas, o sea más grandes, tiene que ser en canastilla para que entre todo lo que llegue.

Uno se quedó en el ideal de las bolsas de piel...
Es algo lindo, pero el correo tiene que ir evolucionando conforme a los tiempos, no debemos de quedarnos en el tiempo de atrás sino que hay que ir siempre conforme va el mundo.

¿Qué tipo de correspondencia entrega más?
Estados de cuenta de los bancos y recibos de teléfonos. En los meses de noviembre a diciembre hay mayor correspondencia porque las empresas mandan regalos, publicidad y a veces las personas que están en el extranjero mandan correspondencia a México.

¿De qué países ha repartido más correspondencia?
De China, Estados Unidos, España, Hong Kong, Filipinas. Es padre porque uno nunca en su vida va a estar allá, sin embargo, pasan por mis manos esos paquetes que vienen para México y la persona los recibe muy contenta, incluso a veces se la pasa preguntando: ¿oye no ha llegado mi paquete? Son como niños esperando un juguete. El correo es mundial y va a perdurar por mucho tiempo todavía.

¿Considera que Internet es una amenaza para los servicios postales?
Pienso que no porque mucha gente prefiere seguir recibiendo sus estados de cuenta o alguna carta o anuncios en papel, pienso que el correo va a seguir viviendo. Vive en otros países más desarrollados y acá en México vamos al día.

¿Sabe si aún hay personas que coleccionan timbres postales?
Sí, de hecho cuando salieron los timbres de Memín Pingüín, rápido se terminaban ya que los llegaban a buscar para coleccionarlos.

El cartero / Foto: Galatea Xalli
El cartero / Foto: Galatea Xalli

Los carteros continúan realizando su labor ya sea a pie, en bicicleta, motocicleta o automóvil, nuestro entrevistado nos comparte su experiencia al respecto: Depende del área, uno se tiene que adaptar, ya sea en una ruta con motocicleta o una con bicicleta. He pasado por tres rutas. Cuando ingresé a correos no sabía manejar motocicleta y aprendí. Estuve cuatro años en moto y llevo como ocho  años en bicicleta.

¿Fue difícil el cambio?
Fue difícil y a la vez bonito ese ejercicio que se va haciendo. La primera vez que me fui en bicicleta, mis pantorrillas las sentía bien duras. Ahora al contrario pedaleo, pedaleo y como si nada.

¿Cuántas horas pedalea al día?
Salgo a reparto a veces a las nueve, nueve y media, ya termino como a las dos, dos y media. Sería alrededor de seis horas y media.

Bastante tiempo…
Sí, es bastante tiempo pero conforme va uno pedaleando, viendo, saludando y dejando, no se siente el camino, se siente cuando está uno en la oficina, pero como es algo cotidiano, se va uno adaptando.

El Día del Cartero y del Empleado Postal fue establecido el 12 de noviembre de 1931 en México como un reconocimiento al trabajo de estas personas que son considerados también héroes anónimos. Se calcula que hay más de 10 mil carteros en el país. Le preguntamos a don Édgar  ¿por qué se dedica a esto?, ¿y qué era lo que más le gusta de su trabajo?, ¿y si no fuera  cartero a qué se hubiera dedicado?

“Me llamó la atención el correo para servir a las personas, es bonito relacionarse con los demás. Lo que más me gusta de mi trabajo es que cuando salgo al área de reparto, a la calle, me topo con los saludos de la gente y se me olvidan los problemas que tengo, me enfoco en mi trabajo y es algo padre porque a veces si salgo de mi casa medio cabizbajo ya en el área de reparto es divertido porque me encuentro a personas diferentes.

Sino me dedicara a esto sería maestro, eso me encantaba: dar clases, inclusive di clases en comunidades rurales a través de Conafe y en sí mi camino era el magisterio pero se atravesó esto del correo y es también un trabajo digno y bonito.

Cuando me levanto le doy gracias a Dios por el nuevo día de estar vivo y tengo que ir motivado al trabajo ya que es una parte del sustento que me da para que mi familia salga adelante y más a uno, que es la cabeza del hogar; sale uno a la calle con ganas y termina cansado, pero satisfecho de haber cumplido la jornada y muy contento”.

En la actualidad existe una amplia gama de medios de comunicación modernos, pero ninguno ha podido reemplazar el servicio postal totalmente, es por ello que la labor del cartero sigue siendo de suma importancia, quien con entusiasmo y astucia se las ingenia para que los paquetes lleguen a su destino:

¿Cómo se anuncia cuando llega a una casa? ¿Con el silbato o ya no se usa?
Sí se utiliza el silbato, se pita el silbato para que la persona vea que realmente es el cartero que está en la puerta, para que no vaya a pensar que es otra persona.

¿Cuántas veces llama el cartero a la puerta?
Se toca dos o tres veces pero en sí hacemos un poco de tiempo.

Dicen que el cartero se sabe más el nombre y el apellido del destinatario que la dirección, ¿es cierto?
Sí, porque hay direcciones que no traen números y uno se lo tiene que memorizar por el nombre de la persona y el apellido. Inclusive cuando voy repartiendo, saludo a las personas ya no tanto por su nombre sino por su apellido y ya la persona también me saluda amablemente.

¿Ha tenido problemas para entregar alguna carta?
A veces que están unos perros bien bravos, como que entra un poco de temor acercarse a la casa por el perro. Cuando voy a dejar una correspondencia y veo un perro que está ladrando, utilizo mi protección que es mi bicicleta y así me doy la vuelta o le bailo la bicicleta alrededor para que me proteja y le hago la finta de que le voy a arrojar una piedra y sale corriendo el perro.

Cada vez son menos las cartas personales que se envían por el servicio postal, ¿será que los carteros aparte de repartir cartas también escriben y reciben?

Usted ¿recibe cartas?
Sí recibo cartas (risas) aunque sea de estados de cuentas pero recibo cartas y no falta sobres que mis hijos me mandan, sí recibo.

¿Y las escribe?
¡Claro! Sí escribo cartas a un programa muy bonito que es para niños y a veces me he tornado a mi mente infantil para escribirle a mis hijos y ponerles dibujitos en los sobres.

¿Aparte del programa que menciona le escribe carta a sus amigos o familiares?
Sí, cuando estaba en Cintalapa y mi pareja vivía acá en Tuxtla, sí lo frecuentábamos, es bonito plasmar en papel los pensamientos, lo que uno piensa y la forma de dibujar, no importa si dibujas bonito o feo pero es tuyo, es original. A comparación de ahorita por el teléfono y todo eso, creo que todo es superficial.

¿A su esposa la enamoró por cartas?
Sí, parece que sí (risas).

Édgar Andrey Mazariegos Salazar, profesión Cartero / Foto: Galatea Xalli
Edgar Andrey Mazariegos Salazar, profesión Cartero / Foto: Galatea Xalli

Te invitamos a escuchar el recorrido sonoro del Cartero:

https://www.archivosonoro.org/archivos/cartero-y-la-bicicleta/

 

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Silueta

Lugar de nacimiento:  Cintalapa de Figueroa
Edad:  37 años
Número de hermanos:  Somos dos
Estado civil:  Casado
Número de hijos:  Dos niños
Pasatiempos: Jugar con mis hijos y escuchar música
Música:  De todo un poco. Más me gusta la música de los ochenta en inglés
Película:  Las de Cantinflas
Comida:  Los frijolitos con plátanos con crema y queso encima
Rituales:  Antes y después de dormirme darle gracias a Dios porque estoy aquí, porque me ha regalado una familia y lo más importante: tener este trabajo.

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En Corto

Carta: Forma de comunicarnos con las personas
Código Postal: Poder diferenciar una colonia de otra
Destinatario: Amable
Bicicleta: Parte de mí y de mi salud
Silbato: Una parte de comunicación
Reparto: Algo lindo

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