Me verás perdido en cada capa del mundo
Si alzas la cabeza, si bajas la persiana,
si sales al balcón, si regresas a tu cuarto
Estaré ahí, aunque nada te motive a pronunciarme
Aunque nunca te percates de mi boca
Aunque creas que el reflejo de la luz te cubre
Aunque vengas tan dispuesta y tan ufana
Me verás, a propósito de cualquier luna
Descendiendo de un trapecio, allanando tu mirada,
devolviéndote las ansias sin culpa,
la moral de tu fluido carmesí
Estaré porque todo me seduce
La fusión de la seda y el encaje
El alcance persecutorio del violín
La magnífica obertura de los cuerpos
La victoria que sólo ocurre en la noche
Gustavo Ruiz Pascacio (Tuxtla Gutiérrez, 1963)
De su más reciente poemario: No viene la primavera en las líneas de mi mano
¿Quiénes son?, ¿están perdidos?, ¿por qué?, ¿están muertos?, ¿ya están muertos?, cuestiona un pequeño vendedor de palomitas y chicharrines a una mujer que sostiene un cartel con las fotos y nombres de los 43 normalistas de la escuela Isidro Burgos, de Ayotzinapa, desaparecidos entre el 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero, México.
La mujer se nota incomoda ante las preguntas y sólo responde un sí, en voz baja. El niño sigue observando el cartel mientras come una palanqueta, “son muchos”, dice y se pierde entre la gente.
Texto y fotos: Leticia Bárcenas González
El contingente al que pertenece la mujer, salió del parque Jardín del Arte a las cinco de la tarde, entre consignas: “Esta marcha no es de fiesta, es de lucha y de protesta; ¡Justicia, justicia, justicia!; Vivos se los llevaron, vivos los queremos; Ayotzinapa vive y vive, la lucha sigue, sigue; Porque el color de la sangre jamás se olvida…”
Unos jóvenes aprovecharon los viniles que anunciaban el encuentro entre la selección mexicana de futbol y la selección de Honduras, y otros que muestran diversos apoyos del gobierno a mujeres y campesinos, para hacer en el reverso de éstos pintas con aerosol en las que manifestaban su repudio a los acontecimientos y pedían justicia.
En la calle algunos automovilistas no entendían de qué se trataba la marcha y mostraban cara de disgusto, otros se detenían a observar. Antes de la marcha un médico dijo “es necesario dejar claro que este no es un movimiento magisterial, somos la sociedad civil que se organiza para demostrar que está cansada de lo que está haciendo mal el gobierno”.
El calor no cedía. Los clicks de las cámaras tampoco, la foto del contingente, la foto a la máscara de cerdo, la foto a la chica guapa, a aquella otra con su bicicleta y playera verde fosforescente. A las mantas, a las cartulinas.
Un chico, de cabello rizado y una banda roja sujetándoselo, empezó a pasar lista a los normalistas desaparecidos:
Víctor Manuel González Hernández: ¡Presente!
Saúl Bruno García: ¡Presente!
José Ángel Navarrete González: ¡Presente!
Jorge Aníbal Cruz Mendoza: ¡Presente!
José Ángel Campos Cantor: ¡Presente!
Jorge Álvarez Nava: ¡Presente!
Ismael Caballero Sánchez: ¡Presente!
Y continúa la enumeración para terminar exclamando a una sola voz: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
La gente en las calles voltea, los empleados de los negocios salen a la banqueta, leen las mantas, algunas personas se asoman desde los balcones o ventanas de los segundos pisos, se solidarizan o muestran enfado.
El ruido de los autos y los cláxones no logra silenciar las voces: “Alerta, alerta que camina la lucha estudiantil por América Latina…”
Puños en alto, aplausos, pasos calmos, no hay prisa por llegar, el otro contingente viene del lado poniente. Al pasar frente a las instalaciones del Partido Verde Ecologista los gritos de “esos son, esos son, los que chingan la nación”, no se hicieron esperar.
“Lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por un gobierno obrero, campesino y popular”, esa y otras consignas hacen recordar algunas marchas de 1988, en las que estudiantes, amas de casa, trabajadores y campesinos, apoyaban la candidatura de Rosario Ibarra para presidenta. Las consignas no han cambiado…
Doña Rosario, esa “ama de casa, de vida breve, común y corriente” como la describió una vez la escritora Elena Poniatowska, inicia su lucha en 1973, cuando su hijo Jesús Piedra es desaparecido por el gobierno represor, y se convierte paso a paso en un símbolo, en un espejo de las contradicciones del sistema político mexicano. Su voz es la voz de madres y padres que en su familia padecieron la brutalidad del aparato policiaco y que dejó en claro la falta de garantías para aquellos que se atreven a disentir.
41 años han pasado desde la desaparición de Jesús Piedra Ibarra y hoy, la sociedad mexicana tiene una larga lista de jóvenes por quienes levantar el puño y gritar: “Gobierno farsante que matas estudiantes…”
Hay momentos en que el calor o la desesperanza, no lo sé, hace parecer que los gritos en realidad son un lamento, una oración.
Al llegar al parque central se unen más personas que por diversas circunstancias no participaron en la caminata pero llegan a demostrar su solidaridad, algunas se saludan con alegría, con el gusto que da el reencuentro de amigos.
Empieza el acto protocolario, un joven lee una carta dirigida a un normalista de Ayotzinapa.
Las cámaras y los celulares sirven para hacer el registro: el orador, la multitud, los carteles, los rostros de quienes desde el balcón de palacio de gobierno observan, la chica con una bandera blanca y negra, los mismos fotógrafos. Que no quede en blanco la memoria.
El ular de las sirenas de una ambulancia distrae a la audiencia. El chico termina su lectura levantando el puño. Un hombre delgado, de playera azul y lentes oscuros, ha estado muy atento, se nota conmovido y aplaude. Vuelve la consigna: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Toman la palabra diversos oradores; la música también sirve para expresar el repudio a la violencia: “Ya no más sangre, ya no más muertes señor presidente…” canta Aire Nuevo Music & Feeling
Llega un contingente de docentes de la sección 7. Traen consigo cajas forradas para simular féretros, veladoras y más pancartas. La tarde empieza a caer, las voces de los nuevos oradores también… los ánimos vuelven a revitalizarse, se invita a una profesora normalista de Ayotzinapa a tomar la palabra, nombre a los estudiantes que fueron sus alumnos.
Arriba al zócalo tuxtleco el contingente de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Mactumactzá, visten playera negra la noche los recibe al igual que la gente reunida; se desplazan ordenadamente, colocan en el piso una manta roja y se colocan alrededor de ella, del lado sur los hombres, del lado norte las mujeres, al poniente hombres y al oriente la gente los observaba, los escucha atenta: “Hasta la victoria siempre, sí señor; hasta la victoria siempre, sí señor…”
Encienden veladoras, dos oradores más toman la palabra. Por hoy, termina el evento.
La lucha seguirá dicen a coro los normalistas presentes.
La noche cobija la plaza, los pasos se dispersan, las voces se niegan al silencio.
¿Alguna frase o pensamiento que recuerdes de Mafalda?
“La vida es linda pero algunos confunden lo lindo con lo fácil”
“No pido que me amen, con que no me jodan es suficiente”
“No sé si enamorarme o hacerme un sandwich, la idea es sentir algo en
el estómago”
“Felipe ¿qué querés ser cuando seas grande?
–Lo mismo que mi papá cuando era niño”.
“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”
¿Algo más que recuerdes?
-Conocí a Mafalda en la televisión, ya de adulto me enteré que era de
una tira de dibujos.
-Una de las cosas que más recuerdo de ella es cuando conoce a la
pequeña Libertad en la playa.
Mafalda y Gaby
-La recuerdo subiéndose el vestido para revisar su ombligo y respira
aliviada que ella no es Made in China.
-No sé cuál decirte, es que hay muchas que me encantan de ella, es genial.
¿Cómo se llama el creador de Mafalda?
-No lo sé.
-No lo sé y no me importa (risas) ella me encanta.
-Quino.
-Francisco, no sé en realidad.
Amigos de nuestra generación contestaron con una sonrisa al cuestionarlos sobre su experiencia con Mafalda, que este 2014 cumple 50 años de vida, y sigue tan vigente como en sus inicios por los temas universales y la sencillez con que los aborda, por lo que ha destacado no sólo en Latinoamérica sino en otros países del mundo.
Miguelito
Pero quién está detrás de esa niña que odia la sopa y cuestiona constantemente a su papá y a su mamá, que en sus juegos aparentemente inocentes nos pone un espejo para vernos desde dentro como humanos: Joaquín Salvador Lavado Tejón, el humorista gráfico quien desde 1964 hasta 1973 con su magistral oficio heredó un legado a la humanidad.
Mafalda y Emilio
Mafalda no está sola, como todos nosotros tiene amigos y cómplices de juegos que le ayudan a traducir la realidad: Felipe, el fans número uno del Llanero Solitario y los crucigramas; Manolito Goreiro, quien odia a los Beatles y a Susanita; Susanita Clotilde Chirusi, que a su vez odia a Manolito y los divorcios; Libertad, que ama las revoluciones, las reivindicaciones, la cultura y por supuesto la LIBERTAD, así, con mayúsculas; Miguelito Pitti quien ama en primer lugar a Miguelito, en segundo lugar a Miguelito, en tercer lugar a Miguelito y después, mucho después, el jazz y los discursos inútiles; también la acompañan su papá y su mamá a quien a veces llama simplemente Raquel y Guille, el hermanito menor que nació en el revolucionario año de 1968 y ama por sobre todo a Brigitte Bardot.
Juntos han desafiado al tiempo y al olvido.
Una tarde, por invitación de un amigo, las Desmesuradas decidimos escaparnos de los baches y el calor de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez para lanzarnos a la lluviosa ciudad de San Cristóbal de Las Casas y visitar la exposición “Mafalda 50 años”, planeada y producida por la organización mexicana sin fines de lucro, Germinalia. Estábamos intrigadas de cómo sería la exposición de una tira cómica.
Mafalda y Lety
Deleitadas paseamos por los hermosos corredores e instalaciones de La Enseñanza, Casa de la Ciudad, donde encontramos no sólo la descripción detallada de cada uno de los personajes que integran la tira cómica sino también a los personajes a gran escala, así como una magnífica recreación de la casa de Mafalda. No perdimos la oportunidad de tomarnos fotos y divertimos con las instalaciones artísticas.
Así que si deseas saber más sobre la historia y evolución de Mafalda, aún estás a tiempo de escaparte a San Cristóbal y asistir a la exposición que estará abierta hasta el 5 de octubre. Y si eres fans de Mafalda, es tu oportunidad de tomarte fotos con los personajes y comprar las tiras completas o algunos suvenires del personaje.
Además, si deseas compartir alguna experiencia de cómo Mafalda ha estado presente en tu vida podrás escribirla y participar en el concurso “Mafalda en tu vida”.
En esta ocasión se rendirá homenaje al profesor chiapaneco Francisco Castellanos Zavala, alias «El Pacho».
Congreso Nacional de Danza Folclórica / Foto: Cortesía
Maestros de danza folclórica procedentes de diferentes entidades de la República se concentrarán en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, del 20 al 27 de julio de 2013 para realizar el XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana, que está dedicado como un homenaje al profesor chiapaneco Francisco Castellanos Zavala, más conocido en su faceta de comediante con el nombre de “El Pacho”.
La Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. (ANGDFMAC), desde su fundación tiene como objetivo conocer y promover las tradiciones y costumbres de nuestro país por medio de la realización de convenciones nacionales, en esta ocasión la Delegación Chiapas es la sede y la delegada, maestra María Esther Zúñiga López nos platica sobre la organización de este evento y por qué se le dedica al profesor Castellanos Zavala.
“El profesor Francisco Castellanos fue una persona muy tenaz, muy luchadora; se caracterizaba por hacer las cosas con mucha pasión, con mucha entrega; además de ser cómico, él hacía teatro y sobre todo fue bailarín de danza folclórica, se inició con el maestro José de Jesús Matus Marina en el Conjunto Folklórico Magisterial de Chiapas, más adelante le surge la idea de formar su propio grupo, el Grupo Folclórico Zoque, posteriormente decidió trabajar sólo con su personaje “El Pacho”.
Precisamente por esta entrega, Castellanos Zavala recibió la invitación del maestro Luis Antonio Reyna Bustamante, presidente de la ANGDFMAC, para que asistiera al II Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana; sin embargo, fue hasta el III Congreso que asistió, invitando a su vez a la maestra Esther Zúñiga, quien recuerda: “Tomé cursos de verano con él en el ISSSTECH, después de eso me invitó a bailar con el Grupo Folclórico Zoque, además supo que aparte de que estaba bailando con su Grupo, también trabajaba en el Ex Convento de Santo Domingo, en Chiapa de Corzo, como maestra de danza. Él siempre tuvo muy buen concepto de mí y me dijo que me había considerado para ir al Congreso porque observaba que era muy disciplinada y veía mi trabajo.”
En el 2001, el licenciado Castellanos y la maestra Zúñiga se arriesgaron a organizar el Congreso Nacional, siendo sede Chiapas por primera vez. Después de este evento, Francisco Castellanos fue nombrado Delegado por Chiapas, aunque por diversas razones su presencia en los congresos fue disminuyendo, quedando como única representante del estado la maestra Zúñiga López: “no había más gente de Chiapas hasta que él mandó a otro maestro y cuando él sintió que ya no podía continuar asistiendo a los Congresos, el maestro Reyna Bustamante le dijo que yo estaba propuesta como delegada, el profesor Francisco me dijo que me lo merecía por mi trabajo y constancia, a raíz de eso yo tomé la Delegación”, cuenta la maestra Esther.
Después de dejar la Delegación, Francisco Castellanos fue nombrado Maestro Consultor que es un honor que se les otorga a los maestros que tienen una trayectoria en investigación o como maestros de danza en sus estados, él realizó una investigación sobre el Carnaval Zoque Coiteco y esa fue una de sus grandes aportaciones a la Asociación, aunque es poco conocido por esta faceta.
“A él le apasionaba mucho la danza folclórica, es algo que disfrutaba hacer y compartir; el hecho de que haya una Delegación de la ANGDFMAC en Chiapas se le debe a él, porque él fue el fundador; cuando supo que íbamos a volver a ser sede, se emocionó mucho porque aparte de ser nuestro Maestro Consultor iba a ser nuestro Maestro Informante del Carnaval Zoque Coiteco, por los antecedentes que tiene de su investigación y también por su repertorio de la Depresión Central”, cuenta con emoción la delegada Zúñiga López y explica que por esta trayectoria como maestro de danza y como Delegado, se decidió que este Congreso se dedicara a su memoria.
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]El profesor Francisco Castellanos Zavala falleció en diciembre del 2012 en un accidente automovilístico, al regresar de una presentación con su Grupo Folclórico Zoque.[/rescue_box]
Profesor Francisco Castellanos /Foto: Cortesía
Actualmente la Asociación Nacional de Grupos de Danza Folclórica Mexicana A.C. cuenta con 12 delegaciones activas, es decir que cuentan con un Delegado, hay estados que asisten a los congresos pero que no tienen una Delegación, porque uno de los requisitos para ser designado como tal es la disciplina, la dedicación, el trabajo (presentaciones e investigación), las aportaciones y en algunos casos cuando se opta por organizar un congreso o bien por su trayectoria como maestro en su estado. De Chiapas existen siete profesores congresistas pero eso no significa que vayan a ser parte de la Delegación.
El XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana
México es un país muy rico en cultura folclórica, cada estado tiene algo diferente por su folclore, por todo lo que puede ofrecer por eso cada Congreso es diferente.
Una de las aportaciones que se verán en este XXIV Congreso Nacional de Danza Folclórica Mexicana, que tendrá como sede el estado de Chiapas, será dar a conocer la evolución del traje de Chiapaneca.
“Considero que este Congreso es una excelente oportunidad explicar, según investigaciones, cuál es el origen real del traje de chiapaneca, es algo indispensable no sólo para los congresistas sino para nosotros mismos, los chiapanecos, que andamos con muchas confusiones al respecto”, señala la Delegada y cuenta que en los congresos a los que ha asistido, cuando la ven con el traje de chiapaneca sus compañeros le dicen que es muy hermoso, que quieren uno igual y le piden tomarse fotos con ellos pero es complicado explicarles su origen.
“En el Congreso del 2001 nuestras aportaciones fueron dar a conocer el origen de la danza de los parachicos –en ese tiempo el doctor Nereo Nigenda Fernández acababa de publicar su libro sobre el origen de esta danza-, y revelar que el creador de la música de la pieza “Las Chiapanecas” es el doctor Bulmaro López Fernández y no Juan Arozamena Sánchez, a quien se le ha dado el crédito por mucho tiempo aun cuando el sólo hizo la coreografía”, cuenta la maestra Esther Zúñiga y explica que la pieza en realidad nos se llama Las Chiapanecas sino La Chiapaneca porque Bulmaro López la escribió para su novia y se lo llevó en serenata como regalo por su cumpleaños, incluso en Chiapa de Corzo contra esquina a la presidencia está la casa con una placa donde dice que ahí nació y vivió el doctor Bulmaro López, creador de la música La Chiapaneca. Ahora toca el turno al vestido de chiapaneca que se ha convertido en el traje representativo del estado.
Originario de Puebla, Moisés León Silva, llegó al estado de Chiapas como militar; se enamoró de Eva Gutiérrez Méndez, quien hoy es su esposa, y decidió formar una familia. Sin embargo, su trabajo en el Ejército no le permitía convivir mucho con su pareja e hijos, así que decidió desertar y regresar a su lugar de origen. Después de algunos años su compañera enfermó y el médico recomendó un cambio de clima: regresaron a Tuxtla Gutiérrez; era el año 1987.
Los años han pasado pero don Moisés no pierde su vocación de servicio, por ello Desmesuradas los invita a conocerlo a través de esta entrevista realizada en el 2006 pero que no pierde vigencia, al igual que su trabajo y su mirada:
De las armas al arte del trapo
Leticia Bárcenas González
Aquí, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la situación legal del señor Moisés con la institución castrense no le permitía solicitar un empleo donde tuviera que presentar documentos como la cartilla o comprobante de no antecedentes penales, por lo que se vio obligado a realizar trabajos temporales y poco remunerados.
En 1990, sin trabajo, con esposa y tres hijos que alimentar, se arriesgó a aceptar la invitación de su amigo “Sebas”, un joven que trabajaba como bolero en la Secretaría de Educación, Cultura y Salud (hoy solamente Secretaría de Educación) aun cuando él sabía nada del oficio. “Me costó mucho. Después de estar quince años en el Ejército, donde se nos enseña a creernos superiores. Se requería de mucha humildad.”
Don Moisés, trabajando / Foto: Vladimir González R.
—¿Qué más se requiere para ser un buen bolero?
—Un bolero no se puede hacer de la noche a la mañana, va uno reuniendo experiencia, incluso de los mismos clientes que nos van indicando cómo se les haga el trabajo y así, con un conjunto de experiencias logra ser uno un bolero de calidad.
Por supuesto, también hay ciertas virtudes que va uno cultivando como el ser humilde, ser discreto, sobre todo cuando estamos boleando y se tratan asuntos muy confidenciales en donde debemos tener mucho cuidado para no divulgar esa información. Una persona me comentó que una vez en el Estado de México había problemas entre unos funcionarios, se peleaban porque se filtraba información y se acusaban unos a otros, hasta que uno se dio cuenta que era el bolero quien los escuchaba y luego contaba todo. Así que me dijo: ten cuidado, no te vayas a envolver en esa situación y después vayas a meterte en problemas judiciales.
—¿Quién fue su primer cliente?
—Se llama Apolinar, no recuerdo los apellidos pero estaba en el Departamento de Supervisión de Preparatorias. Como no sabía bolear, con él tardé aproximadamente media hora (risas).
—¿Cómo se acercó a él y le ofreció sus servicios?
—La persona que me entregó el trabajo me dijo: primero obsérvame, y cuando me tocó el turno me acerqué y le dije: “‘Profe’, ¿quiere que le limpie sus zapatos?” El me dijo “sí, bueno”. Y ya empecé a bolearle los zapatos, él me observó con un poquito de duda porque no me había visto por acá y sobre todo, porque este trabajo es de niños y yo ya tenía mi edad.
—¿Cuántos años tenía?
—Como unos treinta y dos.
—¿A cuántos secretarios les ha echado un “trapazo”?
—Ah, son varios. El primero fue el ingeniero Abelardo Santillán Bárcenas, de ahí siguió el profesor Gilberto Cruz Albores, la profesora Sonia Rincón Chanona, el licenciado Santiago Becerra, el profesor Pedro René Bodegas Valera y ahora al profesor Alfredo Palacios Espinosa.
—¿Cree que alguna vez desaparezca este oficio?
—¡No creo! Este oficio es universal, me doy cuenta en algunos medios de comunicación, como la televisión, que de repente captan algunas personas boleando zapatos y sobre todo me he dado cuenta que es un trabajo muy modesto y ¿quién no necesita la boleada? Todos.
—¿La gente paga el valor de su trabajo?
Boleando zapatos de dama / Foto: Vladimir González R.
—Ahí está el detalle, fíjese, algunos sí lo reconocen, otros no. Hay un profesor que sí se daba cuenta de la calidad de trabajo que le daba y me pagaba bien, diez o doce pesos, le estoy hablando de hace unos ocho años. ¡Era bastante! Hoy mis clientes me esperan porque cobro un precio modesto, cinco pesos, cuando en realidad se cobran siete pesos y ya con la tinta doce pesos. De esa manera los tengo contentos y se dan cuenta que las boleadas, además, son de calidad.
—¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha dado la boleada?
—Muchas, primeramente la de tener la amistad de personas muy bien preparadas; la satisfacción también de poder ayudar a mi familia, de enseñarles que cualquier trabajo aunque sea humilde es honesto. Y sobre todo ver cómo muchas personas se dan cuenta de que uno tiene el deseo de trabajar.
—Cómo bolero ¿cuál es su mayor aspiración?
—Pues, no. Ya conseguí ser una persona que sabe hacer su trabajo. Alguien me preguntaba que por qué no me compraba una silla para conseguir un lugar en el Parque Central, pero no creo que sea necesario. Solamente cuando ya alguien nos organice en todos los edificios de gobierno y tengamos que poner una silla, entonces mi aspiración será poner un negocio para beneficio personal.
—¿Qué es lo que más le gusta de su oficio?
—¡Aaah, todo! Desde que empiezo a hacer la espuma con el jabón de calabaza hasta que rechina el zapato (risas).
—¿Qué le dicen los zapatos de las personas?
—Mucho. Cuando veo una persona que tiene muy cuidados sus zapatos veo que así tiene sus asuntos. Una persona, al asearle sus zapatos, me dijo: mire, don Moisés, tres cosas me gustan de las personas: que el cabello esté bien alineado, que esté bien vestido y que sus zapatos estén bien lustrados. Es algo que identifica a la persona, porque cuando atiende eso, se puede decir que así estarán sus asuntos de organizados.
¿Será por eso que don Moisés no sabe si le gustaría bolearle las botas a Vicente Fox? “Quién sabe cuánto paga; él se hizo famoso porque le boleaban las botas en su oficina, cuando estaba en campaña.” Sin embargo, señala que sí le agradaría lustrarle los zapatos a algún gobernador.
El bolero oficial de la Secretaría de Educación, como le gusta presentarse, dice que ha tenido el privilegio de ver que algunos de sus clientes se convierten en funcionarios de gobierno. “Entonces digo, cómo es posible que después de que bolié a estas personas ya están en un alto puesto.” De buen humor y siempre discreto, sonríe al preguntarle si hay algún político al que no le pasaría el trapo: “No. No tengo ningún prejuicio en contra de nadie, son personas con sentimientos y con necesidades.”
—¿A qué futbolista le gustaría lustrarle los zapatos?
—No soy afecto al futbol, pero si me dieran una oportunidad, iría a bolearle los zapatos a ese grupo que antes era “Mocedades” y ahora se llama “Consorcio”, y poder preguntarles algo de su profesión artística.
—¿Y a qué personaje público no?
—A las personas que no les bolearía es a las que no valoraran mi trabajo, sobre todo a la hora de pedir el servicio. Ahí sí, les pongo un pretexto y no lo hago, porque siento que ven a uno como una persona que no tiene importancia, como humillando.
—¿Es más fácil bolear los zapatos de mujer o los de hombre?
—Huy, es más difícil el de mujer porque hay que tener cuidado, sobre todo mostrarles respeto, darles confianza porque uno está en su trabajo.
—¿Le produce algo especial lustrar zapatos de mujer?
—Nooo. (Risas). En un principio como que dije bueno, a ver, a ver qué pasa. Pero no. Recuerdo a una licenciada que me decía: “don Moy, boléeme mis zapatos”. Empezaba a bolearlos, pero yo me daba cuenta que ella lo tomaba como una terapia, a veces se quedaba así… como media dormida (risas). Le decía: Lic. ya terminé de limpiar sus zapatos y me preguntaba, “¿no me los puede bolear otra vez?”.
—¿Y no les echa ojo a su “chamorrín”?
— (Risas). Me insistían por ahí algunas personas: “qué, ¿qué pasó por allí?”. No, les digo, es parte de mi trabajo. Ellas se empezaron a dar cuenta que trabajo sin morbo y por eso me dan el trabajo. (Más risas).
—¿Qué siente cuando ve brillosos los zapatos?
—Cuando yo lo hago me siento realizado porque digo que contribuí en algo, al cuidado de la presentación de esa persona que cuida su imagen.
—¿Es cierto que los militares le prenden fuego a sus zapatos para que brillen más?
—Así es. Los muchachos del Colegio Militar, después del tratamiento con la crema, la grasa y nuevamente otra capa de grasa, flamean los zapatos, entonces queda un brillo como si fueran de charol, quedan muy bien, sobre todo cuando hay paradas militares, o sea, los desfiles ante funcionarios.
—¿Cuál es el color más bonito para lustrar unos zapatos?
—Ah, el color más bonito es el negro. Le diré que algunos colores con la presencia del sol se van decolorando, como el café. Entonces, el negro es el más bonito, incluso el más elegante.
Moisés León con un cliente / Foto: Vladimir González R.
—¿Cuáles han sido los zapatos más difíciles que le ha tocado bolear?
—Son los del famoso material llamado ante, allí solamente se tiene que lavar con jabón de calabaza; pero cuando se me han presentado algunos zapatos de ese material en color azul, les digo a las personas que mejor compren unos nuevos.
—¿Le ha llegado a molestar el olor de un zapato?
—No, no. En una ocasión sí tuve como experiencia que una persona (de la Secretaría de Educación) me pidió que le cambiara el color a sus zapatos, que eran amarillos; no, no olían mal, lo que pasa es que se subió mucho el pantalón y como le eché fuego (risas), empezó a arder su pantalón, empezó a patalear y lo que hice fue rápidamente apagarlo.
—¿Le cobró el pantalón?
—No, no me lo cobraron, al contrario, me pagaron la boleada, pero yo me sentía mal porque no hice bien mi trabajo.
—También repara zapatos, ¿no le preocupa meter la mano en un zapato que no es el suyo?
—No, porque es muy difícil creer que alguien tenga problemas con alguna enfermedad de los pies, porque veo que son puras personas profesionistas y cuidan su persona en el aspecto físico; no, no veo ese peligro.
—¿Qué época del año es la mejor para su trabajo?
—Más o menos como desde marzo en adelante, porque ya cuando llega noviembre y diciembre, todos estrenan. (Risas) Entonces dicen no, están nuevos, más adelante. Son dos meses que baja un poquito el trabajo.
—Para iniciar su trabajo ¿tiene alguna superstición, cábala o ritual?
—No, porque ya todos me conocen, nada qué ver. En una ocasión a un profesor, subsecretario de Educación, jugando le dije: Lic. póngame el pie derecho porque si no, no me va a ir bien. Ah, sí, sí, me dijo. (Risas) Pero ya lo comprobé, el pie derecho o el pie izquierdo, es lo mismo. No hay ninguna situación de que me vaya bien o mal, sobre todo cuando alguien me dice: “¿Sabes qué?, no tengo dinero para pagarte. ¿Es la primera boleada?”. Les digo, no hay problema, de todos modos tiene mi trabajo. No, no tengo ninguna superstición.
—Algunos afirman que viven de la patada, ¿usted vive de la boleada?
—Sí, sí vivo de la boleada. Sí me da para eso.
—¿Por qué cree que su oficio tiene nombre de género musical?
—Ahora sí me hizo una pregunta muy difícil, porque por allí los clientes me dicen: “ai viene el bolero de Raquel”, otros me dicen “el bolero de Ravel” pero, la mera verdad, no sé qué relación tenga la boleada con la música, no sé si al rechinar los zapatos se desprendan algunas notas (risas).
—¿Cuál bolero es su favorito?
—Ummm, hay muchos. Me gusta mucho la música romántica, sobre todo, de los tríos. Los “Tres Ases”, “Los Caballeros”. Por cierto, quiero decirle que en la radio luego luego busco las estaciones en las que hay boleros, pero no de los que bolean sino de los que se cantan (risas).
En la actualidad la situación legal del señor Moisés con el Ejército está regularizada, no obstante, no piensa cambiar de trabajo aun cuando siempre está buscando la forma de superarse, tomando incluso cursos de computación. Está, además, como muchos, muy agradecido con este estado y su gente, que le ha brindado la posibilidad de ser feliz.
-Número de hermanos: huuy, fuimos muchos, fuimos 12 (él es el primogénito).
-Estado civil: Casado
-Número de hijos: 3
-Pasatiempos: Leer sobre superación personal, asuntos morales, consolidación de la familia, en general sobre aspectos espirituales.
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Moisés León Silva / Foto: Vladimir González R.
BOLERO DE ELITE
«Cuando inició el año 1994, yo insistía en bolearle los zapatos al Secretario de Educación, y como tenía confianza con su secretaria le preguntaba: Disculpe, ¿le puedo bolear los zapatos al secretario? Ella me decía: no porque está con el gobernador. Pero pasó un día, dos, tres, toda la semana. A la siguiente semana, cuando me presenté otra vez para bolearle lo zapatos al secretario, pasé. Él, atemorizado, me preguntó: ‘¿qué, cómo están aquí las cosas?’. Me sorprendió porque me habían dicho que estaba en una reunión con el gobernador y resulta que no era así. Él, por su propia cuenta, me dijo que había quedado atrapado en Ocosingo cuando empezó el movimiento de los zapatistas. Es una anécdota en la que me di cuenta que siempre guardan lo confidencial y no dan a conocer dónde se encuentran los funcionarios.”
“Cada vez me hago más importante (risas). En una ocasión hasta me prestaron el carro oficial, con todo y chofer, pero no crea que para ir a ver al gobernador, sino para comprar una ‘refacción’ para los zapatos del entonces Secretario.”
“Hubo un tiempo en el que me llamaban por medio del sistema de audio ambiental si el secretario necesitaba mi servicio; entonces, el chofer de un funcionario de Administración me reclamó diciéndome que me estaba convirtiendo en un bolero de elite… ¡y me la creí! (Risas). Así que pensé, como estoy entre licenciados, ingenieros, contadores y profesores, también tengo que titularme, por eso, en la primera oportunidad que tuve, mientras le boleaba sus zapatos al licenciado Araujo, director de Educación Superior en ese entonces, le solicité mi título como “Ingeniero en mantenimiento de medios de locomoción”, o sea, de bolero. (Risas). Estaba de acuerdo, pero antes tenía que pasar una prueba: bolear sus zapatos de color azul marino, color vino, color verde, color miel y unos muy especiales, de piel de venado; por supuesto, estos últimos no me permitieron obtener mi titulo. (Risas).”
“Si en alguna ocasión usted llegara a la Secretaría de Educación, por algún asunto, es poco probable que le limpie sus zapatos, pues seguramente estaré en alguna oficina atendiendo a alguien.”
*Entrevista publicada en diario El Heraldo de Chiapas. Marzo 22 de 2006
El fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces extinguidas. Amado Nervo
Texto y Fotos: Gabriela G. Barrios García
Los sonidos que emanan de instrumentos heredados por nuestros ancestros, son un legado intangible que sigue presente en nuestros días; nuevas voces, nuevos rostros conservan su esencia, resultado de la necesidad de preservar los rastros de su origen.
Están también esos hombres y mujeres, conscientes de la importancia de la música como legado cultural, quienes desde su formación académica inician una lucha incansable por la conservación y promoción del patrimonio musical de nuestra entidad.
Innumerables han sido los trabajos que han buscado un diálogo renovado entre las distintas culturas, donde se fortalezca el respeto a la diversidad cultural, en ese tenor se coloca el disco compacto Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco.
Presentación Lienzos de viento / Foto: Gabriela Barrios
En él convergen instrumentos autóctonos y occidentales, que basados en los sones y zapateados de las culturas zoque y mam se conjuntan con la música medieval, barroca, de compositores contemporáneos mexicanos incluso con destellos de música africana y japonesa.
Es una gran sesión de sonidos en donde se aprecian interesantes improvisaciones que generan atmósferas sonoras propositivas, sugerentes en cuanto a instrumentos y sonidos diversos y distintos, de concepciones diferentes de lo que es la música académica y la música orquestal con la música tradicional.
El disco cuenta con la participación de tres maestros virtuosos de los aerófonos: Luis Hernández, pitero zoque; Ubaldino Villatoro, chirimitero mam y el mejor flautista del mundo, Horacio Franco, quienes a invitación de los etnomusicólogos Aurora Oliva y Fernando Híjar, se reunieron para esta comunión musical que no sólo busca el fortalecimiento del patrimonio musical sino que es un gozo para nuestros oídos.
Novillo Despuntado (pieza mam), Istampita Isabella (pieza medieval S. XIV, Italia), Mañanita (son mam), El armadillo (zapateado zoque), Pieza africana, Canción del Toro (pieza japonesa) y Diálogo tres aerófonos, son algunos de los títulos de las 16 piezas que podemos apreciar en este disco compacto.
CD Lienzos de viento/ Imagen: Cortesía de Puertarbor
Lienzos de viento además de ofrecernos esa gama de sonidos de flautas,chirimías, marimba, violín y tambores, nos invita a conocer visualmente tanto a los músicos como a los productores, con imágenes interesantes realizadas durante las grabaciones a cargo de la destacada fotógrafa chiapaneca Mariauxilio Ballinas; imágenes acompañadas de una breve semblanza de cada músico.
“El patrimonio musical, se crea y recrea constantemente. La presente grabación lo enriquece y revitaliza, y nos brinda un diálogo y, por consiguiente, un fructífero acercamiento entre culturas, condición indispensable para la comprensión del otro”, cita del texto que se encuentra en el interior del CD y que está en español, zoque, mam e inglés, siguiendo con esa búsqueda del diálogo entre culturas.
Aurora Oliva y Fernando Híjar, encargados de las producciones discográficas de la microempresa cultural Puertarbor S.A. de C.V., se han abocado en la difusión y la recuperación del patrimonio sonoro, ya que consideran que la música tradicional es una de las manifestaciones más importantes del Patrimonio sonoro de México.
“La música tradicional forma parte de la columna vertebral de lo que es la identidad sobre todo de los pueblos indígenas y en este sentido, queríamos presentarla en otro formato, con una visión diferente, un diálogo entre los instrumentos de viento, el diálogo entre culturas y el diálogo humano”.
El año pasado el disco compacto Lienzos de viento fue reconocido por los premios anuales INAH 2012, en la categoría Raúl Guerrero, como mejor producto de la difusión del patrimonio musical.
Horacio Franco y músicos tradicionales/Foto: Gabriela Barrios
Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco fue presentado en diversos lugares de Chiapas, donde los presentes tuvieron la oportunidad de escuchar en vivo la ejecución de estos virtuosos músicos, experiencia única e irrepetible y para los que no estuvieron presentes pueden visitar la siguiente dirección electrónica: http://www.archivosonoro.org/?id=473
“Es el país de las historias profanas contadas a contraluz en un rincón gótico. Es la bocanada de humo más próxima a la hoguera donde serenan sus almas los errantes y los infaustos. Es el alivio a la seducción de los claroscuros en un instante retinal…” No, no es México ni algún otro país latinoamericano, la poesía de Gustavo Ruiz Pascacio habla de un país interior de memorias y desvelos.
Revisando el archivo de Desmesuradas, disfrutamos nuevamente la charla con el poeta Gustavo Ruiz Pascacio, autor de los libros «Escenarios y destinos» (Coneculta-Gobierno del Estado de Chiapas 2008) y “La plástica en Chiapas: el tránsito del color y la explosión de la forma” (UNICACH 2010), entre otros, por lo que invitamos a quienes no lo conocen, se acerquen a él y a su trabajo, y a quienes lo conocen, encuentren en esta entrevista realizada en 2003 a un ser de carne, hueso y gran sensibilidad.
El amor, la filosofía y la poesía: ‘son inútiles, pero indispensables’
Leticia Bárcenas González
Gustavo Ruiz Pascacio, con su obra/ Foto:Cortesía
Nacido hace 40 años en el Barrio de San Roque, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Gustavo Ruiz Pascacio, Premio Nacional de Ensayo Luis Cardoza y Aragón 2003 para crítica de artes plásticas, fue galardonado en Monterrey, Nuevo León por su trabajo La plástica en Chiapas: el tránsito del color y la explosión de la forma. El jurado del premio, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Ates, estuvo conformado por Paulina Lavista, María Minero y Xavier Moyssén.
Aún bajo los reflectores de este galardón, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, edita y presenta su poemario El amplio broquel de la melancolía, del que el poeta y ensayista dice: “Es un parteaguas en mi trabajo poético. Pasa por cuatro escenarios tangibles de la figura central del poeta que son la casa, la calle, la tumba y, finalmente, el escudo de la melancolía. El escudo de la vida desde el lado sufriente y desde el lado gozoso, ese es el escudo de la melancolía para mí.”
Esta charla, con Expreso Chiapas, se da en su casa, un lugar lleno de luz en el que aún hay huellas de sus fantasmas “los de la carne”, por supuesto, y que, a decir de Gustavo, le acompañan en sus momentos oscuros. Me invita un refrescante y delicioso vaso con agua de papaya, preparada por él, ya que también sabe cocinar y, asegura, lo que mejor le sale son los caldos… de cultivo.
Como buen ariano, dice ser celoso y posesivo aunque reconoce que es menos posesivo de lo que la astrología dice, ya que “lo he sido pero no ha traído buenas cuentas, así que estoy en otro proceso.” En cuanto a las otras características de su signo zodiacal (Inteligentes, ordenados y entregados al trabajo) aclara “Trato de ser ordenado y disciplinado hasta donde puedo. Hasta para mis manías soy disciplinado, las manías son manías y hay que disciplinarse”, afirma entre risas. Al preguntarle cuáles son esas manías, sonríe y hace un gesto como de contarlas, “La principal es el asombro por lo otro y por el otro, y es ese asombro lo que me lleva a explorar las multitudes o la intimidad, de mi mismo que encuentra al otro, y la intimidad del otro amado o del otro desamado, o desarmado”. Reímos.
Sin embargo, al hablar de su trabajo como creador, Gustavo Ruiz Pascacio, se vuelve serio; lo imagino en su salón de clases, en la Unach, como profesor:
–¿La poesía tiene una finalidad? ¿Cuál es?
–Alguien dijo una vez que en esta vida había tres cosas inútiles: el amor, la filosofía y la poesía; inútiles pero indispensables. La finalidad central de la poesía, para los lectores, es de alguna manera detonar todas las posibilidades emotivas que el ser humano tiene inherentemente, y que de una u otra manera, la vida cotidiana de este mundo posmoderno, sobre todo, nos ha dificultado encontrar. En ese sentido la poesía sí tiene una finalidad en términos estrictos de pensar en propósitos utilitarios, corro un riesgo al decir este término. Ahora, si tú me preguntaras para mí qué es la poesía, te diría que es revelación. Revela no sólo el interior humano sino lo que está más allá de nuestra realidad, que no alcanzamos a palpar pero que eso no implica, y no significa, que no esté ahí. Uno de esos elementos centrales que no palpamos es el interior de nuestra sensibilidad y la capacidad humana que tenemos de asombrarnos, de maravillarnos, de sufrir y de gozar.
–¿Y es cierto que en poesía lo más importante es la forma y no la anécdota?
–Es una conjunción, el poeta, por sobre todas las cosas, aun cuando estemos en un periodo donde las teorías de interpretación históricas están en un colapso y en donde, incluso, hay teóricos que niegan a la historia como disciplina, como ciencia, en donde hay una negación también del sentido de lo humano, considero que independientemente de todo ello, la poesía debe volver al canto, eso implica volver a una conjunción de lo que tú llamas anécdota, y yo llamaría contenido, y evidentemente, la forma. ¿Por qué? Porque en la poesía todo es diálogo. En la poesía se produce un detonante que es el ritmo y la sincronía. Todo el proceso cósmico, todo el proceso universal es eso, ritmo y sincronía, y si no lo encontramos en el poema, entonces, no encontramos el poema.
–Cuándo has terminado un poema y lo lees ¿te sorprendes?
–Me sorprendo desde el momento en que tengo la posibilidad de construir y de encontrar el poema, porque, pienso, el poema no sólo se escribe en términos llanos, el poema se encuentra, el poema se construye. El poema es un ente, un ser más, que está y no está porque finalmente está hecho de lenguaje. El lenguaje es lo que somos pero lo que somos es sólo lo que podemos reducir a conceptos y a formas.
–¿Cómo eliges el título de un poema?
–Por lo regular elijo títulos de poemarios. Generalmente no escribo poemas aislados, escribo más bien, o pretendo escribir, siempre un poema de largo aliento: lo que ocurre es que lo voy dividiendo en partes, o el poema se va manifestando y se va dando en partes. Entonces, lo que escribo son poemarios en términos de un largo aliento. Y el título se revela, llega y al llegar lo que uno decide es si accede a la posibilidad de desarrollar todo lo que ese título implica o si lo deshecha; en ese sentido, cuando el título me llega y me asalta, trato de llevarlo al plano de mi racionalidad y entonces empiezo a trabajar los posibles escenarios en los cuales pueda cantar ese título y ese poema. De ahí, defino si va a tener tres o cuatro partes, qué tanto de extensión puede tener, cuáles son los temas que va a tocar, con qué aliento lo va a hacer, desde que voz tonal lo va a desarrollar, en fin, tiene que llevar un proceso previo a la escritura. Ya el acto de la escritura es diferente. Pero el proceso previo a la escritura, pienso, debe pasar por ello, porque no sólo pasa por el tamiz de la inspiración en términos casi dionisiacos, sino que también, y sobre todo, tiene que pasar por el tamiz de la reflexión.
–Entonces, ¿los títulos surgen primero y después el poema?
–En mi caso, los títulos del poemario surgen primero y ya después se va atando y se va construyendo el poema en sus diferentes facetas.
–¿Te preocupa que los lectores de tu poesía la comprendan de una manera distinta a como tú la pensaste?
–No, Al contrario, me anima mucho que así sea, porque la poesía, como toda manifestación artística, tiene una multiplicidad de sentidos y aunque nosotros, los escritores, y los poetas en particular, quizá tenemos un público hipotético, cuando estamos escribiendo de alguna manera dialogamos con nuestros fantasmas, dialogamos con un desconocido que es nuestro lector, y aunque existe un lector hipotético, existe también un lector inesperado y ese lector inesperado puede estar en consonancia con nuestros estados anímicos que resolvieron la emotividad del poema, pero también pueden no estarlo y eso finalmente me lleva a la sorpresa.
–En algún lugar leí que un poeta decía que la poesía es la aventura de la libertad ¿Qué opinas?
–Sí, así es, en el sentido de que nos hace más capaces de poder integrarnos y a la vez de poder disgregarnos. La poesía tiene un doble andamiaje, un doble motor, por así decirlo: integra todo aquello que el ser humano encuentra emotivamente pero a su vez lo disgrega porque lo transmuta, lo convierte en algo más allá del poema, en ese sentido, pienso que esa capacidad de integrar y disgregar, es decir, de asociar y volver a disasociar, sólo lo puede dar el espíritu de la libertad.
–¿Escribir te angustia?
–Depende de lo que escriba. Hay temas, situaciones, anécdotas, circunstancias que angustian, pero hay circunstancias también que relajan, te vuelven de pronto más luminoso. Todo depende, hay momentos oscuros, hay otros lumínicos, en uno y otro puede estar presente la angustia, el dolor, pero también la festiva posibilidad de amar.
–¿Eres una persona pasional?
–¡Sí, por supuesto que lo soy! ¡Uno tiene que vivir con pasión! Con pasión tiene uno que angustiarse, con pasión tienes que animar los sentimientos más sublimes que puedas encontrarte en el camino, eso sólo lo da la pasión. Hay un verso que me fascina mucho, está en ese gran libro llamado Biblia, que se llama El Cantar de los cantares: “Tan fuerte como la muerte es el amor y la pasión, tenaz como el infierno”.
–¿Qué despierta tu pasión?
–En términos generales la literatura. Decidí tener un proyecto de vida que es la literatura, y estrictamente, digamos, en términos de género, obviamente el efecto más importante en este camino es la poesía, pero también escribo ensayo. Me apasiona mucho la investigación literaria.
¡Me apasiona la vida! La vida tiene que ser apasionante en todo momento y en todas sus circunstancias; me apasiona desde una caminata en la madrugada hasta un partido de futbol, soy un apasionado del futbol. El futbol no es una actividad para mentes pequeñas como alguien alguna vez lo definió. Creo que el futbol es la capacidad masiva, universal, que nos devuelve al origen tribal de lo que somos, en ese contexto es fundamental; cuando uno entra a un estadio de futbol, cuando uno ve a la masa, cuando uno, de pronto, intenta entrar al interior de esa masa y descubrir sus motivos, sus encuentros, sus desencuentros, sus agonías, sus necesidades, sus efectos, es mágico, es extraordinariamente mágico. Y de pronto ver a esos veintidos tipos que están ahí horadando entre una y otra forma, esos aspectos tribales te hace encontrar que ese es el origen de lo que somos finalmente. ¡Eso es pasional! ¡Eso es simple y sencillamente apasionante!
Gustavo Ruiz Pascacio en su casa/ Foto: Cortesía
Gustavo dice que en su tiempo libre practica futbol y el frontenis de cancha chica, le emociona hablar del tema, pero irremediablemente regresa a su pasión primera, la escritura. “Le voy a las Chivas del Guadalajara. No sé si por un efecto nacionalista o nacionalero. ¡No! Es más por una especie de tradición familiar. Te lo platico. En el Tuxtla de finales de los 70, la única posibilidad de comunicación con el exterior era el cine, la radio y las charlas que podías tener con los familiares mayores, tus tíos o tus abuelos. Recuerdo que mi padre se sentaba conmigo y escuchábamos los partidos de futbol que transmitía la XEW, entonces, para mí, esa posibilidad de encontrarme con la radio y con esa masa que no veía pero que estaba ahí, con el alarido que estaba de pronto ahí, de la emoción que era transmitida solo por una voz; para mí fue importantísimo para detonar ciertos aspectos de mi imaginación, ya lo demás lo detona el libro y lo detona la experiencia de lectura, pero esas circunstancias, esa anécdotas, esas posibilidades de encuentro con aquello que es lo maravilloso de lo que está ahí, pero que sabes que hay una invención, que además no está ahí. Eso para mí fue extraordinario.
–¿Qué leías de niño?
–Empecé leyendo cómics, como todos. Leía Kaliman, y me da mucho gusto que un amigo cercano, Arturo Guichard,que es doctor en filología clásica, catedrático en la Universidad de Salamanca, en España, tenga en su biblioteca la colección de Kaliman. Para mi es interesantísimo porque da una posibilidad de lectura del comic más allá de lo que usualmente pensamos. Yo empecé leyendo Kaliman y Memín Pinguín. En una ocasión, cuando tenía ocho o nueve años, mi padre llegó con una gran caja de libros y nos llamó, a mi hermana y a mí, y nos dijo que acababa de adquirir esa colección, que él no nos iba a dejar dinero, que la única posibilidad de herencia era la educación y que si alguien quería acercase a los libros, allí estaban. Entonces, a los nueve años estaba leyendo La Divina Comedia, Orlando Furioso (de Ariosto), Jerusalén libertada (de Tasso), obviamente, no entendía algo, pero que bueno que no entendí porque ahí es donde me di cuenta que la literatura no es lo que piensas, la literatura lo que te deja es la comprensión de la sensibilidad humana. Finalmente, a mi me dio esta posibilidad de comprender una sensibilidad humana y me dio un detonante para la imaginación, extraordinario. Con eso me di cuenta que uno sí puede dialogar con los libros, que uno sí puede dialogar con los autores, que uno sí puede debatir con los autores, que uno sí puede encontrar su propio libro en cada obra.
–¿Cuándo o a qué edad empezase a escribir poesía?
–Bueno, primero escribía canciones. En la prepa escribía canciones y leía, leía bastante. Quería estudiar literatura pero se me atravesó en el camino una sicóloga, en la prepa, y me dijo que para qué iba a estudiar literatura, me iba a morir de hambre, que yo lo que debería estudiar era derecho, entonces, le hice caso; me fui a estudiar derecho y fue verdaderamente atroz, terrible, deleznable, pero me tuve que aguantar porque no tenía otra posibilidad en ese momento, entonces, terminé la carrera, vine a la casa y le dije a mi papá: aquí está (el título), me voy a estudiar literatura. Bueno, me fui a trabajar un año y ya después de haber trabajado ese año, decidí estudiar literatura. Entonces, empecé a escribir, de manera más formal, por así decirlo, integrándome a talleres, aproximadamente en 1985. Desde esa fecha he estado ya de lleno en el trabajo literario y prácticamente desde 1987 a la fecha, vivo y como de la literatura. No me preguntes cómo vivo y cómo como, ¿verdad?, pero vivo y como de la literatura.
–Dice el poeta argentino Jorge Santiago Perednik que en poesía, la pasión es una de las reglas del juego, ¿cuáles serían las otras?
–Las otras son, pienso: una, el asombro, otra, la certeza de que lo que estamos cantando y escribiendo es algo que está ahí y que no está ahí, es lo inasible. Otra posibilidad más es la conjunción con lo que somos. La conjunción con lo que somos es una regla, la conjunción con lo que somos es el lenguaje, la conjunción con lo que somos nos lleva a, lo que te decía inicialmente, el ritmo y la sincronía. El ritmo y la sincronía creo que serían las últimas y las primeras reglas, a la vez, de la poesía. ¿Por qué las últimas y las primeras? Las primeras porque todo deviene de un ritmo y de una sincronía, en la vida y en el cosmos, y segundo, las últimas, porque dependiendo de esa capacidad de ritmo y de sincronía vas a tener le resultado final que es el poema. El resultado final que es el poema, es también parte de un proceso sincrónico que sigue más allá de ese poema, entonces, resumiría en esas: el asombro, la certeza de lo inasible, la conjunción del lenguaje y el ritmo y la sincronía de un todo.
–¿Cuál es tu opinión sobre la poesía que se realiza actualmente en México?
–Creo que a raíz de la desaparición física de Octavio Paz, hay un reacomodo en la poesía mexicana. Un reacomodo en cuanto a las variantes, a las posibilidades temáticas, a la forma de concebir la poesía, como género y como modo de vida. Desde ese punto de vista, hay una generación encabezada por gente como José Emilio Pacheco, como Eduardo Lizalde, que, de alguna u otra manera, son ya las voces consolidadas en la poesía mexicana, y de ahí tendríamos una generación inmediata, de entre una década posterior o de quince años posteriores en nacimiento a ello, que estaría encabezada, tal vez, por Antonio Del Toro, por Fabio Moranto, por David Huerta, fundamentalmente, esto a nivel nacional.
–¿Y en Chiapas?
–En Chiapas hay un problema central que es creernos esa conseja popular que dice que quien levante una piedra encuentra un poeta. En Chiapas no somos los vástagos de la piedra, no. Los vástagos de la piedra es una invención jocosa y “faciloide”, no. En Chiapas la poesía requiere una revisión fundamental y, pienso, ya hay algunos poetas que sí están ejerciendo esa revisión fundamental a la poesía como acto de lenguaje; esos poetas los podemos contar con los dedos de una mano.
El poeta disfrutando el paisaje/ Foto:Cortesía
–¿Quiénes son?
–A nivel nacional, evidentemente, Efraín Bartolomé, que es un parteaguas porque es el retorno al sentido ministerial de la poesía, y eso, en Chiapas al menos, no se había ejercido antes de él. Y ya desde nuestro estado hacia el exterior, pensaría en las voces de Roberto Rico, de Luis Arturo Guichard, de Carlos Gutiérrez, y de un poeta nacido aquí, en Chiapas, poco conocido en el estado porque su trabajo lo ha realizado más al exterior pero que es un joven muy talentoso, Ignacio Ruiz Pérez, y completaría este grupo con el trabajo de Marco Fons. Creo que son los poetas que han decidido creer en una poética, es decir, creer en la posibilidad de una consonancia del lenguaje a través de la palabra, con sus diferentes posibilidades, con sus variantes, cada uno dentro de sus escenarios, cada uno dentro de sus temáticas, pero fundamentalmente estaríamos hablando de ellos.
–¿Se ha superado la sombra del poeta Jaime Sabines?
–Creo que estas voces que he mencionado apuestan a ello, desafortunadamente sigue existiendo un modo sabiniano de escribir. El problema no es parecerse a Sabines, ese no es un problema, porque la poesía de Sabines tiene momentos puntuales muy importantes y fundamentales de la poesía hispanoamericana. El problema es asumir a Sabines como el eje rector de las voces de la poesía en Chiapas, ese sí es un problema. Y no nos hemos querido dar cuenta, quienes estamos inmiscuidos dentro del ejercicio de la poesía, que una cosa es que la poesía de Sabines sea adoptada por la colectividad y por los lectores múltiples que tiene, y otra es que la poesía de Sabines decida y genere los elementos rectores del lenguaje poético en Chiapas, hacia eso sí se debe ejercer, desde mi punto de vista, una actitud critica.
–¿Crees que la poesía actual perdurará en el tiempo?
–No lo sé, tendría que regresar dentro de cien años y tal vez, por efecto de alguna doctrina esotérica lo podría realizar pero en términos de la tangebilidad no lo creo.
Al fotógrafo y a mí nos sorprende su respuesta, Gustavo se da cuenta y ríe, nos ofrece más agua y retoma la respuesta: “No lo sé. Si la poesía actual tiene una vocación de lenguaje que va más allá de la temporalidad, del tiempo histórico que nos toca vivir, creo que sí, porque como decía Borges: si dentro de 300 años en alguna biblioteca de viejo, alguien encuentra un libro mío, lo abre, se emociona y empieza a dialogar conmigo, entonces quiere decir que soy inmortal. Ese es el sentido de inmortalidad precisamente, eso, no hay nada más, y eso es lo que hace tangible y válido que podamos seguir leyendo hoy en día a Dante, que podamos seguir leyendo El Cantar de los cantares, eso es lo que lo hace válido, es su intemporalidad.
–¿En poesía es posible la reproducción de un texto en otro idioma, es decir, existe la traducción o es una mera reescritura? ¿Es válido leer traducciones?
–Es un problema acercarse a las traducciones de literatura porque lo más recomendable es que esa traducción sea una versión a una segunda lengua. Si nos acercamos con los ojos de ser unos lectores que estamos leyendo una versión a una segunda lengua de una obra escrita no en nuestra lengua materna, así sí es recomendable, pero si nos acercamos pensando que es una traducción literal entonces estamos equivocados, porque cada lengua tiene su forma de ver el mundo, cada lengua tiene su forma de expresar, incluso, figurativamente el mundo.
La imaginación es universal y eso ya es una garantía pero las posibilidades semánticas y sintácticas de cada lengua son completamente diferentes entre unas y otras, aún en lenguas que tengan un mismo tronco lingüístico como las lenguas romance, la traducción que se pueda hacer del italiano de la Divina comedia al español, no debe ser una traducción literal, que no nos lleva nada, no implica nada, no implica un proceso de aprehensión de la intencionalidad de esa lengua; no hablo de la intencionalidad del autor, sino de la intencionalidad comunicativa de la lengua que es una cuestión diferente.
Leer traducciones sí es importante, porque debemos estar en contacto con todas las manifestaciones artísticas, y en el caso de literatura, con mucha mayor razón, pero con el tiempo los lectores se van volviendo más agudos y más críticos, esto va siendo parte de la astucia y maña, así como creo que hay una astucia y maña periodística, y hay astucia y maña fotográfica, creo que hay una astucia y maña de lectura, entonces ya logras identificar a estas editoras “patito”, que tienen malas traducciones, de las que tienen traducciones confiables por la tradición que tienen como empresa, por el prestigio que tienen sus traductores, en fin, todo esto es importante.
Ruiz Pascacio, también hace referencia a las editoriales que se preocupan porque el autor, si está vivo y si conoce la lengua a la que
Gustavo Ruiz Pascacio, leyendo su obra/ Foto:Cortesía
va a ser traducido, coteje, se comunique con los traductores, les dé su punto de vista. O que cuando están traduciendo textos, incluso antiguos, buscan especialistas filológicamente en ellos, ya que “No es el mismo inglés en el que escribió (William) Shakespeare que el inglés con que escribe (Arthur) Conan Doyle, por ejemplo, es decir hay serie de variantes socioculturales, históricas, lingüísticas, en fin. Y eso mismo lo vemos en nuestra lengua, es decir, concretamente, en la tradición chiapaneca, no es el mismo lenguaje que encontramos en Efraín Bartolomé que el que vamos a encontrar en Jaime Sabines. Los dos pueden abordar el contexto amoroso, los dos pueden abordar el problema de la cotidianidad, pero desde dónde va a ser abordado, con qué elementos lingüísticos, bajo qué recursos figurativos, con qué bagaje imaginativo. Sus espacios geográficos, sus espacios poéticos y sus espacios lingüísticos son diferentes, si esto ocurre en una literatura que podemos regionalizar en la literatura chiapaneca, escrita en lengua castellana, ahora imagínate si esto lo extendemos a todo el mundo.”
Gustavo habla emocionado, irradia vitalidad, asegura que en su vida hay amor “Siempre debe haberlo.” Y que en ese sentido,
también trata de llevar a la práctica lo del ritmo y la sincronía, “trato de serlo y de hacerlo.” Reímos, la charla ha llegado a su fin, antes de despedirnos toma su guitarra y nos canta una hermosa canción.
Gustavo Ruiz Pascacio nos recuerda que “La palabra no es retorno a la vida sino retorno a los que somos.”
*Entrevista publicada en dos partes en el diario Expreso Chiapas, 14 y 15 de noviembre 2003.
Hace unos días, se dio a conocer que la mexicana Sofía Sedas, estudiante del Colegio Británico (The Edron Academy), obtuvo el primer lugar en 2012 en la prueba de matemáticas que se aplica a nivel mundial en las instituciones que forman parte del Bachillerato Internacional de la Universidad de Cambridge, esto demuestra que si a una persona se le dan las herramientas adecuadas para aprender o desarrollar una competencia, no importa ni su género ni su nacionalidad, ello me hizo recordar a un profesor de educación básica que en el año 2007 inventó un compás plano para facilitar el trabajo docente y desarrollar las habilidades matemáticas de los alumnos.
Los invitamos a conocerlo…
“La intención no es cambiar ni el método de dar una clase de geometría, ni el concepto”
Leticia Bárcenas González / Vladimir González Robledo
Desde hace poco más de diez años, el profesor Ricardo Hernández Ortiz ha vivido con un sueño: que los niños y jóvenes de Chiapas utilicen el compás plano que él ha inventado.
Profr. Ricardo Hernández Ortiz con su invento / Foto: Cortesía
Maestro de la Telesecundaria 022 de Tapachula, Chiapas desde hace 16 años, Ricardo Hernández Ortiz se dio cuenta de la necesidad de idear un compás que facilitara el trabajo docente, hiciera las veces de un juego geométrico y desarrollara las habilidades matemáticas de los alumnos.
Explica:
“El compás es una herramienta que parte de un concepto del funcionamiento del cuerpo humano, en donde a partir de un centro hacemos una rotación. En la práctica, todos los maestros tenemos dificultades en el uso del compás porque hay que hacer movimientos y a veces se resbala, o a veces no se ajusta. El compás de arco no mide nada, o sea, no podemos definir un radio o un diámetro con el compás, y esa razón hace que requiramos la regla, la escuadra o el transportador para cualquier otro trazo más complicado. A veces en la escuela no tenemos el juego geométrico completo y el maestro tiene que agenciarse los recursos necesarios para poder sustituirlos. Hace muchos años, a través de la práctica y de revisar diario con una cinta o con la agujeta de un zapato, con la tiza para hacer los trazos, vi que era conveniente hacer algo que pudiera llevar todos los días.”
Así surgió lo que él ha llamado compás plano.
— ¿Cuál sería la diferencia entre el compás tradicional y el compás plano?
—Las diferencias de ley, las principales, las que señalo como reivindicaciones son: primero, que es un compás que trabaja de manera horizontal, sobre la superficie; segundo, que tiene un eje de rotación; que tiene un localizador de longitudes (incluso nosotros podríamos trabajar con éste mismo trazando las líneas del polígono, pero a mí se me hace cómodo quitarlo y trabajar solamente con el juego de escuadras); tiene un nivel de agua que relaciona los trazos horizontales con exactitud, sin que el maestro le calcule mucho, se pone y localiza su horizontal exacta; tiene una brújula que relaciona a la geometría con la geografía, normalmente los maestros en secundaria llevamos al campo a los alumnos a medir, a hacer un plano de la escuela, a medir la ubicación de tal salón, de la cancha de futbol, etcétera. Bueno, esta es la forma para que el alumno sepa cuál es la orientación; el alumno normalmente tiene que pararse y poner su mano derecha al naciente del Sol y localizar el norte natural, con esto podemos ayudar y reforzar, y asegurar que sus impresiones sean exactas. Lo otro, es que este instrumento incluye la seguridad de trabajar con trazos exactos. Esto a mí me preocupa mucho porque la intención no es, por ningún motivo, cambiar ni el método de dar una clase de geometría, ni el concepto, sino complementar, o sea, que se vuelva una herramienta más.
Ricardo Hernández Ortiz, originario de Hidalgo, y quien llegó a Chiapas “buscando donde trabajar”, considera que su compás plano tiene varias ventajas, por lo que se puede emplear no solamente en las escuelas de nivel básico, sino también en el ámbito profesional. Ha dado a conocer el modelo con arquitectos, quienes le han afirmado que “técnicamente no hay ninguna posibilidad de que falle, no existe porque todo está sobre medida”.
Desde que ideó este compás ha buscado la manera de darlo a conocer a las autoridades educativas, incluso comercializarlo. Sin embargo, como dice, muchas veces ha tenido que detenerlo para repensarlo, para modificarlo, para mejorarlo, o porque tiene que invertir recursos para comprar el material con que fabrica los modelos.
No pierde la esperanza de poder producirlo en serie, por lo que se ha puesto en contacto con distintas empresas que pueden hacerlo.
“La ley me permite comercializarlo, pero no tengo los recursos para producirlo, entonces tengo que ofrecerlo a las empresas que se dedican a esto y que tienen la infraestructura y el dinero para producirlo. Tengo mucha confianza (en que eso suceda). Llevo meses platicando con ellos; tienen toda la información, todos los diseños en planos que les he enviado, conservamos la comunicación.”
—Entonces está pensando en un compás para uso profesional y otro escolar.
—Sí, de hecho a la empresa Ábaco, que es con quien he platicado sobre este compás, se lo voy mandar tal vez con algunas correcciones, aunque ellos van a hacer un prototipo. A partir de la idea, y tomando en cuenta las reivindicaciones, una empresa puede cambiar este tipo, hacerlo de otra forma, puede cambiar el sistema aunque tenga las mismas funciones, puede, incluso, modificar el riel que sólo es una forma de sujetarlo, pueden colocarlo de otra forma, o le meten algún canal, no sé, los ingenieros de la empresa decidirán.
“Ellos lo pueden hacer como quieran, a partir de las reivindicaciones de ley. Esto (el modelo que llevó para la entrevista) seguramente se va a modificar porque es muy rústico, todo está hecho con herramientas muy sencillas. Pero a partir de este modelo ellos decidirán cómo lo van a hacer.”
Compás plano para profesores / Foto: Cortesía
— ¿El compás para los niños también tiene tantos aditamentos?
—No, el compás de los niños es una herramienta… Todos los compases que se hagan tendrán que tener estas características, o sea, este es un borrador, un modelo que voy a mandar a Adelante, S.A. con la intención de que la empresa valore y, de acuerdo con su política comercial, los fabriquen. He adelantado ya muchos meses en pláticas con ellos y solamente faltaba hacer el modelo y que ellos decidan, tengo muchísima confianza de que sí se va a hacer.
— ¿El compás para los niños es del mismo tamaño que el modelo?
—No, seguramente tendrá que ser más pequeño que éste, incluso tendrá que ser delgado, de acrílico.
También con el compás plano
— ¿En su época de estudiante tenía ya cierta proclividad a inventar, a crear?
—Me acuerdo que cuando era niño me gustaba mucho ver personajes de la historia universal y sí, tenía mucha ilusión de hacer algo. Recuerdo que en una ocasión pensaba que era conveniente que conectáramos un radio de baterías directamente a la corriente eléctrica, provoqué un corto circuito porque era yo un chamaquito, conecté las dos terminales de la pila y lo metí al contacto directamente. Pienso que todos los niños tienen una etapa muy importante de deseo de crear, sin embargo, pienso que toda la creatividad de las personas es resultado también de las condiciones o del ambiente en el que se desarrollan.
—Usted habla mucho de radios pero, ¿qué le gusta más, el radio que mide o La radio de todos?
—No, bueno, la radio es un instrumento tecnológico necesario; con mis alumnos, cuando me toca ese tema, hago un ejercicio de radio. Esta es una forma de lenguaje, pero el lenguaje de la voz es una forma también necesaria e imprescindible. Nosotros somos comunicadores, particularmente a mí me gusta mucho la lengua hablada, siempre que he podido he sido maestro de ceremonias en mi escuela y alguna vez he tenido la oportunidad de utilizar el micrófono. Es algo muy bonito, pienso que lo más importante de la radio, y lo que más agrada, por lo menos a mí, es que en donde usted esté, si va solo en la carretera, va acompañado por la radio y va acompañado con los comentarios, con las críticas, con los comerciales, con la música, pero siempre va acompañado. Si hay un tramo donde en el carro, en su radio no entra la señal, usted lo deja y va escuchando puro ruido, porque va escuchando la radio, es increíble, yo creo que esto lo hacemos casi todos.
— ¿Usa el compás nada más en las matemáticas o también en otros lugares?
—Lo que pasa es que yo vivo ya con ese concepto.
—O sea, es un matemático de tiempo completo.
—No, no, no, no. ¡Ser maestro de telesecundaria es ser maestro de tantas materias! Damos 32 materias durante el ciclo completo: primero, segundo y tercero de secundaria. Entonces, el maestro de telesecundaria tiene que acercarse y adueñarse de todas las ramas de la educación básica; no soy matemático, soy un maestro que tiene una gran cantidad de carencias en las matemáticas, creo que igual que todos, pero siempre he tenido el espíritu de aprender.
—Dice que con el compás plano se miden los catetos, ¿y los senos, con qué se miden?
Compás plano / Foto: Cortesía
—También con el compás plano. (Risas).
— ¿Y usted cuándo pierde la brújula?
—La pierdo con frecuencia, procuro no ser muy metódico. La brújula a veces nos indica caminos inesperados y siempre es bueno descubrirlos.
— ¿Qué invento doméstico le sigue maravillando?
—La televisión es un invento increíble. A mí me llama muchísimo la atención, sobre todo desde de niño. Cuando supe que el inventor de la televisión a colores era un mexicano, yo tenía una profunda admiración por quienes hacen cosas que uno dice cómo le hicieron, o sea, cómo se le hace no sólo para transmitir una señal, una imagen, sino para transmitirla a color. A mí me llama mucho la atención, también. Digo, González Camarena es, yo pienso, de los inventores mexicanos que más ha influido en mi formación como maestro. Todos los días les digo a mis alumnos y a mis hijos que apunten su mirada o sus emociones hacia un objetivo, y que si ese objetivo puede generar algo, una idea, pues hay que empujarla. Pero aparte de González Camarena en México, a mí me llama mucho la atención el teléfono celular. Se me hace increíble cómo a través del espacio ya no tenemos la justificación del cable por donde pasaba el sonido, ahora es a través de las ondas eléctricas y hertzianas que rodean al planeta, es algo increíble.
— ¿Usted con quién se queda, con Tomás Alva Edison o Leonardo da Vinci?
—Con los dos, pero Alva Edison, no sé. Hace muchos años un amigo me decía que Tomás Alva Edison es un científico aparentemente norteamericano, pero que su mamá era latinoamericana, y eso me acerca mucho a Alva Edison, aunque Da Vinci es otra cosa.
—Ha mencionado las reivindicaciones del instrumento, ¿cuáles son las suyas?
—Bueno, yo pienso que la primera, para mí —toda mi vida y en mi salón lo he tenido siempre— es la lealtad. La lealtad con lo que uno hace, con lo que uno piensa, con los objetivos que uno tiene. Por ejemplo, si uno tiene un enemigo se debe incluso decir “te aviso que en una hora te ataco”. O sea, pienso que la lealtad debe ser una norma de convivencia armónica humana, incluso para estar así como iguales con los diferentes o con los adversarios. Para mí la lealtad es algo muy importante y yo digo incluso la lealtad con el adversario. Esto se acostumbra en la guerra en los altos niveles, el enemigo avisa y pide la espada antes de tomar la plaza. Pienso que es un símbolo de la convivencia humana.
“Otra, que uno tiene que ser modesto en lo natural, incluso pienso que la modestia no es solamente decir no puedo, no sé, no quiero, no me animo, o creo que no voy a poder, sino modesto quiere decir también reconocer lo propio, o sea, no tener falsa modestia. Es un error. Una persona debe decir sí puedo hacer esto o no puedo hacerlo porque no estoy calificado para hacerlo. Si usted sabe que es inteligente debe decir que es inteligente, si sabe que desea conocer o aprender algo a partir de lo que tiene ahorita, a partir de la capacidad de aprendizaje que tiene ahorita, tiene que decirlo, y si usted sabe que le faltan algunas herramientas de la lógica para poder aprender tiene que buscarlas, o sea, tiene que ser genuino consigo mismo, aceptarse como es pero para avanzar, para ser más.
“Otra reivindicación que a mí me parece es la rectora en mi concepto de vida es que uno debe estar orgulloso de ser mexicano. El nacionalismo de nosotros los mexicanos es por naturaleza, somos muy orgullosos de ser mexicanos de toda la vida, de todas las generaciones antepasadas. Me siento orgulloso de ser mexicano, admiro a mi país, quiero a mi país, quiero a la historia de mi país, quiero con toda mi fuerza hacer cosas por mi país. Este es un punto rector, yo soy mexicano consumado, amo profundamente a mi país.”
El Profr.Hernández Ortiz usando el compás plano / Foto: Cortesía
Autorretrato
[box style=»rounded»]“Junto con mi país, Chiapas es otra parte de mi alma”[/rescue_box]
Soy de una familia hidalguense. Por situaciones de la naturaleza y del trabajo de mi papá me registraron en el DF, pero soy hidalguense, tengo una formación en la huasteca hidalguense.
Estoy casado, tengo tres hijos.
Tengo muchos hermanos. Las familias de hace 40 años —yo tengo 47— eran numerosas. Somos 10 hermanos. Soy el primer lugar de mi familia, soy el mayor de mis hermanos.
A mí me gusta mucho leer, pero también me gusta mucho observar. Tenemos una capacidad para escuchar simultáneamente dos mil sonidos y a veces hago ejercicios de aislar uno; me gusta aislar sonidos, escucharlos. No me la paso escuchando así pero cada que tengo una oportunidad lo hago, me gusta mucho. Me gusta muchísimo ver el cielo de noche, es muy interesante. Cuando era chamaco, igual que todos, veía las nubes y me gustaba darles forma. Me gusta mucho observar a la gente; a mis alumnos los observo detenidamente todo el tiempo. Soy un observador, me gusta mucho observar.
Me gusta mucho la gente.
Para mí un personaje muy importante fue Francisco Gabilondo Soler. Lo escuchaba cuando era niño, todos los niños lo escuchábamos. A mí me gustaba Gabilondo Soler, aunque tenía un carácter muy feo, pero era una persona que tenía una forma muy especial de comunicarse con los niños. Además, era muchas cosas que comúnmente no sabemos: astrónomo, científico. Era muy extremoso: de los niños a la ciencia era una cosa muy exagerada.
Antes de que yo entrara a trabajar en telesecundaria, trabajé en primaria federal en la selva Lacandona, cuando vine a Chiapas, pero antes de los seis meses renuncié y me fui a Durango, pero estando en Durango me mortificaba mucho no tomar pozol, es una cosa increíble. Me gusta muchísimo el pozol de cacao y las empanaditas.
Aunque mucha gente sabe que no tomo, me gusta el tequila. No soy un bebedor, pero el 15 de septiembre o en la Navidad, me gusta mucho el tequila, una bebida muy de nosotros.
Soy alérgico al polvo. A mí me puede dar gripa en dos minutos, aunque ahora soy más resistente. Al igual que los árboles, conforme van creciendo —aunque llega el momento en que se caen— cuando son muy maduros son muy resistentes.
Dormido no sueño mucho, sueño en las madrugadas, ya muy temprano. Sueño generalmente el mar. Soy de una sola tierra, aunque he estado y he estudiado en diferentes partes del país. Si yo me fuera de Chiapas estoy seguro que a los 20 días me regresaría porque Chiapas se convirtió en mi tierra. Junto con mi país es otra parte de mi alma. Chiapas es un estado que quiero muchísimo. Sueño mucho el mar. Yo no conocía el mar. Cuando vine a Chiapas tardé muchos años en ir porque no me gustaba el mar, porque mi tierra no es un lugar de mar, ni siquiera de ríos. Pero cuando fui a Tonalá la primera vez, me impresionó. Voy todos los días que quiero, ver Puerto Madero es lo que genera eso. La mayoría de las veces sueño el mar.
Entrevista publicada en La Señal, revista de la Secretaría de Educación del estado de Chiapas. Número 3. Año 1, septiembre de 2007.
Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
Fotografía: Gaby Barrios
Cruces / Foto: Gabriela Barrios
– “Ninguno”.
– “Hoy no es un día común”.
– “No he pensado, que ellos escriban lo que les nazca del corazón”.
– “En eso nunca he pensado (risas): Aquí yace la casta y pura”.
– “Apasionada por inmortalizar instantes”.
– “Lo bailado, nadie me lo quita…inche muerte”.
– “Siempre libre”
– “Nada trajimos, nada nos llevamos, nada perdemos”.
– “No es original, es de una película, me gustó: Vine, hice mi desmadre y me fui”.
– «Por la luz contemplada y la vida que pude captar».
– “Gracias por todo lo vivido”.
– “(Risas) ¿Qué es epitafio?… Pues supongo que me gustaría que dijera descanse en paz, pues nada solo la fecha de mi nacimiento y la de mi deceso”.
– “Nada, sólo mi nombre de pila, si es que tengo epitafio, porque aún no compro terreno en el panteón, puede ser que me cremen, he pensado que no puedo decidir sobre mi cuerpo muerto, si pasa quiero que ellos hagan lo que menos doloroso les resulte, pero, preferiría ser cremada, ya les he dicho”.
Epitafio dos / Foto:Gaby Barrios
Muy pocas veces o nunca nos detenemos a pensar en lo que deseamos para nuestra muerte, son raras las ocasiones que la evocamos o si lo hacemos lo vemos como algo muy lejano, no asumimos que nos puede ocurrir en cualquier momento; pensamos que la muerte es de los otros, nunca la nuestra, por eso participamos en los rituales que en torno a ella se realizan.
Uno de estos, son las inscripciones en las lápidas, conocidas como epitafios, palabra que proviene del latín epitaphĭus, y éste del griego ἐπιτάφιος, sepulcral, la cual se coloca sobre un sepulcro o en la lápida o en una lámina junto a la tumba.
Algunos son escritos con cierto refinamiento literario, por lo que constituyen un subgénero literario lírico dentro del más general de la elegía o poema de lamento. El escritor Óscar de la Borbolla, señala incluso, que son la antología más maravillosa de minicuentos porque que en ellos existen muchas vidas y la trágica evidencia de que todas son truncadas por la muerte… “La vida puede tener mucha paja, en cambio la literatura es por fuerza sintética”.
Si no viví más, fue por que no me dio tiempo
Paul Westheim señala en su libro Las Calaveras(FCE, 1985), que los europeos, a punto de emerger de la Edad Media, procuraron librarse de su temor a la muerte, que es a la vez temor al Juicio Final y al infierno, por medio de las “danzas macabras”,
Epitafio tres/Foto:Gaby Barrios
representaciones, en su mayoría pintadas en los muros de los cementerios, de la lucha enconada entre ángeles y diablos que se disputan el alma del que acaba de morir; se suponía que con estas imágenes, todos aquellos que vivían de manera despreocupada, entregados al juego de las pasiones terrenales, reflexionaban sobre la muerte repentina, ésa que los podía arrancar inesperadamente de su posición poderosa y de sus placeres. El efecto sicológico sobre las masas estribaba en presentar el contraste entre vivos y muertos, estos últimos representados por un esqueleto, acompañados, además, por breves sentencias explicativas, redactadas en versos toscos.
En México, las danzas macabras fueron retomadas por Santiago Hernández y José Guadalupe Posada, quienes transforman esos
versos toscos en las famosas calaveras, llenas de ironía y sarcasmo, a través de las cuales la muerte, demoníaca adversaria del hombre en los siglos XV y XVI, se transforma en una amiga o en un compadre con el que se puede bromear. Esta familiaridad con que el mexicano trata a la “pelona” se manifiesta también en los altares con su flor de cempasúchil, su pan de muerto y sus calaveritas de azúcar en las que se pegaban pequeños epitafios que señalaban los defectos o venalidades de los aludidos.
En los panteones, esos epitafios se realizan en las lápidas de las tumbas para recordar, de manera seria o irónica pero siempre con brevedad, agudeza y exactitud, las virtudes del difunto. Además, estas composiciones no tienen que ser redactadas en verso, por lo que no es necesario ser poeta de oficio para escribirlas, muchas, incluso, son producto del ingenio popular anónimo, por ejemplo:
– “Buen cuate, siempre sincero y chingonazo. Bolo cuando había que chupar, solidario cuando había que ayudar”.
– “Del todo a la nada”.
– «A lo absurdo de mi vida sólo le pudo dar sentido la muerte».
– «Soy un líder…todos me seguiréis”.
– “La muerte es una enfermedad atea, no tiene cura”.
Nuestra muerte ilumina nuestra vida
Epitafio Uno/Foto:Gaby Barrios
Las inscripciones de las lápidas deberían ser fundamentales para conocer más acerca de nuestra historia local, incluso familiar, ya que en sus orígenes, en ellas se daba el registro de muertes insólitas y últimas palabras, elementos que podían contarnos fascinantes historias.
En el Panteón Municipal de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (México) este sentido irónico de los epitafios se ha sustituido por la bondad de las citas bíblicas y las virtudes del difunto, además de llevar, como en todas las demás, el nombre y las fechas de nacimiento y muerte. Lo que cambia son las formas.
Al caminar entre los estrechos y a veces inexistentes pasillos, podemos contemplar tumbas lujosas que son el reflejo de la vida de quien en ellas yace y otras sencillas, apenas con una flor que lucha por sobrevivir y demostrar que hay vida a pesar de tener la muerte a sus pies, no obstante, todas indican quien es su habitante.
Aun cuando el dolor se representa con los colores oscuros como señal de duelo, algunas lápidas se visten de colores que pueden ir desde el naranja hasta los tonos pastel, incluso con flores dibujadas.
Tumba abandonada / Foto: Gaby Barrios
Los grandes árboles cobijan con su sombra no sólo las tumbas sino a los visitantes y el sonido de sus hojas al mecerse con el viento acompañan las plegarias, los llantos y la esperanza del reencuentro. Jardines de flores naturales adornan algunas criptas, manifestando así a sus moradores el cariño y la dedicación de quienes los recuerdan.
Tumbas sepultadas por la maleza y el polvo, devoradas por el olvido y el tiempo, reflejan la soledad que habita algunos rincones, donde sólo permanecen las inscripciones, la mayoría elementales: nombre, fecha de nacimiento y muerte.
Los epitafios no forman parte fundamental de la cultura sepulcral de los tuxtlecos, quizá por ello en muchas criptas se encuentran inscripciones repetidas o con una variable mínima:
– “Desapareciste de nuestro lado pero nunca de nuestro corazón y pensamiento”.
– “Triste quedó nuestro hogar sin tu sombra querida se fue dejándonos la nobleza de su alma y la bondad de su corazón”.
Los hay amorosos:
– “Te lloraré toda mi vida mas no has muerto para mí. Sé que algún día lograré reunirme a ti. Tu papá”.
– “Para el mundo has muerto para tu esposa e hijos vivirás eternamente”.
– “Inolvidables hijitos siempre estarán en nuestro corazón”.
– “Tus caricias, cuidados y consejos fertilizaron nuestro amor, que perpetuamos con fe y esperanza en nuestra oración. Descansa en paz”.
– “Recordándote con amor. Tus padres”.
Pero también con reclamos:
– “Dios mío misericordioso nos quitaste el único ser que nos amó en esta vida. La que era nuestro apoyo y consuelo. Que se haga tu santísima voluntad. Bendita seas”.
Otros son homenajes:
– “Tu voz nunca se apagará porque nuestros actos siempre hablarán por ti”.
– “Por tu ser que se transmite, un cariñoso reconocimiento de tus nietos”.
– “Recordamos con cariño. Tu nobleza de corazón, tu honradez y tu hermosa filosofía, son el ejemplo más bello y la herencia más sólida que nos dejaste, padre querido”.
Tumba Homenaje / Foto:Gaby Barrios
Y los hay únicos:
¬– “Leona indomable que aquí duermes, mil batallas a la muerte habías ganado, tu alma y espíritu ha impregnado todo símbolo de vida que has amado. Estás en la libre mariposa, en el cándido aroma de las flores, te escucho en el jilguero y ruiseñores, te siento en la música, en el baile, en cada beso enamorado. Eres símbolo de amor ¡oh, madre mía! Eres símbolo de vida y alegría. Dios bendiga y eternice tu memoria porque siempre te amaremos madre mía”.
– “¡A quién nos dio todo a cambio de nada!”
¿Y usted ya pensó el suyo?
Panteón / Foto: Gaby Barrios
A ti, Diana Grajales, la amorosa indomable: “Soy un ser incomprendido que se ahoga por el volcán de pasiones, de ideas, de sensaciones, de pensamientos, de creaciones que no pueden contenerse en mi seno, y por eso estoy destinada a morir de amor…”
A ti, Luis Villatoro, el amoroso entrañable: “…la vida no ha sido hecha para mí, porque soy una llama devorada por sí misma y que no se puede apagar.”
(Publicado en el diario El Heraldo de Chiapas, Noviembre 2007)