Amanecer

Imagínate tú…

Imagínatelo tú por un momento.

 R. A.

 

La estrella aún flotaba en las aguas.

Río abajo, a la noche del mar, la llevó la corriente.

Y de pronto la mágica música errante en la sombra

se apagó, sin dolor, en el fresco silencio silvestre.

 

Imagínate tú, piensa sólo un instante,

piensa sólo un instante que el alma comienza a caerse.

(Las hojas, el canto del agua que sólo tú escuchas:

maravilloso silencio que pone en las tuyas su mano evidente.)

 

Piensa sólo un instante que has roto los diques y flotas sin tiempo en la noche,

que eres carne de sombra, recuerdo de sombra; que sombra tan sólo te envuelve.

Piensa conmigo «¡tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan vivo era todo,

antes que todo se desvaneciese!»

 

Imagínate tú que hace siglos que has muerto.

No te preguntan las cosas, si pasas, quién eres.

Procura un instante pensar que tus brazos no pesan.

Son nada más que dos cañas, dos gotas de lluvia, dos humos calientes.

 

(¡Tan bello era todo, tan nuestro era todo, tan vivo era todo!)

Y cuando creas que todo ante ti perfecciona su muerte,

abre los ojos:

El trágico hachero saltaba los montes,

llevaba una antorcha en la mano, incendiaba los bosques  nacientes.

El río volvía a mojar las orillas que dan a tu vida.

El prodigio era tuyo y te hacías así vencedor de la muerte.

Foto: Daria Endresen
Foto: Daria Endresen

 

Amanecer / José Hierro (Madrid, España. 1922 – 2002)

Oda a la vida

Foto: Timothy James Scott
Foto: Timothy James Scott

 

La noche entera

con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta, 
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobre
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en el racimo.

El que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.
Oda a la vida / Pablo Neruda (1904 – 1973. Chile)
Hoy, por ser cumpleaños de Gabriela Barrios, cantamos desmesuradamente a la vida
.

Ritual

Tomo mis manos

y las clavo en la pared

 

Voy a estrangular pasos,

para que no me sorprendan

en el camino a tu casa.

 

Foto: Juan Rulfo
Foto: Juan Rulfo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ritual / María del Carmen López Hernández (Chiapa de Corzo, 1973)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

De sólo imaginarme…

De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…

El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.

Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…

Foto: André Adolphe Eugène Disdéri
Foto: André Adolphe Eugène Disdéri

De sólo imaginarme… / Alice Lardé de Venturino

antiícaro

antiícaro, no quise yo volar , sino caer ;

por eso escribo , para dejar de soñar ,

para dejar el vuelo a los pájaros

y a la memoria ; pero heme aquí

con luengas alas urdidas en el polvo

del sueño y ataviadas con el plumaje

del tiempo sin el tiempo ; por eso escribo ,

para caer y apuntalar con estas letras

mi cuerpo y forzarlo a descender

en esta página , tatuada ya por el peso

todo de mi sangre ; y así , desleído

y cercenadas mis alas con el filo

de tus párpados , yace mi cuerpo

desangrado entre renglones , caído ,

terrestre , soberbio ; y aún señalado

por el dédalo de Dios y la niña de tus ojos

que trazan mi destino , antiícaro ,

no quieres tú volar , sino leer ;

 

Foto: Takeyoshi Tanuma
Foto: Takeyoshi Tanuma

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

antiícaro / Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Chiapas. 1974)

Poemario: Icarías. Ed. Literal, Serie: Limón Partido. México. 2010

He aquí que tú estás sola y que estoy solo…

He aquí que tú estás sola  y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y  yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

Foto: Harald Hauswald
Foto: Harald Hauswald

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

He aquí que tú estás sola  y que estoy solo… / Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1926 – Ciudad de México. 1999)

 

 

Quimera, ven

Te veré. Silueta de mis sueños.

Tú vendrás, y taladrando espacios

inundarás las inmensas

cavidades de mi vacío.

 

Consumirás mi fuego

con tus brazos

e hilvanarás tus venas

con las mías.

 

Tú ya vienes, amado.

Por entre los huecos

de la distancia,

puede entreverte mi nostalgia.

 

Te presiento, quimera.

Si vinieras,

a través de tus ojos me hundiría

grabándome en tu idea, eternamente.

Foto: Tadahiko Hayashi
Foto: Tadahiko Hayashi

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quimera, ven / Ofelia Narváez Rincón (Copainalá, Chiapas. 1928 – Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1989)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hoy, 25 de noviembre del 2014, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, leemos en el diario El Universal, que el cuerpo de una mujer fue hallado en los baños públicos de la estación Constitución de 1917, de la línea 8 del metro en la ciudad de México.

No hay más información. Surgen las interrogantes. ¿Quién es ella? ¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Cómo?

Silencio… silencio…

 

Foto: Beksinski Zdzisław
Foto: Beksinski Zdzisław

Huelga

Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.

Gioconda Belli

Dame mi soledad

Quiero que me hagas el olvido

como antes me hacías el amor

 

Vendrás.

No tengo ganas de arreglar el cuarto

donde descansaremos o haremos el amor

(según el ánimo, la luna llena

el tráfico con que te hayas enfrentado).

Debería hacerte de comer, lavar los trastes,

así como llevé tu traje a la tintorería.

Pero hoy no tengo ganas de hacer esas cosas,

de vivir el lugar común en que vegeto

junto con las vecinas de abajo y de arriba.

 

El viento de la tarde me recordó el mar,

después vino la lluvia y con ella los sueños.

 

Hoy quisiera acostarme sobre la arena húmeda;

navegar hasta que el cansancio nos deje a la deriva;

liberarme de las cuatro paredes de la rutina;

amanecer sin prisa, buscar leña

y hacer una fogata a la orilla de un río;

aprender los caminos de tus ojos

como si fueran los de un desconocido;

navegar o convertirme en espuma,

en alga, en estrella de mar, en erizo;

pero ya ves,

tu burocracia sólo me da la posibilidad del sueño

y aunque somos amantes, yo cada vez te siento

más esposo y menos compañero.

Foto: Gilles Caron
Foto: Gilles Caron

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dame mi soledad (fragmento) / Marisa Trejo Sirvent (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1956)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

Verde embeleso de la vida humana

Verde embeleso de la vida humana,
loca Esperanza, frenesí dorado,
sueños de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;

alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor imaginado;
el hoy de los dichosos esperado
y de los desdichados el mañana:

sigan tu sombra en busca de tu día
los que con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;

que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.

Foto: Alberto García Alix
Foto: Alberto García Alix

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Verde embeleso de la vida humana… / Sor Juana Inés de la Cruz