De sólo imaginarme…

De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…

El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.

Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…

Foto: André Adolphe Eugène Disdéri
Foto: André Adolphe Eugène Disdéri

De sólo imaginarme… / Alice Lardé de Venturino

Palomas encendidas

Por la dureza de tus muslos

vuelan palomas encendidas

por tu morenísimo cuello esta mariposa-boca mía

revolotea.

Invirtamos la historia

Hombre

Ángel de la anunciación

Adán

Mordamos de nuevo la manzana

jugosa roja

Centro donde tu pasión borbotea

Eva soy

no me importa el castigo.

Foto: Vadim Stein
Foto: Vadim Stein

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palomas encendidas / Yolanda Gómez Fuentes (Tapachula, Chiapas. 1964)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

Luchadores peregrinos

Las peregrinaciones tienen una larga historia, las más antiguas se realizaban en Roma y Tierra Santa y no pueden entenderse fuera de un contexto espiritual y de recogimiento, incluso de sufrimiento.

La idea de peregrinar para llegar a un punto geográfico cumple con la función social de mostrar públicamente la fe y la pertenencia a una Iglesia, sin embargo, lo más sobresaliente de las peregrinaciones en México es su forma gozosa de celebrarlas, en Chiapas incluso van acompañadas de parachicos, mariachis y hasta marimbas.

Ayer al caminar por la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, me encontré con una peregrinación de luchadores… quienes van a recargar las energías para continuar con su lucha, en la cotidianidad y en el ring.

Atrás venía otra peregrinación de una línea de autobuses, pero esa es otra historia.

El Juguito, tradición familiar desde 1970

El juguito local
El juguito/ Foto: Galatea Xalli

Texto: Gabriela G. Barrios García

Entrar al mercado es llegar a un festín de olores y colores que emanan de los puestos, el movimiento agitado de las personas que recorren ataviados con su morraletas, canastos y bolsas de plástico, el sonido ensordecedor de las voces de los vendedores que ofrecen sus vendimias mezclado con el de los visitantes que preguntan, regatean y compran, las máquinas de las carnicerías, los sonidos de los televisores y radios en algunos locales. Cada puesto tiene su historia, cada persona tiene mucho que contar de esa labor que incansablemente hace a diario.

Me he detenido un momento, en un pequeño local del Mercado Pascacio Gamboa, conocido como el “Mercado viejo”, quizá la nostalgia me ha obligado a detenerme e indagar más sobre un local de jugos, licuados y tortas llamado El juguito, cuyo título es acompañado de la leyenda: “Desde 1970”.

Pido de comer una torta de pierna con un jugo de naranja y zanahoria, a mi lado se encuentra una señora ya entrada en años, muy agradable, quien le pregunta a la señora del puesto por la salud de su papá, quien tuvo una caída hace poco. Me animo a preguntar por su nombre y de cuánto tiempo tiene de comer en la juguería.

Amablemente doña Evangelina me platica que ella y su esposo llevan muchos años frecuentando el lugar: “Nosotros trabajamos 42 años en un restaurante en Chiapa de Corzo y mi esposo siempre venía para acá y, como él salía a las cuatro de la mañana, le daba vuelta a casi todos los mercados y aquí venía a terminar para que pasara a traer su torta con su licuado de chocomilk”.

“Ahorita vamos al Seguro (IMSS) en la (clínica) 25, pero me dijo mi esposo que viniéramos a comer una torta y de ahí regresaríamos para el Seguro. Cada que podemos venimos hasta acá. Siempre pido mi torta de pierna y mi jugo de zanahoria con betabel”.

Doña Amparito, como la llaman sus clientes y amigos, lleva más de 44 años atendiendo la refresquería, comenzó a llegar desde los 12 años para ayudarle a su abuelita, doña Josefa López Velázquez, quien es la fundadora de ese negocio familiar. Ahora apoya a sus papás, ya que su mamá se retiró desde que la operaron y su papá, Manuel López Quirol –don Manuelito-, quien a pesar de haber sufrido una caída, sigue llegando muy temprano a preparar todas las cosas para abrir el local.

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Licuados /Foto: Galatea Xalli

¿Recuerda cómo era la actividad de su abuelita?
Mi abuelita fue muy trabajadora y siempre muy optimista. Ella era la que le daba ánimo a este negocio, decía: vamos hacer esto, vamos hacer lo otro. Cuando empezamos en este mercado no había muchas juguerías, pero en ese tiempo se preparaban las aguas picadas, se hacían las aguas preparadas y mi abuelita fue la que empezó con los licuados, los jugos, por ejemplo: el vampiro, el licuado verde, ella fue la que inició aquí con esos jugos, y también vendíamos aguas preparadas. Combinaba las dos bebidas.

¿En qué le ayudaba a su abuelita?
Ella era la que preparaba las tortas y yo le ayudaba a hacer los licuados y los jugos. Bien chica empecé, a los 12 años.

¿Cómo es un día en la juguería?
Desde temprano venimos y empezamos a preparar todo. Para mí es muy bonito porque es una manera de empezar el día en el trabajo y pensando siempre positivamente que vamos a vender, que vengo con la disponibilidad de atender bien a mis clientes para que se vayan contentos, satisfechos del servicio que les damos. Siempre con los compañeros compartiendo la alegría del negocio, que celebremos que estamos sanos, porque a veces cuando nos enfermamos o por alguna otra cosa, ya no venimos, pero cuando está uno bien, toda esa alegría de vernos, de saludamos y de que ya vamos a empezar a vender.

¿A qué hora viene?
Ahora que mi papá está enfermo antes de las 6 de la mañana empezamos a trabajar, siempre pensando en el negocio; trabajando pero pensando en la familia también porque la dejamos. Eso ya es de muchos años, los dejamos en casa.

¿Cuál es su horario?
De 6 de la mañana a 3 de la tarde. Ya nos hicimos ese propósito para no abandonar mucho a la familia, porque los abandona uno mucho y también tiene que ver por ellos.

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Trabajo diario /Foto: Galatea Xalli

¿Desde qué hora empieza con la compra de sus productos?
Desde temprano, aquí mismo le compramos a los compañeros.

¿Qué es lo que más vende?
El licuado verde, el vampiro, el chocomilk, los jugos de naranja y de zanahoria. Las tortas son la base principal del negocio porque mucha gente que viene a tomarse su jugo pide una tortita para complementar el desayuno y ya se van, o sea llevan su torta para desayunar, aparte de las personas que vienen aquí a consumir. Hay tortas de cochito, pollo y jamón.

¿Cuál es el jugo más raro que le han pedido?
Los combinados que se preparan con tres o cuatro frutas, por ejemplo, hay una señora que toma el tascalate con plátano, ¡bien raro! También hay otro que es el licuado verde con alfalfa, es raro porque no se toma así, pero lo piden con alfalfa o con guayaba y a veces han pedido de granola con piña.


¿Cuál es el día más movido?
Los lunes, los jueves, viernes y sábados. Hay dos días en la semana, los martes y miércoles, que son más tranquilos, excepto cuando es quincena.

¿Es en general en el mercado que son tranquilos esos días?
Sí, como que son dos días que la gente no muy sale al mercado.

¿Cuántas tortas hace al día?
Cuando está la venta baja se vende 70 u 80 tortas y cuando la venta está buena, se venden de 100, 111 a 120.

¿Cuál es que la que más se vende?
La de cochito.

Aproximadamente, ¿cuántos licuados vende al día?
Ni idea, ahí sí no sé, pero sí se venden varios, la torta porque compramos cierta cantidad de pan, ahí nos damos cuenta, pero de lo que son los licuados no. Pero se venden muchos, sobre todo los licuados de zanahoria con naranja, a veces se termina un costal de 100 naranjas.

¿Quiénes son sus clientes más fieles?
Son varios clientes que han estado desde entonces, que ahora ya vienen sus nietos, sus bisnietos, durante 47 años.

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Jugos /Foto: Galatea Xalli

¿Alguna anécdota que nos quiera compartir?
Doña Evangelina y su esposo tienen la costumbre de que cuando vienen, se ponen a platicar con mi papá, de cuando estaban jóvenes y comenzaron a trabajar también, a veces de sus enfermedades, de sus alegrías, de una fiesta o algo. Eso para mí es muy bonito porque veo a mi papá reír, me da mucho gusto verlos.

Mi papá cuando está aquí en el mercado se siente bien, está contento cuando platica con la gente que viene al negocio, lo veo con esa alegría. Ahora que está en la casa está todo triste. Hoy que vino no se quería ir.

Otra anécdota podría ser de un joven que estaba hace rato acá, él venía con su papá y su mamá, estaría como de unos ocho años cuando empezó a venir, ahora ya viene con sus hijos, sus hijos ya están grandes.

También tiene otro amigo, el señor es escritor y le encanta platicar con mi papá, se llama Alejandro, desde que viene se queda acá y su esposa es la que anda comprando. Ahí están risa y risa los dos.

¿Su papá siempre se dedicó a esto?
Mi papá anteriormente tenía una panadería, pero por los años que llevaba trabajando en eso, empezó con problemas reumáticos, y nosotros nos fuimos casando, mi mamá se fue quedando sola, entonces cuando mi abuelita muere y se queda el negocio, ella empezó a trabajar en esto. Acá pasaron todos mis hermanos, mis sobrinos.

¿Sus hijos la ayudan?
Ahorita ya no. Cuando estaban más chicos y cuando estudiaban la universidad todavía venían, pero cuando ya terminaron la carrera ahí si ya no.

¿Si no se dedicara a esto qué le gustaría hacer?
Ama de casa, he sido ama de casa pero este trabajo siempre me ha gustado mucho.

Amparito
Señora Amparito/ Foto: Galatea Xalli

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Silueta

Nombre:  Amparo López Díaz
Lugar de nacimiento: Pichucalco
Edad: 59 años
Número de hermanos: Somos 5
Estado civil:  Casada.
Número de hijos:  Dos.
Pasatiempos:
Soy una mil usos. Me gusta costurar, me gusta tejer, me gusta cuidar mis plantas, tengo muchas plantas en mi casa, me doy mi tiempo para arreglar mis plantas y aparte de eso me gusta ver alguna decoración para que le haga yo a mi casa.
Música:
Soy antigüita, me gusta la marimba. Todo tipo de música que se toque con marimba me gusta.Comida:  El mole chiapaneco.
Bebida:  Me gusta mucho el tascalate, me encanta.
Ritual:
Al levantarme darle gracias a Dios por el nuevo día, porque me permite despertar y  empezar con mis labores. Darle gracias a Dios y pedirle que me de fuerzas y salud para poder trabajar todo el día, que es bastante pesadito, más ahorita a mi edad como que lo estoy resintiendo un poco ya porque el trabajo es doble, es acá y es allá en la casa.

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local
El juguito, desde 1970 / Foto: Galatea Xalli

 

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En Corto

Licuadora:  Licuados
Agua:  Bebidas
Pan: Café
Mercado:  Gente
Amanecer:  Despertar
Fruta:  Energía
Juguito:  La refresquería (risas)

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Entrevista publicada en el diario El Heraldo de Chiapas, 11 de diciembre de 2014.

antiícaro

antiícaro, no quise yo volar , sino caer ;

por eso escribo , para dejar de soñar ,

para dejar el vuelo a los pájaros

y a la memoria ; pero heme aquí

con luengas alas urdidas en el polvo

del sueño y ataviadas con el plumaje

del tiempo sin el tiempo ; por eso escribo ,

para caer y apuntalar con estas letras

mi cuerpo y forzarlo a descender

en esta página , tatuada ya por el peso

todo de mi sangre ; y así , desleído

y cercenadas mis alas con el filo

de tus párpados , yace mi cuerpo

desangrado entre renglones , caído ,

terrestre , soberbio ; y aún señalado

por el dédalo de Dios y la niña de tus ojos

que trazan mi destino , antiícaro ,

no quieres tú volar , sino leer ;

 

Foto: Takeyoshi Tanuma
Foto: Takeyoshi Tanuma

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

antiícaro / Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Chiapas. 1974)

Poemario: Icarías. Ed. Literal, Serie: Limón Partido. México. 2010

He aquí que tú estás sola y que estoy solo…

He aquí que tú estás sola  y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y  yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

Foto: Harald Hauswald
Foto: Harald Hauswald

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

He aquí que tú estás sola  y que estoy solo… / Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1926 – Ciudad de México. 1999)

 

 

Quimera, ven

Te veré. Silueta de mis sueños.

Tú vendrás, y taladrando espacios

inundarás las inmensas

cavidades de mi vacío.

 

Consumirás mi fuego

con tus brazos

e hilvanarás tus venas

con las mías.

 

Tú ya vienes, amado.

Por entre los huecos

de la distancia,

puede entreverte mi nostalgia.

 

Te presiento, quimera.

Si vinieras,

a través de tus ojos me hundiría

grabándome en tu idea, eternamente.

Foto: Tadahiko Hayashi
Foto: Tadahiko Hayashi

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quimera, ven / Ofelia Narváez Rincón (Copainalá, Chiapas. 1928 – Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1989)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

Balada por los muchachos de Ayotzinapa

“A lo mejor un poema no puede cambiar al mundo, pero sí puede crear un diálogo y eso es muy importante por todo lo que está pasando”, expresó el destacado poeta chiapaneco Óscar Oliva, en el homenaje que recibió por su trayectoria dentro del Segundo Encuentro con la Palabra Escrita, realizado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

A propósito de los acontecimientos nacionales, de este homenaje y del aniversario luctuoso del luchador social Lucio Cabañas, Desmesuradas comparte uno de sus poemas de reciente creación:

 

Balada por los muchachos de Ayotzinapa

 

No hay límites para el país del crimen.

No hay nombre para el país del crimen.

No hay país con nombres del crimen.

No hay crímenes para el país del crimen.

 

¿Díganme, en qué país lejano hallarlos?

 

A Décimo Junio Juvenal agrego a François Villon

para componer esta balada, y pido a otros cantores

 

añadan otro estribillo interrogativo: ¿dónde, en qué

país sin crímenes están los muchachos que apenas

se habían desnudado al amor?

 

Ayúdenme a correr junto a un río

que corre con demasiada fuerza.

 

¿En dónde están, en qué casa negra, encapsulados?

 

En la casa blanca no están, ahí ya no habita nadie.

Llegará el tiempo de otras sirenas, de otros sortilegios,

y la blancura como lirio será un resplandor amarillo

 

o un lirio negro al capricho de otra dueña, otra Circe

de engaño, entre leones y lobos del mismo bosque.

 

¿Dónde están, Madre Dolorosa?

 

¿Dónde están las 43 lágrimas de ayer por la tarde?

 

No vamos a averiguar en esta mañana dónde están,

ni en las siguientes mañanas y tardes dónde están,

ni en todo el año, que a este estribillo no nos lleve:

¡Mas dónde están los muchachos de Ayotzinapa!

 

No hay límites.

No hay nombres.

No hay país.

No hay crímenes.

 

Corren con demasiada fuerza.

 

Óscar Oliva

Tuxtla Gutiérrez, noviembre, 2014.

Maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la cual fue líder estudiantil.  En la década de 1970 actuó como  jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero.
Maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la cual fue líder estudiantil. En la década de 1970 actuó como jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escucha el poema en voz del poeta:

No somos más que un pañuelo…

No somos más que un pañuelo

agitado por el viento de los muelles.

Nuestro deseo es llegar

pero siempre nos vamos.

Somos una risa interrumpida por el invierno;

una mañana con sol súbitamente invadida

por los ejércitos de las nubes;

una tarde tranquila sorprendida por la lluvia;

una noche con la luna

cubierta de pronto por el temporal.

Pero… somos y eso no nos lo quita el viento.

 

No seremos, pero hemos sido.

Sirva esto para seguir andando

por el camino siempre interrumpido,

para saber que nuestros ojos

siempre podrán distinguir

las figuras que viven en la otra orilla del abismo.

Foto: Ulises Escudero
Foto: Ulises Escudero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hugo Gutiérrez Vega (20 de febrero 1934. Guadalajara, Jalisco)

Poeta, actor, diplomático, humanista y periodista- El lunes 1 de diciembre, en el marco de la quinta edición de la cátedra que lleva su nombre, la Universidad de Guadalajara le otorgará el Doctorado Honoris Causa.

En protesta

Mi protesta inflamada no es sino el grito de mi alma

Emiliano Zola

Quiero irme a mi pueblo, lejos, muy lejos.

Volver a mi casa donde mi ventana está pintada de

rojo

y el frío marcha por las noches como un soldado

cubierto de niebla.

Quiero ir a mi pueblo, a que me cure el viento de la

madrugada.

A que me vean mi padre y mi madre.

Quiero oír las campanas de bronce, los cerros azules

que suenan cuando llueve;

los altos vientos como ángeles airados,

el Grijalva que se desborda al vientre de la tierra.

 

Luego me viene un ansia, un malestar, un hombro

alucinante nace

de mi espalda, rompe mi clavícula y me detiene a la

mitad de la calle.

¿A qué esperar? Quiero una boca donde dejar mis

labios;

una palabra en voz alta, dicha en mexicano.

 

Estoy ahíto, deslumbro como un animal, disconforme.

Con rencor hacia los hombres miserables.

Porque miserable es lo que dicen, miserables sus

cabezas,

miserable lo que comen. Miserables sus trajes, sus

pañuelos, sus intestinos.

Ahora odio.

Ahora congoja, ahora zapato; ahora, rodilla, no

tiembles.

 

Me vienen ganas de pelear.

Viene una garganta al encuentro de mi voz,

me viene un niño descalzo de palabras y ademanes

que se alborota como un pequeño pájaro.

¿A cómo estamos? Me pregunto.

Acomodo el día.

¿A cómo la comida? ¿A cómo la risa? ¿A cómo la vida?

Acomodo mi cuerpo.

Para darle gusto a mi sangre estoy vivo, para darle

ganancia.

Estoy alerta contra los enemigos, estamos alerta.

Nos han pateado, nos han encarcelado.

Nos meten agujas debajo de la lengua.

Resistimos.

Como los árboles ante el empuje del viento.

¿Y Vosotros qué, y ustedes cuándo? ¿ahora ellos, mañana (no quiero ni pensarlo), tal vez tú y él?

¿cuándo vamos a luchar, cuándo vamos a luchar y

clamar y clamar?

Y bien ¿ahora qué?

¿ahora qué, nosotros?

¡Arriba!

Arriba no pasa nada.

Pasan nubes.

¡Arriba el mitin de los trenes!

¡Arriba la huelga en la mina de hambre!

¡Arriba el acento que trastorna las vocales!

Arriba, las nubes se amontonan como piedras.

 

¿Para qué refugiarse entre los tuyos? No vayas a

ninguna parte.

Decide tu casa, decide el movimiento

de las Estaciones.

No digas más, “si algo pasa que lo cargue el viento”.

No busques remedio a tu dolor, no busques quién te ampare.

No busques el color de la cal en las paredes.

Cuídate de la tos del espíritu, de la tuberculosis de

la indecisión,

de la calentura del lodo.

No busques una mano que te consuele, un abrigo que te

abrigue.

 

¿Dónde nos encontraremos? ¿Dónde avistaremos la calle?

Hay que alistarse,

salir de los hospitales en muletas,

brincar en la mesa de operaciones.

¡Alerta! ¡Alerta!

Parte el viento rumbo al sur. Parte el viento como

una espada.

 

Pero dirás: “primero son mis ojos que se sorprenden con

el descubrimiento de la luz;

primero es el hambre que golpea mi estómago”.

Pero dirás: “primero es curarse, tomar el remedio que

te salve”.

Pero dirás: “yo no quiero escupir sangre en la banqueta

que pisan los niños”.

Pero dirás:” amo el mar”.

Pero dirás: “amo”.

 

Entonces, hay que luchar.

Pelea, fatiga. Pelea, cama, contra mis huesos.

Pelea contra los indignos de llamarse Pedro

o Nicolás.

Pelea, piedra.

Pelea, obrero.

Pelea, aire, contra las aves.

No veles más tu cuerpo.

Asiste a tu muerte.

No veles la noche.

Pelea, luz; pelea, amigo.

 

Si viene el amarillo dale una luna para que aprenda.

Si viene el azul enséñale la línea del horizonte.

Si viene el rojo dale una bandera,

dale tu sangre, aliméntalo en tus venas.

 

Las paredes dicen: levantamos un cuarto.

El calendario señala el día tres de abril como un día

imperecedero.

La ciudad de México está bajo un cielo de humo.

El tórax no me duele; me duele nombrarme a grandes

voces.

Hay un precipicio entre mi boca y mi estómago.

El Diablo carcelero ha cerrado la puerta, ha abierto la

oscuridad,

ha roto la rebelión de los dignos.

Las cadenas dicen: nos enredamos en sus manos como

culebras.

Los altos funcionarios hacen concesiones a la muerte.

Pero las sillas dirán: no se sienten los culpables,

los matadores.

Las casas dirán: no entren.

La enfermedad que mata dirá: asesinos.

Yo diré: asesinos.

Acuso el hambre de matar al estómago, de herir a las

costillas,

de acabar el paso, de abrir los pómulos de la cara,

de enflaquecer la vida.

Yo acuso al agua que da de beber a los criminales.

Yo acuso al aire malo y enfermo.

Yo acuso al señor día, de vivir entre bandidos.

Al señor animal,

al señor banquero,

al señor piedra,

al señor político,

al señor dinero,

de presentarse y de inclinarse ante el señor Estado

que les da de beber y comer para mantener el crimen.

Yo acuso a los periódicos de toda falsedad,

yo acuso al ejército de estar contra el pueblo,

yo acuso a la juventud de ancianidad,

y a los muertos que no hicieron nada, los aborrezco.

No tengo nada contra nadie: nada más odio a los

conformes,

a los aduladores del oro.

Yo acuso a mis hermanos, a mis amigos.

Yo acuso a mis ojos de ceguera,

a mis piernas de no andar,

a mis uñas de tullir a mis dedos:

yo acuso a mis palabras incoherentes,

yo acuso a mi corazón de no gritar,

a mis manos de no empuñar una lanza que derrumbe

al día,

yo acuso a la enfermedad que me doblega

como un árbol lleno de llagas en la corteza,

yo acuso, en fin, a la noche,

de haber violado a una rosa que no era la culpable de

ningún crimen.

 

Por esto, por el fuego,

por la escritura de mi lápiz,

un día más, un mes tan sólo, un año me voy, otro me quedo.

Por mí,

por nadie,

por la vesícula del aire,

por el remolino de mi dolor,

yo estoy.

Yo estoy, sí, esperando la lluvia.

Yo espero sanar y estar bien por el invierno.

La primavera me ha hecho mucho daño.

Ahora mi palabra es ronca, y mi boca tiene tos,

y quiero irme , pero no quiero irme.

 

Estoy bien, amigos míos; estoy mejor.

Me alzo sobre el mar, y veo.

 

El viento es el cordón umbilical de las montañas.

Padezco el mal de amar a mi tierra,

de amar a mis huesos, de amar a mis hermanos.

Porque México, México, mi México.

 

1968

 

2014

 

 

 

En protesta / Óscar Oliva (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1937)

Fuente: Trabajo ilegal. Poesía 1960/1982. Editorial Katún. 1985.