De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…
El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.
Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…
Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.
Las peregrinaciones tienen una larga historia, las más antiguas se realizaban en Roma y Tierra Santa y no pueden entenderse fuera de un contexto espiritual y de recogimiento, incluso de sufrimiento.
La idea de peregrinar para llegar a un punto geográfico cumple con la función social de mostrar públicamente la fe y la pertenencia a una Iglesia, sin embargo, lo más sobresaliente de las peregrinaciones en México es su forma gozosa de celebrarlas, en Chiapas incluso van acompañadas de parachicos, mariachis y hasta marimbas.
Ayer al caminar por la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, me encontré con una peregrinación de luchadores… quienes van a recargar las energías para continuar con su lucha, en la cotidianidad y en el ring.
Atrás venía otra peregrinación de una línea de autobuses, pero esa es otra historia.
Entrar al mercado es llegar a un festín de olores y colores que emanan de los puestos, el movimiento agitado de las personas que recorren ataviados con su morraletas, canastos y bolsas de plástico, el sonido ensordecedor de las voces de los vendedores que ofrecen sus vendimias mezclado con el de los visitantes que preguntan, regatean y compran, las máquinas de las carnicerías, los sonidos de los televisores y radios en algunos locales. Cada puesto tiene su historia, cada persona tiene mucho que contar de esa labor que incansablemente hace a diario.
Me he detenido un momento, en un pequeño local del Mercado Pascacio Gamboa, conocido como el “Mercado viejo”, quizá la nostalgia me ha obligado a detenerme e indagar más sobre un local de jugos, licuados y tortas llamado El juguito, cuyo título es acompañado de la leyenda: “Desde 1970”.
Pido de comer una torta de pierna con un jugo de naranja y zanahoria, a mi lado se encuentra una señora ya entrada en años, muy agradable, quien le pregunta a la señora del puesto por la salud de su papá, quien tuvo una caída hace poco. Me animo a preguntar por su nombre y de cuánto tiempo tiene de comer en la juguería.
Amablemente doña Evangelina me platica que ella y su esposo llevan muchos años frecuentando el lugar: “Nosotros trabajamos 42 años en un restaurante en Chiapa de Corzo y mi esposo siempre venía para acá y, como él salía a las cuatro de la mañana, le daba vuelta a casi todos los mercados y aquí venía a terminar para que pasara a traer su torta con su licuado de chocomilk”.
“Ahorita vamos al Seguro (IMSS) en la (clínica) 25, pero me dijo mi esposo que viniéramos a comer una torta y de ahí regresaríamos para el Seguro. Cada que podemos venimos hasta acá. Siempre pido mi torta de pierna y mi jugo de zanahoria con betabel”.
Doña Amparito, como la llaman sus clientes y amigos, lleva más de 44 años atendiendo la refresquería, comenzó a llegar desde los 12 años para ayudarle a su abuelita, doña Josefa López Velázquez, quien es la fundadora de ese negocio familiar. Ahora apoya a sus papás, ya que su mamá se retiró desde que la operaron y su papá, Manuel López Quirol –don Manuelito-, quien a pesar de haber sufrido una caída, sigue llegando muy temprano a preparar todas las cosas para abrir el local.
Licuados /Foto: Galatea Xalli
¿Recuerda cómo era la actividad de su abuelita?
Mi abuelita fue muy trabajadora y siempre muy optimista. Ella era la que le daba ánimo a este negocio, decía: vamos hacer esto, vamos hacer lo otro. Cuando empezamos en este mercado no había muchas juguerías, pero en ese tiempo se preparaban las aguas picadas, se hacían las aguas preparadas y mi abuelita fue la que empezó con los licuados, los jugos, por ejemplo: el vampiro, el licuado verde, ella fue la que inició aquí con esos jugos, y también vendíamos aguas preparadas. Combinaba las dos bebidas.
¿En qué le ayudaba a su abuelita?
Ella era la que preparaba las tortas y yo le ayudaba a hacer los licuados y los jugos. Bien chica empecé, a los 12 años.
¿Cómo es un día en la juguería?
Desde temprano venimos y empezamos a preparar todo. Para mí es muy bonito porque es una manera de empezar el día en el trabajo y pensando siempre positivamente que vamos a vender, que vengo con la disponibilidad de atender bien a mis clientes para que se vayan contentos, satisfechos del servicio que les damos. Siempre con los compañeros compartiendo la alegría del negocio, que celebremos que estamos sanos, porque a veces cuando nos enfermamos o por alguna otra cosa, ya no venimos, pero cuando está uno bien, toda esa alegría de vernos, de saludamos y de que ya vamos a empezar a vender.
¿A qué hora viene?
Ahora que mi papá está enfermo antes de las 6 de la mañana empezamos a trabajar, siempre pensando en el negocio; trabajando pero pensando en la familia también porque la dejamos. Eso ya es de muchos años, los dejamos en casa.
¿Cuál es su horario?
De 6 de la mañana a 3 de la tarde. Ya nos hicimos ese propósito para no abandonar mucho a la familia, porque los abandona uno mucho y también tiene que ver por ellos.
Trabajo diario /Foto: Galatea Xalli
¿Desde qué hora empieza con la compra de sus productos?
Desde temprano, aquí mismo le compramos a los compañeros.
¿Qué es lo que más vende?
El licuado verde, el vampiro, el chocomilk, los jugos de naranja y de zanahoria. Las tortas son la base principal del negocio porque mucha gente que viene a tomarse su jugo pide una tortita para complementar el desayuno y ya se van, o sea llevan su torta para desayunar, aparte de las personas que vienen aquí a consumir. Hay tortas de cochito, pollo y jamón.
¿Cuál es el jugo más raro que le han pedido?
Los combinados que se preparan con tres o cuatro frutas, por ejemplo, hay una señora que toma el tascalate con plátano, ¡bien raro! También hay otro que es el licuado verde con alfalfa, es raro porque no se toma así, pero lo piden con alfalfa o con guayaba y a veces han pedido de granola con piña.
¿Cuál es el día más movido?
Los lunes, los jueves, viernes y sábados. Hay dos días en la semana, los martes y miércoles, que son más tranquilos, excepto cuando es quincena.
¿Es en general en el mercado que son tranquilos esos días?
Sí, como que son dos días que la gente no muy sale al mercado.
¿Cuántas tortas hace al día?
Cuando está la venta baja se vende 70 u 80 tortas y cuando la venta está buena, se venden de 100, 111 a 120.
¿Cuál es que la que más se vende?
La de cochito.
Aproximadamente, ¿cuántos licuados vende al día?
Ni idea, ahí sí no sé, pero sí se venden varios, la torta porque compramos cierta cantidad de pan, ahí nos damos cuenta, pero de lo que son los licuados no. Pero se venden muchos, sobre todo los licuados de zanahoria con naranja, a veces se termina un costal de 100 naranjas.
¿Quiénes son sus clientes más fieles?
Son varios clientes que han estado desde entonces, que ahora ya vienen sus nietos, sus bisnietos, durante 47 años.
Jugos /Foto: Galatea Xalli
¿Alguna anécdota que nos quiera compartir?
Doña Evangelina y su esposo tienen la costumbre de que cuando vienen, se ponen a platicar con mi papá, de cuando estaban jóvenes y comenzaron a trabajar también, a veces de sus enfermedades, de sus alegrías, de una fiesta o algo. Eso para mí es muy bonito porque veo a mi papá reír, me da mucho gusto verlos.
Mi papá cuando está aquí en el mercado se siente bien, está contento cuando platica con la gente que viene al negocio, lo veo con esa alegría. Ahora que está en la casa está todo triste. Hoy que vino no se quería ir.
Otra anécdota podría ser de un joven que estaba hace rato acá, él venía con su papá y su mamá, estaría como de unos ocho años cuando empezó a venir, ahora ya viene con sus hijos, sus hijos ya están grandes.
También tiene otro amigo, el señor es escritor y le encanta platicar con mi papá, se llama Alejandro, desde que viene se queda acá y su esposa es la que anda comprando. Ahí están risa y risa los dos.
¿Su papá siempre se dedicó a esto?
Mi papá anteriormente tenía una panadería, pero por los años que llevaba trabajando en eso, empezó con problemas reumáticos, y nosotros nos fuimos casando, mi mamá se fue quedando sola, entonces cuando mi abuelita muere y se queda el negocio, ella empezó a trabajar en esto. Acá pasaron todos mis hermanos, mis sobrinos.
¿Sus hijos la ayudan?
Ahorita ya no. Cuando estaban más chicos y cuando estudiaban la universidad todavía venían, pero cuando ya terminaron la carrera ahí si ya no.
¿Si no se dedicara a esto qué le gustaría hacer?
Ama de casa, he sido ama de casa pero este trabajo siempre me ha gustado mucho.
Señora Amparito/ Foto: Galatea Xalli
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Silueta
Nombre: Amparo López Díaz Lugar de nacimiento: Pichucalco Edad: 59 años Número de hermanos: Somos 5 Estado civil: Casada. Número de hijos: Dos. Pasatiempos:
Soy una mil usos. Me gusta costurar, me gusta tejer, me gusta cuidar mis plantas, tengo muchas plantas en mi casa, me doy mi tiempo para arreglar mis plantas y aparte de eso me gusta ver alguna decoración para que le haga yo a mi casa. Música:
Soy antigüita, me gusta la marimba. Todo tipo de música que se toque con marimba me gusta.Comida: El mole chiapaneco. Bebida: Me gusta mucho el tascalate, me encanta. Ritual:
Al levantarme darle gracias a Dios por el nuevo día, porque me permite despertar y empezar con mis labores. Darle gracias a Dios y pedirle que me de fuerzas y salud para poder trabajar todo el día, que es bastante pesadito, más ahorita a mi edad como que lo estoy resintiendo un poco ya porque el trabajo es doble, es acá y es allá en la casa.
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El juguito, desde 1970 / Foto: Galatea Xalli
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En Corto
Licuadora: Licuados Agua: Bebidas Pan: Café Mercado: Gente Amanecer: Despertar Fruta: Energía Juguito: La refresquería (risas)
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Entrevista publicada en el diario El Heraldo de Chiapas, 11 de diciembre de 2014.
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.
Foto: Harald Hauswald
He aquí que tú estás sola y que estoy solo… / Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 1926 – Ciudad de México. 1999)
Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.
“A lo mejor un poema no puede cambiar al mundo, pero sí puede crear un diálogo y eso es muy importante por todo lo que está pasando”, expresó el destacado poeta chiapaneco Óscar Oliva, en el homenaje que recibió por su trayectoria dentro del Segundo Encuentro con la Palabra Escrita, realizado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
A propósito de los acontecimientos nacionales, de este homenaje y del aniversario luctuoso del luchador social Lucio Cabañas, Desmesuradas comparte uno de sus poemas de reciente creación:
Balada por los muchachos de Ayotzinapa
No hay límites para el país del crimen.
No hay nombre para el país del crimen.
No hay país con nombres del crimen.
No hay crímenes para el país del crimen.
¿Díganme, en qué país lejano hallarlos?
A Décimo Junio Juvenal agrego a François Villon
para componer esta balada, y pido a otros cantores
añadan otro estribillo interrogativo: ¿dónde, en qué
país sin crímenes están los muchachos que apenas
se habían desnudado al amor?
Ayúdenme a correr junto a un río
que corre con demasiada fuerza.
¿En dónde están, en qué casa negra, encapsulados?
En la casa blanca no están, ahí ya no habita nadie.
Llegará el tiempo de otras sirenas, de otros sortilegios,
y la blancura como lirio será un resplandor amarillo
o un lirio negro al capricho de otra dueña, otra Circe
de engaño, entre leones y lobos del mismo bosque.
¿Dónde están, Madre Dolorosa?
¿Dónde están las 43 lágrimas de ayer por la tarde?
No vamos a averiguar en esta mañana dónde están,
ni en las siguientes mañanas y tardes dónde están,
ni en todo el año, que a este estribillo no nos lleve:
¡Mas dónde están los muchachos de Ayotzinapa!
No hay límites.
No hay nombres.
No hay país.
No hay crímenes.
Corren con demasiada fuerza.
Óscar Oliva
Tuxtla Gutiérrez, noviembre, 2014.
Maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en la cual fue líder estudiantil. En la década de 1970 actuó como jefe del grupo armado Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero.
las figuras que viven en la otra orilla del abismo.
Foto: Ulises Escudero
Hugo Gutiérrez Vega (20 de febrero 1934. Guadalajara, Jalisco)
Poeta, actor, diplomático, humanista y periodista- El lunes 1 de diciembre, en el marco de la quinta edición de la cátedra que lleva su nombre, la Universidad de Guadalajara le otorgará el Doctorado Honoris Causa.