Llegar a la función de cine de Radiombligo es obligarte a vivir varios momentos, como si entraras a una máquina del tiempo, donde te es posible ir de una época a otra, y vivir un cúmulo de experiencias reales e imaginarias por el entorno que la envuelve.
Pienso en la atemporalidad por la cinta proyectada: «El chico», película muda de Charles Chaplin, estrenada en 1921, que ha sobrevivido por generaciones. Algunos se preguntarán ¿por qué ir a ver una película que ya hemos visto?, ¿por qué ir a ver una película vieja? Otros afirmarían ¡los niños se aburrirán horrores!
Surgirán quizá otras interrogantes como ¿para qué voy si ahora en mi computadora o teléfono celular con Internet puedo ver la misma película desde la comodidad de mi casa?, es una película muy vieja seguro la descargaré fácilmente.
Sin embargo, la convivencia que se da entre el público, los participantes y los organizadores hace ese tipo de funciones una experiencia única. Los niños no sólo estuvieron atentos sino rieron divertidos, no hubo necesidad de entretenerlos con golosinas ni con grandes efectos especiales, fue una comunión sencillamente sui géneris entre el cine, el músico y el público.
Pienso en mi presente, ha sido una experiencia nueva ya que nunca había estado en una función de cine donde la música estuviera en vivo, es emocionante.
La introducción de pequeñas piezas a cuatro manos ejecutadas por don Rafa (maestro Luis Felipe Martínez Gordillo), acompañado de Miriam, que don Gerasio atinadamente la denominó «Miriam, Deditos mágicos». Fue como calentar motores para nuestra sensibilidad, aunque no faltó uno que otro niño inquieto que preguntaba a qué hora empezaría la película.
Después de la breve introducción, don Rufo ayudado de don Gerasio colocaron el piano frente a la gran pantalla y comenzó el maravilloso espectáculo. Al principio estaba atenta en distinguir la ejecución del maestro e imagen de la pantalla, pero poco a poco me fui sumergiendo en una atmósfera en que música e imagen se hicieron una y se matizaron con las risas de los niños y adultos.
El pasado se asomó a mi memoria cuando llegué a la sala Descartes, recordé mi adolescencia, hace como 20 años, en ese tiempo entrar en cada cine era distinto, porque ninguno se parecía al otro, cada sala tenía su propia personalidad.
Ahí era Cinemas Gemelos, sus dos salas se llenaban todas las tardes y fines de semana. Nos reuníamos en el parque con mis amigas y amigos para entrar al cine, recordé las grandes colas en la taquilla, así también la ruta en el colectivo para arribar al lugar, los puntos de encuentros y desencuentros. Los sonidos de la ciudad eran distintos, mi vida era distinta.
A la entrada del Descartes pagué cero pesitos un centavito y como llegué temprano una señorita muy amable me pidió sacar de un costalito un cartoncito, no pregunté para qué, al ver lo que había sacado decía la palabra pez, imaginé: ¿Será que me pedirán hacer el sonido de un pez?
¿Realizaremos equipos por los animales que nos hayan tocado?, me pregunté al escuchar que otra persona sacó la palabra sapo; luego pensé: ¡Habrá rifa!, entonces me darán el cuento de un pez o un pez de cartón o un pez de madera o un pez de sabor.
Al final de la función lo supe, fue una rifa pero el pez resultó ser sólo una palabra de consolación, no resultó premiado. Espero tener suerte en la próxima rifa. Mientras tanto estaré gustosa de volver al cine de Radiombligo de la mano de Ángel y Santiago, mis cómplices perfectos de este viaje en la máquina del tiempo.
Les comparto una breve recopilación de audios de lo que captamos en la función de cine (Cortesía www.archivosonoro.org)
La Expo Ingenio El Espacio abrirá sus puertas este siete de noviembre nos dará la pauta no sólo para cuestionarnos sobre la importancia de explorar el espacio sino también nos llevará de la mano para conocer cómo han sido los pasos del hombre para llegar a cierto conocimiento sobre la posición que ocupa sobre el universo.
La exploración espacial es el pináculo del conocimiento del hombre para tratar de adaptarse a los más diversos entornos. El hombre es el único ser de este planeta que ha logrado abandonarlo, eso demuestra su capacidad de conocer su entorno y adaptarlo para extenderlo a lugares que jamás hubiera sido posible sin el conocimiento del mismo.
Mediante cápsulas informativas puntuales y dinámicas encontraremos cómo el hombre desde siempre ha cuestionado su entorno, de cómo las primeras civilizaciones al observa el cielo no sólo los llevó a respuestas idealistas sino que también se dieron cuenta de que ocurrían ciertos fenómenos que con el tiempo, comenzaron a interpretarlos y utilizar esos conocimientos en su actividad práctica (determinar las épocas de siembra, de cosecha y de sus rituales) que les permitía tratar de tener una mejor vida.
No había una cuestión filosófica. No comprendían a fondo por qué ocurrían esas cosas. Fue hasta el Renacimiento que las personas trataron de dar respuesta a esos fenómenos de manera razonable a través de un método científico (de observar, de analizar lo observado y realizar hipótesis) tratando de dar respuestas a través de un método. Estos estudiosos plasmaban en escritos hechos comprobables, medibles y repetibles.
La exposición que tendrá lugar en el Centro Cultural La Enseñanza en San Cristóbal de Las Casas pretende dar a conocer cómo fue la construcción de este conocimiento y cómo se ha producido tecnología que hoy es utilizada en nuestra cotidianidad, basta decir que la primera computadora que se utilizó para llegar a la luna tenía la capacidad de lo que es una calculadora que podemos comprar en cualquier papelería. Debido a ese desarrollo tecnológico, derivado de las ciencias y de la aplicacion de la exploración espacial nos ha conducido a la tecnología actual.
Hoy tenemos una estación espacial internacional donde se realizan experimentos que en otras épocas y en otras condiciones sería imposible realizar, en ella se estudia minuciosamente el cuerpo humano y lo que le ocurre al estar en el espacio, fuera de la tierra, de las fuerzas de gravedad y en un entorno creado artificialmente por el hombre.
La capacidad que tiene el hombre de sobrevivir fuera del planeta demuestra que se conoce el funcionamiento de nuestra atmósfera, los fenómenos de radiación que producen el sol, el metabolismo del propio cuerpo, gracias al desarrollo de los campos cientìficos, como son la biología, la química, la física, la termodinámica; lo cual nos permitirá ampliar nuestras fronteras que conllevará beneficios y nuevos retos, problemáticas políticas y económicas, nuevos conceptos y quizá incluso poder dar respuesta una de las preguntas que comunmente nos hacemos ¿estamos solos? Como decía Carl Sagan, el divulgador científico estadounidense: «Si nosotros somos la única civilización que existe en el Universo, que enorme desperdicio de espacio.»
También conoceremos algunas de las personas que a través de la disciplina y esfuerzo en su trabajo científico, nos han conducido a descubrimientos extraordinarios o a nuevas formas de ver los fenómenos cotidianos como son los eclipses, la manchas solares, la gravedad, la luz, incluso se intenta dar a conocer que hay un orden razonable en el funcionamiento de los objetos que se pueden ver y aquellos que no se pueden ver por nuestros limitados cuerpos y que gracias a la tecnología creada a partir de la ciencia se pueden estudiar.
Si las personas que lleguen a la exposición salen con estas reflexiones e incluso con dudas que le motiven a buscar una respuesta, habremos cumplido con esta misión.
Al caer la noche, cuando la tarde oculta sus miradas, cuatro jóvenes se alían con el tiempo y atrapan la luz en intrísecos artificios para convertirla en su cómplice de ese viaje nocturno, para redescubrir la majestuosidad de los paisajes cotidianos.
Carla Morales, Juan Carlos Martínez, Andrea Morales, y David E. Aguilar son alquimistas que recorren en penumbra los caminos ya andados; encienden su luz interna para adentrarse al universo de sombras y formas ocultas para escribir con luz sus ideas y sentimientos.
Ellos son los integrantes del Colectivo de fotografía nocturna Intrínsecos, quienes después de dos años trabajando, han decidido darse a conocer mediante la exposición Luxinterna, en el marco del Festival Tragameluz, organizado por fotógrafos independientes.
Dicha exposición se llevará a cabo el jueves 29 de octubre, a las 19:00 horas en el Bar Café Frontera ubicado Belisario Domínguez #35, Barrio del Cerrillo, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Para conocer más de esta forma de hacer fotografía, poco conocida y difundida, Desmesuradas realizó una entrevista al colectivo.
¿Qué es la fotografía nocturna?
Es una variante de la fotografía de larga exposición, pero diurna, pintar. Tienes que saber manejar los valores para capturar ya sea la vía láctea, la estrella polar, las incorporales, la estrella del Norte. Es un sin fin de conocimientos e ideas porque tienes una lámpara y la usas como un lapicero con el que puedes escribir a partir de la cámara.
Mencionaste pintar ¿a qué te refieres?
Por ejemplo, tengo la lámpara y enfoco hacia mi cámara y empiezo como a pasar trazos de luz que la cámara va captando y se va haciendo el trazo de la lámpara que tengo.
¿Cuál es la mejor hora para realizarla?
La “hora azul” que es a partir de las siete, cuando el cielo se mira azul. Los atardeceres, el ocaso. Si queremos sacar la vía láctea es a las ocho de la noche y los amaneceres.
De Carla Morales
¿Qué fue lo que los llevó a que en lugar de guardar su cámara al finalizar el día la sacaran y se pusieran a hacer fotografía de noche?
David: Este tipo de fotografía es más calmada, no hay luz, tienes que checar prácticamente todo. Desde mi punto de vista la toma es como mucho más relax. Tienes que ver, aprender a componer dentro de la luz, aprender la técnica como la hiperfocal. Es más calmada la fotografía nocturna, por la escasez de luz pones al máximo tus sentidos.
Andrea: Me encanta hacer este tipo de fotografía, siento que me puedo expresar mejor, soy más creativa. Me gusta otro tipo de fotografía pero siento que con esta puedo llevar al máximo mi capacidad para hacer lo que yo quiera.
Juan Carlos: Primero quiero dejar en claro que me encanta la fotografía y creo que eso nace a raíz del curso que tomé en línea. Desde la primera foto nocturna que vi me enamoró, es como decir “quiero saber cómo se hace”. En fotografía lo básico, lo esencial, es la luz. Y ¿cómo poder hacer una fotografía si no tienes luz? Era como un reto, era aplicar todos los conocimientos y es como una prueba suprema. La otra parte era también cómo contemplar el tiempo porque la fotografía suele ser muy rápida, en cambio en la nocturna disfrutas más el tiempo porque son exposiciones más largas y juegas más con tu creatividad, con lo que visualizas o piensas y lo transformas en la fotografía con un tiempo, ahora sí el tiempo ya está en tus manos.
Carla: Como colectivo en general hemos de ser un poco antisociales (risas). El hecho de hacer fotografía nocturna te hace estar concentrado y conectado contigo mismo para que te pueda salir bien la foto. Puedes hacer muchos intentos y es mucha pérdida de tiempo también, porque al hacer largas exposiciones lo primordial es el tiempo, el manejo de la luz y todos los principios en la fotografía nocturna se remarcan más porque tienes que tener muy buen manejo de la luz, del encuadre, del enfoque. Muchas veces ya estando en la cámara uno puede checar sus fotos y uno cree que está bien pero una vez que llegas a casa o al estudio y chechas y la ves más en grande te das cuenta que no te salió nada. Creo que tener el control de eso te hace conectarte con todo el conocimiento que puedes tener de la fotografía. Me refería hace rato al hecho de que hemos de ser antisociales porque precisamente es la fotografía que se hace a solas aunque estemos en grupo, cada uno escoge su momento y a lo mejor compartimos cierta cantidad de luz pero nuestros encuadres y las tonalidades que nosotros manejamos al momento de hacer la toma ya depende de cada uno y a diferencia de cuando haces retrato o fotografía deportiva, que la velocidad es demasiado rápida, en esta tienes que tener mucha paciencia.
¿Son muy pacientes?
(Risas) Tratamos, aunque a veces explotamos.
De David E. Aguilar
Por ahí leí una frase de Mario Bellatín que decía “Nunca se ve tanto como cuando no se puede ver ¿pasa eso en la fotografía?
Creemos que sí porque escogemos los lugares sin luz, muchas veces para decidir cómo los vamos a iluminar o para ver el efecto que nosotros le queremos dar al espacio y enmarcarlo, fotografiarlo con una perspectiva diferente a la que estamos acostumbrados. Podemos estar casi en completa oscuridad pero a la vez estamos ya pensando cómo le vamos a hacer para iluminarlo o para dibujarlo, entonces el remarcar un espacio o un objeto con la iluminación y el color que queremos, con la temperatura que utilizamos en la cámara hace que le demos otra dimensión u otro aspecto a un espacio que puedes estar en lo cotidiano acostumbrado a ver de manera diferente.
¿Qué han redescubierto en ese andar?
El hecho de explotar todo lo que sabes de fotografía, darle misticismo a las fotos, darle contraste, además aprendes de quienes están a tu alrededor. En lo personal -menciona Karla- ha sido algo que me ha llenado, puede que yo supiera lo básico de este tipo de fotografía pero el ir descubriendo y el ir experimentando ha sido lo más valioso de este tiempo que llevamos juntos. Además que ha habido precisamente eso, el compañerismo de decir: a ver y si le metemos luz aquí, si le metemos luz allá y no sólo el hecho de decir: yo solito le voy a meter luz aquí y no involucro a los demás. Ha sido un trabajo en equipo y a la vez muy individual, aunque suene contradictorio.
¿Desde cuándo se dedican a esta forma de fotografiar?
En noviembre del 2013. Ahí empezamos la mayoría y poco a poco fuimos integrándonos todos. Empezamos en pañales con una sesión que no muy salió y después con la práctica hemos ido mejorando aunque apenas estamos en el principio de este camino.
Después de dos años de realizar fotografía nocturna ¿cuál ha sido el principal aprendizaje?
Hemos aprendido en tutoriales y videos, hemos tomado pequeños cursos pero aún así a la hora que llegas a la práctica puede que no sepas algo, simplemente nos lo preguntamos y ahí sale entre todos. Y conocernos un poco más. Es difícil trabajar en equipo pero el hecho de que tienes que estar muy en calma, muy en paz en ese momento ha ayudado mucho.
De Andrea Morales
¿Qué han redescubierto en su entorno con la fotografía nocturna?
Una forma distinta de ver; por ejemplo: mi casa -comenta David- he hecho fotografía nocturna cuando se ha ido la luz en mi colonia, me pongo con mi cámara, el cielo está estrellado y ya estoy dándole otra perspectiva de ver mi casa. Sería el cambio de panorama que se tiene en la cotidianidad.
¿Y en su interior? David: Cuando hago fotografía nocturna me siento más calmado más relajado, más enfocado en lo que estoy haciendo.
Andrea: Me ha hecho más paciente (risas) porque soy una persona muy desesperada. Con lo que hemos hecho me he controlado bastante en ese aspecto. Sólo en la foto me pueden mantener tranquila (risas).
Juan Carlos: Me remonto al tiempo y a la paciencia más que nada. Vivimos en un espacio en donde todo es así rápido, rápido, rápido. Al hacer fotografía nocturna me hace disfrutar el tiempo al máximo, a contemplar mejor las cosas, puede ser una cosa muy simple pero dedicarle tiempo, encontrar un encuadre mejor o resaltar algo que no puede decirse en el día con la vida que llevamos, lo valoro.
Carla: Ya de por sí con la fotografía te vuelves muy observador, pero creo que con la fotografía nocturna lo eres más y como vas pensando en posibles lugares en cómo hacerle todo el tiempo vas tratando de imaginarte cómo puede ser de noche; claro muchas veces nos hemos decepcionado porque ha luz cuando llegamos a un lugar no es como la queríamos, pero el hecho de también seguir buscando espacios y momentos nos ha hecho mucho más tolerantes porque podemos también plantearnos un día, un momento y no se da, tenemos que esperar.
¿Cuando decidieron hacer un colectivo?
Hemos visto que en España y en la zona del Norte de México se están haciendo pequeños grupos que comparten fotografía nocturna pero en la zona Sur no se ha hecho un colectivo.
¿Y por qué se denominan Intrínsecos?
Intrínseco es algo que no se tiene que explicar, se da a entender por sí mismo. Entonces al mostrar lo que hacemos, tal vez no sepan cómo lo hacemos, pero no tienes que explicar, es preferible observar lo que tratamos de decir con las fotos a explicar lo que queremos hacer.
De Juan Carlos Martínez
¿Cómo es la dinámica de trabajo?
Depende de los tiempos y actividades de cada uno, tratamos de salir una vez a la semana, muchas veces no lo logramos por las cuestiones del clima y de trabajo pero sino logramos, tratamos de que sea una vez cada quince días. Por lo menos vamos de tres a cuatro horas. Nos citamos a las seis para ir a la locación y terminamos como las nueve.
¿Cuál ha sido el mayor obstáculo que se han enfrentado en este trabajo?
Hemos ido a lugares a intentar tomar fotos y en una comunidad nos pidieron una cuota de un refresco para cada uno de los habitantes del lugar y salía muy caro. Ahora se puede pagar 500 pesos para tomar fotos ahí, pero sigue siendo muy caro, para algo que es por afición.
¿De qué se trata la exposición Luxinterna?
Tenemos la intención de darnos a conocer como colectivo y estamos por presentar nuestras imágenes en distintas redes sociales y páginas de fotógrafos; parte del impulso es participar en el Festival Tragameluz, organizado por fotógrafos independientes. Consideramos que ya teníamos material suficiente como para montar una exposición aunque sólo serán 16 fotos las que presentemos. Que esto sea como el arranque de lo que en realidad venimos soñando desde hace un rato y podamos llevar la expo a otro lugar.
¿Qué sigue de la exposición para Intrínsecos?
Queremos empezar a posicionarnos en las redes sociales, además tenemos un proyecto guardado que nos gustaría que fuera en favor de San Cristóbal; obviamente, nos gustaría que fuera remunerado porque eso nos permitiría comprar material para explotar más aún la fotografía nocturna.
[rescue_box type=»info»]
En Corto
Luz: Larga exposición Noche: Vía Láctea Oscuridad: Lienzo Velocidad: Larga exposición Tiempo: Paisaje Sombra: Arquitectura Enfoque: Todo Colectivo: Conjunto
Entrar al mercado es llegar a un festín de olores y colores que emanan de los puestos, el movimiento agitado de las personas que recorren ataviados con su morraletas, canastos y bolsas de plástico, el sonido ensordecedor de las voces de los vendedores que ofrecen sus vendimias mezclado con el de los visitantes que preguntan, regatean y compran, las máquinas de las carnicerías, los sonidos de los televisores y radios en algunos locales. Cada puesto tiene su historia, cada persona tiene mucho que contar de esa labor que incansablemente hace a diario.
Me he detenido un momento, en un pequeño local del Mercado Pascacio Gamboa, conocido como el “Mercado viejo”, quizá la nostalgia me ha obligado a detenerme e indagar más sobre un local de jugos, licuados y tortas llamado El juguito, cuyo título es acompañado de la leyenda: “Desde 1970”.
Pido de comer una torta de pierna con un jugo de naranja y zanahoria, a mi lado se encuentra una señora ya entrada en años, muy agradable, quien le pregunta a la señora del puesto por la salud de su papá, quien tuvo una caída hace poco. Me animo a preguntar por su nombre y de cuánto tiempo tiene de comer en la juguería.
Amablemente doña Evangelina me platica que ella y su esposo llevan muchos años frecuentando el lugar: “Nosotros trabajamos 42 años en un restaurante en Chiapa de Corzo y mi esposo siempre venía para acá y, como él salía a las cuatro de la mañana, le daba vuelta a casi todos los mercados y aquí venía a terminar para que pasara a traer su torta con su licuado de chocomilk”.
“Ahorita vamos al Seguro (IMSS) en la (clínica) 25, pero me dijo mi esposo que viniéramos a comer una torta y de ahí regresaríamos para el Seguro. Cada que podemos venimos hasta acá. Siempre pido mi torta de pierna y mi jugo de zanahoria con betabel”.
Doña Amparito, como la llaman sus clientes y amigos, lleva más de 44 años atendiendo la refresquería, comenzó a llegar desde los 12 años para ayudarle a su abuelita, doña Josefa López Velázquez, quien es la fundadora de ese negocio familiar. Ahora apoya a sus papás, ya que su mamá se retiró desde que la operaron y su papá, Manuel López Quirol –don Manuelito-, quien a pesar de haber sufrido una caída, sigue llegando muy temprano a preparar todas las cosas para abrir el local.
Licuados /Foto: Galatea Xalli
¿Recuerda cómo era la actividad de su abuelita?
Mi abuelita fue muy trabajadora y siempre muy optimista. Ella era la que le daba ánimo a este negocio, decía: vamos hacer esto, vamos hacer lo otro. Cuando empezamos en este mercado no había muchas juguerías, pero en ese tiempo se preparaban las aguas picadas, se hacían las aguas preparadas y mi abuelita fue la que empezó con los licuados, los jugos, por ejemplo: el vampiro, el licuado verde, ella fue la que inició aquí con esos jugos, y también vendíamos aguas preparadas. Combinaba las dos bebidas.
¿En qué le ayudaba a su abuelita?
Ella era la que preparaba las tortas y yo le ayudaba a hacer los licuados y los jugos. Bien chica empecé, a los 12 años.
¿Cómo es un día en la juguería?
Desde temprano venimos y empezamos a preparar todo. Para mí es muy bonito porque es una manera de empezar el día en el trabajo y pensando siempre positivamente que vamos a vender, que vengo con la disponibilidad de atender bien a mis clientes para que se vayan contentos, satisfechos del servicio que les damos. Siempre con los compañeros compartiendo la alegría del negocio, que celebremos que estamos sanos, porque a veces cuando nos enfermamos o por alguna otra cosa, ya no venimos, pero cuando está uno bien, toda esa alegría de vernos, de saludamos y de que ya vamos a empezar a vender.
¿A qué hora viene?
Ahora que mi papá está enfermo antes de las 6 de la mañana empezamos a trabajar, siempre pensando en el negocio; trabajando pero pensando en la familia también porque la dejamos. Eso ya es de muchos años, los dejamos en casa.
¿Cuál es su horario?
De 6 de la mañana a 3 de la tarde. Ya nos hicimos ese propósito para no abandonar mucho a la familia, porque los abandona uno mucho y también tiene que ver por ellos.
Trabajo diario /Foto: Galatea Xalli
¿Desde qué hora empieza con la compra de sus productos?
Desde temprano, aquí mismo le compramos a los compañeros.
¿Qué es lo que más vende?
El licuado verde, el vampiro, el chocomilk, los jugos de naranja y de zanahoria. Las tortas son la base principal del negocio porque mucha gente que viene a tomarse su jugo pide una tortita para complementar el desayuno y ya se van, o sea llevan su torta para desayunar, aparte de las personas que vienen aquí a consumir. Hay tortas de cochito, pollo y jamón.
¿Cuál es el jugo más raro que le han pedido?
Los combinados que se preparan con tres o cuatro frutas, por ejemplo, hay una señora que toma el tascalate con plátano, ¡bien raro! También hay otro que es el licuado verde con alfalfa, es raro porque no se toma así, pero lo piden con alfalfa o con guayaba y a veces han pedido de granola con piña.
¿Cuál es el día más movido?
Los lunes, los jueves, viernes y sábados. Hay dos días en la semana, los martes y miércoles, que son más tranquilos, excepto cuando es quincena.
¿Es en general en el mercado que son tranquilos esos días?
Sí, como que son dos días que la gente no muy sale al mercado.
¿Cuántas tortas hace al día?
Cuando está la venta baja se vende 70 u 80 tortas y cuando la venta está buena, se venden de 100, 111 a 120.
¿Cuál es que la que más se vende?
La de cochito.
Aproximadamente, ¿cuántos licuados vende al día?
Ni idea, ahí sí no sé, pero sí se venden varios, la torta porque compramos cierta cantidad de pan, ahí nos damos cuenta, pero de lo que son los licuados no. Pero se venden muchos, sobre todo los licuados de zanahoria con naranja, a veces se termina un costal de 100 naranjas.
¿Quiénes son sus clientes más fieles?
Son varios clientes que han estado desde entonces, que ahora ya vienen sus nietos, sus bisnietos, durante 47 años.
Jugos /Foto: Galatea Xalli
¿Alguna anécdota que nos quiera compartir?
Doña Evangelina y su esposo tienen la costumbre de que cuando vienen, se ponen a platicar con mi papá, de cuando estaban jóvenes y comenzaron a trabajar también, a veces de sus enfermedades, de sus alegrías, de una fiesta o algo. Eso para mí es muy bonito porque veo a mi papá reír, me da mucho gusto verlos.
Mi papá cuando está aquí en el mercado se siente bien, está contento cuando platica con la gente que viene al negocio, lo veo con esa alegría. Ahora que está en la casa está todo triste. Hoy que vino no se quería ir.
Otra anécdota podría ser de un joven que estaba hace rato acá, él venía con su papá y su mamá, estaría como de unos ocho años cuando empezó a venir, ahora ya viene con sus hijos, sus hijos ya están grandes.
También tiene otro amigo, el señor es escritor y le encanta platicar con mi papá, se llama Alejandro, desde que viene se queda acá y su esposa es la que anda comprando. Ahí están risa y risa los dos.
¿Su papá siempre se dedicó a esto?
Mi papá anteriormente tenía una panadería, pero por los años que llevaba trabajando en eso, empezó con problemas reumáticos, y nosotros nos fuimos casando, mi mamá se fue quedando sola, entonces cuando mi abuelita muere y se queda el negocio, ella empezó a trabajar en esto. Acá pasaron todos mis hermanos, mis sobrinos.
¿Sus hijos la ayudan?
Ahorita ya no. Cuando estaban más chicos y cuando estudiaban la universidad todavía venían, pero cuando ya terminaron la carrera ahí si ya no.
¿Si no se dedicara a esto qué le gustaría hacer?
Ama de casa, he sido ama de casa pero este trabajo siempre me ha gustado mucho.
Señora Amparito/ Foto: Galatea Xalli
[rescue_box type=»info»]
Silueta
Nombre: Amparo López Díaz Lugar de nacimiento: Pichucalco Edad: 59 años Número de hermanos: Somos 5 Estado civil: Casada. Número de hijos: Dos. Pasatiempos:
Soy una mil usos. Me gusta costurar, me gusta tejer, me gusta cuidar mis plantas, tengo muchas plantas en mi casa, me doy mi tiempo para arreglar mis plantas y aparte de eso me gusta ver alguna decoración para que le haga yo a mi casa. Música:
Soy antigüita, me gusta la marimba. Todo tipo de música que se toque con marimba me gusta.Comida: El mole chiapaneco. Bebida: Me gusta mucho el tascalate, me encanta. Ritual:
Al levantarme darle gracias a Dios por el nuevo día, porque me permite despertar y empezar con mis labores. Darle gracias a Dios y pedirle que me de fuerzas y salud para poder trabajar todo el día, que es bastante pesadito, más ahorita a mi edad como que lo estoy resintiendo un poco ya porque el trabajo es doble, es acá y es allá en la casa.
[/rescue_box]
El juguito, desde 1970 / Foto: Galatea Xalli
[rescue_box type=»info»]
En Corto
Licuadora: Licuados Agua: Bebidas Pan: Café Mercado: Gente Amanecer: Despertar Fruta: Energía Juguito: La refresquería (risas)
[/rescue_box]
Entrevista publicada en el diario El Heraldo de Chiapas, 11 de diciembre de 2014.
Cuando era niña aprendí a escribir cartas, recuerdo que se volvió algo cotidiano cuando mi mejor amiga de infancia Blanca Esthela se mudó a Tapachula; a partir de ese momento, mis visitas a la oficina de correos eran frecuentes.
Llegaba con mi sobre blanco, compraba el timbre y me iba a la mesa de apoyo a pegar con saliva los timbres en el sobre, era una emoción especial que sentía al depositarla en el buzón de Terrestre y soñaba que llegara la ocasión en que pudiera colocarla en el de servicio Aéreo.
Así también me encantaba mandar telegramas, era un reto escribir lo que yo quería expresar a mi amiga en unas cuantas palabras. Regularmente íba con mi mamá a las oficinas de correos los sábados muy temprano y de ahí caminabamos al mercado.
Cuando regresaba de la escuela preguntaba si había llegado el señor cartero y muchas veces salía corriendo a la calle cuando escuchaba el sonido de su silbato, sólo para saber si había llegado correspondencia para mí. Lo veía llegar caminando y cargando su mochila de piel, donde llevaba las cartas.
A lo largo de mi vida he escrito cartas a amigas y amigos de diferentes partes del país. Pasó el tiempo y dejé de intercambiar cartas con ellos, aunque no dejé de escribir misivas, con la diferencia de que las entregaba personalmente. Ahora escribo correos electrónicos. Dejé de frecuentar la oficina de correos, ya no escribo cartas postales.
Hoy me he detenido un momento, atendiendo a mi nostalgia, para rendir un homenaje a esas personas que son el puente entre el emisario y el receptor, portadores de buenas y a veces no muy gratas noticias, que forman parte de nuestra cotidianidad, la ciudad se escucharía distinta sin el silbato que nos anuncia su llegada.
Lo veo acercarse, viene con su bicicleta, extiende la mano para saludarme es Édgar Andrey Mazariegos Salazar, quien ha permitido hacerle unas preguntas para conocer más sobre el oficio que ha ejercido durante 13 años: Cartero.
Don Édgar recorre la zona poniente de la delegación Terán, es una de las diez personas que se dedican al reparto, son tres en bicicleta y siete en motocicleta. Laboran de lunes a sábado. Todos los días hay reparto y entregan un promedio de 300 a 400 sobres al día “siempre hay trabajo, hay etapas que se carga la correspondencia y otras etapas donde baja, aunque no tanto; pero cuando hay mucho trabajo le echamos los kilos y a veces repartimos hasta 600, 700 sobres”.
¿En qué lleva la correspondencia?
En una canastilla por lo práctico. Antes me imagino no habían tantas empresas para publicitarse, se llevaban más cartas, pero ahora como hay correspondencias de revistas, o sea más grandes, tiene que ser en canastilla para que entre todo lo que llegue.
Uno se quedó en el ideal de las bolsas de piel...
Es algo lindo, pero el correo tiene que ir evolucionando conforme a los tiempos, no debemos de quedarnos en el tiempo de atrás sino que hay que ir siempre conforme va el mundo.
¿Qué tipo de correspondencia entrega más?
Estados de cuenta de los bancos y recibos de teléfonos. En los meses de noviembre a diciembre hay mayor correspondencia porque las empresas mandan regalos, publicidad y a veces las personas que están en el extranjero mandan correspondencia a México.
¿De qué países ha repartido más correspondencia?
De China, Estados Unidos, España, Hong Kong, Filipinas. Es padre porque uno nunca en su vida va a estar allá, sin embargo, pasan por mis manos esos paquetes que vienen para México y la persona los recibe muy contenta, incluso a veces se la pasa preguntando: ¿oye no ha llegado mi paquete? Son como niños esperando un juguete. El correo es mundial y va a perdurar por mucho tiempo todavía.
¿Considera que Internet es una amenaza para los servicios postales?
Pienso que no porque mucha gente prefiere seguir recibiendo sus estados de cuenta o alguna carta o anuncios en papel, pienso que el correo va a seguir viviendo. Vive en otros países más desarrollados y acá en México vamos al día.
¿Sabe si aún hay personas que coleccionan timbres postales?
Sí, de hecho cuando salieron los timbres de Memín Pingüín, rápido se terminaban ya que los llegaban a buscar para coleccionarlos.
El cartero / Foto: Galatea Xalli
Los carteros continúan realizando su labor ya sea a pie, en bicicleta, motocicleta o automóvil, nuestro entrevistado nos comparte su experiencia al respecto: Depende del área, uno se tiene que adaptar, ya sea en una ruta con motocicleta o una con bicicleta. He pasado por tres rutas. Cuando ingresé a correos no sabía manejar motocicleta y aprendí. Estuve cuatro años en moto y llevo como ocho años en bicicleta.
¿Fue difícil el cambio?
Fue difícil y a la vez bonito ese ejercicio que se va haciendo. La primera vez que me fui en bicicleta, mis pantorrillas las sentía bien duras. Ahora al contrario pedaleo, pedaleo y como si nada.
¿Cuántas horas pedalea al día?
Salgo a reparto a veces a las nueve, nueve y media, ya termino como a las dos, dos y media. Sería alrededor de seis horas y media.
Bastante tiempo…
Sí, es bastante tiempo pero conforme va uno pedaleando, viendo, saludando y dejando, no se siente el camino, se siente cuando está uno en la oficina, pero como es algo cotidiano, se va uno adaptando.
El Día del Cartero y del Empleado Postal fue establecido el 12 de noviembre de 1931 en México como un reconocimiento al trabajo de estas personas que son considerados también héroes anónimos. Se calcula que hay más de 10 mil carteros en el país. Le preguntamos a don Édgar ¿por qué se dedica a esto?, ¿y qué era lo que más le gusta de su trabajo?, ¿y si no fuera cartero a qué se hubiera dedicado?
“Me llamó la atención el correo para servir a las personas, es bonito relacionarse con los demás. Lo que más me gusta de mi trabajo es que cuando salgo al área de reparto, a la calle, me topo con los saludos de la gente y se me olvidan los problemas que tengo, me enfoco en mi trabajo y es algo padre porque a veces si salgo de mi casa medio cabizbajo ya en el área de reparto es divertido porque me encuentro a personas diferentes.
Sino me dedicara a esto sería maestro, eso me encantaba: dar clases, inclusive di clases en comunidades rurales a través de Conafe y en sí mi camino era el magisterio pero se atravesó esto del correo y es también un trabajo digno y bonito.
Cuando me levanto le doy gracias a Dios por el nuevo día de estar vivo y tengo que ir motivado al trabajo ya que es una parte del sustento que me da para que mi familia salga adelante y más a uno, que es la cabeza del hogar; sale uno a la calle con ganas y termina cansado, pero satisfecho de haber cumplido la jornada y muy contento”.
En la actualidad existe una amplia gama de medios de comunicación modernos, pero ninguno ha podido reemplazar el servicio postal totalmente, es por ello que la labor del cartero sigue siendo de suma importancia, quien con entusiasmo y astucia se las ingenia para que los paquetes lleguen a su destino:
¿Cómo se anuncia cuando llega a una casa? ¿Con el silbato o ya no se usa?
Sí se utiliza el silbato, se pita el silbato para que la persona vea que realmente es el cartero que está en la puerta, para que no vaya a pensar que es otra persona.
¿Cuántas veces llama el cartero a la puerta?
Se toca dos o tres veces pero en sí hacemos un poco de tiempo.
Dicen que el cartero se sabe más el nombre y el apellido del destinatario que la dirección, ¿es cierto?
Sí, porque hay direcciones que no traen números y uno se lo tiene que memorizar por el nombre de la persona y el apellido. Inclusive cuando voy repartiendo, saludo a las personas ya no tanto por su nombre sino por su apellido y ya la persona también me saluda amablemente.
¿Ha tenido problemas para entregar alguna carta?
A veces que están unos perros bien bravos, como que entra un poco de temor acercarse a la casa por el perro. Cuando voy a dejar una correspondencia y veo un perro que está ladrando, utilizo mi protección que es mi bicicleta y así me doy la vuelta o le bailo la bicicleta alrededor para que me proteja y le hago la finta de que le voy a arrojar una piedra y sale corriendo el perro.
Cada vez son menos las cartas personales que se envían por el servicio postal, ¿será que los carteros aparte de repartir cartas también escriben y reciben?
Usted ¿recibe cartas?
Sí recibo cartas (risas) aunque sea de estados de cuentas pero recibo cartas y no falta sobres que mis hijos me mandan, sí recibo.
¿Y las escribe?
¡Claro! Sí escribo cartas a un programa muy bonito que es para niños y a veces me he tornado a mi mente infantil para escribirle a mis hijos y ponerles dibujitos en los sobres.
¿Aparte del programa que menciona le escribe carta a sus amigos o familiares?
Sí, cuando estaba en Cintalapa y mi pareja vivía acá en Tuxtla, sí lo frecuentábamos, es bonito plasmar en papel los pensamientos, lo que uno piensa y la forma de dibujar, no importa si dibujas bonito o feo pero es tuyo, es original. A comparación de ahorita por el teléfono y todo eso, creo que todo es superficial.
¿A su esposa la enamoró por cartas?
Sí, parece que sí (risas).
Edgar Andrey Mazariegos Salazar, profesión Cartero / Foto: Galatea Xalli
Te invitamos a escuchar el recorrido sonoro del Cartero:
Lugar de nacimiento: Cintalapa de Figueroa Edad: 37 años Número de hermanos: Somos dos Estado civil: Casado Número de hijos: Dos niños Pasatiempos: Jugar con mis hijos y escuchar música Música: De todo un poco. Más me gusta la música de los ochenta en inglés Película: Las de Cantinflas Comida: Los frijolitos con plátanos con crema y queso encima Rituales: Antes y después de dormirme darle gracias a Dios porque estoy aquí, porque me ha regalado una familia y lo más importante: tener este trabajo.
[/rescue_box]
[rescue_box type=»info»]
En Corto
Carta: Forma de comunicarnos con las personas Código Postal: Poder diferenciar una colonia de otra Destinatario: Amable Bicicleta: Parte de mí y de mi salud Silbato: Una parte de comunicación Reparto: Algo lindo
«El descubrimiento de lo extraordinario dentro de lo más cotidiano, esto es una cosa que me interesa»
Javier Sáez Castán
Javier Sáez Castán/Foto: Emlio Ruiz
El destacado escritor e ilustrador español Javier Sáez Castán presentó su reciente obra “Extraños”, el pasado siete de noviembre en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, ante un nutrido público de niños, jóvenes y adultos, con una amena charla donde compartió no sólo la entretenida historia de tres monstruos protagonistas del comic sino también de su proceso creativo.
La presentación cierra la semana de talleres que este autor de libros albúm y libros para niños realizó, por segunda ocasión, en nuestro estado, dirigidos a niños y jóvenes de El Ingenio, cuyas actividades se orientan al desarrollo de aprendizajes y habilidades creativas en diversas disciplinas.
Animalario Universal del Profesor Revillod, La venganza de Edison, Los tres erizos, Soñario o diccionario del Doctor Maravillas, Limoncito, La merienda del señor Verde, El conejo más rápido del mundo son algunos de los títulos de Javier Sáez Castán, quien con su nueva publicación incursiona al comic, interesado en ofrecer sus historias no sólo al público infantil sino también a jóvenes y adultos, ya que considera que las historias pueden ser para públicos muy diferentes.
Desmesuradas tuvo la oportunidad de conversar con el autor, quien generosamente respondió cuestiones acerca de sus inicios como ilustrador y contador de historias.
¿Dibujaba desde niño?
Sí, mucho.
¿Desde cuándo comenzó esta aventura?
Creo que desde los tres o cuatro años, me refiero al dibujo, el resto ha sido poco a poco. Empecé a dibujar, a hacer libros de niños, cuentos, digamos, fue hace tanto tiempo que no sé ni cómo empecé.
¿Cómo describiría esa etapa de su niñez?
Un niño normal, el más pequeño de seis hermanos, mi padre era profesor y mi madre estaba en casa con nosotros y había bastantes libros. La compañía de mis hermanos, dibujar, leer con ellos y todo eso pudo ser importante para mi trabajo.
¿En qué tipos de cuadernos dibujaba?
En cualquier papel, sobres, periódicos, todo; eran otros tiempos y no había tantos recursos, y para dibujar cualquier papel o hasta la pared podía servir.
¿Los niños no hacen esa distinción del material que usan para dibujar?
No, a veces les ayudamos a que tengan material y puedan hacer, dibujar, pintar, creo que no es lo más importante tener materiales de alta calidad, es más bien el ambiente, la disposición, un papel y un bolígrafo es suficiente.
¿Usted dibujaba con lápiz o lápices de colores?
Lápices, bolígrafos, lápices de colores.
¿De qué trataban sus primeros dibujos?
Sobretodo de animales, primero animales reales, porque en un primer momento un gato es un animal fantástico, o sea esa distinción de lo real y lo fantástico para un niño de tres o cuatro años no existe. Un perro es un animal fantástico y un centauro también lo sería; el mundo es fantástico, luego ya empezamos a diferenciar, entonces empecé a buscar animales menos conocidos.
¿Sus cuentos de qué trataban?
Aventuras, fantasía, lo que hacen los niños.
¿Dibujaba cuando estaba triste, enojado, tranquilo, aburrido, feliz o cuando se sentía sólo?
Dibujaba todos los días, es que era una cosa cotidiana, ponía el papel y me ponía a dibujar.
¿Qué fue lo que le impulsó para dedicarse a la escritura y a la ilustración?
Los propios dibujos me llevaron a descubrir las historias ilustradas, los comics. Descubrí la narración desde la imagen y finalmente también empecé a escribir. Mi primer contacto con los libros fue a través de las imágenes.
¿Quién o qué considera su mayor influencia en su proceso creativo?
Al ser una actividad tan prolongada de tantos años no sé decir cuál fue la mayor influencia, quizá esa situación de la niñez, de estar mucho tiempo en casa y tener libros, el descubrimiento de los libros antiguos, esto sí pudo ser importante. Me interesaban mucho de niño los libros de grabados antiguos.
¿En su proceso creativo qué es primero: la historia o la ilustración?
Es que no veo la diferencia porque veo las historias como imágenes, no escribo un texto y luego lo traduzco a la imagen, estoy viendo una historia en imágenes, el texto aparece más como un complemento, como diálogos, como una acotación, pero el desarrollo narrativo surge como desde la secuencia de imágenes.
Presentación Extraños/Foto: Emilio Ruiz
Cuando me regalaron su libro Animalario universal del profesor Revillod, creí que se trataba de una reimpresión de un libro muy antiguo. El formato, la tipografía, la historia, todo me remontó a tiempos pasados ¿Su trabajo podríamos decir que es nostálgico?
No, no lo creo, sería nostálgico si tratara de recuperar un tiempo muerto, yo no veo que esto sea un tiempo muerto, es un tiempo en nuestra memoria; están vivas distintas iconografías, distintos estilos.
La historia del arte está presente en todos lados, entonces no creo que eso sea nostalgia, las imágenes conviven en muchos momentos. En mi caso, esos libros que había en mi casa, muchos libros antiguos, me llamaban poderosamente la atención y me dediqué a dibujar como un dibujante de esos tiempos por una atracción inconsciente, no había nostalgia en eso.
¿Cuál es la temática principal de sus historias?
El descubrimiento de lo extraordinario dentro de lo más cotidiano, esto es una cosa que me interesa.
¿Qué cuento o novela le hubiera gustado ilustrar?
Los cuentos que ya han sido escritos en cierto modo se defienden muy bien ellos solos, entonces me gusta ilustrar como una forma de descubrir historias que todavía no existen, así que no soy tan aficionado a ilustrar un texto. La idea es que las ilustraciones hagan visible una nueva historia, todavía no conocida.
¿A qué hora dibuja?
Por la mañana.
¿Qué busca al impartir un taller?
En primer lugar, es una forma de vida, es decir es una profesión, es parte de mi oficio porque no es fácil vivir de hacer libros, lo digo con sinceridad, entonces prefiero también admitirlo. Esto es una buena oportunidad de trabajar haciendo una actividad muy distinta a la que hago en mi estudio: viajo, conozco personas y simplemente les cuento lo que hago.
¿Qué recomendación le haría a las personas que deseen desarrollarse en el mundo de la ilustración?
Que lo piensen muy bien, que si de verdad les gusta. Es un bonito trabajo, pero es difícil. También una recomendación es que lean mucho y que observen mucho pero no a otros ilustradores, que observen la calle, observen los museos, los mercados, los libros de historia del arte. A veces el ilustrador es un poco endogámico, copia a otro ilustrador. Creo que esa es la mayor pérdida de autenticidad, cuando un ilustrador copia a otro ilustrador que posiblemente copió a otro ilustrador y se produce un amaneramiento, esto es como la mayor enfermedad de la ilustración, osea es muy bueno ver mucho y empaparse de muchas cosas pero no imitar a otro que ya encontró su fórmula.
¿Qué considera que puede hacer el arte ante las adversidades sociales?
Cuando es verdaderamente un arte sincero, es una necesidad del ser humano -del que lo hace y de los demás-; necesitamos imágenes que nos expliquen cómo es el mundo, cada época necesita encontrar la suya así pues un artista tiene que hacer ese trabajo, es una forma honesta, aunque no es fácil explicar qué es esa honestidad.
¿El arte puede sanar?
No me interesa esa posibilidad porque es tanto como decir que el arte es algo para enfermos. Yo creo que no. El arte no es para enfermos es para todos.
¿En este mundo digital aún cree importante la ilustración en papel?
Sí, yo ilustro en papel; el contacto con el papel introduce en el dibujo la consciencia de que estás realizando una acción. Si realizas una acción te puedes equivocar, en cambio en el mundo digital no hay error, borras, vuelves a empezar y esto que parece una enorme ventaja a mí me da lástima, o sea, renunciar al error para mí es como renunciar a algo muy revelador. Dentro de los errores encontramos muchas cosas, entonces a mí me gusta dibujar con papel, sé que me voy a equivocar, que quedan las manchas pero entonces lo que me encuentro es con el acto del dibujo tal cual.
¿Cuándo está en su proceso creativo utiliza música?
A veces.
¿Qué tipo de música?
Pongo la radio.
¿A qué suenan sus libros?
Creo que la posibilidad de encontrar sonido ya dependería del lector, la lectura deja mucho espacio al lector, él es el que puede imaginar si tiene sonido o no.
¿A qué suena México y con qué color lo ilustraría?
México tiene una riqueza inmensa de sonidos y de imágenes, a mí me interesa el blanco y negro, entonces me gustaría pintar a México con el blanco y negro y buscar unos pocos colores, simples, básicos, pero más allá del color me interesan las formas, los contrastes, el dibujo.
¿Qué tiene de diferente «Extraños» con los anteriores trabajos?
Es el primer comic que hago.
¿Qué tiene de extraño «Extraños»?
Si lo digo voy a contar el final, entonces mejor cómprenlo.
Libro Extraños/Foto: Emilio Ruiz
Te invitamos a escuchar la presentación del libro:
Hablar o tratar sobre la muerte, según dicen, es algo de mal gusto, es un tabú, se niega y se esconde la muerte, pero en estas fechas, en que celebramos el Día de muertos o Día de Todos los Santos, nos permitimos recordarla, hablarla, cantarla, escucharla y hasta festejarla.
De niños la muerte nos la esconden con palabras: se fue al cielo, pasó a mejor vida, está descansando. Cuando crecemos, idealizamos o mejor dicho nos imaginamos cómo será la muerte cuando llega a nuestro cuerpo: Cae y se extiende lisa sobre las venas va avanzando, va desprendiendo un algo que se evapora y no volverá, está ocurriendo lo ves venir hasta que paraliza el corazón, cierra tus ojos y por fin nubla tu razón.
«La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida.» (Jean de la Bruyère). A diferencia de la vida, donde se vive una vez, la muerte puede ocurrir muchas veces a lo largo de la vida. Dejando a un lado el estricto significado enciclopédico, hay otro tipos de muertes que nos referimos, casi siempre sin darnos cuenta. Se da muerte o se vive la muerte, pero de distintas formas. Estás son algunas frases recurrentes:
“Muero de amor por ti”
“Estoy muerto de cansancio”
“Mataste mi ilusión”
“Para mí el orgasmo es como una muerte chiquita”
“Muero de hambre”
“Muero de tristeza”
“Matenme porque me muero”
«Prefiero morir que vivir sin tí»
“Muero de sueño”.
“Me siento muerto en vida”
“Para mí es como si estuviera muerto”
“Muero de pena al verlo”
“Estoy muerto de desesperación”
“Muero por verte”
“Muero de envidia”
“Esa canción no porque me muero”
“Me muero de risa”
“Quiero morir en tus brazos”
“Me muero de ganas de ir al baño”
¿Y tú cuántas muertes has vivido? Ayudanos a continuar la lista.
La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de los lentes correctos. Alejandro Dumas
Las gafas, lentes, anteojos o conocidos también como espejuelos, son más que un instrumento óptico sujeto a una armazón, que se apoya en la nariz con un arco y dos varillas sostenidas en las orejas, son parte de la personalidad de quien las usa y no hay artefacto sin su historia.
Doce anécdotas nos transportan a las diversas vivencias surgidas del uso necesario de los anteojos, a partir de las preguntas: ¿A qué edad comenzaste a usar lentes? ¿Cómo te diste cuenta que los necesitabas?¿Recuerdas lo que se te vino a la mente cuando te indicó el doctor que los necesitabas? ¿Qué fue lo que sentiste en la primer semana de usarlos? Alguna anécdota, agradable o no, con los lentes. ¿Cuántos tipos de lentes tienes? ¿Cuánto inviertes en ello? Cuando cambias lentes, ¿los guardas? Aproximadamente ¿cuántos lentes has tenido?
Texto: Gabriela G. Barrios García
Lentes/Gif animado: Galatea Xalli
“Es como traer una extensión de tu cara o algo así”
Valeria, 36 años. Correctora de estilo y profesora. Comencé a usarlos a los 17 años. No miraba lo que mis maestros escribían en el pizarrón y entonces me tuve que cambiar de lugar hasta adelante aunque no me gustaba. Me fui haciendo la idea de que debía usar lentes porque toda mi familia usa, así que no me cayó mucho de sorpresa cuando el médico me lo confirmó, sólo me terminé de resignar. Se siente muy raro, desde la molestia física de traer puesto algo ajeno a tu cuerpo, es como traer una extensión de tu cara o algo así, pero se va compensando porque vas descubriendo cosas q antes no veías y que ahora sí puedes ver gracias a ese extraño artefacto (risas). Los primeros que usé eran ¡ENORMES! pero yo no lo percibí, hasta cuando los cambié me di cuenta realmente qué tan grandes eran, ha de ser porque realmente estaba tan mal de la vista que ni reparé en el tamaño de ellos. Los cambio hasta que me resultan inservibles, por lo mismo, he tenido pocos a lo largo de estos ¡20 años! (oh, no me había dado cuenta que este año cumpliré 20 años), como 4 lentes nada más. No los guardo, a lo mejor estos que tengo sí los guarde porque son los que más me han durado (llevan seis años).
«Un tipo me gritó en la calle lentona»
Verónica. 33 años. Coordinadora de radio. Comencé a usar lentes a los 23 años. Me di cuenta que los necesitaba porque al manejar ya no veía la numeración de la placa del carro que iba adelante de mí. No pensé en nada, fue aceptación total. Me gustaba usarlos, era algo nuevo para mí, ahora pienso que me veo mejor sin ellos. Un tipo me gritó en la calle «lentona». Invierto alrededor de 4 a 5 mil pesos. Los guardo. He tenido cinco lentes.
“Una sensación fea pero divertida de que el piso a mis pies se hundía”
Fernando. 36 años . Servidor público . A los 19 años. Cuando estudiaba la Universidad y de repente empecé a no distinguir lo que los profesores escribían en el pizarrón. Nunca acudí con un oftalmólogo; cuando de plano ya no veía nada de lejos, fui a una óptica a que me hicieran el diagnóstico de la graduación y encargué mis primeros lentes. Lo que me vino a la mente cuando me confirmaron que requería lentes fue; maldición, ¡qué caros son! Vértigo. Una sensación fea pero divertida de que el piso a mis pies se hundía, como de estar al borde de escalones que aparecían a cada paso, transformando el suelo plano en una infinita escalinata que, sin embargo, desaparecía al quitarse los lentes. Pero con el tiempo la sensación desapareció.
Desde hace más de un año me corto el cabello con la misma peluquera. Cuando me lo corta me tengo que quitar los lentes para que el filo de sus tijeras pueda cumplir su función estilizadora en toda la superficie de mi cabellera. Si cuando acudo al corte llevo puesta alguna camisa que cuenta con bolsillo, los deposito ahí mismo y si no es así, los coloco en algún mueble que se encuentre cerca de mi. Antes de iniciar, como lo hacen casi todos los peluqueros decentes, ella me coloca una capa de tela sobre el cuerpo, incluidas las manos, a fin de que el cabello cortado no se impregné en mi ropa, por ello ocurre que cuando ella finaliza su labor, y toma un espejo pequeño para ponerlo detrás de mi cabeza, con el fin de que yo pueda ver su reflejo en el espejo que está frente a mi, y pueda así dar el visto bueno de conformidad por el trabajo realizado en esa zona de mi cabeza, yo por decidia, nunca me coloco los lentes y solamente hago la “finta” de estar viendo detenidamente el trabajo ejecutado para invariablemente siempre terminar diciendo: sí, quedó bien. En su borroso rostro siempre distingo un esbozo de sonrisa que de seguro es de orgullosa satisfacción. Pobre mujer, hasta ahora ni se imagina que nunca veo nada.
Solamente dos; de armazón metálica y de mica. Pues los cambio cada tres o cuatro años, la última vez invertí poco más de ocho mil pesos. Sí aún están útiles sí, y los sigo usando en la casa. He tenido cinco.
«Me atraía la idea de que me vería bien con lentes»
Edgar. 49 años. Periodismo. Comencé a usar los lentes a los 20 años. Se me dificultaba ver de lejos. Por un lado me preocupó, pero me atraía la idea de que me vería bien con lentes. Un poco de incomodidad mientras me acostumbraba. Solía olvidarlos con frecuencia. Uso un solo tipo de lentes. Entre mil y 1, 500 pesos. Sí los guardo. He tenido aproximadamente 15 lentes.
“Ojalá con los lentes se me quitara el dolor de cabeza”
Claudia: 44 años. Catedrática. A los 21 años. Por constante dolor de cabeza. Esperaba que ojalá con los lentes se me quitara el dolor de cabeza que tenía constante. Adaptación a usarlos. No recuerdo ninguna anécdota. Uso dos tipos de lentes. Invierto aproximadamente 600 pesos. Están guardados. He tenido 5 pares.
“Con los lentes descubrí un nuevo mundo”
Indira. 33 años. Corrección y redacción de textos. Pupilentes, a los 12 años. Lentes de armazón, a los 20 años. Nunca me di cuenta, creí que era normal ver el mundo como yo lo hacía. Lo supe durante un chequeo con el oftalmólogo, pues me indicaron estudios para saber las causas de otro padecimiento y entonces sucedió el hallazgo, era miopía, la cual no tuvo nada que ver con el otro padecimiento, por lo que fue realmente un descubrimiento. Que no quería usar lentes. Tenía 12 años y sólo pensaba en las burlas en la escuela. Un gran peso en mi rostro. Sentía que el marco de los lentes me limitaba a ver sólo una parte del todo; sentía que me estaba perdiendo de algo más. Agradables, miles. A pesar de la incomodidad que me provocaban, con los lentes descubrí un nuevo mundo. Nunca había visto un cielo estrellado, con la miopía sólo podía ver las estrellas más grandes, tampoco había visto las hormigas en el suelo estando de pie. Literalmente vi con otros ojos todo lo que me rodeaba, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Sólo uno. Muy poco, compro lentes de menos de 1,000 pesos porque soy muy descuidada con ellos. Cuando necesito una mayor graduación o cuando se rompen. Generalmente regalo las armazones que estén en buen estado. He tenido entre 15 y 20, aproximadamente.
Lentes/Composición: Galatea Xalli
«¡Wow! el cielo se ve impresionante»
Carlos. 40 años. Diseñador Web. Aproximadamente a los 27 años. Cuando casi me atropella el chofer del transporte público por acercarme a leer los destinos de su ruta, que siempre colocan en el el cristal del parabrisas. Pensé «ya lo sospechaba». Genial, ¡estaba bien ciego!, veía todo con claridad. En esa época llevaba clases de inglés por las noches, al terminar la clase y salir volteo a ver el cielo y me impresionó la cantidad de estrellas que veía, no me contuve al decirlo: «¡Wow! el cielo se ve impresionante», los compañeros voltearon a ver hacia arriba y luego me quedaron viendo extrañados, era comprensible que antes de los lentes no veía ni las estrellas. Tres tipos, los de uso de todo el día, unos gogles para trabajo pesado y unos de sol, estos dos últimos siempre se me olvida utilizarlos. Hasta 6 mil pesos he invertido comprando lentes nuevos. No los guardo porque cuando los cambio es porque en verdad no sirven para nada (remendados con alambrito o casi completamente rayados). Creo que unos 10 lentes.
“Me metía a bañar con ellos puestos”
Esther. 38 años. Profesora. A los 24. No veía con claridad y se me irritaban los ojos. «No quiero usar lentes». Al usarlos sentí mareo, calor e incomididad. Cuando los traía puestos con frecuencia se me olvidaba y me metía a bañar con ellos puestos. Tengo dos tipos de lentes. Invierto en ellos lo necesario. Dono los armazones a quien los necesite. He tenido seis lentes.
“Pensaba con espanto que en la escuela me dirían montón de apodos”
Luna M. 48 años. Escritora. Los empecé a necesitar a los 11 años pero los usé hasta los 15. Porque no veía bien a mis compañeros o maestros si estaban lejos de mí y menos lo que escribieran en el pizarrón. No fue necesario que me lo dijera, yo lo sabía porque no veía pero pensaba con espanto que en la escuela me dirían montón de apodos, como a mi compañera Elena que le decían “la venada” porque no veía nada sin sus lentes, o sea “la-ve-nada” (risas).
Fue una experiencia desagradable, sentir “eso” que no era parte de mi cuerpo y que además pesaba sobre mi nariz; luego esa sensación de sorpresa cuando la gente que conocía me veía. Desagradable, definitivamente. No me gustaba usar lentes, así que aprovechaba cualquier oportunidad para quitármelos. Una tarde que fue mi novio por mí a la salida del colegio de bachilleres, fui a su encuentro, pero para llegar a donde él estaba tenía que cruzar una avenida por donde circulaban muchos camiones urbanos y obvio, los lentes –que además recién me los habían comprado- los traía en un estuchito de tela, sobre mis libros, entre mis brazos, como estudiante de película, no en una mochila o bolsa como se suponía debería ser en una ciudad con tanto ajetreo como el DF. Y lo bueno viene ahora: al cruzar la avenida, corriendo -porque no había semáforos y tenía que ganar el paso a los autobuses- cayó de mis brazos el estuche de los lentes y antes de que yo llegara a los brazos de mi novio, un camión pasó sus enormes llantas sobre mis lentes nuevos. No sabía cómo reaccionar, ¿qué le diría a mi papá?, ¿cómo le haría para ver qué camión tenía que tomar si no veía de lejos?, ¿y los apuntes del pizarrón?En fin… un semestre sin lentes.
Sólo uno, con armazón metálico. Un tiempo también usé de contacto. Depende, si compro armazón o sólo las micas y hace mucho que no cambio. Sí, los guardo un tiempo por cualquier emergencia, aún tengo los anteriores. Uuuuuy, no recuerdo.
«Al usarlos sentí incomodidad y alivio”
Ulises. 38 años. Licenciado en Informática. A los 21 años. No podía leer muy bien. Sentí alivio cuando el médico me indicó que usaría lentes. Al usarlos sentí incomodidad y alivio. Tengo dos tipos de lentes. Invierto mucho en ellos. Los guardo. He tenido aproximadamente ocho lentes.
“Me adapté a ellos con rapidez”
Daniela. 20 años. Estudiante. Comencé a usar lentes a los 17. Por el dolor de cabeza al usar la computadora y al leer. Me dirán cuatro ojos en la escuela. Una mejora increíble porque mis problemas de dolor de cabeza ya no eran constantes , me adapté a ellos con rapidez. Solamente uno. Invierto 1,200 pesos. No los guardo porque se me rompen y sólo dos veces he cambiado de lentes. Aproximadamente dos.
“Esta niña si ve, lo que pasa es que no se sabe el abecedario”
Estaba en cuarto año de primaria cuando me llevaron por primera vez al oftalmólogo, quien afirmó molesto: “Esta niña si ve, lo que pasa es que no se sabe el abecedario”. Según yo sí me sabía el abecedario pero el pizarrón del médico era tan confuso para mí porque no veía las letras claramente y tardaba en responder.
La visita a otro oftalmólogo, el diagnóstico fue: Señora su hija necesita anteojos, le tomaré la graduación para realizarle sus anteojos. Mi primer pensamiento fue de alegría porque era algo nuevo para mí. En cuanto me los colocaron comenzó el martirio: caminaba insegura porque veía las banquetas que se movían, daba pasos largos y cortos, no le atinaba. Me salieron ampollas en las orejas, mi rostro me pesaba.
La situación empeoró cuando tuve que ir a la escuela, como en esa época era poco común ver niños y niñas con anteojos, todos mis compañeros me miraban como fenómeno de circo; en el homenaje a la bandera en la formación nos llegaba el sol y los lentes se me empañaban y me quedaba quieta de vergüenza sin saber qué hacer. Sobre todo porque el médico instruyó que me los quitara sólo para bañarme y dormir.
Ahora tengo 38 años y a lo largo de mi vida he usado todo tipo de lentes, desde los pupilentes semirígidos, los blandos y todo tipo de armazones, hasta de sol graduados. Se han vuelto parte inherente de mi personalidad. Nadie me recuerda sin lentes.
Estas son nuestras historias, y tú estimado lector ¿te animas a compartirnos la tuya?
El círculo abierto es el título del taller que impartió por primera vez en Chiapas el artista, director y docente, Rubén Sagal, dirigido a directores, actores, bailarines, cantantes y músicos de diversas partes de la República, promovido por el director de escena Jorge Escobar.
Desmesuradas tuvo la oportunidad de platicar con este creador argentino, que ha viajado a diversos lugares del mundo motivado por el amor a la docencia y el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que llega a sus talleres, a través de la “Ley del ritmo”.
Texto: Gabriela Barrios García/Foto y Video: Emilio Ruiz
¿Imparte solo los talleres?
No, siempre vamos en equipo, cuando las condiciones lo permiten, porque a veces es difícil por costos viajar entre muchos y que se pueda asumir un gasto para trasladar a cuatro o cinco del equipo, pero lo que hacemos a veces es compensar con que alguien del lugar se integre, acá está haciendo de músico-acompañante Paco (percusionista de Chiapas) y fantástico como si hubiéramos trabajado toda la vida juntos.
No nos gusta dar ningún tipo de taller o seminario individualmente, porque parte de la pedagogía que buscamos es no estar centrado en la figura de alguien, no es un concepto de que es un «maestro», un «gurú» al que hay que seguir ni nada, es como un equipo que se encuentra con otro equipo, igual que pasa en el teatro, un grupo de gente que prepara algo, que va a compartir la mesa con los que vienen y allí estamos todos a la mesa.
¿Cómo logra la integración de los participantes?
La primera cosa es que uno tenga el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que viene al taller, más que hagan bien las cosas, que las hagan juntos, como si fuese la primera condición interna, que vino casi como genética, el deseo de un latido compartido, como una pulsión hacía eso, a romper lo individual, por lo menos por un rato, después las herramientas que a veces usas para eso, que también fueron encontradas intuitivamente, no fueron elaboradas, fue por trabajar a través de la percusión, de las vibraciones sonoras, del ritmo como concepto de ciclos de tiempo y espacio, que son como cosas más grandes que uno mismo, entonces sirven para aglutinar a la gente más allá de la consciencia.
¿Cuál sería el objetivo que busca en cada participante?
La expansión de la consciencia.
Jorge Escobar, director de escena que hizo posible el taller de Rubén Segal / Foto: Emilio Ruiz
¿Cómo hace con el manejo de los egos?
Si puedes lograr que se levante un poco la vibración hacia una expansión de la consciencia, la consciencia naturalmente va ir haciendo un recuerdo de que somos más altruistas, más compasivos que egoístas-egocentristas. Es decir, de hecho la Ley del Ritmo que no la he enunciado yo, de ninguna manera, es patrimonio del cosmos, habla de que el ritmo rompe la rutina, de alguna manera rompe el movimiento del círculo vicioso del control y genera un movimiento en espiral de expansión de las emociones y la consciencia, por lo tanto el individuo pasa a ser parte de un todo más grande que él, y eso es una forma más sutil; pero ellos no están pensando en eso mientras hacemos los trabajos, ni siquiera lo decimos, pero sí se siente la búsqueda de que encontremos, al menos por instantes, una sensación de sincronisidad y de unidad, aunque después se pierda, porque en el instante siguiente que piensas «uyy lo encontré, lo quiero mantener», se te escapa.
El concepto de la sincronicidad de que hablamos no es algo utópico ni una cuestión mística, es un funcionamiento natural de todo el cosmos y del universo; a veces creemos que cuando tenemos un hecho sincrónico de encontrarnos con alguien en quien se estaba pensando o de estar buscando un libro y de repente éste cae en mis manos, eso parece mágico; no es mágico, es uno que dijo: me subí a la danza de la vida por un ratito y me parece mágico porque como no estoy subido todo el tiempo a eso y estoy pensando en mí, en mí, en mí, me quedo fuera de la danza de la vida. Entonces la idea es esa: que puedan tener instantes fugaces, aunque sea un segundo de un latido, entre todos quizá ya afecta para mucho tiempo.
¿Cómo ha sido su experiencia en este taller que concluye?
Muy emocionante, muy rico de entrega entre todos, de derroche de creatividad; de un vivir como una especie de proceso, primero sentirnos como todos cada uno en su trinchera y de repente cómo se fue disolviendo eso a lo largo de la horas y cómo de a poquito vamos entrando en una especie de célula comunitaria que probablemente hoy alcance su momento justo de hervor cuando nos tengamos que separarnos; es como si podemos empezar a trabajar desde otro lugar cuándo nos vamos a separar, pero igualmente esa separación también es ilusoria.
¿Cuál es la función social del teatro?
Desde ya transformar al individuo, devolverle la creencia de que todos somos actores, en el sentido de que todos, hagamos lo que hagamos, tenemos que ser altamente creativos, felices y dichosos en lo que estemos haciendo, no es que el actor es el que está arriba de un escenario. El actor puede ser una persona que limpia las calles, el asunto es si eso que está haciendo le hace dichoso, le hace sentir que socialmente está aportando luz y no oscuridad, porque lo que está haciendo le está gustando, si no te gusta, aunque estés arriba de un escenario igual no va a ser luminoso. El teatro es para mí, accionar, hacer desde el ser. Entonces, si lo que se llama teatro convencional le sirve de espejo a los espectadores para que se pongan en acción y no se quede en aplaudirle a los que están arriba de un escenario porque creen que son buenos moviéndose o declamando, entonces sí sirve, sino no sirve. Si se queda en potenciar lo egoico no sirve, no es la función del teatro potenciar los egos, ni la vanidad, ni el exitismo ni nada de eso, para mí es expandir los corazones de la gente.
¿Cómo describiría la creatividad?
Es el acto más sublime con el que un ser humano se puede manifestar, casi te diría como el estado de generosidad permanente, tal como nos han llegado las cosas. Nosotros estamos rodeados de creación y nos vino gratis, todo, las montañas, los mares, los océanos, los lagos, las plantas, piedras, el sol, las estrellas, las órbitas, las galaxias, no costó un peso; lo hemos recibido generosamente y esa creatividad es un acto generoso que viene de hace millones de años, reproduciendo y expandiendose. Para mí es la definición más ajustada de que somos obras de arte viviente que tiene que manifestarse generosamente tal como nosotros hemos llegado hasta aquí.
¿Qué tipo de música utiliza en sus talleres?
De todo, cuando podemos la música en directo y mucho es música improvisada en función de las cosas que hacemos. Hace muchos años empezamos solamente con instrumentos de percusión pero después eso era poco porque sólo te llevaba algo a tierra, entonces hubo que agregar cuencos, instrumentos de viento porque busco llenar el espacio de otras vibraciones sonoras para que no quede solamente limitado a la tierra y que hayan más elementos vibracionales allí dando vuelta. Cuando no podemos venir muchos músicos en directo a sostener eso, incluso a veces usamos coros que vienen ayudar y a cantar en directo para también poner la vibración de la voz, cantan mientras la gente se mueve o hace el ejercicio; tenemos música grabada y allí hay de todo de todo lo que nos fue llegando, de todos los países, de todas las culturas y vas mezclando para que no hayan fronteras tampoco sonoras en ese sentido.
¿Qué sonidos le resultan interesantes?
Cualquiera en el momento, ayer justamente estábamos haciendo un ejercicio y después hablamos de algo y justo hubo como una mesa que se le cayó a alguien que estaba ordenando allí e hizo como una especie de sonido acertivo, es como si hubiera confirmado lo que estábamos comentando en ese momento, se puede decir un sonido de una mesa cayendo no es bonito pero en ese momento fue el mejor sonido que podíamos tener para ese momento, entonces es difícil responderte eso. Cualquier sonido en el momento justo que esté en sincronía con lo que está sucediendo, es el mejor.
¿Qué es para Rubén Segal el ritmo?
Es el camino que yo elegí para encontrarme con los seres humanos.
¿Qué es el ritmo universal?
Es la no polaridad, es la sensación de un todo magnificiente más grande que nosotros, por lo cual todos quedamos sumergidos en esa pulsación y teóricamente sin diferencia, por eso sin polaridad, sin cultura, sin identidad, da lo mismo. Es un latido que nos afecta a todos por igual.
¿Qué es el ritmo en el teatro?
Es que no se puede separar de lo otro que te he dicho, porque si el teatro es la condensación de una vida, es aplicar ese cuento a cualquier obra, es como si te dijera: toda obra de teatro tiene un pulso, hay que encontrarselo para que cuando uno la trata de montar le encuentre justo la pulsación que tiene para que el público también se sienta transportado y no que esté separado, actores por un lado, público por el otro. El teatro es un desprendimiento del ritmo, no es una herramienta exterior que hay que ponerla en marcha, no puede existir el teatro sin el concepto de espacio-tiempo.
¿Cómo suena el ritmo?
Infinito sonido, el silencio es ritmo también.
¿Se siente el ritmo?
Yo creo que más se percibe, se es, no estamos hablando de percusión, una cosa es la percusión eso es un método para manifestar exteriormente los ritmos que están dando vuelta por allí, pero un ciclo lunar es un ritmo que quizá no lo estás sintiendo con la consciencia pero son 28 días o 26 mil años en un calendario Maya, es decir, tiene muchas dimensiones de ciclos en las que estamos sumergidos. Por eso digo que es más un tema no emocional, es un tema más grande, porque lo emocional puede estar metido dentro de la personalidad y esto es parte del ser, por eso digo que ser ritmo es integrarse a todos los ciclos que se les está rodeando todo el tiempo, a veces son ciclos de un segundo de un minuto, ciclos de tres años, ciclos de siete años.
¿Todos tenemos ritmo?
No estaríamos vivos sin eso, somos concebidos bajo eso, el espermatozoide y óvulos no pueden fecundarse hasta que no laten al unísono y eso está comprobado por microscopia electrónica, vienen en una vibración distinta hasta que no oscilan al unísono no se produce la fecundación.
El primer tejido que se forma una vez que tú eres la célula en el útero, el corazón, entonces qué hace el corazón, empieza: tun, tun, tun. Y allí se organiza todo y viene de un corazón más grande. Es un patrimonio de la humanidad, ni siquiera de la humanidad, no está sometido a los humanos, las piedras, los minerales, más allá del planeta tierra, es como una gran sinfonía de pulsaciones.
¿Cada territorio tiene su ritmo?
Pareciera que intrínsecamente hubiera. Hay un antropólogo que dice que la música en realidad es un reflejo sonoro de las estructuras rítmicas que ya tenemos adentro. Probablemente en cada región, por los motivos que sea, que los desconozco, porque deben tener que ver las estrellas del sol, la concepción, el tipo de minerales, el tipo de fauna, el tipo de flora, todo lo que rodea a una región, seguramente late en una determinada frecuencia; por lo cual el reflejo hacía afuera de ese pedacito del cuerpo-tierra, de ese pedacito de riñón en una zona del cuerpo grande, late en una cumbia. Por eso los lenguajes son también modificaciones del ritmo de cada región, por eso se modifica el ritmo y el lenguaje apareció, y aparecen las distintas lenguas como parte de la sonoridad de cada parte de un todo. Es como el cuerpo humano, está todo en sincronía, pero cada organito, cada sistema, cada hormona o cada intercambio químico tiene su propio proceso, no todo es igual en la misma pulsación, igualmente hay un señor que está allí marcando un poco el recordatorio y a veces tiene que acelerar porque necesitan adaptarse a los cambios, pero siempre hay algo que está sosteniendo, que no es mi voluntad.
Escucha o descarga parte del audio de la entrevista:
Lugar de nacimiento: Nací en Buenos Aires en el año 1959. Edad: Ahora 55 Número de hermanos: Ninguno. Estado civil: Casado. Número de hijos: Tres hijas. Pasatiempos: Viajar, leer, seguir aprendiendo, seguir conociendo gente. Música: Si te tengo que nombrar a alguien Stevie Wonder, pero es mentira, es por el amor que le tengo a Stevie Wonder, pero no es sólo eso. Película: Los puentes de Madison, pero también es casi limitar a algo que es muy grande, es como si te dijeran un sólo libro, no, es como un multiverso. Obra teatral: Ahorita podía decir una, hace poco vi una que se llama Terrenal, pero me fascinó pero tampoco es “la obra”, esa fue la obra de ese día, de ese momento, que para ese momento era perfecta, que queda inspirándome adentro, pero que no es la única, lo mismo con la música. Comida: Soy vegetariano. Rituales: Meditar, si puedo un poco cada día; encontrarme con la gente en los talleres como meditación en movimiento, pero no tengo como una estructura de rutina muy muy fija, a veces medito con música a veces en silencio, a veces me pongo a bailar, algo así como para tener momento del día de conexión interna.
[/rescue_box]
[box type=»info»]
En Corto
Teatro: Vida Actor: Yoshi Oida Personaje: Hamlet Enseñanza: Los humanos Aprendizaje: Viajar Expresión: Movimiento Creatividad: Generosidad Música: Ramiro González Movimiento: Circulares Cuerpo: Integrado Ritmo: Latidos
Elena Poniatowska Amor ha pisado una vez más las tierras chiapanecas para ser condecorada por su máxima casa de estudios, honor que se le confiere por primera vez a una mujer. Vino para recibir homenajes, atenciones oficiales y admiración de sus lectores y los jóvenes estudiantes que la acaban de descubrir.
Poniatowska Amor condecoró con olivos, tejidos magistralmente mediante el lenguaje, para demostrar su amor y admiración a esos hombres y mujeres chiapanecos que han caminado en diversas épocas y cada uno desde su oficio, han enaltecido no sólo su origen sino a la humanidad.
Y a nosotros, los chiapanecos de ahora, nos ha dejado todo el amor que es capaz de dar esa mujer que ha vivido cada lágrima, cada piel, cada voz y cada rincón de nuestro país. Nos regaló un himno.
Compatriotas, que Chiapas levante una oliva de paz inmortal… «la herencia Maya es tan fuerte en los chiapanecos de hoy como lo fue en la poetisa muerta (Rosario Castellanos) por accidente en 1975».
Y marchando con paso gigante a la gloria camine triunfal… «Chiapas ha dado grandes poetas y notables escritores. Las mujeres de Chiapas, tanto las llamadas coletas como las indígenas, han dado extraordinarios ejemplos de bravura».
Si es horrible entre extraños la guerra, a la patria es infame acabar… «Chiapas es uno de los estados más pobres y más desgraciados de la República, porque en Chiapas no hay caminos, porque no hay escuelas, no hay periódicos, porque los gobernadores en vez de ocuparse del engrandecimiento y prosperidad del país se dejan cegar por la ambición y sólo se afanan en hacerse ricos a expensas del estado… Esto ha sido la triste historia de Chiapas, esa es su historia actual».
Nuestra condecorada escritora nos habló del doctor Belisario Domínguez…»Pero nadie tan valioso, ningún chiapaneco más reconocido que el Héroe Belisario Domínguez nacido en Comitán el 25 de abril de 1863. Como muchos de los grandes médicos mexicanos Belisario salió a París a estudiar medicina, farmacología; allá vivió 10 años y 5 meses, y regresó a Comitán a ejercer su profesión y a atender gratuitamente a los pobres, sus hermanos, a regalarles medicamentos y atender partos en rancherías y pueblos. En vez de cobrarles repartía su propio dinero, hasta camas de tablas les hacía y en menos de que canta un gallo se ganó la gratitud y el amor de todos los habitantes de Comitán. En París, en pleno invierno, se había quitado su chaleco bajo la nieve y se lo había regalado a un pordiosero. Rublo, su mejor biógrafo, llegó a la conclusión: «No le gusta el dinero, dice que no quiere ser su esclavo que el dinero es un tumor putrefacto».
El 7 de octubre de 1913 -continua- el Senador Belisario Domínguez Palencia fue asesinado en el panteón del pueblo de Xoco en Coyoacán en la ciudad de México, cuatro hombres lo secuestraron en el Hotel Jardín, en el que se hospedaba en México, y entre muchas otras malas noticias se murmura que le cotaron la lengua. Así murió uno de los grandes héroes de la historia de México, un hombre que con sus acciones y sus nobles palabras abrió las puertas de la esperanza, uno que denunció con valentía lo que otros callaban, un hombre que puso los fundamentos de la dignidad de México.
Realizó una semblanza de la vida y obra de Rosario Castellanos… «Aunque Rosario fue una hacendada, una blanca enmedio de indígenas, una privilegiada, una terrateniente, se alió a los más pequeños, y su desasimiento y abandono la conmovieron de por vida. El apellido Castellanos es un apellido de caciques, y de finqueros, es uno de los apellidos del poder y del clan. Al aliarse a los indios, Rosario traicionó su herencia familiar y se descasta, rechazada antes, ahora será doblemente rechazada, los coletos le darán la espalda. A Rosario le importó la suerte de los chamulas, y aunque no aprendió tsotsil su obra entera es de admiración y de defensa.
Mencionó también a su amiga zinacanteca Rosi, como ella la llama… Rosalinda Gómez Velasco nacida el 5 de marzo de 1985 en Chiapas habla español y tseltal, tiene 28 años y 5 hermanos, vivió en una casa con muchas carencias y conoció su primer libro al sacarlo de un estante de su salón de clases en primero de primaria… Rosi no tenía consciencia de esos dos extremos, para ella todos somos iguales y nada dentro de su mente marcaba la diferencia, fue crucial el abrir los ojos, salir del mundo indígena y entrar a la academia, primero en San Cristóbal y más tarde en la UNAM, donde la admitieron hace un mes en agosto de 2014 en la unidad de posgrado de estudios mesoamericanos.
Así podríamos seguir hablando del discurso de Elena Poniatowska, conocer a Elena, va más allá de este discurso, al leer la obra de esta gran escritora es conocer y admirar a esas mujeres y otras, que han transitado en el país como Tina Modotti, Pita Amor, María Izquierdo, Elena Garro, Frida Kahlo, Nahui Ollin, Leonora Carrington, por mencionar algunas: «las mujeres caminan, sudan, aman, son colchón de tripas, dan a luz, se acostumbran a la muerte. Cada una tiene su muerto adentro».
«Muchas gracias por escuchar» (palabras que colocan punto final a sus discursos)
Y ojalá así sea, que sigan resonando en la conciencia de quienes la escucharon, palabras que trascenderán el tiempo y el espacio:
Querida Elena, gracias por tu admiración a Belisario Domínguez, gracias por tu amor a Rosario Castellanos, gracias por tu valentía, tu coraje y tu entrega, gracias por tus letras, gracias por tu amor a México. Gracias por venir a Chiapas.