ELE

Amor a la literatura / Foto: Gaby Barrios
Amor a la literatura / Foto: Gaby Barrios

Para ti, Desmesurada, en tu cumpleaños

Yo conozco tu locura porque también es la mía

Somos locas rebeldes
locas de estar vivas
locas maravillosas
estrafalarias, floridas

Ovejas negras
descarriadas sin remedio
vergüenza de la familia

piezas de seda fina
amazonas del asfalto
guerrilleras de la vida

Locas de mil edades
llenas de rabia y gritos
buscadoras de verdades
locas fuertes
poderosas
locas tiernas
vulnerables

Cada día una batalla
una norma que rompemos
un milagro que creamos
para poder seguir siendo

Locas solas
tristes
plenas

Mujeres locas, intensas
locas mujeres ciertas.

 

Poema «Sobrevivientes» de Rosamaria Roffiel

Soy la mujer que sólo nací…

Frida Kahlo a través de la lente de Leo Matiz
Frida Kahlo a través de la lente de Leo Matiz

Soy la mujer que sólo nací.

Soy la mujer que sola caí.

Soy la mujer que espera.

Soy la mujer que examina.

Soy la mujer que mira hacia adentro.

Soy la mujer que mira debajo del agua.

Soy la nadadora sagrada

porque puedo nadar en lo grandioso.

Soy la mujer luna.

Soy la mujer que vuela.

Soy la mujer aerolito.

Soy la mujer constelación huarache.

Soy la mujer constelación bastón.

Soy la mujer estrella, Dios

porque vengo recorriendo los lugares desde su origen.

Soy la mujer de la brisa.

Soy la mujer rocío fresco.

Soy la mujer del alba.

Soy la mujer del crepúsculo.

Soy la mujer que brota.

Soy la mujer arrancada.

Soy la mujer que llora.

Soy la mujer que chifla.

Soy la mujer que hace sonar.

Soy la mujer tamborista.

Soy la mujer trompetista.

Soy la mujer violinista.

Soy la mujer que alegra

porque soy la payasa sagrada.

Soy la mujer piedra del sol.

Soy la mujer luz de día.

Soy la mujer que hace girar.

Soy la mujer del cielo.

Soy la mujer de bien.

Soy la mujer espíritu

porque puedo entrar y puedo salir

en el reino de la muerte.

 

María Sabina (Huautla de Jiménez, Oaxaca, 1894- 1985)

Fin de siglo

Foto: Oleg Dou
Foto: Oleg Dou

«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
           ¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
           a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
           no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
            No quiero nada para mí:
            sólo anhelo
            lo posible imposible:
            un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano.
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
            no me dejan cerrar los ojos.

Fin de siglo / José Emilio Pacheco (30 de junio de 1939, Ciudad de México – 26 de enero de 2014, Ciudad de México)

 

Lluvia

Foto: Autor anónimo
Foto: Autor anónimo

Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Lluvia / Jorge Luis Borges (24 de agosto de 1899, Argentina – 14 de junio de 1986, Suiza)

Llamada

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

Te llamo sí te llamo no puedo más te llamo

te grito ven acude no me abandones búscame

déjame verte adivinarte

distenderme un instante bajo el sol de tus ojos

como si en el radiante mediodía me tumbara en la hierba

déjame ver una vez más tu irónica ternura

tus infantiles gestos asustados

tu mirada solitaria que acaricia el rostro de las cosas

tu mirada de niña de ojos lentos

tus labios que entre los míos se funden

como un delicado manjar suntuoso y discreto

tus labios comestibles fáciles tus labios de trufa celeste

tus labios húmedos penetrables como un sexo más luminoso

cómo puedo sufrir que te alejes que te lleves este enigma

que huyas como un ladrón armada de razones

y ocultando en tu seno mis preguntas robadas

que te escondas en los huecos en los turbios rincones del tiempo

que te envuelvas en la distancia como en un disfraz inmenso

te  llevas algo mío que nunca ha sido mío

me dejas amputado desarmado hemipléjico

vuelve no puedo renunciar a ser aquel otro

deja que todo nazca dame eso que trajiste mío

desanuda tus entrañas como si fueras a parir nuestro amor

y vuelve tráemelo muéstramelo

déjame entrar en ti como entrar en la noche

compartir tu tesoro taciturno

la suntuosa penumbra de tu alma tibia y quieta

ven no juegues más al juego idiota de la tortura

no me niegues cómplice altiva no blasfemes de mí

adónde vas vestida de miradas mías

adónde irás que no seas la nombrada por mí

regresa no te lleves mi semilla

mis dones los hundí en tu carne

no te podrás librar de esta corona vuelve.

Llamada / Tomás Segovia

(21 de mayo de 1927, Valencia, España – 7 de noviembre de 2011, Ciudad de México, México)

Fuente: Antología de la poesía amorosa española e hispanoamericana. Edición de Víctor de Lama. Ed. EDAF, 2007.

10 de Mayo

Foto: August Sander
Foto: August Sander

 

Y en este día glorioso, oh madre

está dicho que recibirás de tus hijos

los símbolos de amor eterno condensados en

una jarra de plástico imitando el tallado del cristal

un perfume

cien veces menos cálido que el olor a chile y cebolla de tus guisos

– Pero firmado por Coty –

unos guantes demasiado suaves para tus manos acostumbradas a la

sosa y las escobas

pañuelo de gasa que sólo te atreverías a usar

borizada

durante los primeros cinco minutos de la fiesta en tu nombre

un ramo de gladiolos que equivale al salario de dos días de tu esposo

un póster, un papel ilustración, a cinco colores, que dice “te quiero”.

 

Y sin embargo, en este día, oh madre,

los ojos de tus hijos brillarán de un modo especial

mientras te entregan, temblorosos y expectantes,

los regalitos envueltos en papel glasé y adornados con grandes moños

 

esa misma noche, madre, mientras tú abrazas y besas a tus hijos

conmovida por la tierna inutilidad de

la jarrita de plástico, los guantes, el pañuelo de gasa, los gladiolos

los dueños de la Comercial Mexicana se frotan las manos

e invitan a una copa de champaña

al contador

al gerente y al supervisor

por el éxito de ventas de cosas que

la verdad

creíamos que nunca nadie sería capaz de comprar.

 

XI. 10 de Mayo / Elena Jordana (Buenos Aires, Argentina. 1934)

Fuente: Poemas no mandados. Editorial Joaquín Mortiz. 1979.

solamente

Graffiti anónimo en la colonia Magisterial, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Graffiti anónimo en la colonia Magisterial, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

ya comprendo la verdad

estalla en mis deseos

y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios

ya comprendo la verdad

ahora
a buscar la vida

 

Solamente / Alejandra Pizarnik  (29 de abril de 1936, Argentina – 25 de septiembre de 1972, Argentina)

Historia

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

 

Un hombre me preguntó

la historia de mi vida.

Dije

que yo no tenía

historia.

Que todas mis historias eran vidas,

como hongos,

aparentemente sin raíces,

aunque las esporas, microscópicas, que bailan

en la tierra

como mi mano roza tu cara mientras

duermes,

ya no son misteriosas;

y recordé que todas mis historias son una sola,

dejando a una mujer con un puñado de plata

que se vuelve luz de luna

desvanece como el aire,

desaparece con el sol,

permaneciendo ella con sus manos abiertas

y la poesía que es música,

una canción que nos ronda a todos

es lo que le queda,

su realidad misteriosamente,

quizá microscópicamente, ida

para aparecer en otro

terreno pantanoso.

Yo busco al mago que entienda

lo que es invisible

al ojo desnudo,

que lea la poesía como un texto

para una nueva especie de jardín,

que convierta la luz de luna

en un puñado de plata,

en algo sólido y real,

no en ilusión,

no en viejas historias,

no en la vieja versión de la vida,

no en hongos venenosos.

 

Hongos,

comibles,

hermosos,

que dejan caer las esporas

y dan vida

justamente

como nosotros.

La historia de mi vida

es

que continúa.

 

Historia / Diane Wakowski (California, E.E.U.U., 1937)

Territorios de un cuerpo

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

V
Apaga las estrellas,
desconecta el sol.
quiero adentrarme a tientas
por los acantilados de tu piel,
reconstruir sobre tu boca
las letras, una a una,
con que dar nombre al fuego,
a la locura de saber que he visto
el cielo tan de cerca, o no, tan mío
que mi país se llama medianoche.
¿Quién eres? ¿Dónde estás? Qué importa,
si te elegí entre todas las estrellas.

Territorios de un cuerpo (fragmento) / Jenaro Talens (Cádiz, España. 1946)

Amor de frutas

LBG01

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Déjame que esparza
manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;

Tu cuerpo son todas las frutas.

Te abrazo y corren las mandarinas;
te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
el zumo dulce de las naranjas
y en tus piernas el promegranate
esconde sus semillas incitantes.

Déjame que coseche los frutos de agua
que sudan en tus poros:

Mi hombre de limones y duraznos,
dame a beber fuentes de melocotones y bananos
racimos de cerezas.

Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.

 

Amor de frutas / Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948)

Fotografía: Leticia Bárcenas González