
Alguien contó una vez, alguien que ya no sé quién, contó, que no sé yo bien ni qué cosa, una vez, una de tantas; no sabemos si fue así como pasó, o como lo inventaron, el hecho fue entonces el cuento y el decir, pero no lo supe bien y lo repito: la tía caminaba sobre nubes, los dolores comenzaron a resbalarse por el cuerpo, sólo sabía ya de memoria un nombre, todos los rostros se difuminaban frente a sus ojos, una sola palabra escurría de su boca y se decía que hablaba con la dulzura de la miel; tía Saura estaba enamorada y todo era casi perfecto, perfecto: ella la envidia del pueblo. Un día el hombre le suplicó que escaparan y la tía aún con todo el deseo, pero sin explicar nada, le pidió esperar. Entonces, él se sintió tan triste, yo pienso que molesto, y al día siguiente no la buscó más; tiempo después llegó a los oídos que se había unido a otra creyéndose despreciado: no había razón para la espera.
El hombre nunca sabría que Saura llevaba puesta su ropa íntima rota y le avergonzó partir con él. Dicen por ahí que el hombre aún pregunta por ella con una ternura desbordada, dicen también que tía Saura no pudo perdonarse el detalle de la ropa interior y desde entonces no la usó más.
Cuando pienso en ella la imagino por la calle con sus vestidos largos y sus manos pegadas al cuerpo intentando evitar que un ventarrón la deje al descubierto; la recuerdo en el patio de la abuela, con la cara dura y sus formas huesudas, la recuerdo alimentando los pájaros, y la tarde entera comiendo limón.
Fragmento de la Novela “Cosecha de Verano” de Isaura Contreras, Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 2010. Para más información de la autora y su obra: