Ignacio Ruiz, poeta y ensayista chiapaneco

En su reciente visita a Chiapas, el poeta y ensayista chiapaneco, Ignacio Ruiz Pérez, otorgó a Desmesuradas una tarde de amena charla.

Sin prisa y sin censura, Ignacio nos platicó cómo descubre a la literatura como profesión, de su oficio como poeta y ensayista, además de la vasta experiencia que tiene como catedrático en la Universidad de Texas, donde trabaja principalmente con estudiantes migrantes.

Sin darle tregua al silencio, Nacho, como le dicen sus amigos en Chiapas, nos cuenta de la literatura en su niñez: “Mi primer contacto directo con la literatura infantil fue a través de mi hermana, que me leía cuentos y que de alguna manera filtraba esos cuentos infantiles, esas historias de hadas. Hay una colección que a mí en lo personal me marcó muchísimo, se llama Mi libro encantado. ¡Es bellísima! Ahí está prácticamente todo el compendio de la literatura infantil universal. Ese fue mi primer acercamiento a la literatura.”

Ignacio Ruiz en entrevista / Foto: Lety Bárcenas

Leticia Bárcenas González y Gabriela Guadalupe Barrios García

¿Cómo fue tu primer acercamiento a la literatura, ya de manera formal?

Descubro que la literatura puede ser una profesión, un acto de fe, se puede decir, cuando ingreso a la preparatoria. Me doy cuenta que la literatura es lo mío, que me gustaba y además veía gente que la practicaba, que vivía de ella, enseñándola, y que era una posible profesión. Hay un profesor de la prepa que me marcó profundamente: Gustavo Ruiz Pascacio; creo que marcó a mucha gente de mi generación, para bien. A través de él entré en contacto directo con la literatura, la gran literatura, porque claro, antes, en la secundaria y en la primaria, se acerca uno a los libros de manera derivativa, a través de recomendaciones o de amigos con los que compartes algunas cosas, o porque ves literatura en algunas materias.

Pero mi acercamiento ya profesional con la literatura fue con Gustavo (Ruiz Pascacio), en la prepa. El último año de la preparatoria fue un periodo de decisiones, porque estaba un poco desorientado, no sabía si estudiar comunicación o literatura y también estaba la antropología, que era algo que me llamaba mucho la atención.

De alguna manera es algo de lo que no me he deslindado, porque la aproximación a la literatura es un poco interdisciplinaria. Cuando uno va descubriendo horizontes o va creando un corpus teórico, crítico, para acercarse a la literatura, uno tiene que acudir a distintas disciplinas para poder leerla de una manera más rica.

¿Cómo descubriste que escribir poemas era lo tuyo?

En la prepa (risas). Había un taller de creación literaria que se abrió en el tercer año, en el 93 (1993), por el mes de octubre o noviembre. Había un programa de la Secretaría de Educación y Cultura de Chiapas, que consistía en llevar literatura a diversas instituciones de nivel básico; entonces llegó un poeta llamado Ubel Vázquez, a la Preparatoria No. 2 (de Tuxtla Gutiérrez), donde yo estudiaba, y abrió un taller de creación literaria.

El primer texto que presenté fue justamente un poema, en mi vida me había imaginado que iba a terminar escribiendo poesía porque en realidad soy un narrador frustrado (risas). Lo que hubiera querido escribir es narrativa. Pero cuando me pongo a ver mi obra en perspectiva, me doy cuenta de que lo que hago es bastante narrativo, tiene muchísimo de prosa o tiene muchas de las inflexiones de la prosa, es algo de lo que no me he podido deslindar por distintas razones.

LA POESÍA ES UN ACTO DE FE, ES UNA PROFESIÓN

¿Para ti qué significa ser poeta?

Significa muchas cosas. Significa estar en contacto directo con la lengua. Desde pequeño me han gustado mucho los idiomas, los distintos sentidos que se pueden producir a través de eso, que Octavio Paz llamaba cópula de sonidos, que es muy bonito. Octavio Paz define la poesía como una especie de erótica verbal. De la misma manera que el erotismo sexual, físico, es en realidad una cópula de cuerpos, un acoplamiento de cuerpos, así la poesía es un acoplamiento verbal, una cópula verbal, una erótica verbal, lo cual me parece bellísimo y creo que define muy bien el sentido de la poesía.

La poesía es un poco tener el privilegio de acercarme al lenguaje y a través de él poder organizar las cosas de una manera muy distinta; explorar efectos de sentido, formas y estar un poco también en contacto con mi identidad porque estoy fuera de mi país y estoy escribiendo en mi lengua. Eso para mí es como recuperar un poco ese lado perdido o que dejo estacionado en muchas ocasiones para dedicarme a otras cosas. Sí que tiene mucho sentido, para mí la poesía es un acto de fe, es una profesión.

¿Cómo nace un poema?

De la manera más inusitada que te puedas imaginar. No existe una regla o una fórmula para crear un poema. Nace de la manera más inesperada, puedes ir caminando y de pronto te viene una imagen o una frase, que después se convierte en el pie que da lugar a toda una estructura verbal, por una parte. Por otra parte, también está el oficio, la poesía como un oficio. Desconfío un poco de la inspiración, creo más en el trabajo. Pienso de hay que sentarte una hora, dos horas, a escribir todos los días; en mi caso, intento hacerlo por lo menos dos horas en la semana, sentarme a escribir, es una práctica casi profesional.

También es cierto que hay momentos en que te llega la revelación, más que inspiración, de una frase. Hay un poema que escribí, que se llama precisamente Revelaciones, donde realizo una reflexión sobre la divinidad, sobre Dios y sobre esa alegría de encontrar las cosas en el mundo, de explorar distintas emociones y sensaciones, sentir el viento, por ejemplo. Y todo surge a raíz de una simple frase, dije: ¡esto es lo que quiero utilizar para crear un poema! Y resulta que el poema en realidad se me extendió y es un poema de cuatro o cinco secciones, pero de una sola frase: “Dios ha venido a verme”, surgió todo. Confluyen las dos cosas, tanto la revelación como el trabajo. Tienes la frase, la picas, la construyes, vas articulando alrededor de esa frase y luego viene un trabajo de pulimento.

¿A qué hora escribes?

Antes era nocturno. Sigo siendo nocturno, en el fondo no he olvidado lo que me gusta estar de noche, hasta la una o dos de la mañana trabajando, que es cuando me siento mejor, siento que hay más condiciones: hay silencio, puedo estar solo frente a la computadora. Antes escribía en el papel, cuando conseguí una computadora comencé a escribir directamente en la computadora. 

En los últimos años, desde que nació mi hija, he cambiado mis hábitos de escritura y los he cambiado de la noche a la mañana; dedico por lo menos un par de horas, cuando la burocracia o la administración me dejan (risas); intento dedicar las mañanas a la escritura, me dedico a escribir un par de horas o simplemente voy puliendo lo que he hecho en otros días. Actualmente, tengo un libro que precisamente estoy puliendo y tengo ya un año casi refinando, no tengo prisa, en realidad es que no hay prisa. Las noches las utilizo para leer. He invertido un poco mis horarios, mis hábitos.

Poeta Ignacio Ruiz / Foto: Lety Bárcenas

¿Cuál es la constante en tu trabajo poético?

Si hablamos de temas, pienso que el mar es uno de mis temas privilegiados. Viví cerca del mar muchísimo tiempo. Estaba en Xalapa, pero de Xalapa a Veracruz es una hora y media, dos horas, de camino. En realidad lo que hacía era viajar todos los fines de semana para ver a mi hermana, entonces iba al mar y estaba en contacto con el salitre, con toda la cultura que rodea el mar en Veracruz, que es un ambiente muy caribeño, con esa confluencia de distintas culturas, es una población muy abierta al Caribe y eso me parecía asombroso. En Xalapa estuve desde el 94 (1994) hasta el 2000, estuve seis años.

En el 2000 me voy a vivir a Santa Bárbara, California, que es mar también. Salí de un ámbito marítimo pero en la costa del Golfo a irme a otro ámbito marítimo en California pero en la costa del Pacífico. Fue como ver las dos caras. Además la costa norte no es la costa sur, no es el mar de un país tropical sino el mar de un país septentrional, más al norte. Eso me permite los contrastes.

Mi poesía está profundamente marcada por esa experiencia marina. Navegaciones es toda una recuperación de los colores, de los olores, del ambiente marino, de toda la cultura que rodea al mar, el vocabulario. Esta idea de la exploración, que está muy arraigada a los puertos o a la cultura de los puertos en general, está ahí presente.

Más recientemente los ángeles; soy un agnóstico pero un agnóstico creyente porque en el fondo mi poesía está conectando constantemente con referencias religiosas, por alguna razón, no sé, creo que es algo que tendré que revisar mejor (risas).

Desde muy joven te has hecho acreedor a diversos premios a nivel estatal, nacional e internacional, ¿qué ha significado para ti en esos momentos de tu vida ganar un premio?

Esos reconocimientos no son más que la culminación de todo un proceso creativo, vamos a ponerlo de esa manera, es derivativo porque uno no escribe para ganar un premio, si hay alguien que lo haga, quien trabaja para ganarse un premio me da la impresión de que es una actitud como mercenaria de la cultura, de la literatura.

Uno no escribe para ganar un premio, pienso que eso es un derivado de la escritura y en el caso de la poesía, que es un género poco publicado o en el que las vías o los canales para publicar hay muchos pero al mismo tiempo son muy limitados, porque es un género que no vende, que no reditúa, esa es la gran paradoja de la poesía a diferencia de lo que ocurre con la narrativa, sobre todo con la novela.

En mi caso, los premios han sido la salida de los libros que he escrito, una salida natural, ha sido la manera para publicarlos, es un poco como la coronación, la culminación de todo el proceso creativo.

Uno escribe de una manera natural, a partir de un tema que surge, estructura una serie de textos, después viene el proceso de revisión, ese proceso de revisión, en mi caso, es muy prolongado porque escribo lento, soy muy lento para escribir, esa es la verdad; luego enviar los libros a alguna editorial o a través de un premio para una posible publicación.

Para Ignacio Ruiz, ¿qué papel juega la poesía en estos tiempos?

Pienso que la poesía no deja de tener, en un sentido muy amplio, esa tarea de reconectarnos con nuestro lado más humano. Y si alguna función tiene la poesía es la de revitalizar el lenguaje, conectar con el lenguaje, recrear el lenguaje y a través del lenguaje nosotros, que somos seres de palabras, somos seres verbales, decirnos.

Es decir, la función de la poesía o el sentido de la poesía es mostrarnos nuestra condición humana en todas sus manifestaciones y con ello me refiero, en el sentido más amplio, no solamente a cuestiones metafísicas, existenciales sino también a cuestiones políticas, civiles, sociales.

Pienso que esa es la función principal del lenguaje y de la poesía. Entonces ¿qué sentido tiene la poesía? La poesía tiene el sentido de revelar el lenguaje, tiene la función de, no quiero utilizar esa palabra pero vamos a decir, de servir al lenguaje, no se sirve del lenguaje, la poesía se vale del lenguaje y el lenguaje se vale de la poesía en una especie de mutuo intercambio y beneficio.

EL ENSAYISTA TAMBIÉN TIENE UNA FUNCIÓN IMPORTANTE: SERVIR A LAS IDEAS

¿Cuál consideras que es la misión del ensayista?

Reflexionar sobre distintas facetas o áreas de la vida personal o simplemente la vida pública. Pienso que el ensayista también tiene una función importante: servir a las ideas; así como el poeta sirve al lenguaje, el ensayista sirve a las ideas y también se vale del lenguaje para ello.

¿El ensayo literario también genera debate?

¡Por supuesto! La función del ensayo es abrir el debate. La esencia del ensayo es la polémica y a partir de la polémica la generación de nuevas ideas; se abre el debate y se discuten cosas, se discuten distintas facetas de la vida pública o de la vida personal. Es un género que se vale de distintas disciplinas, pienso que eso es una de las grandes riquezas del ensayo.

Un buen ensayo debe dejarse leer, debe ser agradable su lectura.

¿Un ensayo puede ser al mismo tiempo un gran poema?

Por supuesto, hay ensayos poéticos. La gran introducción de Octavio Paz del Arco y la Lira es uno de los ensayos en prosa poética más hermosos que ha dado nuestra lengua. Hablar de la poesía como una revelación poética, eso es impresionante; esa manera en la que él va describiendo la poesía como salvación, pan de todos, como luz, sol, etcétera; hace una serie de metáforas para definir un fenómeno que es en sí mismo difícil de definir. Cuando me preguntan qué es la poesía digo puede ser todo y Octavio Paz lo sintetiza verdaderamente en un par de páginas que son un modelo de cómo escribir prosa poética sin dejar de ser un ensayo.

¿Qué relación tiene la ética con el ensayo?

Tu ética como profesional, como escritor, ¿influye en la difusión de la ideas o de lo que estás escribiendo? ¡Claro!, y hablo de mi disciplina. Todo especialista en estudios literarios, todo filólogo, parte de una serie de premisas dentro del área de formación, en mi caso los estudios literarios; a partir de ese tipo de premisas uno se enfrenta al fenómeno literario. Supongo que un ensayista político también parte de una propia ética o carece de ella también, porque pienso que esto depende mucho de la perspectiva de cada persona y del respeto que le da a su área o a su trabajo.

Depende mucho de la ideología de la persona, entendiendo como ideología ese sistema de ideas que va articulando una visión del mundo en un área particular, puede ser la política, puede ser la historia. Por supuesto que hay ensayos que pueden ser muy tendenciosos, por eso decía que dentro de mi área sí hay una ética. Número uno: no plagiar, por ejemplo. Estamos hablando de citar dentro de un texto, la primera regla que tiene un ensayista en estudios literarios, y me atrevo a decir en cualquier otra disciplina, es no plagiar y a partir de ahí se va derivando una serie de códigos que están implícitos dentro de la práctica literaria, docente o del investigador.

En general, ¿cómo ves la ensayística latinoamericana?, ¿tiene futuro?

Me muevo más dentro del área de la academia, eso no me permite ver qué es lo que hay fuera (risas). Creo que un ensayo debe estar bien escrito, para que se considere como tal debe dejarse leer. Hay grandes escritores, grandes ensayistas actualmente que están escribiendo muy bien en América Latina y en nuestro país en particular. Me gusta mucho lo que hace Emiliano Monge, por ejemplo, es un tipo que escribe muy bien su ensayística; en el ámbito académico me gusta mucho el trabajo de un colega de Estados Unidos que es mexicano también, me parece un tipo brillante Ignacio, Sánchez Prado; aquí en nuestro estado (Chiapas) está Gustavo Ruiz Pascacio, que es de los escritores, como ensayista, que me parece es de las personas que ha sido más congruente con su trabajo.

TRABAJO CON ESTUDIANTES QUE EN SU MAYORÍA SON MIGRANTES

¿Qué hace un poeta y ensayista mexicano en Estados Unidos?

Voy a Estados Unidos en primer lugar a estudiar, no tenía la intención de quedarme; mi objetivo era estudiar y regresar pero por distintas razones me quedé en Estados Unidos. Entonces ¿qué es lo que hago allá? Trabajar, dedicarme a la enseñanza.

Trabajo con estudiantes que son en su mayoría migrantes y eso me encanta porque es no solamente conectar con mi herencia inmediata o con mi identidad inmediata, que es México, que es Latinoamérica y lo hago a través de lo que más me gusta, la lengua española y la cultura mexicana, sino además porque creo que he encontrado en la enseñanza, y en particular, en el ámbito en el que lo hago, una suerte de satisfacción profesional, personal y para decirlo con estas palabras que ustedes mencionaban antes, ética.

Le he encontrado un sentido a lo que hago, no se trata de enseñar literatura por enseñarla solamente a estudiantes de licenciatura, migrantes, que sería lo más sencillo: llegar, abrir el libro, explicar, cerrarlo e irme a mi casa tranquilamente y dedicarme a mi investigación o a mi creación, ¡no! Se trata de trabajar directamente con ellos, de involucrarme en distintos proyectos porque además, mis estudiantes, es gente que está conectando directamente con la lengua; con una lengua que muchas veces se ha perdido, una identidad que se ha resquebrajado también, entonces para ellos es una revelación una clase de literatura mexicana, para ellos es como volver a conectar un poco con su pasado, con su herencia, con sus padres, con su lengua, y creo que ahí he encontrado el sentido de mi práctica docente y me gusta mucho lo que hago, la verdad.

Estar afiliado al Centro de Estudios Mexicoamericanos también como que le ha dado otra dimensión a mi práctica docente, estar más involucrado en cuestiones comunitarias, ¡me gusta!, es algo que ha resignificado mi labor como estudioso de la literatura.

¿Cuál es la situación de los latinos en la Universidad donde trabajas?

Alrededor de 25 por ciento es población latina, de un total de más de 50 mil estudiantes matriculados en la Universidad de Texas, Campus Arlington, la segunda universidad más grande del sistema de la Universidad de Texas. Hace algunos años recibió una distinción que solamente algunas universidades tienen, que es la de ser una “Institución de Servicio Hispano” (HSI por sus siglas en inglés), o sea es una institución dedicada al servicio de la comunidad hispana, de los latinos. Lo cual significa que la Universidad tiene acceso a recursos de la federación para atender precisamente a ese sector poblacional, que es un sector vulnerable y más ahora con esta cuestión migratoria en la que se está golpeando a esa parte poblacional. Trabajar en una universidad de ese calibre, para mí representa una responsabilidad muy grande.

Como mexicano en el extranjero, ¿cómo ves a nuestro país?

Estar en el extranjero te permite desdoblarte porque en primer lugar parece que nunca me fui, estoy aquí todas las vacaciones, estoy aquí cada vez que hay un congreso, cada que me invitan a dar una charla; es un poco artificial también porque estoy y no estoy. Mi vida también está allá por distintas razones profesionales y familiares.

Entonces, ¿cómo veo México?, ¿cómo veo nuestro país? Lo veo un poco con la mirada del local, del mexicano que nunca se fue porque sigue viniendo, sigo involucrado con la dinámica del país en todos los sentidos, el cultural, el político, el educativo y hasta el económico por distintas razones; por otra parte me siento un poco como extranjero también y eso es a lo que me refería cuando digo que es un poco artificial mi experiencia; claro, eso me permite tener también los ojos del extranjero, por eso decía, me desdoblo literalmente, me permite ver las cosas con distintos ojos, asumiendo que nunca me he ido.

Además me dedico a México; en el fondo nunca me he ido y trabajo con gente de origen mexicano, muchísima gente de origen mexicano y me la paso hablando español todos los días, es una especie de islote muy grande, por eso les decía que es un poco artificial tanto de este lado como del otro. Estando allá me siento muy conectado, además con las redes sociales, Internet, eso lo facilita mucho. El concepto de frontera es en realidad un concepto ya bastante estanco porque la frontera nunca es fija.

SI TE ORGANIZAS PUEDES INTENTAR DEDICARLE TIEMPO A TODO
Ignacio Ruiz en entrevista / Foto: Lety Bárcenas

Desmesuradas se pregunta, ¿cómo encuentra el equilibrio en el tiempo el poeta, el investigador y el catedrático?

Eso es lo más complicado (risas). Efectivamente es una labor de equilibrismo porque, por una parte, está la fase administrativa en la Universidad, desde hace algunos años ingresé al servicio burocrático, además de ser profesor y pues he tenido que equilibrar esa balanza entre el servicio, la enseñanza, la creación, pero también la familia porque uno es todo eso.

Al ingresar a hacer más servicio, siempre digo el año pasado fue horrible pero el que viene parece que viene peor por trabajo. Entonces parece ser que cada año o cada vez que va pasando el tiempo me resulta más complicado dedicarme a otras cosas.

En el fondo, les voy a confesar algo, haciendo servicio, enseñando incluso, no pierdo la conexión con la creación, que también me interesa mucho; uno diría es una de las cosas que más me interesan por sobre todas las cosas, ¡no! En realidad la creación está profundamente conectada con mi enseñanza, enseño lo que creo, en el doble sentido de la palabra, tanto lo que hago como lo que profeso y lo mismo ocurre en el servicio; en realidad estoy trabajando para estudiantes de origen mexicano, de origen latino, ¿qué es lo que hago? Pues enseñar eso mismo y ¿qué es lo que estoy enseñando? Pues español.

Entonces son cosas como interconectadas. No pienso que sean cosas divorciadas necesariamente o que una cosa me impida hacer otra; que sí es verdad que mi trabajo creativo se ha resentido pero ahora hay recursos para encontrar tiempo; pienso que si te organizas y haces un buen esquema, puedes intentar dedicarle tiempo a todo; así han salido muchas cosas, muchos proyectos.

¿Existe algún conflicto de intereses entre ellos a la hora de crear, que uno absorba más el tiempo al otro?

Un poquito aparente porque me quejo mucho pero lo hago y lo disfruto. No sé qué va a pasar cuando me vaya de la administración, es un puesto muy pequeño el que tengo pero me gusta.

Cuando eliges tus lecturas, ¿separas lo didáctico o formativo del placer?

Si hablamos del ámbito profesional, de la práctica académica, de mi trabajo ensayístico o de mi investigación hay cosas que disfruto mucho, indudablemente. Disfruto muchísimo el proceso de la investigación, el proceso de lectura, sumergirme en un archivo o sumergirme en una biblioteca o ir a visitar gente y entrevistarla para poder hacer el trabajo que estoy escribiendo en ese momento, todo eso lo disfruto muchísimo, todo el proceso me encanta.

Soy una persona completamente convencida de mi vocación, desde que era muy pequeño lo tuve bien clarito y vivo de esto. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Hago lo que me gusta, entonces lo disfruto. Es verdad que hay cosas y sobre todo en la academia donde precisamente te exigen que los trabajos tengan rigor crítico, rigor formal, teórico.

¿Te lees?, es decir, ¿lees tus trabajos una vez publicados?

Me da mucha pena porque digo ¡Dios en qué estaba yo pensando cuando hice esto! (Risas). A veces me da por hacer calas pero no, mejor dejo de torturarme con esto. Soy una persona que desafortunadamente me releo mucho, releo muchísimo lo que estoy escribiendo en el momento, soy bastante obsesivo con eso y bastante inseguro. Ahora, lo que he escrito mucho antes y ya ha salido de mis manos puedo releerlo pero no tiendo a modificarlo, a menos que lo vaya a republicar, cuando republico releo muchísimo y para mí releer significa reescribir en estricto sentido, de otra manera no.

LAS TECNOLOGÍAS HAN VENIDO A FACILITARNOS MUCHÍSIMO LA EXISTENCIA

¿Cómo han influido las nuevas tecnologías en tu oficio?

Como investigador pienso que las nuevas tecnologías son maravillosas. Tener un ensayo, un libro, un repositorio en línea que puedes consultar y descargar o simplemente ir a una base de datos y pedir un libro que está en tal universidad que está lejísimo, con el maravilloso préstamo interbibliotecario norteamericano, eso es invaluable y creo que las tecnologías han venido a facilitarnos muchísimo la existencia. Encontrar por ejemplo, una serie de libros o de documentos digitalizados y accesibles me parece maravilloso, por supuesto soy fan número uno de las tecnologías, no soy apocalíptico en ese sentido, para nada.

Como creador también creo que son positivas. Soy un poquito escéptico de las redes sociales, desconfío mucho de ellas aunque me gustan porque son muy útiles. No tengo twitter; mi facebook lo reviso poco y posteo poco.

¿Cómo ha impactado eso en mi creación? Sí que ha impactado, precisamente el libro que estoy puliendo ahora gira un poco sobre eso, no sobre las nuevas tecnologías en cierta forma pero sí hay un coqueteo con esas nuevas perspectivas que abre la tecnología y que abre también la fotografía que igual es una de las manifestaciones de la tecnología y las artes. Pienso que son cosas que han venido a cambiar nuestros paradigmas, nuestra manera de concebir la literatura, la cultura y la vida en general.

A propósito de la tecnología, se dice que ahora los públicos son efímeros, que leen lo mínimo porque se vive a contratiempo. ¿Crees que a pesar de ello, el trabajo del ensayista seguirá existiendo?

Sí. Es un poco iluso pensar que las nuevas tecnologías van a venir a destruir nuestra relación con los libros. Los libros están ahí, nosotros tenemos que adaptarnos a las tecnologías; si antes tenías un libro en físico ahora lo tienes en versión digital, es básicamente lo mismo, lo único es que hay gente que prefiere un libro físico, tocarlo, la textura del libro, el olor, el placer de ir a una librería o de ir a una biblioteca, sacarlo, hojearlo, enamorarte de las palabras, de la portada, de todo lo que implica la construcción de ese artefacto maravilloso que es un libro, pienso que es algo invaluable. Yo soy de los viejitos, a mí sí me gusta tener los libros en físico todavía, a pesar de que leo muchísimas cosas en línea.

¿Y los poetas, seguirán existiendo?

Mientras exista la humanidad seguirá existiendo la poesía. La poesía es una de las manifestaciones más connaturales al ser humano. Volvemos a Octavio Paz, cuando él hablaba de poesía decía que podía haber poesía en la fotografía, podía haber poesía en una estatua, podía haber poesía por supuesto en un poema, es decir, la poesía como tal es algo que es natural a nosotros, a nuestra dimensión humana.

El también poeta y ensayista, Eduardo Lizalde (1929), quien el 14 de julio pasado cumplió 90 años, dijo en una entrevista que le hicieron recientemente, que “toda la literatura universal es de decepcionados y escépticos”, ¿qué opinas?

Eduardo Lizalde me encanta, es uno de los poetas mexicanos, posiblemente el más importante de los poetas mexicanos vivos. Uno de mis libros de ensayo, es precisamente sobre Lizalde. Es un poeta al que admiro muchísimo, es uno de nuestros grandes. Y creo que tiene razón, aunque habría que ver en qué sentido lo decía, cuál es el contexto de la frase pero sí es verdad y creo que con Fernando Pessoa y quizá por ahí iba Eduardo Lizalde, que la base o el fermento de la literatura en general es la duda, es la ambigüedad, es la falta de seguridad, es decir la inseguridad; no por nada uno de los libros más espectaculares que he leído de Fernando Pessoa precisamente se llama así, Libro del desasosiego. Es un libro que surge a partir precisamente de esa condición que es del desasosiego, la de la duda.

No sé si es eso lo que ha querido decir (Eduardo) Lizalde pero desde luego, si vemos la historia de la literatura universal, nos daremos cuenta de que efectivamente está llena de escritores con desasosiego o desasosegados, llenos de dudas más que de afirmaciones.

EL LIBRO DE LA CENIZA Y ANTOLOGÍA DEL ENSAYO MODERNO EN CHIAPAS
Libro Antología del ensayo moderno en Chiapas / Foto: Gaby Barrios

¿Cuál es tu último libro?

De poesía, mi último libro se llama El libro de la ceniza y es del 2016, es un libro que se publicó en España, precisamente como parte de un reconocimiento que me dieron allá, el (XIV Premio Internacional de Poesía) León Felipe. Y es un libro un poco anacrónico porque hace una recreación del ambiente, de la tradición literaria, en cierta manera del contexto de los usos amorosos también, cortesanos, de la literatura, de la cultura medieval, que es una de las improntas que tengo; una de mis primeras grandes lecturas de la adolescencia, luego en la universidad fueron precisamente de la literatura medieval, entonces es un homenaje, una serie de homenajes a esa etapa de mi formación.

Es un libro profundamente marcado por esos códigos pero al mismo tiempo es un libro muy violento porque es un libro que habla sobre la metáfora del fuego en su doble dimensión, por una parte la amorosa, la erótica, la sexual, hay muchos poemas amorosos y eróticos en ese libro; por otra parte, también hay una sección en la que el libro explora los códigos de la violencia, de la guerra y por eso el libro se llama así, El libro de la ceniza.

Mi último libro de ensayos es la Antología del ensayo moderno en Chiapas, es un libro que acaba de salir en diciembre del 2018, tiene unos meses en circulación y es un libro que reúne una serie de textos que se podrían considerar fundacionales dentro del género en nuestro estado, en el que el lugar común dice que hay muchos poetas, hay algunos narradores pero que no hay ensayistas. ¿Qué significa esto? Que no hay una circulación de la ideas y parte del objetivo de este libro es demostrar exactamente lo contrario, es demostrar que en el estado (de Chiapas) los escritores, los intelectuales, los investigadores, los académicos han reflexionado de una manera constante en los últimos 200 años, desde fines del 1700 prácticamente hasta la fecha y lo han hecho de una manera apasionada, polémica en muchas ocasiones, es un libro que empieza con Fray Matías de Córdoba con un texto, que hoy diríamos bastante polémico por todo lo que intenta demostrar en ese ensayo y termina con una ensayista chiapaneca que es Viridiana Chanona, muy buena también, que habla sobre un tema completamente opuesto que es Octavio Paz.

El ensayo de Matías de Córdoba es sobre los usos y costumbres de los indígenas, es un ensayo un poco avanzado para la época en el sentido de lo que él está argumentando sobre que hay un beneficio en que los indígenas vistan y calcen a la española y el ensayo de Viridiana Chanona es sobre Piedra de Sol, el amor, el erotismo o la visión de la mujer en Piedra de Sol.

Son como dos conceptos diametralmente opuestos pero bueno qué nos demuestra esto, nos demuestra que los ensayistas o la gente interesada en crear debate de ideas, intercambio de ideas lo ha hecho a partir de distintas disciplinas, a partir de distintos temas, que en realidad no hay un solo tema nodal pero algo sí he encontrado como constante, que es una tradición digamos, una especie de repertorio de temas en la que se pueden ubicar los distintos ensayistas.

¿Algún proyecto en puerta?

Me acaba de salir una propuesta para hacer una antología de la poesía de José Carlos Becerra con un ensayito introductorio, esto iría para la Secretaría de Cultura de Tabasco y en teoría tendría que estar listo para septiembre, a eso me voy a dedicar. También pienso que ese es el pretexto para comenzar a reunir algunos ensayos que tengo sobre José Carlos Becerra que además fue el escritor sobre el que realicé la tesis. Es un poeta que me ha dado muchísimas satisfacciones, además lo admiro muchísimo, ha sido básico en mi formación.

¿Qué es lo que más extrañas de Tuxtla Gutiérrez?

La gente, la familia por supuesto. La gente acá es súper cálida.

¿Cuántos años llevas fuera de Chiapas?

¡Toda mi vida! Me fui en 1994, justo después del levantamiento zapatista. Me voy a estudiar a Veracruz en el 94 y no he regresado a radicar, entonces ya tengo muchísimo tiempo.

¿Piensas regresar?

Me encantaría, por supuesto, cuando pienso en un lugar de retiro pienso en Chiapas.

Ignacio Ruiz en la radio / Foto: Gaby Barrios

 

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PERFIL

Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Fecha de nacimiento: 24 de agosto de 1976.

Edad: 43 años.

Número de hermanos: Uno.

Estado civil: Casado.

Número de hijos: Dos.

Pasatiempos: Leer, escribir, viajar.

Música: Rock. Me gusta mucho el rock mexicano y un tiempo escuché mucho lo que llaman el indie, rock independiente, el indie rock.

Película: Casablanca.

Libro de cabecera: «El otoño recorre las islas» de José Carlos Becerra.

Escritor: José Carlos Becerra, Juan Rulfo.

Poeta: José Carlos Becerra.

Ensayista: Octavio Paz.

Comida predilecta: Me encanta la bolita de chipilín.

Paisaje favorito: Selva, montaña.

Ritual: Como soy una persona súper maniática, acomodar todo en su lugar, eso creo que es mi ritual favorito, poner todos mis libros en posición, soy súper maniático, no me conocen (risas).

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EN CORTO

Poesía: Palabra

Mar: Amor

Palabras: Verbo

Investigar: Diversión

Caminar: Exploración

Contemplación: Asombro

Archivo: Memoria

Cátedra: Enseñanza

Libertad: Creación

Hermenéutica: Análisis

Viaje: Placer

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Premio Cervantes 2018

Foto: Bernando Pérez (El País)

Recibe el Premio Cervantes 2018, la poeta Ida Vitale, el Día Internacional del Libro, en España.

Ida Vitale nació en Montevideo, Uruguay, el 2 de noviembre de 1923.

Poeta, ensayista, periodista, profesora, traductora y crítica literaria; integrante del movimiento artístico «Generación del 45»,  ha sido galardonada con los premios: el IX Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2009)*, el Internacional Alfonso Reyes 2014, el XXIV Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2015), el Internacional Federico García Lorca 2016, el Premio Max Jacob 2017, el Premio FIL de Guadalajara 2018 (México) en la Literatura en Lenguas Romances.

A continuación, un fragmento de su discurso en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes:**

Mi devoción cervantina carece de todo misterio. Mis lecturas del Quijote, con excepción de la determinada por los programas del liceo, fueron libres y tardías. En realidad, supe de él por una gran pileta que, sin duda regalo de España, lucía en el primer patio de mi escuela. Allí nos amontonábamos en el recreo en busca de agua, y día tras día, me familiarizaba con las relucientes baldositas que contaban, sobre inolvidables cielos azules, la policróma historia que, según supe luego, era la de aquellos desparejos jinetes. No faltan claro, los molinos, los muchos episodios en que don Quijote terminaba por los suelos. Ya adolescente, me regalarían el volumen ilustrado y muy cuidado, que todavía prefiero a la menos infantil edición de Clásicos Castellanos, cuyos ocho volúmenes son menos traslaticios.

El ambular del Quijote lleva consigo la convicción de que hay un mago enemigo que transforma «a la sin par Dulcinea en una aldeana fea y olorosa», y está detrás de los numerosos percances que sus obsesiones le deparan al pobre don Quijote.

Pero, ¡qué discreción, qué respeto muestra Cervantes por su personaje! En vez de rodearlo de magia y hechizos auxiliares, de poner a su héroe a disposición de tortuosos espíritus malignos hace que, una y otra vez, todos sus tropiezos nazcan de él mismo, de esos deslices de sus nítidas construcciones mentales, del adquirido delirio causado por peligrosas lecturas, deslices, que tanto pasman, fascinan y encabritan a Sancho, y lo llevan a someterse una y otra vez a la voluntad de quien lo arrastra a aventuras del todo ajenas.

Se suele aceptar como buena la motivación dada por Cervantes para su Quijote, de desprestigiar las novelas de caballerías. Pero no hay que olvidar la cuna desdichada que su obra tuvo: «Argel, Sevilla, fantasía, desengaño» es decir preso, pobre, enfermo, sin la protección que dedicatorias a altos señores podrían haberle guardado, como José Echeverría singulariza el período de su escritura. La concepción de un personaje que va, libre, por el mundo, fraguando su vivir, aunque de error en error, (donde otro personaje, el Cautivo dice: «jamás me desamparó la esperanza de tener libertad») debería ser un respiro, aunque al fin para él todo concluya en la verdad innegable: «Y al fin paráis en sombra, en humo, en sueño», como concluye uno de los sonetos que cierran la primera parte. Pocos personajes han sido, como Quijote, habitados -más que obsedidos- por lo real. Porque aun lo que es astuta malquerencia vestida de supuestas precipitaciones mágicas, tiene detrás acciones de criaturas humanas, que pueden ser malignas y burlonas, pero siempre comprensibles, terrestres y sin inexplicables auxilios divinos.

Muchas veces lo que llamamos locura del Quijote, podría ser visto como irrupción de un frenesí poético, no subrayado como tal por Cervantes, un novelista que tuvo a la poesía por su principal respeto. Pero podríamos poner en la boca del por lo general descalabrado personaje, unos versos muy posteriores de Beaudelaire: «J’ai gardé la forme et l’essence divine de mes amours décomposés».

Cervantes, como precisa José Miguel Marinas, es «el primer alegorista de la ética moderna» y va sobreviviendo a las menguantes transformaciones de ésta.”

*Compartido con el poeta y filósofo Ramón Xirau

**Texto tomado de: https://www.elcultural.com/noticias/letras/Discurso-de-Ida-Vitale-en-la-ceremonia-de-entrega-del-Premio-Cervantes/13315

Luis Daniel Pulido

Luis Daniel Pulido escribe en papel, en cuaderno, desde siempre; ha utilizado la escritura como una forma de sobrevivir situaciones complejas en su vida, ese contraste es lo que lo hace escribir algo divertido en una situación muy difícil.

Hoy jueves 7 de junio, este escritor apasionado de las mujeres, el rock, el futbol y la literatura, presentará su nuevo libro Baxter Memories (Vida y obra de Víctor Von Doom), en el Museo de la Ciudad, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a las siete de la noche.

Por lo que Desmesuradas aprovecha este importante acontecimiento para compartir una extensa entrevista con el autor, en donde nos revela los más oscuros secretos de su vida y obra.

«Publicar un libro me emociona porque es como si yo hiciera un disco»

Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González

¿Desde cuándo escribes?

Desde niño, porque fui fanático de los comics de Marvel Comics. Coleccionaba todas las series de los años 60, Spiderman, The Avengers, Daredevil,  Deadpool, etcétera. Y yo escribía  supuestamente guiones de comics. Hacía la historia. Siempre me identifiqué con el Hombre Araña porque tenía diálogos muy divertidos. Si ustedes leen Spiderman original, es un adolescente, quizá también por eso, iba a la prepa, estaba enamorado de una muchacha, era huérfano y uno se va identificando con él, y situaciones bien densas, sus peleas contra el Duende Verde, Rhino, Electro, los súper villanos. Él siempre tenía diálogos muy chistosos, era muy irónico, muy chispa; claro que se debía a los guiones de Stan Lee. Eso me llamó la atención.

¿El Hombre Araña es tu súper héroe favorito?

Mi alter ego. Sí, Spiderman. Ahora se han reinventado los súper héroes. Y por ejemplo la película de Batman, de  Christopher Nolan, me parece genial, alguien por ahí dijo que tiene mucho de (Samuel) Beckett. Me gusta mucho esa parte: El caballero de la noche.

Luis Daniel Pulido / Foto: Leticia Bárcenas González

Y de los comics a la poesía, ¿por qué?

Pues fue por accidente, quizá porque siempre quise tener mi banda de rock. De hecho tenía una banda imaginaria: Los Avaters, y yo escribía las letras en esa banda; en esa época escuchaba Led Zeppelin, The Doors, Black Sabath, bueno, Black Sabath no precisamente, Ozzy Osbourne era un poeta y algunas de estas cuestiones me gustaban, por ejemplo Paranoico, esa canción que las feministas convirtieron en una canción prohibida o la de Alice Cooper: Sólo las mujeres sangran. Esas letras a mí me gustaban, o la Canción del inmigrante de Led Zeppelin, que dicen es la más usada en secuencias de pelea, o la de La granja de ZZ Top. Entonces, eso me gustó, la poesía como adrenalina, no la poesía académica o de escuela. Yo escribo poemas sobre comics, sobre futbol americano, sobre futbol, lo que yo he jugado, no abordo temas bucólicos de la provincia, porque eso me ha marcado: la televisión por cable, el futbol americano, las corridas de toros, que casi no hablo de eso porque me linchan, me gustan pero ahora todo eso es muy difícil tocar, es políticamente incorrecto, me da miedo hablar de eso. Me gustan los toros, es una pasión que me heredó mi padre.

Mi papá me tuvo a los 70 años y vivió en el DF toda esa cuestión moderna de Miguel Alemán, de la fundación de las editoriales como el FCE, ERA, SEP 70, Siglo XXI y  por supuesto las grandes conversaciones con Joaquin Mortiz, Ali Chumacero, (Jaime) García Terrés, todo lo que se vivió en esa transición del supuesto México moderno.

¿Cómo nace un poema?

Soy mucho de adrenalina, muy explosivo y muchas de las cosas las compartía, quizás ya como poeta, si se puede decir, ya como vocación, como ejercicio, como compromiso lo hice ya de muy grande, quizá a los 28 o 30 años. A los 22 tuve un fanzine pero ustedes saben que de muy joven quieres cambiar el mundo.

¿Cómo se llamaba tu fanzine?

Vínculos, luego Cinético marginal, que terminó siendo un pegoste (risa).Una hoja de papel pegada en los puentes. Ahora nadie lo leería porque ya hay Facebook, Twitter, no se fijarían en un poema pegado en un puente. Me he dado cuenta porque yo salía en la madrugada a pegarlos y recuerdo que la gente me escribía, pero no éramos tantos. Ahora la gente pasa, por ejemplo el puente que va a Sanborns y no tiene tiempo; yo he observado el cambio de la actitud de la gente, y eso no involucra a la gente mayor sino a la gente joven que no se da tiempo de detenerse a reflexionar algo, a disfrutar algo. Claro que eso también desemboca en otro tipo de lenguaje, otro tipo de dinámica.

Ah, el poema. Mucho tiempo fuimos vecinos con Nadia Villafuerte y ella me decía, lee esto, luego gané unas becas y ya estuve en un taller con Alejandro Aura, con Elsa Cross, con Carlos Montemayor, con Enrique Lumbreras, mucha gente y ahí me di cuenta también de que lo que escribía, por dinámica, por estructura no era lo que esperaban, por ejemplo Elsa Cross me corrió de su clase (risas) ¡y qué bueno!, porque era en San Miguel Etla (Oaxaca, México) y para mí la poesía estaba afuera porque es un lugar muy bonito, hay unos espejos de agua, un teatro, está en la montaña. Y esa vez llovía y dije que bueno, para qué quiero estar encerrado si aquí estoy mejor. Pero tiene que ver con Nadia Villafuerte y Héctor Cortés Mandujano, también, porque fueron los que me dijeron aquí. Ponían ejemplos muy sui generis, decían es como un perrito desbocado (risas) pero ahí va a aprender. Finalmente, más que aprender para mí escribir es un goce, así como salir a correr, seguir jugando futbol.

Luis Daniel y el goce del futbol / Foto: Leticia Bárcenas González

¿Quién o quiénes son tus autores favoritos?

Ricardo Castillo, de Guadalajara, con El pobrecito señor X, porque se permite esto; la poesía mexicana y la chiapaneca es demasiado seria, esto de que están hablando con las musas, ese supuesto amor a la tierra, parece que estuvieran en trance. Pienso que Ricardo Castillo, Eduardo Lizalde, ¡Octavio Paz! Cuando leí a Octavio Paz dije es formidable, pero cuando hablas de Octavio Paz te quieren linchar, que porque la ultraderecha, bla, bla, bla y sí, pero él tiene realmente grandes poemas. José Eugenio Sánchez, él ganó un concurso de poesía con un libro que se llama Physical graffiti, que tiene que ver con un disco de Led Zeppelin, al leer los poemas veo que habla de futbol, habla de Eusébio (da Silva Ferreira), un goleador portugués legendario, vino a México 70. Habla de Led Zeppelin y de rock, dije no pues sí se permite. Jordi Soler, lo menciono aunque él es más conocido como locutor rockero, fue novio de Rita Guerrero. Cuando leo un libro que se llama La novia del soldado japonés, me pareció maravilloso y dije: escribió un libro y se ligó a Rita Guerrero, no pues yo puedo publicar un libro (risas), también por eso, ¿no? Y alguien que no es precisamente un poeta, aunque tiene un libro publicado, se conoce más como músico, es José Cruz, de Real de Catorce. José Emilio Pacheco, de los que me han marcado. Y en Chiapas hay un poeta que me gusta mucho, Gustavo Ruiz Pascacio, y un muchacho que se apellida Chaleco, de los jóvenes jóvenes, muy jóvenes, sólo sé que es amigo de Yolanda Gómez Fuentes, creo que es biólogo, estudió en Baja California. Leí unos poemas y me gustaron, por esta cuestión de la frontera y quizá es chiapaneco pero no parece chiapaneco.

¿Y tus músicos favoritos?

¿De toda la vida? Sigo escuchando a Led Zeppelin, Deep Purple, o sea el rock clásico. Frank Zappa es un músico difícil, hay momentos para escucharlo y generalmente lo hago con audífonos, es como el art rock, pero también me gusta Kiss, por mi edad disfruté el gran rock  y muchos dicen: ¡no, cómo escuchas Kiss! Disfruto a Frank Zappa pero también a Kiss. Disfruto Twisted Sister, cosas más acá, Mötley Crüe, yo siempre fui de Mötley Crüe, Metallica. Pero uno va creciendo y es como con los libros, los llamados clásicos, escucho a Led Zeppelin IV y me sigue siendo fenomenal.

 ¿Qué es el sarcasmo para Luis Daniel?

Una cosa muy fea. Espero que no se me identifique como sarcástico (risas). ¡No!, a mí me gusta el humor, el humor tipo G.K. Chesterton, Groucho Marx, Evelyn Waugh, Buster Keaton, para mí ese es el humor, a mí no me gusta por ejemplo, ahora que está de moda, tristemente, lo de la Rial Academia de la Lengua Frailescana, se me hace fatal; eso es ser sarcástico, vulgar, ese tipo de humor espero nunca hacerlo. Oscar Wilde -que escribió novela y teatro, en donde hay humor- decía que la vida es algo demasiado importante como para tomárselo en serio, eso es el humor; el sarcasmo, pienso que tiene que ver un poco más con la “mala leche” diría yo, no sé cómo llamarlo, mala onda.

A mí me gusta el humor / Foto: Leticia Bárcenas González

 ¿Te consideras un poeta irónico?

No creo. Bueno, soy irónico cuando hablo de política, o de ciertas sociedades culturales o intelectuales. Soy irónico como (Jorge) Ibargüengoitia, que siempre dicen que era humorista, y él decía que no. Les pareció chistoso y todo el mundo quedó muerto de la risa, eso ya no es problema de Ibargüengoitia.

Una anécdota, hace poco acababa de leer un libro que siempre leo cuando estoy triste: Memorias de un amante sarnoso, de Groucho Marx, y escribo una reseña sobre una obra de teatro de Damaris (Disner), que realmente no era una reseña, era un texto humorístico, por llamarlo de alguna manera, pero todo el mundo lo tomó en serio, ella de hecho lo tomó como reseña para su semblanza, y son cuestiones que no tienen nada que ver con su obra de teatro, fue un texto para que pasáramos un buen momento y nos riéramos con estos elementos que vienen desde Chesterton, pero muchos piensan que el humor es Eugenio Derbez. Entonces pienso que soy irónico cuando se habla de quizá algo que se toma muy en serio, antologías, grupos literarios, ahí sí soy irónico, se presta, hasta eso, es como hasta humor involuntario.

 ¿En qué lugar escribes?

Hubo un momento, quizá donde más escribí. Yo viví mucho tiempo en un hospital, por mi mamá, y escribir fue una especie de supervivencia, inventé personajes y escribí poemas, ahí sale Chincho. O el Gran Jefe Apache, que le escribía a una muchacha, o escuchaba una canción de Jenny Beaujean, que ni me conoce Jenny Beaujean, pero sí me escribió (risas). Escribí mucho tiempo en un hospital pero como una manera de sobrevivir una situación muy difícil y ese es el contraste, escribir algo divertido en una situación muy difícil.

 ¿Escribes en papel, computadora o máquina de escribir?

En papel. Yo en cuaderno, y si es Scribe, mejor (risas). Escribo en cuadernos desde siempre, ya después lo paso a la computadora; la computadora me va haciendo flojo, hace 20 años me decían que tenía una letra bonita y ahora ya la tengo horrible. (Risas) Apenas tiene dos años que tengo una computadora propia, y ya ves que te va guardando tu correo y entras en automático; si entro a otra computadora y tengo que hacer un trabajo en un ciber, me quedo como un inútil, y qué hueva de escribir ahí, pero sigo haciéndolo en cuaderno.

Luis Daniel / Foto: Leticia Bárcenas González

¿A qué hora escribes, preferentemente?

Ahorita, casi ya no, pero siempre escribía en las madrugadas. Me levanto temprano, de 4 a 5 de la mañana, ahora corro. Hay un maestro, Humberto Pérez Matus, él es corrector, traductor, sabe muchas cosas, un gran lector, y sabe mucho de rock, y por Facebook, sé que él está despierto, porque toma fotos también, eso es bonito, bueno, imágenes, porque luego los fotógrafos dicen: No, eso no es fotografía. A mí me vale madres, es una imagen que estamos compartiendo y es bien bonito hacer la bitácora, y ahí está: Humberto Pérez Matus publicó hace doce minutos y yo ya subí mis rolas, compartí mi canción favorita –ahorita estoy clavado un poco en el rock en español, los Ravells, Barón Rojo, Barricada, Gatillazo- y los subo y like de Humberto Pérez Matus, like (risas), son como complicidades, ahí está el otro madrugador, ahora mis amigos me cotorrean que eso es síndrome de que ya estoy viejito (risas), ahí te llevo tu cocol (risas), cosas así dicen.

 ¿Qué redes sociales usas para difundir tu poesía?

Sigo teniendo mi blog Popotito 22, aunque ya escribo poco. Y tenía otro que hacíamos con Héctor (Cortés Mandujano) que se llamaba La liga de la justicia demoliendo hoteles, pero me censuraron, me quitaron la cuenta y también mi cuenta de Facebook, y nunca las pude recuperar, que por desnudos (risas) y nunca hubo un desnudo. ¡Ah! Tengo mi Facebook, el alterno, pero también ahí ya no publico mucho porque, bueno sí publico cosas, pero más de música, libros que he leído en el día, ahorita hay un libro que se llama El maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov, y volvemos a lo del humor, tienen que leerlo, es una  maravilla de libro.

 ¿Desde qué año tienes Popotito 22?

Desde el 2008.

 Decías que hace dos años apenas que tienes tu computadora, ¿tu blog era tu archivo?

Sí, lo que pasa es que mi mamá estuvo enferma mucho tiempo, y yo nunca he tenido una casa, mis libros se perdieron, mis comics se perdieron, mis discos, perdí todo, entonces uno se va acostumbrando, por eso me gusta la poesía o la literatura porque nada más necesito de un papel y una pluma, mis lecturas, mis experiencias e imaginación; no he desarrollado la fotografía o el fotometraje porque se requiere equipo, aquí, lo único que hago es sacar un cuaderno y tener una pluma, así me abro camino y escribo, hago lo que yo quiera. De hecho se perdieron muchos cuadernos, eran mis archivos, y se fueron perdiendo, se quedaron, los tiraron. Después que falleció mi mamá, entraron a la casa y se llevaron todo, libros, cuadernos, hojas, todo. Era un desorden ahí. Entonces, mi único archivo era el blog, ahora tengo una computadora, para mí es nuevo Netflix, Spotify, me quedé maravillado de escuchar ahí los discos con un click. YouTube también, porque pongo una canción, Tangerine de Led Zeppelin, vinilo, y sale con el sonido del vinilo, pero eso es nuevo para mí. La tecnología, tiene sus pros.

Luis Daniel Pulido, poeta / Foto: Leticia Bárcenas González

¿Por qué se llama Popotito 22?

Es una nave espacial del programa Odisea Burbujas, que viajaba en el tiempo, era un vinilo, con una tacita al revés, unas patitas y un popotito, de hecho está su canción en YouTube. Conocí a una de las guionistas, Pilar Obón, en el DF, en ese tiempo era jefa de redacción de una revista para mujeres adolescentes, la revista Tú. Y me dijo algo que me dejó impactado cuando le pregunté: ¿por qué escribes eso si puedes hacer una obra de teatro?, hiciste el guión y creaste muchos personajes de Odisea Burbujas, que era el negocio. Y ella me dijo: Porque a las mujeres mexicanas les gusta que les mientan. Me acuerdo de esa frase, algo así como, tú crees mis mentiras, yo creo las tuyas, era una revista rosa. Le pregunté, ¿por qué no escribes un libro? Contestó, no, porque me voy a morir de hambre, esto es un mercado. Esta es una de esas anécdotas que tengo guardadas, como que Liz Gallardo, una actriz, me escribió (risas) y yo dije, ¡ay!, me están cotorreando pero no, sí me escribió. Jenny Beaujean también, por cierto.

Tienes bastantes fans.

Chulpan Khamatova, ella no me escribió, yo me la inventé. (Risas). Traducía pues los videos, es que como habla ruso, y yo decía: ah, así saludo. Y me traducía. Me dolió cuando me quitaron mi Facebook porque ahí tenía una imitación de Octavio Paz increíble, me gustaba mucho, realmente sensacional, tipo Ponchivisión. Y le doblé la voz a Octavio Paz y hablaba sobre un poema mío. Sensacional.

¿Has tenido algún problema por tus escritos, aparte de la censura de tu blog?

No, el problema para mí es encontrar una editorial, publicar un libro. Pienso que  la sociedad chiapaneca es como una gran familia, tienes que tener los vínculos familiares, si tus abuelos son de acá, tener una historia. Para mí los libros de Coneculta son una basura, pero bueno son los amigos del amigo del amigo, el sobrino del sobrino del sobrino. A mí publicar un libro me emociona porque es como si yo hiciera un disco, o sea, yo no hago índices, hago tracklist y es como salir de gira, pero es muy difícil acá, quizá también por los temas que toco. Pero tengo el blog y con eso.

Pero has publicado libros.

Sí, pero yo, tirajes de 50, 70, autopublicados.

¿Cuántos libros has publicado?

El que me editó Public Pervert, que se llama “El apetito de los ciegos”; “Intencionalmente náufrago”, editado por Carámbura; los que me autoedité que se llaman “Prohibido degollar patos” y “Bruce Wayne y la Generación X (un concierto de rock para Chulpan Khamatova)”, que está más largo el título que el libro (risas). ¡Ah! Y el señor Edgardo Nieves, de Puerto Rico, me editó “Nunca sonrías a Optimus Prime”; “Pollito Card” editado por la Unicach. Y ahorael libro que se llama “Baxter Memories: vida y obra de Victor Von Doom”.

Pero también me gusta esa condición. Mi única familia era mi mamá, entonces, si antes me sentía solo, ahora me siento más solo y no tiene que ver con que yo pueda ir a ver amigos, sino que tiene que ver con cuestiones de convivencia, de educación. Mi padre me tuvo a los 70 años, hay como una brecha generacional. Las cosas que a mí me enseñaron no tengo con quien platicarlas.

¿Qué es el amor para ti?

¡Es todo! Me voy a ver muy bíblico, muy Corintios, pero sí es todo. El amor involucra todo, vida, pasión, transición, paciencia, desencuentros. Ahora no se puede ser tan unilateral, pienso que el respeto es muy importante. Mi papá era muy educado, siempre enseñándome parámetros para hablar, yo tenía vecinos que hablaban en chiapaneco, y me decía: No hables así. Pero no lo decía en mala onda, para él eran incorrectas estas palabras, ey vos, miraló. Yo no hablo así, no por mamón, sino porque de niño eso me inculcó mi papá, entonces, esas cuestiones en vez de que me ayudaran me dejaron muy solo, porque nunca las olvidé y es mi forma de ser. Y en la escuela el rechazo y eso tiene que ver con el amor, con las diferencias, porque nunca vamos a ser iguales, y eso es lo bonito, el temperamento entre un hombre y una mujer, pero sí es bien importante la educación y el respeto hacia el otro. Y si es hacia la mujer, mayor, porque es nuestro complemento, uno va solo por la vida y siempre está ese vacío, te hace falta tu pareja, te falta con quien hablar.

Las veces que he vivido en pareja realmente han sido bonitas. Pero hay cosas que uno hace. Si una mujer está “clavada” es disciplinada, está preocupada por esto o aquello, y uno ya desde el jueves o el viernes se empieza a sustraer, hablo de un hombre viril (risas), un poeta… puñalón (más risas). No, hablo de que ya está uno pensando en quién va a jugar cuando hay NFA, viendo los juegos y hablándole al amigo; yo soy fanático y mis amigos también, del deporte.

En San Cristóbal (de Las Casas, Chiapas) viví con una persona y era increíble, con su hijo me llevaba muy bien, pero sí, hablo de esos detallitos maravillosos que tienen que ver con el amor, con la vida, o sea, el amor es la suma de detalles que parecieran insignificantes pero que hacen bonita la vida. Un día dije: mm ya barrió pero voy a comerme una mandarina y no se va a dar ni cuenta –fui muy cuidadoso, según yo-,  y de repente sale, voltea, ve el piso: Mandarina, ¡quién comió mandarina! Y dije, cómo es posible. Era una madrecita, y me regañaron por esa pinche mandarina, o sea, ¡la vio! (Risas).

Tengo muchas anécdotas, como cuando me habla por teléfono en el año 2000 y sale con que: Es que, no sé porque ando contigo. Me dije, ya valí madres, y me aclara, no eres guapo pero estás curiosito. (Risas) Las dos novias con las que mejor me he llevado ha sido una de Tijuana y la otra, de Guadalajara. Ella, cuando nos despedimos, lo último que me dijo fue sensacional: ¿Qué pasó mis ojos de Furby? (Risas) Un día platicábamos: Uy, se murió el rockero Jimmy Bain; ella, ¿quién chingados es? El bajista de Rainbow, le aclaro. Me pregunta, ¿cuantos años tenía? 70 años, respondo. Dice, ya estaba ruco. Y yo, ¿qué te pasa?, ¡es una leyenda! Y ella, ¡ay, no mames!, leyenda el chupacabras (risas). O cuando mi ojo estaba rojo: Ella, ¿qué te pasó? Es que tengo una infección en los ojos, y ya hablando de la tecnología, dice, a ver, mándame una foto por whatsapp. Se la envío y me dice, oye tienes los ojos verdes. Le digo, ¡ay, no mames!, ¿cómo los ojos verdes? Contesta, entonces es pus (risas).

Esas cuestiones que me han acompañado, entonces, cuando no están, ya no sé ni para dónde irme, quizá por eso corro. Esa es una forma también desesperada y escribir también me ayuda o leer.

El amor involucra todo / Foto: Leticia Bárcenas González

¿O sea que corres tras del amor?

¡No!, como Forrest Gump (risas). Tengo un problema con mis nervios ópticos y ya estaba,  como dicen mis amigos, como viejecito, el caso es que me llevaron al doctor y bla bla bla, tuve un tratamiento muy agresivo con cortisona pero el doctor no me dijo los efectos secundarios y me encontré dos horas corriendo. Me dijeron, ¡ey, ya!, te va a dar un infarto. Al otro día, desde las cuatro de la mañana, a correr y a jugar futbol y hablaba y hablaba. Cuando regresé a mi cita con el doctor: ¿Cómo estás? Bien y sudaba. Es por el medicamento, me explica. Y tengo la boca reseca, le dije. ¡Ah, se me olvido decirte que vas a tener una pinche energía!, me dice ¿Por qué no me dijo?, no puedo dormir. Ya vele bajando, de una pastilla vas a tomar media, ya después vienes y nada más un cuartito. Y ya que se estabilice lo dejas.

Pero no me dijo antes. Todo el día estaba corriendo, llegaba, vivo con unos cristianos y hasta me metía a opinar, no podía dejar de hablar, no podía dejar de correr. (Risas).

Ahora háblanos del futbol, ¿qué es el futbol para Luis Daniel?

El futbol, como todos los deportes, es maravilloso. Creo que el profesionalismo o comercialización le vino a dar en la torre a todos los deportes. Pienso que el futbol americano es formativo y puede ayudar a los jóvenes, a los niños, te vuelve disciplinado, te vuelve educado, te vuelve solidario, igual el futbol soccer. Lo que pasa es que  ahora con los sueldos que se pagan, con la excesiva comercialización, realmente se han deshumanizado como muchas cosas; la misma literatura. Fui a la feria del libro en Guadalajara y pienso que es lo menos literario que he visto; sí es bonito, es enorme, pero es tan grande que se pierde, no captas nada.

El futbol como deporte es bonito, te hace competitivo, te hace valiente, te hace audaz, si no hubiera sido por el futbol ya me hubiera doblado; con el futbol enfrenté fracturas, enfermedades, tristezas. Como deporte es maravilloso, sigue siendo un deporte muy bonito, aparte de que el futbol, cualquiera lo puede jugar, claro que viene la técnica individual, cosas que tú vas trabajando, pero para divertirte, aunque no sepas jugar muy bien, pones dos piedritas y la armas, dos y dos o yo solito, juego contra la pared. Es un pretexto para reunirte con tus amigos.

¿Y el rock?

¡El rock es todo! Para mí una de las grandes pasiones siempre van a ser las mujeres, el rock, el futbol y después la literatura. Para mí hay prioridades.

El futbol es maravilloso / Foto: Leticia Bárcenas González

Hablando de mujeres, ¿cómo eliges a las mujeres para dedicarles tus poemas?

No, ellas me eligen a mí (risas). Es también esa cuestión de querer vivir, que te emocione algo, aunque es un cliché, yo no veo tan descabellada la idea de un goleador que dice que cuando mete un gol es como un orgasmo, porque el amor es eso, es la emoción, no solamente tratar de ligarse una mujer si no es todo lo que conlleva, una conversación, compartir una comida, una canción que te marca. Por ejemplo, yo me acuerdo de mis novias de la prepa por las canciones, y ya las veo y esos momentos son como ¡uy! Y te sientes así como Hulk: humanos miserables (risas). Te sientes así por esos momentos que después permanecen porque aparentemente uno termina y dicen que todo lo que termina no termina bien, eso es un cliché. Yo tengo muchos problemas, bueno, antes tenía más problemas; sin embargo, hoy me encuentro a mis ex parejas y todo muy bien, creo que eso también me da pauta para seguir disfrutando la vida y no sentirme tan mal.

Pero y las mujeres de tus fotos, las fotos que publicas.

Es una historia muy larga, Héctor (Cortés Mandujano) me manda su columna, y yo ponía un texto, porque estaba en competencia con (José) López Arévalo, pero no en competencia mala onda, sino de que mi columna está más chingona que la tuya y ahí empiezan de que no, que era una posición machista o algo así, igual yo, dije, si está en bikini o va en pelotas (risas), pero fue una cuestión así, y al momento de estar publicando fotos, los mismos amigos te mandan archivos. A mí me contactaron con un latino, se llama Carlos Núñez, pero como ya no está la Ñ ahora se llama Carlos Nunez y tiene unas fotos muy chingonas; una alemana, Lili Panic, me mando fotos de ella. Ya en Facebook, mis mismos conocidos me mandan los links. El doctor Fanatic, él tuvo una banda de rock, se llama La Sociedad de las Sirvientas Puercas, que ahí estuvo José Manuel Aguilera de La Barranca, Saúl Hernández de Caifanes, él es artista plástico, artista visual pero también hace canciones muy locochonas, yo pienso que es alguien realmente no valorado. Tiene una propuesta interesante, es un cabrón muy arrebatado, él también comparte fotos.

Entonces, las fotos que publicas no son de internet, son imágenes que tienes en tu archivo personal.

Son de fotógrafos, Carlos Nunez, Marco Onofri, Roberto Girardo de los que me acuerdo, y otros. Tuve una novia que estudió en el ITESO, que es una universidad jesuita de Guadalajara, una universidad muy bonita y con mucha lana, de ahí es Kunamoto y también es egresado Gis, yo conocí amigas de esa exnovia, ellas mismas se tomaban fotos y me las empezaron a mandar, entonces se hizo como una sociedad, pero ya no publico muchas porque me quitaron el Facebook.

Siempre escribo pensando en rock / Foto: Leticia Bárcenas González

¿Luis Daniel es voyeurista?

Sí, pero voyeurista, no de que ande espiando a mis vecinas, solitas salen cuando tiembla (risas). Yo no ando espiando a la gente, más como están las cosas, y nunca lo he hecho, realmente, y espero nunca hacerlo, si alguien me va a denunciar por algo, es por irresponsable, o no sé, por infantil, pero por ejemplo que mandan un video, sí, sí lo veo. Y tengo mi escala de calificación, hay unos que son novatos (risas), pero ¿eso es voyeurista, no?, ver porno.

Trabajé un tiempo en Cancún, y eso me marcó, así como disfruto ahora escuchar cantar a los pajaritos, el olor a tierra mojada cuando amanece, realmente yo agradezco, y bendigo a Dios. Igual en Cancún, que es otro escenario, yo decía –No, Dios se pasa de lanza, (risas) hay mujeres muy guapas. Bromeo diciendo que no soy gay por eso, sí están bien chidas. Y era muy joven cuando fui a Cancún, entonces me quede así, ¡impresionado! Aparte, el mar es bonito (más risas).

Luis, ¿cuáles son tus temas recurrentes para escribir?

El libro que me publicó Héctor, lo leo y me mareo, me da vértigo, es un libro doloroso. Héctor me dijo vamos a publicar pero ni un poema juguetón –él los llamó juguetones-, y tienen que ver con el dolor, con el vacío, y principalmente de una época donde yo luché mucho por mi adicción a la cocaína, entonces, es un tema recurrente, en ese momento. No es una apología de la droga, al contrario, es el dolor, es el infierno, entonces creo que sí, es un tema que está ahí. Yo nunca me creí Bukowski ni esa cuestión, ni decía ‘este es el camino’. Al contrario, si había la oportunidad de decirle a alguien que no la probara, que te engancha y es un camino muy doloroso, lo hago.

Pollito card es un libro de unas cartas que escribe un niño, y les voy a ser honesto, esos textos yo los escribí en un colchón sucio, en un cuarto sucio, sudando, donde yo quería ya dejar de consumir. Y me cree –porque no soy como este niño- toda esta visión infantil, era como sacarme de las drogas, entonces escribí textos que realmente son muy lindos, muy transparentes, pero yo era un monstruo. Construí a ese niño que después me dio la mano y me sacó, realmente es un tema que está ahí, lo de las drogas, pero como dolor, como sufrimiento.

El amor, las mujeres, el rock, yo siempre escribo pensando en rock, yo no quiero escribir un poema como Efraín Bartolomé, ni como Jaime Sabines, quiero escribir un poema como Megadeth, como Black Sabbath, que un poema suene como eso. Como los Ramones, sin tanto estilo, que sea descarnado, frontal. Julio Trujillo, un ensayista, poeta de (la revista) Letras Libres, hace mucho tiempo lo dijo, tenemos que meterle algo de hip-hop, yo lo voy a cambiar por rock. Tenemos que meterle algo de rock a nuestros poemas, porque si no, vamos a matar de aburrimiento hasta nuestras madres. Yo pensé que era el único que llegaba a las pinches presentaciones y estaba de ya me quiero ir, me aburro, igual no soy un buen lector de poesía ¡y no me interesa serlo! A mí lo que me interesa es la vida, y el rock y las muchachas en bikini (risas).

¿Te consideras poeta, escritor o bloguero?

No, me considero un buen rockero, rockanrolero.

Luis Daniel Pulido / Foto: Leticia Bárcenas González

 

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SILUETA

Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Nombre completo: Luis Daniel Pulido Aguilar.
Fecha de nacimiento: 15 de diciembre de 1970.
Edad: 47 años
Número de hermanos: Uno, Marco Pulido.
Estado civil: ¡Eh! Viudo (risas). No, soltero.
Número de hijos: No sé, no me han avisado.
Pasatiempos: Leer, hacer ejercicio y mirar futbol.

Libro de cabecera: Memorias de un amante sarnoso, de Groucho Marx; Extrañando a Kissinger, de Etgar Keret; Diecisiete tomates y otras historias de  Cachemira, de Jaspreet Singh. Como diría un amigo, te gustan libros que nadie conoce, pero son libros de travesuras, esos libros me encantan. Nuestro lado oscuro: Una historia de los perversos, de Élisabeth Roudinesco.

Y en música: Tengo tantas, no las tengo así, a la mano, pero de cabecera: de rock and roll. Me gustan Los Suaves, una banda de rock de España, me gusta mucho, y anglosajón me quedo con Iron Maiden, me gusta esa banda, quizá porque los discos me marcaron, y yo sigo escuchando a Iron Maiden, sobre todo los primeros discos.

Tu comida predilecta: ¡Ay, tengo tantas! Me gusta mucho la carne asada, con cerveza (risas).

Ritual: Tengo uno porque jugué futbol, y era como una cábala. Yo dejaba que mi mamá me doblara mi sudadera, si no, no jugaba. No me sentía cómodo, y así viajaba. Ahora que no está mi mamá, procuro hacer los mismos dobleces, aunque ya no juego, ya no estoy en un equipo pero ese es mi ritual.

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EN CORTO

Arte: Dolor
Imaginación: Todo
Versos: No me gustan
Blog: Archivo
Leer: Pasión
Mujer: Vida
Barco: Navegar
Disco: Rock and roll

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Nubes

En un mundo erizado de prisiones

sólo las nubes arden siempre libres.

 

No tienen amo, no obedecen órdenes,

inventan formas, las asumen todas.

 

Nadie sabe si vuelan o navegan,

si ante su luz el aire es mar o llama.

 

Tejidas de alas son flores del agua,

arrecifes de instantes, red de espuma.

 

Islas de niebla, flotan, se deslíen

y nos dejan hundidos en la Tierra.

 

Como son inmortales nunca oponen

fuerza o fijeza al vendaval del tiempo.

 

Las nubes duran porque se deshacen.

Su materia es la ausencia y dan la vida.

 

José Emilio Pacheco

 

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Fotos: Leticia Bárcenas González

Llamada

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

Te llamo sí te llamo no puedo más te llamo

te grito ven acude no me abandones búscame

déjame verte adivinarte

distenderme un instante bajo el sol de tus ojos

como si en el radiante mediodía me tumbara en la hierba

déjame ver una vez más tu irónica ternura

tus infantiles gestos asustados

tu mirada solitaria que acaricia el rostro de las cosas

tu mirada de niña de ojos lentos

tus labios que entre los míos se funden

como un delicado manjar suntuoso y discreto

tus labios comestibles fáciles tus labios de trufa celeste

tus labios húmedos penetrables como un sexo más luminoso

cómo puedo sufrir que te alejes que te lleves este enigma

que huyas como un ladrón armada de razones

y ocultando en tu seno mis preguntas robadas

que te escondas en los huecos en los turbios rincones del tiempo

que te envuelvas en la distancia como en un disfraz inmenso

te  llevas algo mío que nunca ha sido mío

me dejas amputado desarmado hemipléjico

vuelve no puedo renunciar a ser aquel otro

deja que todo nazca dame eso que trajiste mío

desanuda tus entrañas como si fueras a parir nuestro amor

y vuelve tráemelo muéstramelo

déjame entrar en ti como entrar en la noche

compartir tu tesoro taciturno

la suntuosa penumbra de tu alma tibia y quieta

ven no juegues más al juego idiota de la tortura

no me niegues cómplice altiva no blasfemes de mí

adónde vas vestida de miradas mías

adónde irás que no seas la nombrada por mí

regresa no te lleves mi semilla

mis dones los hundí en tu carne

no te podrás librar de esta corona vuelve.

Llamada / Tomás Segovia

(21 de mayo de 1927, Valencia, España – 7 de noviembre de 2011, Ciudad de México, México)

Fuente: Antología de la poesía amorosa española e hispanoamericana. Edición de Víctor de Lama. Ed. EDAF, 2007.

Historia

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González

 

Un hombre me preguntó

la historia de mi vida.

Dije

que yo no tenía

historia.

Que todas mis historias eran vidas,

como hongos,

aparentemente sin raíces,

aunque las esporas, microscópicas, que bailan

en la tierra

como mi mano roza tu cara mientras

duermes,

ya no son misteriosas;

y recordé que todas mis historias son una sola,

dejando a una mujer con un puñado de plata

que se vuelve luz de luna

desvanece como el aire,

desaparece con el sol,

permaneciendo ella con sus manos abiertas

y la poesía que es música,

una canción que nos ronda a todos

es lo que le queda,

su realidad misteriosamente,

quizá microscópicamente, ida

para aparecer en otro

terreno pantanoso.

Yo busco al mago que entienda

lo que es invisible

al ojo desnudo,

que lea la poesía como un texto

para una nueva especie de jardín,

que convierta la luz de luna

en un puñado de plata,

en algo sólido y real,

no en ilusión,

no en viejas historias,

no en la vieja versión de la vida,

no en hongos venenosos.

 

Hongos,

comibles,

hermosos,

que dejan caer las esporas

y dan vida

justamente

como nosotros.

La historia de mi vida

es

que continúa.

 

Historia / Diane Wakowski (California, E.E.U.U., 1937)

Adiós a Hugo Gutiérrez Vega

Hugo Gutiérrez Vega/Foto:María Auxilio Ballinas
Hugo Gutiérrez Vega/Foto:Mariauxilio Ballinas
Hugo Gutiérrez Vega/Foto: Mariauxilio Ballinas

Dame tú lo que el viento no me ha dado.
Se revuelve la sangre en el anhelo
de un país que nunca se precisa.
Recorrer los caminos,
las ciudades de noche,
pasar la tarde sentado junto al río
y después caminar,
redescubrir las calles olvidadas,
pensar que se regresa y saber luego
que la calle ha cambiado.

Hoy me despierto y la desolación,
pequeña como flor,
yace en la almohada.
Todo se va perdiendo.
Agradezco las noches que me han dado,
me inclino en la mañana
y agradezco estos rayos de sol,
pero sé que en la puerta
algo se habrá perdido,
«el esplendor tan encendido antaño»
se ocultará en la sombra,
y aquel muro ya sólo será un muro.
Han perdido las noches su misterio,
su eléctrico silencio,
los rumores de algo que nos espera.
Si fueran mías de nuevo
ya no las dejaría,
pero no lo serán.

En el salón los rayos de la luna
ya no anuncian el triunfo sobre el hueco.
El ser que ya no fui no se lamenta,
no se destroza, no hay desgarramiento.
La retirada se hunde
en un silencio antes desconocido,
la mañana se abre y ya camino
sabiendo que no iré a ninguna parte.

¿En dónde están los pájaros marinos?
¿Dónde la playa,
el cuerpo perseguido a la orilla del mar?
Sólo unas voces en el aire extraño
aplastan mi deseo,
el fatigado rostro de la hoguera
para siempre apagada,
la antigua exaltación hoy hecha trizas,
y este gusto de cal entre las fauces.

¿Regresará la antigua maravilla?
El espejo lo niega,
los conjuros no rompen
la superficie muda,
en su agua mansa flota
una cara cansada.

Y tengo entre mis manos
las naranjas del dia;
¿podré gozar su jugo incandescente,
su fresca carne,
la gentil caricia
de sus gotas de lluvia
en la garganta?,
¿podré volver al prado
donde enciende sus fiestas el verano?

Amaneció en la almohada
una desolación tan pequeñita
como una flor de libro;
encendió la mañana
sus luces enemigas.
Tiemblo sin exaltarme.
Estoy seguro de que mis huesos,
flautas antes llenas
del aire de la vida,
resentirán el frío.
Tal vez el sueño o la humildad,
o tal vez el desprecio
o la compasión tibia,
reemplazarán el exaltado amor.

Entre mis manos
se están poniendo oscuras
las naranjas del día.

Dormir debemos una noche eterna   – IV  – / Hugo Gutiérrez Vega
Poemario: Cuando el placer termine. Ed. Joaquín Mortiz. 1977
Premio de Poesía Aguascalientes 1976

Alguna vez, de pronto…

Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.

 

Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

 

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía…
Qué importa
lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos
la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.

Foto: Igor Vasiliadis
Foto: Igor Vasiliadis

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alguna vez, de pronto… / Julia Prilutzky (Poeta ucraniana nacionalizada argentina. 1912-2002)

Rumor de mar

Este dolor que habito,

es rabia contenida

de una piedra,

el asir de manos

que atrapan el vacío,

noche poblada de silencios,

cloaca de olvido,

cáncer en la memoria.

 

Tu no decir

me ensordece,

y las palabras, como nubes,

me abandonan.

 

Otras voces reemplazarán la ausencia.

Algo he de hacer para sobrevivir

en este reino de silencios:

seguir

el rumor del mar

que me espera con un ancla

o el castigo de amanecer

en otros brazos.

Y después, sin decir adiós,

convertirme

en

otra

ausencia.

Foto: Eduardo Gleason Berumen
Foto: Eduardo Gleason Berumen

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rumor de mar / Leticia Bárcenas González (Distrito Federal, México. 1966)

Entrevista con Hernán León Velasco, premio de poesía Enoch Cancino Casahonda

Hace dos días, en Chiapas se conmemoró el quinto aniversario luctuoso del poeta Enoch Cancino Casahonda, quien fuera miembro del movimiento cultural Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, escritor y médico cardiólogo chiapaneco.

Sus poemas, de gran sentido humanista, han inspirado la obra literaria de diverso poetas de las últimas décadas, en ese sentido, su memoria es distinguida con la creación del Premio Estatal de Poesía Enoch Cancino Casahonda, con el cual se brinda un homenaje a su obra literaria, en la que destaca el poema “Canto a Chiapas”, considerado el segundo himno del estado.

En la primera edición (2010) se entrega el premio a Hernán León Velasco, quien ejerce la medicina y escribe poesía, al igual que el poeta Cancino Casahonda.

Desmesuradas comparte con ustedes la entrevista, que a propósito de la premiación, nos concede  el galardonado.

 

Hernán León Velasco
Hernán León Velasco

 

Texto: Leticia Bárcenas González    /     Fotos: Cortesía del entrevistado.

Hernán León Velasco, ejerce la medicina y escribe poesía; además es promotor cultural y docente de medicina. Es egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como médico cirujano y cuenta con la especialidad en urología. Desde 1985 forma parte de la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos.

Su premiación a muchos ha sorprendido porque a pesar de haber publicado diversos libros, entre ellos Bonampak y Orígenes, su obra no ha sido difundida; sin embargo, dice que no es extraño que los médicos escriban poesía porque, al estar cerca del dolor, tienen mucha materia prima. Además, señala que la crítica es parte de la naturaleza del hombre y le parece correcto, no sólo para que el arte se “suceda mejor” sino porque sin ella no hay avance.

Según el acta del jurado:

Se otorga de manera unánime el primer lugar al poemario Rostros del mar, que bajo el pseudónimo de Galileo Galilei, participó en este certamen poético y que corresponde al escritor Hernán León Velasco.

El jurado calificador consideró que la obra escogida tiene los merecimientos cimentados en un lenguaje propositivo que abre diferentes perspectivas de concepción y expresión verbales; denota un estilo particular que identifica a una personalidad poética.

 

Su pasión por la literatura es evidente, ya que no puede evitar citar versos de sus poemas o de otros escritores, incluso algunos filósofos. En cuanto al premio, dice que significa sobre todo un compromiso con la literatura, a la que se le debe tener un gran respeto.

Para hablar de ello y algunos aspectos que darán a los lectores elementos para conocerlo, me recibe en su consultorio, ataviado con su inconfundible guayabera blanca y guantes de cirujano.

Doctor, ¿qué le ha significado este premio?

Significa sobre todo un compromiso con la literatura. Con la literatura debe uno tener un gran respeto y no es una decisión personal que uno ame la literatura, es una decisión prácticamente de la naturaleza; genéticamente la naturaleza decide si usted es lector, escultor, etcétera.

Dentro de estas múltiples facetas hay una predominante genéticamente, en mi caso son la medicina y la literatura, el arte en general. Por supuesto, hay algunas otras cosas menores como viajar, pero la literatura es una pasión que siempre he cultivado. No es extraño que yo ame profundamente la literatura, dentro de los mismos contextos familiares está el tío Artemio Gallegos, que es literato y que su apellido real es León, y están muchos otros parientes que aman la literatura.

¿Por qué Galileo Galilei?

Porque es un hombre controvertido. Es un hombre al que también nunca le creyeron que la Tierra era redonda. Un hombre es muchas cosas, en ese sentido Sócrates decía que cada hombre vive su propio tiempo, es decir, una polifonía de situaciones, de vivencias en los diferentes estratos culturales y sociales, de tal manera que un hombre puede estar adelantado en algunos aspectos y no necesariamente tiene que ser culto. Puede ser que una persona que viva en la selva y no sepa leer ni escribir esté adelantada en vivir. Eso que hemos perdido en la ciudad por el estrés.

¿Qué es el tiempo para Hernán León?

El tiempo. Borges dijo algo fundamental: he gastado el tiempo, el tiempo me ha gastado y no he escrito el poema. El tiempo es eso, nosotros somos el tiempo y el tiempo es una constante de futuro, pasado y presente; no solamente es lineal, es cíclico, es circular y en ese sentido hoy es ayer al término de esta frase.

Es un continuo. Lo que tarda un milisegundo en pasar a otro y una millonésima de segundo de pasar de un segundo a otro, es pasado, presente y futuro. Eso es el tiempo.

Hablando del tiempo, ¿a qué hora escribe?

Escribo aproximadamente a partir de las 11 o 12 de la noche, una de la mañana. Hay un literato que se pregunta muchas veces a qué hora llega la musa. La vida, exactamente: se requiere vivir primero para después escribir. Hace muchos años escribí, cuando estudiaba medicina, “fui el aparato locomotor que supo el sitio de los órganos y aquí está el pecho, más allá el corazón”, y ahí se va definiendo, “ayuné en los días del tumor”, entonces se va al final, que dice “era necesario tocar el tambor, hacerse poeta, volverse doctor”.

No es extraño que los médicos escriban, no sólo artículos médicos. Uno está sometido a todo un sortilegio de situaciones, está muy cerca del dolor. Hay un ensayo del doctor Enoch Cancino Casahonda donde revela porqué el médico escribe y de donde obtiene tiene mucha materia prima es el dolor: el hermano dolor de San Francisco. Eso se vincula precisamente al escribir.

¿Qué le inspira más, la vida o la muerte?

¡Todos los sucesos! ¿Qué es lo que ve uno? ¿Por qué escribe uno? Cuando iba a la primaria escribí algo fundamental, “la sombra de mi pluma es la que me enseña, la claridad de lo incierto con su deslizar silencioso”, y al final del poema dice “y este pedazo de letra, de simple trazo sinuoso sabe que en un punto se muere y en una frase libera”.

En ese sentido, el poema, el texto tiene un principio y un fin, es una novela; es un cuento cortito que define constantemente las historias que vivimos. Yo vi, cuando mi padre falleció, cómo le salía sangre del abdomen. Fue asesinado. Había una vasija abajo de su cadáver y todavía brotaba sangre. Fue un impacto tremendo.

Para mi padre escribí —él se llamaba como yo, Hernán— “como se fue un tal don Hernán, mi señor padre, él era apenas el viento, sin ningún sitio para quedarse, era apenas el dolor que se siente en las raíces pero se ha ido lenta, amarga, dulcemente y aquí tenemos los hombros para apoyar su cansancio porque debe ser larga, larga, la eternidad”.

HL1
En compañía del poeta Enoch Cancino Casahonda.

¿Se sabe todos sus poemas?

Generalmente funciona como un mantra porque uno lo repite constantemente, porque es un suceso que nos impacta, como el mar extraordinario. Yo le escribí por ejemplo a mi esposa, cuando aún era mi novia, “por el amor maduro de tus ojos, por la ofrenda universal de tus manos, es un hecho que te veo apenas amanece y fui lo que he sido, un errante para verte, seguro de que habría de cambiar mi esperanza, no hubo murallas, solamente un deseo amoroso al que caminé atado, nadie, nadie tuvo que decirme la vertiente…”.

Nos encontramos y a veces nos desencontramos con la naturaleza y con la vida. La vida es el rostro del mar; el mar no son los peces, no es al agua, no es la inmensidad, el mar está en todas partes. En la lluvia ves el mar, el río es el cabello del mar, nosotros estamos hechos mucho más de agua, mucho más de mar.

Hay tanto mar en los caminos. En la naturaleza, en el bosque, en las raíces de los árboles, va subiendo poco a poco, lentamente, y en el verde, el verde del bosque está el verde mar. Siempre mar, que siempre regresa.

¿Se lee, una vez que ha publicado sus poemas?

Los leo porque, aunque muchos escriben para los demás, una cuestión muy respetable, en mi caso personal, es un mantra. Para mí el poema es un mantra, en el cual me permite encontrar la verdad de lo que soy. “Este que soy constantemente que al mismo tiempo soy otro y al mismo tiempo otros”. El otro soy yo con diferente forma, diferente época y diferente sentido.

Tengo muchos textos y los han leído mucho, incluso me dieron un premio en la Asociación de Escritores de México, a través del Gobierno de Tabasco. Los premios que me han dado son porque han leído mi obra. Fue un reto el escribir en el concurso de literatura Enoch Cancino porque él fue mi médico, fue mi padrino, conviví con él y mi motivo de escribir fue rendirle un homenaje.

¿Por qué cree que su premiación ha causado tanta polémica?

Porque es la naturaleza del hombre. Grandes hombres o pequeños hombres van a causar esa naturaleza. Tienen derecho. Como dice Voltaire, podré no estar de acuerdo con lo que tú dices de mí pero defenderé hasta la muerte el derecho que tienes de decirlo. Me parece correcto porque para que el arte se suceda mejor requiere la crítica. Octavio Paz escribió un libro extraordinario que se llama Pasión crítica.

Sin crítica no hay avance pero la crítica debería ser un ensayo, eso sí sería muy bueno. No pretendo quitarle el puesto a Borges, a Neruda, a Paz y a otros tantos. La literatura es un destino. Escribo mientras despierta mi carne la noche. Es importante que entendamos con humildad que bienvenida la crítica, y uno debe aguantar esa crítica porque, sea de buena intención o no, es válida, es justa, debemos estar de acuerdo en no estar de acuerdo.

Se requiere un Chiapas con ensayo, donde los que no estén de acuerdo tengan la sabiduría de criticar una obra y decir cómo el autor puede mejorar para que entonces éste pueda avanzar. Este Chiapas requiere de críticos, pero de críticos que construyan, y cuando sea así entonces Chiapas crecerá aún más.

Ha dicho que para salvarse a sí mismo hay que escribir. ¿De qué se salva cuando escribe?

De la soledad, del desamor, de la desesperanza, de la rutina, del miedo, incluso de las otras cosas de la vida, porque mientras uno escribe nada existe, quien ama profundamente a la vida es un enamorado de las palabras. Entonces, cuando va escribiendo, se olvida todo, no existe nada más que la escritura.

Puede doler la escritura y puede ser un César Vallejo escribiendo los Poemas humanos, o puede ser un Jaime Sabines escribiendo “Lento, amargo animal que soy…” y puede dolerle profundamente, pero el reto de la poesía verdadera es saber de dónde venimos y adónde vamos, quiénes somos, qué estamos haciendo aquí, cuál es nuestra vocación. Escribí algo fundamental hace mucho: “Muchas veces escribe, me es tan fácil escribir como difícil me fue imposible, que no te roben el espíritu, que no te premien como a cualquier bestia, escribe para salvarte de los asesinatos y de los falsos profetas”.

O sea, la salvación. La naturaleza de todos los hombres es diferente y todos intentan que tú cambies y cuando tú naces eres tú, pero a través de la vida, de la educación que tenemos vamos aprendiendo a ser otros y aprendemos los ritos, que si es el Día de las Madres, el Día de las Madres es todos los días. El día de la vida es todos los días. El día de los sueños es todos los días, de la muerte, del amor, del desamor, por eso el día tiene perfectamente 24 horas.

¿Y qué sueña Hernán León Velasco?

Podría decir que hay que estar soñando despierto: encontrarse con algo que tenga un ritmo tremendo y te haga resucitar y llevarte más hacia lo profundo y sobre todo el reto es encontrarte cada día para saber para qué estás aquí, entonces yo sueño que yo quiero ser, conquistarme profundamente y no usar la máscara de la persona que no soy y que no seré nunca, creo que eso sueño, un ser simple.

¿Cómo concilia la docencia con la poesía y con la medicina?

Bueno, tú eres muchas cosas. Si tú sabes algo, bien, entonces tienes que enseñarlo, es tu obligación, y publicar porque lo que tú dices es posible que no le sirva a muchos pero es posible que alguien lo esté esperando; lo que sabes como médico, lo que sabes como padre, como hermano, debes decirlo. Enseñamos todo, la enseñanza es la misma naturaleza, ya nos está enseñando la lluvia que debemos respetar el agua y los árboles y todo. La enseñanza está en todo. Entonces es un amor profundo, la enseñanza debe ser así.

Hablando de enseñanza, ¿ha tomado talleres literarios, con quién?

Sí, con Óscar Wong, por ejemplo. Con Socorro Trejo Sirvent en la época de Joaquín Vásquez Aguilar, nos reuníamos hace muchos años, en 1979; con Armando Duvalier cuando vivía, cada sábado. En México con algunos amigos que también les gustaba la literatura. Ahorita estoy tomando un taller con Hernán Becerra, un poco de narrativa, también soy algo autodidacta.

Leo constantemente, hay que leer de todo. A veces se requiere diversidad, uno suele casarse con una obra y quizá no es el ritmo que requiere; entonces, con Uvel Vázquez a veces vemos las obras, con Mario Nandayapa, o sea, con muchos amigos. Es decir, uno se junta con la diversidad pero quien nos aportó mucho fue Duvalier. Óscar Wong es extraordinario. Todos son extraordinarios.

Con Guillermo Henry en el 4º Festival Internacional de Letras Jaime Sabines. Tuxtla Gutiérrez, septiembre 2010.
Con Guillermo Henry en el 4º Festival Internacional de Letras Jaime Sabines. Tuxtla Gutiérrez, septiembre 2010.

Con la medicina cura el cuerpo, ¿con su poesía qué cura?

Yo creo que es la otra mitad de lo que somos. El arte en estricto formato del arte por el arte es extraordinario pero es la mitad, es el espíritu, y la ciencia, cualquiera que sea, es la biología, el cuerpo, la materia; así, alguien puede ser ingeniero y al mismo tiempo es un cantor, u otro que aparte de ser ingeniero le gusta esquiar.

En esa diversidad, Octavio Paz es el que nos dice muchas definiciones de la literatura en El arco y la lira. Los ensayos te permiten definir por qué escribe, pero en realidad el hombre escribe porque escribe como el pájaro canta porque canta, no porque haya hecho un doctorado. Puedes perfeccionar el arte porque estudias y debes estudiar con rigor, pero uno escribe porque escribe. ¿El cenzontle va a una escuela para cantar? Es su naturaleza, entonces no nos extrañe. He tenido pacientes de cinco años que dicen poemas preciosos y simples o mi amigo Cayún que vive en Nahá y me ha declamado poemas extraordinarios, maravillosos.

¿Hernán León a qué le teme?

A los temores comunes que tiene toda la gente, a la ignorancia, al desánimo, a la rutina, a mis enemigos, porque mis enemigos reales soy yo mismo. Yo le temo a esos enemigos, a no tener el entusiasmo, a no estar lleno de espíritu, a no entender que a veces estoy equivocado, a no aceptar mi equivocación.

¿Qué levanta su ira?

Lo mismo. Creo que la ira que uno siente la siente hacia sí mismo y la reconciliación también. Somos tres estados del yo. El que está enojado está enojado contra sí mismo, porque no aceptamos que los demás son diferentes y no sabemos que el otro soy yo bajo otra perspectiva, que sin el otro yo no existo, ya lo definió bien Octavio Paz; en ese sentido, claro, puedo estar profundamente de acuerdo, puedo incluso buscar herirme, ahora, cuando alguien te agrede físicamente es natural que te defiendas.

¿Qué me puede decir del amor?

No es la palabra amor, el amor es una acción profunda. Ya lo definió Erich Fromm en El Arte de amar; el amor ágape, de toda la naturaleza, el amor fraternal y el amor por una mujer. En mi poemario escribo precisamente varios textos, incluso a la poética le digo que cuando la poesía canta es porque alguien la desnudó poco a poco, la besó de norte a sur y de este a oeste. Puede ser que escribas mil poemas, diez mil, o que ganes un premio, pero puede ser que el poema no te llene, no cimbre tu alma.

A mí el poema que me cimbra, y que escribí en mi libro Bonampak, dice “y aprendí a tocar el instrumento de las almas, por eso te como pedazo de pan en nombre de las raíces, porque fuiste perpetuo de espera profunda de razas, de submarinas galaxias, de infinitas esferas en que doncellas ventrales germinan la célula y cascos feroces persiguen la cópula…”, eso tiene como 17 o 18 años que lo escribí, pero me llena profundamente.

¿Qué proyectos tiene en puerta?

Creo que seguir viviendo, me mandaron a vivir. Seguir siendo médico y a veces seguir escribiendo porque yo escribo aproximadamente a partir de las 11 o 12 de la noche, una de la mañana. Sin embargo, en este periodo de gestación —que me pareció extraño porque después me enteré que el decreto salió a última hora— fue muy poco el tiempo de la convocatoria, así que nos pusimos a trabajar y dormir una o dos horas diarias y a trabajar intensamente porque lo hacíamos con mucho gusto y con mucho afecto hacia el doctor Enoch Cancino, que él es un médico muy querido por todos porque su poesía es épica, nos identifica con su amor a Chiapas, con su “Canto a Chiapas”.

¿Entonces, esos poemas fueron escritos especialmente para el concurso?

Algunos los tenía a la mitad. Un amigo preguntó “qué estás haciendo” y de un día para otro escribí 15 (poemas), y me dice “de éstos nada más me gustan tres, tíralos” (risa). Otro dice “mira, aquí me parece excelente, ¿por qué no pones ése?, ¿cuándo lo hiciste?”. “Hace un mes”, contesto. “Perfecto”. Me falta hacer otro texto del Rostro del mar porque faltó respirar más profundo para seguir escribiendo.

 

*Entrevista publicada en la revista Horal Nos. 3 y 4., editada por el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas. 2010.