abriendo esta calle
donde comienzas para mí
toda derramada luna
tú
maestra de mi barro para siempre
*Nació el 15 de agosto de 1947 en Cabeza de Toro, Tonalá, Chiapas; México. Considerado uno de los mejores escritores de Chiapas del siglo XX. Del poemario Cuerpo adentro, 1978.
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo
Juan Bañuelos
*Poeta, ensayista, editor y catedrático. Nació el de octubre de 1932 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y murió el 29 de marzo de 2017. Poema del libro Espejo humeante, 1968.
*Poeta. Nació en Motozintla, Chiapas aunque lleva más de diez años viviendo en Guadalajara, Jal. Es autor de diversos libros, entre ellos El milagro de tu voz distinta y La pasión según un hombre cualquiera, al que pertenece este poema.
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen .
Mario Benedetti por el fotógrafo Daniel Mordzinski
El poeta, escritor y dramaturgo uruguayo Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920. Escribió casi un centenar de libros y algunos han sido traducidos a más de 20 idiomas. Murió a los 89 años de edad, el 17 de mayo de 2009.
Nadie puede ser capaz de decirte
cuánto te quiero,
cuánto te quise ese año
en que el verano no se iba nunca.
Nadie puede tomar mi lugar
esta tarde
ni acercarse a tu casa para avisarte que me voy.
Me estoy yendo
y nadie más que yo podría decírtelo
y sumar a eso
que te quiero,
que te quise mucho ayer
y también aquel verano
interminable, que fue el primero
y el último.
II
Nadie puede ser capaz de nombrarte
las casas que vi,
la humedad en una viga
como la mancha
en un pie.
Nadie puede hablarte de los nombres,
mucho menos del miedo
que empuja a hacer cualquier cosa.
Pero yo puedo decirte
dos palabras y entenderías.
Qué idiota es el tiempo
cuando nos sobra
y qué astuto
cuando está tocando a su fin.
III
Quedarme así en el medio de la pista
cuando la música nos divertía
y tus ojos estaban fijos en mí
como dos estrellas
fijas.
En ese momento sí, quedarme en el medio.
No después,
cuando la pista te aburrió
y se apagó la música, el cielo,
las dos estrellas, todo.
Que lo que vaya a ocurrir, pase
y me ponga en el costado
por primera vez en mi vida.
En el centro tiene que estar
tu nombre
alrededor del que orbité
siempre
pero tan exánime,
que no alcanzaste a percibirlo
y al final te fuiste.
Serie «Última tarde» poemas del libro inédito «Callao 1824» de la poeta argentina Cecilia Romana.