Llegar a la función de cine de Radiombligo es obligarte a vivir varios momentos, como si entraras a una máquina del tiempo, donde te es posible ir de una época a otra, y vivir un cúmulo de experiencias reales e imaginarias por el entorno que la envuelve.
Pienso en la atemporalidad por la cinta proyectada: «El chico», película muda de Charles Chaplin, estrenada en 1921, que ha sobrevivido por generaciones. Algunos se preguntarán ¿por qué ir a ver una película que ya hemos visto?, ¿por qué ir a ver una película vieja? Otros afirmarían ¡los niños se aburrirán horrores!
Surgirán quizá otras interrogantes como ¿para qué voy si ahora en mi computadora o teléfono celular con Internet puedo ver la misma película desde la comodidad de mi casa?, es una película muy vieja seguro la descargaré fácilmente.
Sin embargo, la convivencia que se da entre el público, los participantes y los organizadores hace ese tipo de funciones una experiencia única. Los niños no sólo estuvieron atentos sino rieron divertidos, no hubo necesidad de entretenerlos con golosinas ni con grandes efectos especiales, fue una comunión sencillamente sui géneris entre el cine, el músico y el público.
Pienso en mi presente, ha sido una experiencia nueva ya que nunca había estado en una función de cine donde la música estuviera en vivo, es emocionante.
La introducción de pequeñas piezas a cuatro manos ejecutadas por don Rafa (maestro Luis Felipe Martínez Gordillo), acompañado de Miriam, que don Gerasio atinadamente la denominó «Miriam, Deditos mágicos». Fue como calentar motores para nuestra sensibilidad, aunque no faltó uno que otro niño inquieto que preguntaba a qué hora empezaría la película.
Después de la breve introducción, don Rufo ayudado de don Gerasio colocaron el piano frente a la gran pantalla y comenzó el maravilloso espectáculo. Al principio estaba atenta en distinguir la ejecución del maestro e imagen de la pantalla, pero poco a poco me fui sumergiendo en una atmósfera en que música e imagen se hicieron una y se matizaron con las risas de los niños y adultos.
El pasado se asomó a mi memoria cuando llegué a la sala Descartes, recordé mi adolescencia, hace como 20 años, en ese tiempo entrar en cada cine era distinto, porque ninguno se parecía al otro, cada sala tenía su propia personalidad.
Ahí era Cinemas Gemelos, sus dos salas se llenaban todas las tardes y fines de semana. Nos reuníamos en el parque con mis amigas y amigos para entrar al cine, recordé las grandes colas en la taquilla, así también la ruta en el colectivo para arribar al lugar, los puntos de encuentros y desencuentros. Los sonidos de la ciudad eran distintos, mi vida era distinta.
A la entrada del Descartes pagué cero pesitos un centavito y como llegué temprano una señorita muy amable me pidió sacar de un costalito un cartoncito, no pregunté para qué, al ver lo que había sacado decía la palabra pez, imaginé: ¿Será que me pedirán hacer el sonido de un pez?
¿Realizaremos equipos por los animales que nos hayan tocado?, me pregunté al escuchar que otra persona sacó la palabra sapo; luego pensé: ¡Habrá rifa!, entonces me darán el cuento de un pez o un pez de cartón o un pez de madera o un pez de sabor.
Al final de la función lo supe, fue una rifa pero el pez resultó ser sólo una palabra de consolación, no resultó premiado. Espero tener suerte en la próxima rifa. Mientras tanto estaré gustosa de volver al cine de Radiombligo de la mano de Ángel y Santiago, mis cómplices perfectos de este viaje en la máquina del tiempo.
Les comparto una breve recopilación de audios de lo que captamos en la función de cine (Cortesía www.archivosonoro.org)
Hablar de cuento en todas sus vertientes en unas cuantas páginas es bastante difícil, y tratar de encontrar al portavoz de los cuentistas es algo todavía más complejo, así que después de consultar al mago de los sueños, decidimos buscar a un apasionado en el tema de los cuentos para niños: niños de edad y niños de corazón.
“Me llamo Emilio Ángel Lome y mi oficio es imaginar. Mi amiga y maestra Paula Rodríguez me bautizó hace ya varios años como niñólogo y apenas me estoy dando cuenta que también soy arte educador. Me siento afortunado de hacer sólo lo que me gusta y más afortunado aún de que las cosas que invento les gusten también a otros…”
Había una vez un niñólogo que decidió hacer y contar versicuentos para ser feliz
Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
Emilio Lome / Foto: Cortesía
A partir de la lectura de algunos de sus cuentos y de visitar su sitio, surgieron muchas preguntas y quisimos conversar con él para saber qué es un niñólogo, qué es la adultocracia, de dónde nacen sus cuentos y hasta conocer cómo se puede conseguir la ciudadanía de Apapachonia.
Emilio nos citó en su enorme laboratorio de cuentos, ahí, entre un sin número de personas, objetos, sonidos, sueños y fantasías, este niño de corazón nos otorgó su tiempo para hablarnos con evidente emoción de su quehacer cotidiano, imaginar. Sin darnos tiempo ni tregua inició hablando del cuento:
“El cuento es un formato de construcción de conocimiento. ¡Es una maravilla el cuento! Es el formato de comunicación más eficiente y aprendizaje sensorial, aprendizaje ontológico, no sólo didáctico, sino aprendizaje. Para mí es el formato de aprendizaje más eficaz desde el hombre de las cavernas al cibernauta; desde el narrador de la tribu hasta Eduardo Galeano, quien se anticipó a lo que ahora se llama microrrelatos. La narrativa hiperbreve la hizo Galeano, le llamaba así”.
Entre humo, tambores africanos, música de Cri Cri y dibujos de diversos ilustradores, Emilio camina de un lado a otro, como buscando la fórmula para iniciar otro cuento, se detiene y dice “se confunde mucho el cuento con el relato, cuidado.”.
¿Cuál es la diferencia entre cuento y relato?
La tensión. El cuento siempre tiene un conflicto y los relatos, según (Alejandro) Aldana, una anécdota, un relato no puede tener un conflicto. El cuento tiene una ingeniería distinta, es más complejo. El conflicto lo hace dialéctico. Aldana dice que genera tensión y que la tensión genera la atención.
¿Los maridos sí inventan cuentos?
Relatos. (Risas).
¿Cómo se puede ayudar a desarrollar competencias narrativas en bebés y preescolares?
Ahorita está el tema de las competencias en la educación. Es un tema que viene de la empresa realmente, pasó a la educación de los modelos neoliberales, sin embargo, hay algo bueno. Jorge Volpi tiene un libro que se llama “Leer la mente” donde habla de la ficción desde la neurociencia, ese vínculo lo permitió la educación.
Hemos empezado a darnos cuenta de la importancia del cuento en la educación, en la construcción del lenguaje del niño y yo diría que en la construcción de su imaginario. Un niño que está cerca de los cuentos, que le narran o le leen, construye un modelo neuronal, diría que hasta se hace adicto; a esos niños les llamo “narradictos”, o sea son degustadores de cuentos. Se sientan y están atentos porque ya hay una necesidad neurológica, puede decirse que hasta bioquímica del encantamiento y el encantamiento genera una adicción. Un niño que está cerca del cuento estructura estas competencias narrativas que podrían ser la síntesis.
Esas competencias narrativas hacen que el niño sintetice, conozca muchas cosas, empieza a ver quién es el personaje, quien es el antagonista. Empieza a percibir muchas cosas ya de la estructura narrativa, desde chiquitos se van “formateando”; su imaginario va troquelando ciertas maneras de percepción. Te digo, se vuelven narradictos.
Sería lo mismo que las maquinitas pero de manera mucho más benéfica. Las maquinitas generan evidentemente un imaginario artificial muy agresivo y entorpecedor de las competencias de conocimiento. En cambio, el cuento genera una adicción que construye un imaginario, que formatea el conocimiento, que es una manera de aprendizaje maravilloso porque los cuentos tienen premisas, no tienen como se creía antes moralejas, tienen premisas. Tienen una base ideológica, por eso los niños se les puede apuntar cualquier tema mediante el formato simbólico del cuento; cualquier tema: el divorcio, la sexualidad, la injusticia en el mundo.
Siempre hay una base de aprendizaje en el cuento que va más allá de la escolaridad, que va con la vida, con las competencias para la vida, la capacidad de sensibilizarte ante el contexto, de tener un juicio crítico frente a la realidad. Y por supuesto te va formando un gusto, una apreciación estética.
¿Cómo o en qué se diferencian los niños a los que se les ha leído desde bebés de los que no?
Se nota hasta en su capacidad de concentración. Ahora que se habla mucho del niño con síndrome “déficit de atención”, pienso que el cuento, y lo he comprobado una y otra vez, es una de las maneras de que el niño genere un centro. Ese centro mediático de la televisión sobre todo y de los juegos, genera un niño que no se concentra, yo le llamo el niño adrenalínico, el niño que todo el tiempo está queriendo estímulos, y el niño del cuento es endorfínico; el encantamiento genera endorfinas, que es este placer que siente el cuerpo como degustar un chocolate, así se degusta un chocolate literario, una narración.
Entre más contacto tengas con los buenos cuentos más te vuelves un especialista, primero en la degustación, después en la apreciación y después en la selección del cuento; es un proceso de edad, donde el niño pasa de ser un perceptor de la narrativa a después ya poder seleccionar, tener un criterio estético de selección y ahora se habla del gusto estético, el criterio de selección estética se da desde bebés. Hay ensayos al respecto. Cómo el bebé elige ilustraciones, elige tramas, ya desde bebé tiene una capacidad selectiva, si tiene la oferta sensorial y perceptiva del cuento leído, el cuento narrado.
Emilio Lome / Foto: Cortesia del autor
¿Qué es un niñólogo?
Me bautizó así la pedagoga argentina Paula Rodríguez. Ahora entiendo que el niñólogo es el que trabaja el ser niño y el ser del niño no sólo con los niños externos sino con los niños internos. Que los adultos cada vez más lo comprobamos.
Alguien que trabaja sobre todo con niños, como el educador inicial de preescolar o de primaria, conecta desde su propio niño. Por eso mis trabajos con niños externos, de bebés a secundaria y con los niños internos de los adultos promotores de lectura, talleristas, educadores que trabajan con niños y algunos para niños, como los talleres que doy de escritura creativa para gente que escribe literatura para niños.
Emilio, ¿para ti qué es imaginar?
Cuando Descartes decía “Pienso luego existo” no informó lo suficiente porque pensamos de dos maneras, pensamos en concepto y pensamos en imágenes, la imaginación es esta manera de aprender el mundo, de construir conocimiento por medio de la imagen, de la psicología imaginativa, entonces los conceptos son más racionales y la imaginación es mucho más visual, más simbólica.
Creo que es más poderosa la imaginación, lo decía (Albert) Einstein, “la imaginación es más poderosa que la razón” pero las sociedades de este tiempo favorecen y privilegian mucho más la razón que la imaginación, por esa razón el arte no está en las escuelas como debiera ser. El arte se basa en estructuras, acciones y formatos imaginantes. Y la imaginación es esa fuerza poderosa que tiene el ser humano de construir conocimiento, aprender y transformar la realidad por medio de acciones imaginativas, visuales, metafóricas.
¿Cómo nace un cuento?
Según el libro que tenemos con Aldana, nace de muchas maneras. Nace de un sueño, de una ocurrencia, de un recuerdo, nace, como dice Ray Bradbury “del archivo secreto que tenemos todos adentro de nosotros”.
¿Cuando escribes un cuento piensas en tus lectores?
No. Tengo la fortuna de que mi laboratorio de cuentos personal es muy lúdico, me divierto mucho, tiendo hacer un tipo de creación literaria muy locochona, diría un amigo “muy pacheca”, es el surrealismo en realidad. Yo creo mucho en este delirio. Puedo explorarlo más porque cada vez veo una conexión con el niño que sigue ahí (se señala el lado izquierdo del pecho), que es muy juguetón, relajiento y no, no pienso en mis lectores.
Emilio Lome, el niñólogo / Foto: Cortesía
¿Cómo se musicaliza un cuento?
El cuento creo que tiene una música interna y lo que yo descubro es la personalidad musical que tiene cada cuento. Por ejemplo, me tocó hacer canción una novela de Mónica Beltrán Brozon, una novelota, muy buena por cierto, “Historia de un corazón roto… y tal vez un par de colmillos”, era evidentemente un blues. Es la historia de una niña vampiro.
Me tocó musicalizar “El profesor Zíper y su guitarra eléctrica” de Juan Villoro, era un rock, es un funki como los de James Brown. Musicalicé “Yanka, Yanka” de Francisco Hinojosa sobre unos pingüinos que quieren conocer el otro mar, viajan entonces del Polo Norte al mar cálido tropical y es un tema regué.
“Gregorio y el mar”, que es la historia del pescador que fue amigo y confidente de Hemingway desde que era niño Gregorio, cubano de origen canario, lo hicimos en décima y son cubano. Entonces cada uno va teniendo su propia personalidad.
¿Desde cuando descubriste que el escribir cuentos era lo tuyo?
Desde niño. Ahora que lo veo en retrospectiva realmente yo vivo de las ficciones; mis lecturas iniciales fueron los ahora llamados comics antes conocidos como cuentos, entonces aprendí a leer con “Kaliman”, con “El Santo”, con “Rolando, el rabioso”, con “La familia Burrón”, que me encantó.
Entendí que esa realidad alternativa me encanta. Esa realidad alternativa como diría Borges “era un sueño más hermoso que el sueño de la vida”. Yo soy “ficcionófilo”, o sea, soy un amante de la ficción, siempre he creído que es una manera hermosa de vivir y trascender la realidad, desde niño lo supe. Mi vida ha sido basada en las historias, cuentos han habitado en mí, la narrativa ha habitado en mí desde niño.
¿De niño te contaban muchas historias?
Sí, mi abuela me contaba. Soy narradicto desde niño totalmente. Entiendo muy bien el formato de la narrativa, del cuento y del relato; desde niño aprendí la fascinación del encanto por las historias y me contaban mucho y buscaba con avidez.
Tenías tu propia Sherezada.
Sí, mi abuela era maravillosa porque tenía una gran lógica interna, diría Alejandro Aldana. Lo que contaba, sus historias de miedo, de la Revolución, era extraordinario. Ahora entiendo porqué los viejos narran tan bien. Eraclio Zepeda por ejemplo, tiene todo ese sabor de los viejos. Eraclio Zepeda tiene una lógica interna increíble y cuenta de bulto, diría. Porque los viejos al no tener la televisión, el cine, tenían una gran capacidad de visualización, es decir, imaginaban mejor.
¿De esas historias que te contó tu abuela cuál es la que más te ha gustado?
Me contaba la historia, que por cierto tengo en boceto para unos cuentos de espantos y aparecidos que tal vez salga el año que viene en Alfaguara. Euqueria Presa, una hacendada española que fue acribillada cuando llegaron los pronunciados, o sea los revolucionarios, a su hacienda; se escondió en un pozo con todo su dinero para evitar que la encontraran pero dieron el pitazo y la encontraron en el pozo, como no la pudieron sacar la acribillaron y entonces sus herederos hicieron una capilla para honrar su memoria, estaba en un camino que era el Camino Real allá en Guerrero, el asunto es que a mi abuela se le apareció Euqueria Presa.
¿Cuál ha sido el personaje más entrañable para ti?
Los de Cri Cri. Creo que aquí no se le ha reconocido el papel que tiene como iniciador de la literatura para niños en México. María Elena Walsh, en Argentina, en los años 60 como cantautora empieza a cantar para niños y sus textos, que tienen calidad literaria como “La vaca Humahuaca”, son considerados pioneros en la literatura para niños, aquí no se le ha dado ese valor que debe tener a Cri Cri. Sus personajes son los que más recuerdo y creo que mi iniciación ya en la literatura, el salto del comic a la literatura para niños, se dio con él; alcancé libritos de él, lo leía y lo escuchaba; de ahí creo que mi pasión por el versicuentismo. Cri Cri fue un gran versicuentista.
¿Cómo se escribe un versicuento?
Desde que conocí a Cri Cri me di cuenta que por ejemplo, Bom Bom Primero, conocido como El Rey de Chocolate, era algo más que una canción, claro, era un cuento, si lo analizamos, igual que la Vaca de Humahuaca: “En un lugar de Humahuaca había una vez una vaca, era tan vieja tan vieja que estaba sorda de una oreja”.
Desde los seis años me acuerdo de ese cuento y al final termina que como se burlaban de ella los chicos terminaron como borricos y en ese lugar de Humahuaca la única sabia fue la vaca. Ese era un versicuento, se parecía a “La patita”, se parecía al “Barquito de nuez”, se parecía al “Chivo en bicicleta”, se parecía a las cosas de Cri Cri, claro yo no sabía que estaba leyendo a Mariana Walsh y mi andamiaje, como le llamarían los educadores, era toda esta nutrición de los versicuentos musicales de Cri Cri. Me volví letrista muchos años después. (Risas).
Siempre me encantó Joaquín Sabina, porque sabía que no sólo hacía canciones, “A la sombra de un león” es un maravilloso versicuento, o sea, iba más allá de una letra lírica, estaba contando una historia en verso. ¿Por qué en verso? Porque es un formato agotado. Al hacer una canción tienes tres minutos y debe ser muy sintético y si recuerdan “A la sombra de un león” o “Penélope” de Serrat, son historias acotadas al tiempo de la composición, por eso tienen que ser muy sintéticas.
Cuando inicio a componerle a Bandula, ahora un grupo muy reconocido en el ámbito de la música para niños, empiezo a hacer juegos verbales, a hacer historias que se van complejizando. Me di cuenta que el haber estudiado letras y mi experiencia literaria como escritor me permitía abordar las letras de otra forma, empecé a darme cuenta de que se estaban convirtiendo en cuentos, estaban las letras creciendo. Por ejemplo, “La Sirena de Río Conchos”, que es una leyenda inventada por mí para hablar sobre el Río Conchos de Chihuahua.
Me di cuenta que aplicaba a los conceptos del cuento a una letra de canción. En el Premio SM “Barco de Vapor” de literatura para niños, que siempre lo ganan novelas, me aventé a mandar un versicuento que obtuvo mención honorífica en el 2012; el jurado me escribió que me felicitaba porque me aventé 35 cuartillas en verso con una historia que reúne perfectamente los datos de una historia, tiene todo, es muy delirante, se llama “Siete lagartos sospechosos tosiendo debajo de un paragüas”, el título es parte de un ejercicio surrealista, después de leer a André Bretón hago ejercicios y me sale ese título y el versicuento es consecuencia de justificar por qué son siete lagartos, por qué son sospechosos, por qué tosen debajo de un paraguas amarillo y queda un relato bien delirante.
“El elefante y la Margarita” es un versicuento para niños y niñas sin edad porque ahora estoy haciendo versicuentos para bebés; me empecé a dar cuenta que en ese formato me sentía bien.
En Argentina valoran mucho el versicuento. Ellos desde la década de 1960 empezaron a generar un boom que aquí en México comenzó con Francisco Hinojosa y “La peor señora del mundo” en los 90. Alguien me dijo en un seminario que la literatura nació de manera versicuentista, la Iliada está en verso y no sólo es un verso, es un verso que se cuenta y se canta, eso me encantó.
¿Los versicuentos son para adultos, niños o adolescentes enamorados?
¡Para todo mundo! Tengo para bebés por ejemplo, el de “Nana para un nenedino”; “La vaca que se cree mariposa” para niños más grandes. Y para más grandes tengo una versión de un cuento de (Gabriel) García Márquez que se llama “Cumbia de Remedios, la bella”, es el cuento de Remedios la bella sube al cielo de “100 años de soledad” pero convertido en versicuento, que se cuenta y se canta. Ahí el punto es la belleza.
Remedios la bella es una mujer tan bella que quiere ser fea, está harta de ser bella, la atosigan demasiado, la acorralan demasiado por ser bella, la tocan, la miran, la adoran, quiere ser fea, se rapa, se encuera, como vestido sólo trae un costal y anda descalza, se chupa los dedos, no se baña y a pesar de eso, entre más fea quiere ser más se enamoran los hombres de ella.
En la FIL de Guadalajara, después de contarla acompañado de tambores africanos, hacíamos un debate con los jóvenes preparatorianos sobre qué es la belleza. Así, el versicuentismo es para todos.
¿Los versicuentos siempre incluyen premisas o lo que llamamos nosotros moralejas?
Premisas. Mi maestro, Alejandro Aldana, diría que todos los cuentos tienen una premisa, no moraleja. Él habla de que los cuentos son una ingeniería narrativa que está en texturas, por ejemplo, haces primero la obra negra, luego el colado, así podría ser un cuento, tiene varias capas, varias texturas; en los cuentos para niños no se considera que haya una textura conceptual y yo creo que sí; en México en “La peor señora del mundo”, por ejemplo, se aborda la violencia familiar, hay ideas abordadas con el soporte simbólico del cuento. Entonces, si hay premisas, hay ideas.
Has dicho que con los cuentos se cura. ¿Qué se cura?
En los niños hay una patología perceptiva que se llama estereotipia, lo podemos ver en la plástica, yo le llamo el síndrome de Winnie Pooh. Todos los jardines de niños están llenos de Winnie Pooh, de Blancanieves, es el imaginario de la tele. Con los cuentos se cura ese imaginario patologizado, el imaginario impuesto, el imaginario que domestica.
Los cuentos te van sanando de esa imposición perceptual y te conectan con las formas de encantamiento ancestrales que han tenido las culturas de siempre, van a tener un trance. Yo he visto niños escuchar cuentos o al leer un cuento, que se quedan plenamente concentrados porque es como un trance benéfico, te curan de las imposiciones y las domesticaciones sensoriales y perceptivas, cognitivas.
¿Con los cuentos se educa el corazón?
Está muy de moda la inteligencia emocional. Octavio Paz dice que la poesía está hecha de imagen, concepto y emoción y (Jean) Piaget dice que un aprendizaje se construye cuando incluye lo corporal, lo cognitivo y lo afectivo. Yo creo que los cuentos no sólo apelan al corazón, apelan a todo el cuerpo, pero no todo el conocimiento incluye al corazón. Los cuentos generalmente, sobre todo para niños, incluyen una experiencia emotiva, si eso es conectar con el corazón, creo que sí.
¿Eliges a los ilustradores de tus cuentos?
Ahora sí. Al principio no, cuando te publican te dicen ya te ilustré y no importa con quien sea. Ahora ya elijo: Luis San Vicente, que es un gran amigo y gran ilustrador. Hoy, en la ilustración para niños en México hay gran calidad. Tenemos una gran herencia pictórica desde los códices, desde los moneros que le llaman y ahora en la ilustración para niños, hay artistas.
¿Y a los grupos que musicalizan tus letras?
Me ha tocado con Bandula, me ha tocado vincular con Lila Downs; con gente como Ernesto Anaya, que es el director de Eugenia León; con la Maldita Vecindad; con Flavio, el bajista de los Fabulosos Cádilacs que también le entró. Susana Harp.
Ha sido bien interesante que por medio del trabajo para niños me haya podido vincular a gente que admiro y que hacen la cultura para adultos pero que también son papás. Entonces, se van vinculando poco a poco en algo que ahora ya se está dignificando porque hacer cosas para niños era como de segunda división.
¿Cómo se hace un cuentacuentos?
El cuentacuentos tiene que ser un narradicto. Tiene que entender, tiene que necesitar el cuento como se necesita algo que sea casi vicioso. Tiene que empezar por ser un narradicto y pasa de ser perceptor del fenómeno de la narración de cuentos a querer estar ahí contando, aunque sea a las gallinas.
Tengo una anécdota de un niño en Hidalgo que después de escuchar a un amigo cuentacuentos le contaba cuentos a las gallinas, además era un niño que tenía labio leporino; le costaba mucho pararse frente a un público y contar. Pero se encerraba con las gallinas y les contaba cuentos.
Otra anécdota vinculada con esta pasión por contar la vi con los niños indígenas de Guerrero. Estaban en los albergues indígenas, se iban los fines de semana y me acuerdo que un niño, que era el que tenía más dinero porque podía ir al cine, regresaba y en la noche, como no había luz, ponía una vela y les contaba las películas que había visto.
Hay otras, el punto sería la narradicción, eso te hace cuentacuentos en todo, en la mesa, en la cama, en la tertulia, en el foro, en el escenario.
¿Y cuando cuenta cuentos el cuentacuentos qué cuenta?
Cuenta algo que le importa, las cosas que ama y las que odia, así conecta. Es la posibilidad de decir con el disfraz simbólico del cuento algo que ama o algo que odia, da un punto de vista profundo, verdadero y personal.
Emilio, ¿qué haces para evitar la adultocracia?
¡Juego! Mis hijos son testigos. Hay algo que se llama caracterología lúdica, que ejerzo cada vez más. Decía Gabriel García Márquez que cuando fuera grande quería ser niño. Yo de verdad lo vivo, la vida para mí es un laboratorio. Creo en la caracterología lúdica. Me encanta jugar con las palabras, me río muchísimo, cada vez más.
Leí la biografía de André Bretón sobre surrealismo, me encantó y me identifiqué realmente con estos transgresores, subversivos. Y que en realidad la adultocracia de Europa es la que había llevado a la guerra y André Bretón plantea una revolución transgresora a partir de la creatividad y la imaginación, yo pertenezco a ese grupo de cronopios delirantes y con los niños no hay de otra.
El niño es un transgresor hasta que demuestre lo contrario, que generalmente la educación convencional se hace cargo de que ocurra, lo domestica y yo creo que si fui domesticado alguna vez pues ya estoy en un proceso en total sanación y liberación de eso (risas), porque creo que la vida sí vale la pena vivirse como un juego lleno de misterios a resolver y descubrir.
¿Cómo se puede conseguir la ciudadanía de Apapachonia?
Lo que pasa es que los apapachonienses antes eran los quejumbrosíanos. Apapachonia fue antes Quejumbrosia. El Rey Amargustio Segundo, hijo de Amargustio Primero y nieto de Carifuchildo Cuarto, gobernaba en Quejumbrosia y los quejumbrosíanos tenían una cara como que se chupaban un limón, entonces gracias a su nieta, después de un ataque de amargostitis aguditis, Amargustio Segundo fue a los archivos reales y descubrió que tenía un segundo nombre: Amargustio Felizberto. Eligió en lugar de Amargustio llamarse Felizberto Primero.
Y como las palabras tienen un poder enorme ya no le quedaba ser Felizberto Rey de Quejumbrosia, entonces buscó y gracias a su nieta descubrió que era Apapachonia. Los apapachonienses han estado aislados mucho tiempo, como se había prohibido la alegría, la risa, todo eso, estaba aislados; entonces Felizberto dijo: bueno, estamos aislados, ¡salgan!, vayan por el mundo pero disfrazados para que no los descubran y luego regresan a contarnos, cada vez que ves a una persona que se ríe porque sí, que contempla las nubes en el cielo y ve qué formas tiene, que juega con los niños, que garabatea, que ejerce su delirio, sin duda, aunque esté disfrazado estás frente a un apapachoniense.
Lugar de nacimiento: Iguala, Guerrero Edad: 47 años Número de hermanos: 2 Estado Civil: Felizmente enamorado Número de hijos: Dos Pasatiempos: Dibujar, vagar con mi esposa por calles del mundo Música: Experimental Cuento de cabecera: El ahogado más hermoso del mundo Escritor: Mario Vargas Llosa Comida predilecta: El salmón Rituales: Muchos. Colecciono clips que me encuentro tirados en la calle, siento que me aportan algo
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En Corto
Voz: Canto Silencio: Naturaleza Niño: Explosión de vida Adulto: Aprendizaje Ilusión: Camino Imaginación: Aurora boreal Realidad: Laboratorio Escritor: Juego Ángel: Alas Educar: Transformar Arte: Alquimia
El círculo abierto es el título del taller que impartió por primera vez en Chiapas el artista, director y docente, Rubén Sagal, dirigido a directores, actores, bailarines, cantantes y músicos de diversas partes de la República, promovido por el director de escena Jorge Escobar.
Desmesuradas tuvo la oportunidad de platicar con este creador argentino, que ha viajado a diversos lugares del mundo motivado por el amor a la docencia y el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que llega a sus talleres, a través de la “Ley del ritmo”.
Texto: Gabriela Barrios García/Foto y Video: Emilio Ruiz
¿Imparte solo los talleres?
No, siempre vamos en equipo, cuando las condiciones lo permiten, porque a veces es difícil por costos viajar entre muchos y que se pueda asumir un gasto para trasladar a cuatro o cinco del equipo, pero lo que hacemos a veces es compensar con que alguien del lugar se integre, acá está haciendo de músico-acompañante Paco (percusionista de Chiapas) y fantástico como si hubiéramos trabajado toda la vida juntos.
No nos gusta dar ningún tipo de taller o seminario individualmente, porque parte de la pedagogía que buscamos es no estar centrado en la figura de alguien, no es un concepto de que es un «maestro», un «gurú» al que hay que seguir ni nada, es como un equipo que se encuentra con otro equipo, igual que pasa en el teatro, un grupo de gente que prepara algo, que va a compartir la mesa con los que vienen y allí estamos todos a la mesa.
¿Cómo logra la integración de los participantes?
La primera cosa es que uno tenga el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que viene al taller, más que hagan bien las cosas, que las hagan juntos, como si fuese la primera condición interna, que vino casi como genética, el deseo de un latido compartido, como una pulsión hacía eso, a romper lo individual, por lo menos por un rato, después las herramientas que a veces usas para eso, que también fueron encontradas intuitivamente, no fueron elaboradas, fue por trabajar a través de la percusión, de las vibraciones sonoras, del ritmo como concepto de ciclos de tiempo y espacio, que son como cosas más grandes que uno mismo, entonces sirven para aglutinar a la gente más allá de la consciencia.
¿Cuál sería el objetivo que busca en cada participante?
La expansión de la consciencia.
Jorge Escobar, director de escena que hizo posible el taller de Rubén Segal / Foto: Emilio Ruiz
¿Cómo hace con el manejo de los egos?
Si puedes lograr que se levante un poco la vibración hacia una expansión de la consciencia, la consciencia naturalmente va ir haciendo un recuerdo de que somos más altruistas, más compasivos que egoístas-egocentristas. Es decir, de hecho la Ley del Ritmo que no la he enunciado yo, de ninguna manera, es patrimonio del cosmos, habla de que el ritmo rompe la rutina, de alguna manera rompe el movimiento del círculo vicioso del control y genera un movimiento en espiral de expansión de las emociones y la consciencia, por lo tanto el individuo pasa a ser parte de un todo más grande que él, y eso es una forma más sutil; pero ellos no están pensando en eso mientras hacemos los trabajos, ni siquiera lo decimos, pero sí se siente la búsqueda de que encontremos, al menos por instantes, una sensación de sincronisidad y de unidad, aunque después se pierda, porque en el instante siguiente que piensas «uyy lo encontré, lo quiero mantener», se te escapa.
El concepto de la sincronicidad de que hablamos no es algo utópico ni una cuestión mística, es un funcionamiento natural de todo el cosmos y del universo; a veces creemos que cuando tenemos un hecho sincrónico de encontrarnos con alguien en quien se estaba pensando o de estar buscando un libro y de repente éste cae en mis manos, eso parece mágico; no es mágico, es uno que dijo: me subí a la danza de la vida por un ratito y me parece mágico porque como no estoy subido todo el tiempo a eso y estoy pensando en mí, en mí, en mí, me quedo fuera de la danza de la vida. Entonces la idea es esa: que puedan tener instantes fugaces, aunque sea un segundo de un latido, entre todos quizá ya afecta para mucho tiempo.
¿Cómo ha sido su experiencia en este taller que concluye?
Muy emocionante, muy rico de entrega entre todos, de derroche de creatividad; de un vivir como una especie de proceso, primero sentirnos como todos cada uno en su trinchera y de repente cómo se fue disolviendo eso a lo largo de la horas y cómo de a poquito vamos entrando en una especie de célula comunitaria que probablemente hoy alcance su momento justo de hervor cuando nos tengamos que separarnos; es como si podemos empezar a trabajar desde otro lugar cuándo nos vamos a separar, pero igualmente esa separación también es ilusoria.
¿Cuál es la función social del teatro?
Desde ya transformar al individuo, devolverle la creencia de que todos somos actores, en el sentido de que todos, hagamos lo que hagamos, tenemos que ser altamente creativos, felices y dichosos en lo que estemos haciendo, no es que el actor es el que está arriba de un escenario. El actor puede ser una persona que limpia las calles, el asunto es si eso que está haciendo le hace dichoso, le hace sentir que socialmente está aportando luz y no oscuridad, porque lo que está haciendo le está gustando, si no te gusta, aunque estés arriba de un escenario igual no va a ser luminoso. El teatro es para mí, accionar, hacer desde el ser. Entonces, si lo que se llama teatro convencional le sirve de espejo a los espectadores para que se pongan en acción y no se quede en aplaudirle a los que están arriba de un escenario porque creen que son buenos moviéndose o declamando, entonces sí sirve, sino no sirve. Si se queda en potenciar lo egoico no sirve, no es la función del teatro potenciar los egos, ni la vanidad, ni el exitismo ni nada de eso, para mí es expandir los corazones de la gente.
¿Cómo describiría la creatividad?
Es el acto más sublime con el que un ser humano se puede manifestar, casi te diría como el estado de generosidad permanente, tal como nos han llegado las cosas. Nosotros estamos rodeados de creación y nos vino gratis, todo, las montañas, los mares, los océanos, los lagos, las plantas, piedras, el sol, las estrellas, las órbitas, las galaxias, no costó un peso; lo hemos recibido generosamente y esa creatividad es un acto generoso que viene de hace millones de años, reproduciendo y expandiendose. Para mí es la definición más ajustada de que somos obras de arte viviente que tiene que manifestarse generosamente tal como nosotros hemos llegado hasta aquí.
¿Qué tipo de música utiliza en sus talleres?
De todo, cuando podemos la música en directo y mucho es música improvisada en función de las cosas que hacemos. Hace muchos años empezamos solamente con instrumentos de percusión pero después eso era poco porque sólo te llevaba algo a tierra, entonces hubo que agregar cuencos, instrumentos de viento porque busco llenar el espacio de otras vibraciones sonoras para que no quede solamente limitado a la tierra y que hayan más elementos vibracionales allí dando vuelta. Cuando no podemos venir muchos músicos en directo a sostener eso, incluso a veces usamos coros que vienen ayudar y a cantar en directo para también poner la vibración de la voz, cantan mientras la gente se mueve o hace el ejercicio; tenemos música grabada y allí hay de todo de todo lo que nos fue llegando, de todos los países, de todas las culturas y vas mezclando para que no hayan fronteras tampoco sonoras en ese sentido.
¿Qué sonidos le resultan interesantes?
Cualquiera en el momento, ayer justamente estábamos haciendo un ejercicio y después hablamos de algo y justo hubo como una mesa que se le cayó a alguien que estaba ordenando allí e hizo como una especie de sonido acertivo, es como si hubiera confirmado lo que estábamos comentando en ese momento, se puede decir un sonido de una mesa cayendo no es bonito pero en ese momento fue el mejor sonido que podíamos tener para ese momento, entonces es difícil responderte eso. Cualquier sonido en el momento justo que esté en sincronía con lo que está sucediendo, es el mejor.
¿Qué es para Rubén Segal el ritmo?
Es el camino que yo elegí para encontrarme con los seres humanos.
¿Qué es el ritmo universal?
Es la no polaridad, es la sensación de un todo magnificiente más grande que nosotros, por lo cual todos quedamos sumergidos en esa pulsación y teóricamente sin diferencia, por eso sin polaridad, sin cultura, sin identidad, da lo mismo. Es un latido que nos afecta a todos por igual.
¿Qué es el ritmo en el teatro?
Es que no se puede separar de lo otro que te he dicho, porque si el teatro es la condensación de una vida, es aplicar ese cuento a cualquier obra, es como si te dijera: toda obra de teatro tiene un pulso, hay que encontrarselo para que cuando uno la trata de montar le encuentre justo la pulsación que tiene para que el público también se sienta transportado y no que esté separado, actores por un lado, público por el otro. El teatro es un desprendimiento del ritmo, no es una herramienta exterior que hay que ponerla en marcha, no puede existir el teatro sin el concepto de espacio-tiempo.
¿Cómo suena el ritmo?
Infinito sonido, el silencio es ritmo también.
¿Se siente el ritmo?
Yo creo que más se percibe, se es, no estamos hablando de percusión, una cosa es la percusión eso es un método para manifestar exteriormente los ritmos que están dando vuelta por allí, pero un ciclo lunar es un ritmo que quizá no lo estás sintiendo con la consciencia pero son 28 días o 26 mil años en un calendario Maya, es decir, tiene muchas dimensiones de ciclos en las que estamos sumergidos. Por eso digo que es más un tema no emocional, es un tema más grande, porque lo emocional puede estar metido dentro de la personalidad y esto es parte del ser, por eso digo que ser ritmo es integrarse a todos los ciclos que se les está rodeando todo el tiempo, a veces son ciclos de un segundo de un minuto, ciclos de tres años, ciclos de siete años.
¿Todos tenemos ritmo?
No estaríamos vivos sin eso, somos concebidos bajo eso, el espermatozoide y óvulos no pueden fecundarse hasta que no laten al unísono y eso está comprobado por microscopia electrónica, vienen en una vibración distinta hasta que no oscilan al unísono no se produce la fecundación.
El primer tejido que se forma una vez que tú eres la célula en el útero, el corazón, entonces qué hace el corazón, empieza: tun, tun, tun. Y allí se organiza todo y viene de un corazón más grande. Es un patrimonio de la humanidad, ni siquiera de la humanidad, no está sometido a los humanos, las piedras, los minerales, más allá del planeta tierra, es como una gran sinfonía de pulsaciones.
¿Cada territorio tiene su ritmo?
Pareciera que intrínsecamente hubiera. Hay un antropólogo que dice que la música en realidad es un reflejo sonoro de las estructuras rítmicas que ya tenemos adentro. Probablemente en cada región, por los motivos que sea, que los desconozco, porque deben tener que ver las estrellas del sol, la concepción, el tipo de minerales, el tipo de fauna, el tipo de flora, todo lo que rodea a una región, seguramente late en una determinada frecuencia; por lo cual el reflejo hacía afuera de ese pedacito del cuerpo-tierra, de ese pedacito de riñón en una zona del cuerpo grande, late en una cumbia. Por eso los lenguajes son también modificaciones del ritmo de cada región, por eso se modifica el ritmo y el lenguaje apareció, y aparecen las distintas lenguas como parte de la sonoridad de cada parte de un todo. Es como el cuerpo humano, está todo en sincronía, pero cada organito, cada sistema, cada hormona o cada intercambio químico tiene su propio proceso, no todo es igual en la misma pulsación, igualmente hay un señor que está allí marcando un poco el recordatorio y a veces tiene que acelerar porque necesitan adaptarse a los cambios, pero siempre hay algo que está sosteniendo, que no es mi voluntad.
Escucha o descarga parte del audio de la entrevista:
Lugar de nacimiento: Nací en Buenos Aires en el año 1959. Edad: Ahora 55 Número de hermanos: Ninguno. Estado civil: Casado. Número de hijos: Tres hijas. Pasatiempos: Viajar, leer, seguir aprendiendo, seguir conociendo gente. Música: Si te tengo que nombrar a alguien Stevie Wonder, pero es mentira, es por el amor que le tengo a Stevie Wonder, pero no es sólo eso. Película: Los puentes de Madison, pero también es casi limitar a algo que es muy grande, es como si te dijeran un sólo libro, no, es como un multiverso. Obra teatral: Ahorita podía decir una, hace poco vi una que se llama Terrenal, pero me fascinó pero tampoco es “la obra”, esa fue la obra de ese día, de ese momento, que para ese momento era perfecta, que queda inspirándome adentro, pero que no es la única, lo mismo con la música. Comida: Soy vegetariano. Rituales: Meditar, si puedo un poco cada día; encontrarme con la gente en los talleres como meditación en movimiento, pero no tengo como una estructura de rutina muy muy fija, a veces medito con música a veces en silencio, a veces me pongo a bailar, algo así como para tener momento del día de conexión interna.
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En Corto
Teatro: Vida Actor: Yoshi Oida Personaje: Hamlet Enseñanza: Los humanos Aprendizaje: Viajar Expresión: Movimiento Creatividad: Generosidad Música: Ramiro González Movimiento: Circulares Cuerpo: Integrado Ritmo: Latidos
El fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces extinguidas. Amado Nervo
Texto y Fotos: Gabriela G. Barrios García
Los sonidos que emanan de instrumentos heredados por nuestros ancestros, son un legado intangible que sigue presente en nuestros días; nuevas voces, nuevos rostros conservan su esencia, resultado de la necesidad de preservar los rastros de su origen.
Están también esos hombres y mujeres, conscientes de la importancia de la música como legado cultural, quienes desde su formación académica inician una lucha incansable por la conservación y promoción del patrimonio musical de nuestra entidad.
Innumerables han sido los trabajos que han buscado un diálogo renovado entre las distintas culturas, donde se fortalezca el respeto a la diversidad cultural, en ese tenor se coloca el disco compacto Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco.
Presentación Lienzos de viento / Foto: Gabriela Barrios
En él convergen instrumentos autóctonos y occidentales, que basados en los sones y zapateados de las culturas zoque y mam se conjuntan con la música medieval, barroca, de compositores contemporáneos mexicanos incluso con destellos de música africana y japonesa.
Es una gran sesión de sonidos en donde se aprecian interesantes improvisaciones que generan atmósferas sonoras propositivas, sugerentes en cuanto a instrumentos y sonidos diversos y distintos, de concepciones diferentes de lo que es la música académica y la música orquestal con la música tradicional.
El disco cuenta con la participación de tres maestros virtuosos de los aerófonos: Luis Hernández, pitero zoque; Ubaldino Villatoro, chirimitero mam y el mejor flautista del mundo, Horacio Franco, quienes a invitación de los etnomusicólogos Aurora Oliva y Fernando Híjar, se reunieron para esta comunión musical que no sólo busca el fortalecimiento del patrimonio musical sino que es un gozo para nuestros oídos.
Novillo Despuntado (pieza mam), Istampita Isabella (pieza medieval S. XIV, Italia), Mañanita (son mam), El armadillo (zapateado zoque), Pieza africana, Canción del Toro (pieza japonesa) y Diálogo tres aerófonos, son algunos de los títulos de las 16 piezas que podemos apreciar en este disco compacto.
CD Lienzos de viento/ Imagen: Cortesía de Puertarbor
Lienzos de viento además de ofrecernos esa gama de sonidos de flautas,chirimías, marimba, violín y tambores, nos invita a conocer visualmente tanto a los músicos como a los productores, con imágenes interesantes realizadas durante las grabaciones a cargo de la destacada fotógrafa chiapaneca Mariauxilio Ballinas; imágenes acompañadas de una breve semblanza de cada músico.
“El patrimonio musical, se crea y recrea constantemente. La presente grabación lo enriquece y revitaliza, y nos brinda un diálogo y, por consiguiente, un fructífero acercamiento entre culturas, condición indispensable para la comprensión del otro”, cita del texto que se encuentra en el interior del CD y que está en español, zoque, mam e inglés, siguiendo con esa búsqueda del diálogo entre culturas.
Aurora Oliva y Fernando Híjar, encargados de las producciones discográficas de la microempresa cultural Puertarbor S.A. de C.V., se han abocado en la difusión y la recuperación del patrimonio sonoro, ya que consideran que la música tradicional es una de las manifestaciones más importantes del Patrimonio sonoro de México.
“La música tradicional forma parte de la columna vertebral de lo que es la identidad sobre todo de los pueblos indígenas y en este sentido, queríamos presentarla en otro formato, con una visión diferente, un diálogo entre los instrumentos de viento, el diálogo entre culturas y el diálogo humano”.
El año pasado el disco compacto Lienzos de viento fue reconocido por los premios anuales INAH 2012, en la categoría Raúl Guerrero, como mejor producto de la difusión del patrimonio musical.
Horacio Franco y músicos tradicionales/Foto: Gabriela Barrios
Lienzos de viento, flauta, chirimía, marimba y tambor. Músicos zoques y mames de Chiapas en diálogo con Horacio Franco fue presentado en diversos lugares de Chiapas, donde los presentes tuvieron la oportunidad de escuchar en vivo la ejecución de estos virtuosos músicos, experiencia única e irrepetible y para los que no estuvieron presentes pueden visitar la siguiente dirección electrónica: http://www.archivosonoro.org/?id=473
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
Cicerón Aguilar y el grupo Nambue. Foto: Fernando Becerra
Nambue es un grupo de músicos chiapanecos que rescatan los sonidos de antaño para unirlos en un abrazo cómplice con la música de nuestro tiempo. Nos transmiten así, con una nueva voz, el paisaje sonoro en el que nos movemos sin percatarnos. La ceiba y el pino, la montaña y el mar, la selva y la ciudad nos envuelven. Nambue ha iniciado una gira en la que comparte escenario con los músicos tradicionales de los lugares que visita.
El recorrido inició en el municipio de Las Margaritas donde estrechó lazos musicales con los tojolabales; ayer compartió escenario con los tseltales de Oxchuc, el 16 de abril estará con los músicos de municipio de Yajalón, para cerrar con los lacandones de Naha, el corazón de la selva lacandona, el 24 de abril.
Nambue está formado por Andrés Aguilar en las percusiones, Alejandro Burguete en las flautas, Manuel Gómez en el sintetizador, Rodrigo Narcía en el bajo y su líder Cicerón Aguilar en el trabajo creativo, quien afirma que con su obra trata de hacer un homenaje al recuerdo de nosotros mismos, los que compartimos un antecedente lingüístico de nuestra cultura. “Es reencontrarnos con nuestro pasado para comprender nuestro presente y así ir concretando cosas del futuro”.
¿En toda tu música se encuentra la raíz indígena?
– Creo que sí. Desde hace aproximadamente 15 años me pregunté qué está ocurriendo, qué hay con el pasado en este país y encontré un baúl de música tradicional indígena; para mí era importante destaparlo. Empecé a investigar qué era la música tradicional, su entorno y qué me brindaba; cuando me di cuenta que estaba dentro de un mar de sonidos, me metí en esa profundidad y encontré que lo que yo buscaba en la música estaba ahí. Ese mar de sonidos me lleva a conocer la gente, ese mundo tan interesante que son los pueblos. Primero me dediqué a escucharla, apreciarla, entenderla, después fue la convivencia con los amigos músicos, ir a sus fiestas y entender ese mundo. Fue como encontrar los hilos conductores de mi vida que andaba buscando siempre. La música viene después.
¿Crees que el folclor determina la cultura de un pueblo?
– Tengo entendido que los conservadores al decir folclor nos llevan a interpretar una parte de los colores que tienen los pueblos, de su arte común, popular. Creo que el folklore va ligado con un concepto bien bonito que es el amor a tus orígenes, es donde están las palabras, la comida, sus fiestas, que brotan como borbotones de agua que te encuentras en los manantiales. El folclor es el sabor, como ese picante que le pones a la comida.
¿Cómo evalúas el trabajo musical de Chiapas con el del resto del país?
El silencio es la forma de expresar de los instrumentos sin golpearlos. Foto: Gabriela G. Barrios
– Valorarlo significa casarlo o interpretarlo con un número y México es tan pluricultural, es un mosaico de contextos distintos. En Chiapas son doce etnias, doce lenguas, bueno, once, una ya muerta, la lengua de los Chiapa. Pero ese mundo que nos rodea nos hace ser diferentes, desde la marimba, los sonidos de los tambores, el cómo hablamos, lo que nos rodea, todo está reflejado en la música. La música chiapaneca tiene un lugar muy especial no solamente en la marimba sino también en la diversidad de compositores que tiene, que le cantan al amor, a la vida, a su entorno social. Chiapas ya tiene un punto importante en el país, ya que músicos como Alberto Domínguez, los mismos hermanos Domínguez, sembraron esa gran fuerza que tenemos los chiapanecos para interpretar la música.
En tu disco Sincretismo usas la lengua chiapa, ¿por qué tu interés en retomarla si ya no existe?
– Soy originario de Chiapa de Corzo. Me encuentro con unos textos del siglo XVI de los chiapa en un diccionario de Mario Aguilar Penagos y se me hizo muy interesante llevar a la práctica estos cantos y rezos con música contemporánea, sin perder las texturas que tiene la música tradicional; lo que hago es tratar de hacer un homenaje y un recuerdo a nosotros mismos, a los de la región, que tuvimos un antecedente lingüístico donde está precisamente nuestra cultura. Es reencontrarnos con nuestro pasado para comprender nuestro presente y así ir concretando cosas del futuro.
¿Se puede vivir de la música?
– Sí se puede vivir siempre y cuando estés enrolado en eso de la música comercial. Para las personas necias y testarudas como yo, que lo que hacemos no tiene nada que ver con vender, si es un poco difícil. Es triste porque en otros países lo que yo hago y hacen otros amigos en este género, es bien recibido pero aquí es difícil.
¿A qué se dedicaría Cicerón Aguilar si no fuera músico?
– Me hubiera gustado ser antropólogo o arqueólogo aunque el otro mundo que me fascina es el diseño de casas, me hubiera gustado ser arquitecto pero escogí la música, donde construimos puentes y sobre todo edificamos cosas del sentimiento.
¿Tienes algún ritual a la hora de componer?
– Mi ritual es ver imágenes, ver fotos, imágenes de la tarde. Siempre está incluida en mi mundo la imagen.
¿Eres vouyerista?
– En el momento que estamos aceptando ver imágenes, es vouyerismo, ¡pero vouyerismo sexual, no! (Risas).
¿Compartes la idea de que la gente necesita música para vivir?
Desde que nacemos estamos bajo ese arrullo, incluso el hablarnos ya es un canto. Foto: Fernando Becerra
– Sí, el silencio es muy bonito. John Cage maneja el concepto de que el silencio en los seres humanos es importante porque en el silencio hay muchas cosas que nosotros entendemos, el silencio es donde nos encontramos a nosotros mismos; precisamente la teoría de la música es la combinación de sonido con el silencio, cosa que hoy a los músicos se les ha olvidado. El silencio es la forma de expresar de los instrumentos sin golpearlos.
¿Entonces cuál es la finalidad de la música?
– Transmitir nuestro lenguaje. Los seres humanos siempre estamos buscando sonidos. Cuando estamos solos, salimos y buscamos platicar con alguien, ese momento de comunicación es el sonido y nos gusta. Bach decía “si no hay música estamos muertos”. Hell decía «Adoro a mi madre porque siempre me cantaba.» Desde que nacemos estamos bajo ese arrullo, incluso el hablarnos ya es un canto. Por eso recomiendan que cuando las mujeres se embarazan escuchen música, la que sea. Algunos recomiendan música clásica, no, yo digo la que comparta la familia, sea Chico Che, Rigo Tovar, música ranchera, la que sea, porque es el mundo donde va a vivir. No vas a poner música clásica en una familia que escucha Rigo Tovar u otra música como la norteña. Ahí es donde el niño ya comienza a entender dónde va a nacer, ese mundo que lo va a rodear. Siempre tengo presente en la mente las radionovelas porque mi mamá las escuchaba y mi papá oía su programa favorito todos los días: Tres patines, ese mundo de carcajadas que era fascinante aunque yo no lo entendía porque era un niño, pero como veía que mi papá se reía yo también lo hacía. Es una necesidad.
¿Y tú te escuchas?, ¿escuchas tu música?
– (Risas) Buena pregunta. Para mí ha sido muy difícil escucharme. Cuando lo hago, me critico y digo lo hubiera hecho de otro modo. Por eso a veces prefiero no escucharlo, sin embargo, otras veces digo sí porque es reconocer lo que tu ser hace y que te conduce a otros mundos.
¿Disfrutas más arriba o abajo del escenario?
– Me fascinan las dos cosas. Me pongo muy nervioso al estar en el escenario pero lo hago muy contento porque es el camino de la expresión, no solamente puedes hacerlo en el estudio sino también tienes que vivirlo. Disfruto mucho arriba pero también abajo, oír la música, ver a otros tocar me encanta.
¿Qué música escucha Cicerón?
– Música diversa. Me gusta mucho el rock progresivo porque ahí se refleja todo lo que yo busco, me gusta la música tradicional porque siento que me encierra en un circuito y me mantiene tenso, me hace digerir lo que pienso. Cicerón escucha rock progresivo, música tradicional y jazz.
¿Cuál es el elemento distintivo en tu trabajo?
Nambue quiere decir originario del río. Foto: Fernando Becerra
– Juego con tres lenguajes. Me gusta reinterpretar dos mundos: la epistemología porque creo que si no tenemos ciencia no tenemos verdad y no tenemos creencia, la hermenéutica porque a partir de ahí construimos un lenguaje que no todos tenemos desarrollado, pero yo estoy aprendiendo. Cuando me di cuenta qué era entender esas dos cosas aún me faltaba un elemento más, que es la gracia divina de lo que veo.
Fuera de la música ¿qué te apasiona?
– Me apasiona el cine, la realización de documentales de video, la foto, correr con mi perro, leer.
¿Qué te da miedo?
– Me doy miedo. Cicerón a veces se tiene miedo por eso acudo más a los libros.
¿Cuáles son los fantasmas de Cicerón?
– Son muchos. Todos tenemos fantasmas que nos hablan, nos balbucean, nos dicen mentiras y verdades, nuestros propios monstruos que tenemos adentro, es ese yo que allá dentro está, entonces dices: estoy haciendo las cosas bien o las estoy haciendo mal.
¿Con quién compartes tus afanes musicales?
– Conmigo mismo, para que entienda qué es lo que estoy escuchando y pensando porque sino me vienen ideas distintas, no la aprecio en colectivo.
¿Y tus afanes amorosos?
– (Risas) Con mi familia, con mis hijos, mi perro, mis amigos, creo que lo comparto con todos ellos.
¿Cuáles son las obras mejor logradas de Cicerón y cuáles han sido un desastre?
– ¡Uyyy! Creo que todas han sido un desastre. Dentro de toda mi obra, creo que Nambue es fabulosa y Sincretismo también me gusta mucho, al igual que la pieza Recuerdos, siento que ahí encontré el alma de la vida, ese espacio amoroso conmigo mismo.
¿Tienes manías?
– Sí, tengo una manía muy “locochona”, comprar discos. Aunque ahora se puede bajar mucha música de internet, todavía me sigo comprando discos.
¿Héroe en la vida?
– Mahatma Gandhi.
¿En la música?
– Johann Sebastian Bach y Peter Gabriel, bueno también Pink Floyd pero me gusta más Peter Gabriel.
¿Caminas en solfeo o te vas por la improvisación?
La cultura mestiza no se toma en cuenta y es el valor histórico que tiene México. Los indígenas son fundamentales, son los horcones que están sosteniendo esta nación y mucho del planeta. Foto: Gabriela G. Barrios
– Cicerón camina en la improvisación, no me gusta mucho ya el solfeo, creo que ahí está el meollo de mi música, no atarse al papel. Digo: me lanzo al vacío, hay que hacerlo.
¿En el amor te comunicas con música y canto o con el silencio?
– Con las dos cosas, con canto y con silencio. A veces más vale callar que hablar. Guardar silencio.
¿Cuál es la diferencia entre Nambue y tu anterior trabajo?
– Nambue encuentra el entendido de las culturas de Chiapas y Sincretismo habla de una región basta de culturas, esas son las diferencias. Nambue quiere decir originario del río, de ahí parto, es la columna vertebral que pasa por todo Chiapas, es donde emerge prácticamente la cultura, de ahí parte la montaña, la selva, el mar, por eso siempre he dicho que dentro de ese Nambue están las voces del tiempo.
¿Cuál es tu búsqueda al fusionar elementos de antaño con los contemporáneos?
– Que para entender un presente necesitamos justificar nuestro pasado, entonces, a través de ese ejercicio creo que podemos hablar de rock chiapaneco o de lo que uno quiera, no encasillarlo, es música y creo que los elementos del pasado son fundamentales para que podamos entender mejor la historia.
¿Con la fusión de elementos indígenas y mestizos?
– La cultura mestiza no se toma en cuenta y es el valor histórico que tiene México. Los indígenas son fundamentales, son los horcones que están sosteniendo esta nación y mucho del planeta, pero también la presencia mestiza es importante, somos parte de ese ejercicio que se da hoy día para que este país crezca, el mestizo es fundamental y su voz debe ser escuchada.
¿Cómo te has ganado la confianza de los músicos tradicionales, siendo un mestizo?
– En la zona de Zinacantán llevo trabajando 12 años, pero cuando entré a ese mundo me costó muchísimo. ¿Cómo entrar? Tocando la puerta, decirles la neta, ir una, dos, tres, cuatro veces, las que sean necesarias. Ahora tengo compadres, tengo ahijados en los pueblos y eso me llena de gratitud e incluso presido la mesa directiva en las fiestas tradicionales de la lacandona, para mí ha sido un honor.
¿Has tenido algún incidente?
– Sí, hemos tenido incidentes como no permitirnos quedarnos en la fiesta o por llevar a algún amigo se le fue un flashaso, eso en la parte indígena más fuerte; en la presencia mestiza es más noble el trato, están más acostumbrados a todo eso.