Última tarde

I

Nadie puede ser capaz de decirte
cuánto te quiero,
cuánto te quise ese año
en que el verano no se iba nunca.

Nadie puede tomar mi lugar
esta tarde
ni acercarse a tu casa para avisarte que me voy.

Me estoy yendo
y nadie más que yo podría decírtelo
y sumar a eso
que te quiero,
que te quise mucho ayer
y también aquel verano
interminable, que fue el primero
y el último.

 

II

Nadie puede ser capaz de nombrarte
las casas que vi,
la humedad en una viga
como la mancha
en un pie.

Nadie puede hablarte de los nombres,
mucho menos del miedo
que empuja a hacer cualquier cosa.

Pero yo puedo decirte
dos palabras y entenderías.

Qué idiota es el tiempo
cuando nos sobra
y qué astuto
cuando está tocando a su fin.

 

III Lety Bárcenas

III

Quedarme así en el medio de la pista
cuando la música nos divertía
y tus ojos estaban fijos en mí
como dos estrellas
fijas.

En ese momento sí, quedarme en el medio.
No después,
cuando la pista te aburrió
y se apagó la música, el cielo,
las dos estrellas, todo.

Que lo que vaya a ocurrir, pase
y me ponga en el costado
por primera vez en mi vida.

En el centro tiene que estar
tu nombre
alrededor del que orbité
siempre
pero tan exánime,
que no alcanzaste a percibirlo
y al final te fuiste.

 

 

Serie «Última tarde» poemas del libro inédito «Callao 1824» de la poeta argentina Cecilia Romana.

Fotografía: Leticia Bárcenas González

 

 

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Hoy, 25 de noviembre del 2014, Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, leemos en el diario El Universal, que el cuerpo de una mujer fue hallado en los baños públicos de la estación Constitución de 1917, de la línea 8 del metro en la ciudad de México.

No hay más información. Surgen las interrogantes. ¿Quién es ella? ¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Cómo?

Silencio… silencio…

 

Foto: Beksinski Zdzisław
Foto: Beksinski Zdzisław

Huelga

Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.

Gioconda Belli