Hablar o tratar sobre la muerte, según dicen, es algo de mal gusto, es un tabú, se niega y se esconde la muerte, pero en estas fechas, en que celebramos el Día de muertos o Día de Todos los Santos, nos permitimos recordarla, hablarla, cantarla, escucharla y hasta festejarla.
De niños la muerte nos la esconden con palabras: se fue al cielo, pasó a mejor vida, está descansando. Cuando crecemos, idealizamos o mejor dicho nos imaginamos cómo será la muerte cuando llega a nuestro cuerpo: Cae y se extiende lisa sobre las venas va avanzando, va desprendiendo un algo que se evapora y no volverá, está ocurriendo lo ves venir hasta que paraliza el corazón, cierra tus ojos y por fin nubla tu razón.
«La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida.» (Jean de la Bruyère). A diferencia de la vida, donde se vive una vez, la muerte puede ocurrir muchas veces a lo largo de la vida. Dejando a un lado el estricto significado enciclopédico, hay otro tipos de muertes que nos referimos, casi siempre sin darnos cuenta. Se da muerte o se vive la muerte, pero de distintas formas. Estás son algunas frases recurrentes:
“Muero de amor por ti”
“Estoy muerto de cansancio”
“Mataste mi ilusión”
“Para mí el orgasmo es como una muerte chiquita”
“Muero de hambre”
“Muero de tristeza”
“Matenme porque me muero”
«Prefiero morir que vivir sin tí»
“Muero de sueño”.
“Me siento muerto en vida”
“Para mí es como si estuviera muerto”
“Muero de pena al verlo”
“Estoy muerto de desesperación”
“Muero por verte”
“Muero de envidia”
“Esa canción no porque me muero”
“Me muero de risa”
“Quiero morir en tus brazos”
“Me muero de ganas de ir al baño”
¿Y tú cuántas muertes has vivido? Ayudanos a continuar la lista.