Amor en la Literatura

Foto: Paul Almásy
Foto: Paul Almásy

Cuando un día pasa, deja de existir. ¿Qué queda de él? nada más que una historia.
Si las historias no fueran contadas o los libros no fueran escritos,
el hombre viviría como los animales: sin pasado ni futuro, en un presente ciego.
Federico Campbell

Hay una interminable lista de autores y científicos que se han dado a la tarea de estudiar el amor a lo largo de la historia de la humanidad, incluso existen citas que autores reconocidos respecto al tema e historias de amor que se han convertido en leyenda a través del tiempo.

Uno de los más importantes maestros de la prosa francesa, Blas Pascal, dijo  “El corazón tiene razones que la razón ignora” con la cual este pensador se adelantó cuatro siglos a la comprensión del corazón como órgano neurosensible, dotado de un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40 mil neuronas, lo que al parecer le permite tomar decisiones y pasar a la acción “sin consultar” al cerebro.

En Desmesuradas, no buscamos hacer un tratado sobre el amor, sólo deseamos compartir con nuestras lectoras y lectores, tomando como pretexto este mes en que se hace un homenaje a este sentimiento, algunas ideas que hemos encontrado en una de nuestras pasiones, la Literatura. He aquí un pequeño compendio de palabras de amor y pasión dichas por algunos autores a través de sus personajes:

 

Óscar Wilde, en “De profundis”

El amor griego, el amor platónico, es la forma de afecto más elevada que se conoce.

Nunca había visto tanto amor en un par de ojos.

Todo hombre mata todo aquello que ama. Que todos escuchen esto. Algunos lo hacen con una mirada amarga. Algunos con una palabra aduladora. El cobarde lo hace con un beso. El valiente con una espada. Algunos matan su amor cuando son jóvenes. Algunos cuando son viejos. Algunos lo estrangulan con manos de deseo. Algunos con manos de otro. Los más bondadosos usan un cuchillo. Porque la muerte tan pronto se vuelve fría.

Bosie me quiere más que a nadie. Tanto como puede querer. Y permitir que lo quieran.

La vida nos engaña con sombras. Le pedimos placer y nos lo brinda junto con amargura y decepción. Y nos vemos contemplando con corazones endurecidos los dorados cabellos que una vez deseamos con tanta intensidad y besamos con tanta locura.

En este mundo hay sólo dos tragedias una es no obtener lo que se quiere, la otra es obtenerlo.

Mi vida parece habérseme ido. Estoy atrapado en una terrible red. Pero mientras piense que él piensa en mí, mi dulce rosa, mi delicada flor, mi azucena, es en prisión donde probaré el poder del amor. Veré si puedo dulcificar las amargas aguas por la intensidad del amor que te profeso.

El mundo está a mis pies y no puedo controlarme a mí mismo. No puedo controlar mis sentimientos por ti.

La esencia misma del romance es la incertidumbre.

Elena Poniatowska, en “Las siete cabritas”

Las mujeres caminan, sudan, aman, son colchón de tripas, dan a luz, se acostumbran a la muerte. Cada una tiene su muerto dentro. (Mujeres en la Revolución Mexicana)

La gente que se quiere mucho, cuando se pelea se odia tanto que da miedo. Se separaron y nunca volvieron a darse los buenos días.

Las mexicanas solemos girar en torno al amor como burras de noria, insistimos en un rey Salomón que nos bese con los besos de su boca, nos diga que nuestros pechos son gemelos de gacela, nuestro vientre un montón de trigo cercado de lirios y que bajo nuestra lengua hay un panal de leche y miel. Se nos va la vida en ese gran engaño que es la esperanza. Nos empeñamos en los lirios hasta el momento de subir al cielo, tomarlo por asalto y quedar más desmanejadas que la nebulosa de Andrómeda. La bóveda celeste está cubierta de mujeres-estrellas que giran locas como las siete hermanas en la ronda del amor hasta que un buen día el rey Salomón se compadece y las apaga.

Elena Poniatowska, en “Querido Diego, te abraza Quiela”

Te amo Diego, ahora mismo siento un dolor casi insoportable en el pecho. En la calle, así me ha sucedido, me golpea tu recuerdo y ya no puedo caminar y algo me duele tanto que tengo que recargarme contra la pared.

Hoy como nunca te extraño y te deseo Diego.

Entonces yo rezaba, llena de amor sin objeto no tenía a quien querer ¿Tiene objeto mi amor, ahora Diego?
Faltándome tú, me siento frágil hasta en mi trabajo.

Te abrazo y te digo de nuevo que te amo, te amaré siempre, pase lo que pase.

Diego no es un niño grandote, Diego sólo es un hombre que no escribe porque no me quiere y me ha olvidado por completo.

Me baño con agua fría para espantar las aves de mal agüero que rondan dentro de mí, salgo a caminar a la calle, siento frío, trato de mantenerme activa, en realidad, deliro. Y me refugio en el pasado, rememoro nuestros primeros encuentros en que te aguardaba enferma de tensión y de júbilo.

Yo estaba como drogada, ocupabas todos mis pensamientos, tenía un miedo espantoso de defraudarte.

Durante tantos años que estuvimos juntos, mi carácter, mis hábitos, en resumen, todo mi ser sufrió una modificación completa.

Foto: Robert Doisneau
Foto: Robert Doisneau

Gabriel García Márquez, en “Del amor y otros demonios»

Y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella.

Trató de disuadirlo. Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa.

…la encontró muerta de amor en la cama con los ojos radiantes y la piel de recién nacida.

Mario Benedetti, en “Gracias, vientre leal”

No tenemos que dejar que nos aplaste la costumbre. Siempre hay que crear, siempre hay que inventar.

Algunas noches vos me haces una caricia nueva, una caricia inédita, y fíjate qué curioso, esa caricia nueva también sirve para revitalizar las viejas caricias, como si las contagiara de su novedad.

No hay riesgos mayores y riesgos menores. Hay riesgos. Punto. Y a ésos no pienso sacarles el cuerpo.

Mi cabeza puede atenerse a principios y hasta asumir compromisos. Pero para mi vientre vos sos mi único compromiso. Lo que pasa es que es un vientre leal.

Mario Benedetti, en “Pacto de sangre”

Estuvimos tantas veces juntos, en el dolor pero sobre todo en el placer… jamás me hizo una escena de celos, esas porquerías que corroen la convivencia.

 Jane Austen, en “Persuación”

Nosotras no nos olvidamos tan pronto de ustedes, como ustedes se olvidan de nosotras.

Nuestro amor es más grande; cuando la existencia o la esperanza han desaparecido.

Seguramente si nuestro amor es recíproco, nuestros corazones se entenderán. No somos un par de chiquillos para guardar una irritada reserva, ser mal dirigidos por la inadvertencia de algún momento o juzgar como un fantasma con nuestra propia felicidad.
(Personaje Anne)

Para mí usted será siempre la misma.

Nunca dudé que usted había sido amada y buscada por otros, pero seguramente sabía que había rehusado por lo menos a un hombre con más méritos para aspirar a usted que yo y no podía menos que preguntarme: ¿será por mí?
(Personaje Capitán Frederick)

Foto: Robert Doisneau
Foto: Robert Doisneau

Rosa Montero, en “Bella y oscura”

Te echo tanto de menos… Por eso te escribo, aun sabiendo que nunca vas a poder leer estas líneas; las palabras crean mundos, y son capaces de crearme ahora, mientras te estoy escribiendo, la ilusión consoladora de tu presencia.

No era el sexo, desde luego que no. O no sólo eso. Era saber que él era mi otra parte y que no había nada más que yo precisara, ni agua, ni techo, ni tan siquiera respirar. Y en esas tardes, cuando le deseaba con tanta necesidad y tanto entendimiento, no existía la fealdad, ni la vejez, ni el miedo.

Desgraciada la persona que nunca ha sentido, siquiera un instante, que ella y su pareja eran los dos únicos humanos que jamás habían habitado este planeta. Y desgraciados los que sí se han sentido así alguna vez. Porque lo han vivido y lo han perdido.

Es parte de mi vida. La conozco bien y ella sabe de mí. A veces une más el conocimiento que el cariño.

Todos quisieron mi cuerpo y lo han tenido; algunos, más bestiales y crueles, también tuvieron mi dolor o mi miedo. Pero sólo un hombre obtuvo mi voluntad y mi tiempo. Aquel hombre me hizo su esclava, porque le amé y le amo. Y la pasión es una enfermedad del alma que te hace perder la libertad irremisiblemente. No hay pasión sin esclavitud; y si quieres a alguien sin ese sentido de derrota, sin esa dependencia ansiosa del ser amado, entonces es que no le amas de verdad. El amor es la droga más fuerte y más perversa de la naturaleza; es un mal luminoso, que te engaña con sus chispas de colores mientras te devora. Pero una vez que has conocido la vida febril de la pasión, no puedes resignarte a regresar al mundo gris de la vida sensata.

Mary Renault, en “El muchacho persa”

Dudo que en la vida se hubiera acostado alguna vez con alguien por quien no experimentara afecto. Toda la vida había necesitado el amor como la palmera necesita agua.

¡Qué perverso es el corazón! Darío no me había ofrecido amor ni me lo había pedido… se me abrasa el alma porque había habido otro antes que yo. Era necesario que le tuviera todo para mí.

George Bataille, en “Mi madre”

¿Qué es el amor?
La necesidad de salir de sí mismo. El hombre es un ser animal adorador. Adorar es sacrificarse y prostituirse. Todo amor es también prostitución.

El ser más prostituto es el ser por excelencia, Dios, puesto que es el amigo supremo de cada individuo, puesto que es el depósito común, inagotable del amor.

Lo que el amor tiene de aburrido es ser un crimen, para el cual se necesita un cómplice.

LXVI
…Gusto inconmovible de la prostitución en el corazón del hombre, de donde nace su horror a la soledad.
Quiere ser dos.
El hombre de genio quiere ser uno, por lo tanto solitario.
La gloria es seguir siendo uno y prostituirse de una manera original.
Es a este horror de la soledad, a la necesidad de olvidar su yo en la carne externa, a lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar.

Mientras estoy escribiéndote, entro en el delirio. Todo mi ser en sí mismo se crispa y, dentro de mí, grita mi sufrimiento.

Pero habíamos extraviado el sentido de las palabras. Cuando nos miramos, nos trastornamos totalmente al advertir hasta qué extremo teníamos ahogada nuestra mirada, como si regresáramos del más allá. En el deseo en carne viva ya no tenía más fuerzas para sonreír.

…la felicidad que yo experimento es tan lamentable como un veneno…

El placer comienza cuando el gusano está en el fruto. Sólo es detectable nuestra felicidad cuando se carga de veneno. Lo demás es niñería.

…Hansi no me ama de la misma manera y quisiera curarme. Por lo cual, me calmaba y me conducía a la noche silenciosa, de sensualidad sin desorden, aunque desmedida.

Foto: Manuel Outomuro
Foto: Manuel Outomuro

Autores varios:

Ver sufrir a un hombre tan recio y tan valiente no es un espectáculo agradable. Aquel león sangraba al recibir en la herida el veneno corrosivo de la infamia que quería manchar a Tina Modotti una vez más, ya muerta. El comandante Carlos rugía con los ojos enrojecidos; Tina era de cera en su pequeño ataúd de exiliada; yo callaba impotente ante toda la congoja humana reunida en aquella habitación.

Pablo Neruda / Confieso que he vivido

 

Ponme como sello sobre tu corazón, como sello tu brazo; porque el amor es tan fuerte como la muerte, la insistencia en la devoción exclusiva es tan inexorable como el Seol. Sus llamaradas son llamaradas de un fuego, las llamas mismas no pueden extinguir el amor, ni pueden los mismos ríos arrollarlos…

El Cantar de los Cantares

 

Me dieron ganas de quitarme el frío frotándome contra ti, hundiendo mi cara entre tus senos, que llevaban horas pronunciándome invitaciones.

Antonio Malpica / La nena y el mar

 

Esas mujeres, y otras, son inolvidables; algunas más sólo se quedaron en la entrepierna, nunca subieron al corazón, a la memoria: son polvo, son sombra, nada…

Héctor Cortés Mandujano / Beber del espejo

 

Fui amorosa, prudente como, según mi madre, debían ser las mujeres que desean retener a un hombre. Ella confiaba en esa fórmula, aunque mi padre jamás volvió a su lado.

Cristina Pacheco / cuento Las Olas en Mar de Historias

 

…en todos los momentos en que se veían, en todas las horas que los separaban, Nébel y Lidia se adoraron…

Horacio Quiroga / Una estación de amor

 

Un hombre versado en esas artes, hablando elegantemente y adiestrado en las reglas de la galantería, se gana rápido y cabalmente el corazón de las mujeres aún después de un corto tiempo de relaciones.

Vatsyayana / El Kama Sutra

 

Hay sentimientos que no debemos expresar. Nos incitan a actuar de manera que no debemos.

Marqués de Sade.

 

El corazón muere lentamente. Desprendiéndose de esperanzas como si fueran hojas. Hasta que un día no queda ninguna. No hay esperanzas. No queda nada. Pinta su rostro. Sus ojos son agua profunda. Una geisha no puede desear. Una geisha es una artista del mundo flotante. Baila. Canta. Te entretiene. Lo que tú quieras. Lo demás son sombras. Lo demás es secreto.

Arthur Golden / Memorias de una Geisha.

 

Mirando el paisaje, trataba de calmarme y de engañar mi angustia llenándola como si te pudieras curar una pulmonía con dos aspirinas o una infección intestinal con un sorbo de melox.

Silvia Molina / El amor que me juraste

 

El amor consuela como los rayos del sol después de la lluvia

José Mancisidor / Frontera junto al mar

Foto: Robert Doisneau
Foto: Robert Doisneau

 

Eros y los arrechos

Foto: Ira Chernova
Foto: Ira Chernova

 

Por Leticia Bárcenas González

Arrecho, según consta en Nuestro modo. Un acercamiento al habla de Tuxtla Gutiérrez, de Enrique A. García Cuéllar, “Es una persona de fuerte erotismo, proclive a lograr los favores del objeto de su arrechura”, o sea, de su lujuria, cachondez, voluptuosidad o como quieras llamarle.

¿Y quién no es arrecho, por lo menos en alguna etapa de su vida? ¿Quién no ha vivido una pasión de amor?, pero de amor sensual, ese que tiene que ver con el cuerpo: el olor, las manos, la boca, la piel, el sudor, los ojos, el cabello, la voz, un lunar, un movimiento.

Y si como dicen los diccionarios, lo erótico es lo perteneciente o relativo al amor sensual, es lógico que en algún momento -o muchos- nos quedemos extasiados frente a un elemento que nos provoque, nos sorprenda, nos haga vibrar sutilmente, porque lo erótico no es evidente, nos sorprenda, nos haga vibrar sutilmente, porque lo erótico no es evidente, es un enigma que nos invita a descifrarlo, por eso nos provoca deseo.

Lo amoroso atraviesa lo erótico, pero no lo abarca… lo erótico va más allá, es pasional y transgresivo, porque en nuestra sociedad está prohibido disfrutar el cuerpo, propio o ajeno. La sexualidad es secreta. Y es precisamente esa tensión entre la prohibición y la transgresión la esencia del erotismo, que aunque sea un invento cultural nos hace más placentero el sexo.

En cuanto a lo pasional, ya lo ha señalado P. Aulagnier en Los destinos del placer, el objeto del deseo se convierte “para el yo de otro en la fuente exclusiva de todo placer, y ha sido desplazado por él en el registro de las necesidades (…) El placer se ha tornado una necesidad”. Entonces, lo que nos da placer pasa a primer plano y cuando esa necesidad es compartida por el otro, una simple caricia, el roce de una pluma sobre el papel, una melodía, la textura de un cuadro o la sintaxis con la que ha sido escrita una carta de amor pueden producir el mismo efecto: siempre los cuerpos estarán implicados.

Pero, ojo, no es el objeto del deseo en su totalidad lo que nos lleva al placer sino la disolución de los otros objetos, la sensación de “perderse del todo” en la fusión del yo con el otro, la “disolución relativa del ser” diría George Bataille.

Y en ese espacio, lleno de significantes lingüísticos y no lingüísticos, de procesos de resignificación, el cuerpo entero es el instrumento erótico por excelencia, es lo que despierta nuestras “bajas” pasiones (¿será por el lugar en el que más se avivan?). Es la iconografía de nuestra libido que busca la desnudez del otro pero también la propia, para así desentrañar en el encuentro de los cuerpos lo más “verdadero” del propio ser, la razón de ser de su deseo.

El erotismo es entonces el refugio desde donde la sexualidad se resiste a ser incluida en los discursos que intentan aprehenderla, normalizarla, negativizarla mediante la prohibición. Lo perverso, obsceno, depravado o indecente es otro asunto, ello va a depender de cada cultura, de la moral que se haya acordado en un determinado espacio y tiempo, de las normas que se hayan creado para la parte de la sexualidad que repercute en la sociedad… en lo íntimo las cosas son diferentes, es un asunto personal, allá cada quien con su arrechura.

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El cuerpo en el arte

El erotismo y la sexualidad siempre despiertan un interés muy especial en las personas, tal vez por ello mucho se ha escrito, dibujado, filmado y fotografiado sobre la sensualidad, el cuerpo y las pasiones. Pero no siempre ha sido así.

En el antiguo Egipto el cuerpo era un modelo de quietud, de estática eternidad, en cambio para los griegos, no sólo el cuerpo sino la belleza misma responden a una búsqueda de perfección que se encuentra en el orden y las medidas, de ahí la naturalidad de sus esculturas, la perfección de sus modelos.

Después con la llegada del cristianismo llega la oscuridad para el cuerpo, que se vuelve pecado; el desnudo no tiene cabida en esa visión. La imagen del cristo crucificado será la única referencia, lo más cercano al desnudo humano lo veremos en los querubines.

Cuando la sociedad se seculariza el panorama plástico se abrfe a nuevas manifestaciones del arte, se inicia una “nueva libertad” para el artista y el cuerpo sale de su letargo, renace como tema y no vuelve a dormir.

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Palomas encendidas

Por la dureza de tus muslos

vuelan palomas encendidas

por tu morenísimo cuello esta mariposa-boca mía

revolotea.

Invirtamos la historia

Hombre

Ángel de la anunciación

Adán

Mordamos de nuevo la manzana

jugosa roja

Centro donde tu pasión borbotea

Eva soy

no me importa el castigo.

Foto: Vadim Stein
Foto: Vadim Stein

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palomas encendidas / Yolanda Gómez Fuentes (Tapachula, Chiapas. 1964)

Fuente: Poesía en voz alta. Antología para jóvenes. Volumen tres, tomo II. Secretaría de Educación Chiapas. 2002. Serie: Lecturas sobre la realidad chiapaneca.

9

Me verás perdido en cada capa del mundo
Si alzas la cabeza, si bajas la persiana,
si sales al balcón, si regresas a tu cuarto
Estaré ahí, aunque nada te motive a pronunciarme
Aunque nunca te percates de mi boca
Aunque creas que el reflejo de la luz te cubre
Aunque vengas tan dispuesta y tan ufana
Me verás, a propósito de cualquier luna
Descendiendo de un trapecio, allanando tu mirada,
devolviéndote las ansias sin culpa,
la moral de tu fluido carmesí
Estaré porque todo me seduce
La fusión de la seda y el encaje
El alcance persecutorio del violín
La magnífica obertura de los cuerpos
La victoria que sólo ocurre en la noche

Gustavo Ruiz Pascacio (Tuxtla Gutiérrez, 1963)
De su más reciente poemario: No viene la primavera en las líneas de mi mano

Foto: Leticia Bárcenas González
Foto: Leticia Bárcenas González