No nos destruyamos antes de volver—me dijo. Pero yo necesitaba saber con cuántos se acostó mientras estuvimos separados.
No es que yo hubiera permanecido célibe, es más, si le confesara todo lo que había hecho para olvidarla jamás volvería conmigo, pero necesitaba saber.
La duda es el tufo expansivo y cáustico de la pimienta, de las fábricas de jabón que enardecen el olfato hasta asfixiar.
Quizá estaba enterada de lo que yo había hecho y quería evitar que le recordara el dolor. Me vio a los ojos y dijo insistente: ¡Por favor, no volvamos a caer!
Pero la agarré con fuerza de la muñeca y la hale hacía mí.
¡Dímelo!— grité.
La sangre se expande rápidamente cuando está caliente, pensaba que era más espesa y lenta.
Era una tarde soleada, después de varios días de intensa lluvia decidió ir a la feria que tenía ya semanas en la ciudad; ir le producía una especie de nostalgia. Sin percibirlo se había convertido en un coleccionista de objetos de feria, esas baratijas le recordaban algo, pero no sabía exactamente qué.
Genaro se sintió atraído por un puesto que estaba oculto en una pequeña carpa en forma de circo, entró y el olor a humedad lo hizo estremecerse, pero al observar dentro ya no le dio importancia, los objetos exhibidos eran de una calidad impresionante; juguetes de hojalata cuyo detalle era producto de un trabajo minucioso.
Estaba tan fascinado que decidió, en contra de sus reglas, llevarse tres. Los guardó en el bolsillo izquierdo de su pantalón, era una serpiente naranja muy pequeña, un pez color turquesa y una lagartija amarilla. El precio de los juguetes se le hizo económico comparado con la calidad de la manufactura.
Al salir sintió cómo un viento frío le recorrió el cuerpo, el cielo se tornó gris, pensó que pronto llovería así que decidió regresar porque odiaba mojarse los zapatos. Mientras caminaba presuroso, lo sobresaltó una punzada en la pierna donde había guardado los juguetes, no le dio importancia.
Foto: Cuartoscuro
Al llegar se sintió mareado, abrió la puerta con dificultad y somnoliento apenas llegó al sofá cayendo en un profundo sueño. Un par de horas después, Genaro despertó sobresaltado, sudando, con un dolor profundo en el cuerpo, no podía moverse, al voltear vio en su brazo a la serpiente naranja succionando sangre, tenía una cabeza en cada una de sus extremidades. En la pierna vio a la lagartija que impúdicamente hacía lo mismo y se aterrorizó aún más cuando vio reflejado su rostro en el enorme ojo metálico del pez que estaba sujeto a su mejilla.
Se sentía débil, horrorizado. Pensó por un momento que estaba en una pesadilla, intentó gritar sin conseguirlo. Hasta que cerró los ojos y gritó tan fuerte que las criaturas de hojalata se desprendieron de su cuerpo, cayendo al suelo inmóviles, recobrando el aspecto que tenían cuando las compró.
Se incorporó como pudo, los tomó y los metió en una lata con candado que usaba como alcancía. Se curó las heridas mientras escuchaba el desesperado movimiento dentro de la caja.
Esa noche no durmió, temeroso y fascinado por lo que había pasado, pensaba: ¿qué mente tan monstruosa ha construido esos artefactos capaces de recobrar vida mecánicamente y convertirse en una especie de sanguijuelas?, ¿cuál era el fin de todo eso?
Al día siguiente, muy temprano decidió ir a buscar a la persona que le había vendido los juguetes. La feria seguía ahí pero la carpa no. Preguntó con los comerciantes de los puestos sin que alguien le diera un dato preciso.
La idea de encontrarlo se le volvió obsesión, salió en su búsqueda llevando consigo la caja de metal con las criaturas que intentaban salir. Después de varios meses visitando ferias en diversos poblados, encontró la carpa.
Entró a ella, había nadie, sólo juguetes idénticos a los que llevaba en la caja que habían cesado de moverse. De pronto una persona se paró frente a él, tomó un pez turquesa y le extendió su mano con un billete. Genaro de forma automática abrió la caja registradora y le devolvió unas monedas.
Al salir la persona, la mirada de Genaro se detuvo ante un espejo que tenía una inscripción; al intentar descifrar lo que decía, vio su reflejo, a su mente se asomaron imágenes de un cuarto donde él construía juguetes de hojalata. Era ese recuerdo que lo perseguía en cada feria que visitaba. Aturdido, sólo pudo balbucear: yo soy el monstruo, soy el creador.
*Cuento finalista del Concurso de Cuento Breve «Monstruos contemporáneos», organizado por la revista radiofónica cultural Andares, la Cultura y sus Rutas, del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía de Chiapas, quien realizó por segundo año consecutivo este concurso de cuento breve. En esta segunda convocatoria lanzada en 2015, se lograron recibir más de 340 cuentos provenientes de distintos municipios de Chiapas.
El jurado seleccionó, al igual que en el primer certamen, a diez finalistas de entre los cuales se eligieron a los tres primeros lugares. Dichos cuentos fueron a su vez adaptados por el Departamento de Producción de Radio Chiapas y transmitidos de forma seriada cada viernes al iniciar el programa Andares, la Cultura y sus Rutas.
Para descargar y escuchar la serie completa visita:
Hablar de la figura de Eraclio Zepeda, de lo que representa para el cuento chiapaneco, es una tarea titánica ya que no hay punto de partida ni punto final, este escritor a lo largo de su vida se dedicó a crear historias de una manera magistral y compartió muchas otras de forma oral, una forma oral única, que atrapaba y aunque se deseará no podía dejar de esucharse y sentirse como un niño divertido ante tanta fantasía.
“Tengo un gran interés por la oralidad, soy cuentista y soy cuentero, también en mi literatura escrita creo conservar las tonalidades de la lengua oral, pero se equivocará enormemente aquel que crea que estoy imitando la lengua oral; no, la estoy inventando”, palabras de Eraclio Zepeda en entrevista.
En Desmesuradas nos hemos dedicado a la tarea de buscar distintas voces que hacen referencia a su valioso trabajo, en diversos foros; este es el resultado, que sin duda alguna son mínimas, tomando en cuenta la basta trayectoria que el querido Laco, tuvo en su haber.
“Por todos los colegas y discípulos del maestro Eraclio Zepeda que siempre recibieron la mirada generosa de quien mucho contribuyó a fortalecer sus propias trayectorias; por los miles y miles de lectores que gracias al acercamiento a su narrativa descubrieron mundos que nunca se habían imaginado; por los miles y miles de lectores que todavía están por venir, en nombre del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), hoy celebramos tu vida, agradecemos tu obra y te reconocemos como un gran protagonista de la literatura mexicana”.
Teresa de Vicencio Álvarez
“Quien no haya leído los cuentos de Eraclio Zepeda se ha perdido de una de las experiencias más gratificantes de la narrativa mexicana contemporánea… Eraclio Zepeda practica la poesía, el cuento, la novela, pero la parte más destilada de su trabajo se logra a través de su narrativa y muy particularmente de sus cuentos. Dueño de un fino oído que le permite reproducir y recrear el habla popular como Juan Rulfo, a su manera, logra enriquecer sus páginas con diálogos, giros, expresiones, dichos y dicharachos, mismos que son perfectamente identificables como parte del español que se habla en Chiapas, aunque ya transformada y recreada por la veta poética de Zepeda».
Hernán Lara Zavala
“Ha contado historias de prodigio que creímos se las llevaría el viento, pero un buen número quedaron en sus libros. Eraclio, a sus 75 años de edad, no se ha cansado de dar instantes de felicidad a quienes lo leen u oyen y a quienes lo escuchamos con el asombro de la primera vez… Es una de las figuras más queribles del medio literario mexicano… Fabulador irresistible, contaba oralmente –ha contado– miles y miles de historias… El mundo hubiera sido menos mágico –sería menos mágico– sin Eraclio Zepeda».
Marco Antonio Campos
“Los relatos divididos entre una Tuxtla mítica y un Distrito Federal que insistía en tragarnos, los relatos de Laco daban sentido final a un Chiapas hecho con baños de mar, bebida de pozole en Chiapa, todo lo que la ciudad no nos podía dar y sigue sin podernos dar. Laco siempre ha dicho y hecho al mundo, la verdad es un estilo de vida”.
Gustavo García
“Eraclio Zepeda no ha dejado de ser el niño que tiene una respuesta para todo”.
Vicente Quirarte
“Zepeda salva la monotonía gracias a su notable capacidad inventiva y a la importancia que da a la anécdota… La permanencia en Eraclio Zepeda de la voz y la fantasía populares es visible, más allá de eventuales incursiones en otros mundos. Quienes han escuchado sus numerosos cuentos orales, inexplicablemente no escritos a la fecha, saben que ese sabor popular es su gran característica… Referir hechos insólitos y sorprendentes es su principal tarea. Ello lo sitúa entre los escritores de hoy que, ante excesos formales vanguardistas, han vindicado la anécdota y recuperado el papel esencialmente recreativo de la literatura”.
Jorge Von Ziegler
“Eraclio Zepeda es sin duda uno de los más grandes escritores que México ha tenido en los últimos 50 años, y en esta novela su calidad queda de manifiesto”.
Humberto Musacchio
«Sin duda, la obra narrativa de Eraclio Zepeda Lara constituye, sin proponérselo, uno de los conjuntos más característicos de la literatura de Chiapas».
Rómulo Cose
«Zepeda tiene más facetas que la luna y es, también, cuentero extraordinario cuya obra es fundamental para el país».
Hugo Gutiérrez Vega
Desmesuradas rinde este pequeño homenaje a su memoria y les invitamos a disfrutar esa peculiar manera suya de contar las historias, en su propia voz, con los audios que el equipo de www.archivosonoro.org registró en diversas ocasiones:
1.-En el 2008 en el Auditorio del Campus Humanidades de la Universidad Autónoma de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas:
3.-En el 2011, durante el 5º Festival Internacional de Poesía Jaime Sabines se presentó el escritor Don Eraclio Zepeda con un cuento de reciente creación El Turco:
Desde la primera vez que te tuve enfrente y percibí tu aroma supe que no podía vivir sin ti. Te convertiste en mi manjar preferido a la hora de la comida, de la cena, del almuerzo y hasta del desayuno. Te disfruto con crema, con salsa, con albahaca y laurel… hasta con chocolate.
Me encanta esa forma, tan tuya, de enredarte, como invitándome a llevarte a mi boca, donde tu cuerpo, uniforme y resbaladizo, me produce un gran placer. Muevo mis dientes lo más suave posible, para no lastimarte e imagino cómo me recorres hasta llegar a mi estómago. Ahí detengo mis fantasías, no quiero pensar lo que sigue. En lugar de ello, me emociono con la siguiente ración de ti.
Conforme pasa el tiempo más te disfruto; al principio una vez al día, después dos, luego tres, ahora ya mejor ni las cuento.
Lo extraño de todo esto no es que sólo pienso en ti, sino que entre más placer me das, más cambian las cosas a mi alrededor: mi ropa a hacerse pequeña y mis zapatos demasiado angostos; las sillas también se reducen y qué decir de mi cama. Además, a la gente le ha dado por poner puertas cada vez más estrechas en las casas, comercios, oficinas y especialmente en los restaurantes.
Poco a poco he ido saliendo menos de casa, pues al caminar por la calle las personas se acercan demasiado a mí y en el transporte público, cuando logro subir, me cobran doble pasaje…
Por eso hoy mejor llamé por teléfono al restaurante de la esquina. No entiendo por qué les extraña que les llame tantas veces.
Oh, querido, no sé qué me ocurre, mi vientre parece un globo recién inflado, mis piernas y mis brazos se han vuelto tan pesados que no los puedo mover. ¿Está temblando? ¡Todo gira! Seguramente esto es sólo un mal sueño, enseguida despertaré e iré a buscarte. ¡Qué calor! siento que me falta el aire…
Querida:
Aún recuerdo nuestro primer encuentro, fue un momento inolvidable en la vida de ambos. Recuerdo con qué delicadeza tus manos delgadas, como diosa, con tus uñas de rojo carmesí detenía un instrumento metálico y me tomabas en él, como suaves caricias.
Fueron momentos de locura a tu lado; sobre todo al introducirme a tu cavidad húmeda, que me ponía blandito de la emoción, al ser desgarrado en tus dientes y caer derretido en tus jugos.
Sé que a partir de ahí no pudiste alejarme de tu vida, te pertenecía, fui tuyo noche y día. Cada vez querías más y en grandes cantidades. De alguna manera tenía que agradecer ese gran amor. Así que mi esencia y voluptuosidad fueron embelleciendo más tu cuerpo.
Dices que el mundo cambió, que las puertas y tu ropa se hicieron pequeñas. En verdad no fue así, tú eras la que te volviste más grande, magnífica, hermosa.
Tus manos más gruesas, como las de las musas de Botero, tomaban con la misma pasión que la primera vez mi cuerpo, al que llevabas a tu gloriosa boca. Te quería así y entre más inmensa mejor. Veía tu figura ir de acá para allá, buscando complementos para que nuestro gozo fiera más intenso.
Nuestra unión parecía eterna, hasta el día que te convenció ese hombre vestido de blanco que me abandonaras, porque según él tu salud estaba en peligro. Mentira, lo que pasa es que no podía soportar que me amaras.
Te vi cabizbaja todo el día, vi tus lágrimas cuando llamaste al restaurante buscándome. Disfruté la ternura con que me preparaste. Me sentí realmente halagado. Sentí además que nuestro amor crecía.
Pero escuché algo que no pude soportar: -Éste es el último encuentro. Me dolió tanto que redoblé mis esfuerzos para seducirte y tú ya no pudiste parar. Estuvimos juntos todo el día.
De pronto me vi abandonado. Caíste abrazada a tu vientre, sudabas. Luego tu hermoso cuerpo quedó inmóvil. Palideció.
Siempre tuyo, El espagueti
Cuento realizado por Leticia Bárcenas González y Gabriela G. Barrios García. Publicado en el Suplemeto cultural Paralelo 16, el 6 de noviembre del 2006.
Hablar de cuento en todas sus vertientes en unas cuantas páginas es bastante difícil, y tratar de encontrar al portavoz de los cuentistas es algo todavía más complejo, así que después de consultar al mago de los sueños, decidimos buscar a un apasionado en el tema de los cuentos para niños: niños de edad y niños de corazón.
“Me llamo Emilio Ángel Lome y mi oficio es imaginar. Mi amiga y maestra Paula Rodríguez me bautizó hace ya varios años como niñólogo y apenas me estoy dando cuenta que también soy arte educador. Me siento afortunado de hacer sólo lo que me gusta y más afortunado aún de que las cosas que invento les gusten también a otros…”
Había una vez un niñólogo que decidió hacer y contar versicuentos para ser feliz
Gabriela G. Barrios García / Leticia Bárcenas González
Emilio Lome / Foto: Cortesía
A partir de la lectura de algunos de sus cuentos y de visitar su sitio, surgieron muchas preguntas y quisimos conversar con él para saber qué es un niñólogo, qué es la adultocracia, de dónde nacen sus cuentos y hasta conocer cómo se puede conseguir la ciudadanía de Apapachonia.
Emilio nos citó en su enorme laboratorio de cuentos, ahí, entre un sin número de personas, objetos, sonidos, sueños y fantasías, este niño de corazón nos otorgó su tiempo para hablarnos con evidente emoción de su quehacer cotidiano, imaginar. Sin darnos tiempo ni tregua inició hablando del cuento:
“El cuento es un formato de construcción de conocimiento. ¡Es una maravilla el cuento! Es el formato de comunicación más eficiente y aprendizaje sensorial, aprendizaje ontológico, no sólo didáctico, sino aprendizaje. Para mí es el formato de aprendizaje más eficaz desde el hombre de las cavernas al cibernauta; desde el narrador de la tribu hasta Eduardo Galeano, quien se anticipó a lo que ahora se llama microrrelatos. La narrativa hiperbreve la hizo Galeano, le llamaba así”.
Entre humo, tambores africanos, música de Cri Cri y dibujos de diversos ilustradores, Emilio camina de un lado a otro, como buscando la fórmula para iniciar otro cuento, se detiene y dice “se confunde mucho el cuento con el relato, cuidado.”.
¿Cuál es la diferencia entre cuento y relato?
La tensión. El cuento siempre tiene un conflicto y los relatos, según (Alejandro) Aldana, una anécdota, un relato no puede tener un conflicto. El cuento tiene una ingeniería distinta, es más complejo. El conflicto lo hace dialéctico. Aldana dice que genera tensión y que la tensión genera la atención.
¿Los maridos sí inventan cuentos?
Relatos. (Risas).
¿Cómo se puede ayudar a desarrollar competencias narrativas en bebés y preescolares?
Ahorita está el tema de las competencias en la educación. Es un tema que viene de la empresa realmente, pasó a la educación de los modelos neoliberales, sin embargo, hay algo bueno. Jorge Volpi tiene un libro que se llama “Leer la mente” donde habla de la ficción desde la neurociencia, ese vínculo lo permitió la educación.
Hemos empezado a darnos cuenta de la importancia del cuento en la educación, en la construcción del lenguaje del niño y yo diría que en la construcción de su imaginario. Un niño que está cerca de los cuentos, que le narran o le leen, construye un modelo neuronal, diría que hasta se hace adicto; a esos niños les llamo “narradictos”, o sea son degustadores de cuentos. Se sientan y están atentos porque ya hay una necesidad neurológica, puede decirse que hasta bioquímica del encantamiento y el encantamiento genera una adicción. Un niño que está cerca del cuento estructura estas competencias narrativas que podrían ser la síntesis.
Esas competencias narrativas hacen que el niño sintetice, conozca muchas cosas, empieza a ver quién es el personaje, quien es el antagonista. Empieza a percibir muchas cosas ya de la estructura narrativa, desde chiquitos se van “formateando”; su imaginario va troquelando ciertas maneras de percepción. Te digo, se vuelven narradictos.
Sería lo mismo que las maquinitas pero de manera mucho más benéfica. Las maquinitas generan evidentemente un imaginario artificial muy agresivo y entorpecedor de las competencias de conocimiento. En cambio, el cuento genera una adicción que construye un imaginario, que formatea el conocimiento, que es una manera de aprendizaje maravilloso porque los cuentos tienen premisas, no tienen como se creía antes moralejas, tienen premisas. Tienen una base ideológica, por eso los niños se les puede apuntar cualquier tema mediante el formato simbólico del cuento; cualquier tema: el divorcio, la sexualidad, la injusticia en el mundo.
Siempre hay una base de aprendizaje en el cuento que va más allá de la escolaridad, que va con la vida, con las competencias para la vida, la capacidad de sensibilizarte ante el contexto, de tener un juicio crítico frente a la realidad. Y por supuesto te va formando un gusto, una apreciación estética.
¿Cómo o en qué se diferencian los niños a los que se les ha leído desde bebés de los que no?
Se nota hasta en su capacidad de concentración. Ahora que se habla mucho del niño con síndrome “déficit de atención”, pienso que el cuento, y lo he comprobado una y otra vez, es una de las maneras de que el niño genere un centro. Ese centro mediático de la televisión sobre todo y de los juegos, genera un niño que no se concentra, yo le llamo el niño adrenalínico, el niño que todo el tiempo está queriendo estímulos, y el niño del cuento es endorfínico; el encantamiento genera endorfinas, que es este placer que siente el cuerpo como degustar un chocolate, así se degusta un chocolate literario, una narración.
Entre más contacto tengas con los buenos cuentos más te vuelves un especialista, primero en la degustación, después en la apreciación y después en la selección del cuento; es un proceso de edad, donde el niño pasa de ser un perceptor de la narrativa a después ya poder seleccionar, tener un criterio estético de selección y ahora se habla del gusto estético, el criterio de selección estética se da desde bebés. Hay ensayos al respecto. Cómo el bebé elige ilustraciones, elige tramas, ya desde bebé tiene una capacidad selectiva, si tiene la oferta sensorial y perceptiva del cuento leído, el cuento narrado.
Emilio Lome / Foto: Cortesia del autor
¿Qué es un niñólogo?
Me bautizó así la pedagoga argentina Paula Rodríguez. Ahora entiendo que el niñólogo es el que trabaja el ser niño y el ser del niño no sólo con los niños externos sino con los niños internos. Que los adultos cada vez más lo comprobamos.
Alguien que trabaja sobre todo con niños, como el educador inicial de preescolar o de primaria, conecta desde su propio niño. Por eso mis trabajos con niños externos, de bebés a secundaria y con los niños internos de los adultos promotores de lectura, talleristas, educadores que trabajan con niños y algunos para niños, como los talleres que doy de escritura creativa para gente que escribe literatura para niños.
Emilio, ¿para ti qué es imaginar?
Cuando Descartes decía “Pienso luego existo” no informó lo suficiente porque pensamos de dos maneras, pensamos en concepto y pensamos en imágenes, la imaginación es esta manera de aprender el mundo, de construir conocimiento por medio de la imagen, de la psicología imaginativa, entonces los conceptos son más racionales y la imaginación es mucho más visual, más simbólica.
Creo que es más poderosa la imaginación, lo decía (Albert) Einstein, “la imaginación es más poderosa que la razón” pero las sociedades de este tiempo favorecen y privilegian mucho más la razón que la imaginación, por esa razón el arte no está en las escuelas como debiera ser. El arte se basa en estructuras, acciones y formatos imaginantes. Y la imaginación es esa fuerza poderosa que tiene el ser humano de construir conocimiento, aprender y transformar la realidad por medio de acciones imaginativas, visuales, metafóricas.
¿Cómo nace un cuento?
Según el libro que tenemos con Aldana, nace de muchas maneras. Nace de un sueño, de una ocurrencia, de un recuerdo, nace, como dice Ray Bradbury “del archivo secreto que tenemos todos adentro de nosotros”.
¿Cuando escribes un cuento piensas en tus lectores?
No. Tengo la fortuna de que mi laboratorio de cuentos personal es muy lúdico, me divierto mucho, tiendo hacer un tipo de creación literaria muy locochona, diría un amigo “muy pacheca”, es el surrealismo en realidad. Yo creo mucho en este delirio. Puedo explorarlo más porque cada vez veo una conexión con el niño que sigue ahí (se señala el lado izquierdo del pecho), que es muy juguetón, relajiento y no, no pienso en mis lectores.
Emilio Lome, el niñólogo / Foto: Cortesía
¿Cómo se musicaliza un cuento?
El cuento creo que tiene una música interna y lo que yo descubro es la personalidad musical que tiene cada cuento. Por ejemplo, me tocó hacer canción una novela de Mónica Beltrán Brozon, una novelota, muy buena por cierto, “Historia de un corazón roto… y tal vez un par de colmillos”, era evidentemente un blues. Es la historia de una niña vampiro.
Me tocó musicalizar “El profesor Zíper y su guitarra eléctrica” de Juan Villoro, era un rock, es un funki como los de James Brown. Musicalicé “Yanka, Yanka” de Francisco Hinojosa sobre unos pingüinos que quieren conocer el otro mar, viajan entonces del Polo Norte al mar cálido tropical y es un tema regué.
“Gregorio y el mar”, que es la historia del pescador que fue amigo y confidente de Hemingway desde que era niño Gregorio, cubano de origen canario, lo hicimos en décima y son cubano. Entonces cada uno va teniendo su propia personalidad.
¿Desde cuando descubriste que el escribir cuentos era lo tuyo?
Desde niño. Ahora que lo veo en retrospectiva realmente yo vivo de las ficciones; mis lecturas iniciales fueron los ahora llamados comics antes conocidos como cuentos, entonces aprendí a leer con “Kaliman”, con “El Santo”, con “Rolando, el rabioso”, con “La familia Burrón”, que me encantó.
Entendí que esa realidad alternativa me encanta. Esa realidad alternativa como diría Borges “era un sueño más hermoso que el sueño de la vida”. Yo soy “ficcionófilo”, o sea, soy un amante de la ficción, siempre he creído que es una manera hermosa de vivir y trascender la realidad, desde niño lo supe. Mi vida ha sido basada en las historias, cuentos han habitado en mí, la narrativa ha habitado en mí desde niño.
¿De niño te contaban muchas historias?
Sí, mi abuela me contaba. Soy narradicto desde niño totalmente. Entiendo muy bien el formato de la narrativa, del cuento y del relato; desde niño aprendí la fascinación del encanto por las historias y me contaban mucho y buscaba con avidez.
Tenías tu propia Sherezada.
Sí, mi abuela era maravillosa porque tenía una gran lógica interna, diría Alejandro Aldana. Lo que contaba, sus historias de miedo, de la Revolución, era extraordinario. Ahora entiendo porqué los viejos narran tan bien. Eraclio Zepeda por ejemplo, tiene todo ese sabor de los viejos. Eraclio Zepeda tiene una lógica interna increíble y cuenta de bulto, diría. Porque los viejos al no tener la televisión, el cine, tenían una gran capacidad de visualización, es decir, imaginaban mejor.
¿De esas historias que te contó tu abuela cuál es la que más te ha gustado?
Me contaba la historia, que por cierto tengo en boceto para unos cuentos de espantos y aparecidos que tal vez salga el año que viene en Alfaguara. Euqueria Presa, una hacendada española que fue acribillada cuando llegaron los pronunciados, o sea los revolucionarios, a su hacienda; se escondió en un pozo con todo su dinero para evitar que la encontraran pero dieron el pitazo y la encontraron en el pozo, como no la pudieron sacar la acribillaron y entonces sus herederos hicieron una capilla para honrar su memoria, estaba en un camino que era el Camino Real allá en Guerrero, el asunto es que a mi abuela se le apareció Euqueria Presa.
¿Cuál ha sido el personaje más entrañable para ti?
Los de Cri Cri. Creo que aquí no se le ha reconocido el papel que tiene como iniciador de la literatura para niños en México. María Elena Walsh, en Argentina, en los años 60 como cantautora empieza a cantar para niños y sus textos, que tienen calidad literaria como “La vaca Humahuaca”, son considerados pioneros en la literatura para niños, aquí no se le ha dado ese valor que debe tener a Cri Cri. Sus personajes son los que más recuerdo y creo que mi iniciación ya en la literatura, el salto del comic a la literatura para niños, se dio con él; alcancé libritos de él, lo leía y lo escuchaba; de ahí creo que mi pasión por el versicuentismo. Cri Cri fue un gran versicuentista.
¿Cómo se escribe un versicuento?
Desde que conocí a Cri Cri me di cuenta que por ejemplo, Bom Bom Primero, conocido como El Rey de Chocolate, era algo más que una canción, claro, era un cuento, si lo analizamos, igual que la Vaca de Humahuaca: “En un lugar de Humahuaca había una vez una vaca, era tan vieja tan vieja que estaba sorda de una oreja”.
Desde los seis años me acuerdo de ese cuento y al final termina que como se burlaban de ella los chicos terminaron como borricos y en ese lugar de Humahuaca la única sabia fue la vaca. Ese era un versicuento, se parecía a “La patita”, se parecía al “Barquito de nuez”, se parecía al “Chivo en bicicleta”, se parecía a las cosas de Cri Cri, claro yo no sabía que estaba leyendo a Mariana Walsh y mi andamiaje, como le llamarían los educadores, era toda esta nutrición de los versicuentos musicales de Cri Cri. Me volví letrista muchos años después. (Risas).
Siempre me encantó Joaquín Sabina, porque sabía que no sólo hacía canciones, “A la sombra de un león” es un maravilloso versicuento, o sea, iba más allá de una letra lírica, estaba contando una historia en verso. ¿Por qué en verso? Porque es un formato agotado. Al hacer una canción tienes tres minutos y debe ser muy sintético y si recuerdan “A la sombra de un león” o “Penélope” de Serrat, son historias acotadas al tiempo de la composición, por eso tienen que ser muy sintéticas.
Cuando inicio a componerle a Bandula, ahora un grupo muy reconocido en el ámbito de la música para niños, empiezo a hacer juegos verbales, a hacer historias que se van complejizando. Me di cuenta que el haber estudiado letras y mi experiencia literaria como escritor me permitía abordar las letras de otra forma, empecé a darme cuenta de que se estaban convirtiendo en cuentos, estaban las letras creciendo. Por ejemplo, “La Sirena de Río Conchos”, que es una leyenda inventada por mí para hablar sobre el Río Conchos de Chihuahua.
Me di cuenta que aplicaba a los conceptos del cuento a una letra de canción. En el Premio SM “Barco de Vapor” de literatura para niños, que siempre lo ganan novelas, me aventé a mandar un versicuento que obtuvo mención honorífica en el 2012; el jurado me escribió que me felicitaba porque me aventé 35 cuartillas en verso con una historia que reúne perfectamente los datos de una historia, tiene todo, es muy delirante, se llama “Siete lagartos sospechosos tosiendo debajo de un paragüas”, el título es parte de un ejercicio surrealista, después de leer a André Bretón hago ejercicios y me sale ese título y el versicuento es consecuencia de justificar por qué son siete lagartos, por qué son sospechosos, por qué tosen debajo de un paraguas amarillo y queda un relato bien delirante.
“El elefante y la Margarita” es un versicuento para niños y niñas sin edad porque ahora estoy haciendo versicuentos para bebés; me empecé a dar cuenta que en ese formato me sentía bien.
En Argentina valoran mucho el versicuento. Ellos desde la década de 1960 empezaron a generar un boom que aquí en México comenzó con Francisco Hinojosa y “La peor señora del mundo” en los 90. Alguien me dijo en un seminario que la literatura nació de manera versicuentista, la Iliada está en verso y no sólo es un verso, es un verso que se cuenta y se canta, eso me encantó.
¿Los versicuentos son para adultos, niños o adolescentes enamorados?
¡Para todo mundo! Tengo para bebés por ejemplo, el de “Nana para un nenedino”; “La vaca que se cree mariposa” para niños más grandes. Y para más grandes tengo una versión de un cuento de (Gabriel) García Márquez que se llama “Cumbia de Remedios, la bella”, es el cuento de Remedios la bella sube al cielo de “100 años de soledad” pero convertido en versicuento, que se cuenta y se canta. Ahí el punto es la belleza.
Remedios la bella es una mujer tan bella que quiere ser fea, está harta de ser bella, la atosigan demasiado, la acorralan demasiado por ser bella, la tocan, la miran, la adoran, quiere ser fea, se rapa, se encuera, como vestido sólo trae un costal y anda descalza, se chupa los dedos, no se baña y a pesar de eso, entre más fea quiere ser más se enamoran los hombres de ella.
En la FIL de Guadalajara, después de contarla acompañado de tambores africanos, hacíamos un debate con los jóvenes preparatorianos sobre qué es la belleza. Así, el versicuentismo es para todos.
¿Los versicuentos siempre incluyen premisas o lo que llamamos nosotros moralejas?
Premisas. Mi maestro, Alejandro Aldana, diría que todos los cuentos tienen una premisa, no moraleja. Él habla de que los cuentos son una ingeniería narrativa que está en texturas, por ejemplo, haces primero la obra negra, luego el colado, así podría ser un cuento, tiene varias capas, varias texturas; en los cuentos para niños no se considera que haya una textura conceptual y yo creo que sí; en México en “La peor señora del mundo”, por ejemplo, se aborda la violencia familiar, hay ideas abordadas con el soporte simbólico del cuento. Entonces, si hay premisas, hay ideas.
Has dicho que con los cuentos se cura. ¿Qué se cura?
En los niños hay una patología perceptiva que se llama estereotipia, lo podemos ver en la plástica, yo le llamo el síndrome de Winnie Pooh. Todos los jardines de niños están llenos de Winnie Pooh, de Blancanieves, es el imaginario de la tele. Con los cuentos se cura ese imaginario patologizado, el imaginario impuesto, el imaginario que domestica.
Los cuentos te van sanando de esa imposición perceptual y te conectan con las formas de encantamiento ancestrales que han tenido las culturas de siempre, van a tener un trance. Yo he visto niños escuchar cuentos o al leer un cuento, que se quedan plenamente concentrados porque es como un trance benéfico, te curan de las imposiciones y las domesticaciones sensoriales y perceptivas, cognitivas.
¿Con los cuentos se educa el corazón?
Está muy de moda la inteligencia emocional. Octavio Paz dice que la poesía está hecha de imagen, concepto y emoción y (Jean) Piaget dice que un aprendizaje se construye cuando incluye lo corporal, lo cognitivo y lo afectivo. Yo creo que los cuentos no sólo apelan al corazón, apelan a todo el cuerpo, pero no todo el conocimiento incluye al corazón. Los cuentos generalmente, sobre todo para niños, incluyen una experiencia emotiva, si eso es conectar con el corazón, creo que sí.
¿Eliges a los ilustradores de tus cuentos?
Ahora sí. Al principio no, cuando te publican te dicen ya te ilustré y no importa con quien sea. Ahora ya elijo: Luis San Vicente, que es un gran amigo y gran ilustrador. Hoy, en la ilustración para niños en México hay gran calidad. Tenemos una gran herencia pictórica desde los códices, desde los moneros que le llaman y ahora en la ilustración para niños, hay artistas.
¿Y a los grupos que musicalizan tus letras?
Me ha tocado con Bandula, me ha tocado vincular con Lila Downs; con gente como Ernesto Anaya, que es el director de Eugenia León; con la Maldita Vecindad; con Flavio, el bajista de los Fabulosos Cádilacs que también le entró. Susana Harp.
Ha sido bien interesante que por medio del trabajo para niños me haya podido vincular a gente que admiro y que hacen la cultura para adultos pero que también son papás. Entonces, se van vinculando poco a poco en algo que ahora ya se está dignificando porque hacer cosas para niños era como de segunda división.
¿Cómo se hace un cuentacuentos?
El cuentacuentos tiene que ser un narradicto. Tiene que entender, tiene que necesitar el cuento como se necesita algo que sea casi vicioso. Tiene que empezar por ser un narradicto y pasa de ser perceptor del fenómeno de la narración de cuentos a querer estar ahí contando, aunque sea a las gallinas.
Tengo una anécdota de un niño en Hidalgo que después de escuchar a un amigo cuentacuentos le contaba cuentos a las gallinas, además era un niño que tenía labio leporino; le costaba mucho pararse frente a un público y contar. Pero se encerraba con las gallinas y les contaba cuentos.
Otra anécdota vinculada con esta pasión por contar la vi con los niños indígenas de Guerrero. Estaban en los albergues indígenas, se iban los fines de semana y me acuerdo que un niño, que era el que tenía más dinero porque podía ir al cine, regresaba y en la noche, como no había luz, ponía una vela y les contaba las películas que había visto.
Hay otras, el punto sería la narradicción, eso te hace cuentacuentos en todo, en la mesa, en la cama, en la tertulia, en el foro, en el escenario.
¿Y cuando cuenta cuentos el cuentacuentos qué cuenta?
Cuenta algo que le importa, las cosas que ama y las que odia, así conecta. Es la posibilidad de decir con el disfraz simbólico del cuento algo que ama o algo que odia, da un punto de vista profundo, verdadero y personal.
Emilio, ¿qué haces para evitar la adultocracia?
¡Juego! Mis hijos son testigos. Hay algo que se llama caracterología lúdica, que ejerzo cada vez más. Decía Gabriel García Márquez que cuando fuera grande quería ser niño. Yo de verdad lo vivo, la vida para mí es un laboratorio. Creo en la caracterología lúdica. Me encanta jugar con las palabras, me río muchísimo, cada vez más.
Leí la biografía de André Bretón sobre surrealismo, me encantó y me identifiqué realmente con estos transgresores, subversivos. Y que en realidad la adultocracia de Europa es la que había llevado a la guerra y André Bretón plantea una revolución transgresora a partir de la creatividad y la imaginación, yo pertenezco a ese grupo de cronopios delirantes y con los niños no hay de otra.
El niño es un transgresor hasta que demuestre lo contrario, que generalmente la educación convencional se hace cargo de que ocurra, lo domestica y yo creo que si fui domesticado alguna vez pues ya estoy en un proceso en total sanación y liberación de eso (risas), porque creo que la vida sí vale la pena vivirse como un juego lleno de misterios a resolver y descubrir.
¿Cómo se puede conseguir la ciudadanía de Apapachonia?
Lo que pasa es que los apapachonienses antes eran los quejumbrosíanos. Apapachonia fue antes Quejumbrosia. El Rey Amargustio Segundo, hijo de Amargustio Primero y nieto de Carifuchildo Cuarto, gobernaba en Quejumbrosia y los quejumbrosíanos tenían una cara como que se chupaban un limón, entonces gracias a su nieta, después de un ataque de amargostitis aguditis, Amargustio Segundo fue a los archivos reales y descubrió que tenía un segundo nombre: Amargustio Felizberto. Eligió en lugar de Amargustio llamarse Felizberto Primero.
Y como las palabras tienen un poder enorme ya no le quedaba ser Felizberto Rey de Quejumbrosia, entonces buscó y gracias a su nieta descubrió que era Apapachonia. Los apapachonienses han estado aislados mucho tiempo, como se había prohibido la alegría, la risa, todo eso, estaba aislados; entonces Felizberto dijo: bueno, estamos aislados, ¡salgan!, vayan por el mundo pero disfrazados para que no los descubran y luego regresan a contarnos, cada vez que ves a una persona que se ríe porque sí, que contempla las nubes en el cielo y ve qué formas tiene, que juega con los niños, que garabatea, que ejerce su delirio, sin duda, aunque esté disfrazado estás frente a un apapachoniense.
Lugar de nacimiento: Iguala, Guerrero Edad: 47 años Número de hermanos: 2 Estado Civil: Felizmente enamorado Número de hijos: Dos Pasatiempos: Dibujar, vagar con mi esposa por calles del mundo Música: Experimental Cuento de cabecera: El ahogado más hermoso del mundo Escritor: Mario Vargas Llosa Comida predilecta: El salmón Rituales: Muchos. Colecciono clips que me encuentro tirados en la calle, siento que me aportan algo
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En Corto
Voz: Canto Silencio: Naturaleza Niño: Explosión de vida Adulto: Aprendizaje Ilusión: Camino Imaginación: Aurora boreal Realidad: Laboratorio Escritor: Juego Ángel: Alas Educar: Transformar Arte: Alquimia