“Con sólo mostrar su rechazo a determinadas acciones políticas, los jóvenes cumplen con su responsabilidad ciudadana, con sólo decir que no, como lo hicieron en 2012, hace dos años, se comprometen con la salud política del país”, señaló categóricamente la escritora, activista y periodista mexicana Elena Poniatowska Amor en su charla con los jóvenes de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach). El auditorio de la máxima casa de estudios se vio abarrotado no sólo por la comunidad estudiantil sino por lectores de la respetada escritora, quien ha dedicado su vida profesional a escuchar y hacer escuchar las voces no sólo de los artistas y personajes destacados en la historia de México, sino también la de los débiles, para denunciar y señalar las injusticias y hechos históricos que han marcado a nuestro país.
Libro Elena Poniatowska La Noche de Tlatelolco. Foto: Emilio Ruiz
En su intervención, hizo una remembranza de los hechos acaecidos en 1968: “Nadie vino en ayuda de los estudiantes, era una plaza muy cerrada y los demás mexicanos no sabían lo que estaba sucediendo, entonces se sintieron muy solos porque en la plaza de las Tres Culturas es un espacio muy cerrado, encajonado entre varios edificios y creo los estudiantes sintieron que nadie los iba a apoyar jamás.
La indiferencia era tan alta como la de los rascacielos, además llovía. Después de todo, Tlatelolco es sólo un enclave dentro de la ciudad, quizá una de las ciudades más grande del mundo. Habló del espíritu de los jóvenes de esa época: el movimiento estudiantil es sólo una revuelta de jóvenes ilusos que creían que la ciudad era suya, que podían cantar de alegría y dejar salir al poeta que traían o que traen todos los jóvenes dentro. Dejar salir a su ángel de la guarda, al ego, al subconsciente, a la entrega, al amor por el otro, a las fuerzas del bien y del mal; adolescentes ingenuos que se imaginaron que las 500 mil personas iban a protegerlos siempre, que apoyados por la multitud serían invencibles, jóvenes alucinados y espléndidos, que creían poder gritar impunemente frente al balcón presidencial, al entonces jefe de la Nación y sobre todo al jefe del Ejército Mexicano, Gustavo Díaz Ordaz: Sal al balcón hocicón. Sal al balcón bocón.
El movimiento estudiantil -continuó Elena Poniatowska- sacaba de quicio a todos aquellos que en la Cámara de diputados aplaudieron de pie las medidas tomadas por el Presidente Díaz Ordaz y ejecutadas por su segundo, Luis Echeverría, el 2 de octubre. El Movimiento Estudiantil desafiaba el orden establecido y ponía en peligro la autoridad del gobierno, la de los empresarios y los jefazos. Los embotellamientos, el súbito incendio de un autobús a la mitad de San Juan de Letrán, hoy Eje Lázaro Cárdenas, el de la T.A. encendida de los transportes públicos, las vitrinas hechas añicos, las interrupciones de tránsito, las colectas en la calle, las porras y los estribillos estudiantiles: Di por qué dime Gustavo, dí por qué eres cobarde dí por qué no tienes madre dime Gustavo por qué y En la calle de Insurgentes que chinguen a su madre los agentes. Los grafittis, los mítines relámpago, las arengas en el mercado, la brusca irrupción de una nueva realidad molesta para la rutina de los oficinistas, los hacía exclamar: ¿Por qué no están estudiando? Su lugar es frente a sus libros, la sociedad paga sus aulas y sus carreras, son una bola de irresponsables.
La de los estudiantes era una protesta muy localizada, los universitarios y los politécnicos eran alborotadores, el descontento no se había generalizado, muchos estaban conformes con el gobierno, un refresco y una torta bastaba para que se adhirieran al PRI, en nuestro qué país de acarreados. México era la sede internacional ¡qué gran honor! Y con sus desmanes, los locos, esos irreverentes y pendencieros estudiantes ponían en peligro el prestigio del país, el de su dirigencia. Hizo además una retrospectiva de las reflexiones que se suscitaron a partir del movimiento estudiantil: A partir de esa fecha, muchos nos inclinamos y nos preguntamos quiénes éramos, quiénes somos, y qué queríamos, nos dimos cuenta que habíamos vivido en una especie de miedo latente y cotidiano, que intentábamos suprimir, pero que había reventado; sabíamos de la miseria, de la corrupción, de la mentira, de que el honor se compra pero no sabíamos de las piedras manchadas de sangre de Tlatelolco, de los zapatos perdidos de la gente que escapa, de las puertas de hierro de los elevadores del conjunto habitacional, todas esas puertas perforadas por ráfagas de ametralladoras, los edificios de la Avenida Juárez volvieron a caérsenos encima, la gente caminó de nuevo a toda prisa mirándose los pies y algo muy cercano al pánico pudo leerse en su rostro, qué horrible normalidad, diría doña Margarita Nolasco, al ver que nadie reaccionaba.
Poniatowska Amor, mencionó también parte de su experiencia periodística al escribir su libro tan renombrado La noche de Tlatelolco: A raíz del dos de octubre, consigné las voces de muchachos, de muchachas, de madres y de padres de familia, me decían sí, sí yo le cuento, pero cámbieme de nombre, yo le cuento pero nunca vaya a poner quién soy yo, salvo los líderes presos de la cárcel preventiva de Lecumberri y salvo los nombres de algunas madres de familia, guardé esos nombres en el fondo del corazón, a riesgo de no saber hoy, a 46 años quién es quién, quiénes son. Muchos se negaron a hablar. Esta tragedia escindió la vida de muchos mexicanos, antes y después del dos de octubre. 1968 fue un año que nos marcó a sangre y a fuego. 1968 es el año del descontento de los jóvenes en todo el mundo entero.
Hubo otros movimientos estudiantiles en Francia, en Checoslovaquia, Japón, ninguno tan violento como el nuestro. El fuego intenso duró 29 minutos. Luego los disparos decrecieron, pero no terminaron. Una señora dijo al diario Excélsior: esto lo veía yo en las series televisivas llamadas Combate y jamás pensé que las vería en realidad. Con la entereza que ha demostrado esta activista social, nos compartió sus reflexiones respecto a la actualidad de nuestro país: Hoy a 46 años del movimiento estudiantil en 2014, ¿han terminado los balazos? Desde luego que no. En las calles de la Ciudad de México y en muchos lugares de la República, donde campea la violencia, el movimiento de 1968 fue la punta de flecha de otros enloquecidos movimientos de pureza en nuestro país, otros escritores como José Revueltas, otros ingenieros Heberto Castillo, otros Gilberto Guevara Niebla, otros Raúl Álvarez Garín, otras Roberta Avendaño “Tita”, otras Ana Ignacia Rodríguez “La Nacha”, otros Salvador Martínez de la Roca “El Pino”, han aparecido en nuestro país desde entonces. Quedan varias incógnitas, nunca se ha revelado el número exacto de muertos, aunque el periódico de Londres The Guardian, dijo que eran 250, cifra que retomó Octavio Paz en su libro Posdata, publicado en 1970.
Quizá nunca sepamos el número exacto de muertos en la noche en Tlatelolco; sin embargo, resonará en nuestros oídos durante muchos años la pequeña frase explicativa de un soldado al periodista del periódico El día, José Antonio del Campo, a quien le explicaron: Son cuerpos aquellos que están ahí amontonados. Son cuerpos, señor.
Finalmente, quisiera hablarles de un líder del 68, de Raúl Álvarez Garín que nos dejó hace unos días, la noche del 27 de septiembre del 2014. Raúl muere en los días del asesinato de 22 personas en Tlataya, Estado de México y otros 22 muertos en dos días en Chihuahua; muere en el momento en que aparecen cinco normalistas muertos en Ayotzinapan, muere en medio de una cacería de opositores en Morelos, ¿qué diría Raúl del joven futbolista de 15 años, José Evangelista, cuyos tenis aparecieron encima de su ataúd, porque vino a jugar fut como parte del equipo de los avispones y encontró la muerte en su autobús, volcado por obra de pistoleros y policías en la carretera Iguala-Chilpancingo? ¿Qué diría de los seis asesinados y los 43 normalistas desaparecidos en Iguala? ¿Qué diría de la muerte de tres jóvenes el 21 de septiembre en Maravatío a mano de cinco policías michoacanos? Raúl Álvarez Garín muere en un país en manos de la guerra sucia contra el narcotráfico, en un país que nos hostiga, en un país en el que se encarcela a los adolescentes, se les acusa y se les considera violentos, alcohólicos, drogadictos, desertores de la escuela, ignorantes e inservibles ¿Qué diría de un país en el que se mata a los chavos? En un país despiadado con su gente pobre, despiadado contra los migrantes, implacable con los niños. Un país que daña a sus habitantes, un país en el que todos los mexicanos podrían preguntarse ¿quién nos protege? ¿En dónde hemos venido a asentarnos? ¿Qué diría de lo que está sucediendo ahora en el reglamento y las modificaciones al plan de estudios del “Poli” que disminuye el grado académico a técnico y convierte a cada muchacho en mano de obra barata? Hizo referencia a lo que escribió Adolfo Sánchez Rebolledo sobre la matanza de Iguala: Mientras el Estado mexicano sea incapaz de asegurar la gobernabilidad mediante la justicia y la ley, la delincuencia seguirá colonizándolo, aprovechando para sí misma el orden legal.
No podemos pasar por alto el hecho de que estas matanzas involucran a los más débiles, a esos ciudadanos cuya desaparición no perturba –porque no existen para ellas– la vida cotidiana de las élites, lo cual muestra no sólo el filo irracional, demencial, de la violencia criminal, sino su siniestro clasismo, su carácter instrumental.
Elena Poniatowska finalizó su intervención con palabras ex profesas a los jóvenes universitarios: De los jóvenes depende, claro está nuestro futuro, el gobierno y las circunstancias, el futuro de México. Los jóvenes son el futuro y ya dieron una muestra de lo que pueden hacer con su movimiento, en el Distrito Federal, en una Universidad donde “papi” suele darle su coche a su hijito, en una universidad de ricos, la Universidad Ibero, la del “yo soy 132”, ese movimiento que cambió la visión que los estudiantes de las escuelas públicas tenían de la Ibero, nada mejor pudo unirlos como universitarios que esa declaración en el momento en que enseñaron con entereza sus credenciales en el internet aclarando que eran estudiantes y no porros ni gente pagada como pretendió divulgarlo el PRI, con sólo mostrar su rechazo a determinadas acciones políticas, los jóvenes cumplen con su responsabilidad ciudadana, con sólo decir que no, como lo hicieron en 2012, hace dos años, se comprometen con la salud política del país.
El fin de semana concluyó el 14º Festival Internacional de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos 2014, realizado en el municipio de Comitán de Domínguez, Chiapas, México, en el que se llevó a cabo un foro literario con la participación del escritor chiapaneco Héctor Cortés Mandujano, Premio Nacional de Novela Breve «Rosario Castellanos» 2004, quien dio lectura a fragmentos de su obra titulada “Aún corre sangre por las avenidas”.
Al respecto, Desmesuradas comparte con ustedes una entrevista con el escritor, en la que habla de esa novela y otra titulada “Mar en movimiento”, mención honorífica en el mismo certamen.
El amor es un escudo contra la maldad: Héctor Cortés Mandujano
Leticia Bárcenas González
Aún corre sangre por las avenidas es una crítica a la naturaleza humana, a partir de un crimen brutal registrado años atrás en Tuxtla Gutiérrez. La violencia, presente en toda la novela, deja ver el lado oscuro de una ciudad que puede ser cualquier parte del mundo, aunque sus personajes utilicen un lenguaje muy tuxtleco. Con esta obra, Cortés Mandujano, ha demostrado que se puede escribir sobre Chiapas sin hablar necesariamente de los indígenas y del movimiento zapatista, al mismo tiempo que borra la idea absurda de que sólo se puede hacer literatura desde el centro o norte del país, por lo que se siente satisfecho, aun cuando hubo gente a la que le molestó la temática y su forma de contarla, “no nos gusta ser criticados, nos encanta que nos halaguen, así es la naturaleza humana en general. Entiendo que hay gente que adora Tuxtla Gutiérrez, y que de pronto le puede parecer agresivo u ofensivo que alguien que no es de Tuxtla, como es mi caso, se refiera a su ciudad no en los términos en que a ellos les encantaría.”
Foto: Alexis Sánchez
—En Aún corre sangre por las avenidas tocas “algunas partes oscuras de Tuxtla Gutiérrez”, como una forma de demostrar tu amor por esta ciudad. ¿Es una labor de la literatura decir la verdad?
—Sí, aunque no podría extenderlo hacia toda la literatura, pero por lo menos a la literatura que a mí me interesa escribir sí, y es una verdad que al final de cuentas es mía. No necesariamente tiene que ser avalada o compartida por todos los demás, al final de cuentas la verdad es algo tan intangible y tan huidiza que suponer que lo que tú dices es una verdad tan firme que nadie la puede socavar, sería una tontería, una vanidad, que por lo menos yo no tengo. Dentro de la novela digo cosas que me parecen denunciables, cosas que no me gustan, en esta circunstancia en la que me ha tocado vivir.
—Cuando obtuviste el Premio hubo gente muy molesta, no porque ganaras el Concurso sino por lo que decías de Tuxtla. ¿Aún te siguen invitando a salir del estado?
— (Risas) De momento no, pero aunque me inviten no les voy hacer caso. Digamos que como mi intención no es necesariamente hacerle el gusto a nadie no me preocupa mucho lo que puedan pensar, lo que sí me preocupa es escribir bien, contar bien, y tener claro que lo que digo puede ser una verdad para mí, aunque no necesariamente para los demás.
—García Ponce señaló, en una entrevista, que la ventaja de la cultura es poder tocar zonas oscuras e iluminarlas. ¿Cómo se logra ese proceso?
—Bueno, habría que preguntarle a García Ponce (risas). Efectivamente, cuando hay algo que nadie comenta, que nadie dice pero que todos saben, en el momento que te acercas a ese hecho o a esa zona se puede caer en la cuenta de que es cierto, pero no estás descubriendo esa zona obscura porque esa zona obscura ya está ahí. Hace tiempo dije en otra parte de la República que Tuxtla Gutiérrez era una ciudad atravesada por un río de mierda y me dijeron: eso es mentira, y dije no, sí es cierto. Preguntaron que cómo la gente lo soporta, parecía absurdo pero todo mundo sabe eso del río Sabinal, no es algo oculto, el río pasa y apesta, pero justamente cuando hablé de ello en un programa de radio, la gente se indignó como que si estuviera diciendo una mentira, como que si el río Sabinal lo hubiese inventado yo o lo ensuciara yo solito. Creo que esta hipocresía generalizada que tenemos de enseñar sólo lo bonito, nos ha hecho daño. A estas alturas del partido debemos saber cómo somos los hombres y las mujeres. Ya nadie debería llamarse engañado, si estás pensando que somos seres ideales y angélicos estás equivocada.
—Dice Alejandro Jodorowsky que hay lugares en el mundo en los que habita un sufrimiento enorme, que cada uno de nosotros podría ayudar a aliviar: ¿Tu trabajo literario contribuye a ello?
—Por lo menos no de esa manera, no lo tengo como una cruzada porque creo además que no es necesariamente mi vocación, a mí no me gusta dar consejos que no me piden, pero trato de que, por las circunstancias justamente de lo que escribo, que lo que digo pueda ayudar a alguien. Hace tiempo cuando publiqué un libro (Lejos del reino de las hadas) y en un programa de radio estaba hablando de él, llamó una muchacha de preparatoria y dijo que me felicitaba y que le gustaba lo que escribía; el locutor le pregunto por qué si es un libro sobre la brutalidad, la violencia, la muerte. Y la niña dijo algo que a mí me asombró: porque nos enseña lo que no debemos hacer (risas). Evidentemente muchas de las cosas que yo toco pueden ser brutales, pueden ser tiernas, pueden ser de distintos modos, tal vez sí están buscando aliviar el dolor o por lo menos compartirlo. O quizá decir que lo podemos evitar de veras, y lo podemos evitar simplemente haciendo lo que nos toca sin pensar en que vamos a modificar al mundo, al mundo completo. Hace tiempo que platiqué con niños, a raíz de otro libro, y uno de ellos me preguntó qué podemos hacer para salvar al mar, le dije, mira no te preocupes por el mar preocúpate por salvar el río que pasa cerquita de tu casa, preocúpate por salvar el arbolito que esta ahí, muy cerquita de donde vives, échale agua, no mates ningún animal, trata en la medida de lo posible que hagas lo que hagas no dañe a otros, pero olvídate del mar, si haces lo que te toca puede que ayudes al mar de manera indirecta. A veces estamos preocupados por salvar al mundo, no mames, eso no se puede, o sea, no puedo salvar al mundo evidentemente pero sí puedo, tal vez, relacionarme bien con la gente que tengo al lado y eso me parece que puede servir, en este sentido puedes aliviar, si quieres, la soledad, el dolor, la falta de amor o de cariño de alguien que esté cerca de ti, y creo que eso basta, salvo que seas Buda o la madre Teresa de Calcuta, gente que ha decidido vivir la vida entregada a los otros, algo que yo no hago.
—¿La violencia también será una forma de demostrar amor?
—Sí, claro. Detrás de todos los asesinos y detrás de toda la gente que realiza actos espeluznantes, hay un niño, una niña que quería que la quisieran. Creo que, aunque suene muy cursi, el sentimiento amoroso que tengas cercano a ti funciona como una suerte de escudo contra la maldad, si te sientes amado y amas, creo que puedes, efectivamente, no matar a alguien, no herir a alguien, en términos generales, pero creo que alguien que no es amado, que no ha tenido la posibilidad de que lo amen y de amar pues tiene un rencor hacia el mundo y en ese momento lo representamos tú y yo, lo representamos un hombre y una mujer, y si el mundo me ha jodido, si el mundo está en contra mía, ¿por qué diablos tengo que respetar al mundo? Te puedes inmolar por los demás si te sientes amado y puedes matar a todos los demás si sientes que nadie te ama.
—En Aún corre sangre por las avenidas uno de los personajes habla sobre su trabajo: hacer lucir bien a los cadáveres, y se describen algunas características importantes según el tipo de muerte que se haya tenido. Me intriga algo: ¿en verdad los ahorcados, antes de morir, eyaculan? ¿Las ahorcadas tendrán orgasmo?
—No sé. Bueno, es una pregunta complicada (risas). Los ahorcados eyaculan, es una cuestión médica incluso criminalística, que yo, como abogado, estudié en algún momento de mi vida. Hay una novela del Marqués de Sade en el que un tipo se cuelga en aras del placer, se cuelga de un lazo y en el momento en que eyacula, la chava que está con él corta el lazo para que no muera, entonces ese cuate regresa a la vida fascinado porque es la mejor eyaculación que ha tenido, después lo hace de manera constante, un artista de veras (risas). En el caso de las mujeres es más complejo pues se supone que sólo existe el orgasmo clitórico, entonces…salvo que las colgaran de ahí (risas).
—No creo que sientan mucho placer (risas).
—Tampoco yo. El asunto de la eyaculación está relacionado con otra cosa, con algo orgánico que tenemos los hombres y que las mujeres no (risas).
—Retomando la novela y ese mundo de carencias de tu personaje niño. ¿Alguna vez has experimentado el hambre feroz, el frío que deja sin aliento, el miedo que cala los huesos?
—He tenido mucha hambre en momentos de mi vida, especialmente cuando fui adolescente y coincidimos, mis hermanos, mi mamá y yo, y vivíamos en una casa pero teníamos muchas necesidades, no todos teníamos trabajo e íbamos cascareando y había días en que no teníamos ni para comprar tortillas, entonces no comíamos sólo tomábamos agua para pasarla, pero nunca me pareció que eso fuera un hambre feroz. El frío que deja sin aliento sí, porque soy muy friolento. Un día íbamos a Guadalajara en un camión a presentar una obra de teatro mía: “La muerte, esa bestia negra”, que fue elegida para ser representada en la muestra nacional de teatro en Guadalajara, pasamos de madrugada por Toluca y la verdad es que me sentí morir, fue como una hora en que yo no sabía qué hacer, no me quería mover, quería gritar, fue una de las cosas más espantosas que me ha pasado en la vida, un frío brutal, brutal. Miedo. Fui un niño miedoso, le tenía miedo a lo sobrenatural y a algunos animales del campo, después le he ido teniendo miedo a otras cosas pero nunca he sentido un miedo paralizante, así de espeluznante que no me permita moverme, no. Soy muy racional, lamentablemente, cada vez me vuelvo más racional, tengo miedo a menos cosas.
—Dices ser más Eros que Tánatos, pero ¿alguna vez has deseado morir?
—Sí, como todos. Tal vez haya alguien que no y lo felicito desde aquí, pero yo sí, varias veces. Especialmente en la adolescencia. Mi adolescencia y creo que la de todos los hombres o de la mayoría, por lo menos, es terrible porque va en contra de todas tus certezas. Va en contra de la infancia que es fundamental. La adolescencia te ingresa a la vulgaridad de la vida y entonces no te gusta nada. Vas descubriendo el mundo de veras. Cuando eres niño te pueden pasar las cosas más terribles del planeta y las tomas con mucha ligereza, sufres, lloras y luego te pones feliz con casi nada. Digamos que se necesita mucho para que un niño no sea feliz porque tienen espacios para ser feliz aún en las situaciones más desgraciadas y más terribles, pero la adolescencia es, creo, la parte más desagradable de los hombres, no sé de las mujeres, parece que a ellas no les da tan duro ese asunto. No te queda el cuerpo, los huesos son más grandes. Tu cuerpo es como un traje que no te viene, te queda mal. Descubres ahí también, para bien o para mal, el sexo como una fuerza impresionante, descubres las diferencias sociales, descubres si eres guapo o feo, idiota o inteligente, seguro o inseguro y todo te cae de madrazo. Sin que nadie te haya anticipado que en ese momento tienes que definir casi todo lo que te queda enfrente: si eres heterosexual u homosexual, si vas a ser mujeriego o te vas a concentrar en una sola mujer, si vas a jugar futbol o no, no sé, es una cantidad impresionante de cosas que tienes que decidir y todos los mensajes son contradictorios, entonces es horrible. Yo tuve la suerte, desde la infancia, de encontrarme mujeres maravillosas que me fueron ayudando a reconocerme como ser humano y como hombre. Y en la adolescencia, las bendigo también desde aquí, tuve la suerte de encontrarme mujeres maravillosas que no sólo me enseñaron varias cosas en el terreno sexual sino me dieron varios ejemplos que no he olvidado. Cuando encuentras un nuevo placer es como cuando a un niño le regalas muchos dulces, como que quiere probarlos todos, comerlos todos, y luego va descubriendo que no todos son sabrosos, que no todos le gustan. Así es el enfrentamiento que tienes con lo erótico, te lastima a veces, te gusta mucho; evidentemente, a partir de eso fui descubriendo que me gusta más el placer que el dolor y por eso, en ese sentido, soy erótico, no porque considere que (risas) tenga las capacidades de Don Juan, pero no me interesa sufrir, no tengo ningún interés por sufrir. Me interesa más el placer, no sólo el sexual, sino cualquier placer.
Foto: Alexis Sánchez
Escribir es algo irremediable
Poseedor de un profundo compromiso creativo, Héctor explora nuevas formas de contar, lo mismo la realidad en que le tocó vivir que lo que le dicta la fantasía, como su novela Mar en movimiento, en la que una familia se ve transformada en fantasmas mientras unos invasores usurpan su lugar. “Es una novela del perdón porque la familia de Álvaro pudo haberse vengado de los invasores; sin embargo, no sólo no lo hacen sino que los ayudan para que sean felices.”
—¿Héctor Cortés tiene fantasmas? ¿Cuáles son?
— (Risas) Si tengo varios. Muchos, que están relacionados casi todos con la familia. El recurrente es que tal vez me hubiera encantado tener una familia convencional, no la tuve. Tal vez me hubiese encantado lograr relaciones fraternales con mis hermanos, no las tengo. Me hubiese gustado ser un hombre conformista de mi relación con las mujeres, o sea, me hubiese gustado tener una mujer de la que me hubiera enamorado desde los catorce años y vivir con ella todo el tiempo. Me hubiera encantado ser el hombre de una sola mujer, no lo soy. (Risas.) Hay muchas cosas que creo me hubiesen gustado, como dedicar mi vida a ayudar a los demás, en algún momento lo pensé cuando era adolescente, no lo he hecho. Y quién sabe si lo haga. Existen cosas que creo pude haber hecho y no hice. Y hay algunas que tal vez no haga y que van a seguir gravitando en mi conciencia y en mi modo de entender el mundo como cosas que hubiesen sido interesantes, importantes, mágicas incluso, para mi desarrollo como persona pero uno es lo que es y tampoco me siento muy incómodo en ser como soy, entonces, digamos que he ido logrando -a estas alturas también sería un tonto si no lo hubiera hecho- un equilibrio entre lo que quiero y lo que puedo, entre lo que soy y lo que me hubiera gustado ser. En ese sentido, en ese equilibrio precario que tengo, no estoy tan inconforme con lo que he logrado entender en el mundo y tampoco estoy tan inconforme con lo que soy.
—¿Qué es la familia para ti?
—Ayy, la familia, criadero de alacranes, dijo Octavio Paz. No tengo un concepto de familia en el sentido convencional. Mis papás no fueron papás convencionales: mi mamá era una mujer seca, sin capacidad de expresar cariño, amor. Que tampoco ella tenía la culpa, así la educaron. Mi papá, por otro lado, era un tipo divertido, generoso, pero no necesariamente con nosotros. Yo admiré y quise mucho a mi papá pero no dejo de reconocer que era un tipo extraordinariamente irresponsable. Con mis hermanos tengo muy poco que ver, entonces no tengo esta imagen previa de la familia, no es una gran imagen. Ahora, con la familia que tengo, me problematiza mucho el ser papá. Evidentemente quiero mucho a mi hija y siempre he estado cerca de ella pero el papel de papá no es un papel que me agrade demasiado y creo, también, que tampoco es un papel que haga con mucha brillantez (risas). Habría que preguntarle a mi hija, pero por lo menos la imagen ideal que tengo de padre no soy yo. Por el otro lado, en el terreno de marido, de esposo, tampoco creo que soy así como la lotería, entonces, creo que mi mujer es maravillosa pero no siento que estoy a la altura de sus maravillas porque, lamentablemente, no soy un hombre que tenga como prioridad ser el mejor esposo o mucho interés en casar, antes sí lo tenía, idealmente con la imagen que los demás puedan tener de mí; antes me preocupaba el asunto de la amistad, del amor, de la paternidad y todo eso, en función de lo que los demás piensan que debe ser, pero cada vez me he ido convenciendo que al final de cuentas lo que me interesa es ser lo más cercano a la honestidad que pueda y no andar haciéndome bolas con que soy el mejor padre, soy el mejor esposo, soy el mejor amigo, porque no es cierto, entonces trato de ser honesto conmigo y con los que me rodean y doy lo que puedo y lo que quiero y hasta ahí llego.
—En esta novela hay un cuadro que es muy importante, fundamental, y es precisamente sobre el mar, ¿qué significa para ti?
— (Risas.) Tengo, por lo menos ya, dos novelas sobre el mar: Mar en movimiento y Vanterros que se desarrolla en el mar fundamentalmente, es curioso porque soy de tierra adentro y no conocía el mar hasta los seis años, en que fui con mi mamá, entonces, creo, debe haber un lazo muy afectivo con el mar por ese viaje que hice con ella. A esa edad no te das cuenta que tu mamá es de determinada forma y la quieres y aceptas todo lo que te dé, sea una nalgada o un beso, sin mayores problemas. Recuerdo mucho que encontramos moneditas en la playa y es un recuerdo muy grato el que tengo. Después, ya un poco mayor, regresé al mar. Lo que tengo es una relación muy extraña con el mar porque me meto mucho nadando y estuve a punto de ahogarme varias veces. Ahora ya no, la edad te va volviendo más prudente o más cobarde. Pero en mi juventud estuve a punto de ahogarme muchas veces. El agua, en mí, despierta una sensación inexplicable de querer meterme, de entregarme, de cogerme al mar. (Risas).
—El mar es hombre. (Risas).
—A la mar. (Más risas).
—En la novela Mar en movimiento, los personajes, rehenes de un maleficio, se vuelven fantasmas. ¿Tú eres un rehén de la literatura?
—No un rehén. Creo que soy un hombre que voluntariamente, o no sé si involuntariamente, se ha entregado a la escritura. He ido descubriendo poco a poco, y creo que de manera muy lenta, que en lo único que he sido constante y lo único que me apasiona verdaderamente, que no me aburre y que no puedo dejar de hacer es escribir y leer, por eso no me siento un rehén sino realmente feliz, de que si la elección ha sido de la literatura, me haya elegido a mí. Me siento muy seducido por la literatura. Creo que mi vida completa gravita en torno a ella. Me gusta, a veces, más la literatura que la vida directa. Me apasiona leer y disfruto mucho cuando descubro una frase afortunada, hay muchos libros geniales, maravillosos, y cuando escribo y encuentro que lo que escribo puede tener un contacto con el otro, entonces digo: újule, lo logré. Entonces, no, rehén no, me siento como un hijo de la literatura. La literatura como una gran madre amorosa que me ha dado alegría, placeres.
—Entonces, escribir, no es una cuestión de actitud.
—Creo que el escritor verdadero, no quiero decir que necesariamente yo lo sea, no quiero sonar pretencioso, pero escribir es algo irremediable. En mi caso hay un momento en que acepto que soy escritor porque al principio no lo hacía. Y ser escritor implica que, aunque trabaje en otras cosas mucho, aunque me tenga que desvelar, aunque no haga muchas cosas, tengo que preservar el espacio de lectura y escritura para que yo sea feliz. Sin leer y escribir yo no podría alcanzar la felicidad, aunque me pusieran los placeres de todo tipo en mi mesa. Es decir, para mí la felicidad está ligada a la literatura.
—Dice Jodorowsky que el acto poético es una llamada a la realidad loca, chocante, maravillosa y cruel. ¿La narrativa cumple la misma función?
—No creo mucho en esas divisiones. Creo que hay narradores que son poetas y poetas que no son poetas. La poesía no es poner las líneas de determinado modo. Antes, a los escritores simplemente se les decía poetas y luego empezó a hacerse la división entre poetas y narradores. Hay poetas que me entusiasman mucho y hay poetas que, desde mi punto de vista, no valen la pena. Entonces creo que es una división engañosa y que la buena literatura, como todo lo que es bueno, te vuelve otra cosa. Hasta la comida, si tienes el privilegio de comer un buen platillo, eres otro. Si tomas un magnifico vino, te transformas. Si lees un libro maravilloso, no importa que sea una novela, un ensayo, un poema; si oyes una canción bien hecha, si vas a una sinfonía y los músicos están inspirados, si eres capaz de apreciar la noche, de gozar con un árbol, con las nubes. Tienes un impacto emocional y emotivo que te transforma y creo que eso lo puedes lograr con la literatura. Transformarte, y allí se pulverizan los géneros y sólo hay lo bueno y lo malo.
—¿Aún corre sangre por las avenidas y Mar en movimiento representan a dos Héctor Cortés Mandujano, el que ama con la verdad y el que enamora con la ficción?
—(Risas) No sé, me representas porque soy así de complicado. Hace tiempo acababa de presentar Carámbura y salió Beber del espejo, entonces me decían, oye, uno es un libro para niños y el otro es casi un libro pornográfico, a lo que respondí: es que así soy yo. (Risas). No tengo problema para aceptar la parte de niño que tengo, ni tengo problema para llamarme de cualquier modo y evidentemente no tengo tampoco ningún problema para decir las cosas que me parece que están mal; soy un hombre atravesado por un montón de factores, desde los meramente familiares hasta los que se han desarrollado a partir de mi visión del mundo, entonces, Mar en movimiento se me hace que es una novela muy imaginativa y espero que muy amable para quien la lea. Aún corre sangre por las avenidas, es un libro fuerte. Es un libro que te avienta demasiadas cosas violentas a la cara pero creo que al final de cuentas me muevo en esos extremos.
Terminé de escribí un libro que es exclusivamente para niños ingenuos y terminé recientemente una novela que se llama En memoria de los que hemos sido desdichados, que igual es una novela brutal que examina los componentes humanos del hombre y la mujer y del porqué decidimos matar a alguien. Es una novela también sobre la muerte violenta pero desde una perspectiva más ensayística, más filosófica del por qué somos violentos.
—¿Y esa cuando saldrá?
—No sé, cuando alguien la publique. (Risas).
—¿Alguna vez te has sentido encerrado en tu propio cuerpo?
—Bueno, siempre estoy encerrado en mi propio cuerpo, lamentablemente. Creo, hay varias posibilidades de salirte de tu cuerpo, una es el sueño, las otras son las drogas, el alcohol, las drogas duras, a las que no me he acercado demasiado. La otra, obviamente, es el placer. Cuando sientes mucho placer ya no sabes lo que eres. Y la más constante, para mi, ha sido la literatura, es decir, puedo llorar fácilmente con un poema, puedo sentirme conmocionado con la muerte de un personaje en una novela y en ese momento no sé quién soy, es decir soy placer, dolor, soy algo que no necesariamente está dentro de mí mismo y he logrado también como regalos magníficos: cuando veo un atardecer o como hace poco, que fui a San Cristóbal, y vi cómo iba subiendo la neblina, de veras, sentí que estaba a punto de morirme, son cosas que me producen mucho placer y ante las cuales estoy indefenso también y cuando algo me produce un placer inmenso, me hace suponer que soy algo más que este cuerpo que soy. Y me parece que esa es la función nuestra, la de todos los seres humanos: descubrir eso que llamaba sonidos negros Federico García Lorca. El momento en que no eres tú y que estás integrado a algo y ese algo te produce placer total. Qué me lo produce, ya te lo decía, la literatura, pero también la naturaleza y también el placer erótico y algunos otros placeres.
—¿Qué ha hecho el tiempo con Héctor Cortés, el escritor?
—Me ha responsabilizado más. Algo que me gusta y que no me gusta. Me ha comprometido conmigo y me ha hecho darme cuenta de que entre más leo más ignorante soy, que entre más logros pueda adquirir más humilde tengo que ser. Creo que he avanzado como escritor porque he logrado entender que escribir o tener cierto éxito como escritor no es algo que te debe hacer vanidoso, no puedes creer que eres mejor que alguien porque puedas escribir una página relativamente bien escrita. Creo que te responsabiliza también contigo porque, ya lo he dicho, de repente estoy de madrugada leyendo o escribiendo y a veces pienso ¿para quién estoy haciendo esto? Nadie me lo pide, si dejara de escribir ahorita, si no publicara nunca más un libro el mundo seguiría tal cual sigue.
—Entonces, sí piensas en tus lectores.
—Sí, pero pienso más en mí. Es decir, de pronto estoy encerrado en la madrugada con un libro pero estoy tratando de dejar de leerlo porque me tengo que levantar temprano para venir al trabajo y estoy escribiendo y dejo de ir al cine, dejo de hacer otras cosas por meterme a escribir pero pienso, bueno, ¿por qué lo hago? Lo hago porque eso me hace feliz y si soy un hombre feliz, lo más feliz que pueda, evidentemente voy a hacer mejor las cosas y la gente que está en mi entorno va a tener más ganas de acercarse a mí y platicar conmigo y de verme porque no estoy amargado por las circunstancias. Tengo un gran agradecimiento para la gente miserable que he encontrado en mi vida porque me he dado cuenta que no quiero ser como ellos y también estoy profundamente agradecido por la gente maravillosa que he tenido la suerte de encontrarme porque aprendo que quiero ser tan generoso como tal amigo, tan sonriente como tal amiga, tan amable como este cuate, tan apacible como mi mujer, es decir, eso lo agradezco mucho pero también tienes que agradecer a esa mala gente que camina y va apestando la Tierra (risas), como decía Antonio Machado, porque te enseñan a no ser como ellos. A mí me parece que toda la gente mala con que te cruzas en algún momento de tu vida y toda la gente desagradable, grosera, prosaica, toda la gente que hace cosas que tú desprecias, te enseñan que te puedes convertir en eso y yo, en ningún momento de mi vida quiero convertirme en lo que son esa gente que lamentablemente he tenido que conocer.
—Con tantos premios obtenidos, ¿te preocupan las listas de ventas de tus libros?
—(Más risas) No. Tengo la fortuna de vivir en este estado y de haber publicado poco fuera, hasta el momento es una fortuna, porque no vivo de eso, lo que me da la total libertad. Es decir, el siguiente libro puede ser una verdadera tontería y no me preocupa porque no estoy a sueldo de una editorial, entonces escribo lo que se me pega la gana y me hacen, a veces, el favor de publicar eso que escribo y no está mal, a mí me parece maravilloso, y si de pronto hay tres personas que deciden leer mi libro digo, ay, Dios los bendiga y si son tres mil, pues qué maravilla. Tal vez no debería decirlo, pero en el caso de estos dos libros, Aún corre sangre por las avenidas lo editó el Coneculta y es un libro que tiene el cuidado de César Meraz que es alguien que sabe muy bien su oficio, por eso es un libro muy bonito, muy cuidado en todo; Mar en movimiento es un libro que no está cuidado, tiene líneas viudas, tiene errores de edición, tal vez no está bien pegado, etcétera, pero no me preocupa demasiado eso, lo que me interesa es que lo lean. Hay cosas en las que yo no tengo control y a mí me interesa que Mar en movimiento circule, que la gente pueda leerla así como está y que le guste, a esperar que venga Alfaguara y me diga: Papito te voy a editar tu novela. No estoy tan casado con el asunto de que se venda o no se venda. En realidad, lo que me importa es que la gente que lea un libro mío diga, este tipo me interesa.
—¿De todas las cosas que te han dicho tus lectores en torno a tus libros, cuáles te han conmovido?
—Híjole, sería un ejercicio muy vanidoso, porque sí me han dicho cosas muy lindas. He tenido suerte porque ha habido jóvenes, niñas, niños que me han dicho maravillas. Te doy dos ejemplos: Una niña que leyó Carámbura, me dijo que hasta ese momento la llevaba doce veces leída; su maestra, que sabía de la obsesión de esta niña por el libro, me la presentó y le pidió que me dijera una parte. Se sabía de memoria el primer capítulo, estaba realmente conmovido porque yo no me lo sé, por supuesto.
Foto: Alexis Sánchez
El otro caso: en Villaflores fui a presentar Beber del espejo y después del rollo que normalmente te echas, de en medio del auditorio se levantó una chava como de diecisiete años y dijo “El orden no existe, el mundo es un caos.” Reconocí la línea porque es de un cuento viejísimo mío, así empieza, y entonces ella siguió diciendo otra parte del cuento y cuando terminó la presentación se acercó a mí y dijo que ese cuento le sirvió para entender muchas cosas de su vida, algo que me pareció impresionante porque el texto habla sobre la indeferencia que tenemos hacia los alcohólicos. Es el caso de un hombre que se dedicaba a cargar muertos en Tuxtla hace muchos años y que era despreciado por todos. Escribí esa historia porque me la contaron cuando estaba borracho y me quedó tan grabada que, al otro día, con una cruda tremenda, escribí ese cuento que es muy furioso contra la naturaleza humana y contra la forma de contar cuentos. Es, entonces, un cuento que transgrede las formas de contar cuentos y habla mal de los seres humanos y habla mal de mí mismo. Por eso me conmovió la chava. Y hay una persona que tú conoces, no te voy a decir su nombre, que tiene Vanterros en su baño y dice que lee un capítulo todos los días y tiene súper subrayado el libro y cada vez que me ve me dice las nuevas cosas que ha descubierto al releerlo, algo que me parece realmente maravilloso. Dice que quiere escribir un ensayo sobre cada capítulo porque cada capítulo podría ser ensayístico. En general he tenido la suerte de que haya gente que me lea y gente que además de leerme le parece que lo que hago puede ser interesante o importante para su vida, un privilegio que no sé si merezca pero que me deja en claro que lo que hago toca algunos corazones, que es, al final de cuentas, lo que quiero hacer.
—¿Crees que el mundo tiene remedio?
—(Risas). Si nos fuéramos todos los seres humanos sí tendría remedio. (Risas). Creo que sí, no sé cómo, no sé cuándo. Siento que he caído en cierto triunfalismo literario, por ejemplo Vanterros iba a terminar con el Apocalipsis, sin embargo, a última hora se me ocurrió que ese no fuera el final y entonces el final es como un renacimiento, un nuevo empiezo del mundo. En Aún corre sangre por las avenidas su personaje central se iba a ir al carajo pero cuando se le aparece el ángel, en la novela, me di cuenta que el tipo no podía morirse, había que darle chance. Mar en movimiento es una novela del perdón. Así que, aunque te dijera lo contrario, la visión que tengo en mis libros es una visión de cierta esperanza, fundada. Te platicaba de la gente despreciable que me he encontrado pero en realidad me he encontrado mucho más gente maravillosa. Y hay gente que intenta hacerme daño pero hay mucho más gente que me quiere, me cuida. Entonces, en términos de mi mundo, del mundo que yo vivo, es evidente que no podría ser catastrofista, creo que hay más gente buena que mala, por lo menos en mi experiencia, y he aprendido a ser feliz y no tendría porque hacer infelices a mis personajes aunque estén en historias terribles como en Aún corre sangre por las avenidas. El mundo sí tiene futuro, por lo menos el mío, el que me toca y el que me gustaría para todos.
*Entrevista publicada en cinco partes en el diario El Heraldo de Chiapas, 9 de septiembre de 2005.
Abro la puerta y un olor a incienso de rosas me da la bienvenida, he llegado a Mal’s Bar, un singular local en el que no sólo se puede disfrutar de una deliciosa bebida y bailar, sino conocer el trabajo de diversos artistas plásticos, en esta ocasión se reúnen siete para rendir un homenaje a la pintora mexicana Frida Kahlo.
Autora: Sun Rise
“‘Viva la Vida’ Frida Kahlo Tribute Show” conjunta esculturas, joyas, arte digital, perfumes y pintura, los cuales son admirados por alrededor de 200 personas. La noche es joven y el amanecer se vislumbra lejano. Recorro el lugar para conocer el trabajo expuesto, una voz en off narra la vida de la pintora homenajeada mientras tres enormes pantallas muestran el rostro de Frida Kahlo y algunas de sus pinturas más conocidas, la mayoría autorretratos.
Tras el murmullo que se genera al terminar la biografía de Frida, “Fridita”, como la llamaba su compañero Diego, se escucha música de los años 80’s en inglés y en español, la noche sigue avanzando y con ella mi curiosidad por saber quién es la autora de los doce retratos femeninos firmados por Sun Rise.
Anuncian la llegada de un Dj experto en cumbias, merengues y rock en español e inglés; la música invade el lugar, la gente se mueve, la observo, es un mosaico cultural en el que predominan los latinos, me siento en casa.
Transcurre el tiempo, me abro paso hacia el «full bar» y camino sobre su piso rojo cuando escucho que llaman a Sun Rise, me acerco… su nombre corresponde a su rostro, es fresco, luminoso, pienso. Por qué Sun Rise, pregunto. “Lo escuché en una canción de Goldfrapp que se llama Hairy Trees y me gustó porque es corto y fácil de recordar”, dice ella mientras me señala un rincón donde podremos seguir la conversación.
Sun Rise es Gina Hernández y nació en Chiapas, México hace 24 años. Desde muy pequeña sus padres la llevaron a Los Ángeles, California, por lo que de su país sólo conocía lo que le contaban o veía en televisión, hasta que el año pasado tuvo oportunidad de re-conocer la tierra donde abrió los ojos por primera vez. “Cuando estuve en México, en 2011, me inspiré mucho con la cultura mía que no conocía. Me abrió mucho los ojos ver un México totalmente diferente de lo que yo pensaba y veía en televisión, especialmente en noviembre, cuando se celebra el Día de Muertos”, dice.
Gina, ¿qué es para ti el arte?
Para mí el arte es expresión. Crear algo de la manera que yo lo miro: ángulos, color, detalles; también es una forma de apartarme y salir un poco de mi realidad, es como una manera de escape, por ejemplo cuando estoy triste o simplemente no quiero pensar en problemas que tengo, pinto. Cuando lo hago me olvido de todo mi alrededor.
¿Por qué la pintura y no otra rama del arte?
El dibujo y la pintura se me vienen muy natural, siempre ha sido fácil para mí. Desde pequeña, cada vez que tenía un pedazo de papel y lápiz cerca era una oportunidad para dibujar algo. En mis libretas de escuela, incluso en las mesas, en lo que sea ¡siempre dibujaba! (Risas). Creo que eso me ha ayudado a practicar y perfeccionar mi estilo. En el futuro me encantaría, ¡y quiero!, aprender a pintar con acrílicos y óleos.
¿En qué escuela o taller estudiaste pintura?
¡Nunca he ido a una escuela de arte!
¿Qué o quién es tu inspiración para pintar?
Me inspiro mucho en culturas completamente diferentes a la mía, soy una persona de mente abierta y me gusta aprender cosas nuevas. Estoy fascinada con las culturas del Medio Oriente. ¡Escucho música árabe aunque no le entienda! (Risas) Me gustan sus vestuarios, su lenguaje y su comida. También me gusta aprender sobre la India, las novias de este país con su vestuario tradicional son mis favoritas para pintar. La música es muy importante para mí cuando pinto porque me transporta artísticamente y me olvido de todo.
De la serie: “Viva la Vida» Frida Kahlo Tribute Show
¿Qué materiales usas?Mis materiales de preferencia son marcadores, vienen en más de cien colores y sombras; prismacolor; plumas para ilustrar, que vienen en variedad de tamaños de punta; acuarelas y a veces pintura acrílica. El tipo de papel de mi preferencia es Bristol Board que es suave, y gruesa para la tinta. Seca rápido las tintas de los marcadores y las plumas, sin que traspasen el papel.
¿Tu trabajo se puede clasificar dentro de una corriente artística, por ejemplo la naif?
¡Yo misma me he preguntado eso! (Risas) Personalmente siento que mi estilo es único y no pertenece a una corriente artista específicamente. Hay mucho arte afuera y no tiene que ser etiquetado necesariamente. El arte es libre y se puede hacer al gusto de todos.
¿Pintas todos los días o esperas que te visite la inspiración?
¡Pinto mejor cuando estoy inspirada! Lo hago diario sólo si tengo programado algún evento o trabajos pendientes.
¿Y qué horario es el mejor para realizar tu trabajo?
Mi hora favorita para pintar es de las cinco de la tarde en adelante. No sé por qué pero durante el día no me gusta, siento que por las tardes, al entrar la noche es mejor, me siento más cómoda.
De la serie: “Viva la Vida» Frida Kahlo Tribute Show
¿Qué artistas han influido en tu forma de pintar?Mi más grande influencia ha sido Sylvia Ji. Me encanta su estilo y el tema de sus trabajos.
¿Por qué sólo rostros femeninos?
Para mí son más fáciles y divertidos. Hay mucho con lo que puedo experimentar, maquillaje, cabello, vestuario, accesorios, etcétera. ¡Además nosotras somos criaturas majestuosas! Dicen que los artistas plásticos y los diseñadores de alguna manera reflejan algo de su personalidad en sus trazos.
¿En tu caso qué hay de ti en tus obras?
Las chicas que pinto son de alguna manera un alter ego mío. Me gusta dibujarlas con mucho maquillaje, algunas tienen tattoos, piercing, diferente color de cabello, etcétera cosas que yo no me atrevería hacerme pero que sí me llaman mucho la atención. Los colores brillantes reflejan felicidad por lo que hago, también se puede ver mi imaginación y la paciencia que le pongo a mis trabajos.
Algo que me llama la atención de tu obra es la forma en que dibujas los ojos, ¿por qué tan estilizados?
Los ojos estilizados porque le dan un toque más femenino y los hacen ver más dramáticos. Creo que los ojos transmiten más emoción a la pintura, entre más estilizados, más largas las pestañas, ¡mejor!
Autora: Sun Rise
¿Qué desafíos has encontrado en tu carrera?
Mucha gente piensa que ser artista, en mi caso pintora, es más un pasatiempo que una carrera y no te toman en serio. Me he encontrado con gente que me ha dicho eso. Entonces, es un desafío probar que mi trabajo vale la pena, que sea observado, que llame la atención. No quiero que la gente me vea simplemente como alguien que hace «caricaturas» porque siento que lo que hago va más allá.
¿Te interesa ser famosa por tus cuadros o la fama es algo que no te desvela?
La verdad no anhelo ser famosa porque en realidad ¡soy muy tímida! (Risas) Pero sí me gustaría que la gente reconociera mi trabajo. En el futuro quisiera abrir una galería y hacer exhibiciones en diferentes países.
¿Se les brinda el apoyo que requieren los artistas jóvenes y especialmente a los migrantes en Estados Unidos?
Sí lo hay, si una lo busca personalmente, como todo. Aquí, en Los Ángeles, hay una rica cultura, el arte se manifiesta en diferentes ramas. Puedes ver siempre nuevas exhibiciones y las galerías siempre están reclutando nuevos artistas, así que las oportunidades siempre están ahí, es cuestión de darse a conocer sin importar quién eres o de dónde vienes. Lo que importa es tu trabajo.
¿Es tu primera exposición?
Es la segunda exposición. La primera fue en el mismo lugar pero con diferente tema. ¡No fue tan exitosa como esta!
De la serie: “Viva la Vida» Frida Kahlo Tribute Show
¿Por qué Frida Kahlo, qué significa este personaje para Gina Hernández?
Estas piezas son de Frida Kahlo porque la exposición está dedicada a ella. Yo no sabía quién era Frida Kahlo hasta que entré a la prepa, en ese tiempo yo no conocía artistas femeninas y sobre todo mexicanas, con mucho éxito y respeto en su trabajo. Me ayudó aprender sobre ella, me motivó a seguir pintado porque hubo un tiempo que lo dejé de hacer. Pensé: si ella pudo ser tan grande en su carrera, ¿por qué yo no?
¿Qué pintor o pintoras admiras?
En realidad admiro a todos, desde Salvador Dalí hasta al autor del graffiti que veo en algunas paredes. Creo que todos los artistas nos inspiramos entre sí y usamos las ideas que vemos en nuestros trabajos. Yo siempre estoy en busca de nuevos artistas, famosos o no, para conocer sus trabajos, sus estilos. Me motivan a seguir pintando y a establecer mis metas artísticas más arriba. ¡Pero Sylvia Ji siempre será mi ídola! (Risas).
Los cuadros que presentaste en esta exposición, ¿ya los tenías realizados o los elaboraste especialmente para «Viva la Vida» Frida Kahlo Tribute Show?
Los hice especialmente para esta exposición. Los trabajos que ya tengo hechos los tengo colgados en la pared de mi cuarto. Si alguien quiere las puede comprar, ¿eh?
Ahora, ¿qué sigue? ¿Qué proyectos tienes?
Ahora tengo planes de seguir haciendo exposiciones, también tengo planes de abrir mi tienda online y vender cuadros por ese medio. Quiero comenzar piezas más grandes y pintar cosas nuevas para dar más variedad a mi trabajo. También hacer piezas de óleo y acuarelas. Pueden seguir mi trabajo de en http://www.tumblr.com/blog/sun-rise-art/settings
En el bar el bullicio aumenta, el grupo Betty’s Mustache ha iniciado su espectáculo y el ambiente se vuelve más guapachoso, Sun Rise y yo decidimos ir a disfrutar el resto de la noche al calor de la cumbia, el amanecer ya está aquí, en los cuadros de Gina.
Sun Rise con su obra en “Viva la Vida» Frida Kahlo Tribute Show
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SILUETA
Nombre: Gina Hernández
Lugar de nacimiento: Chiapas, México
Edad: 24 años
Número de hermanos: 4
Estado civil: Soltera
Número de hijos: Ninguno
Pasatiempos: Dibujar, pintar, escuchar música, hacer artesanías, leer, viajar, salir con amigos.
Música: Nouvelle Vague, Camera Obscura, Morrissey, Portishead, Nancy Ajram, Beats Antique, ¡entre muchos más!
Película: The Kite Runner, Babel, Artificial Intelligence, Eternal Sunshine of the Spotless Mind
Libro de cabecera: Juventud en Éxtasis, Catcher in the Rye
Comida predilecta: Ensalada de calamar estilo tailandés.
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
Basquetbolista chiapaneco juega desde hace cinco años con el equipo de Amiab de Albacete, España.
Albacete, equipo español de baloncesto en silla de ruedas en el que José Fernando juega como poste “o pivot como le llaman ellos, los españoles”.
El juego inicia sin contratiempos, apenas unos minutos y el equipo local impone su ritmo: ¡Cinco puntos consecutivos! Tristeza en nuestros rostros. Parece que todo está definido.
Nada más lejos de la realidad. La experiencia, garra y buenos minutos para la rotación interior del equipo Amiab de Albacete, lograron el cambio. La emoción nos invade y no puedo evitar el grito: ¡Vamos equipo!
El desempeño del poste Albacete sin duda sorprende, es obvio que su papel en este partido es sacar de su posición a Alberto Llorente, pivot del Montur CID Burgos, y lo está haciendo a base de lanzamientos exteriores. Con su ya característica mecánica de tiro, lanza uno, dos, tres hasta cuatro triples en el segundo cuarto (anota dos); la defensa local está desconcertada, incluso su afición, que no puede dar crédito a lo que ve. La emoción me gana, me pongo de pie y aplaudo. Me piden que tome asiento y que guarde silencio. Es el descanso, argumento, con un poco de pena. Mi compañera sólo sonríe.
Tras el descanso Amiab maneja perfectamente el partido. Con un triple de Jesús Torres y una serie de buenas acciones ofensivas de Sergio Martínez dejan el partido casi sentenciado al final de este cuarto. Brindamos, de un trago termino la cerveza que quedaba en el vaso. El sonido del balón en la duela indica el inicio del periodo definitivo.
Los locales aumentan su presión defensiva, sin embargo, no pueden revertir la caída. Amiab de Albacete en defensa tiene bien definidas distintas alternativas con defensas individuales y en ataque, ¡qué bárbaros! están volviendo locos a los interiores locales con esos tiros exteriores de sus postes. La alegría es general; ¡nuestro equipo ha ganado!
Aplaudo y el papá de Fernando Aceituno ríe. Una de sus hermanas apaga el dvd y la televisión. Hemos visto –y vivido- un partido de Amiab de Albacete, equipo español de baloncesto en silla de ruedas en el que José Fernando juega como poste “o pivot como le llaman ellos, los españoles”.
Fernando está de vacaciones en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y tras la invitación a conceder una entrevista, acepta meter meter baza –como dicen los españoles-, con nosotras, después del partido. Con un acento cantadito, entre costeño y españolado, responde a nuestras preguntas.
-¿Cómo festejan un triunfo?
Trabajo en España, en una empresa de manufactura y aparte hago deporte. Juego baloncesto en silla de ruedas, en el equipo Amiab de Albacete
Nos vamos por ahí a tomar unas cervezas. (Risas).
–¿Cómo sobrellevan la derrota?
Bastante bien, no estamos tan presionados entre la victoria y la derrota; a veces estás conciente que perdiste quizá por culpa tuya o del resto del equipo pero de ahí, las derrotas las llevamos bien, sirven de algo, sobre todo aprendes de ellas y tratas de no volver a cometer los mismos fallos en otros encuentros.
Nos alejamos un poco del bullicio de la familia Aceituno Suriano para conversar con este joven deportista egresado de la Universidad Autónoma de Chiapas, como licenciado en Informática, quien a la edad de 19 años tuvo que tomar la decisión: operarse y perder la pierna derecha o fallecer por cáncer. “Ese ha sido el momento más importante de mi vida.”
–¿Qué pasó en ti después de padecer cáncer?
Te da vuelta la vida 360 grados. Es muy difícil al inicio pero después es cuestión de adaptarte, nada más.
–¿Sentiste respaldo de tu familia, de tus amigos?
Más que nada de mi familia y de alguno de mis amigos… son muy pocos los que tengo. Lo importante en estos problemas es el apoyo que tienes de tu familia, es lo que te saca adelante.
–¿A qué te dedicabas?
Estudiaba
–¿En qué te desempeñas ahora?
Trabajo en España, en una empresa de manufactura y aparte hago deporte. Juego baloncesto en silla de ruedas, en el equipo Amiab de Albacete
-¿Antes de tu enfermedad practicabas algún deporte?
Sí, el futbol.
–¿Qué te ayudó a aceptar y asumir esta reorganización de tu vida?
El apoyo de mi familia, pero más que nada, es por mí mismo porque esto es algo que te encuentras sin querer y si te echas abajo ya no puedes salir adelante; aunque tu familia te apoye demasiado si tú no tienes la ilusión de seguir adelante en la vida, de nada sirve todo lo que ellos hagan.
–¿Qué persona te mostró esta nueva opción de vida?
Los que me invitaron a hacer deporte adaptado; Alfredo Martínez, Martín González (difunto) y Francisco Santos (difunto), éste último, en esa época era entrenador y como yo estudiaba en la Unach, me invitaron, fue cuando me integré al deporte, en agosto de 1996.
–¿Por qué básquetbol y no otro deporte?
Primero me metí al deporte en natación porque a mí me gustaba mucho ir al río y el baloncesto nunca me gustó, pero después, cuando empecé a practicarlo, le tomé cariño y al final dejé la natación y me metí al baloncesto. De hecho quedé en cuarto lugar en un Nacional en nado de pecho.
–¿Cuántos años llevas jugando baloncesto?
Desde 1996 a la fecha, son ya 12 años.
–¿Por qué decidiste vivir en España?
Mi ilusión era siempre irme fuera a jugar, aunque sea uno o dos años. Surgió esta oportunidad, gracias a mi amigo Sergio Martínez Méndez, debido a que el equipo Amfiv de Vigo quería contar con sus servicios, pero él tenía contrato con el equipo DKV de Badalona, Barcelona; entonces le dijo a dicho equipo que tenía un compañero en Chiapas que también jugaba en esa posición y les dio mi correo electrónico y teléfono; así fue como me fui a España, no lo dudé dos veces. Ya antes había tenido la oportunidad de irme a los Clipper de los Ángeles, EU, pero por motivos familiares no pude. En España, hasta el momento, llevo casi seis años, uno en Vigo y cinco en Albacete.
Ahora me siento más a gusto debido a que tengo a Julia que es mi novia y ella es un verdadero apoyo, me ayuda a sentirme feliz
–¿Qué tan difícil ha sido adaptarte a la vida lejos de tu familia y de Chiapas?
Al inicio fue bastante difícil porque vas a un país al que no conoces, dejas a tu familia, que es lo más duro y además no tenía amistades, las únicas personas a las que consideraba mis amistades eran las personas que me contrataron y en realidad ni las conocía; es bastante difícil pero creo que me ha ayudado mucho mi forma de ser, mi personalidad.
–¿Eres extrovertido?
Algo (Risas). Siempre lo he sido, no he cambiado.
–¿Ha habido alguien en especial que te esté ayudando en esta etapa de adaptación a tu nueva vida en España?
Ahora me siento más a gusto debido a que tengo a Julia que es mi novia y ella es un verdadero apoyo, me ayuda a sentirme feliz, llevamos casi cuatro años y la verdad estoy muy a gusto con ella; aparte de que tengo un compañero, Sergio Martínez Méndez, que juega en mi equipo y es también de Tuxtla (Gutiérrez). Quiero dejar huella en este deporte para que mi familia y mi hijo estén siempre orgullosos de mí. Eso es lo que me saca adelante, ahora.
–¿Cómo es la relación con tus compañeros de equipo en España?
La verdad, en este equipo, que ya tengo cinco años con ellos, me llevo bastante bien con todos, tanto con los jugadores como con la directiva, gracias a Dios.
–¿Todos tus compañeros de equipo son españoles?
Habemos sólo tres extranjeros, que somos los dos mexicanos y un chico de República Dominicana, de ahí, todos son españoles.
–¿Quién fue tu entrenador en México y quién es actualmente en España?
Mi primer entrenador, con el cual me inicié, fue Francisco Santos Romero, aquí en Tuxtla (Gutiérrez); después tuve de entrenador a Pablo Larraga; en la ciudad de México a Sergio Durán. En España, el primer entrenador que tuve fue Diego Núñez, en Vigo, ahora tengo a Eduardo Hernández en Amiab.
–¿Tienes algún programa de activación física ya preestablecido?
Más o menos; en el deporte adaptado tienes que tener mucha condición en los brazos porque haces todo, el balón, la silla, todo lo haces con los brazos, pero desafortunadamente en estos meses me he lesionado de un hombro y casi no he entrenado pero sí, tenemos nuestro propio entrenamiento.
Fernando durante una jugada en la posición de "poste" o pivot en el equipo de AMIAB.
–¿Cómo es un día normal en la vida de Fernando Aceituno?
¡Día normal! Me levanto a las seis de la mañana pasan por mí al diez para las siete, me voy al trabajo, regreso hasta las cinco, descanso unrato, me voy a entrenar, vuelvo como a las once de la noche, ceno, veo un rato la televisión, duermo y otra vez a empezar. Y los fines de semana vamos a jugar fuera sino jugamos en casa, pero siempre estoy ocupado.
–¿Cuáles son tus metas deportivas?
En este momento es subir, con el equipo, a la División de Honor, porque estamos en División de Honor B y está la División de Honor A, que es la máxima. Hace dos años descendimos y nuestra primera intención es ascender. Otra de mis metas deportivas es, de aquí al 2011, volver a la Selección Nacional, porque serán los Juegos Panamericanos aquí, en Guadalajara, Jalisco, México. Espero lograrlo.
–¿Cuál ha sido hasta hoy el momento más emotivo de tu carrera deportiva?
Cuando ganamos nuestro primer ascenso, estábamos con el equipo de Chiapas, fue en Cuernavaca, Morelos. Fuimos campeones de Segunda División y subimos a la Primera División, ese mismo año quedamos en tercer lugar a nivel nacional. Éramos un equipo que acababa de ascender y dimos buena cuenta. Era mi primer gran triunfo deportivo.
–¿Y de tu vida personal?
¡De mi vida personal! Hay muchos momentos. Digamos, cuando me pasó lo de la enfermedad, fue un momento muy difícil porque tenía que tomar la decisión de operarme y perder la pierna o fallecer por cáncer. Ese ha sido el momento más importante de mi vida. Es el que más fuerte tengo en la memoria.
–¿Cuál es para ti la mayor diferencia entre jugar en España y la competición en México?
En España eres semiprofesional, es una liga bastante competitiva y hay mucho apoyo; ahora, la diferencia con México es que aquí no hay mucho apoyo, no hay ligas y si las hay tienes que ir al Distrito Federal quizá cada mes y jugar cuatro o cinco partidos en un fin de semana y volver, de ahí sólo existen los juegos nacionales. Sin embargo, en México hay bastante nivel deportivo, razón por la que estamos siete u ocho personas jugando en España en diferentes equipos, creo que es una muestra de que aquí hay bastante nivel.
–¿Tienes contacto con jugadores mexicanos que estén en otros países?
Conozco un muchacho que está en Canadá y hemos coincidido en algunos eventos como el torneo Spitfire Challenge, que se realiza en Toronto (Canadá). Por lo regular cuando uno va a esos torneos se encuentra a varios deportistas que juegan fuera. En Estados Unidos también hay jugadores mexicanos.
–En España existe un Plan de Apoyo al Deportista Olímpico que engloba a deportistas, entrenadores y técnicos discapacitados, ¿sabes en qué consiste?
Te puedo dar más o menos una idea; allá (en España) existe el apoyo a los deportistas siempre y cuando sean de élite, como les llaman ellos, que son de las máximas categorías, hay subvenciones que les dan a los equipos para los deportistas o meramente para los equipos, y cuando hacen selecciones los apoyan un poco más, pero tampoco crean que son demasiados apoyos, lo que pasa es que tienen más infraestructura, y cuando obtienen buenos resultados le dan mucho auge, mucha publicidad, esa es la diferencia con México, que no hay mucha infraestructura, porque deportistas hay y muy buenos.
Equipo AMIAB de Albacete en España donde juega Fernando Aceituno
–¿Piensas regresar a jugar en algún equipo de Chiapas o del país?
Bueno, cada que vuelvo aquí, si hay algún torneo represento a Chiapas; siempre dije que de Chiapas no me iba a cambiar y hasta la fecha lo he cumplido, invariablemente he estado con Jaguares, ahora somos los Jaguares y los Conejos, que al final somos una sola selección porque ya somos muy pocos deportistas los que habemos, algunos se están yendo fuera, hay muchos que, desgraciadamente, han dejado este mundo y otros que han dejado el deporte por compromisos familiares u otras cosas; los pocos que habemos, cuando podemos, nos juntamos.
–¿Te gusta viajar?
La verdad, sí. (Risas).
–¿En qué lugar te has sentido más cómodo?
Fuera de México, en España, más que nada por el idioma; la gente también es muy acogedora, tratan de servirte y que te sientas bien. No he tenido problemas.
–¿Cómo ves a México y en especial a Chiapas cuando vienes de vacaciones?
Es una gran diferencia. Estoy en un país de primer mundo y cuando vengo, quiera o no, se nota el cambio de vida pero veo que Chiapas en sí ha progresado bastante, aunque le faltan algunas cosas. La ciudad de Albacete (España), lugar donde vivo, es la segunda ciudad, a nivel Europa, más adaptada, ahí puedes andar con silla y cualquier cosa, en cambio aquí, desgraciadamente hay muchas barreras arquitectónicas, es entonces una gran diferencia pero a mí lo que me gusta es Chiapas, es mi país y para mí siempre es el mejor. (Risas).
–¿Has sentido algún tipo de discriminación en México?
¡Nooo!, nunca. Es más, si alguna gente hace un comentario yo nunca le tomo importancia porque es según como te sientas tú como persona, porque si le haces caso a medio mundo, todos estaríamos medios chispados, ya. (Risas).
–¿Consideras que se han dado pasos para mejorar la situación de las personas con capacidades diferentes en el estado?
La verdad sí, poco a poco han ido saliendo más apoyos, también el gobierno ha dado proyectos productivos a personas con discapacidad y creo que la sociedad en general debe mentalizarse que necesitamos de ellos, porque nosotros no podremos salir solos adelante.
Me gustaría que hubiera más apoyo tanto para el deporte adaptado como para el trabajo para personas con discapacidad, porque como va la crisis… desafortunadamente las empresas no confían o no tienen el ímpetu de contratar a una persona con discapacidad por miedo a que no podamos hacer las cosas pero si no nos dan la oportunidad nunca sabrán de lo que somos capaces.
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SILUETA
Lugar de nacimiento: Tonalá, Chiapas.
Edad: 34 años.
Número de hermanos: 3 hermanas.
Estado civil: Soltero.
Número de hijos: 1
Pasatiempos: Deporte y ver televisión.
Amuleto o cabala: No tengo.
Ritual: Mojarme la cabeza, lavarme la cara e ir al servicio antes de jugar, sino juego mal. (Risas). Ya lo he comprobado.
Basquetbolísta de cabecera: Francisco Santos Romero, de deporte adaptado, porque él fue el que me enseñó a jugar este deporte y el que siempre me dijo que servia para esto. De baloncesto a pie al que siempre he admirado es Michael Jordan, por todo lo que significa él.
¿Y qué tal encestas en el amor?: (Risas) Pues yo creo que bien, falla alguna que otra canasta pero… (más risas).
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EN CORTO
Balón: Básquetbol
Canasta: Lo mismo
Agua: Buena pa’la vida
Viaje: Lo mejor
Reto: Metas que se pone uno
Obstáculo: Son buenos para sobresalir en la vida
Derrota: Te sirven para aprender
Triunfo: Son buenos porque para eso te preparas.
Discapacidad: Forma de vida a la cual hay que adaptarse.