
Líneas
La mirada de un arquitecto
Al llegar a Palenque, Chiapas, recordé lo que escribió hace unos días Alberto Ruy Sánchez acerca de mirar con nuevos ojos el paisaje; él hacía referencia a una novela de Marcel Proust en la que el viaje es similar al amor y señalaba que nunca será lo mismo entrar a una población por un camino u otro, llegar a través de un transporte u otro. Creo que es lo mismo respecto al motivo que te hace llegar a ese lugar y no a otro.
Texto y Fotos: Leticia Bárcenas González
Hace años visité Palenque en un viaje que, entre otras cosas, serviría para conocer la zona arqueológica y estar un poco más en contacto con la naturaleza, me acompañaban mis hijos y la ciudad apenas la visitamos, sólo recordaba su mercado. En esta ocasión fui a realizar trámites burocráticos.
Lo primero que me sorprendió al caminar fue su panteón, no sólo porque su barda está ilustrada por representaciones de las deidades mayas, sino por su ubicación a un lado del hospital. Esa cercanía hacia el lugar en el que se supone se procura la salud, además de luchar por la vida en muchas ocasiones, me hizo recordar que en la cosmogonía maya sus dioses eran superiores a los hombres pero no perfectos, por lo que eran capaces de nacer y deberían ser alimentados para no morir.
Con este pensamiento seguí mi camino, al llegar al centro, las oficinas de gobierno aún estaban cerradas, era temprano, antes de las ocho de la mañana; sin embargo, la iglesia católica dedicada a Santo Domingo, ya tenía su puertas abiertas. Decidí entrar y nuevamente la sorpresa se reflejó en mi rostro.
Tenía la idea de que en los templos la presencia mayoritaria se debía a las mujeres, sobre todo, de la tercera edad. En este viaje descubrí que no es así, por lo menos en Palenque. Al entrar vi a un hombre sentado en una banca del lado izquierdo del altar, del lado derecho había otro hombre orando hincado. Y frente al altar estaban dos hombres, que supongo eran padre e hijo, orando en voz alta y pidiendo bendiciones para su familia y la comunidad. Antes de que ellos se retiraran entraron otros dos hombres, uno se sentó en una banca, el otro se paró frente a la imagen de San Judas Tadeo.
Al salir había dos jóvenes sentados en las bancas de metal que anteceden la puerta. Más allá estaba otro joven barriendo el patio y una familia acomodando cruces de palma en una banca.
Salí del lugar y caminé a las oficinas gubernamentales donde realicé un trámite.
Posteriormente, decidí visitar la zona arqueológica y tomar un poco de energía antes de regresar a Tuxtla Gutiérrez. Recordaba el lugar de otra manera, quizá mi visión era más romántica que esta ocasión:
Si aprendemos a darnos cuenta de la sutil diferencia comprobaremos que un primer beso en una mejilla nunca será igual que uno en la otra ni conducirá a lo mismo: Alberto Ruy Sánchez
Y ahí estaba, dispuesta a mirar con nuevos ojos las mismas pero nuevas construcciones, los viejos pero nuevos árboles, y las personas… las nuevas personas y sus voces de antes y de hoy.
La vida, los dioses mayas o mi nueva mirada, me dio la oportunidad no sólo de mirar-ver, sino de caminar al lado de un grupo de personas de diversas profesiones, de diversas ciudades, de diversas edades pero con un el mismo amor a su país, a su historia y a su patrimonio.
Este grupo visita entre 6 o 7 lugares de México al año para mirarlos con nuevos ojos y reconocerse en su pasado, para de esa forma apropiarse de ellos y después compartirlos, ya sea a través de su quehacer cotidiano o de su trabajo profesional, porque hay restauradores, historiadores, amas de casa, abogados, entre otros.
Del grupo destaca un hombre que habla no sólo con pasión sino con conocimiento sobre lo que su mirada ve con nuevos ojos, se trata del doctor en Arquitectura, Jaime Antonio Abundis Canales, especialista carmelita, quien ha publicado dos volúmenes sobre “La huella carmelita en San Ángel” y quien lo mismo da un seminario de maestría sobre arquitectura colonial, que participa en visitas guiadas como la de Palenque, en donde nos enseña, a quienes nos acercamos a él, a mirar de otra forma lo que nuestros antepasados han construido y nos han legado. Él explica por qué lo hace:
Jorge Velázquez Sakaguchi, arquitecto
Jorge Velázquez Sakaguchi, ganador de la Medalla de Plata en la Cuarta Bienal de Arquitectura en Chiapas por el diseño y construcción del gimnasio ubicado en el lado norte poniente de nuestra ciudad, define a la arquitectura como pasión. Este joven arquitecto que dirige su propio despacho habla en exclusiva para Desmesuradas sobre el proceso creativo de su obra y de la importancia de los materiales y elementos que identifican su trabajo.
«Es importante para nosotros como arquitectos, estar en cualquier foro donde podamos mostrar nuestro trabajo, que la sociedad de alguna manera nos vaya abriendo más puertas, que nos vaya reconociendo para que podamos tener una ciudad mucho más agradable, mucho más confortable, espacios más dignos a nivel urbano y a nivel familiar».
¿Qué implica ser ganador de una bienal de arquitectura?
Ser ganador en cualquier competencia, en cualquier concurso nos ayuda a saber que estamos haciendo bien las cosas, si estamos siendo propositivos, y de alguna manera, afianzamos los conceptos que tenemos sobre nuestro trabajo; es una participación con el objetivo de tener un premio, aunque el mejor premio es cuando el cliente está contento y a gusto con el espacio que se le propuso. Es una gran satisfacción que nuestro trabajo sea reconocido por otros colegas, por otros profesionistas, por otros especialistas.
¿Qué es lo más importante de participar en una bienal?
Básicamente dos cosas: la primera es tener la cultura de la participación y de concurso, la segunda es poder publiciar nuestro trabajo, ya que es un foro donde podemos mostrar nuestros conceptos ante todos los que estamos inmersos en el diseño y en la construcción.
¿Es la primera vez que concursa?
No, nos ha tocado participar en tres bienales anteriores. Hemos participado con dos proyectos en cada una de ellas y en esta cuarta nos otorgaron la medalla de plata.
¿En la Bienal Nacional ha concursado?
En la Bienal Nacional es la segunda vez que estamos participando con este proyecto. En la Séptima Bienal participamos con dos proyectos que fueron nuestro despacho y una casa, ahora en la Octava Bienal, participamos con el gimnasio.
¿Cómo nace la idea de este proyecto?
Nosotros tenemos el primer contacto con el cliente y él cuenta con un terreno en el centro de Tuxtla con tres naves sin techumbre, eran tres bodegas, y partimos de ahí; de alguna manera en el proyecto esto se va a notar, dividido en tres espacios. Cuando decidimos empezar el ejercicio del anteproyecto el cliente nos dice que van a hacer tres locales comerciales, ya platicando con sus hijos decide poner un gimnasio, que es finalmente para nosotros lo mejor que nos puede plantear un cliente, tener un nombre y un apellido para lo cual vamos a proyectar, porque locales comerciales es de alguna manera algo sin personalidad porque no hay un cliente ni un uso específico; cuando sabemos a quiénes le vamos a hacer el proyecto, para qué va a servir, se vuelve más fácil proponer algo. Entonces él decide hacer el gimnasio pero no quiere que se ocupe todo el espacio, le dije vamos a seguir ocupando las tres naves, la nave principal como un gimnasio y dejar las otras dos pendientes. La idea es que le de servicio al gimnasio, un local pequeño que está planteado para ropa deportiva y otro local un poquito más grande para que sea una cafetería.
¿Cuáles son los aspectos que trabajó en este diseño, la distribución correcta de espacio o la ambientación?
Cuando nos invitan a hacer un proyecto y sabemos cuál es el uso específico, tenemos una labor de investigación, no somos sabelotodo, no podemos saber el uso específico de todos los edificios, investigamos qué necesidades tiene, el cliente desde principio ya debe tener el objetivo y nosotros complementamos esa parte, aprendemos de ellos porque son los clientes quienes dan la pauta: quiero que haya pesas, que haya cardiovasculares, que haya pilates, que haya aerobics, que haya gimnasia, danza, squash, baño, vapores; entonces se hace toda una relación de espacios a diseñar en conjunto con el cliente. Cuando nosotros tenemos el objetivo bien planteado y el programa o partida arquitectónica es cuando podemos empezar a diseñar.
¿Usted considera que un gimnasio bien planteado ayuda a la permanencia de los usuarios?
Sí, claro. Antes de empezar con el diseño del gimnasio hubo también una investigación de mercado, tanto del cliente en lo económico y de nosotros respecto a cuantos gimnasios existen en Tuxtla, qué tipo de espacios tienen y si son confortables para el usuario; después de todos los gimnasios que visitamos, decidimos plantear cómo queríamos que fuera el nuestro en cuanto a ambiente, ventilación, iluminación, confort.
¿Aparte de la cafetería ¿hay algún espacio de convivencia dentro del gimnasio?
Sí, tenemos dos vestíbulos que funcionan como centros de reunión o centros de distribución, el primero para los que están llegando al gimnasio o los que se van; el segundo, el vestíbulo de servicios, los que están entrando al baño, los que ya están ejercitando, los que van a entrar al vapor, los que están jugando squash; se vuelve un espacio de convivencia. Finalmente, hay un pasillo a lo largo del gimnasio que divide lo que es el área de peso con el área de cardiovascular en donde hay una interacción entre todos los usuarios. El gimnasio da pie a la convivencia porque las máquinas, las escaladoras, las caminadoras, las elípticas, todas ven hacia un mismo punto, entonces los usuarios pueden estar platicando entre ellos sin que se estén interrumpiendo en su ejercitación.
¿Qué colores y materiales considera los idóneos para un gimnasio?
Nosotros planteamos en este edificio blancos, verdes y ocres. El blanco porque nos brinda la sensación de amplitud, limpieza y tranquilidad; también hay una superficie de color verde porque es llamativo. De alguna manera, lo que tratamos de hacer en la mayoría de nuestras obras es que los materiales nos den el color en cada uno de los espacios, tenemos muros aplanados con pintura de color blanco y muros de concreto con su propio color, tenemos pisos rojos de adoquín que nos dan el color. Los vidrios de todo el gimnasio nos proporcionan el color verde, la madera tiene su color natural. Creemos mucho en la sinceridad de los materiales, que expresen su color tal como son en la naturaleza.
¿En la arquitectura existe la ética?
Totalmente de la mano con nuestro trabajo. Tenemos que ser éticos con nosotros mismos y por supuesto con nuestro cliente; tratamos que él siempre sea el que lleva la mano y desde el principio, planteamos muy bien las cosas: cuáles van a ser nuestros alcances y sus costos. Él tiene que ir viendo trabajos terminados a corto plazo. Trabajamos de esta manera, primero con un anteproyecto, una vez que él analiza su anteproyecto y le gusta, entonces podemos pasar al proyecto ejecutivo que es la elaboración de planos, ingenierías, estructuras eléctricas, instalaciones hidrosanitarias. Sigue la etapa de trámites, permisos, gestorías y de ahí la construcción, pero que él siempre sepa cuál va a ser el fin para que no haya sorpresas. En este caso, en el gimnasio, hubo una relación de lo más profesional y amigable, independientemente del resultado que tuvimos como proyecto o como espacio, eso fue lo que nos trajo muchas gratas cosas en esta obra.
¿Cuáles considera que son los hitos arquitectónicos en Tuxtla?
Nuestra ciudad igual corre logitudinalmente y yo creo que están básicamente planteados sobre ese eje central, de oriente a poniente sería la Diana Cazadora, el Parque Central, el Parque de la Marimba y la Fuente Mactumatzá, que ya no existe pero que está en nuestros recuerdos, y La Carreta, esos para mí serían los hitos urbanos dentro de la ciudad; si nos extendemos hacia las cordilleras, hacia los dos cerros que nos cobijan; del lado norte creo que no hay algo, del lado sur La Antorcha y nada más. El zoológico porque es uno de los espacios atractivos turísticos de nuestra ciudad.
¿Y se vive bien de ser arquitecto?
En la parte sentimental, creo que sí, es un trabajo muy agradable, que da muchas satisfacciones personales; es un trabajo en donde se ve reflejada la imaginación durante todo el proceso hasta tener una obra terminada. De manera económica también, siempre y cuando hablemos de esa ética en la cual nosotros mismos valoremos nuestro trabajo y le podamos poner precio. Chiapas depende totalmente o en un gran porcentaje de inversión pública, la inversión privada es mínima, pero es donde tenemos que irnos metiendo y de alguna manera ayudar al cliente a autofinanciar sus propios proyectos. Lo que se hace con gusto, lo que se hace con pasión, siempre va a tener un buen resultado.
¿Qué elementos identifican su trabajo?
Como valores materiales pensamos mucho en la sinceridad de éstos; si es un concreto entonces que se vea como tal; si es una estructura de fierro, una estructura metálica que se vea como tal; si es un muro de tabique aparente, que se vea como tal, entonces de alguna manera esos son nuestros valores materiales, eso es lo que nosotros reflejamos. En el gimnasio vemos una estructura metálica totalmente aparente y no (debemos) verla fea sino mas bien sacarle jugo a ese esqueleto y también va a ayudar a la parte económica; el cliente no tiene que gastar en falsos plafones o recubrimientos. En cuanto a valores espaciales trabajamos mucho con el uso de la luz, es de nuestros principios y conceptos arquitectónicos; si tenemos luz en cualquiera de nuestros espacios, lo demás está ganado; que nos dé confort, que sea un espacio sensorial, una circulación, un espacio donde leer, un espacio donde comer, un espacio donde cocinar, que realmente se lleven las actividades tal cual están diseñadas y sentirnos a gusto, a lo mejor sin saber porque lo estamos. Hablando de clima, de la temperatura, que sea un espacio donde me gusta estar, no tengo calor, no tengo frío; un espacio en donde no tengo que prender la luz mas que en las tardes noches que necesitamos la luz artificial, pero también esta luz artificial esté diseñada para poder darnos confort.
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]PERFIL
Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
Número de hermanos: 3
Estado civil: Casado.
Hijos: 2
Tiempo de ejercer la profesion: 12 años
Pasatiempo: Actividades familiares y deportivas.
Edad: 37 años
Arquitecto: Norman Foster porque es un arquitecto que siempre está a la vanguardia, tiene experiencia, un despacho muy bien cimentado, tiene mucho trabajo, tiene presencia en muchos de los países más desarrollados, es vanguardista, es propositivo, evoluciona, tiene una carrera en donde se ven sus principios y está vigente, creo que todas esas características, todas esas cualidades son las que hacen que pueda decir, Norman Foster.[/rescue_box]
[rescue_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»]EN CORTO
Piedra: textura
Metal: aparente
Madera: calidez
Cristal: reflejo
Agua: sonido
Luz: Lo más importante en la arquitectura
Naturaleza: Olor [/rescue_box]
*Entrevista publicada en diario El Heraldo de Chiapas, el 27 de marzo de 2007.
Mario Enrique Yáñez Gamboa, arquitecto
Entrevista por: Leticia Bárcenas y Gabriela G. Barrios
Ganador de Medalla de Oro en la Tercera Bienal de Arquitectura en Chiapas

Cuando caminamos por cualquier calle de Tuxtla observamos diversas fachadas que, a veces, nos hacen imaginar interiores de ensueño, otras nos parecen simples, pero lo que no imaginamos es a quienes diseñaron esas construcciones. Aquí conversamos con Mario Enrique Yánez Gamboa, quien al hablar de arquitectura afirma “…termina uno por enamorarse tanto de su oficio que viene significando todo.”
– ¿Qué significa para usted la arquitectura?
Es un oficio al que uno decide dedicarse. Conforme se estudia se va descubriendo la amplitud de aspectos que cubre, cuando se egresa [de la carrera] las condiciones de trabajo van tendiendo líneas por donde dirigirse y termina uno por enamorarse tanto de su oficio que viene significando todo. Lo que uno hace gira en torno a ese oficio, incluso la familia.
– ¿Qué lo motivó a participar en una Bienal?
La Bienal de Arquitectura en Chiapas se empezó a celebrar hace ocho años. Cuando se realizó la primera no participo por la postura común de no valorar lo que estamos haciendo, desacreditarse, no creer en lo que uno hace. Ante los trabajos expuestos pensé ‘yo hubiese estado acá’, tenía algo que presentar y sin embargo, por no confiar en lo que uno hace, se sanciona el trabajo. Desde entonces me quedó la espina de por qué no participé y a los dos años participo ya más convencido de hacer un trabajo de calidad pero con pocas posibilidades [de ganar] aunque también se aprenden muchas cosas.
– ¿Cómo cuáles?
Nuevas maneras de resolver los proyectos, de manejar conceptos arquitectónicos, sobre todo de la vida cotidiana. Sin embargo, principalmente dependes del jurado. Uno se emociona, uno vive, sufre mucho con la bienal, y cuando llega la premiación sucede a veces todo lo contrario: no pasa nada; el jurado tiene otra manera de concebir [el trabajo arquitectónico] en ese momento, trae sus líneas, hay que entenderlo, asimilarlo.
Así de universal es la arquitectura y sigue siendo, entre las artes, esa parte subjetiva que puede agradar a muchos pero que en determinado momento a 3 ó 5 personas, que forman un jurado, puede no ser la directriz; es parte del juego. Lo importante aquí era participar, estar, adquirir experiencia, aprender a trabajar con otras disciplinas, con otras personas que tienen que ver con el montaje, con la fotografía, ya no es sólo la obra en sí sino todo lo que implica la exposición.
La parte gratificante fue cuando las personas asistentes a la Bienal se acercaron y comentaban que veían algo que les llama la atención, algo interesante, me preguntaron: cómo lo hiciste, porqué lo solucionaste así y en ese momento te empiezas a sentir muy bien, es un foquito que te está indicando que hay gente que se interesa por lo que estás haciendo. Lo importante fue mostrarlo porque a veces uno se queda en el anonimato.
Después participé con esta casa que, curiosamente, es de mucho menor escala en tamaño que con la que participé en la anterior bienal, sin embargo, tiene características que se me hace importante presentar; hablo con la gente que estuvo en el montaje anterior para llevarlo con una mejor presentación. Esta vez el jurado tiene una línea en la que es más abierto y la lámina o proyecto logró impactar en una sola imagen, que es la que cuenta.

– ¿Usted considera que el trabajo del arquitecto debe ser interdisciplinario?
Sí. En el trabajo de arquitectura somos nosotros los que decidimos pero cuando se requiere de otras especialidades es conveniente hacerlo. El cliente es lo principal, es a quién va a estar dirigido el espacio pero, si por condiciones particulares, el habitante requiriera de una especialidad como la iluminación y ésta escapa a mi alcance debo recurrir a otra disciplina.
– ¿Cómo nace la idea de este proyecto?
Nace como parte en una etapa en la que estamos inmersos los arquitectos que es producir viviendas de interés medio para promoción y venta. Los despachos particulares ya no se pueden quedar a esperar a que llegue una recomendación, en el mejor de los casos, y menos que llegue un cliente a decir que necesita algo, ya no se da. Somos muchos y cada vez hay más competencia, entonces, una manera de promovernos es gestar nosotros los propios proyectos: ubicar predios, ver las condiciones de acuerdo al mercado. El interés social lo abarcan las grandes empresas constructoras. Así, en este caso particular, el terreno tenía las condiciones para desarrollar el proyecto y por ende se fue trabajando.
– ¿Participó en la Cuarta Bienal?
Participé como conferencista y también con un trabajo; esta vez no pasó mayor cosa pero son experiencias muy importantes. Por supuesto que le tiene uno cierto gusto a participar, pero para presentar algo que en verdad tenga caso compartir; me gusta mucho ese término, compartir, porque en la arquitectura lo que hacemos es para compartirlo.
– ¿Cree que una bienal motiva a los profesionales del medio en la creación de nuevos proyectos?
Sí. Es un escaparate, es una fiesta, una alternativa en la que se promueve una arquitectura con mayor aportación, un poquito más valiosa. Las nuevas generaciones observan qué se está haciendo. A veces, como estudiantes, fijamos la vista al centro del país y a los aspectos que se publicaron incluso en lo internacional, excepto en lo que hacemos nosotros, localmente. Esa parte se está cubriendo. Falta hacer mayor difusión, promover hacia otros medios, darle mayor relevancia y hay mucho que trabajar en ello; falta ser más audaz. Seguimos careciendo de un buen circuito, de una casa de cultura, de un espacio, de un edificio público en el cual podamos llevar a cabo la presentación de nuestro trabajo.
– ¿Implica una responsabilidad el hecho de haber sido ganador en una de las bienales?
Sí, porque implica que se tiene que ser más cauteloso con el quehacer, decidir qué trabajos realizar y cuáles no. La arquitectura es un proceso de mucho trabajo pero también de mucha competencia. Hay un bloque de gente con arquitectura comercial, impersonal, produciendo mucho y un bloque, más reducido, que tiene una arquitectura más privada, más personal, más específica, en el que estamos tratando de salir adelante con poco recurso, sin embargo, todo se rige por el impacto económico. Hacer construcción sigue siendo muy difícil.
– Entonces, ¿considera que las bienales permiten elevar el nivel profesional y competitivo de nuestros arquitectos?
Sí, por supuesto.
– ¿Contribuyen al intercambio de nuevas ideas, tendencias y búsquedas o sólo sirven para mostrar la obra personal de los participantes?
No. Por supuesto, hay una visualización a nivel local de cómo nos impactan los movimientos de tipo global y de cómo nosotros, con una visión regional, le damos cabida a este tipo de impactos sin que nos desplacen, porque muchas veces no tenemos la misma tecnología ni la técnica pero hacemos una serie de adecuaciones. Creo que nuestra responsabilidad está en la de rescatar algunos elementos y hacer una reinterpretación, generando alternativas, propuestas. Mostrar que no sólo se puede hacer algo que es muy local, muy regional, sino que también puede ser contemporáneo; con nuestras aportaciones y con nuestras limitaciones, pero propio.

– ¿Usted considera que si hay una tradición arquitectónica en el estado?
Por supuesto, existe desde la condición prehispánica misma, eso no lo puede negar nadie, ni el impacto que tiene la mezcla de lo español con lo indio, de ahí el surgimiento de estas grandes casas o casonas, que tienen un esquema tan claro que operaba y sigue funcionando todavía y a las que hay mucho que aprenderles. Hay viviendas en el campo que cumplen con mucho más condiciones que una casa misma de interés social; en ellas la gente no tiene problemas con el calor, tiene mucho más convivencia con el exterior-interior, su espacialidad es mucho más amplia y de repente nosotros, los creadores, hemos caído en el mercantilismo de meterla en una caja de zapatos de 3 metros cuadrados.
– ¿Cuáles son los íconos arquitectónicos de Chiapas?
Como persona yo creo que todavía no hay uno. Como edificio, me fascina el Museo Regional de Antropología e Historia, es un edificio muy importante para nuestro estado que sigue vigente como concepto de solución. Es como la reinterpretación de esas casas de grandes patios.
– ¿Podríamos hablar de una arquitectura rural en Chiapas?
Por supuesto que existe, con una estructura tradicional, la estructura vernácula y hay una contemporánea.
– ¿Cree que el trabajo de los arquitectos es valorado?
Sí, por supuesto que es valorado, en su momento la gente sabe discernir cuándo debe contratarnos.
– ¿El diseño arquitectónico es de inspiración o análisis?
Nada es fortuito, esto se va dando; hay una serie de condiciones y vivencias que van nutriendo ese quehacer. Se aprende al caminar, viajar, ser sensible ante las cosas comunes y cotidianas que de alguna manera no valoramos, eso va nutriendo y en el momento creativo tiene que aflorar más las que se tienen que tomar en cuenta, como la calidad y tipo de materiales, los espacios, la iluminación.
– ¿Cuál es el elemento que identifica su arquitectura?
Los recibidores, los corredores. Diseños en los que la arquitectura no sea tan fría, como una caja sino que tenga un poquito más que la haga humana.
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En Corto
Piedra: Es un soporte
Metal: Mucho trabajo y expresión
Madera: Sutil
Cristal: Transparencia
Agua: Relajamiento, tranquilidad
Luz: El día
Naturaleza: Armonía
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Perfil
Tuxtleco, “aunque mis padres me engendraron en Chiapa de Corzo”. Vivió la mayor parte de su infancia en diversos lugares, entre ellos Arriaga. Arquitecto desde hace 15 años, casado y con 4 hijos, gusta de escuchar música, dibujar y el trabajo manual que tenga que ver con la arquitectura. Le fascina la fotografía. Su arquitecto: Luis Barragán.
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