Nuestra querida poeta argentina Cecilia Romana publicó hace poco menos de un mes Callao 1824, por editorial Leviatán en su colección Poesía Mayor. Generosa, como siempre, nos comparte una selección de poemas de ese libro cargado de heroísmo, amor y pasión, que iremos publicando cada semana.
Con el tiempo me pregunto
por qué
Como una nota a pie de página,
tu ausencia me explica demasiado tarde
por qué no estás cuando te necesito.
Callao 1824 es un libro de poemas históricos que giran en torno a un suceso de las luchas independentistas americanas: el Sorteo de Matucana. Luego de la sublevación de El Callao en 1824, 104 soldados patriotas fueron conducidos por los realistas a una prisión en la isla de Esteves (Titicaca), pero el coronel graduado Ramón Estomba (montevideano) y el teniente coronel Juan Pedro Luna (porteño) se fugaron de las filas y huyeron.
El general español Andrés García Camba, jefe de Estado Mayor, decidió escarmentar a los patriotas con otros dos soldados por medio de un sorteo. Fue así que fusilaron a los capitanes Domingo Alejo Millán (tucumano) y Manuel Silvestre Prudán (porteño).
Los poemas de Callao 1824 trazan un derrotero que va de la anécdota histórica a la profundización de la vida en campaña, los vínculos militares y los sentimientos de cuatro jóvenes en el contexto de una lucha que se convirtió en el eje de sus existencias.
Cecilia Romana nació y vive en Buenos Aires. Es escritora y licenciada en Artes y Ciencias del Teatro. Lleva publicados ocho libros de poesía, cuatro de relatos infanto-juveniles y varios volúmenes escolares para nivel inicial, primario y secundario en Kapelusz y Santillana.
Ha ganado el Premio de Poesía Iberoamericana Sor Juana Inés de la Cruz (2006), el Jaime Sabines (2006) –ambos en México–, y dos veces el Segundo Premio del Fondo Nacional de las Artes en Poesía. Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, portugués, italiano y polaco y forman parte de antologías argentinas, latinoamericanas, francesas y estadounidenses. Colabora asiduamente en las revistas Fénix (Córdoba), Espacio Murena y Hablar de Poesía (Buenos Aires), así coom también en el diario El Litoral de Santa Fe. Es correctora de la Biblioteca Nacional.
Amo a Natasha, hay un antes y un después de ella. Me ha enseñado amar a los perros y a conocerlos un poco más. Toda mi vida he estado rodeada de caninos, pero con ella es con la primera que me he sentido más unida. Estamos juntas casi todo el día, se duerme a mi lado mientras trabajo y si me muevo de la oficina me sigue donde esté, escucha mi música y baila conmigo.
Sin embargo, no me he detenido a observarla si gusta o no de la música o si cuando baila conmigo, moviendo la cola y saltando, es por las melodías que escuchamos. Hasta que hace unos meses que encontré, en mi acostumbrado recorrido por el diario La Jornada, con una pequeña nota escrita en julio y que se refiere a lo que hizo un canino durante el concierto de la Orquesta de Cámara de Viena en Turquía:
«el perro sube al escenario, aparentemente atraído por la música. Camina lentamente por la tarima, antes de acurrucarse a los pies de un violinista que no logra reprimir una sonrisa. La aparición del animal provoca risas y aplausos en el público. Se difundió rápidamente en las redes sociales en Turquía, donde la gente suele tratar con respeto a los perros y gatos callejeros, y en el resto del mundo».
Eso me hizo recordar una lectura de El País Semanal, de hace 18 años, en la columna de Luis Sepúlveda «Historias Marginales», es el relato de un famoso perro melómano llamado Fernando, quien vivió en la Provincia del Chaco en Argentina. Me pareció una historia increíble que supuse era la invención del escritor; la curiosidad me llevó a buscar en la web y vi que era verídica; claro, Sepúlveda le puso tintes literarios y me encantó su versión más que la de la web, así que quiero compartirla, espero la disfruten tanto como yo:
Algún día perdido en la memoria de los vecinos de Resistencia, en el Chaco, por sus calurosas y húmedas calles se vio caminar a un forastero que cargaba una guitarra mientras charlaba amigablemente con un perro de raza desconocida que le acompañaba con fidelidad de sombra. El desconocido llamó a la puerta de una pensión y, tras presentarse como artista ambulante, cantor de boleros para mayor precisión, preguntó si él y su perro podían hospedarse.
-Siempre y cuando respeten las horas de siesta. Vos no cantás y el perro no ladra-, le respondieron.
La siesta es larga en Chaco. Las horas de reposo pasan lentas y apacibles como las aguas del Paraná. Bajo el rigor canicular no canta el hornillo, el surubí reposa en el fondo del río, y las gentes se abandonan a un sopor profundo y benéfico.
A los pocos días de llegar, el cantor se durmió para siempre en una siesta, y al descubrir el triste suceso, el dueño de la pensión y los vecinos comprobaron que sabían muy poco, casi nada, de aquel hombre.
-Uno de los dos obedece al nombre de Fernando, pero no sé si él o el perro – comentó alguno.
Luego de sepultar al cantor, y como una forma de respetar su memoria, los vecinos de Resistencia decidieron adoptar al perro, lo llamaron Fernando y le organizaron la vida: el dueño de un boliche se comprometió a darle cada mañana un tazón de leche y dos medias lunas. El perro Fernando desayunó durante 12 años en la misma mesa. Un matarife decidió servirle cada mediodía un trozo de carne con hueso. El perro Fernando acudió puntualmente a la cita durante toda su vida. Los artistas del Fogón de los Arrieros, una casa sin puertas en la que todavía los caminantes encuentran lugar de reposo y mate, aceptaron al perro Fernando como socio de la institución, donde destacó como implacable crítico musical. Tal vez heredado de su primer amo, el perro poseía un agudo sentido de la armonía, y cada vez que un músico desafinaba debía soportar la reprimenda de los aullidos de Fernando. Mempo Giardinelli me contó que, durante un concierto de un prestigioso violinista polaco en gira por el noreste argentino, el perro Fernando escuchó atentamente desde su lugar en primera fila, con los ojos cerrados y las orejas atentas, hasta que una pifia del músico le hizo proferir un desgarrador aullido. El violinista suspendió la interpretación y exigió que sacaran de la sala al perro. La respuesta de los chaqueños fue rotunda:
-Fernando sabe lo que hace. O tocás bien o te vas vos.
Durante 12 años, el perro Fernando se paseó a sus anchas por Resistencia. No había boda sin los alegres ladridos de Fernando mientras los recién casados bailaban un chamamé. Si Fernando faltaba a algún velorio, era todo un desprestigio tanto para el muerto como para los deudos.
La vida de los perros es por desgracia breve, y la de Fernando no fue una excepción. Su funeral fue el más concurrido que se recuerda en Resistencia. Los caciques de la política cantaron loas a sus virtudes ciudadanas, los poetas leyeron versos en su honor, y una suscripción popular financió su monumento, que se levanta frente a la casa de Gobierno, pero dándole la espalda, es decir, mostrándole el culo al poder.
Hace un par de semanas, con mi hijo Sebastián que se inicia en los senderos que amo, salimos de Resistencia para cruzar el Chaco Impenetrable. En el límite de la ciudad leímos por última vez el letrero que dice:
“Bienvenidos a Resistencia, ciudad del perro Fernando”.
Fuentes: Periódico La Jornada. Sábado 1º de julio de 2017, p. 7
Luis Sepúlveda / Historias Marginales XXV / El País Semanal No. 1,198. Domingo 12 de septiembre de 1999.
A Cecilia Romana, hoy que se festeja el día de la primavera en Argentina
Un huerto en primavera de Claude Monet
I
La primavera tiene el deseo de hablar
oculto entre sus manos, sus aires y su polen.
Sentados en la hierba
nos preguntamos las cosas que se preguntan
los amigos que se aman y se ven poco.
En «el otoño del cuerpo»
la primavera vale una chingada.
Es una estación tonta
dedicada a crear cosas que se van a morir.
No es mala.
Crea porque tiene la manía de hacerlo.
Es generosa pero estúpida.
No puede estarse quieta.
Este otoño la pondrá en su sitio;
le tumbará sus ramitas
y le hará polvo sus flores,
sus hojas, sus frutos,
sus imágenes tempraneras
y sus bellas personas.
Regresará. Siempre regresa
para que la derroten.
Se parece a los poetas.
Nadie puede ser capaz de decirte
cuánto te quiero,
cuánto te quise ese año
en que el verano no se iba nunca.
Nadie puede tomar mi lugar
esta tarde
ni acercarse a tu casa para avisarte que me voy.
Me estoy yendo
y nadie más que yo podría decírtelo
y sumar a eso
que te quiero,
que te quise mucho ayer
y también aquel verano
interminable, que fue el primero
y el último.
II
Nadie puede ser capaz de nombrarte
las casas que vi,
la humedad en una viga
como la mancha
en un pie.
Nadie puede hablarte de los nombres,
mucho menos del miedo
que empuja a hacer cualquier cosa.
Pero yo puedo decirte
dos palabras y entenderías.
Qué idiota es el tiempo
cuando nos sobra
y qué astuto
cuando está tocando a su fin.
III
Quedarme así en el medio de la pista
cuando la música nos divertía
y tus ojos estaban fijos en mí
como dos estrellas
fijas.
En ese momento sí, quedarme en el medio.
No después,
cuando la pista te aburrió
y se apagó la música, el cielo,
las dos estrellas, todo.
Que lo que vaya a ocurrir, pase
y me ponga en el costado
por primera vez en mi vida.
En el centro tiene que estar
tu nombre
alrededor del que orbité
siempre
pero tan exánime,
que no alcanzaste a percibirlo
y al final te fuiste.
Serie «Última tarde» poemas del libro inédito «Callao 1824» de la poeta argentina Cecilia Romana.
Este año realizamos diversos artículos y compartimos poemas con una fotografía, de artistas que admiramos de diversas partes del mundo, otorgando prioridad a letras y trabajos de escritores y fotógrafos chiapanecos, como el poema tan sentido del poeta Óscar Oliva
Son diversos los personajes que matizaron el sitio este año, no sólo de gente destacada en el ámbito artístico, como la entrevista al gran cuenta cuentos Emilio Lome
La visita del artista, director y docente argentino Rubén Segal que ofreció un magnífico taller para el fomento de la creatividad entre personas que participan en el teatro y la danza
También en Desmesuradas buscamos que estuvieran en nuestro sitio las voces de aquellas personas que en su oficio sencillo luchan día a día para construir un país con esperanza como don Edgar de oficio cartero
Desmesuradas da un voto de fe para que no se olvide la palabra, es por eso que los invitamos a rememorar los discursos de nuestra admirada y querida maestra Elena Poniatowska, durante su estancia en Chiapas, visita que causó revuelo por poner el dedo en la llaga y quien nos invita a la reflexión por los acontecimientos que vive el país
Agradecemos también las muestras de solidaridad para nuestro país, como la de nuestro amigo el poeta Carlos Bernatek, quien con su equipo de trabajo en Argentina nos enviaron un recordatorio de lo que no debemos olvidar jamás
Personal de la Biblioteca Nacional en Argentina /Foto: Carlos Bernatek
Queridas Gaby y Leti Desmesuradas: como todos los años, cuando nos disponíamos al brindis laboral clásico, tuvimos una idea: enviar un mensaje a toda Latinoamérica con un hecho que nos parece, nadie debería obviar.
Lo original es que, por encima de cualquier obligación de protocolo, y hasta descuidando la cortesía de las relaciones exteriores, este mensaje parte de un organismo público -la Biblioteca Nacional- y de sus trabajadores, hermanados en el sentimiento unánime de aquello que, por vivir donde vivimos, tanto nos ha marcado como sociedad: la desaparición forzada de personas.
Por eso quise que esta idea llegara a Chiapas, y por intermedio de ustedes a todos los que les parezca adecuado.
Un fuerte abrazo para ambas y los mejores deseos para 2015
Carlos Bernatek. Poeta y narrador argentino, nació en Avellaneda, Buenos Aires, 1955. Se ha desempeñado en diversas actividades en organismos culturales de la nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Provincia de Santa Fe. Actualmente trabaja en la Biblioteca Nacional.
El círculo abierto es el título del taller que impartió por primera vez en Chiapas el artista, director y docente, Rubén Sagal, dirigido a directores, actores, bailarines, cantantes y músicos de diversas partes de la República, promovido por el director de escena Jorge Escobar.
Desmesuradas tuvo la oportunidad de platicar con este creador argentino, que ha viajado a diversos lugares del mundo motivado por el amor a la docencia y el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que llega a sus talleres, a través de la “Ley del ritmo”.
Texto: Gabriela Barrios García/Foto y Video: Emilio Ruiz
¿Imparte solo los talleres?
No, siempre vamos en equipo, cuando las condiciones lo permiten, porque a veces es difícil por costos viajar entre muchos y que se pueda asumir un gasto para trasladar a cuatro o cinco del equipo, pero lo que hacemos a veces es compensar con que alguien del lugar se integre, acá está haciendo de músico-acompañante Paco (percusionista de Chiapas) y fantástico como si hubiéramos trabajado toda la vida juntos.
No nos gusta dar ningún tipo de taller o seminario individualmente, porque parte de la pedagogía que buscamos es no estar centrado en la figura de alguien, no es un concepto de que es un «maestro», un «gurú» al que hay que seguir ni nada, es como un equipo que se encuentra con otro equipo, igual que pasa en el teatro, un grupo de gente que prepara algo, que va a compartir la mesa con los que vienen y allí estamos todos a la mesa.
¿Cómo logra la integración de los participantes?
La primera cosa es que uno tenga el deseo ferviente y honesto de querer trabajar para unir a la gente que viene al taller, más que hagan bien las cosas, que las hagan juntos, como si fuese la primera condición interna, que vino casi como genética, el deseo de un latido compartido, como una pulsión hacía eso, a romper lo individual, por lo menos por un rato, después las herramientas que a veces usas para eso, que también fueron encontradas intuitivamente, no fueron elaboradas, fue por trabajar a través de la percusión, de las vibraciones sonoras, del ritmo como concepto de ciclos de tiempo y espacio, que son como cosas más grandes que uno mismo, entonces sirven para aglutinar a la gente más allá de la consciencia.
¿Cuál sería el objetivo que busca en cada participante?
La expansión de la consciencia.
Jorge Escobar, director de escena que hizo posible el taller de Rubén Segal / Foto: Emilio Ruiz
¿Cómo hace con el manejo de los egos?
Si puedes lograr que se levante un poco la vibración hacia una expansión de la consciencia, la consciencia naturalmente va ir haciendo un recuerdo de que somos más altruistas, más compasivos que egoístas-egocentristas. Es decir, de hecho la Ley del Ritmo que no la he enunciado yo, de ninguna manera, es patrimonio del cosmos, habla de que el ritmo rompe la rutina, de alguna manera rompe el movimiento del círculo vicioso del control y genera un movimiento en espiral de expansión de las emociones y la consciencia, por lo tanto el individuo pasa a ser parte de un todo más grande que él, y eso es una forma más sutil; pero ellos no están pensando en eso mientras hacemos los trabajos, ni siquiera lo decimos, pero sí se siente la búsqueda de que encontremos, al menos por instantes, una sensación de sincronisidad y de unidad, aunque después se pierda, porque en el instante siguiente que piensas «uyy lo encontré, lo quiero mantener», se te escapa.
El concepto de la sincronicidad de que hablamos no es algo utópico ni una cuestión mística, es un funcionamiento natural de todo el cosmos y del universo; a veces creemos que cuando tenemos un hecho sincrónico de encontrarnos con alguien en quien se estaba pensando o de estar buscando un libro y de repente éste cae en mis manos, eso parece mágico; no es mágico, es uno que dijo: me subí a la danza de la vida por un ratito y me parece mágico porque como no estoy subido todo el tiempo a eso y estoy pensando en mí, en mí, en mí, me quedo fuera de la danza de la vida. Entonces la idea es esa: que puedan tener instantes fugaces, aunque sea un segundo de un latido, entre todos quizá ya afecta para mucho tiempo.
¿Cómo ha sido su experiencia en este taller que concluye?
Muy emocionante, muy rico de entrega entre todos, de derroche de creatividad; de un vivir como una especie de proceso, primero sentirnos como todos cada uno en su trinchera y de repente cómo se fue disolviendo eso a lo largo de la horas y cómo de a poquito vamos entrando en una especie de célula comunitaria que probablemente hoy alcance su momento justo de hervor cuando nos tengamos que separarnos; es como si podemos empezar a trabajar desde otro lugar cuándo nos vamos a separar, pero igualmente esa separación también es ilusoria.
¿Cuál es la función social del teatro?
Desde ya transformar al individuo, devolverle la creencia de que todos somos actores, en el sentido de que todos, hagamos lo que hagamos, tenemos que ser altamente creativos, felices y dichosos en lo que estemos haciendo, no es que el actor es el que está arriba de un escenario. El actor puede ser una persona que limpia las calles, el asunto es si eso que está haciendo le hace dichoso, le hace sentir que socialmente está aportando luz y no oscuridad, porque lo que está haciendo le está gustando, si no te gusta, aunque estés arriba de un escenario igual no va a ser luminoso. El teatro es para mí, accionar, hacer desde el ser. Entonces, si lo que se llama teatro convencional le sirve de espejo a los espectadores para que se pongan en acción y no se quede en aplaudirle a los que están arriba de un escenario porque creen que son buenos moviéndose o declamando, entonces sí sirve, sino no sirve. Si se queda en potenciar lo egoico no sirve, no es la función del teatro potenciar los egos, ni la vanidad, ni el exitismo ni nada de eso, para mí es expandir los corazones de la gente.
¿Cómo describiría la creatividad?
Es el acto más sublime con el que un ser humano se puede manifestar, casi te diría como el estado de generosidad permanente, tal como nos han llegado las cosas. Nosotros estamos rodeados de creación y nos vino gratis, todo, las montañas, los mares, los océanos, los lagos, las plantas, piedras, el sol, las estrellas, las órbitas, las galaxias, no costó un peso; lo hemos recibido generosamente y esa creatividad es un acto generoso que viene de hace millones de años, reproduciendo y expandiendose. Para mí es la definición más ajustada de que somos obras de arte viviente que tiene que manifestarse generosamente tal como nosotros hemos llegado hasta aquí.
¿Qué tipo de música utiliza en sus talleres?
De todo, cuando podemos la música en directo y mucho es música improvisada en función de las cosas que hacemos. Hace muchos años empezamos solamente con instrumentos de percusión pero después eso era poco porque sólo te llevaba algo a tierra, entonces hubo que agregar cuencos, instrumentos de viento porque busco llenar el espacio de otras vibraciones sonoras para que no quede solamente limitado a la tierra y que hayan más elementos vibracionales allí dando vuelta. Cuando no podemos venir muchos músicos en directo a sostener eso, incluso a veces usamos coros que vienen ayudar y a cantar en directo para también poner la vibración de la voz, cantan mientras la gente se mueve o hace el ejercicio; tenemos música grabada y allí hay de todo de todo lo que nos fue llegando, de todos los países, de todas las culturas y vas mezclando para que no hayan fronteras tampoco sonoras en ese sentido.
¿Qué sonidos le resultan interesantes?
Cualquiera en el momento, ayer justamente estábamos haciendo un ejercicio y después hablamos de algo y justo hubo como una mesa que se le cayó a alguien que estaba ordenando allí e hizo como una especie de sonido acertivo, es como si hubiera confirmado lo que estábamos comentando en ese momento, se puede decir un sonido de una mesa cayendo no es bonito pero en ese momento fue el mejor sonido que podíamos tener para ese momento, entonces es difícil responderte eso. Cualquier sonido en el momento justo que esté en sincronía con lo que está sucediendo, es el mejor.
¿Qué es para Rubén Segal el ritmo?
Es el camino que yo elegí para encontrarme con los seres humanos.
¿Qué es el ritmo universal?
Es la no polaridad, es la sensación de un todo magnificiente más grande que nosotros, por lo cual todos quedamos sumergidos en esa pulsación y teóricamente sin diferencia, por eso sin polaridad, sin cultura, sin identidad, da lo mismo. Es un latido que nos afecta a todos por igual.
¿Qué es el ritmo en el teatro?
Es que no se puede separar de lo otro que te he dicho, porque si el teatro es la condensación de una vida, es aplicar ese cuento a cualquier obra, es como si te dijera: toda obra de teatro tiene un pulso, hay que encontrarselo para que cuando uno la trata de montar le encuentre justo la pulsación que tiene para que el público también se sienta transportado y no que esté separado, actores por un lado, público por el otro. El teatro es un desprendimiento del ritmo, no es una herramienta exterior que hay que ponerla en marcha, no puede existir el teatro sin el concepto de espacio-tiempo.
¿Cómo suena el ritmo?
Infinito sonido, el silencio es ritmo también.
¿Se siente el ritmo?
Yo creo que más se percibe, se es, no estamos hablando de percusión, una cosa es la percusión eso es un método para manifestar exteriormente los ritmos que están dando vuelta por allí, pero un ciclo lunar es un ritmo que quizá no lo estás sintiendo con la consciencia pero son 28 días o 26 mil años en un calendario Maya, es decir, tiene muchas dimensiones de ciclos en las que estamos sumergidos. Por eso digo que es más un tema no emocional, es un tema más grande, porque lo emocional puede estar metido dentro de la personalidad y esto es parte del ser, por eso digo que ser ritmo es integrarse a todos los ciclos que se les está rodeando todo el tiempo, a veces son ciclos de un segundo de un minuto, ciclos de tres años, ciclos de siete años.
¿Todos tenemos ritmo?
No estaríamos vivos sin eso, somos concebidos bajo eso, el espermatozoide y óvulos no pueden fecundarse hasta que no laten al unísono y eso está comprobado por microscopia electrónica, vienen en una vibración distinta hasta que no oscilan al unísono no se produce la fecundación.
El primer tejido que se forma una vez que tú eres la célula en el útero, el corazón, entonces qué hace el corazón, empieza: tun, tun, tun. Y allí se organiza todo y viene de un corazón más grande. Es un patrimonio de la humanidad, ni siquiera de la humanidad, no está sometido a los humanos, las piedras, los minerales, más allá del planeta tierra, es como una gran sinfonía de pulsaciones.
¿Cada territorio tiene su ritmo?
Pareciera que intrínsecamente hubiera. Hay un antropólogo que dice que la música en realidad es un reflejo sonoro de las estructuras rítmicas que ya tenemos adentro. Probablemente en cada región, por los motivos que sea, que los desconozco, porque deben tener que ver las estrellas del sol, la concepción, el tipo de minerales, el tipo de fauna, el tipo de flora, todo lo que rodea a una región, seguramente late en una determinada frecuencia; por lo cual el reflejo hacía afuera de ese pedacito del cuerpo-tierra, de ese pedacito de riñón en una zona del cuerpo grande, late en una cumbia. Por eso los lenguajes son también modificaciones del ritmo de cada región, por eso se modifica el ritmo y el lenguaje apareció, y aparecen las distintas lenguas como parte de la sonoridad de cada parte de un todo. Es como el cuerpo humano, está todo en sincronía, pero cada organito, cada sistema, cada hormona o cada intercambio químico tiene su propio proceso, no todo es igual en la misma pulsación, igualmente hay un señor que está allí marcando un poco el recordatorio y a veces tiene que acelerar porque necesitan adaptarse a los cambios, pero siempre hay algo que está sosteniendo, que no es mi voluntad.
Escucha o descarga parte del audio de la entrevista:
Lugar de nacimiento: Nací en Buenos Aires en el año 1959. Edad: Ahora 55 Número de hermanos: Ninguno. Estado civil: Casado. Número de hijos: Tres hijas. Pasatiempos: Viajar, leer, seguir aprendiendo, seguir conociendo gente. Música: Si te tengo que nombrar a alguien Stevie Wonder, pero es mentira, es por el amor que le tengo a Stevie Wonder, pero no es sólo eso. Película: Los puentes de Madison, pero también es casi limitar a algo que es muy grande, es como si te dijeran un sólo libro, no, es como un multiverso. Obra teatral: Ahorita podía decir una, hace poco vi una que se llama Terrenal, pero me fascinó pero tampoco es “la obra”, esa fue la obra de ese día, de ese momento, que para ese momento era perfecta, que queda inspirándome adentro, pero que no es la única, lo mismo con la música. Comida: Soy vegetariano. Rituales: Meditar, si puedo un poco cada día; encontrarme con la gente en los talleres como meditación en movimiento, pero no tengo como una estructura de rutina muy muy fija, a veces medito con música a veces en silencio, a veces me pongo a bailar, algo así como para tener momento del día de conexión interna.
[/rescue_box]
[box type=»info»]
En Corto
Teatro: Vida Actor: Yoshi Oida Personaje: Hamlet Enseñanza: Los humanos Aprendizaje: Viajar Expresión: Movimiento Creatividad: Generosidad Música: Ramiro González Movimiento: Circulares Cuerpo: Integrado Ritmo: Latidos
Visita Chiapas por segunda ocasión la Ganadora del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006. Foto: Gabriela G. Barrios
Visita Chiapas por segunda ocasión la Ganadora del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006
La joven poeta argentina Cecilia Romana encuentra en la poesía la única manera de expresar algo que está muy dentro de ella, “es la única manera de salvarse, si yo no escribiera poesía estaría loca o por lo menos hubiera vuelto loca a gran parte de la gente que me quiere o de mis amigos”.
Después de la jornada laboral su vida es escribir, leer “un montón”, pintar y cantar (antes era vocalista de un grupo), como lo demuestra su trabajo, en el que destacan Flota, hangares y otros trabajos mecánicos (2004), Duelo (2005) y Aviso de Obra (2006) con el que obtuvo el VIII Premio de Poesía Iberoamericana Sor Juana Inés de la Cruz, otorgado en la Embajada de México en Costa Rica. Colaboradora en revistas de diversos países, trabaja con el especialista en filosofía e historia de las religiones Francisco García Bazán, como su asistente en investigaciones del área de filosofía; es, además, editora de Sigamos Enamoradas.
En noviembre del año pasado se hizo acreedora del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2006, por su libro No lo conozcas el cual escribió en dos meses como resultado de “un amor no correspondido, de un amor que no podía ser, como todos mis amores”, nos comenta Cecilia en una amena charla, en esta su segunda visita a Chiapas.
El mar de Cecilia
– ¿Qué te representa el término poesía?
La literatura para mí es mi vida, sin lugar a dudas y dentro de la literatura la poesía es el mar donde mejor nado.
–¿Los poetas necesariamente tienen que hablar del amor?
No, para nada. El escritor, el poeta, quien sea que se dedica al arte, habla de lo que puede, como puede. Finalmente me parece que la fuerza que mueve la vida de todas las personas es el amor, y quizás el poeta que es quien tiene un instrumento más íntimo y más sincero, que es la palabra, puede ser que muchas veces hable del amor, indirectamente o escondiéndolo pero en general habla del amor. No creo que sea un tema obligatorio ni preponderante, de hecho la poesía política también tiene sus seguidores, yo sólo hablo del amor. Pero en algún momento creceré (risas).
-¿Has escrito poesía erótica?
No, yo creo que no, pero todo el mundo dice que escribo cosas eróticas. Estoy muy convencida de que no, no me pega, no.
–¿Y social?
No, tampoco. Creo que si uno va siguiendo mi obra, se ve algo social, pero en realidad yo siempre escribo de mí y se puede ver como vive una chica de treinta años, recibida, soltera, en Buenos Aires, y a través de eso cómo es la sociedad de la gente como yo, la sociedad en la que vivo. Pero no escribo tema social.
–¿En el amor también hablas rimadito o eres de prosa libre?
¡Libre! (Risas). No puedo cumplir reglas de ningún tipo, nunca. Cuando hay reglas digo hay que romperlas. ¡Prosa libre! Aunque sí tengo una regla que es un mandamiento también, amar al otro como a ti mismo y la tengo muy presente en el amor; siempre pienso ¿al otro le gustaría que le hicieran lo que a mí no me gusta que me hagan? Y pienso también en los que rodean al otro. Tengo algunas reglas morales con respecto al amor.
–¿A quién le recitarías al oído?
(Risas). Al Subcomandante Marcos.
Sus emociones
–¿Qué te produce miedo?
Perder a mis seres queridos, es a lo único a lo que le tengo miedo.
–¿Qué te enoja?
Me enoja la falta de ambición, el detenimiento en la gente, que se rinda la gente que quiero. Foto: Gabriela G. Barrios
Muchas cosas. Me enoja la falta de ambición, el detenimiento en la gente, que se rinda la gente que quiero. Me enoja muchísimo la desigualdad, la desigualdad económica, educacional, sanitaria. También me enoja mucho la gente que es implacable y que cree que todo el mundo tiene que pensar como ellos, creo que eso es lo que más me enoja y la infidelidad también me enoja bastante, ¡no la mía, la del prójimo! (Risas).
–¿Qué te aburre?
Todo. Me aburre la continuidad. Me aburre ir al cine, es algo tremendo porque todo el mundo me dice vamos al cine y me aburre. Nada. Me aburro de todo.
–¿Y qué te divierte?
Muchas cosas. Lo que más me divierte en la vida son las caídas de la gente, si yo veo a alguien caerse me deshago, me descostillo, no puedo parar. Me divierten mucho las situaciones en las que no me debo reír, me divierten y me río a carcajadas, no puedo parar. Después, me divierte mucho estar con mis amigas, estar con mi hermano y jugar con mis sobrinos, tengo once sobrinos, desde los siete meses hasta los 13 años, me divierte mucho estar con ellos.
–¿Qué sueña Cecilia Romana?
Sueña muchas cosas. Todo el tiempo estoy soñando, sueño que voy a estar feliz, no sé muy bien cómo, pero sueño que voy a estar feliz; en general sueño que la potencia de amor que tengo es correspondida con la energía exacta con la que yo la siento, es sólo un sueño (risas). ¡Nunca se da!
–Ahora ¿Eres feliz o no eres feliz?
En este momento, con mis amigas y en la entrevista y en Chiapas, estoy feliz, totalmente feliz. En este momento sí. Soy una persona que nunca está conforme, una persona que se aburre muy rápido y mucho, entonces siempre me falta algo, soy una persona muy incompleta pero ahora sí estoy feliz.
Los amores
–¿Consideras que las mujeres y los hombres aún le tenemos miedo a lo que piense el otro?
¡Sí!, totalmente. A partir que uno se levanta, la mirada del otro es esencial en lo que vas a vivir el resto de tu día. No sé si exista alguien que realmente sea seguro y que no le importe demasiado lo que dice el otro. Para mí sin la mirada del otro, la vida de uno no tiene sentido. Me parece que el otro nos da miedo, nos da felicidad, nos da inseguridad y también nos da seguridad. Me parece que la mirada del otro es fundamental en la vida de uno.
–¿Qué debes a los hombres de tu vida y qué te deben ellos a ti?
Tengo principalmente dos hombres de mi vida que son mi padre y mi abuelo. A mi padre le debo la vida y le debo todas las enseñanzas, toda mi primera formación, antes de ir a la universidad, el tema literario, todos los clásicos griegos, haber aprendido griego y latín cuando estaba muy chiquita, aprendí casi al mismo tiempo que aprendí a escribir español, después me olvidé por supuesto (risas). Toda mi formación y mi amor por las humanidades se los debo a mi padre y después mi amor hacia los hombres; el ver a un hombre que uno admira y quiere muchísimo se lo debo a mi abuelo, que era también mi padrino. Son los hombres que más amo en mi vida y después les debo a varios hombres libros, porque cada uno de mis libros es un hombre. ¡Ellos me deben plata! (Risas). Eso es lo que más me deben y después que sé yo, algunos me deben libros y nada más, después les regalo todo.
–¿Dónde has escrito el nombre de tu amado?
En libros, siempre velado, siempre con otros nombres; en la pared de mi cuarto, las iniciales; en un papelito. En alguna parte de mí, creo que dentro de mí tengo un muro donde hay un montón de nombres. Algunos más grandes, por supuesto el más grande Gonzalo, que es mi ex marido, que está escrito enorme y con luces alrededor y también está la dedicatoria de mi primer libro con su nombre, que dice Gonzalo. Nunca maltraté árboles ni bancos de colegio ni ningún otro objeto, jamás, nunca, porque pensé que no se lo merecían los varones.
–¿Ya has visto al hombre más guapo del mundo?
¿En persona? ¡Ay! ¿El más guapo del mundo? (Risas) No sé si es el más guapo del mundo. Vi muchos hombres guapos. Siempre dije que el hombre más lindo que había visto en mi vida es mi ex marido. Creo que todavía conservo esa idea, considero que el hombre más lindo que he visto en mi vida es mi ex marido, sin lugar a dudas.
–¿Has sufrido mucho por amor?
Sí, todo el tiempo, muchísimo, pero sufrí, me parece, porque siempre fui la que se puso los pantalones en todas las relaciones que tuve y además porque tengo una idea muy idealista del amor. Me enamoro de alguien que está lejano y que sin querer lo voy construyendo y al rato me doy cuenta de que me enamoré de una construcción, mientras, el otro ya se enamoró de mí, pero yo ya no me enamoré de él. ¡Siempre con amores imposibles! Sufrí por amor pero creo que más sufrieron las personas que estuvieron conmigo. Si tengo que poner una balanza, más del doble sufrieron las personas que estuvieron conmigo, pobres.
–¿Y por odio?
No. Creo que no sé lo que es odiar. Nunca en mi vida odié, no sé lo que es odiar. Me imagino que alguien me habrá odiado. En algún momento alguien por ahí me quiso hacer algo por envidia; siempre trato de entregarles amor igual. Soy una persona que tiene muchas cosas, tengo salud, que es lo principal, tengo amigos y tengo pujanza para trabajar y de alguna manera me siento en la obligación de devolver al mundo todo lo que tengo. Si nadie me trata mal sonrío siempre, porque en verdad no sé qué es el odio.
La escritura
–¿Cuándo escribes piensas en tus lectores?
Me divierten mucho las situaciones en las que no me debo reír, me divierten y me río a carcajadas, no puedo parar. Foto: Gabriela G. Barrios
Nunca, jamás. No tengo idea de quienes son mis lectores, no me interesa. Cuando escribo es el momento más egoísta en mi día y en mi vida, soy la más egoísta del mundo. Me siento, me pongo auriculares, escucho música, tecleo y canto. Es el lapso más egoísta del mundo, pobre el que anda por ahí que me está escuchando cantar, canto horrible, pero además yo no sé quienes son mis lectores, no creo que tenga lectores tampoco.
–¿Siempre escribes en computadora?
Siempre. No puedo escribir a mano. Escribo cartas pero nunca puedo escribir poemas a mano.
–¿Cuál es el tema recurrente en la poesía de Cecilia?
El amor, creo que es el único, por eso te digo que en algún momento voy a crecer. (Risas). No puede ser que siempre sea lo mismo. Me llama mucho la atención algo del amor, tampoco sé si existe el amor, es una tendencia a un hombre, es que el amor es absoluto. Tengo amigos, tengo familia, tengo un perro que amo, pero cuando siento una tendencia hacia otra persona, hacia un varón, para mí lo otro se borra y mi vida comienza a ser un apéndice de eso que siento. No tengo personalidad. Me siento a escribir y por más que quiera escribir de otra cosa termino siempre escribiendo de algo que me sobrepasa que creo es el amor o una forma del amor, porque la verdad que si el amor es eso, demasiado sectorizado, espero que no. Hay un solo amor en toda la vida y en todas las cosas, pero creo que es mi único tema, no hay otro.
–¿También en tu vida?
No, en mi vida no. En mi vida está el trabajo, la vocación, que para mi es importantísima, mi familia, pero si estoy enamorada, en este momento, por ejemplo, estoy pensando en alguien que quiero muchísimo y daría mi vida por él, o sea que en mi vida hay un montón de otras cosas pero en el momento decisivo no me importan esas cosas, porque soy un poco alocada, daría la vida por esa persona en la que estoy pensando ahora, que supuestamente estoy enamorada.
Los otros
–¿A qué poeta o poetisa te gustaría conocer y por qué?
Me hubiera encantando conocer a un poeta francés, a (Gérard de) Nerval y me gustaría volver a ver a Raúl Zurita, a quien conozco, me encantaría volverlo a ver a él, sí.
–¿A qué mujer de la historia universal te hubiera gustado parecerte?
¡A María Magdalena! (Risas).
–¿Quién te gustaría que te escribiera un poema?
(Risas) Jorge Esquinca.
–¿Te han plagiado algún poema?
No. No sé. Puede ser, no me importa.
–¿Qué narradoras te conmueven?
Sara Gallardo, es una argentina que me gusta mucho. Algunas cosas de Silvina Ocampo también me gustan bastante. Me estoy dando cuenta que no hay muchas narradoras que me conmuevan. Más bien hay narradores que me conmueven, varones. Hay muchos narradores que me gustan, que me encantan como (Ernest) Hemingway, (Truman) Capote y (Raymond) Carver, esos son para mí lo mejor de lo mejor. Pero hay un libro que escribió el argentino Fausto Burgos, que se llama “El Salar”, que fue de lo que leí en los últimos 10 años, sin lugar a dudas, lo que más me conmovió, es impresionante, es una novela que nadie la leyó ni se consigue pero es impresionante. Bueno me gustan muchos narradores pero no que me conmueven, ese libro me conmovió, se los recomiendo.
Lo cotidiano
–¿Qué música escuchas?
Me hubiera encantando conocer a un poeta francés, a (Gérard de) Nerval. Foto: Gabriela G. Barrios
Escucho de todo, me gusta mucho el tango, el folclore, son los dos géneros que más me gustan y ahora estoy escuchando a un compositor que se llama Arvo Pärt que también me estoy haciendo así como fanática. Me gusta la música clásica. En realidad me gusta cualquier cosa, ponés lo que me ponés lo escucho y me gusta. Escribo escuchando cualquier cosa.
–¿Cuál es tu comida predilecta?
Los ñoquis (risas), es una pasta, como unos cubitos con manteca y queso; milanesa con papas fritas, churrasco con papas fritas, pizza y me gustan muchos los dulces, me encanta el chocolate, la nutela me encanta, me vuelve loca y la comida chatarra también.
–¿Quiénes son tus amigos más entrañables?
No quiero dejar a nadie afuera pero (risas) tengo tres, en realidad son cuatro: Marina Serrano, Mercedes Araujo, que son las dos chicas que tienen la editorial conmigo; Diego Bentivegna que es un traductor y ensayista muy avezado y lúcido, y mi hermano Juan Bautista. Esos cuatro son las personas sin las cuales yo no podría vivir y después tengo amigos que quiero muchísimo, pero no como a esos cuatro.
–¿Has robado algún libro?
Sí (risas) por supuesto, no hay que decirlo. Nunca robé un libro de una librería en la que fuera a comprar, pero trabajé en una librería y me pagaban muy mal, realmente me pagan muy mal y yo completaba el sueldo con libros, me llevaba libros que nunca me hubiera podido comprar y robé.
–¿Te gusta el mar?
Me encanta el mar, sí, pero una vez estuve a punto de ahogarme y le tomé mucho miedo. Era una persona de esas que se mete, que no le importa nada, que no le tiene respeto y el mar en Argentina es tremendo. Ahora le tengo mucho respeto, pero me encanta el mar.
–¿Ha visto peces de colores debajo del agua?
Sí, vi en Brasil y me impresionó bastante porque en Argentina el mar es muy frío y sucio porque es muy turbulento, todo el tiempo está marrón, no puedes abrir los ojos debajo del agua. Cuando fui a Brasil, que el agua es muy tibia, un día nos llevaron a nadar a un lugar entre las rocas y en un momento ¡vi peces que nunca en mi vida había visto y que estaban al alcance de mi mano y tenían colores, tenían forma! Me acuerdo que me paré y me dijeron ¡No! porque me paré en las rocas y venía una ola. Volví y los miré, es precioso pero me dio miedo porque nunca los había visto, era como estar en una película, me impresionó. En general no soy nada miedosa, vuelvo a mi casa a cualquier hora, no me importa nada pero hay ciertas cosas de la naturaleza que me impresionan mucho, una son los rayos, a los rayos les tengo respeto y asombro y terror y después cosas que pasan de pronto en la naturaleza como vientos fuertes, animales. Me llama mucho la atención cuando los perros van caminando hacia ningún lado y muy derecho y muy confiados hacia donde tienen que ir, esas cosas como que a mí me pegan, y ver esos peces en ese momento, yo no sabía si llorar, en general cuando no sé qué hacer, lloro.
–¿Qué ha representado en tu vida tu mascota?
“Foco” es mi único compañero estable. Duerme conmigo en mi cama, duermo incomodísima porque es una cama de una plaza y él duerme a mis pies, pero después quiere dormir conmigo a mi lado en la almohada. Yo lo adoro. Mientras trabajo él esta a mis pies sentado, suspirando, es mi compañero de todo el día. Juego con él, hablo con él, le levanto la oreja y le hablo. No sé que haría sin mi perro. Me gustan mucho los perros. Amo a los perros pero mi perro en particular, “Foco”, es un compañero, sabe todo de mi vida, sabe todos mis secretos, me cuida, es un amor, lo adoro.
–¿Qué te hace recordar a tu niñez?
Todo el tiempo pienso en mi niñez. Tuve una niñez muy feliz. Tengo cinco hermanos, soy la quinta, después viene mi hermano Juan. A mis tres hermanas mayores mis papás las criaron de una manera muy rígida y muy disciplinada y a los tres más chicos que son dos varones y yo, nos dejaron un poquito más de espacio, un poco más de libertad. Me crié entre mis dos hermanos, siendo un varón más. Jugaba al fútbol, estaba todo el día en la calle y me la pasaba muy bien. Escribo mucho en mis libros sobre mi infancia porque fue el mejor periodo de mi vida, creo que desde los siete hasta los 14 o 15 años realmente fui muy feliz y todo el tiempo lo traigo a mis libros; en ese momento no pensaba en nada mas que en salir a andar en bicicleta, era lo único que tenía en mi cabeza, ni siquiera leía. El primer libro que leí fue como a los 14 años que fue “El Diario de Ana Frank” y después de ese leí “La Tía Tula” de Unamuno, después no leía hasta que terminé el colegio y leí en dos años todo lo que no había leído nunca. Pero era una persona muy feliz, hacía deportes, tenía muchos amigos, andaba siempre con mi hermano. Creo que si no hubiera tenido la infancia feliz que tuve no me aguantaría ahora tantas cosas con una sonrisa, seguro.
–¿Cuál es tu equipo de fútbol?
River Plate (risas). Y tengo un segundo que es (Club Atlético) Platense porque es cerca de mi casa.
Cecilia, la editora
–¿Y qué tal tu papel de editora?
El trabajo de editora es un trabajo muy duro. No sólo edito sino que corrijo, que hago toda la parte de producción del libro. Foto: Gabriela G. Barrios
Es muy difícil, no hay plata en Buenos Aires, ahí la plata va para otras cosas, no va para cultura tanto como en México, que hay chicos que tienen becas, hay chicos que se reciben y les pagan la maestría. Eso no pasa allá. ¡No pasa! Es muy difícil encontrar un espacio de libertad para decir esto es lo que me gusta, por esto me juego, esto habría que editarlo, y yo lo hice en nuestro primer libro que fue “Hotel Quequén”, donde se me dio la posibilidad de hacer una antología de los poetas jóvenes que a mí me gustaban y la armé como quise y fue como una revolución, porque de pronto en un mismo libro mezclé 15 poetas que no tenían nada que ver unos con los otros, porque no se conocían y algunos se aborrecían. Ahí sentí que estaba haciendo lo que realmente quería. Ahí van a ver a la gente que realmente está trabajando en Argentina en poesía. Pero ya no lo pude volver a hacer. Nuestros dos últimos libros por ejemplo, uno es de mi padre (Francisco García Bazán) que es “El Evangelio de Judas”, comentado y la biografía de él, que no vale porque es de mi papá y nos lo regaló, y después otro de poesía que es de una amiga nuestra que se llama Ana Lafferranderie. El trabajo de editora es un trabajo muy duro. No sólo edito sino que corrijo, que hago toda la parte de producción del libro y a mí no me pagan por eso, pero creo que si me pagaran es un trabajo que me gustaría hacer y con más libertad.
–¿Cómo ves la literatura argentina actual?
La veo muy bien en la poesía. Me parece que es un espacio en el que se está creando un montón de cosas. En la narrativa me parece que está un poco más quedada, tenemos buenos narradores, estoy hablando de la gente joven. Está Martín Kohan que es un buen narrador. No se mueve mucho la narrativa. La poesía tiene una cosa muy linda en Argentina, hay tanta gratuidad. Las cosas de la poesía no se hacen por dinero, nunca hay dinero de por medio. La gente se conecta de otra manera, los jóvenes se conocen más, se arman discusiones, hay grupos, se pelean, se amigan. Hay revistas de poesía, hay páginas de poesía muy importantes. Creo que el movimiento de la literatura de Buenos Aires está pasando por la poesía independiente y las editoriales independientes.
–Se ha dicho que Borges es la inevitable gloria para los argentinos ¿Qué piensas?
Que sí, Maradona y Borges (risas). Borges era realmente un tipo inteligentísimo, lúcido y con una potencia de narrador que nosotros no la volvimos a tener nunca. Parece que es inevitable, está muy bien que sea inevitable. Ojalá que todos los escritores argentinos y en general toda la gente que se educa en Argentina tenga una base borgiana, porque realmente era una luz. Lo lees hoy en día y es tan moderno como en la época en la que él escribió los textos. Acá (en Argentina) tiene muchos críticos en su parte de poesía porque él durante un tiempo se dedicó a hacer poesía semigauchesca y él era un tipo de clase alta que no tenía porque escribir de esas cosas de clase baja. Sin embargo, lees unos poemas que están increíblemente bien escritos. Era un buen escritor y un tipo muy lúcido que no se da mucho en la literatura, por lo menos en la que yo conozco.
–¿Qué es lo que más te gusta de él?
Su inteligencia y su habilidad para narrar, es una persona que tenía, me parece, en su cabeza incrustadas tremendamente bien las estructuras de las narraciones. Nunca se desequilibra entre el argumento y el desenlace. Era un as para la narración. Y otra cosa que me gusta mucho de él es que era una persona capaz de tomar de un texto cualquiera que sea, por ejemplo las ideas de Plotino, las leía, las entendía, las masticaba y después ponía en sus textos solamente lo que a él le servía, cosa de que la gente que lo iba a leer no iba a entender a Plotino porque eso no interesaba sino que iba a enamorarse de Borges. ¡El tipo era un genio!
–¿Admiras algún escritor(a) mexicano (a)?
Sí, por supuesto, a (Jaime) Sabines para empezar. (Risas). A (Juan) Rulfo, Agustín Yañez, ¡Jorge Esquinca, Jorge Esquinca! (Risas) Me gusta mucho Marco Antonio Campos, también. Bueno, Octavio Paz. ¡José Emilio Pacheco! Elva Macías. De Rosario (Castellanos) me gusta lo que hizo como persona, me gusta que se haya pelado, era una loca, pero a su poesía no le entro tanto. Después me gusta José Luis Sierra, (Arturo) Córdova Just, algunas cosas de (Héctor) Carreto y después me gusta Jorge Esquinca. (Risas)
–¿Qué estás trabajando actualmente?
Estoy corrigiendo un libro que se llama “Uso y aprovechamiento del hermano”, que es un libro de poemas pero que arranca con un guión de teatro, yo soy de teatro, entonces de alguna manera tengo que incluirlo, después tiene cartas y poemas, o sea que tiene tres géneros, el epistolario, el dramatúrgico y el puramente poético. Después estoy escribiendo un libro de narrativa cuyo nombre, por ahora, es “Expedición a mi futuro esposo”, que son pequeñas narraciones de días en la vida de alguien, es como un diario narrado.
–¿Te gustaría vivir en México?
Sí, me encantaría.
[box type=»note» style=»rounded»]
SILUETA
Edad: 31 años
Número de hermanos: 5
Lugar de nacimiento: Buenos Aires, Argentina
Pasatiempos: No tengo, porque leer no es un pasatiempo, es lo que yo hago con mi vida. ¡Verme con mis amigos!
[/rescue_box]
[box type=»note» style=»rounded»]
EN CORTO
Amor: Todo
Papel en blanco: Avión
Leer: Muchas horas
Escribir: Mi vida
Palabras: Instrumento
Libro: Puerta a los sueños
Computadora: Hermana
[/rescue_box]
*Entrevista publicada en dos partes en el diario El Heraldo de Chiapas, 03 y 04 de mayo 2007